No te quedes hasta tarde. No merodees por el tercer distrito. Ni se te ocurra jugar en los callejones. Reglas y más reglas que los niños y jóvenes de Ciudad de Paso debían escuchar cada día de la boca de sus padres. Aunque no todos habían tenido la suerte de llegar a escuchar aquellas normas.
Enix nunca llego a conocer a sus padres y desde niño tuvo que vivir como interno en el colegio de la ciudad, en donde la vida era tan simple como no poder salir durante la semana y nunca poder abandonar el primer distrito. Incluso siendo fin de semana no tenía nada que hacer y mucho menos el compartir esos pocos días con alguien ya que todos los niños se reían de él por no poder tener una familia como la de ellos.
Cualquiera en su sano juicio estaría deseoso de acabar con aquella monotonía ¿más como podría hacerlo? Quizá el saltarse por una vez las normas fuese lo ideal, habría escuchado mil veces a sus compañeros hablar de ir a trastear en la sala de los artilugios o descubrir el secreto de la puerta del distrito tres, en estos momentos incluso podía escuchar a cuatro amigos llevando a cabo su nuevo plan:
—¿Te has vuelto loco, Leo? —discutió uno de los chicos dirigiéndose al que parecía el líder —. Nadie ha salido vivo del callejón.
—Oh, venga, tío ¿no me digas que te has vuelto un gallina? —le preguntó mofándose al anterior —. Ya estuvimos el otro día en el tercer distrito y no pasó absolutamente nada.
—Mike tiene razón, esos bichos solo salen a la noche, mientras volvamos pronto no tendremos ningún problema —le intentaba convencer el último de los chicos.
La conversación duró un rato más hasta que consiguieron convencer a su compañero. Cuando pactaron la hora y el lugar ya había tocado el timbre que daba por finalizado el recreo y dando lugar a dos largas y aburridas horas de Historia y Filosofía. Los cuatro chicos se levantaron para volver a sus asientos, aunque antes el líder se dirigió a los otros tres para recordarles el plan:
—Ya sabéis, a las cinco y media delante de la tienda de accesorios —mirándole directamente al que parecía llamarse Mike —. Que nadie se retrase.
Enix ya lo tenía todo, podía aparecer a esa hora y apuntarse a la expedición o quizá quedarse estudiando y dejando pasar otro fin de semana en su habitación sin hacer nada, pero eso no sería divertido ¿no?