[La Cité des Cloches] Santuario

Celeste, Bitron, Simbad, Saito y Dos

Aquí es donde verdaderamente vas a trazar el rumbo de tus acciones, donde vas a determinar tu destino, donde va a escribirse tu historia

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

[La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Suzume Mizuno » Sab Oct 07, 2017 12:27 am

14 de abril de 1017


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El Portal de Luz se abrió al lado del río y, uno tras otro, los aprendices salieron. Dos en concreto iba cubierta por una tela muy apretada, con capucha y pantalones, y por una suerte de pintura que disimulaba su brillo metálico. Ryota le había añadido una braga de tela para la nariz y con una mirada helada que advertía que no estaba para jueguecitos. Si le daba problemas, le había prometido, la devolvería a Tierra de Partida.

Bitron, Simbad, Saito y Celeste casi no habían tenido tiempo para cambiarse ni ponerse guapos, pero tanto daba. No había ni un minuto que perder. De acuerdo a sus relojes, tenían hora y media para dar con Andrei antes de que decidiera poner fin a la vida de Esmeralda.

Ryota y Nanashi cuchichearon entre ellos y luego se volvieron hacia los Caballeros.

No podemos saber qué pretende Andrei, de modo que hay que ser cautelosos. El corazón del mundo se encuentra en Notre Dame y si Andrei ha amenazado una vez con hacerlo caer, puede hacerlo dos veces. Un grupo nos acercaremos a negociar con Andrei y, en caso de fallo, intentar rescatar a Esmeralda. Dos de vosotros y yo.

El resto vendrán conmigo a tomar la catedral. Andrei es experto en contrarrestar magia ajena, de modo que debemos andar con cuidado. Necesitaremos la ayuda de Quasimodo para acceder a Notre Dame, casi con seguridad. No pueden estar muy lejos, intentarán ayudar a Esmeralda, y hemos enviado un mensaje. Al menos él debería reunirse pronto con nosotros. Entonces veremos cómo actuar. En marcha.

Los Maestros se separaron sin esperar a que pudieran hablar demasiado. El tiempo corría en su cuenta. En realidad, su destino era prácticamente el mismo: Notre Dame o su plaza. Sin embargo, cada uno pretendía abordarla desde puntos diferentes para no ser localizados con facilidad.

****
Grupo de Nanashi


Una multitud se había acumulado alrededor de la plaza y nada de ello presagiaba nuevas buenas para los Caballeros. Con tanta gente, sería difícil pelear y Andrei podía liberar Sincorazón para emplearlos como sus rehenes.

En el centro había una pira ridículamente grande, guardada por numerosos soldados. Frente a la misma, a su vez envuelta por dos hileras de fuertes soldados que despedían un aura extraña, había una jaula. Esmeralda, vestida de blanco y sentada con la espalda erguida contra las rejas, contemplaba la madera con aire ausente. Al menos parecía que no le habían hecho mucho daño físico.

Mirad dónde se encuentra Andrei—cuchicheó Nanashi.

No se encontraba en un sitio muy accesible, desde luego: frente a Notre Dame había una serie de edificios que cerraban la plaza. El joven general de Xihn se había sentado en uno de los tejados. Sin duda habría varios Sincorazón acompañándolo, aunque todavía no estuvieran a la vista. Solo los Caballeros o alguien como Quasimodo podrían llegar. El edificio estaba vigilado, pero no lo estaban… Todos. Podrían colarse por alguna ventana de la manzana.

Entonces los Caballeros se fijaron en una melena rubia que, quizá si eran oriundos de la Cité, reconocerían como la de cierto capitán. De lo contrario, no podrían darse cuenta de que se trataba de él.

Pero si estaba cerca, eso significaba que los gitanos también se encontraban en los alrededores, como había previsto Ryota.

Hay que apurar hasta el último minuto para Ryota, pero debemos mantenernos cerca de Andrei y de Esmeralda. En caso de que Andrei se dirija a Notre Dame, debemos detenerlo. Así que tenemos la opción de atacar e intentar liberarla si se da la ocasión cuando falte poco o… Atacar a Andrei. No entregaremos rehenes.—Los contempló con seriedad—. [b]Medid vuestras fuerzas y hablad: ¿preferís enfrentaros a Andrei conmigo o quedaros a proteger a Esmeralda? Esos hombres son extraños… Yo que vosotros no los subestimaría.

No era buena idea que los Caballeros se separaran. Claro que siempre estaba la opción de llamar (con discreción) a algún compañero del grupo de Ryota y pedir que se les uniera. Pero se arriesgaban a que los descubrieran.

****
Grupo de Ryota


Supieron que algo malo pasaba antes de terminar de rodear Notre Dame. No solo no había guardias, sino que no parecía tan impresionante como antes. Como si una pieza de arte hubiera perdido su brillo, un ruiseñor se hubiera quedado mudo o… Algo hubiera perdido su vida. Era una sensación de sordera constante, como si faltara un elemento esencial.

Ryota y los magos en particular se darían cuenta rápidamente de lo que sucedía: la catedral estaba «sellada». Ryota probó a lanzar un pequeño golpe de viento y este fue rechazado. Chasqueó la lengua con frustración. Es más, a los dos metros de la catedral, la magia dejaba de ser efectiva. No podrían usar ni gliders ni magia en general para subir. Y, una vez dieron con la entrada trasera, se fijaron en que no solo no tenía cerradura, sino que la habían tapiado con rocas. Igual que las cristaleras que daban a la galería. La única forma de acceder era trepar.

Eso o arriesgarse a saltar desde lo alto, subiendo a algún edificio, o incluso usando un glider.

Pero entonces, casi con seguridad, Andrei los descubriría.

Ryota se pasó una mano por los labios justo cuando escucharon unos gritos no muy lejos. Venían del río, que bordeaba la catedral.

Quizás sea Quasimodo. Que vaya una pareja al río. Necesitamos también algo para derribar esta puerta, no podemos ir al frente a riesgo de que nos vea Andrei y no tenemos herramientas aquí mismo.—Ni siquiera había grandes árboles cercanos que talar y usar para cargar contra la pared de piedra—. [b]Podríamos entrar sin más por lo alto, pero prefiero asegurarnos una salida.

Claro que ¿a dónde ir para derribar muros? Puede que algo les sirviera, aunque sería bastante ruidoso. Pero si lo dejaban preparado para cuando tuvieran que escapar…

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¡Bienvenidos a Santuario! Es la última trama que tendremos en la Cité, así que dejadme llorar un rato porque ay.

Ahora en serio, gracias a todos por estar aquí. Quiero recordaros que, quitando las conversaciones que tengáis entre vosotros, no estamos para hacer investigaciones ni mucha cosa. Os moveréis para lograr «herramientas» (sean NPCs, objetos o lograr que cambien situaciones) y las tendréis que usar relativamente rápido.

Vuestro objetivo es rescatar a Esmeralda pero, sobre todo, averiguar qué planea Andrei. ¿Lo de pedir un rehén es una fachada o de verdad quiere un Caballero? Y evitar que cumpla sus planes, claro, siempre teniendo en cuenta que lo que pasa en los otros mundos probablemente está relacionado.

¡Pues eso, a aprovechar!


Fecha límite: miércoles 11 de octubre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Lun Oct 09, 2017 11:42 pm

Me encandilaba París, lo había hecho desde mi primera visita al mundo. Y ese sentimiento había crecido a medida que participaba en misiones relativas a éste. ¿Era por la nostalgia? ¿La música? ¿Los recuerdos felices?

El murmullo de las risas de una cena y de confesiones frente al Sena se alejó de mi mente, volviendo aún más atrás en el tiempo. La muerte de Gárland, Notre Dame ardiendo. El fuego insuflándome poder … aún más lejos, el cementerio en el que Fátima y yo habíamos luchado codo con codo. La noche en la que había aprendido que no podía juzgar a todos por igual. Y casi olvidado, a un ya difunto Mateus Palamecia arrojándome desde la Catedral. El Festival de los Bufones en plena auge.

Por eso mismo sabía que había que evitar su caída a toda costa y pararle los pies a Saavedra, fueran cuales fueran sus intenciones al anunciar públicamente la ejecución de Esmeralda. ¿Sumir a la Cité en la Oscuridad? ¿Asustar a los que se oponían a su mandato del terror? ¿Para qué quería rehenes?

Miré a mis compañeros de misión, deteniéndome en Celeste un momento. No podía imaginarme por lo que estaba pasando. Para más inri era la única en la que verdaderamente confiaba de los compañeros que tenía. Y eso iba a ser un problema.

No conocía a demasiado a Dos, cierto, pero un androide en la Cité… si Armand ya había palidecido al verme usar magia, esto le habría descolocado del todo. El caso de Bitron era distinto, había algo en él que no me gustaba. Más o menos novato, pero no me acababa de fiar ni un pelo por lo que había oído de él.

Y de Simbad no quería ni oír hablar. Por mucho que estuviera bien preparado y fuera un miembro veterano de la Orden, no hacía ni un mes que había vuelto. Cada vez que lo veía en su frente se dibujaba una palabra: traidor.

Al menos estábamos acompañados por la Maestra Nanashi y el Maestro Ryota. Me limité a atender en cuanto cruzamos el portal de luz. Hora y media, en ese tiempo se iba a decidir todo.

No podemos saber qué pretende Andrei, de modo que hay que ser cautelosos. El corazón del mundo se encuentra en Notre Dame y si Andrei ha amenazado una vez con hacerlo caer, puede hacerlo dos veces. Un grupo nos acercaremos a negociar con Andrei y, en caso de fallo, intentar rescatar a Esmeralda. Dos de vosotros y yo.

El resto vendrán conmigo a tomar la catedral. Andrei es experto en contrarrestar magia ajena, de modo que debemos andar con cuidado. Necesitaremos la ayuda de Quasimodo para acceder a Notre Dame, casi con seguridad. No pueden estar muy lejos, intentarán ayudar a Esmeralda, y hemos enviado un mensaje. Al menos él debería reunirse pronto con nosotros. Entonces veremos cómo actuar. En marcha.

