—Lo sé, ¿pero no es divertido hacer que perdáis los nervios? ¿O el control de vuestras emociones?Si Malik no hubiera sido tan excesivamente precavido, si no le hubiera atenazado el miedo, si hubiera sido más temerario, sólo lo suficiente… No le habrían atrapado.
Antes de que pudiera reaccionar, moverse, o siquiera pensar que había sido un estúpido, sintió el dolor desgarrador en la espalda, como si mil cuchillas afiladas les atravesaran la carne de lado a lado. Y gritó sin oírse a sí mismo, notando la sangre resbalando columna abajo, empapando la ropa. El alarido se cortó de golpe en cuanto se sintió alzado, aprisionado del cuello como si le fueran a estrangular y pataleó. Aunque no tardó mucho en no poder hacerlo…
Un miedo superior al que había sentido hasta entonces le atenazó e inconscientemente aguanto la respiración, como si las garras que le sujetaban del cuello fueran a apretar y destrozarle si lo hacía. Malik no supo qué hacer. Por primera vez los sincorazón le habían apresado de verdad, y al contrario que en su experiencia en las callejas de Agrabah, no había ningún maestro cerca… Esta vez estaba perdido, a su merced. Le matarían, le arrancarían el corazón, y luego harían lo mismo con Jess.
En un vano intento de soltarse, quiso llevar las manos a la garra de su sincorazón captor, pero le apresaron también de brazos. Se ahogaba. Soltó de golpe todo el aire que había estado acumulando y emitió un gemido ahogado. Estaba totalmente inmovilizado… ¿Iba en serio a morir así?
—
¡Malik!Oyó a duras penas la voz de Jess, llamándole, y quiso contestar, pero lo único que salió de entre sus labios fue un gorgoteo. Las gotas de sangre que se deslizaban hasta el suelo, cayendo a plomo de sus pies, restallaban como látigos. Tuvo la certeza de que ella no podía ayudarle, en su nube de dolor. Eran tres sincorazón contra ella. Si hubieran podido usar sus llave-espada todo habría sido diferente, pero no podían… No podían…
—
Argh…Estaba perdiendo la consciencia poco a poco, por culpa de la pérdida de sangre, y el mismo miedo. Ronin se había equivocado con él. No merecía ser aprendiz de la llave-espada. En el fondo no era tan fuerte, firme o valeroso. El pánico le envolvía muy rápido, y no era capaz de reaccionar…
Poco a poco las voces empezaron a difuminarse, hasta que él ya no oyó nada…
—
… verdadera lástima. Y cayó en la oscuridad, en una negrura densa y espesa, de la que seguramente no podría salir jamás…
…
… …
Le molestaba la luz, y ese absurdo pero misterioso sonido que siempre identificaba con el mar. Un mar que no recordaba haber visto, pero que fluía por su mente, como un animal mitológico etéreo. Chillaban las aves sobre su cabeza, y Malik abrió los ojos a las borrosas nubes algodonosas que pincelaban el cielo azul y límpido, como mágicos seres que sonreían con nostalgia.
Apretó los dedos contra el suelo, sintiendo el tacto de la arena fina y caliente.
¿Dónde… estaba?
Recordaba… No recordaba. ¿Por qué estaba allí? Eso no era el desierto… Era ese… esa gran masa de agua que siempre le perseguía en sueños, allí, llamándole con dulces cantos de princesa. Malik se incorporó, confuso, y se levantó despacio. Le costaba moverse, como si hubiera estado durmiendo durante mucho rato. Un tenue dolor le recorría el cuerpo, y se sentía cansado, muy cansado. Y hacía calor, un calor húmedo y pegajoso que le quitaba el aire de la garganta.
«Otra vez… no», pensó para sí.
El pensamiento sonó como si hubiera hablado en voz alta, y reverberó con eco entre las rocas de la playa. Malik suspiró y se llevó una mano a la frente para poder observar mejor la lejanía, sin que la luz pudiera hacerle daño. Allí, más allá de los farallones, se veía la silueta difusa de un edificio alto, con torreones en los que ondeaban pendones de color azul.
