—¡Oh, Pema! Que tierna eres. ¿Tanto ansías que vaya en tu búsqueda que prefieres romper el cristal para no hacerme dar toda la vuelta?
¿Qué acababa de decir? Pema volvió a dejar salir un gruñido, pero esta vez de extrañeza, mientras se alejaba varios metros de la ventana. ¡No! ¡Por supuesto que no quería que se acercase a ella! ¡Era repugnante y aterrador!
—No sé cuando empezó a florecer este sentimiento en mí, Pema. Pero te digo enserio esto: Te quiero, deseo que seas mi dulce princesa. Quiero estar contigo para siempre.
¡Aquello no estaba bien! Ella era amiga de Xefil y se había prometido que le devolvería el favor por haberle salvado la vida; y de cualquier manera, Ragun no le agradaba. No estaba dispuesta a cooperar con él para lo que fuese que quisiera. No estaba dispuesta a acercarse a alguien que usara la Oscuridad tan despreocupadamente. ¡Ella se quedaría allí en Tierra de Partida con su amigo, y se aseguró de confirmarlo con otro fuerte rugido!
Sin embargo, Ragun no estuvo dispuesto a rendirse. Usando su magia oscura, saltó por la ventana y se unió a Pema en su vuelo, algo que dejó aterrada a la pobre bisonte. Un humano no podía volar por sí mismo; era esa misma razón por la que Xefil montaba en ella. Si Ragun podía hacer... ¡Aquello era un demonio!
—Te haré muy feliz.
Pema soltó otro rugido, esta vez de alerta, y salió disparada hacia los jardines, dispuesta a acercarse a un sitio con más gente y donde no le costara conseguir ayuda.
Y todo aquel alboroto, evidentemente, no pasó desapercibido para mí. Desde la ventana de la torre a donde me había subido, pude escuchar el rugido de Pema y los cristales rompiéndose. Discutí un momento con Némesis, preocupado por lo que pudiese pasarle a mi Mascota, mientras ella insistía en que no era importante y amenazaba con hacerme caer al mover el lado izquierdo de mi cuerpo contra mi voluntad.
Luego lo vi salir disparado en su Glider por la ventana, siguiendo a Pema por alguna razón, y el corazón me dio un vuelco. Casi al instante Némesis soltó una exclamación ahogada y comenzó a repetir su nombre una y otra vez, mientras mi mano izquierda se sacudía con emoción.
—¡Vamos vamos vamos vamos! ¡A qué esperas! ¡Muévete!
Mi mano y pierna izquierdas de desatendieron del trabajo que estaban haciendo. Prefiriendo ir en búsqueda de Ragun, se soltaron del alféizar donde estaban apoyadas y por poco me hicieron caer de la ventana, por lo que claramente solté un grito.
Y como si alguien me hubiese estado escuchando, de pronto sentí un fuerte tirón en el pecho, como si alguien me hubiese atado con una cuerda invisible, que me obligó a abandonar mi pequeño refugio. Aquella fuerza me levantó y me hizo cruzar el aire sin que yo pudiese resistirme. Por unos instantes me quedé tieso, sin saber muy bien qué hacer, pero pronto mi sentido común me hizo materializar mi Llave-Espada para convertirla en mi Glider a medio camino.
Sin embargo, no fue necesario. Con un fuerte golpe, aterricé sobre un sitio familiar, que olía a cuero y a pelo sucio. Incluso antes de acomodarme en mi sitio, mi mente fue capaz de hacer la conexión y descubrir que, de alguna manera, había caído dentro de la silla de montar de Pema.
—¡Ponte de pie! ¡Ahora! ¡No podemos perder el tiempo, tenemos que ir a buscarl-- Ah!
En cuanto alcé la mirada, me topé con sus brillantes ojos amarillos contemplando los míos. Aquello, sin duda, debía ser el destino. ¿Por qué, si no, estaría Ragun, traidor de Bastión Hueco, en Tierra de Partida? Obviamente estaba poniendo en riesgo su vida para buscarme. Al igual que yo de él, él necesitaba de mí. Aquella necesidad intrínseca, aquella adicción, era recíproca.
—Al suelo, bonita —pedí a Pema, poniéndome de pie en su silla de montar y sosteniendo mi Llave-Espada. Contemplé a Ragun con mis ojos heterocromáticos y, apuntándole con mi arma, declaré—: ¡Alexander Fürst von Wiedererinnerung, lucha conmigo! ¡Te reto a un duelo; y el ganador hará con el otro lo que se le plazca!
Escuché a Némesis soltar un gritito en mi interior, mientras las cadenas se sacudían de un lado a otro.