[Libre] Jardines de Tierra de Partida

¿Te apetece vivir la auténtica vida de un elegido de la Llave Espada? ¿Poder decidir tu propio destino, y salvar a los mundos de los sincorazón? ¡Pues entra y participa!

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

Be light to burn

Notapor EspeYuna » Dom Nov 15, 2015 3:05 am

Había pasado un mes desde que Tierra de Partida volvió a la normalidad y Nadhia y sus amigos regresaron a su presente. Pensaban que tras aquello, todo sería más fácil. Pero no fue así.

Recordaba con gran angustia los primeros días de luto a Villa Crepúsculo. Su ciudad, su hogar... la oscuridad se lo había tragado. Aún no había tenido el valor de ir a comprobarlo por sí misma, pero Light le había dejado claro que se ahorrara el sufrimiento. No quedaba nada. Donde antes crecía una ciudad bañada por el atardecer, ahora sólo había rocas desperdigadas y una sensación desagradable con tan sólo acercarse a los restos del desastre.

Gracias a la Federación algunos ciudadanos consiguieron sobrevivir, pero no todos. Era un auténtico milagro que sus padres y su hermano siguieran vivos. Recordaba caer redonda al suelo cuando Montblanc le confirmó que estaban refugiados en Ciudad de Paso esperando atención. Sin embargo, no había rastro alguno de Sendh.

Nadhia tuvo que aceptar la terrible realidad. Dada su edad y su estado, iniciando una demencia, era muy poco probable que hubiera sobrevivido.

Su madre se echó a sus brazos, pero tras el emotivo encuentro todo fue de mal en peor. Nadhia tuvo que acarrear con las consecuencias de haber mentido y ocultado a su familia el secreto de los mundos y los Caballeros. Las noticias en los periódicos tampoco ayudaban demasiado, culpando a la Orden de no haber evitado la masacre de Villa Crepúsculo, un mundo que, hasta la fecha, no había tenido que preocuparse por los sincorazón.

En todo caso, sus padres no se tomaron demasiado bien que ella estuviera involucrada en ese nuevo mundo que estaban descubriendo a cuenta gotas. Su madre, al borde de un ataque de nervios, le rogó que se quedara con ellos. Su padre, aun en silencio, mostraba cierta preocupación y no parecía la misma persona. Para sorpresa de Nadhia, había vuelto a fumar a escondidas de su madre cuando tenía la oportunidad. Y su hermano... estaba empeñado en que lo convirtiera en aprendiz. Pero lo único que le motivaba era la sed de venganza por todos sus amigos y compañeros de Struggle caídos. Nadhia, aun si fuera maestra, no le concedería el privilegio de ser Caballero en aquellas condiciones.

Tuvo varias discusiones, hasta el punto de no querer ver a su familia por una temporada. Le pidió a Montblanc que, por favor, intentaran cuidar de ellos. El patriarca de los moguris le dijo que procuraría hacerlo, pero que entendiera que su familia no había sido la única perjudicada. Nadhia asintió en silencio la última vez que pisó la Orfebrería, seguida de Tandy, quien estaba sufriendo por las circunstancias y la preocupación de su protegida.

Aquellos días, Nadhia estuvo evadiendo a su familia y ayudando a Sam con los heridos y algunos de los refugiados. Pocas eran las víctimas que habían logrado sobrevivir, y a Nadhia se le partía el alma sólo de pensar en los niños a quienes instruía su hermano Dan. El impacto era demasiado grande para ellos, pero ella, a causa de la presión como consecuencia de su posición, no era capaz de entender los propósitos homicidas de su hermano a escaparse de cuando en cuando a los distritos no seguros.

No tuvo más remedio que pedirle a Tandy que lo vigilara y le protegiera. El pequeño, siendo su guardián, dudó en un principio por separarse de su amiga. Sin embargo, si Nadhia así se encontraba más tranquila y él podía ayudarla, aunque fuera sólo con velar por la seguridad de su familia, aceptó. La aprendiz, al borde del llanto, lo abrazó la noche que decidió regresar a Tierra de Partida, prometiendo que sólo sería por un tiempo, hasta que su familia consiguiera superar el duelo.

Otra persona se opuso a que regresara, y le echó en cara todo lo que había sucedido. No era ni más ni menos que Will, aquel chico arrogante que la había protegido una vez en Villa Crepúsculo junto a Ragun, y que había repudiado a ambos por su legado. También se enteró que era el hermano mayor de Sam, cuando éste intervino para separarlos. Nadhia se había encarado, furiosa.

Ver a su familia en aquel estado, Villa Crepúsculo destruida, las noticias de la prensa de Ciudad de Paso... todo se mostraba fuera de su alcance y le estallaba la cabeza, incapaz de retener el impulso de romperle la nariz a aquel imbécil que desconocía todo por lo que los Caballeros habían sufrido.

Clío logró intervenir, calmándola y consolando su situación. Pero también le advirtió que debía mantener la calma con aquella clase de actos, en especial comenzar una pelea callejera, y guardarse el rencor y el odio. Si no, no resolvería nada. Ella eso ya lo sabía, pero quizás había retenido por mucho, demasiado tiempo, su enojo.

A la semana tras volver de Ciudad de Paso, Nadhia siguió ayudando en todo lo posible en Tierra de Partida, aceptando misiones y pequeños encargos de sus maestros sin rechistar. Echaba de menos a Tandy, pero sabía que había hecho lo correcto. Con él, Nadhia no temería por la seguridad de su familia. Sin embargo, aquel no fue el único problema que tuvo que resolver de cara al futuro.

*****


Un día, llegó a sus manos una carta de puño y letra de Saron. En un principio, no supo si era buena idea volver a encontrarse a solas con él, sobre todo tras todo lo sucedido la última vez. Es más, quería olvidarse del tema del broche. ¡Bastantes problemas tenía, como para tener que preocuparse por almas pegadas a ella de por vida!

Sin embargo, algo le dijo que debía ir. Se preparó una noche y llegó al mundo y a la hora acordadas. Saron le esperaba en una casa propia de un conde adinerado, a las afueras de Castillo de los Sueños.

Le narró la historia de la nephilim Evangeline, la de sus hermanos Arthur y Clara, de aquel quien se hacía llamar Amo y de su siervo Xinjat, que tan sólo era el cascarón vacío de un inocente que se involucró demasiado, de nombre Janit. A ojos de Nadhia, tenía toda la pinta de tratarse de un incorpóreo esclavizado. Recordó el de Andrei a manos de Aaron y se le revolvió el estómago.

Nadhia escuchó, interesada, la historia. De principio a fin, no pudo evitar hacer preguntas. Saron le respondía y extendía más de la cuenta la historia de las almas perdidas en el broche de Nadhia, cosa que a ella, en aquel momento, no le molestaba. No tenía ninguna misión pendiente, no tenía que volver por Tandy y sus amigos estaban bastante ocupados. Light, por un lado, entrenando con sus nuevas alas de nephilim, algo que no pensaba contarle a Saron por si se interesaba demasiado por él. Y por otro lado, Fátima estaba demasiado encerrada en sus entrenamientos con ayuda de Malik, pues en nada tendría su examen.

Tras terminar la historia de Saron, el hombre le aseguró que no debía preocuparse más por el Amo y sus esbirros, ni por Arthur ni Clara. Nadhia enarcó una ceja, incrédula. ¿Qué les habría hecho cambiar de parecer para no seguir persiguiéndola cuando tenían la oportunidad? El conde le explicó que, efectivamente, se había encargado de Xinjat. Por otro lado, Arthur y Clara habían sido como unos hijos para él y parecía que habían entrado en razones tras tenderle él mismo una emboscada. Como era de suponer, estaban confusos y habían sido manipulados de tal manera que habían perdido completamente el rumbo de sus acciones. Ahora vivían en paz junto a él, en aquella mansión. Todavía se estaban recuperando de la hipnosis del Amo, y deseaban no encontrarse con Nadhia hasta que volvieran a controlar sus emociones y aceptar el duelo de su hermana Evangeline de la mejor manera posible. Y esta vez sin rencor a quien fue, sin duda, el amor de su vida y quien la liberó de sus responsabilidades por un tiempo.

Por otro lado, Saron le dio una buena noticia, y es que, tras entrar por la puerta, no pudo evitar sonreír de puro alivio y decir que "Por fin se ha ido". En efecto, el broche de Nadhia había perdido su poder, lo que significaba que el alma de Evangeline ya no pertenecía atada a ella. Ambos estuvieron sentados cerca del fuego, tratando de descubrir el por qué de aquella repentina desaparición del poder del broche. Ella tenía una teoría, y es que había permanecido dormida cerca de mil años para regresar a su tiempo. ¿Y si, por el camino, las almas del broche habían logrado hallar la paz? Era una posibilidad. Otra de ellas era de suponer que, quizás, Assur o la misteriosa Catrina hubieran hecho algo mientras ella soñaba ajena al mundo. Si aquello fuera cierto, no podía estarles más agradecidos. Pero era, como tal, otra supuesta teoría. Todavía no estaba muy claro el motivo. Y Saron confirmó que, en efecto, el sincorazón que la había arrullado en sus primeras pesadillas pudo ser el sincorazón de Janit.

Sin embargo, no todo eran buenas noticias. Nadhia había estado investigando sobre las almas de las Llave-Espada, y no había encontrado un mísero informe que redactara sobre ello. Pensar que era la única ya no sólo se le hacía raro, sino... sospechoso. Y más cuando, tras mil años de descanso convertida en cristal, Ángel Forjado no volvió a aparecer.

Saron le contó, entonces, la terrible verdad. Ese alma, conectada a su Llave-Espada, se hacía llamar Lucifer, encarando un nombre prohibido en los mundos habitados por los nephilim, ahora perdidos en el intersticio y convertidos en polvo de estrellas. Según las leyendas, Lucifer fue el primer nephilim que decidió encararse a la bondad y al sistema de su mundo, perdiendo sus alas y convirtiéndose en el mismo reflejo del diablo.

Nadhia conocía las historias de los demonios, fríos, manipuladores y sin escrúpulos. Lucifer había intentado reencarnarse una vez en Evangeline gracias a los pecados instaurados por su fuga con Cédric. Al segundo intento, fue con Nadhia, aunque ésta se trataba de un recipiente mucho más frágil al tratarse de una humana. Saron dijo, sincero, que estaba aliviado de no haber tenido que intervenir. Le aseguró que encargarse de ella por el método rápido le hubiera ahorrado un sufrimiento atroz, y que había tenido mucha suerte en que, fuera el paso del tiempo, el silencio de un alma dormida o unos magos poderosos de otra época... hubiera intervenido.

La joven se sentía traicionada. La supuesta prueba del descenso de su Llave-Espada había sido una trola. Y su Llave-Espada había estado corrompida desde incluso después de quebrarse por su propio dolor. Era cruel pensar que, quizás, el llavero con el que se mostraba su Llave-Espada eran los restos de una sucia mentira. Tendría que hacer una visita, tarde o temprano, a la Orfebrería.

Saliendo el sol, Nadhia se despidió de Saron a la entrada de su propiedad. Y decidieron, por el bien de ambos, no volver a verse jamás.

