Se frenó al escuchar el grito de Alec. El primero, no, claro. El segundo, aquel que tenía algo más que una petición, sino una advertencia. Obedeciendo a sus instintos, se apartó del camino a tiempo, escuchando el inconfundible sonido atrás suya de algo desmoronándose. Tardó un poco en entender el plan de su compañero, pero enseguida lo vio en vivo.
La criatura fue vilmente aplastada. Y ojalá se hubiese quedado ahí. Enseguida el agua comenzó a fluir y se recompuso de nuevo. Hana agarró con fuerza la Llave, dispuesta a lanzarse de nuevo para encontrar el punto débil. Sin embargo, un pitido les interrumpió, procedente de quién sabe dónde.
Y luego llegaron las voces. Escucharon una voz infantil, que parecía conversar y proponer algo a su interlocutor. Sorprendentemente, quien respondió fue Edge, denegando la oferta. Hana arrugó la nariz. ¿Dónde estaba ese idiota? Bueno, no importaba. ¡Al fin, la verdad! Todo había sido una broma de alguien, como sospechaban desde el principio. Y ese alguien estaba en ese momento con Edge. ¡Al alcance de sus garras!
Lo cierto es que era toda una suerte que el muchacho hubiese denegado la oferta. Y más que lo hubiesen escuchado. Si Hana hubiese estado en su lugar… seguramente no la hubiese rechazado.
—Aún quedan demasiadas personas con honor —murmuró, chistando, molesta.
El objetivo de Hana, por tanto, estaba claro. Pasaría del ser azul y retrocedería hacia el camino que había tomado Edge. No había manera entonces de que no diera con el culpable.
No obstante, otra figura de la complicada trama hizo acto de aparición. Rebecca. Explicando que la criatura era un Golem obra suya. Fruncí el ceño. Ella también debía de haber oído el altavoz. Y esa desaparición y reaparición suya… ¡Maestrucha de tres al cuarto!
—¿Qué hay ahí dentro? ¿Y dónde has estado hasta ahora? —preguntó—. Lo único que nos dejaste fue un mapa y miles de cuestiones que te inquirimos, y no resolviste. ¿Esperas ahora que nos importe las explicaciones que quieras dar? ¿Es esta tu idea de encerrar a ese “ser de Luz”? ¡Apáñatelas tú sola! Yo ya estoy harta. Voy a resolver esta patraña con el culpable —enarcó una ceja—. ¿Te vienes o vas a escabullirte otra vez?
Retrocedió un par de pasos.
—Si es un hechizo, entonces deshazlo. Haz que se diluya, que se deshaga, como cualquier magia que su convocador anula —le exigió.
Naturalmente, si no era creación de Rebecca, no tendría poder sobre él, sino que sólo podría destruirlo con magias ajenas. Y eso era lo que Hana pretendía comprobar. Aunque puede que quizá ponerla bajo presión, fuera suficiente para hacerla cantar.