—Maestra Yami, ¿podría yo también darle un abrazo a Mog? Parece muy suave y blandito.
La propuesta de Fran me pareció en su modo divertida, aunque dudaba de que Mog se dejase abrazar por él. Es más, puede que Mog sólo se lo permitiese a Yami por alguna razón, posiblemente personal en la que no podíamos entrometernos.
Entonces fue cuando se abrió de pronto la puerta de la cocina.
Los ojos furiosos de aquel hombre hicieron que tragase saliva por la sorpresa... ¿c...cuánto podría medir? ¡Era gigantesco! Lucía una larga melena y ropa bastante "moderna", por llamarlo de algún modo. Un extraño collar colgaba de su cuello y... ¿eso que llevaba a la espalda eran alas?
—¡Hola Higashizawa! Mira que estoy preparando —exclamó la Maestra Yami, con un tono infantil que me hizo recordar la época en la que le enseñaba a mis padres los dibujos que hacía en el colegio. Su sonrisa tan inocente me hacía ver que la Maestra tenía buen corazón, a pesar del daño catastrófico que podría haber causado a cientos de estómagos e intestinos.
Ni corto ni perezoso, el hombre tiró toda la pota al suelo, desperdigada y manchando la cocina. Fue llegando a mis pies, pero no pude moverme. La expresión de la pobre Maestra hizo que, de algún modo, me hirviese la sangre. ¿Qué se creía que era ese hombre como para hacerle eso a la joven Yami? Por un momento pensé que se tratara de otro Maestro, pero no. No tenía la pinta de serlo, más aún cuando dejó salir una voz muy grave de su boca.
—Esta es mi cocina, y no pienso dejar que la toques por muy maestra que seas. Y no pienso volver a cocinar hasta que no cumplais mis condiciones.
Me coloqué delante de la Maestra Yami, enfadada. Es cierto que no podía entrometerme, que no podía dejarme llevar por la situación. "Pero me mosquea tanto...", pensé.
—Disculpe, s-señor, pero no sé por qué se contradice de esta manera —me estaba metiendo en un lío muy gordo, pero la decadencia de Yami en esa situación me llevaba a querer defenderla. De algún modo... me recordaba a mí en Villa Crepúsculo— Primero dice que ésta es su cocina y no quiere dejar que nadie la use. P-pero por otro lado... u-usted dice que no volverá a cocinar hasta... ¿q-qué clase de condiciones?
Por otra parte, puede que aquella fuese una pista por la cual la Maestra Yami había llegado hasta la cocina a probar sus dotes culinarias sin el permiso de nadie.