*****


En una pequeña misión, tuvo la oportunidad de visitar al hermano de Ragun y el campamento de Siraj y Bahira. Fátima le había pedido que, por favor, fuera a ver a Bahira por si necesitaba algo en concreto. La mujer estaba ya a pocos meses de convertirse en madre y las altas temperaturas del desierto podían ser fatales para una embarazada. Sin embargo, Bahira era de hierro, y se encontraba perfectamente, no tanto como su marido, quien a pesar de seguir viendo a Nadhia como una niña a la que hacer de rabiar con sus bromas, estaba bastante preocupado por su mujer y su futuro hijo, tratando también de terminar los preparativos para su siguiente viaje a las montañas.

Nadhia también aprovechó para visitar al hermano de Ragun, quien siempre la recibía con los brazos abiertos. Al parecer, habían logrado librarse por un tiempo de los Cats, lo cual era un alivio. Tenían ya bastantes problemas en la Orden como para preocuparse por una organización de chiflados.

Lo cual, hizo que se acordara de Kit y una punzada de dolor le atravesara el pecho. ¿Hacía cuánto había pasado ya...?

*****


No pudo evitar visitar la Necrópolis aquel día, antes de volver a casa. Había dejado pendientes muchas cosas, entre ellas, visitar el Templo de la Reminiscencia y buscar una Llave-Espada en concreto.

Sin embargo, lo primero era lo primero. Visitó las tumbas de Kazuki y de Kit, dejando a cada uno una flor bastante rara que Bahira le había obsequiado antes de despedirse de ellos. Tras aquello, buscó durante horas la tumba de Cornelia.

Pero no encontró nada. Pensó que podría hallar, al menos, su Llave-Espada, hablar con ella, despedirse con más calma. Sin embargo, una duda asaltó su cabeza, ¿por qué?

Estaba segura que había sentido algo muy intenso por Cornelia aquellos dos días en el pasado. Pero era una mezcla de exagerada admiración y cierta atracción por una mujer que había considerado, hasta ahora, lo más hermoso que habían visto sus ojos. ¿Por qué estaba tan empeñada en seguir su fantasma? ¿Acaso tenía una relación tan especial con ella?

La respuesta era clara: no.

Había vivido una experiencia muy bonita en un milenio de descanso. Su mente había jugado con todos aquellos sentimientos y había construido una fantasía que, si bien tenía claro que se había tratado de una jugarreta retorcida de su subconsciente, estaba agradecida por la felicidad que le brindó. Pero tarde o temprano había tenido que despertar, y enfrentarse a la realidad.

Y la realidad era que...

Hola

Algún día, tendría que encontrarse con él.

*****


Estaba muy cambiado. Más alto, más adulto... no era el muchacho que conoció un año atrás. Sus ojos marrones permanecían ocultos bajo una mirada inyectada en sangre. Sin embargo, parecía más serena que meses antes de su desaparición. Su cabello había crecido, hasta tal punto de que se lo había recogido un poco hacia atrás, aunque con ambos mechones cayendo por sus mejillas. También vestía completamente diferente, con una gabardina que le llegaba hasta los tobillos.

Se sentaron en una roca cercana a la Llave-Espada de Kazuki, que permanecía intacta, aunque completamente sin vida.

Hablaron de muchas cosas. En esencial, de por qué desapareció. La bruja, fue su motivo. Nadhia se encogió, no muy segura de qué esperaba de aquella conversación. Sin embargo, siguió allí, escuchándole. Luego, ella no tuvo tapujos en echarle en cara todo. Él calló, aceptando las culpas, y observando con tristeza la espada de su segundo maestro.

Había estado preocupado por la Orden de Tierra de Partida, sobre todo los últimos días tras la caída de Villa Crepúsculo. Dijo que quería buscarla, pero que temía que hubiera muerto. Nadhia no contestó a esa suposición. Igualmente, a pesar del miedo, ¿de verdad quería buscarla?

Y entonces, él dijo que la seguía queriendo. Que no había dejado de pensar en ella tras haberla dejado atrás, pero que tras comenzar a experimentar un descontrol atroz con los poderes del ente que adormitaba dentro de él, temía hacer daño a sus amigos, y especialmente a ella.

La tomó de una mejilla, y le hizo una propuesta, si realmente seguía sintiendo algo por él.

Ven conmigo.

La idea fue tentadora. Fugarse con esa persona especial que la trataba como algo muy preciado. Buscar su propia felicidad, olvidarse de los problemas. Cuidarlo, tratar de eliminar aquellos tormentos causados por la bruja. Vivir su vida, ser libres.

Pero... aquello no estaba bien.

Nadhia rechazó los labios de Xefil, y éste, aún así, le besó en la frente. Admitió que sabía que la posibilidad de que se fuera con él estaba entre una de un millón. Porque la conocía.

Porque sabía que no podría abandonar Tierra de Partida. Porque él había visto cuánto amaba su nuevo hogar. Él, sin embargo, no había hallado esa felicidad. No hasta que acabara con la bruja. O se encontrara a sí mismo.

Nadhia lo acompañó hasta donde tenía escondida a su voluminosa mascota, quien reconoció a la joven al instante y se acercó para que ella le acariciara. Xefil le preguntó por Tandy, y ella le contó lo sucedido. Asintió y dijo que había hecho lo correcto.

Antes de subir a su medio de transporte, pues volaría y exploraría la Necrópolis un rato más encima de su fiel amiga, se acercó a Nadhia, le cogió de la mano y se la besó, como el caballero que siempre había mostrado ser.

Gracias por todo, Nadhia.

*****


Aquella noche, Nadhia no paró de llorar.

Había perdido muchas cosas por el camino. Su familia renegaba de su legado, al igual que muchos nativos de Ciudad de Paso, quienes antes siempre la habían tratado bien. Temía por la seguridad de su hermano, la de su familia, encontrándose cerca de distritos hostiles. Había dejado atrás a Tandy, quien había sido un compañero del día a día desde hacía mucho, acostumbrándose a su compañía. Ahora, la habitación se le hacía enorme, vacía y triste.

Xefil también se había ido, y nunca sabría si Cornelia pudo ser o no algo especial para ella.

La traición de su supuesta Llave-Espada también había sido un auténtico chasco para ella. Sentía que todos sus progresos, sus flechas mágicas, sus habilidades angelicales... eran producto de una mentira.

La vida de sus compañeros continuaba. Fátima pronto sería maestra, Light también le llevaba ventaja. Pero... ¿ella? ¿Quién demonios era ella?

Salió de la habitación a que le diera el aire. No se encontraba del todo bien.

Tenía la sensación de estar acumulando algo dentro de su ser, algo que quería salir, explotar. Llegó a los jardines, recordando todo lo que había sufrido aquellas semanas. Todo lo que había rechazado por la felicidad de los demás, y también por su legado. No, por su orgullo.

Y entonces, cerca del lago de Tierra de Partida, su cuerpo estalló en llamas.

Cuando recobró parte de su cordura y se tranquilizó, Nadhia estaba rodeada de cenizas. Se concentró en aquel sentimiento, y una llama rodeó su muñeca derecha. Observó el hechizo que estaba conjurando.

No, la afinidad que había nacido dentro de ella.

Tras unos largos minutos que se hicieron horas, Nadhia permaneció cerca del lago, observando su reflejo en el agua. Recordó los motivos que la movieron a convertirse en aprendiz, y comenzó a reírse sola al darse cuenta de lo mucho que había cambiado.

¿Qué era lo que quería realmente?

Amaba Tierra de Partida, a sus amigos, a todas las experiencias que había vivido, fueran o no malas. Había amado a Xefil, había enloquecido por Cornelia, había sacrificado por Tandy. Había consolado a Fátima, había protegido a Light.

No podía arrepentirse de las decisiones que había tomado, y de todas y cada una de las vivencias pasadas.

A partir de aquella noche, sabía que no sería fácil. Puesto que tenía que volver a encontrarse a sí misma. Por un momento, comprendió las palabras de Xefil antes de decir adiós.

Tarde o temprano, hallaría su nuevo destino.

Porque siempre hay un camino

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Be light to burn ha sido como una especie de epílogo de transición de Nadhia. Estaba cansada de tener tantas tramas secundarias pendientes y carentes de interés para mi personaje a estas alturas, puesto que con ellas no conseguía avanzar en su crecimiento como persona, y he decidido hacer ciertos cambios y cortar por lo sano, de aquí este texto que ha salido, iniciando así una nueva etapa con Nadhia, aprendiendo a valerse por sí misma y no depender de los demás y hallar sus propias metas.

Gracias a los que se hayan interesado por leerlo. <3
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor LightHelco » Dom Jul 09, 2017 11:46 pm

La droide miró al joven que se encontraba frente a ella. Este no parecía nada cómodo con la presencia de Dos, haciendo golpear los dedos de su mano zurda, mientras la diestra descansaba sobre el brazo, inamovible. La verdad es que aquellas dos manos eran bastante curiosas, ya que solo una de ellas estaba en vuelta en un guante ¿una nueva moda entre los orgánicos?

Para ser francos, todo en aquel chico era extraño, como la gente que había venido con él. Parecía humano, pero su piel era blanca como la tiza y no paraba de mirar a la robot con sus llameantes ojos rojos. Si, llameantes era la mejor forma que tenía para definirlos, ya que sentía que iban a echar fuego en cualquier instante. Lo más curioso eran sus orejas acabadas en punta y la prenda más destacable un sombrero de copa que ahora descansaba sobre la mesa.

Bueno… deberíamos empezar, he visto que no se encuentra demasiado cómodo con esta situación o al menos ve en mi una especie de amenaza que lo inquieta —apuntó Dos rompiendo el hielo para iniciar una conversación —. Parece una persona de… alta cuna diría que es el término usado por los orgánicos, pero supongo que llamarle simplemente señor puede llegar a ser cansado, así que estaría bien poder saber su nombre.

El joven suspiró dejando de golpear la mesa y cruzando los brazos suspirando. Se escuchó un maullido y el extraño joven se agachó para poner en la mesa un gato de color negro con las patas blancas.

Disculpa, me estaba clavando las uñas en el tobillo —habló el joven antes de presentarse —. Puedes llamarme Alec, Alec Ocus. Y si, no suelo fiarme de apatejos como tú, incluso si son Portadores de la Llave Espada.

Anda, ¿sabe sobre los Portadores? Eso nos ahorrara tiempo en explicaciones sobre que es este lugar y…

Antes de que Dos pudiera terminar de hablar, el joven hizo aparecer en su mano izquierda un arma con motivos de barajas de cartas. Era fácil de reconocer como una Llave Espada.

Fui miembro de la Orden de Tierra de Partida, simplemente me retiré para proteger mi mundo… aunque ya ves para lo que ha servido.

Tanto los ojos como la nariz de la droide parpadearon mostrando la sorpresa que había sido para esta aquella revelación. Bueno, no era el primer Portador que sabía que volvía tras una ausencia, por suerte.

Guau, esa es una llave realmente bonita, señor Alec. Pero a lo que vamos, ha dicho que abandonó la orden para proteger su mundo, Ciudad de Halloween, ¿podría contarme sobre esto? —inició finalmente con las preguntas —. Imagino que si ha estado fuera, su Maestro habrá podido andar preocupado.

Un poco difícil que se preocupe si no está —el Portador fulminó a Dos con la mirada mientras decía aquello —. Sobre mi tiempo fuera. Decidí quedarme en Ciudad de Halloween cuando Oogie empezó a amenazar la ciudad con Sincorazón. Supe de un equipo encargado en protegerla, pero ninguno tenía el poder para eliminarlos de verdad, necesitaban una Llave Espada y yo podía ofrecerla. Así que a sabiendas de que me encontraba sin Maestro, decidí quedarme en mi mundo junto a mi familia y vecinos.