No sabía a cuál de los dos Maestros acompañar, y a falta de tiempo tendría que tomar una decisión rápida. Así que sin pensármelo mucho más me dirigí al lado de la Maestra Nanashi. Le susurré un discreto «suerte» a Celeste al pasar por su lado ya que parecía que habíamos elegido caminos opuestos.

****


Me ajusté la ropa, mientras nos acercábamos a la multitud. La ejecución de Esmeralda parecía haberse convertido en un espectáculo. Uno en el que Andrei tenía la ventaja, en el momento en que quisiera podía acabar con todos los civiles invocando a los Sincorazón o… con el cristal de fuego.

Una punzada de culpabilidad me hizo detenerme mientras contemplaba la gran pira que el general de Xihn le había preparado a la mujer. Demasiado grande y bien custodiada, como si de verdad estuviera esperando a que entráramos en acción. Entrecerré los ojos ante los guardias, había algo extraño en aquellos que protegían la jaula de Esmeralda.

Mirad dónde se encuentra Andrei

Di un respingo ante la voz de Nanashi pero seguí su mirada en dirección al tejado en cuestión. Estaba en uno de los edificios que rodeaban la plaza, y que se encontraban frente a Notre Dame. Era un sitio poco accesible desde luego, y Andrei tendría vigiladas sus espaldas. Pero aun así quizá hubiera una manera de acceder a él…

«¿Pero cuál?»

Fue entonces cuando un viejo conocido pasó cerca. Se trataba del capitán Febo y si él estaba aquí, dispuesto a salvar a su esposa, no habría venido solo. Todos los gitanos que se habían opuesto a las acciones de Saavedra estarían por los alrededores, tal y como había previsto el Maestro Ryota.

Si nos coordinábamos bien, podríamos organizar una buena ofensiva. Aunque seguían preocupándome las intenciones de aquel malnacido que lo observaba todo desde lo alto.

Hay que apurar hasta el último minuto para Ryota, pero debemos mantenernos cerca de Andrei y de Esmeralda. En caso de que Andrei se dirija a Notre Dame, debemos detenerlo. Así que tenemos la opción de atacar e intentar liberarla si se da la ocasión cuando falte poco o… Atacar a Andrei. No entregaremos rehenes. Medid vuestras fuerzas y hablad: ¿preferís enfrentaros a Andrei conmigo o quedaros a proteger a Esmeralda? Esos hombres son extraños… Yo que vosotros no los subestimaría.

Cogí aire, tratando de analizar la situación. No era capaz de ver la mejor opción, si es que existía una.

El capitán Febo ya está aquí. —Hice una discreta señal en dirección al hombre, por si la droide no lo conocía—. Y en cuánto las cosas se pongan feas estoy seguro de que intervendrá junto a la gente que haya traído… Yo diría de separarnos en dos pequeños grupos.

»¿Te parecería quedarte tú, Dos? —pregunté, y entonces me dirigí a la Maestra—. Yo la acompañaré a enfrentarse a Andrei.

En caso de aceptar buscaría junto a Nanashi alguno de los edificios colindantes por los que pudiéramos empezar a acercarnos a Saavedra. No sería fácil, pero había que ganar tiempo para que los demás pudieran tomar Notre Dame.
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H.S Sora
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Mar Oct 10, 2017 8:20 pm

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Al darle la espalda a la ciudad, me di cuenta de que el paseo se me había hecho demasiado corto, pero ya era tarde para cambiar de opinión. La emoción y los nervios no consiguieron llevarse el último rastro de tristeza que sentía, de la certeza de que debería haber terminado de ver ese atardecer. De que pasaría mucho tiempo hasta que pudiera volver a apreciarlo desde ahí. De que la próxima vez que viera salir el Sol sería en otro mundo.

Pero la tristeza era un rayo muy, muy pequeño comparado con toda la alegría. Hoy empezaba mi nueva vida.

Perdón por la tardanza. Estoy preparada, Ryota. Por mí, podemos partir ya.

¿Cómo no iba a hacerlo? ¿Cómo no iba a desear algo así? Había accedido a volar —¡a volar, que ya de por sí era increíble y aterrador!— en una especie de carruaje con poderes y sellado un contrato mágico a cambio del arma más maravillosa de todas

Un pinchazo de culpabilidad casi me hizo flaquear, pero esperé que el Maestro no se hubiera dado cuenta, igual que no había dado muestras de notar mis mentiras. Y, sin embargo, estaba hecho. No había falsas promesas ni excusas que valieran. Muy en el fondo de mi corazón, lo sabía, pero elegí ignorarlo.

Nada se convierte tanto en un tesoro como cuando lo dejamos atrás. Cuando regreses, podrás tratarlo tal y como se merece.

No recordaba haber dibujado una sonrisa más grande que aquella, más cargada de ilusión.

Lo haré. Me aseguraré de protegerlo, de protegerlos a todos.

Bastión Hueco no conocería una aprendiz con más dedicación. Aprendería, ¡y tanto que lo haría! No esperaba convertirme en la más fuerte ni en la más poderosa, pero mi amor por mi mundo terminaría de compensar el resto. Sólo tenía que aplicarme y mejorar. Iría a misiones y sería una buena Caballero. La Llave Espada guardaba promesas de cientos de aventuras que me convertirían en lo que estaba destinada a ser: una heroína.


* * *


14 de abril de 1018


El oleaje del Sena era suave y casi hipnótico. El río estaba en calma, en disonancia con lo que estaba a punto de ocurrir.

Cerré los ojos e intenté escuchar el rumor del agua. El sonido de tiempos mejores. Sabía que esa suerte de paz que se había establecido en La Cité no podría durar demasiado, nunca me había atrevido a tener esa esperanza. Pero tampoco esperaba que terminara... así.

No podemos saber qué pretende Andrei, de modo que hay que ser cautelosos. El corazón del mundo se encuentra en Notre Dame y si Andrei ha amenazado una vez con hacerlo caer, puede hacerlo dos veces.

Me volví hacia Nanashi con ganas de llorar, pero no me salió ninguna lágrima.

Un grupo nos acercaremos a negociar con Andrei y, en caso de fallo, intentar rescatar a Esmeralda. Dos de vosotros y yo —ordenó.

El resto vendrán conmigo a tomar la catedral —agregó Ryota—[color=silver]. Andrei es experto en contrarrestar magia ajena, de modo que debemos andar con cuidado. Necesitaremos la ayuda de Quasimodo para acceder a Notre Dame, casi con seguridad. No pueden estar muy lejos, intentarán ayudar a Esmeralda, y hemos enviado un mensaje. Al menos él debería reunirse pronto con nosotros. Entonces veremos cómo actuar. En marcha.

No me sorprendió cuando los Maestros echaron a andar sin dejarnos más tiempo del necesario para tomar nuestra decisión. En cierto modo, encontré consuelo en lo que años atrás habría tachado de frialdad. Era como siempre: sólo una misión más. Con la diferencia de que todos sabíamos que, ocurriera lo que ocurriera en la próxima hora y media, esta misión podía muy bien ser la que condenaría París a caer en la oscuridad. Para siempre.

Quizás fue por eso que me decidí por acompañar a Ryota. Quizás fue porque no me veía capaz de un enfrentamiento directo, aún después de todo, o porque me daba miedo fallar a Esmeralda, a mi familia, a todos los que habían luchado día tras día durante los últimos cuatro años cuando yo no había podido.

Me habría gustado ir con Nanashi, pero no quería hacerme ilusiones. Mi lugar no estaba ahí fuera, en campo abierto, lista para poner mi vida en manos de Andrei Saavedra.

Deseé suerte a la Maestra y a los que la acompañarían: Saito y Dos. El suyo sería el camino más peligroso, de modo que no les pedí promesas ni garantías sobre la seguridad de Esmeralda. Sólo Dios sabía qué le habría hecho ya Andrei.

Levanté la mirada hacia Notre Dame pero, sin querer, la desvié hacia Ryota.

Todo había empezado aquí.

«Tiene que terminar aquí.»

* * *


La magia dejó de funcionar a medida que nos acercábamos a Notre Dame. Se trataba de una barrera, o de algún tipo de reflejo, porque los hechizos rebotaban en los muros. Me recordaba a lo que había visto en el País de las Maravillas, pero en esta ocasión no había cerraduras que valieran, y menos todavía ángeles del pasado aguardando en su interior.

Puse una mano sobre la catedral, tapiada con rocas. Cerré el puño. ¿De verdad parecía como si estuviera muerta o sólo eran impresiones mías?

Antes de que pudiera averiguarlo, escuchamos unos gritos que provenían del río. Sonaban cerca, pero no lo suficiente como para distinguir la voz.

Quizás sea Quasimodo. Que vaya una pareja al río.

Esperé a que Simbad y Bitron se pronunciaran para ver dónde se me necesitaba más. Cambie el peso de un pie a otro, nerviosa; si era Quasimodo quien había gritado, había algo más cerca de nosotros.

Ryota prosiguió:

Necesitamos también algo para derribar esta puerta, no podemos ir al frente a riesgo de que nos vea Andrei y no tenemos herramientas aquí mismo. —Sin magia, la única alternativa era saltar desde algún sitio alto, pero eso llamaría incluso más la atención—. Podríamos entrar sin más por lo alto, pero prefiero asegurarnos una salida.

Se me ocurre algo, pero tampoco es muy sutil —dije yo entonces—. En China, los soldados fabrican explosivos para luchar. Son muy potentes, y podrían volar la puerta sin problemas.

Pensé en quién había ido a Tierra de Dragones y el alivio me provocó una ligera sonrisa. Como si no estuviera proponiendo destrozar la catedral. Otra vez.

Fátima está ahí con la resistencia. Seguro que si nos ponemos en contacto con ella o con Lyn pueden prestarnos algo.

Le había hecho una señal a mi compañero, quien fuera, para que empezara a dirigirse al río; no había tiempo que perder. En cuanto hube terminado de hablar, me apresuré a seguirle, preparada para invocar mis dagas en caso de que hubiera algún peligro.