Sabía que era algo que se llamaba castillo… aunque no sabía por qué conocía ese dato. En Agrabah no había castillos…
«Quizá allí puedan decirme qué está pasando… ».Con esa idea, y ese ánimo, Malik empezó a caminar, bajo el vuelo curioso de esas aves que de vez en cuando chillaban, desconcertadas. Él levantó la cabeza y logró sonreír hacia ellas. De alguna forma le eran familiares, aunque no entendía de qué…
«Gaviotas… ».Las gaviotas le acompañaron hasta lo que parecía ser media playa. Sin embargo, Malik se dio cuenta de que seguía en el mismo punto, que aunque hubiese andado y andado, quemándose la planta de los pies con la arena, no había avanzado absoutamente nada. El castillo seguía allí, tan lejos como al principio, y las gaviotas volvían y se iban una y otra vez, con sus chirridos intrigados. Malik inspiró hondo y se enjugó el sudor de la frente.
«¿Qué está pasando?», se preguntó a sí mismo, de nuevo provocando el eco de su voz por la toda la línea de costa.
Entonces, al contrario que las otras veces, una voz, grave y anciana, respondió:
«Tienes miedo».Malik asustado, intentó retroceder, encontrándose con que la marea había subido y le llegaba por las rodillas. El agua fría le mordió la carne, y el dolor que había sentido durante todo ese rato se acrecentó. La voz volvió a oírse.
«Tienes miedo, Malik. Y no deberías. Eres un futuro caballero de la llave-espada. Confiaron en ti».Malik miró en derredor, sin descubrir a nadie que pudiera estar hablando..
«¿Quién… eres?».«Esa es una buena pregunta».Al desconocido decir aquello, la superficie del mar se rizó, y se arremolinó en torno a Malik, como si estuviera formándose un remolino, sin llegar a formarse del todo. Malik aguantó la fuerza de la corriente y se mantuvo el pie, pero la espuma le salpicó y notó el sabor salado del mar.
«Podría responder de muchas formas a eso, pero de momento no. No te lo mereces».«¿Por qué esto?, ¿por qué el… mar?».
Su pregunta, que cató en un saco de silencio, se rompió cuando la voz ajada y cascada comenzó a reírse, con gracia y soltura.
«Eso, amigo mío, también lo responderé con el tiempo. De momento, deja de tener tanto miedo y ataca. O te matarán, y yo también moriré».«No lo… entiendo».«Es tan sencillo… como que el Olvido es la verdadera Muerte».Con la última sílaba de la palabra «Muerte», una ola gigantesca rompió sobre Malik, y lo último que vio antes de retroceder a aquella oscuridad densa y fantasmal, fue la figura transparente de un anciano vestido con una túnica raída, que le sonreía y decía adiós con la mano…
Malik, inconscientemente, imitó el gesto, y se abandonó otra vez…
… recobrando el sentido que, en realidad, había perdido durante escasos minutos.
Por el rabillo del ojo pudo ver a Jess apuntando al sincorazón que le mantenía cogido del cuello. Vio cómo movía los labios, a una velocidad lenta y pausada… Y oyó su voz lejana... Sintió el sabor de la sangre en la lengua… el dolor de nuevo, las garras clavadas en la piel, y el aire, que se le escapaba de los pulmones…
El miedo continuaba frenándole… pero fue el peso del disco en su mano, el cual no habían soltado siquiera por culpa de la presa de los sincorazón, el que le hizo tomar conciencia. De que aquella voz en el mar tenía razón, que habían depositado una confianza en él que debía demostrar válida, que no podía ser un cobarde.
Y que tenía que actuar. Y ya.
Los dedos sobre el disco se apretaron y cerraron con decisión, y aunque no podía levantar el brazo, al menos se desharía del sincorazón que mantenía sujeta su mano derecha. Decidido, , imbuido por las palabras retadoras de aquel recuerdo, y dejando a un lado el pavor a morir por un segundo, Malik, a la vez que Jess ejecutaba su hechizo, clamó:
—
¡¡¡ATACAR!!!