El mayor problema de encontrar un templo, o lo que fuese para despertar a Chtulhu era precisamente que no conocíamos aquella isla. No era demasiado grande, pero no sabíamos ni siquiera la forma que tenía (la habíamos visto de lejos mientras caíamos, pero no había prestado atención).
Lo que estaba claro era que era lo suficientemente grande como para que nosotros dos solos no pudiésemos encontrarlo en menos tiempo del que querríamos… Y tal vez en ese tiempo ya habrían despertado al monstruo.
Tras hablarlo con Fátima gritando, ya que la tormenta era lo suficientemente fuerte como para que no pudiésemos escucharnos correctamente no tardé en volver a activar el Darkside haciendo aparecer a mis pies un charco de oscuridad del que surgieron varios sincorazón.
Lancé una orden “mental” a las criaturas, que no tardaron en obedecer desapareciendo en el suelo para ir en búsqueda de cualquier indicio del altar.
Los sincorazón volvieron al rato y sin necesidad de que éstos hablasen nuestro idioma se hicieron entender invitándonos a seguirles. Intercambié una mirada con Fátima, como si tratase de decir que todo estaba bien… Aunque no podía negar que tenía miedo de lo que pudiésemos encontrarnos allí.
La tormenta se había desatado a penas hacía hora y media, sin embargo la isla ya sufría sus consecuencias. Nos adentramos en la jungla que había un poco más arriba de la cueva en la que nos habíamos estado resguardando sin poder evitar pasar por encima de fango y lodo que descendía con violencia por culpa de la lluvia. Los sincorazón nos llevaron hasta la entrada de una cueva que parecía una vieja herida que conducía a las entrañas más oscuras que uno podía imaginar. Tragué saliva y caminé justo después de que Fátima tomase la delantera.
Todo estaba muy oscuro, sin embargo aquello para mí no suponía un problema, al fin y al cabo podía ver en entornos de aquel tipo, pero la Maestra no. El Piro hizo que mi vista doliese por unos instantes. Desactivé mi habilidad para ver en la oscuridad, molesto por la luz que provocaba el hechizo que hacía que la piedra lisa y húmeda, llena de musgo que le daba un toque de misticismo resplandeciera de una forma peculiar.
La cueva estaba llena de agua, por lo que caminar hacía que hiciésemos bastante ruido, algo que no me hacía mucha gracia por si alguien nos esperaba, sin embargo por una vez no quise pensar demasiado en ello.
Tras un buen rato de caminata no podía evitar pensar en lo que nos deparaba más adelante, al fondo de aquel tunel. Habíamos avanzado muchísimo, lo suficiente como para hacerme creer que estábamos fuera de la isla, probablemente justo debajo del mar… Y por las goteras no debía haber demasiada distancia entre el agua y nosotros… Solo esperaba que no hubiese una trampa que provocase nuestro ahogamiento, aquella no me parecía una muerte muy buena… Ninguna me lo parecía, en realidad.
No tardamos en ver poco después grabados en las paredes. En ellos, pese a su simpleza se mostraba con detalle una criatura que era más alta que las montañas, monstruos con rasgos extraños y que aparentaban seres marinos con aspecto humanoide.
—
¿Ese es Cuthu… como se llame?—señaló al gigante que parecía una mezcla entre un humano, un dragón y un calamar o un pulpo.
—
Sí, Chtulhu. Uno de los Dioses Primigenios —afirmé, algo que posiblemente a la Maestra no le gustó, al fin y al cabo… ¿Cómo iba alguien a derrotar a semejante monstruosidad?
Continuamos caminando en un silencio incómodo. La oscuridad que nos rodeaba era como un lobo hambriento esperando para devorarnos. Sentía que algo nos observaba, algo más tenebroso que los Cat´s. Quizás se trataba del propio Chtulhu, que por lo que decían nuestras historias podía controlar a los humanos mediante el mundo onírico y observarlos. Incluso encerrado y dormido, sus poderes no estaban del todo limitados por lo que podía influenciar sobretodo en determinadas personas, sobre todo aquellas que eran más creativas, como los escritores o los artistas.
—
¿Así que Ivan y tú erais primos…? ¿Desde cuándo os conocíais?—preguntó de golpe la mujer.
—
Depende a qué “cuándo” te refieres —respondí—. [/b]Antes de dejar de ser humano lo conocía desde su nacimiento. Y cuando me convertí en sincorazón… Lo conocí en Tierra de Partida, unas semanas después de que me reclutasen, aunque él había llegado antes que yo.
En aquellos tiempos sentía que conocía a Ivan de algo... Pero no recordaba ni mi nombre de humano. Me sentía tan culpable… Él nunca supo quién era en realidad, ni siquiera me recordaba. Solo era un amigo para él… Si tan solo hubiese sabido aquello antes… A lo mejor los Cat´s tenían una cura, una máquina… Lo que fuera. Quizás era una afección de mi mundo de origen, uno que no existía en ningún otro lugar. Podría haberse salvado y yo… No había llegado a tiempo, había muerto entre mis brazos. Todavía recordaba como su cuerpo se deshacía en partículas de luz dejando solo su Llave Espada; muerta y llena de nostalgia.
—La verdad es que nunca lo habría imaginado, os parecéis como un huevo a una castaña. ¿Te reuniste con él antes de…?
Bajé la mirada. Sabía como acababa aquella frase. “antes de su muerte”, sí. Claro que me había reunido con él antes… Y había visto su muerte.
Yo no me había atrevido a llevar su Llave Espada a la necrópolis para darle un final apropiado. Había sido un cobarde y había huido dejando aquella dura tarea a Victoria.
