<<Hay cosas todavía más peligrosas en este puerto. Es bueno que hayáis dejado a esos dos chicos con mi... "amigo". Por protección>>.
Esas son las palabras que había pronunciado Lyn, la muchacha de aspecto felino que nos había ofrecido su ayuda sin esperar nada a cambio (aparentemente).
Esas mismas palabras son las que producen un profundo desasosiego que me atraviesa de un tajo despiadado el alma entera, haciéndome temer por mi seguridad y por la de mis amigos.
Aun así, he de admitir que hay algo en la voz de la chica que me tranquiliza, hay una seguridad y firmeza es su mirada que le hace parecer capaz de derrotar a una cuadrilla de bandidos sin apenas despeinarse.
Mientras pensaba en ello, me quito las gafas, salpicadas de gotas de lluvias grandes y redondas que calan nuestras ropas; y las limpio concienzudamente con el chaleco, que como está mojado, las deja todavía más empapadas. Suspiro con resignación y las guardo en el bolsillo del pantalón.
Miro alrededor distraídamente tras girar una esquina. Las calles están desiertas debido al chaparrón, la mayoría de ventanas cerradas. Deben de ser las siete de la mañana, y los establecimientos ya han abierto sus puertas, aunque para muchos haya sido en vano.
Me pregunto adónde nos lleva Lyn, y al parecer Max también lo hace, algo que compruebo al ver como miraba hacia todos lados y después a la chica; aunque nunca directamente, sólo de soslayo, algo desconfiado de la joven. Ésta parece saber adónde se dirige, pero con la forma de andar y de mirar que la caracteriza, nunca podría saber cuándo lo conoce y cuando lo desconoce.
-Eh, Jeanne-me susurra Max, sin dejar de mirar hacia delante.
-¿Sí?
-¿Tú has visto alguna vez esta parte de la ciudad?
Miro más detenidamente las calles. No lo había advertido en parte por la lluvia; en parte porque estaba atenta a no perder de vista a Lyn; y en parte por el parecido de las calles en Port Royal, pero al fijarme me doy cuenta no identifico estas aceras y estos edificios en mi memoria, pese ha haber vivido la mayor parte de mi vida aquí.
-No recuerdo estas calles-le respondo, también en voz baja,- pero es extraño que viviendo en ellas, recuerdos de estas no halles.
-¿Dónde narices nos lleva?-se pregunta Max, mirando hacia al suelo. No se la respondo, ya que después de todo, sé lo mismo que él.