―Llévala lejos, al bosque. Busca un lugar que esté apartado, en el que pueda coger flores.
―Sí, Majestad.
―Y allí, mi valiente y leal cazador, tú la matarás.
El hombre se escandalizó.
―¡Pero Majestad, es la princesa!
―¡Silencio! ―La Reina se puso en pie, haciendo valer su autoridad―. Ya conoces el castigo, si no me obedeces.
―Sí…, Majestad.
No podía oponerse, como ella misma le había dicho. Las órdenes de la Reina eran ley. Y quien no lo sabía…
―Pero para cerciorarme de que no me fallas, me traerás a palacio en el interior de este cofre su corazón.
Una semana antes, Ariasu había hecho llamar a Nicoxa, Nikolai y Daichi a la biblioteca de Bastión Hueco, donde les había dicho que esperaran a que sus invitados llegaran para poder contarles a todos al mismo tiempo el motivo de aquella reunión informal. Pudieron pasar el rato leyendo o mirando las musarañas (Daichi hizo lo primero), pues el resto de participantes no hicieron acto de presencia hasta dos horas después.
La razón fue que la Maestra Ariasu había enviado a Iwashi aquel mismo día la petición a Tierra de Partida para que acudieran a verla lo más pronto posible, pues tenía noticias que comunicarles. Con todo el morro. En ese momento la Maestra Iwashi se hallaba fuera y fue un moguri quien tuvo que ponerse en contacto con ella, y luego con Light, a quien había pedido que fuera a su lugar ya que era el único Maestro disponible. Ariasu había insistido en que llevara a un par de aprendices más con ella, así que Light había encontrado a Maya y a Alaric libres para acompañarle.
Así partieron con prisa para llegar a tiempo a la cita. Entre el retraso del mensaje y la necesidad del moguri de transmitírselo a Iwashi y después a Light, incluso empleando un portal ya era tarde cuando pusieron un pie en Bastión Hueco. Y luego tuvieron que preguntar dónde estaba Ariasu y dirigirse a la biblioteca.
―¡Por fin! Creía que habías abierto el portal en el fondo del mar ―dijo cuando les vio entrar, sonriendo―. Tomad asiento, ya que sois mis invitados. ―Se puso repentinamente hospitalaria.
Ariasu insistió a que los otros tres aprendices hicieran lo mismo. De ese modo acabaron los seis sentados en una mesa circular, en la que se habían olvidado de recoger unos cuantos libros que se hallaban desperdigados por ella. Daichi tamborileaba los dedos sobre la mesa, impaciente.
―Iwashi ya me dijo que te mandaría a ti, aunque yo habría preferido hablarlo con ella ―refunfuñó, dirigiéndose primero a Lighy y luego al resto―. Desde que acabó todo ese rollo de la guerra y hubo de nuevo paz entre nuestros mundos, me ha estado insistiendo en que buscara a un peligroso dragón que se había despertado y liberado del Bosque de los Enanitos, y que quizá yo tuve algo que ver en ese problema… ―rectificó de inmediato―. Quiero decir, no es que yo le azuzara o le animara a que se fuera a destruir otros mundos, pero digamos que no se lo puse fácil a ellos porque ordené a uno de mis aprendices a que les molestara, entretuve a Akio y esas minucias. Es una larga historia. Que la cuente el Maestro Light si le apetece ―concluyó.
»Ahora que caigo, puede que no me estéis entendiendo nada de lo que digo. ―Miró a los aprendices presentes, sobre todo a Alaric―. Tú menos, que tienes pinta de novato. Empezaré por el principio.
Les resumió, tan resumido como pudo, que el Bosque de los Enanitos era un antiguo mundo que había estado por muchos años bajo la protección de la Orden. Hacía tiempo que vivía en paz, por lo que le prestaban poca atención. Recientemente Tierra de Partida había acudido a una misión para exterminar a un sincorazón que estaba causando estragos en el reino. Tuvieron éxito, pero por azares del destino el sincorazón estaba ligado a una criatura milenaria que fue liberada y se marchó a destruir otros mundos.
―Sin embargo, no hemos vuelto a saber nada más de él y eso tenía preocupada a Iwashi. Las dos hemos estado intentando buscarle desde entonces. ―Miró de repente a Daichi―. Ahora que lo pienso, ¿tú no ibas de pequeño a menudo a jugar a ese mundo?
―No. Era otro ―refunfuñó Daichi.
―Tengo que enseñarte a mentir mejor. ¿Por dónde iba? Pues hemos estado buscando y nada de nada. Mi teoría es que ha estado destruyendo mundos tan lejanos que ni siquiera los conocemos, por lo que debemos dejar de preocuparnos y dejarles el asunto a la segunda o tercera generación posterior a nosotros. La teoría de Iwashi es que no ha hecho nada de lo que prometió. En cualquier caso, es peligroso y se me ha ocurrido una forma de encontrarle. Para ello, necesitamos regresar al Bosque de los Enanitos y atraerle a su antiguo refugio.
»Os he convocado para proponeros una misión conjunta entre las Órdenes. El objetivo será llamar a Bahamut, el dragón milenario, y atraparlo. Si logramos sobrevivir a ese combate. ¿¡Quién está conmigo!? ―Levantó el brazo, esperando que la secundaran. Al menos Daichi no lo hizo.
Daba igual que la ignoraran o le siguieran el juego. Ariasu ya tenía en mente llevar a cabo la estrafalaria idea. El caso es que, como en su mayoría eran aprendices, podían imaginarse que al final tendrían que obedecer quisieran o no.
―Llamaré a Iwashi para ponernos de acuerdo con el plan. Por ahora solo quería dejarlo en claro a los participantes de la misión: usad este tiempo para prepararos o inventaros una enfermedad rara. Nos veremos dentro de una semana, en el camino hacia la capital donde aterrizó Tierra de Partida la última vez, salvo que la Maestra o yo os digamos algo diferente.
A Light le dijo que hiciera lo que quisiera, ya que en un principio solo quería a un Maestro de Tierra de Partida, aunque no se negaría a la participación de otro más. Posteriormente Iwashi tampoco se opuso a que colaborara.
Tuvieron aquella semana de descanso previa a la peligrosa misión, donde pudieron concienciarse, tratar de escabullirse o incluso indagar por sí mismos sobre la criatura. Las Maestras se negaron a dar más explicaciones, dado que seguían continuamente en contacto para terminar de perfilar la estrategia que llevarían a cabo.
Finalmente llegó el día señalado. Ariasu acompañó a los aprendices de Bastión Hueco y aterrizaron en el lugar señalado. Light, a petición nuevamente de Iwashi, hizo lo mismo con los de Tierra de Partida. La Maestra había estado bastante ausente durante la semana y casi no se le había visto el pelo. Una vez se reunieron todos nuevamente, acordaron esperar un poco más a que apareciera la tardona.
Mientras tanto, podían charlar, insistir con sus dudas o ponerse a llorar para tratar desesperadamente de que les retiraran de la misión suicida. El camino hacia la capital se encontraba en ese momento vacío. Aun así se apartaron a un lado, entre la vegetación, para no llamar demasiado la atención.
Daichi participaba como un aprendiz de Bastión Hueco. No se dirigió a ninguno de ellos, sino que se mantuvo aparte, ausente.
Fecha límite: 19 de noviembre.