¿Entonces Ronin no era el primer Maestro que había muerto en los últimos años? Había escuchado alguna cosa, pero siempre que preguntaba la gente prefería cambiar de tema, así que no pudo sacar mucho en claro.

Vale, se quedó defendiendo el mundo, ¿pero eso quiere decir que estuvo aislado del resto? ¿O ha mantenido algún contacto?

Solía gustarme leer el periódico de Ciudad de Paso, incluso si estaba totalmente manipulado, así que en ocasiones es cierto que realicé escapadas a ese mundo y comprar un ejemplar. Además dejé en más de una ocasión misiones para Tierra de Partida por si podían enviar algún portador y ayudarme con nidos y brotes de Sincorazón… no perdí el contacto del todo.

¿Se enteró de los sucesos de Ciudad de Paso en 1013?

Alec palideció en ese momento, como si el hablar de ello le causara alguna especie de dolor.

No de inmediato, pero lo descubrí y también cuando cayó el siguiente mundo —respondió cogiendo algo de aire —. A partir de ese día es cuando las cosas empezaron a ponerse cada vez peores en mi mundo. Los Sincorazón se volvieron más violentos, adentrándose cada vez más y más a la ciudad, también los nidos se formaban más cerca de esta, cuando en un comienzo todos los había estado encontrando en los bosques y montañas.

>>En el primer año pude arreglármelas sin problemas con el equipo de Morgana, pero a partir del 1014, aquello se nos iba totalmente de las manos —el chico se agarró la mano del guante antes de continuar —. Durante una incursión a un nido, nos encontramos a un Sincorazón más poderoso de lo normal. El maldito resultó ser superior a nosotros, pero tenía miedo de que Ciudad de Halloween acabara como Tierras del Reino u otros mundos que ya habían sido destruidos, así que insistí en que lucháramos y…

El joven alzó los ojos para mirar directamente a la droide. Esta escuchó un “click” proveniente del Portador y después como separaba su mano y muñeca derecha del brazo.

Pagué caro aquel error. Vencimos al Sincorazón y destruimos el nido, pero no solo se llevó mi mano, sino que también perdimos a un miembro del escuadrón de Morgana —continuó Alec arrepentido, volviendo a colocar la mano en su sitio —. Tras ese día no paré de acudir a la Orden a por ayuda, no podía arriesgarme a cometer otro error así.

Razonable. Y supongo que ahora entiendo porque había tantas misiones de Ciudad de Halloween en el tablón siempre —comentó Dos haciendo memoria de lo ocurrido los últimos cuatro años —. Continúe, señor Alec.

Defender Ciudad de Halloween cada vez resultaba más y más complicado, los habitantes y Jack culpaban a Oogie de aquello, algo normal, pero yo tenía claro que lo que pasaba superaba incluso a ese saco de insectos —soltó aquellas palabras con bastante odio, culpable o no, se notaba que Alec no le tenía mucha estima al susodicho —. A finales del año pasado, le propuse primero a los de mi especie y posteriormente a Jack, el ir sacando a los habitantes de Ciudad de Halloween por si llegamos a un punto de no retorno.

>>Tuve que romper las normas de la Orden y hablarles a todos sobre los mundos y el exterior, también los invité a que colaboráramos con Ciudad de la Navidad, ya que Santa Claus sabía de algún método para viajar entre mundos —explicó el joven —. Necesitaba sacar a mi familia lo antes posible de la ciudad, porque llegue al punto en que realmente sentía que iba a perder Ciudad de Halloween.

Dos decidió dejar unos segundos de silencio viendo que a Alec le costaba seguir hablando, el chico dedicándose a acariciar la cabecita de la gata en ese tiempo.

Es cierto que en las Navidades de 1015 tuvimos regalos muy extraños, ya que vinieron con duendes y hombres lobo, ¿fue aquello parte de su plan?

Sí, claramente Santa Claus quería salvar a los suyos de la misma forma que yo a los míos, por lo que iniciamos la evacuación de los dos mundos a la vez… pero nunca la completamos.

>>En cuanto me crucé con el mayor nido de Sincorazón que había visto en mi vida, llamé directamente a Lyn para pedir toda la ayuda posible. Akio fue el que acudió con bastantes otros Portadores. La cosa es que lo que nos encontramos no fueron solo Sincorazón e Incorporeos —informó Alec —. Nos habían dicho que algunos habitantes se cruzaron días antes con un niño de pelo verde. Después de que uno de los grupos de la evacuación se desapareció, el grupo en el que había mandado a mi prima y Anthony… los busqué durante días, solo para encontrarlos en la batalla transformados en abominaciones. No solo hubo Sincorazón, aquel niño nos lanzó monstruos que en su momento fueron vecinos nuestros o de otros mundos.

Alec golpeó la mesa con la mano postiza, asustando tanto a Dos como a la gata. Estaba nervioso y enfadado.

Participé en la batalla, maté a esos monstruos… los primeros a esos dos y no quise retirarme por nada del mundo, quise proteger Ciudad de Halloween hasta el final. Pero aquel niñato anuló mi magia con sus trampas, al ir a acabar con un Sincorazón… al ir a hacerlo…

El joven estaba temblando debido a los nervios y los recuerdos de aquellos sucesos.

¿Qué ocurrió, señor Alec?

Se desvió hacia la fuente —respondió finalmente —. No sé si has estado alguna vez en Ciudad de Halloween, pero en medio de la plaza mayor tenemos una fuente de ácido —. Dos rápidamente se dio cuenta de lo que había causado Alec —. En cuanto explotó debido a mi hechizo, la plaza se inundó y los chorros de ácido dañaron tanto a los portadores como a los habitantes. Akio me ordenó que me retirase y ayudase a evacuar a todo al que pudiera.

>>Mi madre perdió a su familiar por mi culpa y mi tía a su marido, ya que los monstruos se lo llevaron. Tuve que hacer caso a Akio y centrarme en salvar a los pocos miembros de los Ocus que quedaban y traerlos sanos y salvos a Tierra de Partida.

El joven agachó la cabeza destrozado. La gata empezó a lamer la cara del joven para intentar aliviar su dolor, uno que Dos empezaba a entender poco a poco. Aquellos últimos años le habían servido para poder entender el cómo se sentían los orgánicos con los que trabajaba.

Como sabrá, hay varias partidas de búsqueda tras la pista de Verdín, el niño verde que ha mencionado.

Se que Akio y otros han sido capturados, me suelo enterar muy pronto de mis metidas de pata.

Yo no había dicho nada de que fuera culpa suya… —se alarmó la droide ante las palabras del otro —. A lo que me refería, es que si es cierto que miembros de su familia han sido tomados como prisioneros, hay posibilidades de que podamos salvarlos antes de que les pase nada.

Alec asintió y murmuró un simple gracias. Estaba claro que le iba a costar recuperarse de aquellos últimos meses.

De todas formas, nos alegra tenerle de vuelta en Tierra de Partida, señor Alec —. Dos sonrió y su naricita se iluminó dando algo más de luz a la habitación y también captando la atención de la gata, que meneó la cola al verla —. Todos los días se nos unen nuevos Portadores, pero el contar con un miembro antiguo y con la experiencia que dice tener no es tan común. No debe preocuparse, hablaré con los Maestros para que decidan cuando puede unirse nuevamente a las misiones, es fácil ver que su estado emocional actual solo le causaría problemas y molestias si le forzáramos a ir a otra batalla.

>>Sobre su familia y vecinos que hayan llegado al mundo, les conseguiremos una casa en el poblado y podrán ayudar al resto de supervivientes y refugiados en las diferentes tareas para mantenerlo —. La droide hizo aparecer su visor de golpe y desplegar la información que había obtenido —. Por lo que he descubierto, son brujas y brujos en su familia, más una gran cantidad de otras especies de monstruos y duendes lo que le acompañaban. Conociendo las sobrenaturales habilidades de estas especies, su ayuda y la de los suyos será más que bien recibida aunque le advierto que no podremos hacer nada sobre las posibles amenazas y el pánico que podría generarse ante vuestra presencia entre el resto de humanos… les cuesta mucho aceptar miembros de otras razas.

No hace falta que me lo recuerdes —habló Alec por lo bajo recordando lo que le ocurrió en la Cité.

Sin dejar de sonreír, Dos se levantó de la silla.

Pues si eso es todo, creo que podemos dar por acabado esto. Le agradezco mucho su colaboración, señor Alec y espero que a partir de ahora las cosas vayan mejor para usted.

Yo también lo espero realmente, gracias… umm… creo que nunca has llegado a decir tu nombre.

La luz de la robot parpadeó al darse cuenta de aquel diminuto error.

Cierto es, discúlpeme. Soy el droide de investigación G414-02, apodado Dos para facilidad de los orgánicos. Y si me disculpa nuevamente, debo ir a hablar con otras personas e informar de todo esto a los Maestros. ¡Hasta otra!

Y sin dejar al brujo hablar, Dos abandonó la sala dejando a la pareja dentro bastante confundida con todo aquello.

Te vas cuatro años y empiezan a reclutar hasta aparatejos parlantes… —el Portador suspiró cruzándose de brazos —. ¿Crees que hubiera cambiado algo si Maya no me hubiese detenido aquel día? ¿O si Joker hubiera llegado al límite de matar a Andrei?

Ilana maulló frotándose contra el brazo de su brujo.

Posiblemente no, pero me da rabia saber que he tenido en mis manos la vida de esos desgraciados y les he dejado escapar sin más. Aunque ahora ya no importa, lo que importa es que proteja a los Ocus —. Alec miró el anillo con el emblema familiar, el mismo que había llevado su abuelo —. Creo que ya es hora de que empieza a comportarme como un buen cabeza de familia.

Spoiler: Mostrar
¡Revivo tema! Cuando supe que Ciudad de Halloween no sobrevivia tenia que hacer esto, ya que no he sido capaz de matar a Alec del todo, por eso he estado tambien pinchando a los GMs para ver si me daban informacion sobre lo que ha ocurrido con Jack y compañia.

He intentado tocar lo menos posible el tema de Akio y Hime para no causar problemas, pero si hay cosas debatibles,
ya me comentareis y lo cambiare.
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Suzume Mizuno » Mar Ago 15, 2017 2:50 am

Fátima paseaba por los jardines, aprovechando el rato libre que tenía. Le dolían los músculos de entrenar y todavía tenía ganas de echarse una siesta, pero estaba bien. Se acarició de forma inconsciente el vientre abultado y sonrió para sus adentros. Al principio no había estado muy segura de si debía continuar con sus actividades, pero ahora se sentía más segura. En especial con sus nuevos niños protegiéndola. Podía pelear sin necesidad de ponerse físicamente en riesgo, en especial cuanto más se aproximaba el momento del parto.

Entonces empezaron las patadas. Fátima se había empezado a acostumbrar a ellas, pero dios si no era un niño o niña enérgico. ¡No se estaba quieto! Le habían dicho que en la Federación habrían podido mostrarle una imagen, pero hasta cierto punto le gustaba la idea de esperar para conocerlo.

Solo esperaba que no tardara mucho porque no podía ser que siempre tuviera tanta hambre.

Se acomodó en el borde de un estanque y metió los pies descalzos con un suspiro de alivio. Nithael le había dicho que era normal que le dolieran así que, de vez en cuando, podía permitirse caprichos así.

Y, de pronto, vio a Ragun. Lo saludó con una mano.

