Hana tuvo la impresión de que estaba interrumpiendo de algún modo al ángel, puesto que parecía que no esperaba encontrarse con nadie. O quizá desconfiaba de la aprendiza que ya le había estado haciendo preguntas inapropiadas en el hospital a las que había respondido con más preguntas. No sabía muy bien cómo juzgar la actitud de Nithael. Tenía la impresión de que el tema sobre Zephyr no se lo esperaba. Y enseguida descubriría por qué.
En cualquier caso, siguiendo su corazonada, se acopló a su viaje.
—Disculpas aceptadas. Y me dirijo hacia las bases del castillo, a menos que haya algo más ahí y no lo sepa.
Hana se removió, incómoda. La montaña vacía era una visión extraña y fuera de lugar. Se había acostumbrado tanto al imponente castillo que, en su desprecio por la historia, nunca se había parado a pensar que no estuviese ahí siempre. Eterno e imperecedero. Y tras pasar lo impensable en su época, había sido sustituido por uno feo y frío. Hana no se imaginaba viviendo en él, aunque quizá no hubiese forma de recuperar el anterior.
Desde allí, vio el lago (¿qué habría pasado con el bueno de Leviatán?) y la barrera que retenía a los sincorazón. A la mañana siguiente, los caballeros se dividirían entre ese Templo remoto y las montañas donde moraban otros como ellos, que en aquel momento quizá se encontraran asolados por los sincorazón. Qué injusto era eso de pertenecer a un clan menor. Daba gracias a que en su época ningún aprendiz tenía un rango más distinguido que otros. Podía patalear todos los traseros por igual sin ganarse un puñetazo en la nariz.
—No resistirá mucho si siguen con ese ritmo—comentó Nithael, sacándola de sus ensoñaciones y refiriéndose a la barrera. Seguramente él también pertenecería a un clan mayor y por eso estaba más preocupado por el interior que por el exterior―. Antes me dijiste que Zephyr pudo dejar atrás algo que nos ayudaría. ¿A qué te referías? Zephyr hizo muchísimas cosas, pero sin explicárselas a nadie, y sus trabajos se prohibieron después de que se auto-exiliara.
Se quedó boquiabierta. Esperaba que Zephyr fuera considerado un erudito y un sabio, pero no aquello. Al fin y al cabo, sus creaciones eran usadas constantemente por la Orden. ¿Por qué ese desprecio entonces? Hana se mordió la lengua, sabiendo que el ángel esperaba una respuesta e incapaz de encontrar una que no delatara su absoluto desconocimiento. Tendría que jugar a que sabía de lo que hablaba.
―Lo sé. ¿Y no te parece injusto? ―le espetó―. Si sus trabajos pueden ayudar a Tierra de Partida, ¿por qué no podía enseñarlos? ¿Por qué tenían que prohibirse? Alguien así no merecía tener que marcharse ―murmuró, sin perder de vista a Nithael, esperando que picara el cebo. No le gustaba mucho alabar a alguien, pero una vez al año no hace daño.
Al llegar a la cima, Hana pudo ver las primeras construcciones de lo que sería su castillo. Por supuesto, no se le parecía en nada, apenas eran tres palos mal puestos. Descendió, emocionada por un instante, para caminar alrededor de aquellas ruinas e intentar identificar algo que le fuera familiar. Cualquier cosa valdría. De ese modo, podía convencerse de que, efectivamente, nada iba a cambiar y en el futuro podría vivir allí. Incluso si en su futuro (el de Hana y sus compañeros) eso ya no era posible.
―Hasta ahora no lo había visto ―se excusó, asomándose por las escaleras―. Será un buen castillo. Estoy deseando verlo terminado. Puede ser el lugar donde finalmente los aprendices se reúnan sin importar todas esas tonterías de los clanes, como iguales. Cada Maestro dará clases a sus predilectos y será muy fácil escaquearse de ellas ―sonrió, esta vez sí, con melancolía―. Mira, seguro que por aquí estará la biblioteca. En mi opinión, es una pérdida de espacio, sería mucho más rentable ponerlo como una sala de entrenamiento, o incluso un bar. Otro, digo. El lago está a bastante distancia, va a ser un tostón tener que ir allí cada vez que te quieras dar un buen baño. Una piscina en estos vastos jardines no molestaría a nadie, con toboganes y flotadores para niños como Akio, o Ren. Y no estaría mal que las habitaciones de los discípulos sean algo más grandes, porque enseguida se pueden quedar sin sitios donde esconder las cosas «prestadas». O unos desvanes propios, eso sí sería una buena idea. Me pregunto dónde están los planos y a quién tendría que hacerle todas estas reclamaciones ―se dijo, más para sí misma.
»¿Y tú, cómo lo imaginas?
Después de toda esa perorata (¿de verdad podía cambiar algo?), se dio cuenta de que Nithael requería de su atención y se acercó a él, para caminar a su lado.
—Aquí nadie puede oírnos. Dime. ¿Qué es lo que sabes de Zephyr? Hace años que no escuchaba ni mencionar su nombre. ¿Qué hace tu compañera investigando, cuando debería saber que es un tema prácticamente tabú? —Así que, efectivamente, había sido repudiado. Malditos bárbaros, mira que echar justo al que podían ayudarles…—. Dímelo, por favor. Si es cierto que puede ayudar a salvar vidas inocentes, no dudes en hablar.
Por un momento, se sintió tentada a revelar la verdad. Sin embargo, estaba segura que en voz alta no sonaría mucho mejor que en su cabeza: «Sí, mira, necesito la ayuda de Zephyr porque vengo del futuro. Un ejército de sincorazón igual que este ha atacado nuestro hogar, destruyendo las cadenas que les impedían avanzar y convirtiendo el futuro castillo que tienes delante en uno mucho más blanco. Y siendo él el creador, sabrá la manera de restaurar la protección. ¿Cómo se te han quedado las alas?». En su lugar, Hana se burlaría y despreciaría a la persona que fuera por ahí con ese cuento. Cualquier mentira era mejor que esa.
Decidió seguir jugando a que hablaban de lo mismo. Intentó tranquilizarse con que el ángel no sospechaba, ni de lejos (esperaba), que de verdad fuera atemporal, y que el motivo de su aislamiento fuera la prohibición sobre las cosas relacionadas con Zephyr. Tenía suerte de que quisiera colaborar.
―No mucho. Como has dicho, nadie quiere hablar sobre él, y no lo entiendo. Ni yo, ni mi amiga. Ni siquiera comprendo muy bien por qué se tuvo que marchar ―tanteó―. Escuché a escondidas a un Maestro hablar sobre sus investigaciones. Parece que era un genio y, aun así, pretenden que se olvide todo lo que hizo. ¿Y si en sus estudios estuviera la clave para salvarnos a todos? Como una especie de… barrera. Una que no se limite a esa distancia ―Señaló el ejército de sincorazón que se apiñaba en el muro―, sino que recubra todo el mundo, y lo proteja de la oscuridad. Si alguien pudo pensar en algo tan grande, ese es él. Nosotros no importamos nada en comparación con salvar nuestro hogar.
Hana suspiró y decayó los hombros. Ya está, lo había dicho. No había vuelta atrás. Estaba en mitad de una guerra, tanto allí como en su época, pero el objetivo era el mismo: lograr que Tierra de Partida no cayera en la oscuridad. E iba a hacer cualquier cosa para impedirlo. Había hecho muchas misiones para la Orden en las que había estado a punto de morir; sin embargo, nunca se había enfrentado a una donde existiera la posibilidad y, aun así, no se echara atrás. Había llegado el momento de hacerlo.
Sentía que se estaba abriendo demasiado con Nithael. Por una parte, esperaba que su extraña actitud no le hiciera desconfiar de ella y simplemente pensara que era rara (mejor eso a que sospechara de su procedencia). Y por otra, temía que reservar tanto su información le impidiera descubrir lo que necesitaba. Quizá tarde o temprano no le quedase otro remedio que sincerarse. Pero Hana no era de las que lo hacían fácilmente.
―Tu turno. Cuéntame todo lo que sepas de Zephyr. Prometo que no te delataré. Quiero descubrir la verdad, sea cuál sea, y no me importa lo que piensen los clanes. Hay cosas mucho más importantes que ellos ―Frunció el ceño―. Por cierto, ¿a cuál perteneces? No llevas armadura, ni símbolo.
Cerró la boca. Tenía el presentimiento de que había metido la pata con esa última pregunta. ¿Sería en realidad un mercenario? Y pensándolo bien, ni siquiera le había visto con Llave Espada. Puede que no fuera ni un caballero. Tal vez los ángeles tenían un rango diferente, y por todos era sabido. Menos por ella, como acababa de delatarse.
—Será para mí un inmenso honor estar bajo sus órdenes durante este infierno.
Durante un largo, eterno minuto, Cornelia la observó en silencio y Nadhia no supo si estaba pensando que era una mentirosa e iba a sacarla de allí a patadas o si simplemente se había olvidado de su presencia y sus ojos se perdían en la distancia. Al final, la líder de los Unicornios suspiró y dijo:
—Tu historia es inusual, pero te prometí un favor, de modo que no haré preguntas. No podré ayudarte a buscar a tu clan durante estos días, estoy demasiado ocupada, pero cuando superemos esta crisis, daremos con él.—Le dedicó una seca sonrisa—. Necesito todas las manos posibles, así que procura estar descansada y no dar problemas mañana, Nadhia. Daré orden para que te preparen una estancia en el Alcázar, aunque no será nada del otro mundo, y si de verdad quieres ser útil, mañana preséntate en el jardín con los primeros rayos de sol.—.Cornelia se incorporó con tal brusquedad que Nadhia pegaría un respingo. Le puso entonces una mano en el hombro y la acompañó hasta la puerta. Allí se asomó y dijo—. Valeria, busca una habitación para esta chica. Está bajo mi protección, ¿entendido?
La joven que se parecía a Cornelia echó una ojeada a Nadhia y no disimuló su rechazo. Aun así dio un taconazo militar y asintió.
—¡Sí, señora!
—Bien. Buenas noches, Nadhia. Y no te preocupes, me ocuparé de que todo salga bien.—Le dio un apretón en el hombro de ánimo y se encerró de nuevo en su cuarto, dando un portazo.
Valeria contempló a Nadhia con los ojos entrecerrados, quizás planteándose si merecía la pena escupirle a la cara o no, hasta que le gruñó que la siguiera. La llevó a través del Alcázar, se metió por un pasillo y llamó con brusquedad a una estancia. De allí se asomó una niña con el emblema del Unicornio en un hombro.
—Patricia, esta chica se queda a dormir hoy contigo por orden de Cornelia. Déjale sitio en tu cama.
La niña reculó para dejar sitio a Nadhia. Valeria dirigió una última mirada de asco a la aprendiza antes de marcharse. Cuando estuvieron solas, Nadhia vio que estaban en una habitación pequeñísima, con un arcón, un escritorio sobre el que había una sopa y pan, y una cama. Había una ventana por la que entraba la luz de la luna. Patricia, que debía tener unos once años, sonrió con timidez a Nadhia y le dijo que no tenía ropa para ella.
—Toma, yo no tengo más hambre —le ofreció la cena y se sentó en la cama—. ¿Eres amiga de la señora Cornelia?
Si Nadhia tenía fuerzas, podía intentar averiguar algo a partir de Patricia, que parecía muy inocente y crédula. Quizás le resultara vital para los siguientes días. En cualquier caso, pronto la muchacha apagaría la lámpara de volutas de luz que tenía y se irían a la cama, exhaustas.
**** Neru
Neru no dijo mucho, por lo que Hjalmar lo despidió pronto, no sin antes prometerle que no olvidaba que había cuidado de Ren y que podían hablar otro día. Ahora, sin embargo, estaba ocupado y necesitaba concentrarse en el plan del día siguiente.
**** Adam y Kairi
—¿Qué es lo que pides a cambio? Pide y dalo por hecho.
—Aceptamos. ¿Qué tenemos que hacer? Los ojos de Catrina resplandecieron como los de un gato. Dio una calada a su pipa y después dijo:
—Quiero un libro... Y también dos piedras. Estas se encuentran en el templete superior de la Montaña donde viven los clanes menores y refuerzan el escudo que les protege ahora mismo. No os preocupéis, incluso si las robáis, la Montaña está perdida. Cornelia lo sabe y por eso quiere traer aquí a los clanes menores. Eso significa que habrá encargado a uno de los Maestros que irán a la Montaña que recoja las piedras. Tendréis que ser más rápidos que ellos, y mucho, porque irán directos a por ellas en cuanto terminen con sus tareas de refuerzo. Y ahora llegamos a lo interesante.—Catrina sonrió de oreja a oreja—. Existe un libro muy gordo, muy bonito y muy pesado de leer porque Zephyr tenía una letra horrible, que se encuentra en el fondo del Alcázar, en las cámaras privadas de los Unicornios. Sí, sé lo que estáis pensando: vamos a usar ese libro para daros un método de defender Tierra de Partida. Sólo hay dos problemas:
»El libro está sellado con un conjuro cuyo papiro se encuentra en el Templo del Oeste. Por otra parte, las piedras están protegidas tras una barrera mágica y necesitaréis a alguien que sea de aquí tanto para obtener el papiro como para romper la barrera que protege las piedras. ¿Por qué? ¡Porque no sabéis leer runas! Pero no os asustéis, sé que los dos habéis conocido a dos personas hoy mismo a las que podéis pedir que os echen una mano. Con tacto, claro. No creo que les haga gracia saber que se arriesgan a la pena de muerte. Aunque si empleáis las palabras adecuadas… Quién sabe. Nadie quiere que desaparezca Tierra de Partida.
Catrina exhaló una calada de humo y volvió a sonreír.
—Y eso es todo, amigos. Buenas noches y que durmáis bien. Si obtenéis lo que hemos acordado, hablaremos~.
Una fuerza extraña obligó a Kairi y a Adam a ponerse de pie y a dar los primeros pasos hacia la salida. La mujer entornó los ojos, sin llegar a mostrarse amenazadora, pero pudieron imaginar que si intentaban quedarse a molestar —a menos que tuvieran alguna pregunta importante— iba a echarles sin demasiados problemas del lugar.
