por Suzume Mizuno » Dom Ene 19, 2014 4:22 am
Fátima no entendió bien qué sucedió, pero de repente su enemigo estaba inmovilizado por cadenas resplandecientes, y éstas se comprimieron en torno a su cuerpo. Se cubrió los ojos con un brazo cuando hubo una pequeña explosión y se mordió el labio inferior, preguntándose qué iba a ocurrir ahora. Pero, al volver a mirar, no quedaba cuerpo alguno: sólo números que subían hacia el cielo.
Se hizo el silencio en la plaza y, durante casi un minuto, no se atrevió ni siquiera a respirar. Al final aspiró una bocanada de aire cuando sus pulmones no pudieron más y miró a su alrededor, desconcertada.
«¿Ya?» pensó sin acabar de creérselo.
Se encontró con que Nadhia la miraba con la misma perplejidad y supo que sí, que habían vencido. Y que ninguna de las dos terminaba de asumirlo.
Sin embargo, a medida que pasaban los segundos y no sucedía nada, una sonrisa empezó a asomar a sus labios. Estaba a punto de soltar un prolongado grito de triunfo cuando una voz conocida resonó desde el cielo, haciéndola encogerse de miedo.
Os encontré.
Y, de repente, se encontraron rodeadas de Sincorazón.
—Oh, no —emitió un gemido de horror—. No, no, no. Ahora no.
Corrió hacia Nadhia para gritarle que se pusieran espalda contra espalda, deseando no haber malgastado toda su maldita magia cuando, de repente, las luces blancas que recorrían el suelo y los edificios se apagaron. Soltó una exclamación de la impresión y continuó andando unos pasos a ciegas, hasta que se detuvo cuando estuvo a punto de tropezar y caer al suelo.
Pegó un chillido cuando algo chocó contra ella y, de no haber sentido la calidez de un ser humano, sin lugar a dudas habría arremetido con su Llave Espada. Con todo, en medio de su creciente histerismo reconoció a su compañera.
¡Nadhia, de frente, kupó! ¡Rápido, hay un portal cerca, tan, tan!
—¿Pero qué…?
Entonces Nadhia la agarró con firmeza de la muñeca y tiró hacia el frente. Fátima no tenía ni idea de hacia dónde corrían, si hacia un grupo de Sincorazón o hacia una posible salida, pero se dejó arrastrar. Simplemente, no tenía más fuerzas. Tenía miedo de pisar mal y doblarse un tobillo en el momento más inoportuno y sabía, sentía cómo los Sincorazón se acercaban a ellos. Sus ojos se iban acostumbrando a la oscuridad y pudo distinguir sus sombras desplazándose rápidamente a su alrededor.
Con el corazón martilleándole el pecho y sus latidos resonando en sus oídos, Fátima estaba pensando que aquel era el fin, que todos sus esfuerzos al final no habían servido para nada, cuando acertó a ver una luz azulada que salía del suelo.
—¡Allí! —chilló, apuntando con una mano, a pesar de que Nadhia no podía verla.
Y sacó fuerzas de la flaqueza para acelerar y que Nadhia no tuviera que tirar de ella. La luz estaba cada vez más cerca, pero los Sincorazón también. Casi podía notar sus movimientos a la espalda. Eran muchísimos, estaban sobre ellas, iban a alcanzarlas…
Y, entonces, las dos chicas saltaron a la luz.
¡Gracias por las firmas, Sally!Awards~