¡Ragun!—Llamó. Estaban tan ocupados que casi no se cruzaban últimamente—. ¿Qué tal estás?—Lo invitó a sentarse a su lado y escuchó lo que tuviera que decir. Sonrió de lado y comentó—: Yo tampoco he parado quieta. Solo sueño con echarme una siesta. Y dicen que lo peor está por llegar. Por suerte Malik ha decidido que se ocupará por las noches de él o ella cuando no tenga que… Bueno. —Todavía le costaba pensar que daría de mamar a su bebé. Era como estar viviendo un sueño. Para recordarle que no era así, le dio una nueva tanda de pataditas—. Vaya por dios, la criaturita tampoco quiere dormir la siesta…
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Sombra » Mar Ago 15, 2017 2:55 pm

Aquel había sido un día relativamente tranquilo para mí, una pequeña guardia en algunos mundos por la mañana, entrenar con Bitron por la tarde... No me sentía cansado en absoluto y ya había estado un rato con Lia incluso. Hacía tiempo que no paseaba por la alta colina donde había empezado mis primeros entrenamientos como aprendiz. Recordaba con cierta añoranza a toda la gente que había conocido allí y que ya no volverían. Fue por eso que aquel día había decidido ir a pasear por allí un poco, todo seguía igual que siempre: Los aros de entrenamiento, un par de bancos... Y unas impresionantes vistas hacia el castillo, aunque ahora había unas nuevas vistas a las ruinas, pues ahora era una bulliciosa población.

¡Ragun!—Escuché como me llamaban, no tardé en reconocer la voz de Fátima, que reposaba sus piernas dentro del estanque.

Su barriga estaba enorme, cabía decir. El embarazo de esos dos debía estar yendo bien.

¿Qué tal estás?

Bien, la verdad. Hacía tiempo que no te veía, últimamente a penas paso tiempo en Tierra de Partida, hay demasiadas cosas que hacer.

Yo tampoco he parado quieta. Solo sueño con echarme una siesta. Y dicen que lo peor está por llegar. Por suerte Malik ha decidido que se ocupará por las noches de él o ella cuando no tenga que… Bueno. —La Maestra hizo una mueca de dolor—. Vaya por dios, la criaturita tampoco quiere dormir la siesta…

¿La? ¿Por qué te refieres todo el rato en singular a esos dos dragoncitos? —reí señalando su barriga—. Apuesto a que van a ser muy revoltosos.

Me había salido solo llamar "dragoncitos" a los futuros hijos de Fátima, supuse que por Harun en parte.

En ese momento, observé la reacción de la mujer.

Ah, espera. ¿No lo sabías? Quiero decir... Además del tuyo hay dos corazones más dentro de ti, así que imagino que significa que son dos, ¿no?

Señalé a los cuernos que sobresalían de mi frente recordándole mi "sexto sentido" para ver corazones debido a mi origen no humano.
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Suzume Mizuno » Dom Ago 20, 2017 4:52 am

¿La? ¿Por qué te refieres todo el rato en singular a esos dos dragoncitos? —Ragun rió y señaló su vientre—. Apuesto a que van a ser muy revoltosos.

Dragoncitos. Dos. Fátima frunció el ceño y se lo quedó mirando sin entender. Él pareció desconcertado.

Ah, espera. ¿No lo sabías? Quiero decir... Además del tuyo hay dos corazones más dentro de ti, así que imagino que significa que son dos, ¿no?

La boca de Fátima se abrió con lentitud mientras la idea se abría paso por su mente, escarbando con lentitud. Dos.

Mellizos o gemelos.

Dos.

De pronto muchas cosas cobraron sentido. No solo que hubiera empezado a estar tan tremenda desde el principio —lo acusó a que era relativamente delgada y se le notaba mucho la tripa—, sino las patadas. Todas esas pataditas que parecían pertenecer a una araña por la cantidad que había en diferentes sitios.

La realidad le cayó a plomo sobre los hombros y abrazó su vientre en silencio. Sentía que le hubieran dado un golpe en la cabeza y no pudiera encajar ni un pensamiento coherente.

Y de pronto todo le llegó como una maravillosa cascada. Cogió a Ragun por las manos y exclamó:

¡Dos! ¡Oh dios mío, Ragun, gracias!—Sin pensárselo dos veces le besó en la mejilla y luego se irguió, con las mejillas tirantes de sonreír. Tiró de sus manos y las posó sobre su vientre, donde ahora los DOS niños daban pataditas, emocionados quizá por su culpa—. ¡Dos! ¡Ah, tengo que decírselo a Malik! La cara que se le va a quedar—rió de buen humor—. ¡Eso significa que necesitamos más pañales! ¡Y dos cunas! ¡Y más ropa! No puedo creerlo, de verdad que no puedo. ¡Y más nombres, por supuesto!

»¡Dos!


Sin dejar de sonreír, se encaminó rápidamente hacia el castillo, pero se detuvo un momento y gritó a Ragun:

¿Te gusta algo en concreto para comer? ¡¡Porque te lo pienso cocinar esta noche!!

Se despidió con la mano y partió en busca de Malik, para darle la maravillosa noticia.

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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Light » Vie Sep 15, 2017 12:01 am

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Lo que pasa en este post no es canon (Hasta que Suzu que me obligó a hacerlo decida hacerlo canon)


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La batalla contra Xihn al fin había finalizado y el universo estaba en paz. El tiempo y el espacio estaban en orden, las hordas de Sincorazón se habían esfumado y con ello casi todas sus preocupaciones, eran felices y habían comido perdices.

Habían sido unos años de lo más duros. Muchos compañeros suyos habían caído, ciertas novias de dos Maestros también, pero había que seguir adelante. Se tenían que apoyas los unos y los otros y continuar con sus vidas.

Un nuevo día de su vida calmada y perfecta comenzó. Light se despertó más temprano de lo habitual. Profirió un bostezo y se estiró.

Pero no abandonó la cama todavía: antes, encendió un cigarrillo y comenzó a fumarlo. El olor del humo despertó tarde o temprano a la personita que se encontraba a su lado (en la misma cama), todavía durmiendo. Ragun.

Deberíamos ir yendo, los aprendices nos esperan para su entrenamiento. —Sí, Light había vuelto a recuperar su título de Maestro. Puede que al final no le hubiera perdido el gusto a enseñar y a proteger los mundos—. Si tardamos vendrán a buscarme a esta habitación y, bueno, nos verán… así. —Estaban completamente desnudos en la cama. No se habían molestado en ocultar lo suyo, pero si les veían prefería estar vestido.

Escuchó a Ragun. Sin importar lo que le dijera, decidió que se quedarían un rato más en la cama.

Gaomon, dile a Maya que se encargue de entrenarlos la primera hora. —El eidolon obedeció y se marchó. Ya que era la Maestra “becaria” debía obedecer a los Maestros veteranos.

Ahora sí que estaban los dos solos. Dejó lo que quedaba del cigarrillo en el cenicero y se volvió hacia el otro Maestro.

Bueno, parece que podemos quedarnos un rato más… —Le miró con una sonrisa pícara—. ¿Preparado?

Y empezó a besarle y a acariciarle lentamente. Sus cuerpos fornidos no se despegaron en un buen rato, para desgracia de Maya. Era irónico porque siempre le habían dado asco y terror los Sincorazón y con él, en cambio, era todo lo contrario. Deseaba con ansias cada parte de su cuerpo. Ragun era una droga para él.

Te amo. —Volvió a besarle, pero esta vez con más pasión. La cosa empezaba a caldearse.

Y lo que pasó a partir de ese momento no se puede escribir porque va en contra de las normas.
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Sombra » Vie Sep 15, 2017 11:35 pm



Ganar la guerra contra Xihn y los suyos no había sido fácil. Muchos habían perecido, entre ellos gente muy cercana... La batalla final había dejado víctimas, sí. Pero algunos seguíamos vivos reconstruyendo lo que quedaba.

Los mundos volvían a estar en paz, la corrupción y el caos se habían desvanecido y el orden estaba siendo restaurado lentamente y así seguiría con la ayuda de esos niños de la oscuridad. El equilibrio dependía únicamente de ellos cuatro, por lo que se les trataba con sumo cuidado y aunque ahora eran caballeros también no se les enviaba a misiones que pudiesen resultar demasiado peligrosas. Cuando dejasen descendencia y su población aumentase tal vez sí podrían empezar a trabajar en misiones de mayor peligro, pero hasta entonces lo más seguro para ellos era Tierra de Partida.

En ocasiones, las pesadillas y remordimientos rondaban mi mente. Las heridas se habían cerrado, pero las cicatrices más profundas seguían ahí, dentro de mí. Lía había muerto junto a muchos otros, ella había sido mi pareja y... Ya no estaba.

Al principio fue duro, pero no estaba solo. Alguien siempre había estado a mi lado, me había ayudado a afrontar su pérdida y yo había ayudado a que él superase la suya. Nos habíamos lamido las heridas mutuamente como buenos amigos... Y en algún momento dejamos de ser amigos para ser algo más.

Un desagradable olor entró por mis fosas nasales y me sacó de mis ensoñaciones, me froté los ojos y los abrí lentamente para ver como Light fumaba todavía en la cama, no pude evitar recorrer su cuerpo desnudo con la mirada y sonreí un poco, aunque mi buen humor se acabó rápido. Odiaba el tabaco y él lo sabía, además... ¿En cama? Le había dicho que si quería fumar se asomase por la ventana.

Te he dicho mil veces que no quiero que fumes aquí. —Le reprendí con un tono seco—. No entiendo como soportas esa basura, no es nada sana.

No recordaba cuando había empezado a fumar, ¿tal vez cuando su novia había muerto? Habían pasado muchos años desde aquello, no podía recordarlo bien.

Deberíamos ir yendo, los aprendices nos esperan para su entrenamiento. Si tardamos vendrán a buscarme a esta habitación y, bueno, nos verán… así.

No es que importe mucho que nos vean así, es un secreto a voces que estamos juntos —bufé, no es que fuese un secreto. Si alguien preguntaba no iba a negarlo, simplemente no era necesario gritarlo por ahí—. No deberíamos tardar, hoy me toca entrenar resistencia física con los dragoncitos de Fátima y Malik y después tengo que salir a Vergel Radiante a por unos materiales para forjar armaduras mágicas para los nuevos reclutas.

Gaomon, dile a Maya que se encargue de entrenarlos la primera hora. —El lobo apareció en la habitación sobresaltándome, todavía no me acostumbraba a que apareciese de esa forma en la habitación.

El eidolón se fue raudo a avisar a la Maestra Maya para que nos sustituyese, solté una risa.

Bueno, parece que podemos quedarnos un rato más… ¿Preparado?

Deberías tomarte más en serio el tra... —Me vi interrumpido por los labios de Light, cerré los ojos y correspondí a su abrazo sujetándole la cabeza impidiendo que se alejase.

De enemigos a amigos, de amigos a conocidos, de conocidos a pareja... Si me hubiesen dicho que aquel adolescente que había conocido en nuestra primera incursión a Bastión Hueco, el día que me convertí en un traidor sería mi pareja en algún momento jamás me lo habría creído.

Te amo.

Vaya, no lo había notado —contesté con sorna mientras volvía a besarle con más pasión que antes —. Yo también, Light. Yo también.