**** Saeko
—No es tan raro que alguien como usted no haya escuchado sobre nosotros, al fin y al cabo. ¿Y sobre la recompensa… a qué se refería exactamente?
Assur sostuvo su mirada sin problemas y una de las comisuras de sus labios se alzó al darse cuenta de lo orgullosa que se encontraba la joven de sus palabras.
—Es una lástima que el clan de las Serpientes sea el más dotado de información de los de Tierra de Partida (si bien sé que los Leopardos y los Unicornios protestarían enérgicamente ante mi afirmación). Puede haber un clan del Búho y puede que no, pero me jugaría un brazo y juraría que no existe.—Dicho esto, Assur se sentó mejor en el asiento y se inclinó hacia delante sin dejar de sonreír con amabilidad—. Antes pensaba que erais simples miembros de clanes menores y mi oferta era la de ayudaros con los estudios, con el entrenamiento o incluso ofrecer mi apoyo a vuestros clanes. Ahora sé que nada de esto os sería de ayuda. Así que mi recompensa es esta, si bien exige un favor a cambio: tengo un método… Para devolveros a vuestra época. Es arriesgado y difícil. Por eso no os lo ofreceré sin más. Si decidís aceptarlo, no tenéis más que venir y pedírmelo.
»A cambio os pediré algo que, sin embargo, sólo podéis obtener mañana: necesito las dos piedras sagradas del Templo que se encuentra al oeste. Están custodiadas en la cámara del opistódomos. Seguramente no lo sepas, pero robarlas está castigado con la muerte.
Assur cerró los ojos y respiró hondo, mientras meneaba la cabeza, como si no pudiera creerse lo que estaba haciendo.
—Es lo único que puedo ofreceros. Si no me traéis esas piedras, no habrá forma de devolveros al presente. Además, hay un pequeño problema: necesitáis la ayuda de alguien que sepa leer runas si queréis eliminar la barrera que protege las piedras. Alguien, por supuesto, que esté dispuesto a colaborar con vosotros, y a rebelarse contra las normas de Tierra de Partida.—Se puso en pie e invitó con un gesto amable a Saeko a salir—. Comunícaselo a tus compañeros y pensadlo detenidamente. Mi hermana sin duda ya ha hablado con un chico y una chica y podrán darte más detalles. Si necesitáis ayuda o decidís quedaros en este tiempo, venid a hablar conmigo.—Assur la guió hasta la entrada—. Ah, una cosa más. Si no queréis llamar la atención sería conveniente que os hicierais con ropas de este lugar y os quitarais las armaduras. Aquí nadie va sin su emblema.
Assur escucharía si Saeko tenía algo que decir y contestaría. Después la despediría con amabilidad:
—Buenas noches, joven. Mucha suerte mañana, sea lo que sea que decidáis hacer.
**** Hana
―Lo sé. ¿Y no te parece injusto? Si sus trabajos pueden ayudar a Tierra de Partida, ¿por qué no podía enseñarlos? ¿Por qué tenían que prohibirse? Alguien así no merecía tener que marcharse
Nithael echó una ojeada a su alrededor, como para convencerse de que de verdad estaban solos, y después contempló a Hana con una mezcla de aprensión y… ¿Admiración?
Después la joven comenzó a pasearse por los cimientos del futuro castillo. Si se fijaba bien, quizás reconociera lo que parecían ser sus mazmorras…
— Será un buen castillo. Estoy deseando verlo terminado. Puede ser el lugar donde finalmente los aprendices se reúnan sin importar todas esas tonterías de los clanes, como iguales. Cada Maestro dará clases a sus predilectos y será muy fácil escaquearse de ellas .―Tras arquear mucho las cejas, como si la idea le resultara imposible, Nithael se esforzó por contener una sonrisa y cerró los ojos para dejarse llevar por la voz de Hana―.O unos desvanes propios, eso sí sería una buena idea. Me pregunto dónde están los planos y a quién tendría que hacerle todas estas reclamaciones¿Y tú, cómo lo imaginas?
—Me gusta el que has imaginado tú, Lirio. Es muy cálido. ¿Has vivido en algún sitio así? Parecía que hablaras con nostalgia.
Nithael la observó, esperando una respuesta aunque si no se la daba tampoco protestaría. Después le planteó su pregunta.
―No mucho. Como has dicho, nadie quiere hablar sobre él, y no lo entiendo. Ni yo, ni mi amiga. Ni siquiera comprendo muy bien por qué se tuvo que marchar.
Nithael emitió un pequeño resoplido y sacudió las alas, cuyas plumas se habían erizado, como si se tratara de un gato.
—Le dieron un ultimátum. Sin embargo, lo hizo por propia voluntad. Tierra de Partida había cambiado demasiado para que se sintiera cómodo en ella…
― Escuché a escondidas a un Maestro hablar sobre sus investigaciones. Parece que era un genio y, aun así, pretenden que se olvide todo lo que hizo. ¿Y si en sus estudios estuviera la clave para salvarnos a todos? Como una especie de… barrera. Una que no se limite a esa distancia, sino que recubra todo el mundo, y lo proteja de la oscuridad. Si alguien pudo pensar en algo tan grande, ese es él. Nosotros no importamos nada en comparación con salvar nuestro hogar.
Nithael se quedó sorprendido. Al final terminó por sentarse en una roca donde los canteros habían estado trabajando, entrelazó los dedos y se cubrió la boca, como murmurando para sus adentros.
―Tu turno. Cuéntame todo lo que sepas de Zephyr. Prometo que no te delataré. Quiero descubrir la verdad, sea cuál sea, y no me importa lo que piensen los clanes. Hay cosas mucho más importantes que ellos. Por cierto, ¿a cuál perteneces? No llevas armadura, ni símbolo.
Nithael se estremeció y cuando apartó las manos Hana pudo ver que se estaba riendo.
—Debes haber llegado hace poco, Lirio. No pertenezco a ningún clan, aunque sí soy un símbolo. O la copia de un símbolo. ¿Te han explicado quién fue el Primero?—Frunció el ceño—. Es increíble, deberían teneros al tanto. Él fue quien fundó todo esto, el que creó la Orden para que la gente pudiera defenderse de la oscuridad. Un remanso de luz en medio del caos…—Suspiró—. A mí me hicieron en imagen y semejanza a él, para que sus enseñanzas se perpetuaran en el tiempo. Lamentablemente, murió antes de que pudiera transmitirme todos sus conocimientos.—Se apartó un mechón de pelo de la cara—. Zephyr ayudó a que me crearan, en cierta manera, así que es posible que creara algo como lo que estás diciendo. No preguntaré cómo o dónde escuchaste lo que oíste pero… Lo cierto es que aún quedan algunas de sus enseñanzas. Pero es peligroso. Y yo tendría que…—Se levantó y comenzó a pasear de un lado a otro, murmurando para sí mismo—. Está la barrera… Y ellos nunca me lo permitirían… Pero si lo consigo…—Se detuvo frente a Hana y le sonrió—. Gracias. Nunca accedí a las investigaciones de Zephyr, aunque puedo decirte que estaban relacionadas con la Necrópolis de las Llave Espada, y que tenían mucho que ver con los recuerdos. Aun así, desarrolló todo tipo de grandes conjuros de ataque y defensa, lo suficiente para que temieran su poder y muchos se volvieran en su contra. Si lo que creo es cierto, entonces tenemos una oportunidad antes de que caiga nuestra propia barrera, aunque, para eso, necesito ir al Templo a buscar algo. Y luego volver aquí. Será peligroso, no quiero que te veas implicada, aunque no puedo detenerte si deseas acompañarme. Aun así, si necesitas alguna vez algo, no dudes en venir a decírmelo.
Nithael escucharía a Hana, si todavía quería decirle algo. Entonces hurgaría en su túnica y le entregaría un pequeño frasco con un líquido verdoso.
—Por si mañana sucede algo en la batalla. Es una ultrapoción. No la desperdicies. Si quieres venir, mañana te explicaré lo que voy a hacer. Si no… Mucha suerte.—Se iba a marchar, extendiendo las alas, cuando se volvió hacia ella y dijo—:Ahora que lo pienso, hace un tiempo vi los mapas del Castillo. Tienes una imaginación muy… apropiada.—Y le dedicó una amplia sonrisa.
Después, echó a volar.
**** Todos menos Nadhia
Cuando los aprendices se reunieron con Diana y Lyn, la última ya se encontraba bastante mejor, aunque continuaba herida. Los sanadores no habían podido sanarla por completo porque había muchísimas otras personas que necesitaban ayuda. Se habían reunido en uno de los patios, cerca del pozo, alejados de los grupos de heridos que no habían sido trasladados al hospital o a sus propias casas. Lyn, cubierta de heridas, les clavó las afiladas pupilas y dijo:
—Contadnos todo lo que hayáis averiguado.
Las dos escucharon sin interrumpir, excepto si mencionaban el tema de Chihiro, en cuyo caso Lyn soltaría un exabrupto y Diana apretaría tanto los labios que se le pusieron blancos. Pero en general lo único que querían era recabar toda la información posible. Cuando terminaran, Lyn suspiraría.
—Yo estoy demasiado débil para ir a ningún sitio, así que debería quedarme aquí y ver si es cierto lo del libro… Y buscar a Nadhia. No quiero que se meta en líos. Vosotros, en cambio, deberíais intentar escuchar a esos Maestros. Si es cierto que saben la verdad, entonces es posible que nos quieran manipular pero…
—Es mejor prevenir que curar. No creo que ninguno de nosotros confíe en Chihiro, así que tenemos que asegurar todos los medios necesarios para regresar. Y si no… Bueno, la amistad de un clan no nos vendría mal si queremos sobrevivir.
—Aun así, vosotros tenéis que decidir qué vais a hacer. Va a ser muy arriesgado, así que es normal que decidáis si vais o no. Y cómo os distribuiríais. Además, necesitamos la ayuda de Caballeros de esta época, si me ha quedado claro. ¿Sabéis quiénes podrían servirnos y cómo les convenceríais?
Escucharon las opiniones de todos los aprendices y también sus dudas y preguntas, si es que las tenían, y responderían a las mismas. Diana decidiría ir con el grupo que menos personas tuviera. Después, señalaron que había sido un día muy, muy largo y que era hora de dormir. En el interior del alcázar los distintos clanes habían distribuido mantas para que pudieran descansar. Si querían sacarlos al jardín, podrían dormir bajo la luz de las estrellas…
Unas muy conocidas para algunos y que, sin embargo, no eran las mismas. De tanto en tanto un destello de luz cruzaba la barrera y les recordaba que había cientos de Sincorazón dispuestos a darles caza.
El día siguiente también iba a ser muy largo.
****
Poco antes del amanecer, las campanas comenzaron a repicar. Los aprendices recibieron un desayuno consistente en leche, gachas, galletas y algo de vino si así lo querían —Adam podía robar alguna gallina y degollarla—. Aki estaba por ahí, devorando galletas como si no hubiera un mañana, y todavía no se había puesto la armadura. Quizás no pensaba partir. Al ver a Adam lo saludó con un gesto, se chupó los dedos y dijo:
—¿Al final qué te dijo Catrina?
Entre tanto, el clan de los Osos y los Leopardos formaba en la puerta del Este, preparados para partir hacia las Montañas. Neizan se encontraba entre ellos, serio y escuchando las instrucciones de su líder. Si alguien se acercaba a hablar con él, correspondería con un asentimiento. También, si querían, podían acercarse a Hjalmar y a Zacharias, aunque tendrían que esperar a que terminaran de organizar los batallones para hablar con ellos.
A su vez, en la puerta del Oeste se encontraba una mezcla de Zorros, dirigidos por Anisa, Serpientes, algún Unicornio y… Nithael. Si alguien se acercaba vería que estaba discutiendo con Anisa y que la joven agachaba la cabeza y parecía ceder.
Por su parte, Nadhia también despertaría a primera hora. Ningún Unicornio la atendió, aunque si se pasaba por las cocinas podría desayunar, y si buscaba a Cornelia la encontraría en el jardín, rodeada por unos cuantos Unicornios y discutiendo en voz baja algo de la defensa. Cuando se separó de ellos y vio a Nadhia dijo:
—Buenos días. Hay mucho trabajo que hacer: ven a las murallas, puede que me sirvas de utilidad. Necesito que alguien transmita mis mensajes a los otros clanes.—Y le dio lo que parecía ser un lazo rojo—. Así todo el mundo sabrá que estás a mis órdenes. Póntelo en el brazo.
Cuando salieran del Alcázar, Nadhia podría ver a sus compañeros. Y también, en una calle, a Lyn haciéndole un gesto admonitorio para que fuera a su lado. Parecía que quería hablar con ella a escondidas…
Tras nuestra charla, bastante corta debido a mi falta de temas a hablar, me dirigí a un patio bastante apartado de la Ciudadela, donde parecían haberse reunido casi todos los compañeros que junto a nosotros habían viajado en el tiempo. Y decía casi todos porque nada más acercarme noté la ausencia de una aprendiza:
—¿Mhm? — pregunté al llegar — ¿Dónde está nadhia?
—Contadnos todo lo que hayáis averiguado.—nos dijo Lyn una vez solventada la duda de la desaparición de Nadhia.
—Por mi parte no he logrado nada de valor de parte del líder del Clan del Leopardo, pero parece que no dará problemas con nuestro supuesto clan. ¡Oh! — exclamé al darme cuenta de que tal vez la maestra no estaría al tanto de aquello — Maestra Lyn, para evitar que los grandes líderes fueran preguntando por nuestro clan decidimos fingir formar parte de uno, en el que usted fuera nuestra Gran Maestre.
Una vez el resto terminó de comentar lo que ellos habían descubierto, de los cuáles habían ciertos datos que me dejaron desconcertado, como el trato de Assur o la posibilidad de que Chihiro no fuera a permitirnos volver, la Maestra Lyn bufó y volvió a hablar:
—Yo estoy demasiado débil para ir a ningún sitio, así que debería quedarme aquí y ver si es cierto lo del libro… Y buscar a Nadhia. No quiero que se meta en líos. Vosotros, en cambio, deberíais intentar escuchar a esos Maestros. Si es cierto que saben la verdad, entonces es posible que nos quieran manipular pero…
—Es mejor prevenir que curar. No creo que ninguno de nosotros confíe en Chihiro, así que tenemos que asegurar todos los medios necesarios para regresar. Y si no… Bueno, la amistad de un clan no nos vendría mal si queremos sobrevivir.
