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¡No te muevas!Dicho y hecho, aunque no era que Ban tuviera muchas otras opciones. Fátima se deshizo con bastante soltura de los umbríos, acabando con ellos como si nada. El muchacho parpadeó, perplejo, con una mezcla de alivio y rabia en su interior. ¿Por qué ella podía y él no? ¿Por qué no era capaz de defenderse...?
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¿Estás bi-? Ni la Maestra terminó la frase, ni Ban tuvo tiempo para responder cuando ella le apartó de un tirón para esquivar el ataque de un nuevo incorpóreo. Esta vez, uno de mayor nivel: un
samurai. Genial, fantástico. Todo el cuerpo de Ban se estremeció con solo verlo.
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Ondina—susurró Fátima, frotando un anillo que llevaba puesto.
Al instante, una figura de agua apareció detrás de la chica. Parecía tener forma de mujer, totalmente líquida... ¿Una invocación, quizás?
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Quédate cerca de ella, Tristan. Te protegerá y defenderá.—
V-vale.En aquella ocasión, ni se le pasó por la cabeza desobedecer. Todavía le temblaba todo el cuerpo, y no pensaba arriesgarse a luchar contra un incorpóreo como ese si no había sido capaz de hacerles frente a los
umbríos, los de menor nivel de todos. Ni hablar.
Pero por mucho que Fátima se enfrentase al jefe y su "Ondina" le protegiese, más incorpóreos seguían apareciendo. Decididos a acabar con el chico, a arrancarle el corazón del pecho... Para que volviese a ser uno de ellos.
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¡Aléjate Tristan!Recibió varios arañazos en los brazos, mientras intentaba defenderse a duras penas. Si esto seguía así...
No quiero morir.Disparó una
Flama tenebrosa desde cada mano contra los umbríos, al mismo tiempo que saltaba hacia atrás con un
Doble salto para dejar paso a Fátima con su nuevo hechizo de agua. Lo hizo casi instantáneamente, sin pensarlo, dejando que su cuerpo se llevase por un único impulso: vivir.