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*Denna sufriendo para quitarle drama al post* *Denna fails*
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor LightHelco » Mié Oct 11, 2017 1:04 am

Dos se ajustó nuevamente los bajos de los pantalones que le había tocado llevar a aquella misión, estos colándose entre los huecos de sus pies y causándole molestias a la droide. Tener tanta ropa encima la agobiaba y tampoco es que ayudase la amenaza por parte de Ryota en la que la mandaría derechita al castillo si hacía alguna tontería. Y tontería aquí era, dejar que cualquiera de esas telas dejara de cubrirla.

Era la primera vez que se iba a una misión sin la vigilancia de uno de sus Maestros y lo tenía que hacer bajo amenazas y pareciendo el nuevo personaje de un videojuego de asesinos. No, la cosa no empezaba para nada bien.

Aun así prefirió no alzar la voz en contra de las órdenes del Maestro Ryota y centrarse en recapitular la información de la que disponía del mundo y el sujeto al que iban a enfrentarse: Andrei Saavedra.

Sus conversaciones con Alec la habían ayudado bastante a hacerse una idea de cómo era este, aunque lo que más recordaba de este era el cómo repetía constantemente la frase “ojala lo hubiera matado cuando pudo”, algo que tuvo a Dos bastante confusa durante toda la tarde. ¿Alguien le había perdonado la vida a Andrei en alguna ocasión?

Tampoco importaría mucho, en lo que debía centrarse era en no dejar que otro mundo fuera destruido a manos de aquellos locos, por lo que ajustándose los pantalones por tercera vez, en esta ocasión debido a que su cola se había movido más de lo normal, se preparó para la aventura que les esperaba.

* * *


Queriendo evitar a Ryota para tener algo más de margen a que cometiera algún error pequeñito, Dos se unió a la Maestra Nanashi junto a Saito, uno de los antiguos aprendices de Bastión Hueco.

Llegaron a la plaza central de la gran ciudad de Paris y allí pudieron observar como se había reunido una enorme multitud de personas, todas listas para ver el espectáculo del día: La ejecución de la gitana Esmeralda. Quemada en la hoguera ni más ni menos… en ocasiones los datos sobre humanos que reunía Dos la confundían, ya que no entendía aquellos gustos por ver a otros morir de formas horribles.

De forma disimulada, aumentó la distancia a la que podían ver sus ojos para poder sacar más información del entorno. Localizó la enorme pira a la que prenderían fuego en poco tiempo rodeada de soldados, y no muy lejos de ella, una jaula en donde aguardaba la gitana Esmeralda a que llegara su final. Al igual que la pira, la mujer también tenía guardias custodiándola, aunque estos estaban rodeados de una extraña aura.

Maestra, noto algo extraño en esos soldados de allí —señaló la droide con la mirada, pero esta estaba más concentrada en mirar hacia uno de los tejados de los edificios que rodeaban la plaza.

Y es que allí estaba el susodicho Andrei, sentado pacientemente sobre una de las casas, vigilando toda la zona para en cualquier momento invocar a sus Sincorazón y desatar el mayor caos que se pudiera ver y no estuviera causado por Dos. Porque la verdad es que se había conseguido ganar algo de fama en Tierra de Partida tras el tercer efecto mariposa que creaba.

Hay que apurar hasta el último minuto para Ryota, pero debemos mantenernos cerca de Andrei y de Esmeralda —les recordó la mujer. Si, su objetivo allí era intentar que Esmeralda no muriera, pero también darle tiempo al Maestro para que él y su grupo accedieran al interior de la catedral —. En caso de que Andrei se dirija a Notre Dame, debemos detenerlo. Así que tenemos la opción de atacar e intentar liberarla si se da la ocasión cuando falte poco o… Atacar a Andrei. No entregaremos rehenes. Medid vuestras fuerzas y hablad: ¿preferís enfrentaros a Andrei conmigo o quedaros a proteger a Esmeralda? Esos hombres son extraños… Yo que vosotros no los subestimaría.

Podría intentar escanearlos y mandarle el resultado del escáner al Maestros Ryota o a Tierra de Partida mismo si es algo grave —sugirió Dos yendo a extender el visor sobre sus ojos, pero en cuanto recordó a Ryota alejó su mano de la cara.

Su compañero Saito señaló entonces a un hombre de melena rubia entre el gentío. Según este se llamaba Febo y por sus palabras, parecía ser el líder de una resistencia contra Andrei o algo.

¿Te parecería quedarte tú, Dos? —le preguntó Saito tras sugerir el que separaran en dos grupos —. Yo la acompañaré a enfrentarse a Andrei.

Tenía sentido el realizar esa separación, alguien debía controlar un poco que Esmeralda no se muriera antes de tiempo y además podían de esa forma mantener contacto con el tal Febo, el cual se imaginaba, era un aliado de la Orden. No había ninguna razón para oponerse.

Así lo haré, señor Saito, les haré saber que ocurre con esos soldados y el plan que pueda tener el señor Febo, no tienen nada de lo que preocuparse —. Esta vez sí pulsó el botón que había en una de sus orejas, activando así el sistema de comunicación con el que contaba la droide —. Háganme saber lo que necesiten, recibiré toda llamada y mensaje entrante que realicen al instante. Seguramente también deba de comunicarle esto al Maestro Ryota, puede que necesiten ayuda en su lado… o quizás a los otros Maestros, nunca se sabe si alguno tendría que moverse.

La mención de los otros Maestros la hizo recordar que Fátima se encontraba también de misión contra otro de los generales. No queriendo molestarla mucho, pero preocupada por lo que podría pasarle, creó y envió un mensaje rápido a su dirección mientras buscaba nuevamente a Febo, que entre tanta gente casi lo había perdido.

Dos escribió:Que tenga buena suerte en la misión, Maestra Fátima Imagen


Listo y creo que ya he vuelto a verle —dijo para si misma Dos, acercándose al hombre con cuidado.

En cuanto estuve al lado del rubio, le tiró con cuidado del brazo para llamar su atención.

¿Es usted el señor Febo? —le preguntaría entonces bajando el volumen de su voz —. Espero que no le asuste mi aspecto aunque tenga la altura de una niña, vengo con Saito y Nanashi —decidió usar los nombres de sus compañeros por si le sonaban más que las palabras Orden o Portadores — y estamos intentando ayudar en el rescate de la señora Esmeralda.

Dos escucharía atentamente lo que el hombre le dijera, recordando los puntos importantes para después enviárselos a la Maestra Nanashi. Tras eso se colocaría detrás suya para que la altura de Febo la escondiera de miradas ajenas.

Le pido que no se alarme por lo que haré a continuación, seguramente conozca bien a mis compañeros de faena, pero digamos que yo soy aun más particular que ellos —rió la robot por lo bajo extendiendo el visor sin que nadie la pudiera ver, usando tanto la espada de Febo como la capucha y disimuladamente apuntó con sus ojos a los guardias que custodiaban a Esmeralda para usar su habilidad de Escáner —. Hay algo extraño en esos guardias y claramente pasar a cualquier plan sin conocer perfectamente a nuestros enemigos sería un error como comprenderá.

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▪ Escáner (HC) [Nivel 7] [Requiere Afinidad Electro, Prismáticos] Haciendo uso de cámaras que estén instaladas en su cuerpo, el usuario escanea al objetivo a fondo y procesa los datos para obtener información de él, como su afinidad, estadísticas y otros.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor xXOrbOOkXx » Jue Oct 12, 2017 12:19 am

14 de abril de 1017

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Estaba en casa.

Aquello era por lo que había vuelto y creído, aquella era mi parada. La última parada. Andrei nos dejaba hora y media de tiempo, y después de eso ejecutaría a la líder de la resistencia, Esmeralda. Podían creer que habrían más oportunidades para salvar París, pero yo no lo creía. Aquella era la última. Ganábamos o perdíamos. Todo o nada. Y por eso estaba allí.

Aspiré profundamente el aire de París después de dos largos años sin hacerlo. No había estado preparado para afrontar la ciudad y verla en manos de Andrei. Pero ahora lo estaba. Y también estaba decidido a cambiar aquello esa misma noche.

Porque aquella era la noche en la que volvía de los muertos. Puede parecer ególatra y pretencioso, pero era la pura verdad. Después de enterarme que había sido Gédéon quien había recogido mi Llave Espada para luego ser arrebatada por la Orden, había deseado volver con todas mis fuerzas y quizás morir por París. Sin embargo, no iba solo.

Todos habían cambiado considerablemente, puesto que el tiempo no pasaba en balde para nadie. Dos era la única que no había cambiado físicamente por su condición de robot, y era por ello también que iba oculta bajo capas y capas de pieles, sin duda para disimular su fulgor metálico. Saito por su parte se le veía mucho más mayor, como si le hubieran caído diez años encima. No había tenido mucho contacto con él en su día, pero sus miradas hablaban con desconfianza y dureza. Sabía que para él no era más que un traidor, al igual que muchos otros en la Orden, y por supuesto no podía culparles por ello. Dos años era mucho tiempo al fin y al cabo. Bitron era al que menos conocía, y dudaba haberlo visto antes por la Orden.

Celeste era un mundo totalmente aparte. Ya había tenido varios encontronazos con ella, incluido el día que regresé, pero aquel entonces había sido en penumbra y no había visto en realidad su verdadero aspecto. Si a Saito le habían caído diez años encima a Celeste cien, y su cabello ligeramente más corto no hacía más que acentuar su aspecto. Andaba recta y firme, como si siempre estuviera preparada para el combate. Sea lo que le hubieran hecho, sus ojos habían cambiado para siempre.

No podemos saber qué pretende Andrei, de modo que hay que ser cautelosos. El corazón del mundo se encuentra en Notre Dame y si Andrei ha amenazado una vez con hacerlo caer, puede hacerlo dos veces. Un grupo nos acercaremos a negociar con Andrei y, en caso de fallo, intentar rescatar a Esmeralda. Dos de vosotros y yo.