—Aun así, vosotros tenéis que decidir qué vais a hacer. Va a ser muy arriesgado, así que es normal que decidáis si vais o no. Y cómo os distribuiríais. Además, necesitamos la ayuda de Caballeros de esta época, si me ha quedado claro. ¿Sabéis quiénes podrían servirnos y cómo les convenceríais?
—Gracias a que cuidé de un joven de su clan parece que me he ganado el favor de Hjalmar, así que en caso de peligro podría ser un buen aliado. Mañana trataré de ir con él para intentar sonacarle algo más de información... Por cierto, ¿Tenéis pensado ya con quiénes iréis mañana?
Tras eso, decidí abstenerme de comentar en caso de que algún miembro del grupo quisiera abrir alguna discusión, pues toda la información de antes me daba vueltas. ¿Cómo era posible que Assur y su hermana hubieran averiguado que proveníamos del futuro? ¿Cómo demonios podían asegurar que una mujer, a la que era completamente imposible que conocieran, no nos permitiría volver a nuestro tiempo? ¿Y para qué demonios serían tan importantes esas piedras?
Aún con esas dudas en mi cabeza, la reunión acabó y decidí acampar en los jardines con tal de descansar un poco a la luz de la luna. Necesitaba descansar, todo esto comenzaba a tornarse muy raro.
****
A la mañana siguiente todas las tropas ya estaban listas, que comenzaron a dividirse para ir cada uno a un objetivo de los que ayer se trataron: La Montaña y el Templo. Tras desayunar y desear suerte al resto del grupo cualfuera el camino que escogieran, me dirigí raudo hacia el grupo de Hjalmar, para informarle de que partiría con él.
—Lord Hjalmar— le saludé —Si no es molestia partiré con los suyos a las montañas. Lamento que nuestra reunión de ayer terminara de forma tan pobre.
—Quiero un libro... Y también dos piedras. Estas se encuentran en el templete superior de la Montaña donde viven los clanes menores y refuerzan el escudo que les protege ahora mismo. No os preocupéis, incluso si las robáis, la Montaña está perdida. Cornelia lo sabe y por eso quiere traer aquí a los clanes menores. Eso significa que habrá encargado a uno de los Maestros que irán a la Montaña que recoja las piedras. Tendréis que ser más rápidos que ellos, y mucho, porque irán directos a por ellas en cuanto terminen con sus tareas de refuerzo. Y ahora llegamos a lo interesante.
Adam se rascó una oreja, incómodo. No se había imaginado que iba a ser tan exigente, y eso que él pensaba que ella quería que mataran a alguien o algo parecido. Ahora no sólo tenían que encontrar un objeto, sino tres.
—Existe un libro muy gordo, muy bonito y muy pesado de leer porque Zephyr tenía una letra horrible, que se encuentra en el fondo del Alcázar, en las cámaras privadas de los Unicornios. Sí, sé lo que estáis pensando: vamos a usar ese libro para daros un método de defender Tierra de Partida. Sólo hay dos problemas:
Los libros siempre daban problemas.
»El libro está sellado con un conjuro cuyo papiro se encuentra en el Templo del Oeste. Por otra parte, las piedras están protegidas tras una barrera mágica y necesitaréis a alguien que sea de aquí tanto para obtener el papiro como para romper la barrera que protege las piedras. ¿Por qué? ¡Porque no sabéis leer runas! Pero no os asustéis, sé que los dos habéis conocido a dos personas hoy mismo a las que podéis pedir que os echen una mano. Con tacto, claro. No creo que les haga gracia saber que se arriesgan a la pena de muerte. Aunque si empleáis las palabras adecuadas… Quién sabe. Nadie quiere que desaparezca Tierra de Partida.
Con una mueca en los labios, el vampiro se recostó en su asiento. Lo que ella pedía no tenía nada de fácil, era un auténtico coñazo. Pero no parecía, de primeras, que tuvieran más opciones si querían traer de vuelta las cadenas al presente.
—Y eso es todo, amigos. Buenas noches y que durmáis bien. Si obtenéis lo que hemos acordado, hablaremos~.
Sin darse cuenta. Adam ya estaba de pie y había dado un par de pasos hacia fuera. Parpadeó varias veces, hasta darse cuenta de que había sido algún truco. Traducción: que se fueran de una vez o les echaría ella. Sí, Aki tenía toda la razón, estas serpientes daban muy mal rollo.
Fue a abrir la puerta para marcharse, pero se paró en el último momento. Giró sobre los talones y miró a Catrina directamente a los ojos:
—Estooo, tengo una pregunta. Entiendo que nos puedes leer la mente o algo así, prefiero no saber los detalles, y supongo que ya sabrás que estamos un pelín desesperados y todo eso. Así que tengo una duda...
»¿Podemos confiar en ti?
Quería creer que sí, porque como había dicho, estaban perdidos en el pasado y sin opciones. Tras la respuesta, Adam agradeció vagamente la comida y salió de la mansión con Kairi.
—Contadnos todo lo que hayáis averiguado.
Habíamos vuelto a reunirnos todos, a excepción de la preciosa Nadhia, con Diana y la maestra chucho. Uno a uno, fueron contando lo que habían ido descubriendo. Adam también habló, comentando lo loca que estaba Catrina, que intuía que les había leído la mente de arriba a abajo, y explicando con todo el detalle que pudo recordar los objetos que les había pedido.
—Yo estoy demasiado débil para ir a ningún sitio, así que debería quedarme aquí y ver si es cierto lo del libro… Y buscar a Nadhia. No quiero que se meta en líos. Vosotros, en cambio, deberíais intentar escuchar a esos Maestros. Si es cierto que saben la verdad, entonces es posible que nos quieran manipular pero…
—Es mejor prevenir que curar. No creo que ninguno de nosotros confíe en Chihiro, así que tenemos que asegurar todos los medios necesarios para regresar. Y si no… Bueno, la amistad de un clan no nos vendría mal si queremos sobrevivir.
—Aun así, vosotros tenéis que decidir qué vais a hacer. Va a ser muy arriesgado, así que es normal que decidáis si vais o no. Y cómo os distribuiríais. Además, necesitamos la ayuda de Caballeros de esta época, si me ha quedado claro. ¿Sabéis quiénes podrían servirnos y cómo les convenceríais?
—Puede que un chaval llamado Aki pueda servir, es fuerte y me ayudó a encontrar a las serpientes... Intentaré buscarle mañana antes de ir a buscar las piedrecitas de la montaña.
Cuando llegó el turno de las dudas, Adam no tardó en preguntar algo que le rondaba la mente:
—¿Cambiaría mucho el futuro si me como a alguien de por aquí? Es que la sangre de pollo me ha dado hambre...
Con la respuesta y una manta que había cogido del alcázar, Adam buscó un rincón de los jardines donde dormir tranquilo. Hasta él tuvo que reconocer que estaba cansado: había sido un día de locos. Mañana ya buscaría un buen desayuno.
—Cinco minutitos más...
Adam se levantó a regañadientes con el tintineo de las campanas, protegiéndose los ojos del sol matutino, y fue a reunirse con los demás viajeros del tiempo. Los encontró en la fila del desayuno, donde lo único que el vampiro podía tomar era el vino que ofrecían. Intentó acercarse disimuladamente a algún refugiado despistado, pero las miradas de Diana y Lyn le obligaron a apañárselas con otra ración de sangre de gallina mezclada con el vino. Ñam.
Tras terminar de comer, volvió a pasearse por el comedor, con la suerte de que Aki también estaba allí, zampando como un cerdo.
—¿Al final qué te dijo Catrina? —le preguntó, tras saludarle.
—Tenías razón, está loca perdida —contestó, sentándose a su lado, aunque sin comer nada—. Aunque al menos me dio una solución para el problema de mi clan, algo es algo.
»¿Vas a ir a la Montaña? Tengo que buscar lo que me dijo allí, y me vendría bien tu ayuda. ¿Te apuntas?
Le pondría su mejor y colmillosa sonrisa, esperando que cediera. Con o sin Aki, el vampiro no pudo perder más tiempo antes el temor de que se fueran sin él. Acompañando a Neru, quien también se dirigía a la Montaña, Adam fue directo a la puerta del Este para unirse a la expedición capitaneada por Hjalmar, el leopardo que ya conocía (aunque procuró no acercarse a él demasiado, tenía la sensación de que no le caía demasiado bien).
—Me gusta el que has imaginado tú, Lirio. Es muy cálido. ¿Has vivido en algún sitio así? Parecía que hablaras con nostalgia.
Se había ido demasiado de la lengua y lo sabía, pero Nithael tenía razón: hablaba con nostalgia. Apenas se había cumplido un día desde que Tierra de Partida se había ido al garete y ya lo sentía como algo muy lejano. Quizá el salto en el tiempo había influido en su percepción.
―Una vez. Espero poder regresar pronto.
A continuación, pudo entrar a hablar sobre el tema que le ocupaba allí. Si quería regresar a Tierra de Partida, debía hacerlo con la solución para recuperar su hogar y que no se quedara solamente en sus memorias. Y en cuanto abordaron la cuestión, descubrió que Nithael tenía muchas cosas que decir al respecto.
En primer lugar, le explicó su propia historia. Alguien llamado «el Primero» fundó la Orden para luchar contra la oscuridad. Hana nunca se había planteado los orígenes de Tierra de Partida y tampoco le interesaban mucho. Sin embargo, según iba hablando Nithael, más se reafirmaba en que habría sido mejor seguir ignorándolo.
―¿Cómo que te hicieron…? ―preguntó, perpleja.
Jamás había escuchado nada así. ¿De verdad se podían crear personas? O, lo que es peor, ¿calcarlas? A Hana le recordaba el caso de gemelos, de forma más grotesca. ¿Quién querría una copia suya? ¿Quién querría ser la copia de alguien? La razón le parecía aún más absurda. Por suerte, en su época a nadie se le había ocurrido la idea de copiar a Ronin para no perderlo nunca. No entendía cómo a alguien se le podía ocurrir algo así.
Y ese tipo, Zephyr, el mártir al que estaban persiguiendo, había ayudado a ese monstruoso proyecto. Por el momento, tendría que continuar tras su pista, sobre todo contando que Nithael estaba dispuesto a echarle una mano.
―Allí nos veremos. Gracias por ayudarme ―agradeció, cogiendo el regalo.
La información le había dejado abatida. Cada nuevo descubrimiento de la Orden le revelaba una cada vez mayor cara oscura que ni siquiera a Hana le gustaba ni un pelo. Tanto discursito sobre proteger la luz quedaba en nada cuando en sus propios laboratorios creaban gente y expulsaban a genios. La cosa empeoraba con la actitud de Nithael, que en vez de resentido y taciturno, era demasiado buena persona.
Lamentó no haberle preguntado directamente dónde estaban esos planos, mientras le veía volar.
* * *
Regresó para la reunión prevista. Tal y como habían insinuado algunos antes, Lyn había resultado herida en la batalla y se presentó en un estado horrible. A Hana le costaba recordar a la dura y feroz Maestra con la que habían llegado a aquella época.
—Contadnos todo lo que hayáis averiguado.
—Por mi parte no he logrado nada de valor de parte del líder del Clan del Leopardo, pero parece que no dará problemas con nuestro supuesto clan. ¡Oh! Maestra Lyn, para evitar que los grandes líderes fueran preguntando por nuestro clan decidimos fingir formar parte de uno, en el que usted fuera nuestra Gran Maestre.
El siguiente que relató su experiencia fue el tipo casi desnudo que parecía ir siempre por libre. Hana no conocía a Catrina, pero no le gustaba ni un pelo que alguien allí conociera su verdadera procedencia. En cierto sentido, se tomaba la situación como una misión de infiltración con el único fin de no alterar el tiempo. La única suerte que habían tenido hasta el momento es que no les había interrogado sobre la historia o el futuro.
Por el momento, parecía que Catrina solo se intentaba aprovechar de la situación en la que se encontraban para ganar algún beneficio. Probablemente se quedara con las piedras o con el libro. Sin embargo, mientras cumpliera su parte del trato, a Hana no le importaba.
―Yo seguí al ángel, Nithael, hasta los cimientos de nuestro castillo ―explicó, intentando abreviar a continuación―. He descubierto que es una especie de clon de un tal Primero, el fundador de la Orden. Y sobre Zephyr, parece que le expulsaron y que mencionarlo está considerado tabú, así que tened cuidado de con quién habláis sobre él. Está dispuesto a ayudarnos, aunque no me dijo claramente qué quería hacer, solo que me reuniera mañana con él en el Templo.
Al escuchar a los que quedaban por relatar su parte, ató cabos y se figuró que el ángel también pensaba proporcionarles las piedras.
—Yo estoy demasiado débil para ir a ningún sitio, así que debería quedarme aquí y ver si es cierto lo del libro… Y buscar a Nadhia. No quiero que se meta en líos. Vosotros, en cambio, deberíais intentar escuchar a esos Maestros. Si es cierto que saben la verdad, entonces es posible que nos quieran manipular pero…
—Es mejor prevenir que curar. No creo que ninguno de nosotros confíe en Chihiro, así que tenemos que asegurar todos los medios necesarios para regresar. Y si no… Bueno, la amistad de un clan no nos vendría mal si queremos sobrevivir.
—Aun así, vosotros tenéis que decidir qué vais a hacer. Va a ser muy arriesgado, así que es normal que decidáis si vais o no. Y cómo os distribuiríais. Además, necesitamos la ayuda de Caballeros de esta época, si me ha quedado claro. ¿Sabéis quiénes podrían servirnos y cómo les convenceríais?
—Gracias a que cuidé de un joven de su clan parece que me he ganado el favor de Hjalmar, así que en caso de peligro podría ser un buen aliado. Mañana trataré de ir con él para intentar sonacarle algo más de información... Por cierto, ¿Tenéis pensado ya con quiénes iréis mañana?
