Spoiler: Mostrar
Abrí los ojos lentamente, con un ligero dolor de cabeza, ¿qué me había pasado? Me llevé una mano a la cabeza, pude notar aquella ligera piel de gato del guante, entre eso y las ramas secas que había bajo mi cuerpo, imaginé que seguía dentro de aquel bosque siniestro. Me levanté, un poco aturdida mientras miraba a mi alrededor, más que para conocer mi situación actual, para buscar a Gengar. Él se hallaba inconsciente a pocos metros de mí, ¿qué había pasado?
Por un momento temí que el fuego de su interior quemara las hojas, por lo que me agaché rápidamente, dando unas pocas palmadas en su cuerpo negro similar al de una calabaza, este despertaría casi al instante.
—¿S-saeko? ¿Dónde estamos? —Preguntó en voz alta, mientras comenzaba a levitar observando nuestro alrededor.
Yo también sentí curiosidad por saber dónde había terminado, era un lugar muy silencioso, podía escuchar el fino silbido del viento, las hojas cayendo de los árboles, y ciertos ruidos de animales o insectos de la zona, no presté más importancia.
—Pues no lo sé, ¿vamos a seguir con la fiesta esa de los muertos? —Le pregunté, enojada con la decisión de haber entrado en el árbol, pues ahora estábamos aún más perdidos.
—Mira, allí, hay más gente, jejeje... —Y así se dirigió a donde se encontraba un peculiar grupo de personas, junto a un árbol en el que se hallaba una nota en blanco. Le seguí.
En cuanto llegué, pude ver como Gengar revoloteó alrededor de la mayoría, analizándolos con su sonrisa burlona, para finalmente elegir a su presa. Se trataba de aquel muchacho con un extraño dibujo en el rostro. Gengar se aproximó a él, incluso le atravesó desde su espalda y apareciendo a través de su pecho.
—¡BU!. Je, ¿y tú a dónde te crees que vas con ese dibujito en la cara? Fijo que eres el típico que se cree guay y al final es el más cobarde de todos, ¿me equivoco? —Se separó de su cuerpo mientras hablaba.
Yo me acerqué al pobre muchacho moviendo la cola, en un intento de explicarle la absurda actitud de Gengar, no quería problemas con nadie.
—Perdónalo, está obsesionado con incordiar a la gente. —Le expliqué seria, Gengar inmediatamente se acercó a mí, algo nervioso por mi actitud.
—¿Pero por qué le dices eso? Jo, con lo bien que estaba quedand... —Le tapé la boca, impidiendo que hablara, para girarme de inmediato y alejarme un poco, llevándome a Gengar entre mis brazos.
Fue entonces cuando otro individuo me saludó pronunciando mi nombre.
—Hey Saeko
Se trataba de Ragun, vivía en el mismo castillo que yo, aunque no supiera gran cosa sobre él o su vida, me impresionó mucho verlo allí.
—Oh vaya, qué sorpresa. ¿Cómo es que hemos terminado en este sitio los dos? —Le pregunté con curiosidad con un cierto tono irónico, dando a entender que no soportaba el estar allí. Solté a Gengar para que pudiera coger aire, que en ningún momento utilizó su habilidad para escapar de mis manos.
Entre la muchedumbre, Ragun se fijó en ciertas cosas al fondo, entre la foresta.
—Allí —Señaló a la profundidad del bosque.— Allí hay algo raro.
Tanto Gengar y yo, nos fijamos en la dirección que señalaba, era cierto que había algo al fondo, pero con mi pésima vista apenas pude distinguir nada de manera nítida.
—Oye, ¿no se supone que aquí hay niños a los que asustar? Bueno, da igual... Te sigo, Ragun, que tú pareces enterarte mejor de cómo va el mundo de los Usuarios al fin y al cabo. —Le dije con una mirada de sorpresa, esperando su respuesta principalmente, y luego la del grupo que se hallaba a nuestro alrededor.
¿Dónde se suponía que estábamos? Noté como Gengar sufrió un ligero escalofrío, momento en el que comprendí que no era un sitio normal, quizás hubiera alguna clase de peligro en el bosque. Gengar y yo cruzamos miradas por unos segundos, él estaba asustado, expresión suficiente para olvidar lo de la fiesta de los muertos.
Me giré y miré la nota en blanco del árbol, ¿qué significaba? Tampoco parecía haber rastro de habitantes en aquel lugar, de lo contrario el eco resonaría a través del bosque. Estábamos solos, y algo me dio mala espina desde el comienzo.
—¿Y bien? ¿A alguien se le ocurre por dónde ir?
—Deberíamos tener un poco de cuidado, ¿no te parece? No sabemos dónde estamos... Y yo desde aquí no veo nada, os sigo. —Intenté dar mi opinión, con un tono y rostro más serio que de costumbre. Estaba alerta ante cualquier suceso inesperado que pudiese suceder.