Nuestros cuerpos se fundieron y se envolvieron bajo las sábanas, olvidé por completo mi trabajo y me perdí entre los músculos del hombre que amaba, solo deseaba que aquella paz por la que habíamos luchado no terminase nunca. Habíamos luchado durante años por algo que parecía inalcanzable y ahora por fin había dejado todo eso atrás, casi no había sincorazón que pusiesen en peligro las vidas de los inocentes y mis investigaciones para volverlos humanos empezaban a dar sus frutos lentamente, los nuevos enemigos de La Orden no eran más que grupos pequeños y débiles que prácticamente no suponían una amenaza, no había complots que hiciesen peligrar el intersticio... Todo iba bien, como en un sueño.

Era la primera vez que podía relajarme, que sentía paz. ¿De verdad merecía ser tan feliz?

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Ha sido un placer rolear contigo, Lait. Nos mantendremos en contacto :)
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Sito » Dom Sep 17, 2017 1:30 am

Lo había logrado. Había conseguido una escalera y la había puesto en el patio de forma que nadie se había dado cuenta. La apoyó contra el alféizar de la ventana de Light con cuidado para no hacer ningún ruido y se decidió a subir por ella.

Nicoxa era una de las personas más cotillas del lugar, así que no podía evitar hacer esas cosas de vez en cuando.

Poco a poco iba subiendo, aguantando la respiración incluso para no alertar sobre su presencia. Y al final llegó. Y los vio.

Estaban dándose cariñitos y Nicoxa soltó un casi imperceptible "oooh". Pero... poco a poco la cosa fue a más y Nicoxa...

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Sorry tenía que hacerlo (?)
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v. Ficha de Nicoxa .v
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Sombra » Jue Sep 21, 2017 11:15 pm


La lluvia caía incesante contra las cristaleras del castillo de Tierra de Partida cuando llegamos del Mundo de Oscuridad e hicimos la reunión de emergencia con el resto de Maestros, mañana la información que habíamos obtenido correría como la pólvora entre los aprendices.

Xihn estaba siendo afectado por su propio poder, no era consciente de que el Caos lo sobrepasaba y podían ocurrir cosas... Como lo que Malik nos había contado.

Nithael estaba obviamente afectado por la visión de Gabriel, su antiguo amigo. Lo había dejado irse solo a su habitación, no pude evitar sentirme preocupado por él, aunque dudaba que quisiese hablar con nadie.

Suspiré mientras recorría el pasillo de las habitaciones en dirección a la sala del trono, en aquel momento no había nadie. Era tarde, pero siempre había alguien haciendo guardia y preparado para dar la señal de alarma para que todos estuviésemos listos para la batalla si Xihn y los suyos aparecían.

Muchas veces me preguntaba por qué nuestro enemigo no venía con todos sus secuaces a pelear de frente y me pregunté seriamente si era consciente de que ellos no podrían con nosotros en nuestro propio hogar teniendo en cuenta que habíamos fortificado el planeta tras la incursión de su Alfa.

Al menos ahora sabíamos cosas de Xihn que antes no... Y en cierto sentido la entendía. Xihn era la última superviviente conocida de aquella raza de corazones de oscuridad pura, los sincorazón no éramos más que remanentes de aquella raza posiblemente, ¿era por eso que existíamos? ¿Éramos la consecuencia de la casi extinción de aquella raza? ¿Algún tipo de sirvientes de los seres de oscuridad? Si eso era así, muchas de las cosas extrañas sobre mí tendrían respuesta.

Xihn y yo nos habíamos encontrado una vez, además de en Ciudad de Paso. La sensación que me había provocado era de querer obedecerle, de necesitarlo como quien decía... Por suerte, mi lado racional era más fuerte que mis instintos más primarios de sincorazón y había logrado sobreponerme a ello. Aquel día, Xihn me había propuesto traicionar Tierra de Partida y unirme a ellos y... Poco me faltó para hacerlo. Aquel día no pude articular palabra, no pude contestar con un "No", porque sabía que si abría la boca aceptaría sin más... Huí como un cobarde sin responderle porque le tenía miedo, no porque no quisiese aceptar, sino porque no tenía la garantía de que sus palabras fuesen sinceras.

Pero aquello era lo que quería mi lado irracional, obedecer al amo de la oscuridad... Yo no lo deseaba y me costaba horrores días después de conciliar el sueño tan siquiera. De no ser por Lia... Tal vez me habría marchado sin mirar atrás. Ella era en parte lo que me anclaba a mi lado racional y en cierto sentido emocional, con todo lo que había visto en mis últimas misiones posiblemente no seguiría cuerdo de no ser por ella.

Salí del castillo, no me importó que la fría lluvia cayese sobre mí, la oscuridad y el frío eran hermanas.

Era relajante, no solo sentir como el agua recorría mi cuerpo. El agua fría me relajaba y después de haber estado en aquel lugar poder ver por lo que luchábamos era algo que necesitaba. La ciudad dormitaba, pero las luces de las farolas bañaban sus calles.

¿Merece la pena? —Me pregunté.

Viendo en retrospectiva, ¿la oscuridad era tan mala? ¿De verdad era el final? ¿O había algo más?

¿Y si volver a la oscuridad era un ciclo necesario para el resurgir de la luz y el mundo original?

Me apoyé en la barandilla de piedra que evitaba la caída mortal.

Todo tenía que ver con Xihn, un enemigo ancestral de La Orden capaz de sobrevivir a los eones, imposible de eliminar si no reuníamos los poderes necesarios y a los niños que podrían salvar el mundo, al menos eso les había dicho Tabris a algunos de los aprendices... Y esos niños, si morían... No habría futuro incluso si vencíamos.

E incluso si ganabamos, las vidas y mundos perdidos no volverían. Ronin, Kazuki, Rebecca, Alexis... Ninguno regresaría mágicamente, esto no era un cuento de hadas o de aventura épica, era la realidad y la realidad era cruel.

¿Y cómo sería la batalla final? ¿Cuántos más teníamos que morir? Era imposible no deprimirse.

La lluvia empezó a amainar y las nubes se apartaron mostrando un cielo oscuro y con unos pocos puntos brillantes en el cielo, los pocos mundos que quedaban, quien sabe si mañana caía alguno más. Pronto, no habría ni motivos para observar el cielo, era sobrecogedor.
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Doomsnight

Notapor xXOrbOOkXx » Dom Oct 01, 2017 3:06 pm

31 Diciembre 1013 - 3:13 AM

Era de madrugada cuando me tumbé en los jardines junto al lago. Agotado. Cerré los ojos y me llevé una mano a mi cabeza palpitante por el golpe de los soldados, y el esfuerzo me supuso calambres en los brazos. Ariasu me había cargado con trabajos y misiones durante bastante tiempo, y aquello me había mantenido la mente ocupada. Pero por fin había acabado por hoy.

Y a pesar de que ya no me quedaba energía la rabia me invadió. Ryota lo sabía y no había hecho nada. Se había quedado en Tierra de Partida en su trono, y aunque le había pedido a Ariasu volver a París para ayudar por mí mismo no me había dejado con la excusa de que tendría que cumplir mis castigos. Aquello fue lo peor de todo.

¿Confiar en mis superiores? Podría pensar que Ariasu no me conocía, pero no tenía por qué hacerlo. ¿Cómo iba a confiar en alguien que no hacía nada? ¿En Ryota? ¿En Nithael? Me incorporé y traté de relajarme. Tenía un nudo en la garganta. Intentaba ayudar a mi mundo, a mi pueblo y así era como me lo pagaban. ¿No se suponía que ese era nuestro objetivo? Pensamientos ácidos y venenosos carcomieron mi mente. Y pensar que alguna vez había pensado que la Orden era justicia.

Respiré profundamente. Me estaba metiendo en camisa de doce varas. Lo único que tenía que hacer había sido volver y no indagar más, centrarme en el Examen como había dicho la Maestra. Pero es que ella no lo entendía. Mañana ya sería un nuevo año y yo todavía no había hecho nada de provecho.

De repente me sentí muy solo. Alcé la vista y vi como una estrella fugaz sobrevolaba el cielo. Por un momento me imaginé a la estrella de la Cité apagarse en el cielo... Y casi sin quererlo ya había invocado el glider.

Palmeé el lomo del caballo con furia reprimida. Luego escupí en el suelo. Si me iba ahora todavía podía estar a tiempo de salvarme. Si me iba ahora podría tener una excusa para ser el enemigo de la Orden. Aquella Orden a la que había jurado fidelidad tantas veces.
Si era capaz de traicionarme a mí mismo también a ellos, ¿verdad?

Me subí, temblando de frío.

¿Qué estás haciendo?

No supe si era por el cansancio o por el golpe el la cabeza pero en mi mano tenía un frasco. Uno que no había visto desde hacía mucho tiempo, y que desde luego no pensaba que volvería a ver.

Es el brebaje que necesitas para desatar tu poder. Aparecerá cuando estés preparado.Para que luego digan que Octavia no paga sus deudas.


Octavia. A la luz de la luna el contenido del frasco parecía oro negro. Apreté los dientes. No tenía por qué bebérmelo. Le quité el tapón de corcho. No tenía por qué bebérmelo

Es el brebaje que necesitas para desatar tu poder.


Bajé del caballo e hice que se desvaneciera. Estudié mejor el contenido a la luz de la luna y lo olfateé. Un olor metálico que tan bien conocía penetro en mi mente. Era sangre. Sería una locura beberlo.

Para desatar tu poder.


Me acerqué el frasco a los labios. Nadie me obligaba a beberlo

Tu poder...


Y bebí.

****
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=0_W7fMSBeJg[/youotube]


Yo no debería haber estado en esa habitación. No debería haber acudido a la llamada que me conduciría a la más terrible perdición de cualquier hombre.

Mis pasos resonaron en la habitación, y se alejaron apresuradamente de la ventana. Tenía miedo. Un miedo tan terrible, tan intenso que me estaba impidiendo pensar con claridad y el cansancio solo hacía que agravarlo. Una y otra y otra vez.

Caí al suelo en un ruido seco, sentado y con la respiración alterada. Procuré relajarme, no era el momento ni el lugar. ¿Pero qué lugar? ¿Qué momento era? Recordaba haber sido seducido por un sonido melancólico, pero había parado en cuanto me había mirado en la ventana. Estaba solo.

Conseguí apoyarme en la cama y evaluar mi situación. Estaba buscando algo. No. Más bien estaba buscando a alguien. Observé a mi alrededor. No tenía ni la más remota idea de quién era aquella habitación, pero no parecía de alguien corriente. Cada vez veía más borroso.

Recordé que había dejado a Celeste en la biblioteca, arropada sobre una silla hacía quizás un par de horas. Lo sentía por ella.

Con un último esfuerzo conseguí auparme en la cama. Encontré un diario bajo la almohada que no pude leer y un… ¿osito? Sí… un suave recuerdo para acompañar pesadillas....


Nada es una coincidencia. No es una coincidencia que el final de este pequeño relato esté en estas páginas, ni tampoco es coincidencia que esté en las otras. El puzzle es grande y complicado, y las piezas son muy pequeñas. Pero no temáis, la verdad llegará en forma de estrella. Prestad atención o hundiros en la nieve.

[VOLUMEN III]

Abrí los ojos. Ya no estaba en Tierra de Partida. Estaba tumbado sobre la nieve, en una superficie sólida y dura. Pero no sentía frío alguno.

Sabía que en el fondo eras joven y arrogante.