—Puede que un chaval llamado Aki pueda servir, es fuerte y me ayudó a encontrar a las serpientes... Intentaré buscarle mañana antes de ir a buscar las piedrecitas de la montaña.
―El ángel nos ayudará, aunque no sé hasta qué punto. Solo tenéis que decirle que estáis de parte de Diana o de Lirio ―comentó, buscando la mirada cómplice de la otra aprendiza―. A mí me gustaría saber si a alguien le queda alguna duda de que Chihiro nunca ha sido de fiar, y aun cumpliendo su promesa y devolviéndonos al presente, debe pagar. ―Entrecerró los ojos, con odio, recordando Cabo Blanco y aquella «confusión» de época. Quería saber por qué se había aliado con Bastión Hueco, aunque ya había comprobado que nadie allí tenía la respuesta.
—¿Cambiaría mucho el futuro si me como a alguien de por aquí? Es que la sangre de pollo me ha dado hambre...
―Dudo que ninguno de estos tipos sea antepasado mío ―dijo, encogiéndose de hombros. Aclaración: le daba igual.
Cuando la reunión finalizó, recogió una de las mantas del reparto, se hizo con un hueco en el Alcázar y cayó rendida allí misma, después de un largo día de emociones.
* * *
A la mañana siguiente, desayunó todo lo que pudo y bebió cuanto vino fue capaz, porque sospechaba que lo iba a necesitar para afrontar el nuevo día. Había soñado con zarzas y plumas, lo cual había sido menos raro que despertar y tener que concienciarse de que se hallaba en una época diferente, a punto de meterse en mitad de una batalla que no era la suya.
Cuando terminó y estuvo arreglada, se dirigió hacia el grupo que iría a los Templos (figurándose que sería el de la puerta Oeste). No quiso acercarse a Nithael, puesto que estaba ocupado y, además, no quería que les relacionaran mucho, por lo que pudiera pasar. Esperó a ver si alguien de su grupo se unía a ella y, sobre todo, no se puso la armadura. Esperaba que no la obligaran, porque no quería tener que mencionar mucho que pertenecía a ese clan ficticio del Búho.
Y toda mi tapadera se vino abajo. Me sentí como si un cubo de agua fría me hubiese caído encima de golpe. Sin comerlo ni beberlo, Assur ya sabía que yo provenía del futuro. Escucharlo por mí misma y de su boca me resultó incluso absurdo, pero sí, allí estaba yo, respirando ante un Caballero de hacía mil años. No quise tampoco interrumpir, así que me mantuve callada en el sitio con los músculos agarrotados, tensa, temiendo por lo que pudiese decirme; era como si hubiese caído de lleno en su trampa.
Tampoco entendía cómo lo había averiguado, pero por sus palabras supuse que lo descubrió después de llegar al Alcázar, puesto que su idea inicial era ayudar a nuestro clan de algún modo, ya fuese con nuestros estudios o con nuestra reputación. Muy en el fondo pensé que todo hubiese sido mucho más fácil de haber revelado directamente nuestro secreto, tal y como le había propuesto a Neru, sin necesidad de haber quedado en ridículo de aquella manera.
Pero en todo aquello había algo que no me encajaba. Assur tenía en mente que nuestro objetivo era volver a nuestra época, y a cambio, tenía que verme envuelta en una misión de alto riesgo. Si fracasaba o el mismo Assur me traicionaba iba a vivir como una criminal en esa época, claro, hasta que Chihiro nos devolviese a la nuestra propia. Confiaba y estaba muy segura del maestro Ryota, él se encargaría de convencerla, u obligarla. ¿No era nuestra aliada, a fin de cuentas? Y Nikolai también le tenía puesto el ojo encima.
La oferta de Assur en un primer momento no me convenció pero seguí escuchando, recelosa, con la intención de ver qué más tenía que decir. Y no fue nada bueno: Necesitábamos encontrar a alguien que supiese leer runas y deseara oponerse a Tierra de Partida. Yo por desgracia no conocía a absolutamente nadie, quizás al Oso que me ayudó en la batalla, pero no estaba muy convencida de que quisiera ayudarme. No después de haber intentado abandonar a Lyn a su suerte.
Tras unos últimos detalles sobre su hermana y nuestra vestimenta, me invitó a salir de allí. Observé por última vez todos aquellos trofeos que decoraban con gusto las paredes y lo acompañé sin mediar palabra, indecisa sobre si aceptar o no su oferta en ese momento. Todo se resumía en colaborar en secreto con las Serpientes a cambio de asegurarnos un método para regresar, que nada tenía que ver con nuestro auténtico objetivo: saber sobre las investigaciones de Zephyr. Y además en una misión que me pondría en el punto de mira del resto de clanes.
Me mantuve unos segundos pensativa, antes de salir, y le miré con decisión antes de hablar.
—Primero necesito hablar con mis compañeros. Y no sé de dónde has sacado que nuestro objetivo es regresar a nuestro tiempo, porque ya tenemos un as en la manga para eso. Lo que buscamos está relacionado con Zephyr, aunque supongo que ya lo sabrás —Y arqueé una ceja, interrogante. Si había averiguado aquello sobre nosotros y era cierto lo que había dicho sobre su clan, estaría al tanto de todo—. Si no he vuelto dentro de unas horas, asume que te habré rechazado, Assur.
Esperé a lo que tuviese que decirme y marché por la puerta. Algo en mi interior me decía que tendría que volver, y tampoco quería rechazar su petición. Solo quería estar segura de que no estaba cometiendo ninguna locura, y para ello tenía que hablar con los demás primero.
No me costó encontrar a Lyn y a Diana, ya reunidas cerca de un pozo con Neru y el otro muchacho alocado del cabello blanco. Me acerqué y me senté a su lado, reflexionando sobre todo lo que había pasado, mientras escuchaba una por una sus opiniones. Neru por su parte había conseguido ganarse al líder de los Leopardos, eso era bueno. Por otra parte, el asunto sobre Assur y su hermana, Catrina había quedado claro. La mujer era capaz de leer la mente, o algo así, y por esa razón había averiguado nuestra procedencia.
Acomodé la cabeza, aferrada sobre mis rodillas, atenta a la historia para no perder detalle. Cuando terminó continué yo, sin pensarlo mucho solté lo primero que me vino a la cabeza.
—Lo del clan no ha servido para nada; Catrina se ha chivado a Assur. Me ha pedido que recupere unas piedras sagradas en el templo del oeste mañana, pero necesitamos alguien que sepa leer runas —expliqué, intentando ser lo más específica posible, para recalcar el asunto de la ropa y los emblemas que tantos problemas nos habían dado—. Me ha recomendado que dejemos de lado nuestras armaduras si no vamos a usar emblemas, y nos vistamos de forma apropiada.
La maestra Lyn había optado por quedarse allí debido a su estado, y yo me mordí el labio inferior con frustración, dudando por primera vez si había estado equivocada al haberla intentado dejar a su suerte. Si hubiese muerto posiblemente no la habría tenido delante en ese mismo momento, y esa idea me abrumaba. Y Nadhia… No tenía ni idea de dónde se encontraba, tampoco lo sabía porque no me había dicho nada, igual seguía enfadada por lo que le había dicho.
Coincidí también con las opiniones de Lyn y Diana en lo referente a los líderes de los clanes y Chihiro: o nos manipulaban, o nos dejaban tiradas a nuestra suerte. Pero en el presente estaba el maestro Ryota, no podíamos olvidarlo.
—¿Y el maestro Ryota? Si Chihiro se opone, él nos ayudará a regresar. —comenté convencida, a sabiendas de que estaba rodeada por enemigos y estos posiblemente me miraran mal, a excepción de Diana y el otro chico.
No quise intervenir más, escuché todo lo que tuvieron que decir hasta el final a menos que alguien se dirigiera a mí expresamente. Cuando los demás abandonaron el lugar para buscar un sitio donde dormir yo me levanté, cansada, y caminé sin rumbo —en un principio— por el alcázar, admirando las enormes estatuas del lugar en un intento de grabarlas en mi memoria. Me tomé mi tiempo hasta llegar a la estancia de Assur.
Llegada a un punto, me topé de frente con un enorme mapa del mundo:
Pasé mi dedo índice sobre el camino entre la ciudadela y el templo que había al oeste, en un intento de memorizar el camino. En ese momento un grupo que repartía tanto sábanas como ropa y comida caliente captó mi atención. Me acerqué y por supuesto, les pedí algo. Se había formado una fila muy larga, por lo que di las gracias con un hilillo de voz y me alejé, en busca de algún lugar discreto y oscuro.
Deposité mis cosas en uno de los jardines traseros del alcázar, donde no hubiese tanta gente y a ser posible nadie más. Nerviosa y con frío, me desprendí de mi armadura en aquel resplandor de luz al que tan acostumbrada estaba, para vestir aquello que me habían dado:
No estaba nada mal, quitando el olor, los rasguños y las abolladuras del metal, era idónea. Dejé mi vestido sobre la hierba y acurrucada en la manta, me tomé aquella crema caliente. Miré al cielo, con la vista fija en las estrellas, convencida para aceptar la propuesta de Assur. Tenía que arriesgar, por muy peligroso que fuera. No estaba sola tampoco, mis compañeros estaban pasando por lo mismo.
—Assur, puede contar conmigo para mañana. Estoy preparada —hablé, como si de un maestro se tratase, intentando mantener las formas por encima de todo. Al final había vuelto a la alcoba del líder de las Serpientes, esperando que me recibiera sin problemas—. No obstante, no he encontrado a nadie que sepa leer runas y dudo que lo consiga… —finalicé, pensativa y cruzada de brazos—. No deseo abusar de su hospitalidad, ni mucho menos, pero quizás pudieras ofrecerme algún manuscrito u otra herramienta que me ayude con ellas.
Sabía que estaba pidiendo demasiado, y la idea era hacer aquello sin que nadie sospechara del clan de la Serpiente. Si Assur no tenía nada que me sirviera de ayuda o se negaba a hacerlo, simplemente asentiría y le respondería, respetuosa:
—Comprendo, entonces haré todo lo que esté en mi mano. Mis compañeros están al tanto también. —aclaré, dando a entender que quizás entre todos pudiésemos conseguir algo.
Y una vez en mi rincón privado, hubiese recibido o no ayuda de Assur con el asunto de las runas, me dejaría caer sobre la hierba. Las estrellas en el cielo eran increíbles, y poco a poco la vista se me iba nublando, cada vez más…
Abrí los ojos aturdida, con el cuerpo totalmente molido, como si me hubiesen arrollado cientos de Sincorazón Grandullones por encima. Sin un rumbo fijo y tras arreglar un poco mi imagen —me negaba a que me vieran con aquellas pintas en público—, seguí a la gente hasta la cocina. Busqué un hueco y desayuné unas gachas, quedando satisfecha.
Y al llegar a la puerta Oeste los vi, a los distintos clanes que nos iban a acompañar: Zorros, Serpientes y Unicornios. Sospechaba que los segundos no sabían nada sobre las intenciones de Assur, así que su ayuda quedaba descartada. Claro, era más fácil mandar a gente sin clan y sin relaciones que a sus propios aprendices.
Con la mirada, intenté encontrar a algún compañero. En caso afirmativo, me acercaría a ellos y les saludaría con la mayor brevedad posible. La vista en cambio se me escapó varias veces hacia el ángel, su figura me mantenía asombrada. Y si Lirio tenía razón, estaba dispuesto a ayudar.
Saeko va al templo del Oeste con Hana y Nithael. No sé si estaba permitido lo de la ropa y la comida, puesto que no has nombrado nada de eso en el post. Cualquier problema lo rectificaré.
- Quiero un libro... Y también dos piedras. Estas se encuentran en el templete superior de la Montaña donde viven los clanes menores y refuerzan el escudo que les protege ahora mismo. No os preocupéis, incluso si las robáis, la Montaña está perdida. Cornelia lo sabe y por eso quiere traer aquí a los clanes menores. Eso significa que habrá encargado a uno de los Maestros que irán a la Montaña que recoja las piedras. Tendréis que ser más rápidos que ellos, y mucho, porque irán directos a por ellas en cuanto terminen con sus tareas de refuerzo. Y ahora llegamos a lo interesante. Existe un libro muy gordo, muy bonito y muy pesado de leer porque Zephyr tenía una letra horrible, que se encuentra en el fondo del Alcázar, en las cámaras privadas de los Unicornios. Sí, sé lo que estáis pensando: vamos a usar ese libro para daros un método de defender Tierra de Partida. Sólo hay dos problemas:
>>El libro está sellado con un conjuro cuyo papiro se encuentra en el Templo del Oeste. Por otra parte, las piedras están protegidas tras una barrera mágica y necesitaréis a alguien que sea de aquí tanto para obtener el papiro como para romper la barrera que protege las piedras. ¿Por qué? ¡Porque no sabéis leer runas! Pero no os asustéis, sé que los dos habéis conocido a dos personas hoy mismo a las que podéis pedir que os echen una mano. Con tacto, claro. No creo que les haga gracia saber que se arriesgan a la pena de muerte. Aunque si empleáis las palabras adecuadas… Quién sabe. Nadie quiere que desaparezca Tierra de Partida.
La cosa parecía bastante complicada, pero Kairi no tenía más remedio que obedecer si no quería quedarse sin casa o atrapada en aquella época para siempre.
- Y eso es todo, amigos. Buenas noches y que durmáis bien. Si obtenéis lo que hemos acordado, hablaremos~.
Automáticamente y sin poder evitarlo, Kairi se vio caminando hacia la salida, al igual que Adam. Lo interpretó como que Catrina quería que se fueran. Sin decir una palabra más para no agotar la paciencia de la mujer, la joven salió por la puerta.
Los Aprendices volvieron a reunirse con Diana y Lyn, que ya se encontraba mejor para alivio de Kairi.
- Contadnos todo lo que hayáis averiguado.
Kairi le explicó junto con Adam lo que habían averiguado, sobre la miesteriosa mujer y el remedio para recuperar las cadenas y volver a su tiempo.
