La idea del muchacho fue de lo más acertada. El coloso de hierro pareció de alguna manera comprender al muchacho y acercó su mano hasta él. Lo envolvió con cuidado entre su mano y se lo llevó justo en frente de uno de sus "ojos" para verlo bien de cerca.
El ser robótico hizo un gesto con la "boca" que trataba de emular una sonrisa y luego se fijó en Coli y Jack, a quienes agarró con su mano libre. La muchacha podía resistirse, aunque el enorme ser no pareció notar siquiera que la bella joven pudiese tener alguna discrepancia con ello.
—¿A... mi... gos? —preguntó con una potente voz metálica que posiblemente les diese algo de dolor de oídos.
Sin dar lugar a responder, el enorme robot pasó a Lyon a su otra mano junto a Coli y recogió los regalos con la otra como si estuviese asustado. En la puerta había una docena de sincorazón, todos ellos enfocados en el ser metálico. Sin embargo, la enorme criatura encontró una salida. Sus piernas se convirtieron en dos propulsores y se lanzó contra el techo crendo un enorme boquete en el almacén.
Ambos aprendices tuvieron que agarrarse donde pudieron para no caer en el veloz ascenso y finalmente, tras un minuto los aprendices vieron toda la villa navideña, los bosques cercanos y en definitiva, todo el mundo desde el cielo.
Habían subido a una enorme altitud, al menos 300 metros cuando de golpe aparecieron tres sincorazón voladores
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Los wyvern empezaron a graznar y a rugir antes de lanzarse contra el titán de hierro, que perdió el equilibrio en el aire unos instantes. Al menos por ahora, los sincorazón no parecían interesados en los aprendices, pero si dañaban demasiado al titán caerían al suelo... Y el golpe no iba a ser muy bonito para ninguno de los tres.
Yui trató de volvar la bañera, sin éxito (al fin y al cabo había tres personas montadas, por tanto pesaba bastante), sin embargo un par de mamporros sí que cayeron sobre la bruja y el chico demonio antes de que pudiesen reaccionar.
—¡Aaaah! ¡Es la loca! —gritó el esqueleto mientras se reía.
Los tres abandonaron la bañera y corrieron el último tramo de la pasarela de madera atravesando una puerta más. Yui ya estaba en lo más alto de la masión, así que no había salida para ellos.
La joven pudo entrar a la última zona de la mansión sin problema alguno, sin embargo una vez hubiese entrado una calabaza explotó en su cara cegándola al instante. Instantes después escuchó un sonido metálico y el suelo se abrió bajo ella. ¡Había acabado en una trampa!
La aprendiza perdió la consciencia por unos segundos.
***
Yui pudo reponerse sin muchos problemas. Le dolía el cuerpo, pero al menos no tenía nada roto. Había caído por una trampilla, y ahora estaba en una nueva zona llena de colores rojos y verdes con dibujos... Casi parecía un poco una ruleta de las que tenían en los casinos... ¿No? Aunque un poco más grande... Bastante, mejor dicho.
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Sin previo aviso, unos dados calleron sobre ella, disparados desde una pequeña compuerta. Los dados botaron varios metros hasta caer en sus pies: Había salido el 2 y el 1.
Cuando la joven levantó la vista pudo ver la silueta de una especie de "fantasma" o "saco" gigantesco cuyos ojos y boca resplandecían con fuerza.
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—Bueno, bueno bueno. ¿Y esto qué es? Una mujer, ¿uh? ¡Qué miedo me da! Así que tu eres la joven que da tanto que hablar, jajajaja —cantó—. Es broma, es broma. Y yo no me lo creo. Me estás tomando el pelo, ¡no puede ser verdad! Es débil, es fea... Y no sé que es peor, que risa que me dás... ¡Ay! Que ataque me va a dar... —Una gigantesca araña y varios gusanos salieron de su boca y cayeron en el suelo—. Mister Oogi Boggie piensa que algo va muy mal. Tendrás que ir con cuidado por que soy el Boggie man, y si no estas temblando hay algo que va mal. Quizá estés escuchando un Boggie que es mortal. Ohh, ohh, ohh, ohh, ohh, ohh. Soy el Oogie Boogie man, soy el Oogie Boogie man.
Unas cuchillas surgieron de las paredes y la ruleta empezó a girar. Si Yui se quedaba quieta acabaría troceada. Oogi Boggie clavó sus ojos desde su posición segura (una plataforma a tres metros sobre ella) esperando ver el espectáculo.
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