Me sonaba aquella voz. Con dificultad me incorporé por segunda vez aquella noche. Reconocí aquella superficie como mi vidriera, mi corazón cubierto de escarcha. Pero cuando alcé la vista ya no supe qué pensar. Delante de mí, a varios metros había un hombre alto, pálido, con una perilla y el pelo corto y azabache. Era como mirarse en la superficie de un espejo.

«Joder. Joder. Es Myr. Esa bruja me ha matado o me ha vuelto loco».

Pero habían cosas que no cuadraban. Su pecho estaba limpio, sin ningún tatuaje, y ojos eran dos aros de mercurio plateados, mucho más brillantes que los míos. Su voz tampoco coincidía. Era como la mía también, pero varias octavas más grave. Tragué saliva.

Astaroth… —murmuré. El otro sonrió de forma retorcida.

Por lo menos no eres tan estúpido como creía.

¿Qué eres? ¿Qué haces aquí? ¿Por qué te pareces tanto a...?

Se movió rápido. En un instante tenía su mano apretada sobre mis labios, para indicar que callara. Tenía mucho miedo.

Un demonio —respondió—. Y estoy atrapado aquí. Si me parezco a Myriddin Law Watson es porque tú me ves así. Y ahora déjame hablar, cachorro.

Apartó la mano, pero estaba demasiado aturdido como para decir nada.

Un pajarito me ha dicho que quieres abandonar la Orden —se mofó—. Debes de ser estúpido. No eres tan fuerte como para enfrentarte a nada todavía, cachorro.

Fruncí el ceño. Tenía sentimientos encontrados: miedo, soledad y rabia. Pero el último ganó al resto.

¿Quién te da derecho para decirme lo que tengo que hacer?

Su expresión cambió a una entretenida.

Si has bebido el frasco es porque quieres poder —aseguró—. ¿Me equivoco?

Claro —repliqué sarcásticamente—. Y tú amablemente me lo vas a dar, ¿verdad?

Para colmo el ente rió. Suspiré, frustrado. ¿Cómo sabía que no me estaba mintiendo? ¿Cómo sabía que todo esto era real? Me dolía la cabeza.

Ve a París. Ayuda a tu pueblo. Si nadie te dice lo que tienes que hacer tampoco deberías hacer caso a tus superiores. Tienes una lógica de lo más entretenida, cachorro. —Hizo un ademán—. Tengo lo que quieres. Lo tomas o lo dejas.

«Está intentando hacerme caer en la tentación».

En realidad pensaba que era un sueño. Que nada de aquello podía ser real. Allí no había nadie, era solo un producto de mi imaginación. Todo temblaba. Estaba asustado y no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Un demonio me acababa de ofrecer aquello por lo que había estado luchando tanto tiempo. Pero sabía que nadie daba nada gratis.

¿Qué quieres a cambio? ¿Mi alma?

Volvió a sonreír. Tenía una sonrisa encantadora, pero plagada de dientes. Como las espinas de una rosa. Estaba confuso, pero aún así pude sentir la magia que palpitaba en sus venas. Encerrada. Preguntas y más preguntas se agolpaban en mi mente.

Tu cuerpo —respondió. Hice una mueca—. No me mires así, no es lo que crees. —Me rodeó con un brazo, colocándolo sobre mis hombros—. Solo en luna llena, como las historias y mientras duermes. He estado aquí mucho tiempo, y me muero por sentir el viento en la cara.

Me zafé bruscamente, a la defensiva. El corazón me palpitaba desbocado.

Debes de estar loco si piensas que voy a aceptar algo así.

No te fíes de Astaroth. Sea quien sea, no lo hagas, por favor.


Su sonrisa se retorció. Comenzó a dolerme el pecho. Cerré los ojos y apreté los dientes, llevándome las manos sobre el corazón, que parecía que me lo estuvieran marcando a fuego. Me doblé sobre mí mismo y caí de rodillas al suelo, sobre la nieve. Grité de dolor. Astaroth dio unos pasos hacia mí, se agachó y me susurró al oído.

Aceptaste en el momento en el que te bebiste la sangre.

*****

Me desperté gritando y aullando de dolor, llorando y medio asfixiado. Desorientado y sin saber exactamente qué había pasado. Mi primer impulso fue llevarme las manos al pecho y arrancarme la camisa, cosa que hice al momento.

Volvía a estar en los jardines, y ya estaba amaneciendo, pero no me paré a observar el paisaje.

Había un tatuaje nuevo en mi pecho. Humeaba y me hacía daño. Era un pentáculo. Tenía que vivir bajo una piedra para saber que era un símbolo pagano. Tragué saliva y gimoteé. Astaroth había dicho la verdad.

Traté de levantarme como queriendo huir, pero algo en mi espalda me lo impidió. Llevé una mano para ver lo que era, asustado. Su tacto hizo que abriera los ojos de sorpresa.

Giré la cabeza. Eran alas. Negras y gigantescas, emplumadas y de cuervo. Se movían al ritmo de mi respiración y pronto averigüé que podía moverlas. Me quedé maravillado, con la ansiedad desapareciendo súbitamente. Volar sin restricciones era lo que siempre había querido. Intenté acariciar la de la izquierda, pero nada más rozarla tuve que apartar la mano. Era tremendamente sensible.

Después escuché un aullido. Me levanté de un salto intentando mantener el equilibrio, ayudándome con la guadaña. Junto a la orilla vi a un lobo gigantesco, bebiendo tranquilamente. Al poco la bestia me miró y se dirigió hacia mí.

Me coloqué en posición defensiva, pero mis miedos eran infundados. El animal se acercó dócilmente hasta mí. El hocico estaba a la altura de mi rostro, pero rápidamente inclinó la cabeza, como haciendo una reverencia.

Alcé una mano para acariciarle. Me temblaba el pulso. Tenía un tacto distinto a cualquier otra cosa que hubiera tocado. Era una bestia magnífica, y hecha de viento. Hecha de mi elemento. No pude evitar sonreír, aunque con el nerviosismo pellizcando mis entrañas. Miré hacia el castillo de Tierra de Partida.

«Ahora lo entiendo, Astaroth. Ahora lo entiendo.».

El lobo me lamió la palma de la mano. Así que ese era el poder que me había obligado a tomar. Podría haber sido mucho peor pero aún así…

Solo sería en luna llena. Suspiré, nervioso y algo asustado. Solo en las noches de luna llena. Podría con ello. No pasaba nada. Solo mientras dormía. Así que si no dormía Astaroth no podía cumplir su parte del trato ¿no?

Si nadie te dice lo que tienes que hacer tampoco deberías hacer caso a tus superiores.

«Serás un demonio manipulador y tramposo, pero tienes razón».

Porque me había enseñado que si la Orden me obligaba a tomar poder no era para obedecerles. Volví a dirigir mi vista al lobo, que seguía restregándose en mi mano.

«No. Sus enseñanzas no son para ellos». Decidí.

Me giré y me encaminé hacia el castillo, con las alas en mi espalda y la bestia pisándome los talones. Seguro que Ariasu tenía más trabajo para mí. Lo tenía claro. Era como si me hubieran abierto los ojos.

«Sus enseñanzas son para mí».

Y cuanto más aprendiera de ellos mejor. No era por salvar los mundos. No era solo por matar a Xhin. Podía hacer con ese poder lo que quisiera, y cuanto más tuviera, antes podría tomar cartas en el asunto.

Sonreí, pero sin pizca de alegría. Al fin y al cabo siempre había sabido que era un egoísta...

Pero no un traidor.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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El principio de un largo encuentro

Notapor Drazham » Dom Oct 08, 2017 12:02 am

Tres semanas después de los eventos en "El Principio del fin"


A ver, Saberes Arcanos, Saberes… ¡Aquí estás!

Alanna chasqueó los dedos y alargó con ánimo el brazo hasta uno de los tomos en la estantería. ¡Qué bien, ese era el último! Cuando se enteró de que en Tierra de Partida tenían una biblioteca que abarcaba hasta el último género literario no pudo evitar verse invadida por la emoción. Supo desde el primer momento que una oportunidad así no podía dejarla pasar. Y menuda sorpresa se llevó: se la imaginaba amplia, pero aquello era enorme. No sabía por dónde empezar.

Bueno, lo cierto es que sí. Nanashi le advirtió que por ciertas situaciones en la Orden tendrían que acelerar sus lecciones, y por el momento le facilitó una lista de libros para iniciarse en la magia. ¡Ella, aprendiendo hechicería! Por una parte le daba un poco de miedo lo que pudiese salir de ahí, pero… ¿A quién no le haría ilusión ser capaz de hacer conjuros? Además, todo lo que fomentase su aprendizaje era bienvenido. Aquel día se propuso matar dos pájaros de una pedrada y visitar la biblioteca para coger todo lo que le recomendó su maestra.

Pero cuando fue a dejar el último libro en la mesa, junto al resto, se dio cuenta de que quizás se había pasado un poquito. La lista de Nanashi ya era de por sí larga, y encima se le añadían unas cuantas fábulas que le llamaron la atención mientras buscaba. Por lo pronto, tenía delante suya un buen montón de libros que vete tú a saber cómo iba a cargar con ellos hasta su cuarto.

¡Oh, bueno! ¿Qué más daba? Había cargado con sacos de trigo más pesados cuando hacía de recadera en su mundo. Uno por uno, se fue echando los libros a los antebrazos hasta tener una bonita torre de papel y cuero. Como imaginaba, el peso no le suponía ningún problema con la absurda fortaleza que le otorgaba su “sangre”.

Aunque no previó que el verdadero problema no fuese el peso de la carga, sino cómo mantenerla estable hasta que llegase a su cuarto. Por qué el dichoso montón era tan alto que le tapaba la vista y tenía que estirar el cuello a los lados para ver por dónde iba. Quizás no fue tan buena idea… Pero teniendo cuidado no tendría por qué pasar nada.

Hasta que pasó. En la última estantería que giró, la torre de libros se tambaleó peligrosamente. Alanna ahogó un grito al perder el equilibrio de un vahído y el montón de libros cayeron cual tromba hacia delante. El estruendo pudo oírse desde el rincón más recóndito de la biblioteca.

¡Agh! ¡Cuernos! —siseó, roja de la vergüenza y lanzando miradas fugaces en derredor por si alguien se había molestado.

¡Alerta! ¡Alerta! ¡Nos atacan!

Alanna dio un saltito del susto que le dio aquella vocecilla tan chillona y que sonaba a… ¿metal? Del montón de libros desparramados salieron unas extrañas luces que se arremolinaron y formaron a una criaturilla que no había visto jamás, ni en los libros. Pequeña, de resplandecientes ojos…

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¡Usted, usuaria! —El ser le señaló con una de sus dos manos flotantes y le mostró unos ojos enojados—. Exijo que me explique el motivo de su intento de asalto con esos libros de inmediato.

La cara de Alanna se volvió un poema. Tal era su asombro que ni le estaba prestando atención a las acusaciones de aquella cosa flotante, que resultaría hasta mona si no fuese porque sus grititos le estaban haciendo daño en lo oídos. Al final, lo único que se le ocurrió fue soltar en voz alta lo primero que se le pasó por la mente:

¡Un duendecillo!

¡¿D-duendecillo?! —exclamó con una indignación exagerada—. ¡Negativo! ¡Yo no soy un…! ¡Oh, señor Niko!

Parte de la montaña de libros tirados se desmoronó a causa de que algo emergió de ella. O más bien, alguien: Alanna se puso blanca como una sábana al descubrir que acababa de sepultar entre tomos a aquel pobre muchacho que se levantaba entre tumbos, frotándose la cabeza.