- Yo estoy demasiado débil para ir a ningún sitio, así que debería quedarme aquí y ver si es cierto lo del libro… Y buscar a Nadhia. No quiero que se meta en líos. Vosotros, en cambio, deberíais intentar escuchar a esos Maestros. Si es cierto que saben la verdad, entonces es posible que nos quieran manipular pero…
- Es mejor prevenir que curar. No creo que ninguno de nosotros confíe en Chihiro, así que tenemos que asegurar todos los medios necesarios para regresar. Y si no… Bueno, la amistad de un clan no nos vendría mal si queremos sobrevivir.
- Aun así, vosotros tenéis que decidir qué vais a hacer. Va a ser muy arriesgado, así que es normal que decidáis si vais o no. Y cómo os distribuiríais. Además, necesitamos la ayuda de Caballeros de esta época, si me ha quedado claro. ¿Sabéis quiénes podrían servirnos y cómo les convenceríais?
Puesto que Adam iría a la Montaña a por las piedras, a Kairi le pareció buena idea quedarse en el Alcázar a buscar el dichoso libro.
- Entonces yo iré a por el libro, aunque no conozco a casi nadie de aquí - el único al que había conocido era el Caballero Oso y no había sido un encuentro agradable precisamente - . Pero me las apañaré.
Al terminar la reunión, Kairi fue hacia el interior del Alcázar a por una manta y un huequecito para dormir. En ese momento añoraba su cama de Tierra de Partida.
* * *
Kairi despertó con el ruido de las campanas. Había muchas cosas que hacer ese día, así que decidió desayunar bien fuerte. Se tomó la leche con las galletas y empezó a deambular por el Alcázar buscando una manera que entrar en las cámaras de los Unicornios.
En el jardín, vio a la mujer del dia anterior, Cornelia, hablar con Nadhia y entregándole un lazo rojo. ¿Habría logrado la confianza de la lider de los Unicornios? De ser así, le sería de gran ayuda para ir a por el libro. Fue hacia su compañera.
- Hola Nadhia, veo que has hecho amistad con Cornelia - comentó - . Verás, necesito entrar en las cámaras de los Unicornio y coger el libro que nos ayudará a defender Tierra de Partida. Me vendría muy bien la ayuda de alguien de confianza de los Unicornios.
El Viernes 26 a las 20 fui al hipercor para compra un juego por el cumple de un amigo y en el msn deje un automensaje que era "En El Hipercor" , en esos momentos Habimaru cerro el chat y se creo una multiconversacion de 7 o 8 personas del foro para hablar , cada minuto aparecía mi gracioso automensaje con el icono del tio feliz , cuando llegue y comente estaban todos En El Hipercor , uno en el carrefour pero bueno , al dia siguiente en el chat la frase mítica aparecía cada poco En El Hipercor y ya esta es la historia del Hipercor que tanta gente me pregunta XD ( Se le ha parecido buena o vivió esto ponérselo como firma.
Nadhia, incrédula por unos instantes, no sabía si acercarse a Lyn o no. ¡Le dijo que no mantuviera contacto con ella!
A no ser que... supieran algo ya sobre Zephyr.
Se acercó a Lyn, efusiva, para agarrarle de las manos y decirle:
—¡Me alegro de que estés bien! Y de que la poción te ayudara. Siento que me fuera sin despedirme, pero la señora Cornelia quería verme tras lo sucedido allá fuera de las murallas. Todavía no he recuperado la memoria, pero... ella me ha dicho que me ayudará. Permaneceré con la señora Cornelia hasta que todo esto haya terminado.
Y tras eso, le dio un abrazo, efusivo. Sólo esperaba que Lyn se lo perdonara al susurrarle al oído:
Lyn cogió a Nadhia por una muñeca y la arrastró hasta un callejón lleno de barriles y jarras. Allí, la Maestra se sorprendió por la efusividad de la joven y se quedó rígida, sin saber bien qué hacer. Le dio un par de palmadas torpes en la cabeza y luego se apoyó contra un muro. Si Nadhia se fijaba vería que tenía vendado un brazo y que se encontraba muy pálida. Estaba claro que todavía no se había recuperado de sus heridas.
—Sí, unas cuántas cosas. Y habría estado bien que tú andaras cerca—gruñó Lyn. Parecía que el abrazo la había aplacado, pero aun así frunció el ceño mientras decía—: Somos un equipo, ¡qué haces marchándote por tu cuenta y negándote a acercarte a tus compañeros! Bueno, lo hecho, hecho está. Sea lo que sea que hayas dicho a esa gente, no me importa. He visto que andas cerca de la mandamás, así que eso nos va a venir bien. Escucha:
»Necesitamos un libro que hay en el alcázar, en los sótanos. Lo escribió Zephyr, por lo que parece, y contiene todo tipo de hechizos. Quizás ahí dentro esté el que necesitamos. El problema es que no se puede leer sin abrir un sello, así que tus compañeros van a ir a buscar un papiro para abrirlo. Es muy peligroso coger el libro, pero a ti ya te han visto por el interior del alcázar y la gente murmura que Cornelia te ha aceptado bajo su ala, así que eres la persona idónea para colarte dentro y robarlo.—Lyn respiró hondo, se puso una capucha para ocultar sus orejas y añadió—: Además, hay dos personas que saben de qué época venimos. No tengo ni idea de cómo lo han averiguado: son dos hermanos del clan de las Serpientes, el líder Assur y su hermana Catrina. Esta parece tiene ciertas dotes de Vidente, así que ándate con mucho cuidado. También… esta tal Catrina ha dicho que Chihiro no nos devolverá al presente. Así que tenemos que conseguir ese libro a toda costa, ¿comprendes? Por si acaso es cierto que esa bruja no nos lleva de vuelta: con él y ciertas cosas, los Serpientes se supone que nos echarán una mano.
Lyn esperó por si Nadhia quería añadir algo más. Respondería a sus preguntas y luego diría:
—Recuerda que mañana es el día. Tenemos que estar donde aparecimos por primera vez. Asegúrate de estar disponible. Ahora, corre, no pierdas el tiempo. Mucha suerte, Nadhia.—Le dio un apretón y después se apresuró a desaparecer callejón abajo.
Cuando Nadhia se fuera, se toparía con Kairi. Tendrían tiempo de intercambiar unas pocas frases antes de que escucharan un paso marcial y, de pronto, Valeria se había plantado frente a ellas fulminándolas con la mirada. A la primera sin duda por haberse retrasado, y a la otra por interponerse en su camino.
—La señora Cornelia no está para esperar a nadie así que mueve el culo. Y tú, vuelve a tus asuntos. ¡No tenemos tiempo para que la gente haga el vago!
Y se marchó apresuradamente. Nadhia y Kairi tenían varias opciones. Ir al alcázar, que estaría medio vacío ya que casi todos los Caballeros con fuerzas para pelear estaban dirigiéndose hacia la muralla, y lanzarse a la búsqueda del libro. También podían ir con Cornelia; al fin y al cabo, no había tanta prisa y nadie sabía cuándo regresarían sus compañeros. Tener el libro en sus manos durante demasiado tiempo podía volverse en su contra. A su vez, si se le ocurría alguna pregunta o decidían acompañar a Lyn, era libres de hacerlo.
**** Adam
Catrina sonrió a Adam:
—Puedes fiarte de mí en la medida que yo puedo fiarme de vosotros.
Le guiñó un ojo y luego lo despachó con un gesto. Había terminado por el momento con él.
**** Neru y Adam
—Tenías razón, está loca perdida.
—Te lo dije.
—Aunque al menos me dio una solución para el problema de mi clan, algo es algo.¿Vas a ir a la Montaña? Tengo que buscar lo que me dijo allí, y me vendría bien tu ayuda. ¿Te apuntas?
Aki se chupó un par de dedos y se relamió tras apurar el desayuno.
—Claro que voy a ir. Mi clan podría estar a punto de morir. ¿Qué tienes que buscar? Si te lo ha pedido Catrina seguro que es algo… raro.—Aki miró a su alrededor, como si no le gustara la idea de que le hubieran escuchado, aunque no parecía asustado—. ¿Y en qué iba a ayudar yo? Si te lo pide una Serpiente, mejor que te echen una mano ellas—refunfuñó. Aun así, no se trataba de una negativa, porque cuando se puso en pie y recogió los platos acompañó a Adam mientras este le daba explicaciones.
Si quería, claro. Había que tener en cuenta que iban a hacer algo prohibido. Quizás no fuera buena idea contarle ahora lo que iban a hacer. ¿O sí? Aki no parecía tener una buena relación con los clanes mayores…
Entre tanto, Neru se aproximó a Hjalmar.
—Lord Hjalmar.—El aludido, que había terminado de ultimar detalles con Zacharias, se volvió hacia él y lo saludó con un gesto seco—.Si no es molestia partiré con los suyos a las montañas. Lamento que nuestra reunión de ayer terminara de forma tan pobre.
—Eres bienvenido, Neru. Llámame Hjalmar, no soy un Lord. Y sí, fue una pena. Cuando terminemos nuestros asuntos, espero que me presentes a tu clan y pueda darles las gracias.
—¡Las gracias para luego!—exclamó Zacharias con una voz atronadora. Sonrió a Neru y le dio una palmada en el hombro que por poco lo hundió en el suelo—. ¡Bienvenido al grupo! ¡No te preocupes, todo saldrá bien! ¡Vamos a acabar con todos esos Sincorazón sin parpadear!
El plan era sencillo, y tanto Neru como Adam pudieron enterarse preguntando aquí y allá. Para alcanzar la Montaña tendrían que atravesar el lago en glider. Eso significaba que tendrían que enfrentarse a los Sincorazón. Por eso, un grupo saldría en primer lugar para atraer a las criaturas. Tendrían que ser los de mayor rango, al tener corazones más fuertes, lo cual significaba que Hjalmar y Zacharias partirían con el grupo. Después saldría el grueso, liderado por Neizan, del clan de los Osos. Este se encaró a los Caballeros que estarían bajo su mando, entre ellos incluidos Neru y Adam:
—Avanzaremos en formación de cuña, con varios grupos. El objetivo es alcanzar la Montaña. Tenemos que ser rápidos: no nos detendremos aunque alguien caiga. Lo importante es llegar todos vivos en la medida de lo posible y ayudar a los clanes. Además, cuando estemos en medio del lago, será casi imposible salvar a nadie porque estaremos rodeados de Sincorazón por todas partes. Así que recordad. Cerrad la formación. No os separéis. Confiad en vuestro compañero de atrás para que os proteja. Yo iré de los últimos para asegurar la defensa. ¿Alguna pregunta?
Neizan respondería a las que surgieran, si es que las había, y después invocó su glider.
Aki se inclinó hacia Adam y comentó:
—Neizan es la mano derecha de Zacharias. ¿Has visto los flecos de sus cinturones? Son todas las veces que ha ganado batallas.—Si Adam se fijaba, vería que todos los Osos llevaban alguna clase de cinturón, lazo o lo que fuera decorado o con flecos. Quien más tenía era, sin duda, Zacharias—. Otros dicen que quizás un día se convierta en el líder. Molaría ser un Oso, son muy abiertos con la gente y… Bueno, es raro ver a un extranjero convirtiéndose en alguien importante en otros clanes. Me alegra que lo hayan dejado con nosotros, porque tendría que ir con el grupo de cebo.
Si Neru andaba cerca podría escuchar lo que había dicho Aki. Por otra parte, era su última oportunidad de hablar con Hjalmar antes de que partieran, porque los líderes de los clanes del Oso y del Leopardo invocaron sus glider y se elevaron acompañados de unos treinta Caballeros. Neizan lo imitó e indicó al resto de Caballeros que lo imitaran. Aki levantó el pulgar en dirección a Adam antes de ponerse su armadura, con el emblema de un halcón.
Cuando se elevaron sobre la muralla, en la barrera se abrió un círculo lo suficiente grande como para que pudieran salir. Y mientras Hjalmar, Zacharias y su gente disparaban todo tipo de hechizos para impedir que los Sincorazón pudieran penetrar en la ciudad, se precipitaron al exterior.
Todos los Sincorazón de la zona se giraron con brusquedad hacia ellos y aquellos con la capacidad de volar se precipitaron en su persecución. Neizan esperó unos instantes y después dio la señal de salida. Todos los Caballeros salieron escopetados hacia el frente. Las formaciones de cuñas estaban formadas por más o menos quince miembros cada una y eran básicamente defensivas, preparadas para protegerse los unos a los otros. Aki se colocó detrás de Adam y Neizan tras este y Neru. Es decir, que podían contar con la ayuda de los dos Caballeros del pasado.
Atravesaron a toda velocidad la muralla y se alejaron por tierra, sobrepasando el ejército de Sincorazón. Algunos dispararon fuego o hielo hacia los glider, pero en general pudieron esquivar los ataques sin problemas: sólo uno de los Portadores fue dañado y aun así continuó su viaje sin demasiados incidentes. Pudieron ver cómo el pequeño grupo que hacía de cebo se había alejado hacia el norte y luchaba a brazo partido en medio de explosiones de luz, oscuridad, llamaradas y corazones que ascendían hacia el cielo.
Tuvieron vía libre hasta que alcanzaron la mitad del lago. Para entonces, la Montaña estaba bastante más cerca y podían ver las casas colgadas que se distribuían a lo largo de toda su superficie y el reflejo de la barrera. Había varios Sincorazón dragón disparando llamas negras y los pies de la montaña estaban rodeados por un ejército tan compacto de criaturas que parecía un mar de tinta china.
Fue entonces cuando cuatro Sincorazón dragón se giraron en redondo y se lanzaron contra ellos.
—¡Disparad y DISPERSAOS!—rugió Neizan.
Las formaciones obedecieron, pero los Sincorazón dragón tenían unas alas muy potentes y avanzaban muy rápido. El que se dirigía hacia el grupo de Adam y Neru, en particular, disparó tal llamarada que alcanzó a Neru y cegó durante unos instantes vitales a los demás. Cuando Adam volvió a ver, se encontró con que unas fauces inmensas se cerraban sobre él. Suerte para él que el glider estaba entre medias, porque podría haberlo partido en dos. Aun así, el dolor de los dientes al clavarse en sus costillas lo sacudió de arriba abajo.
