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Día antes de la caída de Islas del DestinoEl relajante sonido del agua contra el muelle era lo que siempre me llevaba a aquel lugar para desconectar de la realidad. Era imposible hacerlo, pues por la noche el cielo estaba especialmente negro sin prácticamente ninguna estrella en el firmamento.
Todavía recordaba cuando había empezado mis andadas como aprendiz, cuando me juntaba con Ivan, Nadhia, Fyk, Saxor… Ahora, ninguno de ellos estaba junto a mí.
Cada noche me gustaba recordar aquellos buenos y lejanos tiempos. Muy atrás había quedado mi época como aprendiz, había hecho nuevos y valiosos amigos. Pero temía que pudiese perderles otra vez. No quería volver a quedar solo, era demasiado triste.
Los entrenamientos que hacía con Bitron eran agotadores y aquello sumado a los demás deberes que tenía como Maestro y las misiones… A penas sacaba tiempo para mi vida personal.
—
He traído algo para beber —escuché una voz a mis espaldas.
Una mujer alta como una modelo caminó grácil por el muelle de madera, era sigilosa como un gato por lo que si no fuera porque podía sentir los corazones de gente que hubiese cerca no habría llegado a notarla.
Su espeso y largo cabello negro ondeaba con el viento.
Se sentó a mi lado y me tendió una lata de cerveza.
—
¿Y bien? ¿Mucho trabajo hoy? —me preguntó con una sonrisa afable.
—
Hoy no, estuve entrenando con Bitron casi todo el día en el castillo. Ha mejorado mucho, aunque me preocupa un poco que sea tan cabezahueca. Aunque he de admitir que tiene muchísimo potencial. ¿Y tú?—
No demasiado. Ayudé a dar a luz a una mujer, su bebé estaba muy débil así que tuve que aplicar mis poderes y sacrificar un cordero para transferirle su fuerza vital.—
Creo que eres la primera nigromante que conozco que utiliza su magia para sanar personas.—
Oh, sí. Pero es muy bonito tener que ensuciarse la ropa con sangre, ¿tu sabes lo que cuesta que salga? —Me observó en silencio unos instantes—.
Bueno, tú que vas a saber… Si siempre vas medio desnudo.—
Oye, que llevo pantalones.La mujer soltó una breve risa y dejamos que el silencio nos rodease mientras abríamos las bebidas y las bebíamos con calma mientras veíamos las oscuras siluetas de las puntiagudas colinas.
—
¡Qué fresquita! —soltó—.
¿Y bien? ¿Tienes alguna misión para mañana?—
Sí, me toca hacer una ronda por algunos mundos para ver que todo sigue bien en ellos. Voy a ir a Islas del Destino.—
Que suerte, seguro que hará buen clima y podrás darte un chapuzón… Y mientras, yo aquí ayudando en el hospital. Algún día me tienes que llevar contigo —guiñó un ojo de forma cómplice.
—
Claro, pero cuando sea seguro. No me gustaría ponerte en peligro —bajé la mirada y la clavé en el agua donde se podían ver algunos peces en el fondo del lago.
—
Me gustaría tanto que dejases de ser un Portador… Cada día siento que podría ser el último.—
No puedo hacerlo, y menos siendo un Maestro. Alguien tiene que protegeros a todos. Tengo mucho miedo de Xihn, de Andrei, de Karel, de Verdín y… Ya sabes de quién más.—
Tu antiguo amigo.—
Sí… Pero ellos quieren borrarnos. Desean la destrucción de todo lo que conocemos y queremos y yo… No puedo permitirme perderte, si puedo seguir es gracias a ti.Di un gran trago a la cerveza, colorado.
Había conocido a Lia pocos meses después de la caída de Ciudad de Paso. Ella, al igual que la mayoría que ahora habitaban el mundo era una de las refugiadas de aquel mundo. Fue mientras ayudaba a construir un edificio cuando la vi por primera vez, no fue amor a primera vista pero en cierto sentido conectamos mientras trabajabamos. Hablábamos mucho y en cierto sentido me ayudó a afrontar las derrotas que los Portadores sufriamos, se había convertido poco a poco en un hombro donde llorar, en un pilar que me apoyaba cuando más lo necesitaba… Y pasaron así los años hasta que finalmente ambos nos dimos cuenta de lo que sentíamos el uno por el otro. Llevábamos poco más de seis meses como pareja, aunque desde luego la quería de verdad. El problema era que nunca había tenido una relación de ese tipo antes, ella tenía más experiencia que yo en eso desde luego. A menudo sentía que no era suficientemente bueno para ella, no sabía como actuar con ella, ¿cuándo debía besarla? ¿Qué clase de conversaciones podía tener con ella? Nunca había pensado nada de eso, toda mi vida había sido pelear por la Orden. Mi vida se resumía en dos palabras: Llave Espada.
Fátima tenía a Malik, y en eso les envidiaba. Al ser ambos portadores se podían entender de una forma muy distinta. Lia tenía capacidad mágica y era hábil, pero no quería meterla en algo tan peligroso como era ser Portador. Ya había pasado por mucho cuando la mayor parte de sus seres queridos (incluyendo el que había sido su pareja) murieron junto a Ciudad de Paso.
Di otro trago a la cerveza terminando lo poco que quedaba.
—
Se está haciendo tarde... —dije con cierto pesar—.
Debería marcharme al castillo, necesito estar con las pilas recargadas para mañana.—
De acuerdo —asintió con la cabeza—.
Yo volveré a casa con mi madre en nada. ¿Quieres venir éste fin de semana a cenar? Si estás libre, claro.—
Por supuesto —sonreí. Deposité un beso en sus labios antes de materializar mi Llave Espada y transformarla en Glider—.
Dulces sueños.—
Lo mismo digo... Ten mucho cuidado.1015
Día de la caída de Islas del DestinoComprobé por tercera vez que mi hechizo para hacer que mis particularidades físicas desapareciesen funcionaba correctamente. Se me daba bastante mal el ilusionismo, de hecho lo único que era capaz de hacer era quitarme el color de piel azulado que tenía y cambiarles la forma a mis orejas, también era capaz de hacer que mi brazo izquierdo fuese normal y no una garra.
Llevaba todo mi equipo listo y unas ropas algo casuales pero lo suficientemente cómodas como para emplear en una batalla si era necesario, también llevaba un botiquín con pociones, éters… Todo lo necesario para sobrevivir a mi día a día.
Aquel día haría mi guardia solo. Bitron seguramente tendrían que hacer alguna otra tarea que Ryota les mandase, lo desconocía. Suspiré e hice un gesto para abrir un portal de oscuridad en mi habitación rumbo a Islas del Destino. Si mis cálculos con el Portal no fallaban, debería aparecer en un pequeño bosquecito de la Isla Principal, no demasiado lejos del pueblo.