Era tan insignificante, tan débil…
—¿Qué estabas haciendo aquí? ¿Tenías una misión o ha sido todo pura casualidad?
—[b]La semana pasada un sincorazón poderoso apareció junto a una horda. Light y yo nos encargamos de ellos, pero estaba echando un vistazo por si veía algo raro en el mundo —respondí desganado, más enfrascado en mis pensamientos negativos y pesimistas.
Pensándolo fríamente. ¿No era normal que hubiese suspendido? ¿Qué había hecho bien últimamente? Yo había abierto el Infiernódromo, había metido la pata en muchas misiones colaborando con quien no debía. Había jugado muy sucio en demasiadas ocasiones, había intentado coger el camino fácil, ganando poderes que no me pertenecían robándoselos a otros sincorazón, había puesto en riesgo la integridad de mundos enteros.
El templo de aquella isla de las musas había hablado por sí solo. Había fallado su prueba, no dejaba de fallar y ahora… No había sido capaz de reaccionar en la nave. Había pasado de largo pese a ver a la gente con la que estaban experimentando, los habría sacrificado con tal de salir de allí lo más rápido posible.
Porque tenía miedo.
¿De verdad merecía el poder de la Llave Espada?
—
Maestra Fátima —llamé con un hilo de voz.
—
Que no me llames «Maestra» —gruñó molesta.
Era la primera vez que veía a una Maestra enfadarse por llamarla Maestra. Tendría que tenerlo en cuenta.
—
¿Qué es lo más importante que debe tener un Maestro de la Llave Espada?¿Era la oscuridad lo que me hacía débil? ¿Era utilizar los sincorazón para mi propio beneficio? ¿Mis excusas para compadecerme a mí mismo?
—
Disposición a proteger el equilibrio y a sus aprendices. Y a todo el mundo, en realidad.Bajé la cabeza, sus palabras martillearon mi mente.
<<
Y a todo el mundo>>
Yo había puesto en riesgo un mundo por la seguridad de uno de mis compañeros, había antepuesto su vida por encima de los miles de habitantes de Tebas. Si tan solo hubiese rechazado a Hades… ¿Cómo habrían sido las cosas?
—
Ya veo… Es por eso que yo no puedo serlo.Yo no era apto. Ni como Maestro… Ni como Portador.
Tal vez lo mejor para mí era abandonar el camino de la Llave Espada, no me lo había planteado nunca ya que era lo único que había conocido, era mi vida… Pero aunque mi corazón era débil, mi cuerpo no lo era. Si iba a Ciudad de Paso podría ganarme la vida de mercenario. guardaespaldas o algo así… Quizás incluso podría alistarme a la Federación Galáctica. Estaba seguro de que aceptarían personal que tuviese experiencia en combate.
—
Alguna vez has sentido deseos de abandonar la Orden y… ¿Desaparecer?—
Al principio alguna vez, pero la Orden es mi casa desde hace años. Tiene cosas horribles pero lo que hacemos solo podemos hacerlo nosotros. Supongo que ya lo he asumido y ahora lo considero mi propio deber.¿Y qué era para mí la Orden? Era obvio que había sido mi hogar, un lugar donde había sido más feliz que en ninguna otra parte. Había obtenido valiosos recuerdos, valiosos amigos. Recordaba que al principio, para mí la Orden era solo una herramienta para recuperar mis recuerdos, aquella obsesión era lo que me movía, pero me equivocaba. No necesitaba buscar mis recuerdos, tendría que haber intentado crear nuevos con los demás.
Pero ahora… Había fallado a Bastión Hueco y a Light. Dolía demasiado saber que todos me estaban dejando atrás, que Light ahora era un Maestro y yo simplemente había suspendido. ¿Cómo iba a decírselo? No podía, me avergonzaba… Y aquella vergüenza era para mí un terrible estigma en mi piel.
No dije nada más en todo el trayecto… Y poco después la larga y estrecha gruta se abrió.
La luz azulada que provenía de plantas de apariencia alienígena y cuya forma recordaba a medusas nos recibió y dejó que contemplásemos el enorme escenario que se extendía frente a nosotros.
Frente a nosotros había un extraño camino de piedra, podíamos ver restos de lo que parecía ser algún tipo de ciudad antigua, pero que todavía se mantenía casi en perfecto estado.
Sobre nosotros, podíamos ver el mar, y lo único que lo separaba de nosotros era una extraña barrera que desconocía si la habían levantado los Cat´s o si había estado allí siempre. Lo que estaba claro era que si se trataba de magia, era una tan poderosa que se había mantenido durante miles de años y además resistía la presión del océano, que debía pesar millones de toneladas,
En el centro de aquellas cientos de ruinas, se extendía un edificio similar a una pirámide Maya, sin embargo su tamaño era mucho mayor que cualquier otro templo de aquel tipo y tenía varias diferencias respecto a una de aquellas construcciones. No podía evitar estar sorprendido ante tal lugar, jamás había visto algo semejante, en cierto sentido tenía un algo que para mí la convertía en una maravilla comparable a la ciudad de las sirenas de Atlántica.
Estábamos lejos de la pirámide, por lo que sería una caminata larga. Sin embargo, me preocupaban las naves de los Cat´s. ¿Habían bajado ya? ¿Estaban haciendo pruebas con las naves gumi antes de descender tanto? Al fin y al cabo, si bajaban sin más sus naves podrían acabar como una lata de refresco pisoteada.
En cada rincón había inquietantes estatuas de piedra que se asemejaban a versiones enanas de Chtulhu (eran algo más grandes que una persona normal).
Miré a Fátima por unos segundos y asentí dispuesto a caminar hacia el lugar que parecía ser más importante: La pirámide.