—¡Adam!
Aki saltó de su glider al cuello de la criatura, aferrándola con las piernas, e invocó su Llave Espada, que clavó en uno de sus ojos. El dragón emitió un gañido, abriendo la boca lo suficiente para que Adam —haciéndose bastante daño— pudiera escapar. Pero Aki se quedó ahí, intentando impedir que el Sincorazón girara la cabeza y volviera a atrapar al vampiro.
—¡Vuela, joder! ¡Ahora te alcanzo!—chilló Aki, aferrándose con todas sus fuerzas al cuello de la criatura. Le estaba dando una oportunidad perfecta para que montara en su glider y saliera escopetado, porque a Adam no le debía resultar difícil imaginar que el Sincorazón los perseguiría en cuanto se librara de Aki… O este abandonara su cuello.
¿Se quedaría o se marcharía Adam?
Neru, entre tanto, habría perdido el control de su glider y durante unos instantes horribles se precipitó hacia el lago, hasta que Neizan apareció a su lado, lo embistió y ayudó a equilibrar su glider. Desde ahí, Neru podría ver que su compañero estaba en apuros, al igual que Neizan.
—¡Dispara al dragón por un costado y ve a la Montaña, rápido! —Y, tras unos instantes de duda, dijo—: ¡Yo ayudaré al chico, tú da la alarma, di que se preparen para empezar a cerrar la barrera en cuanto pases! ¡Llegaremos a tiempo!
Si Neru miraba en la dirección a la que se habían dirigido el resto de los Caballeros, vería que había un agujero en la barrera por donde se colaban a toda velocidad. Comprendería que si permanecía demasiado tiempo abierto, sería fatal, y que Neizan se estaba arriesgando mucho. Si Neru decidía desobedecer y quedarse, era posible que no consiguiera entrar en la Montaña a tiempo...
Entre tanto, Neizan se precipitaba hacia el dragón. Pero todavía estaba muy lejos. Lo que sucediera a continuación podía depender de Neru.
**** Saeko
—Assur, puede contar conmigo para mañana. Estoy preparada.—Assur, que estaba sentado en un sofá con un libro sobre las rodillas, asintió con una sonrisa tranquila. La chica no había tenido problemas para reunirse con él—. No obstante, no he encontrado a nadie que sepa leer runas y dudo que lo consiga… No deseo abusar de su hospitalidad, ni mucho menos, pero quizás pudieras ofrecerme algún manuscrito u otra herramienta que me ayude con ellas.
—Me temo que no puedo ayudarte. Las runas no se descifran con un simple manual que, aun así, sería gordo y pesado. Requieren un estudio de un par de años para alcanzar el conocimiento más básico. Por eso escribimos nuestros hechizos más importantes con runas, para que no puedan usarse a la ligera. Lo siento. En caso desesperado, puedes pedir ayuda a un miembro de mi clan, pero te pediría que tuvieras mucho cuidado. Extiende la mano.—Cuando Saeko lo hiciera, Assur le acariciaría la palma a la vez que murmuraba algo. Sobre la piel apareció durante un instante un ideograma con forma de luna que se desvaneció con rapidez—. Muéstraselo a una Serpiente en caso desesperado y sabrán que estás a mis órdenes.
—Comprendo, entonces haré todo lo que esté en mi mano. Mis compañeros están al tanto también..
—Mucha suerte.—Cuando Assur se quedó a solas suspiró y pasó una página del libro—. Todos la vamos a necesitar.
**** Hana y Saeko
Hana no se acercó a Nithael, pero este la vio de refilón y la saludó inclinando la cabeza en su dirección. Después Anisa llamó la atención de los Caballeros, indicándoles que se acercaran, y comenzó a explicar el plan:
—Nuestro objetivo es poner a salvo a los Sacerdotes, además de asegurar el Templo. Recogeremos además armas y artefactos para reforzar las barreras, así como todos los alimentos que seamos capaces de transportar. Somos un grupo pequeño, por lo que tenemos que ir juntos y no precipitarnos. —Anisa sonrió y dijo—: Si trabajamos en equipo no tendremos nada que lamentar, así que nada de escapadas. El señor Nithael se ha ofrecido a actuar como cebo para nosotros. Es el más rápido y muy poderoso, así que no tendrá problemas en reunirse con el equipo más tarde. Viajaremos en modo cuña, así que vigilad las espaldas de vuestros compañeros. Yo iré detrás. ¿Alguna pregunta?
La líder de los Zorros respondería y después se volvería hacia Nithael. Este desplegó las grandes alas. Si Saeko y Hana se fijaban, los Caballeros parecían sinceramente admirados y no había ninguna clase de rechazo en sus rostros. Algo distinto sucedía con Anisa. No era la misma actitud que habían mostrado los líderes el día anterior, pero parecía incómoda. Como si no supiera bien qué hacer con Nithael o no le convenciera que atrajera tanta atención.
El ángel se elevó hasta que alcanzó la altura de la muralla. Allí miró a los soldados que había en las murallas, y que comenzaron a manipular los cristales que había sobre las torres. Entonces Nithael invocó su Llave Espada.
La barrera se desplegó lo suficiente para que todos pudieran atravesarla y, antes de que pudieran parpadear, un rayo de luz cegador atravesó el espacio y destrozó a un Sincorazón dragón. Después se lanzó al frente. Anisa se pasó una mano por el pelo, esbozó una sonrisa tensa, y después invocó su glider.
Era hora de volar.
*
El viaje no fue accidentado. Sólo necesitaron tomar altura para alejarse del ejército de Sincorazón. Gracias a Nithael no se toparon con obstáculos durante el vuelo y pudieron ver el gran Templo que les esperaba a los pies de otra gran Montaña, sólo que esta se encontraba deshabitada.
El Templo era una estructura robusta y alta, que recordaba a la estructura de los santuarios que habrían visto en Coliseo del Olimpo. Sólo que tres o cuatro veces más grande y con una organización que no invitaba a pensar que en su interior sólo hubiera un lugar donde rezar a los dioses. No, aquel sitio era un complejo de habitaciones y estancias.
No había Sincorazón cerca, quizás porque todos estaban concentrados en las zonas donde había más presas. ¡Qué alivio!
Anisa aterrizó cerca de la escalinata principal y frunció el ceño. Un Caballero que había cerca de Hana y Saeko comentó:
—¿Se habrán refugiado en el interior…?
—Seguro, esos cobardes se habrán encerrado en los sótanos —rió una mujer con el emblema de los Zorros.
—¡Vale ya de comentarios, adentro!—exclamó Anisa.
Las puertas estaban cerradas, pero con un par de empujones se desplazaron con lentitud hacia el interior. Allí encontraron una cámara central que se prolongaba hacia delante flanqueada por columnas. Al fondo, frente a unas escaleras que subían hacia diferentes estancias, había una estatua de cuatro metros de altura, de marfil blanco. Era Nithael.
¿O no?
Anisa se quedó mirándola un momento antes de clavar una rodilla en el suelo y llevarse una mano al pecho. Los Caballeros, a excepción de un par —e incluso estos inclinaron la cabeza a modo de respeto—, la imitaron. Después la líder de los Zorros carraspeó y dijo:
—No perdamos tiempo: nos separaremos cuatro grupos. Uno se quedará a las puertas para esperar al señor Nithael. El segundo entrará en la Biblioteca, es posible que haya gente dentro, y comprobará el estado de los libros—señaló con un gesto una puerta lateral bastante grande y con una tonalidad dorada—, el tercero subirá a los dormitorios superiores para buscar a los aprendices y comprobar los sistemas de seguridad. El cuarto bajará a los sótanos; lo más probable es que los Sacerdotes estén abajo, cuidando de las reliquias.
Anisa se encaminó hacia las escaleras que subían a los pisos superiores. Al lado había una puerta, que seguramente llevaría al sótano. Hana y Saeko podían tomar cualquiera de los cuatro caminos, o incluso ir fuera e investigar los alrededores. Para averiguar dónde estaban el papiro y las piedras tendrían que preguntar, aunque no era imposible que estuvieran en el sótano. Pero nadie decía que se encontraran en el mismo lugar. ¿Sería mejor marchar juntas o ir separadas?
Nadhia escuchó con atención las palabras de Lyn, y la reprimenda le molestó un poco, frunciendo levemente el ceño. No había dejado abandonados a sus compañeros, no era esa su intención. Había confiado en ellos, demonios. Y advirtió que, por seguridad de todos y para que pudiera acercarse a la manda más de Tierra de Partida, tenía que interpretar un papel y no quería que hubiera meteduras de pata innecesarias. Además, el día anterior se lo había dicho a su maestra cuando le dio la poción. Entonces, ¿por qué ahora aquella manera de recriminarle por sus acciones?
Sin embargo, pensó que Lyn quizás no se acordara del todo de aquella pequeña conversación que mantuvieron en apenas treinta segundos. Estaba muy débil, y Nadhia percató al separarse de ella que un simple abrazo suyo la había hecho quejarse. Se encontraba pálida, y al verla así la aprendiz sintió de pronto una inseguridad inmensa.
La Maestra Lyn siempre había demostrado ser formidable y temible en el campo de batalla, ¿cómo podía encontrarse todavía en aquel estado? El día anterior no le había dicho que la necesitaban más que nunca por simple elogio. Realmente no se veía aún capacitada para llevar misiones tan complicadas sin la ayuda de sus maestros.
Al menos, a Nadhia no le parecía tan fácil viajar en el tiempo y moverse por momentos pasados de la Orden. Y más cuando recordaba la noche anterior... cuando llegó a pensar que Cornelia no la creería ni por asomo.
—Tu historia es inusual, pero te prometí un favor, de modo que no haré preguntas. No podré ayudarte a buscar a tu clan durante estos días, estoy demasiado ocupada, pero cuando superemos esta crisis, daremos con él.—Nadhia se atrevió a levantar la cabeza, incrédula, observando una sonrisa formal por parte de la líder de los Unicornios—. Necesito todas las manos posibles, así que procura estar descansada y no dar problemas mañana, Nadhia. Daré orden para que te preparen una estancia en el Alcázar, aunque no será nada del otro mundo, y si de verdad quieres ser útil, mañana preséntate en el jardín con los primeros rayos de sol.—de pronto Nadhia pegó un respingo cuando Cornelia se levantó del asiento. Nunca se había sentido tan intimidada con otra persona a solas. No era simplemente su forma de actuar, su semblante militar y su forma de dirigirse a ella... su belleza también la deslumbraba, y la total seguridad que tenía puesta en sí misma para acabar con los problemas de su Tierra de Partida, a pesar de los abucheos y la negativa de la ciudadela. Sintió que la arrastraba con educación hacia la salida cogiéndole de un hombro, y Nadhia por un momento tuvo la sensación de encontrarse terriblemente acalorada. La situación, su mentira, y que la tuviera tan cerca eran las tres razones esenciales. Y la cuarta no se hizo esperar—. Valeria, busca una habitación para esta chica. Está bajo mi protección, ¿entendido?
Nadhia agradeció la comida de la pequeña, y sentándose en la cama junto a ella mientras se controlaba por no devorar con ansias las sobras, contestó:
—Podría decirse que sí —le regaló una sonrisa a Patricia—. Me ha salvado la vida allá fuera y yo la ayudé a escapar de los sincorazón. Y mañana la ayudaré en su causa contra ellos para defender la ciudadela —se detuvo para llevarse un cacho de pan a la boca, observando de reojo a la niña—. Y tú, ¿también eres amiga de la señora Cornelia?
Nadhia escucharía a la niña mientras terminaba de comer. Cuando fue a dejar de nuevo la bandeja en la mesa, no pudo evitar mirar hacia la puerta, recordando el desagradable comportamiento de Valeria.
—¿Es mucha molestia que alguien como yo se quede contigo? —preguntó, aunque su cuestión era mucho más ruda. No sabía qué narices le pasaba a aquella tal Valeria, pero iba a ser un auténtico problema— Parece que la muchacha que me ha traído estaba algo en desacuerdo... no sé, la he notado rara de camino aquí.
«Rara, no. Violenta. Quizás demasiado», pensó Nadhia. No era la misma sensación que le despertaba Cornelia estando cerca. El camino desde los aposentos de la líder de los Unicornios a los de la pequeña Patricia se le había hecho eterno con la compañía de Valeria. No simple incomodidad, realmente había temido por su vida con aquel ambiente de desprecio.
Habló con Patricia un rato más y, exhausta, decidió dormir con ella en la cama. No hizo falta hacerse un ovillo, siendo su acompañante una niña y ella algo diminuta para su edad.
Sin embargo, Nadhia se despertó varias veces y dio vueltas, desesperada. No era capaz de relajarse e intentar descansar para el día siguiente, pensando en su presente. En todos los amigos que se encontraban en aquel sitio que ya no era su hogar. ¿A qué peligros se estarían enfrentando Malik y Light en el Castillo del Olvido? ¿Estarían todos bien? ¿Y Fátima, estaría a salvo defendiendo la fortaleza?
Se levantó de la cama y se acercó a la ventana por la que entraba la luz de luna llena aquella noche. Y deseó, con todas sus fuerzas, que todos estuvieran a salvo.
—Chicos, aguantad —murmuró sola en medio de la oscuridad.
Nadhia observó, con los ojos bien abiertos, a Lyn. La noticia de que un líder supiera ya de sus orígenes la descolocó por completo. Se suponía que su plan consistía en no ser descubierta, en esconder su identidad e infiltrarse para encontrar a Zephyr o su posible herencia.
Sin embargo... ahora se encontraba perdida. Sobre todo con el comportamiento de las Serpientes y su afán por ayudarles. Es más, si ellos sabían sobre aquello... ¿sería posible que Cornelia ya hubiera sido informada a primera hora de la mañana, o quizás se enterara a lo largo del día? Era probable, pero... el plan de infiltrarse para conseguir el libro tampoco lo veía tan fácil a pesar de haberse ganado la posible confianza de la líder suprema.