Supe de inmediato que esa sería mi opción primordial.

El resto vendrán conmigo a tomar la catedral. Andrei es experto en contrarrestar magia ajena, de modo que debemos andar con cuidado. Necesitaremos la ayuda de Quasimodo para acceder a Notre Dame, casi con seguridad. No pueden estar muy lejos, intentarán ayudar a Esmeralda, y hemos enviado un mensaje. Al menos él debería reunirse pronto con nosotros. Entonces veremos cómo actuar. En marcha.

Sin más demora los grupos se dividieron. Para mi consternación Saito y la joven Dos tomaron el camino de Ryota. Coloqué una mano sobre el hombro de la robot, notando el frío metal a través de la tela para detenerla. La última vez que había tratado con Dos era tremendamente inocente, nadie que debiera ver las atrocidades de Andrei. Yo debía ocupar su lugar.

Buena suerte —deseé sin embargo tras unos segundos, desviando la mirada a Saito.

«Protégela» le dije con la mirada. Aunque, ¿por qué iba a escuchar a un traidor? «Protégela, porque es el ser más puro de todo París.»

Retiré el brazo. Debía pensar que Dos también era un Caballero, y seguramente uno con los ideales más firmes. Por lo tanto no debía interponerme en sus elecciones. Iba con Nanashi además, y seguramente la robot afrontaría a Andrei con mucha más serenidad que yo. Inconscientemente palpé mi brazo izquierdo al pensar en él. Hacía tiempo que había dejado de dolerme, pero el recuerdo seguía tan vivo como el metal al rojo.

*************


Y amaba París. Seguía teniendo aquella magia que cautivaba a todo el mundo mediante sus calles estrechas y el río. Y sin embargo a la vez estaba rota. Ya lo sabía de mis incursiones en 1014, pero no recordé la sensación hasta que nos adentramos en la ciudad. Pensaba que algo se podría haber salvado en Notre Dame, pero estaba equivocado. No solo no se había salvado sino que estaba tapiada. Literal y metafóricamente. Fue como si le hubieran cortado las alas a un pájaro. Aquella magia que sentía había desaparecido.

Para colmo estaba rodeado por una barrera mágica, fruto de Andrei sin duda, y la única forma de acceder sería escalando, cosa bastante arriesgada. Apreté los dientes, pero me controlé. Aquella era la noche del juicio. Esperé que la justicia fuera más ciega que nunca.

Escuchamos gritos y automáticamente me tensé, casi desenvainando la guadaña por inercia. Si alguien había gritado es porque los Sincorazón habían atacado de nuevo.

Quizás sea Quasimodo. Que vaya una pareja al río.

Me ofrecí voluntario junto a Celeste. Por un momento me recordó a los viejos tiempos.

Necesitamos también algo para derribar esta puerta, no podemos ir al frente a riesgo de que nos vea Andrei y no tenemos herramientas aquí mismo. Podríamos entrar sin más por lo alto, pero prefiero asegurarnos una salida.

Se me ocurre algo, pero tampoco es muy sutil . En China, los soldados fabrican explosivos para luchar. Son muy potentes, y podrían volar la puerta sin problemas.Fátima está ahí con la resistencia. Seguro que si nos ponemos en contacto con ella o con Lyn pueden prestarnos algo.

No me hacía ninguna gracia derrumbar la catedral, pero si queríamos salvar París no nos quedaba otra. Desenvainé una pequeña daga, por tener un arma a mano.

A malas podríamos usar la pólvora para salir de la catedral si nos quedamos encerrados —sugerí.

«Y metérsela a Andrei por el gaznate» pensé, aunque no dije nada. Los ánimos no estaban para bromas.

Celeste hizo una señal para que la siguiera. Raudo la acompañé, pero no sin antes enviarle el mensaje a Fátima:

La Cité des Clochés. Hora y media antes de la ejecución de Esmeralda.

Iré al grano: necesitamos la pólvora que Celeste nos ha comentado que está en China, donde vosotros estáis de misión. Sería ideal que tuvierais un poco vosotras para prestarnos, pero si no es el caso estoy dispuesto a ir hasta allí para conseguirla.

Simbad.


La próxima vez que nos enfrentemos ganaré.


Qué gilipollez.
Última edición por xXOrbOOkXx el Lun Nov 06, 2017 12:24 am, editado 1 vez en total
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Rol:

Ficha

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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Ronda 2

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 15, 2017 11:09 pm

Grupo de Nanashi


Cuando Dos alcanzó a Febo, este se llevó una mano a la cintura y por poco desenvainó la espada. La gente de su alrededor lo miró de reojo, pero tampoco reaccionó y pronto volvieron a prestar atención a Esmeralda con inquietud. Asintió con lentitud cuando le preguntó si era Febo y escuchó con profunda desconfianza, si bien llegó a relajarse y hasta esbozar una sonrisa de alivio al entender quién era. Con todo… Parecía estar en guardia. Quizás temiendo una trampa.

¿Que no me asuste de qué pequ…? ¡Jesús!—siseó al ver sus ojos. Dio un respingo, pero no se apartó para que Dos pudiera pasar más o menos desapercibida. Una vez se calmó, Febo susurró—: [b]Me pregunto qué maravilla traeréis la próxima vez. Si es que la hay. Esos son los hombres de Andrei. La mayoría de ellos eran míos pero… Y otros son extraños, silenciosos como demonios. ¿Qué es lo que has sacado en claro?

Febo se agachó entonces y le susurró a Dos:

Todos los supervivientes de la Corte de los Milagros están por aquí. Vamos a esperar hasta que intenten encender el fuego. Andrei es un brujo que controla este elemento con demasiada facilidad; no podemos permitir que prenda o será demasiado tarde y lo devorará… todo. ¿Qué planeáis vosotros?

Febo esperó un momento y dijo:

Tengo a varios compañeros conmigo, escondidos. Juntos podremos planear algo mejor. ¿Vienes o debemos buscaros después?

Probablemente no fuera muy buena idea separarse demasiado, pues la idea era pasar desapercibida. Tanto si iba con Nanashi (y la encontraba) como si acompañaba a Febo implicaba un riesgo. Pero tampoco podían perder el tiempo, que era muy escaso. Ya solo quedaba una hora…

Por su parte, Nanashi se dirigió hacia el edificio donde estaba Andrei, contemplándolo por el rabillo del ojo pero sin perder detalle. Al final indicó a Saito que la siguiera y cruzaron entre la ruidosa multitud hasta que llegaron a una de las callejuelas que rodeaba el grupo de edificios. Muy fácil. La mirada de Nanashi hablaba por si sola: con seguridad Andrei estaría esperando que se colaran por ahí. La Maestra frunció el ceño y se cruzó de brazos, pensativa. En esas estaba cuando una figura embozada se acercó a ellos.

Nanashi se puso en guardia, pero la figura alzó las manos. Se bajó la capucha y Saito reconoció a Armand.

Gracias al Señor que habéis venido. Imaginábamos que os acercaríais a este sitio. Por aquí.

Los ojos del cardenal, que ahora vestía como un joven corriente, se abrieron de la sorpresa al reconocer a Saito. Luego asintió con la cabeza y le dio una palmada en el hombro, evidentemente satisfecho de verlo allí de nuevo.

Sé cómo podéis entrar al edificio sin llamar la atención de Andrei.—Los ayudó a rodear el lugar. Armand miró en derredor—: Él espera que intentéis entrar por alguna de las puertas, pero hay sótanos bien guardados. Podríamos avanzar desde el centro del edificio y evitar… las criaturas que tenga dentro, si sois capaces de descubrirlas.—Armand se detuvo cerca de unas cajas. Se veía que había que empujarlas para encontrar, debajo, unas puertas en el suelo cubiertas de polvo que hacía mucho que no se usaban—. Seguro que lo recordáis, pero Andrei tiene un poder brutal sobre el fuego. Podría usarlo en cualquier momento.

Nanashi asintió con lentitud y miró la entrada en silencio. Entonces se volvió hacia Saito y dijo:

Protege al cardenal. Debemos examinar el terreno antes de actuar. Es posible que Andrei se nos haya adelantado también. Quizá hasta deberíamos valorar si desde aquí es posible salvar a Esmeralda, antes que enfrentarnos a él.

Nanashi abrió la entrada y desapareció en su interior. Armand, arrodillado cerca de la misma, miró a Saito y esbozó la más tenue de las sonrisas.

Me alegra verte aquí una vez más. Gracias.

Saito podía decidir si el cardenal debería quedarse atrás o dejar que los acompañara. En un caso sería posiblemente una carga pero, en el otro, quizás pudiera proporcionarles información y ayuda inesperada… En cualquier caso, la vida de todos estaba en peligro.

Y el tiempo corría.

Entonces fue cuando tanto Dos como Saito notaron que les vibraba el móvil. Tenían mensaje.

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Y perdieron toda posibilidad de conectarse entre ellos u otros mundos.

Escáner:

-Soldados corruptos:
Nivel 40.
VIT: 90.
PH: 15.

-Criaturas de tinta.
¿???
¿???


Grupo de Ryota



Ryota escuchó a Celeste con interés. Murmuró para si mismo «con que explosivos…» pero dejó que los jóvenes siguieran departiendo. Excepto Bitron, que guardaba un extraño silencio.

Mientras los mensajes volaban hacia su compañera, en otro mundo, Celeste y Simbad se dirigieron hacia el río a paso rápido. Pronto comprobaron que no iban a enfrentarse a Sincorazón, sino a guardias corrientes. Que estaban a punto de matar con sus lanzas y espadas a un hombre con una enorme joroba y al muchacho que intentaba defenderlo.

¡Eh!—gritó el chico gitano, desesperado, al verlos. Esquivó una estocada, desviándola con su espada. A su lado, Quasimodo había cogido a uno de los hombres y lo arrojaba contra sus compañeros. Pero seguían siendo dos contra seis—. ¡Ayuda, rápido!