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¡Oh, dioses! ¿Te encuentras bien? —Sintiéndose culpable, se agazapó hasta el chico y le ofreció la mano para ayudarle—. Lo… lo siento mucho. No estaba viendo por donde…

¡Señor Niko, no se fie de esa usuaria pelirroja! ¡Presencié a tiempo como intentaba asaltarnos con esos libros!

¡Fue un accidente! —se excusó, ya enervada por los grititos de aquella cosa.¿Y que demonios era eso de «usuaria»?

Da igual, Saic. Déjalo.

El joven ignoró la mano de Alanna y se incorporó por su propia cuenta. Se la quedó mirando con una expresión neutra, casi vacía. Alanna pudo fijarse en él con mayor detenimiento: un chico rubio que debía tener unos pocos años más que ella, con unos ojos zafirinos muy bonitos… aunque no le hacían mucha justicia esas ojeras que traía. Tenía una pinta horrible, de no haber pegado ojo durante días, lo que la hizo sentirse aún más culpable de lo que ya estaba.

Esto, yo…

Vámonos, Saic. Ya seguiré buscando mañana.

El chico le dejó con la palabra en la boca y se marchó sin segundas miradas, casi arrastrando los pies por el suelo. El pequeño duendecillo de metal la ojeó por unos instantes con desconfianza y le hizo con los dedos el gesto de que la estaba vigilando. Alanna abrió y cerró la boca, sin decir nada. Que faena, el primer contacto que hacía allí con alguien que no era un maestro y lo echaba todo a perder, por torpe. Resignada y todavía de rodillas, suspiró y fue a recoger sus libros del suelo cuando…

«Anda, ¿y esto?»

Debajo de una enciclopedia sobre los elementos se encontró un pequeño aro de color azul oscuro. Al examinarlo, vio que no debía de ser de un material tirando a barato, y por su tamaño se usaría como brazalete. La típica baratija que solían vender los mercaderes que visitaban las aldeas.

No se le habría caído al chico cuando lo derribó sin querer…

Dijo que volvería aquí mañana, ¿no? —musito, jugueteando con el brazalete.

Alzó la vista por donde lo vio marcharse y le asomó una media sonrisilla. Por intentarlo no perdía nada.

***


Otro día más, otro día en la biblioteca. Esta vez, Alanna apartó a un lado la búsqueda literaria para centrarse más en dar con el dueño del brazal que se encontró ayer. ¿Demasiadas molestias por alguien que ni le dirigió la palabra? Puede, pero también se trataba del primer aprendiz (así lo dedujo) con el que hacía contacto desde que llegó a Tierra de Partida. Nanashi le prometió que no tendría más motivos para ocultar lo que era a nadie de allí, y la verdad es que le gustaría poder relacionarse con el resto y superar sus miedos. ¡Pero es que casi todo el mundo estaba fuera mientras a ella le tocaba estudiar y entrenar! Y ya que dio con alguien cercano a su edad por el castillo, pues…

«Pero, ¿habrá venido? Porque ayer llevaba una cara para quedarse en cama todo el día…»

Ella lo haría si estuviese en su lugar, porque en su estado no era lo más recomendable que se pusiese a estudiar. Ya le estaba sabiendo mal molestarle más de la cuenta si se topaba con él, aunque le bastaba con devolverle el brazalete. Sí, eso serviría como disculpa por lo de ayer.

Entonces, absorta en sus pensamientos y con la vista perdida en las mesas de estudio, se dio de bruces contra una figura en la que no reparó. Alanna apenas retrocedió un pasito, más por la impresión que otra cosa, ya que la peor parte se la llevó la persona a la que arrolló, mandándola contra un estante.

¡L-lo siento! No estaba mirando por… ¡Eres tú!

Alanna se llevó una mano a la boca con lo que se acababa de encontrar: el chico rubio que buscaba desde un principio, fíjate por donde. Y con las mismas ojeras que el otro día. El pobre diablo estaba aferrado al estante y con las piernas desdobladas para no caerse. Resolló con desgana y logró estabilizarse. Luego se sacudió la chaqueta, sin prestarle la más mínima atención a Alanna.

Era su oportunidad.

¡Qué bien! Verás, te estaba…

Lo siento, pero tengo prisa.

Alanna, aun con la sonrisa dibujada, se quedó boqueando como una bobalicona en cuanto el joven le cortó con una voz seca y dio media vuelta con la intención de marcharse.

«¡Pero bueno!», la sonrisa cambio a una mueca enervada. Ah, no. De ninguna manera se le escaqueaba esta vez.

Se propulsó de una zancada hasta su altura y le agarró de la muñeca, tirando de él y sacándole un grito ahogado. El muchacho se volteó entre tambaleos, a punto de trastabillar, y la miró con unos ojillos de desconcierto.

¡Espera un momento, rayos! ¡No voy a morderte! —A los dos segundos de decir eso último se arrepintió de lo irónico que sonaba viniendo de alguien como ella—. Lo único que quiero es dev…

T-te he dicho que tengo prisa. Suéltame... por favor —le exigió el otro, empezando a ponerse trémulo, como si aquella situación le estuviese aterrando, y a tironear del brazo.

¡Pero al menos escúchame un…!

¡Que me sueltes!

Hasta que acabó por estallar y pegó un tirón fuerte con el que consiguió resbalarse del agarre. Alanna ahogó un grito y alargó la mano, pero… ¿Por qué notaba de repente una brisa en su palma? Bajó la vista y por un momento se le olvidó cómo respirar.

Su guante había desaparecido, tenía la garra derecha expuesta y a la vista de todos.

O más bien a la de una persona en específico. El chico, que seguía sosteniendo el guante que le arrebató, tenía abiertos los ojos como platos, clavados en su afilada y granate zarpa. Aquella mirada, debatiéndose entre la incredulidad y el horror. Aquella despreciable y doliente mirada de estar contemplando a un monstruo.

¿Cómo se atrevía?

Lívida e indignada a partes iguales, descargó sobre el pecho del muchacho sus dos palmas, propinándole un brutal empujón que lo mandó varios metros tras el batacazo contra el suelo. Una última mirada de rencor fue lo último que le dedicó antes de darse la vuelta y salir huyendo del ala a trompicones, furibunda y dolida.

***


Ese día se despertó con el pie izquierdo, definitivamente. No solo se le pegaron las sábanas y que ya llegaba tarde a la primera hora de entrenamiento. Encima, no encontró ninguna otra pareja para su guante izquierdo que casase bien o que no le estuviese cortando la circulación. Su único solvento fue uno de los viejos que todavía guardaba y que no usaba en años; pequeño, por supuesto. Que remedio… Por culpa de su arrebato de ayer, no cayó en la cuenta que el otro guante todavía lo tenía ese chico. El muy maleducado… Ella tomándose tantas molestias, ¡y se lo pagaba así, mirándola como si de una aberración se tratase!

El repiqueteo en la puerta de su cuarto la sobresaltó, cortándole el hilo de pensamientos. Enarcó una ceja, confusa por recibir visitas a esas horas. Oh, claro. Llegaba tarde a clase. Seguro que algún maestro mandó a una de esa criaturitas rosas con alas y un pompón rojo coronándoles la testa. ¿”Maguris” decían que se llamaban? Serían muy adorables en apariencia, pero menudo mal genio se gastaban los condenados. Hace unos días probó a preguntarles dónde quedaban ciertas instalaciones del castillo y la trataron de tonta. Otra panda de maleducados.

Soltando un relincho, arrastró los pies hasta la puerta. Y al abrirla…

Dio un bote en el sitio de la sorpresa.

¡T-tú!

Él. Tenía plantado en el vano de la puerta ni más ni menos que al joven rubio de los últimos días. Y con esa, ya iban tres que se lo topaba de morros. «¿Esto es una broma?», antes de que llegase a articular palabra, el chico alzó una mano, entrecerrando los ojos.

Te llamabas… Alanna, ¿no? —preguntó. Alanna titubeó un par de segundo hasta que le asintió con torpeza. ¿Cuándo le había dicho ella su nombre?—. Me parece que esto es tuyo.

Rebuscó en uno de los bolsillos de su chaqueta hasta extraer un guante de cuero, su guante de cuero, y se lo tendió. Si Alanna ya de por sí se encontraba a cuadros… ni idea de que nivel de confusión antecedía a esa expresión.

Eh… Esto…

También venía a pedirte disculpas por lo de ayer. —Se le descompuso la cara en una expresión alicaída. Paladeó un poco el aire antes de continuar—: Mira… Los últimos días me pillaste en un estado en el que estaba irascible por la mínima tontería. Mentiría si dijese que ya no lo sigo estando. —Se rascó la nuca y compuso una mueca—. Pero no era excusa para tratarte de esa forma y… causarte tantos problemas por… —Se quedó encasillado a mitad de frase y acabó desistiendo con un suspiro—. Lo siento mucho.

Alanna enmudeció, sin saber qué decir. Venir hasta allí, a propósito, para pedirle disculpas en persona le había roto los esquemas por completo. ladeó la cabeza, incómoda por no tener ni idea de cómo reaccionar ante aquello. Era tan… chocante.

Lo único que se le ocurrió fue agarrar el guante que le ofrecía y apretarlo entre sus dedos.

Gracias —musitó, apretando los labios en una fina línea—. O-oye, ¿cómo has sabido dónde…?

Ah, sí. Ayer por la tarde estuve preguntando a varios maestros sobre una aprendiza nueva con el pelo rojo. Me imaginé que serías nueva, porque no me sonaba tu cara.

Oh, dioses, y encima fue por ahí preguntando para saber donde encontrarla. Le dolió muchísimo lo ocurrido ayer, pero es que verlo allí, padeciendo y tomándose tantas molestias por ella… Ahora era ella la que se estaba sintiendo fatal.

¡B-bueno! No te quedes ahí parado. —Sin ir más lejos, le cogió de la muñeca—. ¡Anda, pasa adentro!

Y le “invitó” a entrar en su cuarto de un tirón, sacándole una exclamación ahogada. Con la fuerza que se gastaba, fue bastante sencillo. Una vez allí, le indicó que aguardase un momento y se dirigió a su cómoda, abriendo el primer cajón y rebuscando. Allí lo tenía, el “culpable” de todo lo ocurrido hasta el momento. Agarró el brazalete y en cuanto se lo tendió, al chico por poco se le salieron los ojos de las órbitas.

Supongo que esto es tuyo, ¿no?

Me había vuelto medio loco buscándolo estos días... —reconoció el joven, pasándose la mano por el pelo. Cogió el brazalete y se lo quedó mirando con una mezcla de remordimiento y alivio—. Muchísimas gracias. Fue un regalo de alguien muy especial que ya no… está.

Alanna se mordió el labio inferior. ¡Maldición!

¡Cielos! Lo siento mucho, yo…

¡Oh, no, no! No lo decía en ese sentido. Perdona la confusión. —Se apresuró a explicar-. Se fue de aquí. Eso es todo. —Se le crispó el gesto en una mueca y musitó con un hilo de voz—: Como muchas otras cosas…

«Cómo… ¿muchas otras cosas?»

Meneó la cabeza, mirando con lástima al chico y abrió la boca, quedándose unos pocos segundos en silencio antes de pronunciarse.

¿Es… Es por eso que tienes esa cara de no haber dormido en días?

El chico frunció el ceño y resopló, hastiado.