Ahora mismo no sabía qué pensar de ella. Si realmente seguía teniendo esa ciega confianza o la estaba engañando, habiéndola calado desde el primer momento.
Así que lo más lógico sería ir a por el libro cuanto antes, aprovechando que no había apenas Caballeros en el alcázar.
—La señora Cornelia no está para esperar a nadie así que mueve el culo. Y tú, vuelve a tus asuntos. ¡No tenemos tiempo para que la gente haga el vago!
Pero encontrarse de nuevo con Valeria fue como recibir un jarro de agua fría. Se quedó en el sitio, observando a Kairi y los dos caminos que tenía posibles: o seguir al lado de Cornelia, o acabar cuanto antes con la pesadilla de su hogar y conseguir el libro.
Nadhia pensó en las posibilidades, y se sintió mareada. Le pidió a Kairi que le diera un momento para pensar, al menos un minuto para no meter la pata con su decisión.
«Demonios, si no fuera por Valeria», reflexionó a regañadientes.
—Kairi, sé que tenemos que coger el libro cuanto antes, pero ahora mismo lanzarnos al alcázar me parece demasiado arriesgado, por poca seguridad que haya —más que intentar explicárselo a su compañera, lo que estaba haciendo era convencerse a sí misma que lanzarse a la boca del lobo tan rápido podía traer consecuencias—. Esa muchacha que acaba de venir no me quita el ojo de encima, y quiero ganarme su confianza al igual que la de la líder de los Unicornios. Creo que así habrá más posibilidades de que podamos conseguir el libro de Zephyr. También hay una niña...
Nadhia pensó que Patricia quizás, siendo algo ingenua en su tierna infancia, pudiera echarles un cable.
—Hay una pequeñaja que vive en el alcázar que quizás pueda ayudarnos más tarde. Me pondré a las órdenes de Cornelia durante parte del día, pero intentaré por todos los medios no entretenerme demasiado e ir juntas a por el libro. No te quiero obligar a venir conmigo si te sientes insegura, porque para que lo mío funcione tienes que tratarme como si me acabaras de conocer, porque para Cornelia soy una guerrera de clan menor con amnesia a causa de las bajas de ayer. Si quieres ir con Lyn y esperarme cerca del alcázar... igual que si quieres venir conmigo y no separarnos hasta dar luego con el libro. Lo que tú quieras.
Nadhia esperaría la respuesta de Kairi, y si decidía ir con ella, correría hacia las murallas a su lado. Si no era ese el caso, le desearía suerte y le prometería de nuevo que estaría en el alcázar más tarde para hacerse con el libro.
Sólo esperaba que su decisión hubiera sido la correcta. Porque a pesar de todo el quebradero de cabeza, ambas decisiones tenían muchos agujeros por los que caer en una trampa sin escapatoria alguna.
Pero, quizás ganándose aún más la confianza de Cornelia... ¿sería posible incluso razonar con ella y contarle la verdad?
La idea era de locos, claro. Sin embargo, alguna posibilidad habría si las Serpientes sabían de los viajes en el tiempo. Si ella no la creía, las Serpientes la ayudarían a convencerla.
—Eres bienvenido, Neru.— me saludó Hjalmar —[color=#BF8000Llámame Hjalmar, no soy un Lord. Y sí, fue una pena. Cuando terminemos nuestros asuntos, espero que me presentes a tu clan y pueda darles las gracias.[/color]
De pronto, el otro capitán del grupo se giró para verme de cerca. Dicho hombre parecía muy fornido, aunque por llevar su armadura era capaz de averiguar si sería igual de fuerte como su porte mostraba.
—¡Las gracias para luego!—rió de forma increíblemente tronadora el hombre, para luego darme tal golpe en la espalda que por poco creí que me habría roto unas costillas—. ¡Bienvenido al grupo! ¡No te preocupes, todo saldrá bien! ¡Vamos a acabar con todos esos Sincorazón sin parpadear!
Tras aquella presentación del soldado, cuyo nombre era Zacharias, ambos Maestres se dedicaron a explicar el plan de acción: Necesitábamos llegar a la Montaña, pero los sincorazón estarían de por medio. Debido a eso, los dos Maestres les atraerían para poder mantener al resto del grupo a salvo, grupo liderado por otro caballero del que apenas sabía nada: "Neizan", del clan de los Osos.
—Avanzaremos en formación de cuña, con varios grupos. El objetivo es alcanzar la Montaña. Tenemos que ser rápidos: no nos detendremos aunque alguien caiga. Lo importante es llegar todos vivos en la medida de lo posible y ayudar a los clanes. Además, cuando estemos en medio del lago, será casi imposible salvar a nadie porque estaremos rodeados de Sincorazón por todas partes. Así que recordad. Cerrad la formación. No os separéis. Confiad en vuestro compañero de atrás para que os proteja. Yo iré de los últimos para asegurar la defensa. ¿Alguna pregunta?
—Neizan es la mano derecha de Zacharias. ¿Has visto los flecos de sus cinturones? Son todas las veces que ha ganado batallas.— comentó un soldado dirigiéndose a Adam, refiriéndose a unos trozos de tela ricamente decorados que tenía Neizan encima —. Otros dicen que quizás un día se convierta en el líder. Molaría ser un Oso, son muy abiertos con la gente y… Bueno, es raro ver a un extranjero convirtiéndose en alguien importante en otros clanes. Me alegra que lo hayan dejado con nosotros, porque tendría que ir con el grupo de cebo.
Acto seguido, invocamos nuestros gliders y volamos a través del escudo que protegía la ciudad, mientras los sincorazón comenzaban ya a abalanzarse sobre nosotros.
Desde la cola del último batallón pude ver como un torbellino negro, formado de los miles de sincorazón voladores que empezaban a atacarnos, se arremolinaba cerca del grupo inicial liderado por Hjalmar y Zacharías. A poco de ello, pude comprobar como Neizan, el valeroso caballero del que tanto había hablado el amigo de Adam, se colocaba detrás mía.
La formación formada de sincorazón comenzó a dividirse y extenderse a lo largo y ancho de nuestras filas, comenzando a atacar al final del batallón: Oseasé, nuestra posición. Por suerte, debido a los hechizos de los diferentes portadores y a la exquisita maniobravilidad de nuestros gliders apenas tuvimos demasiados problemas
Tras un accidentado paseo llegamos al lago, donde a lo lejos varias criaturas gigantescas y negras se nos acercaron a toda velocidad. Dragones sincorazón, para ser precisos.
—¡Disparad y DISPERSAOS!—rugió Neizan.
Antes de que pudiera darme cuenta siquiera, una serie de llamas violetas nos alcanzaron, y todo se volvió oscuro. Cuando todo se esclareció... la escena se volvió peor de lo que creía. Eso se debía a que simple y llanamente estaba cayendo desde una altura increíblamente elevada hacia el lago. Tras darme cuenta en apenas unos segundos, traté de elevar el glider, pero apenas era capaz de controlar la situación...
Una increíble sacudida me lanzó por los aires y logró estabilizar de nuevo el glider. Dicho golpe lo había propiciado el propio Neizam, el cuál me hizo señales para que le prestara su atención.
—¡Dispara al dragón por un costado y ve a la Montaña, rápido!
Al ver al dragón, comprendí un poco la situación. El dragón se matenía en el aire con un caballero que no paraba de volar a su alrededor intentando atacarle. Y otro caballero en... ¡¿Era Adam?! Su armadura se veía a través de las fauces negras del dragón sincorazón.
—¡Yo ayudaré al chico, tú da la alarma, di que se preparen para empezar a cerrar la barrera en cuanto pases! ¡Llegaremos a tiempo!
—¡¿Estás seguro?!—le pregunté para que se diera cuenta de la posibilidad de que se quedaran allí fuera hasta que volviéramos.
Neizam se marchó sin mediar palabra, en dirección al dragón. Medité durante apenas unos segundos. Si alguien no iba a avisar al resto de guardianes, los sincorazón podrían entrar y acabar con ellos. Pero Adam... Entrecerré los ojos y me dirigí sin pensármelo más tiempo, pues era algo que lamentablemente estaba en mi contra. Adam tenía la ayuda de aquellos dos caballeros de la Llave Espada, uno de ellos un verdadero luchador, al menos no estaría sólo si decidían volver a la Ciudadela...
>>Buena suerte, Adam
Sin más, me dirigí rápidamente hacia la Montaña, y en cuánto estuviera mínimamente cerca comenzaría a avisar a los caballeros para que cerraran el escudo mágico:
—¡Los sincorazones nos siguen! ¡Hay que cerrar el escudo, órdenes de Neizan!
Neru se dirige a toda velocidad a la Montaña a avisar a los caballeros para que cierren el escudo. Por si acaso, Neru se queda dentro del escudo, junto al resto de caballeros. (Suena obvio pero por si acaso xD)
—Buenos días. —saludé en voz baja a Lirio, intentando situarme a su lado, cruzada de brazos.
La tensión en el ambiente era palpable, al menos eso me transmitían todos los caballeros allí reunidos, escuchando las instrucciones de, si no recordaba mal, Anisa. Las órdenes eran claras: entrar en el templo, salvar a las personas que allí se encontraban y asegurar todos los alimentos y materias primas que tuviesen valor. Esperaba que entre esas cosas no se encontrase el Papiro que había mencionado Catrina, o las mismas piedras que me había encargado Assur la noche anterior. Como acto reflejo abrí la palma de mi mano, posando la vista encima de esta, y recordando el símbolo que el líder de las serpientes me había grabado allí: ahora vacía.
Me mantuve callada lo que quedó del viaje, ni siquiera me digné a hablar con Lirio a menos que tuviese alguna petición importante que hacerme. En la última reunión habíamos dejado las cosas claras, así que cada una sabía lo que hacer, ¿no?
El Ángel, o el señor Nithael cuya presencia me seguía abrumando, desplegó las alas de forma majestuosa, invocando su propia Llave Espada que le quedaba a juego y alzando el vuelo. Asombrada, le seguí con la vista, pero tampoco se me pasó desapercibida la actitud de Anisa, que por alguna razón parecía estar incómoda. No supe si aquello tendría relación con lo que había dicho la aprendiza del cabello azul, que estaba dispuesto a colaborar con nosotros. Porque si era cierto que tenía algo en contra de la Tierra de Partida de esa época, a mí al menos me vendría de perlas su ayuda.
Hipnotizada por los cristales de las murallas, presencié cómo se abría una enorme abertura en la barrera mágica. Y tan fugaz como un rayo, un potente hechizo atravesó a uno de los dragones Sincorazón de un plumazo. Definitivamente, me sentía como una mosca comparada con los Caballeros del pasado, no me quedaba ninguna duda, y eso me desanimaba hasta cierto grado.
Invoqué mi Glider lanzando la Llave al aire, como de costumbre, y me vi recubierta por mi armadura. Recordé las órdenes de ir en formación de cuña, y siendo precavida e imitando a los demás, les seguí el ritmo.
Durante el viaje, más que estar pendiente de los posibles enemigos que nos podían salir al paso me mantuve pensativa, analizando las diferencias tan grandes que había entre la Orden en mi época y… la Orden de mil años atrás. Estaba segura que ni siquiera los maestros tenían tanta capacidad como Nithael, o los líderes de los distintos clanes, por mucho que me pesase. Además, estaba el asunto de las runas y Zephyr. El único legado que nos quedaba de esa tierra que contemplaba con mis propios ojos era el Santuario de la Reminiscencia, nada más. ¿Y qué era aquello de que el ángel era una copia del fundador de la Orden? Bueno, tras haber visto de lo que había sido capaz Andrei Saavedra con aquel juego virtual, no me extrañaba nada que fuesen capaces de clonar personas con hechizos.
Se me escapaban tantas cosas… Y tenía tanta curiosidad encima.
Al cabo de un rato y sin ninguna incidencia visualizamos el Templo del Oeste, al pie de una enorme montaña, tal y como recordaba del mapa que encontré el Alcázar. Aterricé cerca de la escalinata principal, sin perder de vista a Anisa, la líder de los Zorros, y a los miembros de las Serpientes. El resto del camino se me antojó fácil, puede que demasiado. Si era cierto que había un traidor en la Orden, capaz de controlar a semejante ejército de Sincorazón —que ni en Bastión Hueco o el mismo intersticio había encontrado tantos—, lo más seguro era que estuviéramos cayendo en una trampa. ¿Y si, al contrario de lo que decían los Zorros, los mencionados sacerdotes habían caído ya?
Que pase lo que tenga que pasar. Yo tengo mi propia misión y mis propios problemas.
Pensaba para mis adentros, desviando la vista de nuevo a la palma de mi mano, y recordando que esa era toda la ayuda que Assur me había podido ofrecer. A sabiendas de que el clan de las Serpientes podía ser descubierto.
La entrada principal me transmitió una profunda serenidad, como me había sucedido con el Santuario de la Necrópolis, solo que esta estaba adornada por grandes columnas y puertas de tonalidades doradas. Era precioso. Y al fondo, la estatua de Nithael. Al ver a todos rindiendo culto y respeto hacia la figura, yo tampoco quise quedarme atrás, más que nada para no llamar la atención, y me incliné también, con la mano derecha sobre el pecho.
Por alguna razón sospechaba que aquella estatua no era la del Señor Nithael, sino la del fundador de la Orden. Si a fin de cuentas eran iguales, yo al menos le veía más sentido a que se le rindiera culto al Primero. Estaba convencida, o quería convencerme de ello.
Al escuchar la palabra ”Reliquias” todos mis sentidos se encendieron otra vez, y seria, contemplé la posibilidad de bajar a los sótanos para ver yo misma lo que se fraguaba allí. Pero tampoco podía precipitarme, como una buena serpiente, tenía que avanzar sigilosa hasta estar segura. No sabía qué camino tomaría Lirio, y tampoco estaba interesada, de momento, en esperar desesperada a Nithael para pedirle ayuda. Supuse que ya tendría tiempo para hacerme con los artefactos.
