Nada más entrar en aquel enorme complejo acorazado, propio de las historietas lunáticas de cualquier chalado pordiosero que se acercaba a ti mientras caminabas por la calle y, mientras te zarandeaba, te contaba sus teorías apocalípticas de cómo los extraterrestres acabarían dominando la tierra tras una cruenta guerra, me quedé perplejo. Cómo me asombraba que más de algún loco tuviese razón al decir que los extraterrestres existían. Di escasos pasos en lo que más tarde supe que se denominaba
hangar y, sin previa dilación, lo que se asemejo como un monstruo azul y enorme; que si no triplicaba, cuadruplicaba mi altura, decidió que sería divertido entorpecerme el paso.
—
¡Eh tú, polizonte! —gritó con una palabra más propia del Capitán Garfio y me cerró el paso, interponiendo entre su enorme masa corporal y mi diminuto cuerpo, en comparación, lo que supuse que sería una “
pistola intergaláctica”. No podía evitar sentirme ignorante ante todas aquellas nuevas palabras que escuchaba constantemente en aquel lugar. Podría haberme paseado por Villa Crepúsculo o Ciudad de Paso, como solían hacer los aprendices en sus primeros viajes, pero no, loco cómo sólo yo lo estoy, decidí emprender un viaje a la otra punta del universo, o eso me pareció.
—
Identifícate, ¡vamos! —
Pues… Me llamo Zait Laind, y creo que poco más puedo decirte—. Tragué saliva al escuchar yo mismo mis palabras. Mi intención era, como dictaba mi obligación, salvaguardar la seguridad de los mundos no interfiriendo en asuntos ajenos y, sobretodo, guardarme para mí el hecho de que era un portador de la Llave Espada. Aunque, notificando mi pico de oro y encima frente a un jefe de seguridad, mis palabras no pudieron ser más sospechosas.
Sin embargo, mis pensamientos se vieron interrumpidos por las manazas de aquel enorme individuo que, sin siquiera excusarse, me apresó y me arrastró consigo. No me puse muy nervioso, pues ya que sabía que tenía una misión que cumplir, y teniendo en cuenta que mi acompañante tenía toda la pinta de ser algún encargado de la seguridad, podría llevarme hasta la Gran Consejera o al menos indicarme dónde se hallaba y evitar con ello un posible futuro en el que me perdía en el inmenso navío intentando buscarla. Todo siempre y cuando cesase con su dramatización.
—
Verá señor… Debe de ser una confusión. ¡Estoy aquí para realizar una misión! —
¡Capitán Gantu! —“Captain Gantu” pensé en inglés. Me parecía, de un modo u otro, más elegante—.
Y eso que dices está por verse. Atravesamos pasillos y complejos que se escapaban a mi simple comprensión del mundo. Sencillamente, me limité a no preguntarme por aquello que desconocía de aquel vasto mundo, pues, teniendo también en cuenta lo poco que conocía del mío, aquello sería un no parar, un interrogatorio de preguntas, una tras otra y con un fin muy lejano. Llegamos finalmente a lo que después comprendí que era la “Sala de Control” en la cual, hubiese más personas o no, únicamente me fijé en la figura central de la sala. Menos corpulenta y más baja, pero aún así más alta que yo, y de características muy lejanas a las mías, en el centro del lugar, se encontraba la Gran Consejera. Pese a que era diferente al bicho azul que me tenía apresado, se asemejaba más al mismo que yo a ella. Tan sólo el color y las marcas de su piel resaltaban más que nada, al igual que sus extraños ojos.
—
Gran Consejera, he encontrado a éste intruso en el hangar —enunció la enorme masa que me acompañaba —
. Dice llamarse Zait Laind, y se niega a darme más explicaciones. —
Verá Gran Consejera —dije casi interrumpiendo—.
Es cierto que me llamo Zait Laind y he estoy aquí para cumplir la misión que Usted pidió, ¡capturar al fugitivo Ogro! Soy Aprendiz de la Maestra Yami, y debo encontrar a mis compañeros, que me ayudarán a cumplir la misión. La Gran Consejera calló momentánea y fugazmente. Y después, enunció:
—
Capitán Gantu, cómo se le ocurre tratar así a uno de los encomendados a realizar una misión de notable calibre. Suéltelo ahora mismo. —
¡Se negaba a darme información! —
Eso es debido a que lo tiene prohibido. Manténgase a la espera Capitán, pues ya que será el encargado de guiar e informar acerca de su misión tanto a Zait como a sus compañeros. Es más, debe encontrar a éstos últimos y traérmelos hasta aquí. —
Sí, Gran Consejera —enunció al fin, cerrando su boca. Me gustó dedicarle una sonrisa mientras se alejaba a regañadientes.
Seguidamente, la Gran Consejera se acercó a mí.
—
Muchas gracias por llegar hasta aquí junto con sus compañeros. Es de gran importancia capturar al fugitivo, sin embargo nos es imposible, y arriesgado, penetrar en la zona de asteroides, pues ya que podrían impactar y causar grandes daños con nuestras naves. Sin embargo estoy segura de que podréis llevar a cabo vuestra misión con éxito.EDIT: No me fijé en los errores de códigos >_>