Dos de los soldados se volvieron en dirección a Celeste y Simbad, que no tuvieron más remedio que atacar. En cualquier caso, con alguna habilidad y un poco de magia no les resultó muy difícil librarse de ellos.

En cuanto estuvieron a salvo, Quasimodo, que tenía una raja sobre una ceja y sangraba abundantemente, corrió hacia Celeste. Sonreía de alivio. Le tomó las manos con infinita delicadeza y exclamó:

¡Gracias a Dios! Me alegro muchísimo de verte, Celeste. ¡Gracias por ayudarnos! ¿Habéis venido a ayudar a Esmeralda?

Os habéis tomado vuestro tiempo—dijo el chico.

Zaccharie, nos han salvado la vida y…

Sí, sí, muchas gracias por eso. ¿Podemos ir a lo que importa?—Zaccharie no parecía desafiante, sino agobiado, preocupado. Quizás tenía una relación cercana con Esmeralda—. Andrei lleva protegiendo mucho tiempo la catedral, pero desde antesdeayer la ha cerrado por completo y está extraña. Quasimodo ha estado investigando y no ha visto demonios, pero podrían estar escondidos… Dentro. Pero con vosotros, quizás haya alguna oportunidad de entrar y poner en jaque a ese monstruo.

Quasimodo apretó suave las manos de Celeste antes de dejarlas ir. Quizás entonces sería el momento apropiado para explicarles por qué no se podía acceder sin más a la catedral, porque Zaccharie añadiría:

Hemos tocado varias veces los muros y no ha pasado nada hasta que intentamos forzar las puertas. Entonces aparecen esos demonios y los malditos soldados.

Ayer Andrei estuvo mucho tiempo dentro de la catedral. No pude ver qué hacía, pero llevaba algo consigo, una especie de macuto. Al salir, ya no lo tenía. Quizás sea algo importante.

Zaccharie se desenrolló una gruesa cuerda que llevaba atada a la cintura y la lanzó a las manos de Simbad.

Para cuando subáis. Solo Quasimodo ha podido trepar hasta arriba, pero entonces tenía que huir porque aparecían los demonios en lo alto y por las paredes.

Si regresaban con Ryota, este examinaría la cuerda, valoraría la altura y decidiría que lo más inteligente sería que Quasimodo subiera en solitario con alguien mientras los demás vigilaban desde abajo y lo protegían.

No me cabe duda de que si usamos mucha magia, atraeremos a Andrei. Tendremos que usar cuchillos, flechas, cosas normales hasta que el Caballero que llegue arriba pueda poner los pies en un lugar seguro y defenderse. Será arriesgado para todos, en especial porque no podemos hacer mucho ruido.

Entonces, a todos les vibró el móvil: tenían mensaje.

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Ryota apretó los labios. Por más que lo intentaran, no podían comunicarse con los móviles, ni entre ellos ni con otros mundos.

Se ve que si queremos esa pólvora, vamos a tener que ir a buscarla.

¿Ir? ¿Dividirse? ¿No sería un riesgo? Pero aún peor parecía la posibilidad de que un Caballero y Quasimodo se quedaran aislados en lo alto de la torre sin que los demás tuvieran muchas más opciones… Claro que ni siquiera sabían dónde estaba Lyn y su equipo, si bien Ryota podía asegurarles que su destino final sería el Palacio Imperial chino.

Los mensajes enviados en el post anterior han llegado, y por ejemplo la respuesta a Dos también llegará porque fue bastante antes. Pero nada más.


Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 19 de octubre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


Awards~

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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Mié Oct 18, 2017 11:45 pm

Seguí a la Maestra con cautela, tratando de no llamar la atención del general de Xihn. A pesar del jaleo de la gente, la tensión hacía que sólo estuviera pendiente de Nanashi y de no tropezarme con nadie. Esperaba una señal por su parte, que significara huir. O Luchar. Lo que fuera.

Pero no fue así. Llegamos sin incidentes a una callejuela. Ningún Sincorazón o Incorpóreo a la vista, era como si Andrei nos estuviera retando a que entráramos por ahí, como si ya supiera que no teníamos forma de cogerle por sorpresa.

Apreté los puños con rabia, porque quizá tenía razón. ¿Tendríamos que replantearnos la estrategia de nuevo? En ese momento un encapuchado se acercó, y levantó sus manos en son de paz al ver la reacción de la Maestra. Se retiró la tela que cubría su rostro, bello. Me costó reconocerle sin las ropas de cardenal.

Esbocé una sonrisa. Parecía no haberme visto todavía.

Gracias al Señor que habéis venido. Imaginábamos que os acercaríais a este sitio. Por aquí.

Correspondí a su palmada con otra similar y una cabezada llena de respeto y alivio, contento de ver que seguía bien. El hombre podría sernos de mucha ayuda, y era consciente de que el tiempo se nos echaba encima.

Sé cómo podéis entrar al edificio sin llamar la atención de Andrei. —Con el consentimiento de Nanashi, dejamos que nos guiase. Le dio la vuelta al edificio—: Él espera que intentéis entrar por alguna de las puertas, pero hay sótanos bien guardados. Podríamos avanzar desde el centro del edificio y evitar… las criaturas que tenga dentro, si sois capaces de descubrirlas.

La idea me emocionaba a medida que avanzábamos. Si eso era cierto, si Andrei había dejado ese cabo suelto... podíamos atacarle con la guardia baja. Y quizá impedirle llevar a cabo la ejecución, si Febo y Dos se encargaban de rescatar a la mujer. Era arriesgado, sobre todo con aquellos malditos guardias.

Negué con la cabeza. No podíamos fallar, no con tanto en juego.

El cardenal se detuvo frente a unas cajas que ayudé a empujar, descubriendo así el atajo que nos proponía: unas viejas puertas, que nadie parecía haber usado en mucho tiempo por el polvo que tenían acumulado.

Seguro que lo recordáis, pero Andrei tiene un poder brutal sobre el fuego. Podría usarlo en cualquier momento.

Suspiré por lo bajo, con cierta resignación.

«Eso tiene que acabarse hoy. No puede tener ese cristal ni un día más.»

Protege al cardenal —ordenó Nanashi, tras observar la entrada que Armand nos había brindado—. Debemos examinar el terreno antes de actuar. Es posible que Andrei se nos haya adelantado también. Quizá hasta deberíamos valorar si desde aquí es posible salvar a Esmeralda, antes que enfrentarnos a él.

Quizá podríamos usar estos sótanos para acercarnos a la pira sin que nos detecten… —tercié, antes de que la Maestra se adelantara a inspeccionar.

Nos quedamos solos el cardenal y yo. Ahora era él quien sonreía, arrodillado cerca de la entrada. Lo imité.

Me alegra verte aquí una vez más. Gracias.

Haremos todo lo que esté en nuestra mano por ayudar. Eso siempre. —Alcé las comisuras de los labios—. Veo que estáis bien, os las habéis apañado aunque Andrei no os ha puesto las cosas fáciles.

Puse una mano sobre su hombro.

Por eso sé que sería egoísta pediros que vengáis. Será peligroso, más que las otras veces. Pero con vuestra guía podríamos pillarle por sorpresa, incluso encontrar otro camino para salvar a Esmeralda sin llamar tanto la atención.

»Solo puedo aseguraros que lo daré todo por protegeros. Si tenéis que dejarnos atrás, hacedlo. —Saqué la katana y la pelota que le había dejado tiempo atrás, dejándole escoger.

Una vez hubiera elegido —no tenía claro si el cardenal habría aprendido a manejarse con las espadas aunque fuera un mínimo— le dejaría pasar a él primero para asegurarme de ocultar el acceso a la entrada.

Noté como me vibraba el móvil y al echar un vistazo no pude hacer otra cosa que horrorizarme ante el mensaje y guardar el aparato con rapidez. Habíamos perdido la única manera de comunicarnos con el resto del equipo o con los que estaban en otras misiones. Y la sensación de no saber lo que podía estar pasándole a los otros empezó a agobiarme.

Tragué saliva, intentando mantener las formas. Si el espacio nos lo permitía, me pondría al lado de Armand para evitarnos cualquier tipo de sorpresa desagradable. En caso de que el camino fuera demasiado estrecho me colocaría delante y le pediría que se quedase cerca.

De un modo u otro seguimos a la Maestra Nanashi para inspeccionar el camino y ver que opciones teníamos. Si era incapaz de avanzar por la posible oscuridad del lugar y la Maestra no nos había iluminado aún, utilizaría la linterna para ayudarnos avanzar.

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Edit para cambiar lo de Armand ;w;
Última edición por H.S Sora el Sab Oct 21, 2017 10:55 pm, editado 1 vez en total
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Muchas grácias por el avatar Mepi ^^
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Astro » Jue Oct 19, 2017 8:53 pm

Ban le dio un mordisco de mala gana a su manzana, esforzándose por no decir nada. Literalmente, nada. Odiaba todo en aquel lugar, pero con Nanashi y Ryota presentes más le valía ir con cuidado con lo que decía y/o hacía.

Porque para empezar, le habían obligado a ir corriendo hasta Paris en medio del desayuno. Todavía tenía una manzana en la mano al cruzar el portal, y apenas había podido peinarse. Y allí estaban, uno de los pocos mundos que todavía seguía entero, y con el objetivo de salvar... a una mujer normal y corriente sin ninguna importancia mágica de cara a la guerra contra Xihn. ¿Y para eso habían ido dos maestros y cuatro aprendices? ¿En serio? Menudo desperdicio de recursos. Sí, vale, Saavedra estaba por ahí dando por culo, pero el objetivo principal era una ridiculez.

Encima estaba seguro que esa tal Esmeralda era la misma gitana que en el pasado, durante la primera misión de Ban, intentó robarle. Menuda gracia le hacía ayudarla.

Malhumorado, Ban dejó pasar la oportunidad de ir con Nanashi (mejor, acostumbraba a morir cuando estaba ella delante) y se quedó con Ryota, Simbad, y Celeste para intentar tomar la Catedral. ¿El problema? Parecía estar sellada, y cualquier intento de magia para entrar resultaba inútil.