Así pues, me encaminé a la Biblioteca con paso lento. Igual, si tenía suerte, pudiese encontrar allí algo, tampoco lo podía descartar. Y estaba muy interesada en los volúmenes que pudiese encontrarme en un lugar así. Por último, me sentiría incómoda en caso de que Lirio me acompañara, porque pensaba que lo mejor era que cada una tomara un camino distinto para investigar todo lo posible aquel santuario, pero tampoco le diría nada. Cuanto menos sospecharan de mí, mejor.
Hana vio que la chica llamada Saeko se le unía al viaje hasta el Templo y no supo qué pensar sobre ella. Estaba segura de que era una de las aprendizas de Bastión Hueco y durante los últimos meses les habían insistido en tratarlos como enemigos. No se le había presentado la oportunidad para matar a alguno (como mucho, en Nunca Jamás, habían tenido Light, Jeanne y ella a una muy cerca, pero ninguno se habían planteado el asesinato) y no veía en qué podía beneficiarla. La guerra la habían iniciado otros por tonterías, por lo que le habían contado, puesto que ni siquiera había estado presente.
Lo único que podía inquietarla era que quizá la otra parte sí se tomará en serio la trifulca. Habían establecido una paz momentánea por el ataque a Tierra de Partida, pero si Hana fuera esa tal Saeko, aprovecharía una situación como aquella, donde nadie les vigilaba, para causar un «accidente». Le molestaba tener que ser tan desconfiada, dadas las circunstancias, puesto que la muchacha no le había dado razones para no serlo. Y en realidad, ella tampoco para el caso contrario.
Aquel podía ser un buen momento para averiguarlo.
―Hola ―saludó con educación. Cualquiera que la conociera ya se hubiese puesto en guardia―. Qué buen día hace para una excursión en medio de un ejército de sincorazón. Me pregunto qué pasará si morimos aquí. Supongo que alguien dejará nuestra Llave en ese páramo desértico y dentro de mil años estará tan roída y mellada que ninguno de los nuestros la reconocería ―comentó, un poco en clave, por si alguien estaba escuchando―. Irónicamente, podríamos habernos visitado si lo hubiéramos sabido.
Hana pensaba que cuanto menos destacara y cuantos menos recuerdos de ella guardaran en aquella época, mejor. Ni siquiera correspondió al saludo de Nithael. Se estaba involucrando demasiado con el ángel y, una vez regresaran a su tiempo, no volverían a ver a ninguno de ellos.
—Nuestro objetivo es poner a salvo a los Sacerdotes, además de asegurar el Templo. Recogeremos además armas y artefactos para reforzar las barreras, así como todos los alimentos que seamos capaces de transportar. Somos un grupo pequeño, por lo que tenemos que ir juntos y no precipitarnos. —Dio instrucciones una tal Anisa—: Si trabajamos en equipo no tendremos nada que lamentar, así que nada de escapadas. El señor Nithael se ha ofrecido a actuar como cebo para nosotros. Es el más rápido y muy poderoso, así que no tendrá problemas en reunirse con el equipo más tarde. Viajaremos en modo cuña, así que vigilad las espaldas de vuestros compañeros. Yo iré detrás. ¿Alguna pregunta?
Supuso que preguntar quiénes eran y qué hacían los Sacerdotes delante de todo el mundo no le granjearía muy buena reputación. Más bien, al igual que Nithael, pensarían que era una novata y puede que alguien más le pegara en la nariz. Por una vez, decidió guardar silencio para no empezar con mal pie.
Finalmente, listos para partir, Hana contempló cómo el ángel abría una parte de la barrera para que pudieran atravesarla, y acto seguido, el achicharramiento de un sincorazón dragón que estaba en mitad de su camino (le habría gustado tener algo así en su repertorio de habilidades). Lo que más le sorprendió, en realidad, fue la Llave Espada de Nithael, porque hasta ese momento no la había visto. Aunque, si era una copia del Primero, era natural que tuviese una.
Al igual que los aprendices, Hana se había quedado un poco embobada viendo el espectáculo del ángel y tuvo que espabilar para invocar el glider e ir con el grupo. Siguiendo el plan, Nithael se quedó atrás para retener a los sincorazón y ellos continuaron hasta el Templo, que se distinguía al pie de la otra Montaña. La aprendiza se preguntó de nuevo si podrían visitar sus ruinas cuando todo volviera a la normalidad.
Aterrizaron a las afueras y enseguida comprobaron que no había sincorazón por la zona, despertando la curiosidad de todos.
—¿Se habrán refugiado en el interior…?
—Seguro, esos cobardes se habrán encerrado en los sótanos.
―Qué va, lo más seguro es que estén muertos ya ―comentó Hana, encogiéndose de hombros. La explicación de que el ejército de sincorazón prefería a los portadores dentro de la barrera no le convencía en absoluto.
—¡Vale ya de comentarios, adentro!
En el interior, en vez de signos de batalla o alguna escena desgarradora como Hana esperaba, se topó con algo más sorprendente: Nithael. O mejor dicho, su estatua, ante la que se inclinaron todos y cada uno de los Caballeros. Recordando que no habían hecho lo mismo ante el original, Hana comprendió que era el Primero a quien mostraban sus respetos. Vaya panda de locos. Ella no se imaginaba haciendo lo mismo ante una imagen de Ronin o semejantes.
Vio que Saeko les imitaba; sin embargo, Hana se abstuvo, junto a otro par de personas. Quizá aquel hombre significara algo en aquel tiempo, pero para ella no era nada más que un fundador olvidado. Una vez terminaron el rito, Anisa volvió a tomar la palabra:
—No perdamos tiempo: nos separaremos cuatro grupos. Uno se quedará a las puertas para esperar al señor Nithael. El segundo entrará en la Biblioteca, es posible que haya gente dentro, y comprobará el estado de los libros, el tercero subirá a los dormitorios superiores para buscar a los aprendices y comprobar los sistemas de seguridad. El cuarto bajará a los sótanos; lo más probable es que los Sacerdotes estén abajo, cuidando de las reliquias.
«El cuarto bajará a corroborar que los sincorazón han matado a todos esos debiluchos, entendido», tradujo para sí misma. Cada vez estaba más convencida de que no había nadie allí, puesto que no habían salido a recibirles.
Hana tenía su objetivo muy claro: necesitaban el libro y las piedras, y todo apuntaba a que los hallarían en la biblioteca y en el sótano. En cuanto atisbó a Saeko dirigiéndose a esta primera, supo cuál era su destino. Pensó en acordar un plan con ella, pero si estaban a punto de robar allí dentro, lo mejor era que no las relacionaran demasiado entre sí por si a alguna la pillaban.
Tras comprobar que Anisa subía a los dormitorios, Hana bajó a los sótanos, con la intención de buscar sus objetivos sin la atenta mirada de la Zorro.
—Claro que voy a ir. Mi clan podría estar a punto de morir.
—¿También eres de un clan menor? Pensaba que eras de los Leopardos.
—¿Qué tienes que buscar? Si te lo ha pedido Catrina seguro que es algo… raro.
—Unas piedras o algo así. La loca dijo que los clanes mayores las quieren porque dan la montaña por perdida, y que las tengo que conseguir antes que ellos.
—¿Y en qué iba a ayudar yo? Si te lo pide una Serpiente, mejor que te echen una mano ellas.
—Para pillar las piedras necesito a alguien que sepa leer runas, me dijo. Y no me fío del todo de las Serpientes... ¡Tú eres mucho más fiable! —explicó Adam, sonriente mientras ambos avanzaban hacia fuera.
Al llegar a la Puerta del este, empezaron las explicaciones de cómo sería la excursión. Para empezar, necesitarían usar los gliders para sobrevolar un lago infestado de sincorazón. Un grupo de Leopardos y Osos irían en cabeza, como cebo para atraer a los monstruos y que los demás pudieran avanzar.
Parecía un plan aburrido.
—Avanzaremos en formación de cuña, con varios grupos. El objetivo es alcanzar la Montaña. Tenemos que ser rápidos: no nos detendremos aunque alguien caiga. Lo importante es llegar todos vivos en la medida de lo posible y ayudar a los clanes. Además, cuando estemos en medio del lago, será casi imposible salvar a nadie porque estaremos rodeados de Sincorazón por todas partes. Así que recordad. Cerrad la formación. No os separéis. Confiad en vuestro compañero de atrás para que os proteja. Yo iré de los últimos para asegurar la defensa. ¿Alguna pregunta?
Quien había hablado era el mismo que llegó al alcázar con Lyn y Kairi, el que les había increpado por preguntar tanto sobre Zephyr. Aki, viendo que Adam andaba un poco perdido, empezó a explicar cosas:
—Neizan es la mano derecha de Zacharias. ¿Has visto los flecos de sus cinturones? Son todas las veces que ha ganado batallas. —Ahora que lo decía, sí que había visto varios flecos en distintos osos—. Otros dicen que quizás un día se convierta en el líder. Molaría ser un Oso, son muy abiertos con la gente y… Bueno, es raro ver a un extranjero convirtiéndose en alguien importante en otros clanes. Me alegra que lo hayan dejado con nosotros, porque tendría que ir con el grupo de cebo.
—Mooola. —No le importaría pelear contra él, a ver si era tan fuerte como contaban.
Cuando acabaron las explicaciones y las preguntas (Adam no tuvo ninguna, sólo quería acabar cuanto antes), todo el grupo se montó en sus gliders y levantaron el vuelo. A través de un pequeño agujero en la barrera, salieron de la ciudadela, y nada más lo hicieron... Los sincorazón se abalanzaron como locos sobre ellos.
Todo fue muy rápido, y el vampiro tuvo que esforzarse por mantenerse en la formación y no distraerse. Al menos, tanto Aki como el tal Neizan se quedaron cerca de él, e incluso Neru también. Fue un viaje de locos, teniendo que esquivar ataques (en aquel momento, Adam lamentaba no tener ninguna habilidad a distancia, ¡no podía atacarle a nada sin abandonar su puesto!), pero en general no fue demasiado complicado el avanzar.
Pero claro, no iba a resultar tan bonito. A mitad del lago, cuatro sincorazón con forma de dragón se precipitaron contra el grupo de portadores, complicando bastante las cosas.
—¡Disparad y DISPERSAOS! —ordenó Neizan.
¡Como si fuera tan fácil! ¡Esos dragones eran enormes! Adam se movió con su glider lo mejor que pudo, pero una llamarada inesperada le cegó por completo. Cuando recuperó la vista, lo que se encontró no fue para nada agradable: la boca abierta del dichoso dragón que les había atacado, dispuesto a comérselo de un bocado. Su glider le salvó de acabar cual aperitivo, pero los dientes clavados dolieron bastante.
Gruñendo de dolor, Adam intentó liberare sin demasiado éxito, pero por fortuna no tardaron en venir a su rescate.
—¡Adam!
Aki se lanzó al ataque, saltando de su vehículo, agarrándose al cuello de la bestia y clavándole su Llave Espada en un ojo. En cuanto el dragón abrió la boca por el dolor, Adam salió escopeteado de ahí, retomando el vuelo con su glider.
—¡Vuela, joder! ¡Ahora te alcanzo!—gritó el chavalín, todavía agarrado al cuello cual koala para evitar que el dragón persiguiera al vampiro.
—¡Ni de coña! —respondió el vampiro, girando su glider pero no para marcharse, ni mucho menos.
Guiándose por puro instinto de pelea, Adam rodeó el dragón a toda velocidad hasta llegar a su espalda, saltando sin dudarlo. Invocó su Llave Espada al vuelo, cayendo con ella hacia abajo, con la intención de rasgar una de las alas del monstruo todo lo que pudiera, ayudándose de las manos e incluso de los dientes si hacía falta. Había que dejar a ese bicharraco incapaz de perseguirles.
Si lo conseguía, intentaría reinvocar su glider y echar de nuevo a volar, asegurándose en todo momento de que Aki también salía bien parado y le seguía.
Esperando una respuesta por parte de Nadhia, se acercó una mujer con cara de pocos amigos.
- La señora Cornelia no está para esperar a nadie así que mueve el culo. Y tú, vuelve a tus asuntos. ¡No tenemos tiempo para que la gente haga el vago!
Kairi no respondió. Si quería ganarse la confianza de los Unicornios más le valía no dar problemas.
- Kairi, sé que tenemos que coger el libro cuanto antes, pero ahora mismo lanzarnos al alcázar me parece demasiado arriesgado, por poca seguridad que haya. Esa muchacha que acaba de venir no me quita el ojo de encima, y quiero ganarme su confianza al igual que la de la líder de los Unicornios. Creo que así habrá más posibilidades de que podamos conseguir el libro de Zephyr. También hay una niña...
>>Hay una pequeñaja que vive en el alcázar que quizás pueda ayudarnos más tarde. Me pondré a las órdenes de Cornelia durante parte del día, pero intentaré por todos los medios no entretenerme demasiado e ir juntas a por el libro. No te quiero obligar a venir conmigo si te sientes insegura, porque para que lo mío funcione tienes que tratarme como si me acabaras de conocer, porque para Cornelia soy una guerrera de clan menor con amnesia a causa de las bajas de ayer. Si quieres ir con Lyn y esperarme cerca del alcázar... igual que si quieres venir conmigo y no separarnos hasta dar luego con el libro. Lo que tú quieras.
- No voy a quedarme aquí sin hacer nada. Quiero ayudar en lo que pueda, así que iré contigo - respondió decidida - Además, también me conviene caerle bien a los Unicornios. De momento parece que nadie quiere verme ni en pintura... - dijo recordando al Oso.
Así pues, se puso en camino hacia las Murallas junto a Nadhia. Como ella había tenido más contacto con la líder de los Unicornios, haría todo lo que le pidiese.
El Viernes 26 a las 20 fui al hipercor para compra un juego por el cumple de un amigo y en el msn deje un automensaje que era "En El Hipercor" , en esos momentos Habimaru cerro el chat y se creo una multiconversacion de 7 o 8 personas del foro para hablar , cada minuto aparecía mi gracioso automensaje con el icono del tio feliz , cuando llegue y comente estaban todos En El Hipercor , uno en el carrefour pero bueno , al dia siguiente en el chat la frase mítica aparecía cada poco En El Hipercor y ya esta es la historia del Hipercor que tanta gente me pregunta XD ( Se le ha parecido buena o vivió esto ponérselo como firma.