—Aru, tienes correo, kupo —le dijo mientras le ponía las cartas y un paquete en el borde de la cama y se sentaba junto a ellos.
La muchacha abrió el ojo izquierdo se iba incorporando. Finalmente se sentó y cogió su correo mientras acariciaba la cabeza del cartero Moguri.
—Sé de quienes son estás tres, Neru, Lyon, Jeanne... —pausó mientras se reía —Pero, esta otra... No tengo ni idea de quien podría ser—le indicó al Moguri mientras le enseñaba la carta.
—Kupó, un admirador secreto, señorita Petrikov —dijo entre risillas el cartero —. También le ha llegado este paquete, es de su madre, kupó, un disfraz por lo que dice la etiqueta.
Aru se quedó sorprendida y abrió el paquete que según decía este, era de su madre.
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Entonces, la cara se le iluminó de vergüenza, pero... Era San Valentin, quizás le podría servir para algo divertido.
Cuando ya había acabado de hacer y envolver todos los regalos, la muchacha se puso su disfraz de maid, y decidió ir a dárselos a sus seres queridos ella misma, en persona.
Al primero que visitó fue a Lyon, ya que tenía su habitación cerca a la de ella. Tocó la puerta con suavidad, y espero a que este le abriera la puerta.
—¡Feliz San Valentin! —gritó la joven aprendiza mientras le entregaba una caja de bombones caseros.
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La muchacha esperó por si el joven tenía algo que decir, y cuando acabase iba a continuar su misión de San Valentin.
La siguiente afortunada fue Jeanne, su primera amiga femina del lugar.
La joven se posó enfrente de la puerta de su cuarto y volvió a tocar suavemente esperando con una sonrisa a que abriese la puerta.
—¡Feliz San Valentin, querida Jeanne!
Aru volvió a extender sus brazos para ofrecerle un regalo casero de san valentin.
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A Jeanne le había tocado una tanda de cupcakes recién hechas por la aprendiza. Al igual que con Lyon, Aru esperó por si la chica tenía algo que decir, después seguiría entregando regalos.
El siguiente fue su querido amigo Neru, quien había tenido una apasionante y divertida aventura.
La peliazul se puso delante de la puerta de su cuarto, y tocó tres veces con suavidad, esperando a que abriese.
—¡Feliz San Valentin, Neru! —gritó la aprendiza mientras le ofrecía un regalo distinto, como a sus anteriores amigos.
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Lo que le había tocado al aprendiz, era una caja llena de galletas con glaseado y fondant de diversos sabores.
—No te los comas todos a la vez, ¿eh? Disfrútalos —dijo Aru con una sonrisa mientras esperaba su contestación.
Tras finalizar la conversación con Neru, la pequeña se dispuso a dar su último regalo, no por ultimo quería decir que fuese el menos importante.
Aru se paró enfrente del cuarto de Bavol, tocó 4 veces, dejó su regalo en el suelo y salió corriendo.
Hubiese sido menos divertido entregárselo en persona, por eso decidió que el no supiera de donde provenía ese regalo.
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Al gitano le había tocado una tarta cubierta de chocolate pero por dentro estaba relleno de fresa.
Despues de acabar con la misión de San Valentin, Aru volvió a su cuarto.