Mientras decidían lo que hacer, escucharon gritos. Simbad y Celeste acudieron raudos al rescate, ordenado por Ryota, dejando al aprendiz digital con el maestro a solas mientras observaban la catedral. Ban probó a tocar la catedral, comprobando si por algún casual detectaba alguna señal digital que pudiera ser relevante desde el interior. Pero entre el grosor de las paredes y ese misterioso sello mágico, tenía sus dudas.
Tras comprobarlo, intercambió miradas nerviosas con Ryota. El maestro no le había puesto apenas problemas en su regreso, aceptándolo de nuevo en la Orden, pero Ban seguía poniéndose nervioso en su presencia. No había sido el mejor de los aprendices, por no decir que había sido uno horrible. Ahora que estaban a solas tenía la necesidad de decir algo, lo que fuera, y después de informar de si había detectado alguna señal digital, no se le ocurrió otra cosa que poner sobre la mesa sus dudas con la misión. Al fin y al cabo, se había propuesto ser más honesto.

Esto, Maestro, tengo una duda... ―Titubeó un poco, indeciso, pero acabó armándose de valor―. ¿Por qué es tan importante esa tal Esmeralda? Quiero decir, hay gente muriendo todos los días en los mundos que se desmoronan por el caos. ¿Qué tiene ella de importante para enviar a tantos Caballeros? ¿...O estamos aquí solo por Saavedra?

Tras la respuesta de Ryota (a la cual Ban intentaría no replicar), pasó poco tiempo hasta que Simbad y Celeste regresasen acompañadas por un joven gitano y un hombre enorme, deforme, y feo. Ban dio hasta un pequeño respingo al verle de cerca. El grupo informó de su situación y Ryota propuso un plan para que Quasimodo escalase el muro con alguno de ellos como forma de conseguir entrar en la catedral.

Antes de que pudieran entrar en detalles, un desagradable escalofrío sacudió a Ban. Algo había pasado, algo digital. Y no tardó en descubrirse el qué cuando los móviles pitaron y mostraron un divertido pero molesto mensaje:

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Ban arrugó la frente, moviendo los dedos a toda velocidad por la pantalla para intentar desbloquear su propio móvil, pero sin éxito. Se hacía una idea aproximada del problema, pero tardaría mucho tiempo en conseguirlo. Y dudaba que Ryota le fuera a dejar que se sentase en un rincón para hacerlo mientras veían cómo chamuscaban a Esmeralda.

Se ve que si queremos esa pólvora, vamos a tener que ir a buscarla.

Se refería a una pólvora que Celeste había mencionado antes, con la que podrían resolver su problema con las puertas de la catedral. Porque la mejor forma de entrar a un sitio era hacerle un boquete enorme con una explosión. Pero el problema, cómo no, era que esa pólvora estaba en China.

Discutieron lo que hacer. Simbad había enviado un mensaje a la maestra Fátima, que se encontraba de misión en China, para informarle de que necesitaban la pólvora de allí, pero con los móviles escacharrados no había manera de seguir comunicándose directamente. Uno tendría que ir en persona a la Tierra de Dragones para buscarla y traerla de vuelta. A Ban se le encendió la bombilla, casi literalmente.

Iré yo a por la pólvora. No estoy muy familiarizado con China, solo he estado un par de veces, pero Simbad y Celeste conocen mucho mejor París y su gente que yo. ―Se dirigió a Ryota, esperando que lo aprobara―. ¿Puede abrir un portal hasta allí? Buscaré a la maestra Fátima y su grupo y volveré lo más rápido que pueda con la pólvora.

En el fondo solo quería largarse de aquel horrible mundo, y le parecía una buena excusa. Además, así parecería que colaboraba... aunque en el fondo quisiera hacerlo, pues no se podía dejar que Xihn, Andrei, y el resto de lunáticos se salieran con la suya. Por mucho que le jodiese, Ban debía ser colaborador. Ugh.

Aceptaría cualquier consejo que Simbad o Celeste pudieran darle sobre la pólvora, y atendería a las indicaciones de Ryota sobre cómo ir y volver. Sobre todo la vuelta, si podría mantener el portal abierto o tendría que buscar a un maestro allí que le abriera el camino de regreso.

Si todo iba bien, se despediría con un gesto de la mano del grupo y saldría a toda prisa a China por el portal que Ryota le hubiese abierto. El tiempo corría en su contra.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Oct 20, 2017 1:11 am



Miré el cielo. Luna creciente.

El río estaba turbio, como desvaído. Recordaba las largas noches en vela en la resistencia planificando y ayudando, y cuando no podía más acudía al Sena. Entonces era cuando en la más absoluta oscuridad me desnudaba y me sumergía en sus heladas aguas. A veces me gustaba flotar en el río solo contemplando los colores cambiantes del amanecer. Otras, quizás las más vívidas en mi memoria, me gustaba fantasear que Raphaël aparecía de súbito y me robaba la ropa.

Guarde mi daga y empuñé mi guadaña, concentrado a pesar de todo. Aquella vez en la orilla del río no podía encontrar descanso, sino pelea. Eso y dos figuras que me resultaban familiares. La primera era indudablemente de Quasimodo, el jorobado que vivía en Notre Dame. La otra me costó reconocerla, pero al verle la cara le reconocí: era parte de la resistencia. Admito que le había visto en pocas ocasiones, pero sabía que tenía un alto rango en la organización. Ambos luchaban de forma fiera contra unos seis soldados.

¡Eh!¡Ayuda, rápido!

Prestos acudimos en su sauvetage. No fue difícil deshacerse de ellos, pero sus cuerpos serían un problema. Saqué mi puñal, dispuesto a sesgar sus vidas en ese momento en el que estaban inconscientes, pero me paré en el último momento. Celeste también pareció recular. No dije nada, pero ambos actuamos de la misma forma: arrojamos sus armas al río. Al fin y al cabo aquellos hombres también eran víctimas de Andrei, en principio. Por mi parte me quedé con una lanza por si acaso.

Tras ponernos a salvo, Quasimodo, con una herida bastante fea en la ceja, se dirigió directamente hacia Celeste, a la que le cogió las manos.

¡Gracias a Dios! Me alegro muchísimo de verte, Celeste. ¡Gracias por ayudarnos! ¿Habéis venido a ayudar a Esmeralda?

«Claro, no me reconoce» pensé. «Han pasado casi tres años desde la última vez que le vi y tampoco interactuamos tanto». No podía evitar sentirme un poco vacío. «Además aquí soy hombre muerto.»

Os habéis tomado vuestro tiempo.

Zaccharie, nos han salvado la vida y…

Sí, sí, muchas gracias por eso. ¿Podemos ir a lo que importa? —Bajo su aparente irritación se mostraba la preocupación y la tensión—. Andrei lleva protegiendo mucho tiempo la catedral, pero desde antesdeayer la ha cerrado por completo y está extraña. Quasimodo ha estado investigando y no ha visto demonios, pero podrían estar escondidos… Dentro. Pero con vosotros, quizás haya alguna oportunidad de entrar y poner en jaque a ese monstruo.

¿No habéis intentado acceder antes? —pregunté. Zaccharie, así lo había nombrado Quasimodo, resolvió la duda enseguida.

Hemos tocado varias veces los muros y no ha pasado nada hasta que intentamos forzar las puertas. Entonces aparecen esos demonios y los malditos soldados.

Ayer Andrei estuvo mucho tiempo dentro de la catedral. No pude ver qué hacía, pero llevaba algo consigo, una especie de macuto. Al salir, ya no lo tenía. Quizás sea algo importante.

Aquello me inquietó de sobremanera. El muchacho me lanzó una cuerda que atrapé al vuelo, una cinta de varios metros de longitud y bastante pesada.

Para cuando subáis. Solo Quasimodo ha podido trepar hasta arriba, pero entonces tenía que huir porque aparecían los demonios en lo alto y por las paredes.

Ryota examinó el objeto con gesto crítico y después lanzó una serie de órdenes. Alguien se quedaría abajo de apoyo mientras Quasimodo escalaba, y sin usar magia. Era inútil cerca de Notre Dame, y además podría atraer la atención de Andrei. Me mordí el interior de la mejilla, inquieto por la obviedad de la situación.

Es una trampa —carraspeé—. No descarto que lo que haya dentro del macuto pueda ser el inhibidor de magia, pero Andrei sabía que veníamos. Nunca dejaría la catedral sin çvigilancia de algún tipo, y esto está muy tranquilo. ¿Y si dentro de la catedral está algún otro general? ¿O peor, la propia Xihn?

No pude seguir comiéndome la cabeza porque a todos nos llegó un mensaje al móvil. Alguien había cortado la línea. Estupendo. Sencillamente estupendo. Me aferré a la lanza que le había tomado prestada a uno de los guardias. Cada vez tenía más mala espina sobre la situación.

Se ve que si queremos esa pólvora, vamos a tener que ir a buscarla.

Iré yo a por la pólvora. ―Me giré sorprendido hacia el tercer Aprendiz que nos acompañaba―. No estoy muy familiarizado con China, solo he estado un par de veces, pero Simbad y Celeste conocen mucho mejor París y su gente que yo. ―Se dirigió a Ryota―. ¿Puede abrir un portal hasta allí? Buscaré a la maestra Fátima y su grupo y volveré lo más rápido que pueda con la pólvora.

Sonreí para mis adentros. La verdad era que a pesar de que en el mensaje me había comprometido ir a China, que lo hiciera Ban me quitó un peso de encima. Me había pasado dos años sin pisar la Cité, y ahora que estaba allí no pensaba abandonarla.

Yo cubriré desde el suelo, si a Celeste le parece bien.

Al fin y al cabo sin magia estaba bastante limitado. Había aprendido unas cuantas cosillas en el desierto, pero desde luego no las suficientes como para sobrevivir a una incursión de tal magnitud. Además Celeste parecía estar en mejor forma para escalar. Aún así estaba realmente inquieto por lo que pudieran encontrar en su interior.

