Busqué al Soldado restante, viendo como otro corazón seguía al que yo había liberado, lo que significaba que Fyk acabó con otro de ellos.
El último parecía debilitado, por lo que fui a por él para usar la misma estrategia que con el anterior, con cuidado de no tocar nada de la nave. Sin embargo, antes de poder llevar a cabo mi plan, observé atemorizada como los cañones del pasillo apuntaban contra el Sincorazón. Y yo estaba demasiado cerca.
Al ver brillar el interior de estos, y sabiendo que no podría escapar, cerré los ojos con fuerza y me defendí con mi arma, temiéndome lo peor. Los cañonazos retumbaron en mis oídos, pero no llegué a sentir dolor alguno.
Abrí los ojos. Aquella defensa tan inteligente de la nave había cargado contra el Sincorazón, haciéndolo desaparecer, flotando el último corazón liberado. Tan cerca mía, apenas unos centímetros, y los cañones no me habían hecho un mínimo rasguño. Miré a Fyk, bastante sorprendida.
—A-así que e-esto es el poder de... ¿Cerebrum? —le dije a Fyk, riendo de forma nerviosa—. Es... increíble.
Antes de poder añadir algo más, un sonido se escuchó al final del pasillo. Como una especie de cristal que se hacía mil añicos: la barrera había caído, por lo que podíamos salir de Cerebrum.
—¡V-vamos! —grité, corriendo hacia la salida, seguramente seguida por Fyk.
Chihiro estaba jugando con nosotros. ¡Teníamos que dar con ella antes de que fuese demasiado tarde!
—Entonces... no quería el control de la nave —señalé, habiendo llegado al estrecho pasillo que conducía a los demás sitios—. Con Cerebrum hubiese tenido el poder de este mundo, y es demasiado tentador para una... delincuente, ¿no?
Me acerqué a lo que me había llamado la atención unos minutos antes de que Fyk mencionase el uso de Cerebrum.
—Tengo el presentimiento de que deberíamos entrar aquí —le propuse a mi pequeño compañero, señalando de nuevo la placa "Pruebas"—. Me sigue llamando la atención. Aunque no la encontremos, quizás para descartar... en el hangar pasamos hace poco, y dudo que haya escapado si se ha tomado la molestia de jugar con nosotros al escondite y dejar mensajitos. Y en la Armería tampoco, por las palabras del Maestro Kazuki... ésta me parece la mejor opción.
No quería dejarme llevar por el instinto. Sin embargo..., ¿y si estaba en lo cierto?
Pero antes de decidir algo con seguridad, debíamos esperar al Maestro Kazuki.
Él había entrado por una de las puertas, pero no me fijé en cual. ¿Tardaría en volver?