¿Tanto se me nota? En fin, Nanashi ya me echó la bronca por ello nada más verme aparecer en su despacho.

¿Nanashi? —repitió, perpleja.

Sí, mi maestra. Fue también la que me indicó dónde estaba tu cuarto.

¡¿También eres pupilo de Nanashi?! —Alanna pegó un bote por tal descubrimiento.

Oh. ¿Tú también? —Echó una exhalación humorada y se llevó una mano a la cintura—. Vaya. Menuda coincidencia.

Ya lo creo… —Esbozó una tímida sonrisa. Un compañero con el que compartía tutora, fíjate tú por dónde.

Ah, Nanashi. Fue pensar en ella y rememorar el mismo momento en el bosque, donde fue capaz de reunir el coraje para recitar el juramento de la Orden y confesarle que quería irse con ella y ver mundo. Conocer nuevas gentes.

Sus orbes se posaron en el muchacho y luego, en sus manos enguantadas. Engarfió los dedos con temor, él ya las había visto. Y fue completo desastre, pero…

Su siniestra se movió con reticencia hasta su diestra y, quedándose paralizada unos instantes, comenzó a quitarse el guante que le venía pequeño. Poco a poco, los tonos granates de sus escamas fueron saliendo a la luz, hasta tener la garra al aire libre. Cómo no, sintió el peso de la mirada del rubio sobre esta: ya sin el menor rastro de miedo, aunque seguía apreciándose esa pizca de asombro.

Antes de que decidiese unirme a la Orden, Nanashi me dijo que esto no sería una rareza en un lugar como este —dijo, cerrando los dedos de su mano cubierta sobre la otra.

Un incómodo silencio se creó. Sin palabras, ¿eh? Claro. Cualquiera que las viese se quedaría con la lengua tra…

No lo es.

Alanna pegó un respingo y se quedó mirando de hito en hito al rubio, quien se la devolvió con un deje de vergüenza.

¿C-cómo?

Tus manos no son ninguna rareza aquí. No son nada de lo que debas sentirte avergonzada. Y si alguien te dice lo contrario, es un completo ignorante. —Se atrevió a declarar, haciendo un gesto fulminante con la mano—. Yo, bueno… Entiendo que te sintiese mal mi reacción de ayer. Estaba pasando por…

Por una situación complicada —completó ella, asintiendo con la cabeza—. Entonces… ¿no te dan miedo?

En absoluto. Solo me parecen… “curiosas”.

»Te combinan bien… con el color de tus ojos.

Al segundo siguiente, el muchacho esbozó una mueca estúpida y se llevó la mano a la frente, como si hubiese soltado la mayor chorrada de su vida. Al contrario que él, Alanna no hizo sino poner una cara de alucinada.

Y luego comenzó a reír a carcajada limpia, doblegándose sobre sí misma y llevándose las manos al estómago. ¡Oh, dioses! Fue tan espontaneo y raro que no supo cómo ocurrió. ¿Cuándo fue la última vez que le entró semejante ataque de risa? El pobrecillo la estaba mirando como si acabasen de echarle encima un conjuro. Ay, era tan tierno…

Ya un poco calmada, se secó las lágrimas y, entre risas contenidas, le dedicó una sonrisa socarrona.

¡Oh, por favor! ¡Es lo mejor que he escuchado en años! —admitió, divertida. Una vez recompuesta, se balanceó sobre sí misma y dijo—: Por cierto, tú ya sabrás mi nombre, pero yo todavía no tengo el placer de conocer el tuyo.

Ah, pues… Tienes razón —le devolvió una sonrisa cómplice y, acto seguido, le extendió la mano—. Nikolai Everard. Es un placer.

Alanna amplió aún más su sonrisa y le estrechó la mano. Quizás lo hizo de manera inconsciente, todavía ensimismada por su repentino ataque de risa. O tal vez no le importó en absoluto.

Pero la que le ofreció fue su mano desnuda.

El placer es mío, Nikolai.
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El regreso

Notapor xXOrbOOkXx » Lun Oct 09, 2017 1:24 pm

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Me alegra decir que Denna se ofreció voluntaria para narrar el regreso de Simbad, pero esto es un libre. Si queréis meteros sois libres de hacerlo.


1017. Finales de marzo. Medianoche.

La última vez que estuve en aquellos jardines también había sido en penumbra. Al igual que todas las semanas, cauto me deslizaba hacia la parte más alejada y allí invocaba el glider para volver a París. Aquel día en concreto iba a visitar a Raphaël para luego seguir con mis labores en la resistencia. No tenía ni idea de que mi desobediencia me iba a costar tan caro, pero así fue.

Dos años.

Dos años sin estar en aquellos jardines. La luna pendía del cielo y se reflejaba en las aguas del hermoso lago, y las ruinas seguían allí. Inspiré profundamente, sintiendo la magia de aquel lugar.

Me bajé del caballo y lo hice desaparecer. Aquella vez había aterrizado bajo un gran manzano, negro por el contraste lumínico. Me pregunté qué dirían los Maestros ante mi repentina aparición, pero sobre todo esperé que no estuvieran despiertos para recibirme. Por la mañana las cosas se afrontaban mucho mejor.

Así pues me encaminé hacia el grandioso castillo, sin que nadie me hubiera visto llegar...
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Denna » Jue Oct 12, 2017 1:42 am

Había noches en las que simplemente era incapaz de conciliar el sueño. Esta era una de ellas.

Sucedía más o menos en la misma época del año. Siempre, sin excepción, desde los últimos tres años. Cuando el cansancio era demasiado, recurría a una poción que mantenía alejadas a las pesadillas, cortesía de una hechicera de Port Royal que había sobrevivido a su mundo. No me gustaba tomarla, pero surtía efecto y era lo que necesitaba. Pero esta vez no.

Esta vez estaba desvelada y quería salir a los jardines. Ya era casi una tradición. El frío del invierno empezaba a marcharse, y una bebida caliente y una manta se habían convertido en mi plan favorito cuando el insomnio atacaba. Había aprendido a disfrutar del silencio y de la calma, y a dejar de pensar.

Pero algo rompió la paz habitual.

Algo cayó del cielo. No, descendió. Con suavidad y premeditación. Un glider. Un Caballero.

Eran muchos los que no podían soportar la presión y se marchaban, y muy pocos los que decidían regresar, pero no era algo raro, y menos en los últimos meses. La opción más sensata habría sido llamar de inmediato a algún Maestro; Tierra de Partida sólo permitía el paso a aliados, pero había muchos que eran considerados traidores al regresar y tenían problemas con sus compañeros. A nadie le gustaban los cobardes. Era mejor avisar.

No lo hice. Porque el glider había aterrizado cerca de donde yo estaba. Lo bastante como para que pudiera reconocerlo, y para reconocer que el Caballero que lo pilotaba era un hombre muerto.

Esperé a que llegara, dispuesto a entrar en el castillo como si no hubiera pasado nada. Esperé a que me viera. Esperé a que me reconociera. Y esperé a que tuviera una buena excusa pero, harta de tanto esperar, opté por cruzarle la cara de una bofetada.
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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Oct 13, 2017 2:06 am

Todo el rato había estado mirando al suelo, completamente ensimismado en mis asuntos. La verdad era que me estaba preparando el discurso para cuando amaneciera. Aunque tampoco pensaba que me recibieran con los brazos abiertos.

Por eso cuando al final alcé la cabeza me di cuenta de que había alguien en la escalinata, junto a la entrada. Y nada más reconocerla me topé con un bofetón. Me llevé una mano a la mejilla, apenas sorprendido.

Puedo...

Me interrumpió. Junto a una mirada de reproche, sorpresa y enfado se resguardó tras unos brazos cruzados, exigiendo explicaciones.

Es entonces cuando podría haberle dicho que había regresado heroicamente del mundo de los muertos, que había hecho un pacto con la mismísima muerte para volver.

Bajo la luz de la luna Tierra de Partida se hallaba en silencio. El mismo silencio que le estaba proporcionando a Celeste, porque no sabía exactamente por dónde comenzar. La mujer alzó la mano de nuevo ante mi silencio, pero esa vez la paré.

Andrei me descubrió —comencé. Le solté la muñeca que tenía apresada—. Había estado yendo a París en secreto ayudando a la resistencia, y en diciembre de 1014 me descubrió. Me dejó un año etero en coma.

Dejé un momento para que lo procesara. Era un resumen corto, casi banal. Los recuerdos volvieron a mi mente como trozos de cristales inconexos. De 1015 solo recordaba a mi salvadora entre una maraña de dolor, nieve y Ast.

>>Cuando desperté había perdido mi magia, incluida mi Llave y me he pasado todo 1016 buscándola. La he encontrado y he regresado —concluí brevemente. No había tiempo para detalles—. Puedes increparme si quieres, Celeste. Pero he pagado por mis errores, te lo aseguro. Con creces.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Re: [Libre] Jardines de Tierra de Partida

Notapor Denna » Sab Oct 14, 2017 2:19 am

Si tienes algo que decir —susurré— te aconsejo que lo hagas ahora. Los desertores no son muy bien recibidos.

Por supuesto, ¿de qué otra cosa podía tratarse? Nos había hecho creer a todos que estaba muerto. De la forma más ruin y más estúpida y más cruel.

Cayó un silencio tenso. Me crucé de brazos, dispuesta a cerrarle el paso si se negaba a hablar. Puede que me apartara con facilidad, y más si empleaba la fuerza bruta, pero me daba igual en aquel momento. A la larga, él saldría perdiendo.

Andrei me descubrió. Había estado yendo a París en secreto ayudando a la resistencia, y en diciembre de 1014 me descubrió. Me dejó un año etero en coma.

Esta vez fui yo quien retrocedió como si acabaran de abofetearme.

¿A París?

En 1014. Oh, Dios. Cuando Andrei se apoderó del mundo. No encontré la voz para decirle —o gritarle— lo que pensaba. Sólo tuve fuerzas para murmurar, tan bajito que quizás no lo escuchó:

¿Te das cuenta de que podrías haberlo echado todo a perder?

Pero no era eso lo que más me molestaba. No del todo. Era el hecho de que no me hubiera pedido que le acompañara, que no hubiera propuesto que nos uniéramos a la resistencia en secreto. Apreté los puños hasta clavarme las uñas en las manos. ¿Por qué pensaba estas cosas ahora? Sabía que, de haber ocurrido eso, ahora mismo estaría mucho, mucho peor. Puede que incluso hubiera dejado de ser humana.

Entonces, ¿a qué venía todo esto?

Cuando desperté había perdido mi magia, incluida mi Llave y me he pasado todo 1016 buscándola. La he encontrado y he regresado. Puedes increparme si quieres, Celeste. Pero he pagado por mis errores, te lo aseguro. Con creces.

Por aquel entonces, yo ya intentaba reprimir las lágrimas como podía.

Yo no... Jesús, Simbad, todo el mundo creyó que habías muerto. ¿Qué querías que pensara? Sólo puedo culparte de haber ido a París... y eso que puedo entenderlo.

Solté una carcajada amarga.

Has tenido que pasarlo fatal por tu cuenta. Deberías haber mandado un mensaje a alguien.

Y por fin le abracé con fuerza, aunque seguía dolida y molesta por su silencio y sus excursiones secretas. En todo este tiempo no había conocido a nadie más de La Cité que fuera capaz de comprender por qué estaba pasando. No tanto. El resentimiento contra Simbad fue ahogado por la alegría de verle vivo y la compasión por su historia.
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