Usaría las habilidades Tiro con la guadaña, y ya que estaba con la lanza; y algún Aturdidor a enemigos que tuviera al alcance. Celeste, en toda su sabiduría, me prestó su arco, un arma excepcional. No dudaría en utilizarla también. Si veía que no era suficiente utilizaría la metralleta, pero solo en una emergencia. Era un arma ruidosa a pesar de todo.

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▪ Aturdidor (HC) [Nivel 8] (Fuerza: 12) Aturde a los enemigos cercanos con un solo golpe, impidiéndoles lanzar ataques físicos.
▪ Tiro (HC) [Nivel 23] [Requiere Puntería: 25] El usuario lanza su arma a corta distancia (Llave Espada, guadaña, daga,...) y esta dará vueltas en un radio medio causando daño a los enemigos que encuentre durante un solo
post para regresar a su propietario al final. Podrá dañar varias veces a un enemigo si es el único en el espacio.


Spoiler: Mostrar
*Prestos acudimos en su sauvetage. No fue difícil deshacerse de ellos, pero sus cuerpos serían un problema[...]

*Simbad y Celeste se van a una esquina*

Celeste: *Pincha* ¿Matamos a los guardias o qué?
Simbad: No. Prefiero dejarlos inconscientes, la verdad.
Celeste: Yo también, pero si están Andreificados lo mismo se despiertan y vuelven a dar por culo >:
Simbad: Pues hala. Al hoyo. Que hay crisis.
Celeste: ¿Los tiramos al río? (?) Y ya depende de ellos si despertar antes de ahogarse MUAHAHAHAHAHA
Simbad: ¡Joder, Celeste! Podemos matarles sin sufrir.
Celeste: No, que va, que hay que quedar bien. Nada de asesinatos voluntarios o involuntarios.
Simbad: ¡Ya sé! ¡Los dejamos inconscientes boca abajo en el agua! ¡Y ya si eso se levantan! (?)
Celeste: Oh, espera. ¿Y si les dejamos K.O y tiramos sus armas al río?
Simbad: ¿Y si mejor nos las quedamos?
Celeste: Tengo que escalar una catedral -.- No voy a cargarme con espadas. Y lanza ya tengo.
Simbad: Pos yo me las quedo. YO QUE SÉ. POR SI ACASO.
Celeste: Iba a decir de dárselas a Zaccharie pero él ya tiene una. PA TI
Simbad: ¿Tienes una cuerda?
Celeste: No.
Simbad: Por atarles. Si se despiertan irán directos a por Andrei.
Celeste: Agh, no tengo nada que sirva para atarlos. ¿Te imaginas que los acabamos matando porque no se nos ocurrió comprar una cuerda en orfebrería? XDDDD
Simbad: XDDDD
Celeste: *se triggerea* QUÉ HACEMOS.
Simbad: Les quitamos las armas, les dejamos inconscientes, ¿y ya? Aunque tendríamos que esconderlos o alguien podría verlos. YA SÉ. LOS ENTERRAMOS. Ah, no, que siguen vivos.
Celeste: Pero les dejamos la cabeza fuera para que respiren XDDD. Nah, perderíamos mucho tiempo. (Es el único motivo, sí (?)
Simbad: Nah, dejemoslos. YA SE. Les cortamos la lengua.
Celeste. HOSTIA TIO. ¿Y SI SE DESANGRAN?
Simbad: Tú eres tonta. ¿¡PERO CÓMO VAMOS A HACER ESO?! En cuanto Andrei los vea sin lengua nos pilla. Pero... Puedo matarlos yo.
Celeste: No hombre, aquí compartimos. NEVER GONNA LET YOU DOWN *y tararea porque no sabe como sigue*
Simbad: ¿Y si les quitamos la armadura y los tiramos al río?
Celeste: Yo creo que se ahogan igual. Imagínate que les pilla una mala corriente y se quedan boca abajo.
Simbad: Celeste, matémoslos. Y ya esta. Nos arrepentiremos un poco porque son parisinos y listo.
Celeste: Pero la voz omnipresente de la diosa Suzu acaba de decir que no se despertarán pronto. ¡Ahora es matar por crueldad!
SImbad: POS NO LOS MATAMOS Y YA ESTA. QUÉ DIFICIL LEÑE.
Celeste: Ojalá esta misión hubiera sido hace años. ¿Ninguno tendría moral ni remordimientos!
Simbad: Yo si 0.0. Más que ahora de hecho.
Celeste: Oh, pues yo al revés. Era nazi total con los blancos.
Simbad: Yo decía que no era un asesino. Ahora me la pela.
Celeste: Estás en una etapa chunga (?)
Simbad: No te creas, al menos no les haría sufrir.
Celeste: Qué menos pobres, son sólo víctimas de Andrei... Como nosotros *mira al horizonte*
Simbad: Pero les quitamos las armas y las tiramos al río.
Celeste: Eso sí.
Simbad: Y un par de ellas me las quedo yo. Y una pechera. Nunca viene mal tener una (?)
Celeste: Muy cierto.
Simbad: Igual les puedo robar un objeto mega difícil de encontrar. Una cinta, por ejemplo. (Final fantasy VII)
Celeste: TE EQUIPAS UN LACITO EN EL PELO. +20 RESISTENCIA
Simbad: MUERO.
Celeste: Y llegas a China con él puesto: "Hola, soy vuestra salvación".
Simbad: *se despelota* Solo de imaginarme con el lacito puesto es que... XD

Ryota: *aparece* Chicos, no dudo de vuestras habilidades en el debate, pero que ya ha pasado media hora...

Conversación directamente sacada de skype.

Cuando es más larga esta chorrada que el post.
Última edición por xXOrbOOkXx el Vie Oct 20, 2017 2:06 am, editado 5 veces en total
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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Tercera Saga:

Prólogo de Simbad
"Bastión Hueco" Choque de culturas (Encuentro)
"Bastión Hueco" Novatos bajo la lluvia (Primer encuentro - Saga Novatos)
"Tierras del Reino" El nacimiento de un príncipe (Trama)
"Islas del Destino" ¡Buscad a mi perro! (Misión)
"Castillo de Bestia" Solos entre lobos (Primer encuentro - Saga Délaissé)
"La Cité des Cloches" Los miserables (Encuentro)
"Villa Crepúsculo" Una visita guiada (Encuentro)
"Selva Profunda" Día de monos (Encuentro)
"Port Royal" Los muertos no cuentan cuentos (Trama)
"Tierra de Dragones" Linda Flor (Misión)
"Bastión Hueco" Novatos bajo el amanecer (Segundo encuentro - Saga Novatos)
"Ciudad de Paso" Lo que vale la pena (Encuentro)
"Ciudad de Paso" The Game Never Ends (Trama)
"Torre de los Misterios" Orden en la Biblioteca (Misión)
"Evento Global" El esclavo del olvido
"Evento Global" Ruta de los perdidos

Evento Halloween 2014
"Especial libre" El laberinto de los corazones
"Especial libre" San Valentín III
"Islas del Destino" Yincana veraniega
"Evento libre" La Mansión Encantada II: La Venganza

Cuarta Saga:


"Ciudad Inexistente" Dos velas para el diablo (Encuentro)
"Port Royal" De copas con la muerte (Encuentro)
"Bastión Hueco" De magdalenas y vicios franceses (Encuentro)
"La Cité des Cloches" Insomnia (Primer encuentro - Saga La Musique du Silence)
"La Cité des Cloches" Somnia (Segundo encuentro - Saga La musique du Silence)
-"Port Royal" El barco que desaparece en la niebla (Misión)
"Tierras del Reino" Donde duermen los gigantes (Trama)
"País de los Mosqueteros" Todos Para Uno (Trama)
"Ciudad de Paso" Un nuevo Crepúsculo (Trama)
"Ciudad de Halloween" El ataque de Boogieman (Trama)
"La Cité des Clochés" Fuego Infernal (Trama)
"Espacio Profundo" Planta 313 (Encuentro)
"Mundo Inexistente" Pasajes Oscuros (Trama)
"Tierra de Partida" Penúltima Parada (Encuentro)
"Evento Global" El principio del fin
"Atlántica" Perdona pero quiero casarme contigo (Encuentro)

"Especial libre" El laberinto de los corazones II: Escape
"Especial libre" World War Christmas
"Especial libre" El San Valentín está aquí
"Especial libre" ¡Exámenes finales
"Especial libre" La inocencia perdida
"Especial libre" Misión: Salvar la Navidad

Timeskip (Finales 1013-1017)

"Tierra de Partida" Examen de Maestría (30 Diciembre 1013)
"Jardines de Tierra de Partida" Doomsnight (Libre) (31 Diciembre 2013)
"País de las Maravillas" El último regalo (Minitrama) (Julio 1014)
"Jardines de Tierra de Partida" El Regreso (Libre) (Finales de Marzo de 1017)

Saga final:

"La Cité des Clochés" Santuario (Trama)
"La Cité des Clochés" La última noche en París (Libre)
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Re: Ronda 2

Notapor LightHelco » Vie Oct 20, 2017 1:32 am

A Dos se le escapó una pequeña risa al ver la reacción del hombre. Ya le habían avisado de que en aquel lugar no estaban para nada acostumbrados a seres como ella y quizá incluso la pudieran tratar como un demonio llegado del mismísimo infierno, pero la droide no podía evitar encontrar gracioso que alguien se asustara ante su presencia.

Me pregunto qué maravilla traeréis la próxima vez. Si es que la hay —susurró Febo tras calmarse un poco.

Digamos que yo soy toda una maravilla —volvió a reír Dos analizando los datos que le llegaban y preparándose para enviárselos a los Maestros —. Puede estar seguro que no llevo tanta tela para cubrir un simple visor.

El antiguo Capitán le informó que aquellos hombres trabajaban para Andrei, aunque antes hubieron estado del lado del hombre. Y tan pronto como mencionó a los ‘demonios’ intrusos, Dos descubrió que no eran humanos.

