—Ah, ya habéis llegado. Justo a tiempo.
Diana les hizo un gesto con la mano a ambos para que la siguiesen por la calle, caminando a ritmo ligero. Ragun y Celeste habían acudido hoy al mundo conocido como Coliseo del Olimpo llamados por una misión urgente del tablón: Diana, una de las aprendizas veteranas de Bastión Hueco, necesitaba ayuda con un problema... ¿de dos cabezas?
—Orthos es un cíclope gigante de dos cabezas grande, torpe, y bobo. Pero terco como una mula. Mientras investigaba a los sincorazón cerca de la ciudad me topé con él y el muy idiota intentó impresionarme destruyéndolos. La cosa salió mal, y ahora está infectado por su oscuridad y anda por ahí descontrolado. —Paró de golpe al llegar a las puertas de Tebas, colocándose la mano sobre los ojos para hacer de visera—. Es cuestión de tiempo que acabe viniendo aquí, a Tebas, a causar problemas innecesarios. Id a buscadle y paradle los pies antes de que todas las culpas caigan sobre mí.
»Tened en cuenta que no es un sincorazón, nada de matarle. —Dirigió una mirada significativa a Ragun—. Sospecho que debe de estar en el bosque más cercano de la ciudad, no os será difícil encontrarle. Suerte, y eso.
Se despidió con un gesto de la cabeza, volviendo al interior de la ciudad mientras dejaba a los otros dos para hacer su trabajo por ella. Cuando terminaran, debían volver a buscarla a una taberna de la ciudad.
Al fin y al cabo, un cíclope gigante de dos cabezas tampoco era para tanto, ¿no...?