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Finalmente, fui capaz de alcanzar a Fyk y le proporcioné el abrazo más cálido que pude haberle dado mientras cerraba las ojos para que la luz no me los dañara. El pequeño, rápidamente, me devolvió el abrazo.
—Kaara... —susurró Fyk.
¿Kaara? ¿Era el nombre de alguien? ¿O quizá era alguna palabra en su idioma? En cualquier caso, no era momento de pensar en ello, tenía que hacer que Fyk se animara de alguna forma.
Noté como una lágrima caía por su mejilla ya que, al estar abrazados, también mojó la mía.
—No te preocupes, Fyk, yo confío en ti. Y tú puedes confiar en mí —murmuré aún abrazada al chico —No digas nunca más que no eres de fiar, ¿me oyes? —comenté con una sonrillisa mientras me separaba de él y volvía a abrir los ojos.
Fue entonces cuando vi que, al separarme de él, el cuerpo de Fyk cayó al suelo. Al acercarme a él, vi que estaba inconsciente.
—¡Fyk! ¡Fyk, despierta, por favor! —exclamaba mientras le daba unos golpecitos con la palma de la mano en la cara para ver si reaccionaba, aún con aquella extraña e intensa luz rodeándome.
No entendía nada, aquello era de lo más extraño. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Qué le pasaba a aquel chico? La situación no hacía más que empeorar, y yo no sabía qué hacer.