Seres de tinta… —dijo la droide en voz extremadamente baja —. Por lo visto hay varias criaturas que pertenecen a uno de los aliados de Andrei, Karel, ¿os dice algo ese nombre? —le preguntó a Febo a la par que preparaba el mensaje que les llegaría a Ryota y Nanashi.

Dos escribió:He conseguido analizar a los soldados que protegen a Esmeralda, ¡hay varias criaturas de tinta como las de Karel usa entre ellos! Imagen
Les adjunto los datos del escáner con el mensaje para que puedan sacar sus propias conclusiones.


Termino de adjuntar los datos y tras enviarlo, volvió la cabeza hacia Febo, ya que este parecía querer decirle algo más. Dos se levantó al ver al hombre agacharse, ya era bastante bajita como para complicarle más aun las cosas. Estando a la altura de la robot, le susurró lo siguiente:

Todos los supervivientes de la Corte de los Milagros están por aquí. Vamos a esperar hasta que intenten encender el fuego. Andrei es un brujo que controla este elemento con demasiada facilidad; no podemos permitir que prenda o será demasiado tarde y lo devorará… todo. ¿Qué planeáis vosotros?

Dos se quedó pensativa tras la pregunta. Realmente no tenían un plan como tal, sabían que el objetivo era detener a Andrei, además de salvar a Esmeralda de su ejecución, pero mucho tiempo para hablarlo no es que hubieran tenido.

Principalmente nos hemos dividido en varios grupos para poder ir tanteando el terreno y encontrar la forma de colarnos en el interior de la catedral e impedir que esa pira de madera prenda con o sin la señorita Esmeralda sobre ella —fue la única respuesta que le pudo dar Dos al hombre —. Y lo mejor en el caso de nuestro grupo, es iniciar inmediatamente una colaboración con usted y su grupo, ya que estamos seguros de que contarán con mayor información y… seamos sinceros, un plan más elaborado que esto.

Febo la escuchó y seguidamente le indicó la situación de varios de sus aliados. La droide meditó sobre si ir junto al capitán o no, no era buena idea separarse y menos en una ciudad tan grande, pero el perder contacto con el aliado tampoco lo veía como una opción.

La decisión no le resultó más fácil cuando sintió algo en su cabeza vibrar indicando la llegada de un mensaje, pero al instante le saltaron unas pequeñas chispas de su oreja derecha quedando totalmente inservible.

¡Ay! ¿Qué tornillos sueltos ha sido eso? —farfulló llevándose las manos a la cabeza, con cuidado de no quitarse la capucha al hacerlo.

Y ahí fue cuando la luz de su nariz, si no hubiera estado oculta, se apagó casi por completo ante la imagen que pasó por sus ojos. Se habían quedado incomunicados. Dos miró dioses a los que rezar para que su mensaje le hubiera llegado a los Maestros, ya que necesitaban saber del peligro que corría la gente de la plaza con esos monstruos en ella.

Alzó la mirada hacia Febo, bajando los brazos.

Es posible que tengamos un pequeño problema referente a la comunicación —sonrió nerviosa —. Y aunque creo que sería mejor no alejarme más de cien metros a la redonda de la Maestra Nanashi, ir con usted lo veo más recomendable, ya que necesitamos colaborar y no fastidiarnos entre nosotros por intentar hacer lo mismo al mismo tiempo y cosas así —accedió finalmente a ir con el hombre —. Creo que la Maestra sabrá que me he alejado tan pronto como note que la plaza está muy tranquila —bromeó volviendo a recuperar el buen humor —. Así que solo me tendré que preocupar de dar con un nuevo método de comunicación, o algo que pueda alertarles de que van a actuar. Petardos, banderas, tipos de escritura no común… cualquiera de esas cosas funcionaria.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Vie Oct 20, 2017 1:34 pm

Asqueada, volví a deshacerme de los cuchillos en cuanto el último soldado hubo caído. Eran hombres... hombres humanos. O lo habían sido en su día, porque aquello era cosa de Andrei, no cabía duda. No quería ignorar lo que acababa de pasar, pero aparté la mirada y a mí misma de los cuerpos.

Quién me iba a decir, cinco años atrás, que matar guardias podía resultarme tan nauseabundo. Y es que la mera idea de quitarles la vida me revolvía el estómago.

¡Gracias a Dios! Me alegro muchísimo de verte, Celeste. ¡Gracias por ayudarnos!

Por primera vez desde la reunión en la sala del trono, sonreí con sincera alegría.

¡Lo mismo digo! ¿Estás bien? ¿Los dos? —pregunté, lanzando una mirada rápida al segundo chico. De inmediato saqué una poción para Quasimodo y, si su compañero necesitaba curación, otra para él. No me atrevía a usar ni una pizca de magia—. Toma, esto aliviará el dolor.

¿Habéis venido a ayudar a Esmeralda?

Asentí con seriedad.

Nuestros compañeros ya están en la plaza, pero nosotros...

Os habéis tomado vuestro tiempo.

Quasimodo empezó a protestar, pero Zaccharie no se molestó en dejarle acabar. Estaba muy rígido; la viva imagen del agobio. Murmuré una disculpa y le eché una mirada de censura a Simbad por si se le ocurría ponerse borde con el chico.

Andrei lleva protegiendo mucho tiempo la catedral, pero desde antesdeayer la ha cerrado por completo y está extraña. —Fruncí el ceño. No habían sido sólo imaginaciones mías, entonces—. Quasimodo ha estado investigando y no ha visto demonios, pero podrían estar escondidos… Dentro. Pero con vosotros, quizás haya alguna oportunidad de entrar y poner en jaque a ese monstruo.

¿No habéis intentado acceder antes?

Hemos tocado varias veces los muros y no ha pasado nada hasta que intentamos forzar las puertas. Entonces aparecen esos demonios y los malditos soldados.

Ya veo. Sí, ha echado un hechizo sobre Notre Dame. Será eso lo que los atrae. A nosotros nos impide hacer magia.

Ayer Andrei estuvo mucho tiempo dentro de la catedral —contó Quasimodo—. No pude ver qué hacía, pero llevaba algo consigo, una especie de macuto. Al salir, ya no lo tenía. Quizás sea algo importante.

Crucé una mirada con Simbad. Sin decir nada, recogí una de las espadas y la dejé al lado de los soldados inconscientes. Por si acaso. Si de verdad volábamos la puerta —un tema que tendría que comentarle con delicadeza a Quasimodo antes de volver, ahora que lo pensaba—, más les valía tener algo con lo que defenderse. La retorcida cabeza de Andrei quizás los mandaba matar.

Sea lo que sea, lo averiguaremos ahora mismo. Vamos a entrar en la catedral.

Hicimos un resumen rápido de lo que habíamos descubierto. Ryota observó la cuerda y trazó un rápido plan: uno de nosotros se adelantaría y subiría a la catedral mientras los demás lo protegían. No era muy seguro, pero era lo único que teníamos. Al menos sería menos llamativo que utilizar los gliders.

Es una trampa.

Suspiré. Ya, también estaba eso.

No descarto que lo que haya dentro del macuto pueda ser el inhibidor de magia, pero Andrei sabía que veníamos. Nunca dejaría la catedral sin çvigilancia de algún tipo, y esto está muy tranquilo. ¿Y si dentro de la catedral está algún otro general? ¿O peor, la propia Xihn?

La barrera podría afectar dentro también. De ser así, es posible que anule también la magia de un general —cavilé—. Si cubre toda la catedral no puede ser muy compleja. Ni muy resistente.

Sonaba demasiado positivo.

Iré yo. Si os parece bien, claro. —Eché un vistazo a la catedral y me crucé de brazos, preocupada—. Lo he pensado y, quizás a excepción de Bitron, soy la que menos magia utiliza. No debería afectarme tanto la barrera. Además, seré más útil arriba que defendiendo a nadie desde el suelo.

Le tendía mi arco y el carcaj a Simbad —o a Zaccharie, si se quedaba ahí y podía usarlo mejor— cuando los móviles sonaron a la vez. Todos. Temiéndome lo peor, me apresuré a comprobar el cacharro.

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Hijo de puta. Ah, perdón —murmuré, recordando donde estaba. Bueno, y que no era la más indicada para «insultar» a nadie así.

El mensaje confirmaba que nos metíamos de cabeza en una trampa. Y, peor todavía, que realmente no teníamos otra opción que la de seguir adelante. El espectáculo debía continuar.

Calculé si podía llegar hasta lo alto con Gran alcance, pero me eché atrás con tal de poder proteger a Quasimodo desde más cerca. Dejé las dagas preparadas y esperé a que empezaran a aparecer Sincorazón para cerrarles el paso. En principio, me defendería sólo con ellas, si podía, pues siempre podía volver a invocarlas, pero si tenía que recurrir a aturdidores, lo haría. Todo dependía de cuántos enemigos aparecieran y cuántos no pudieran eliminar los de abajo.

Spoiler: Mostrar
Si aparece un número grande de Sincorazón por un lado en concreto (dando por hecho que Celeste puede usar habilidades, claro, en principio son HC y las lleva a cabo con una daga):

Tañido de fuego (HC) [Nivel 13] [Requiere Afinidad a Fuego; Combate con armas blancas: 10; Poder mágico: 18]. Libera una onda ígnea en forma de cono con un arma blanca que impregna una superficie de fuego. Tiene un alcance máximo de cinco metros de largo y tres de ancho, y dura menos de un minuto. Las probabilidades de causar quemaduras son bajas. Pasado ese tiempo, columnas de fuego surgirán de dicha superficie, dañando y derribando a cualquiera que se encuentre encima.

la ironía del nombre por favor

Y en caso de necesidad:

Tiro mortífero (HC) [Nivel 15] [Requiere Puntería: 13]. Lanza el arma hacia los enemigos, siendo capaz de causar aturdimiento.
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Ronda 3

Notapor Suzume Mizuno » Dom Oct 22, 2017 11:07 pm

Grupo de Nanashi


Nanashi negó con la cabeza cuando Saito sugirió lo de acercarse a Esmeralda.

Está en medio de una plaza, no en una mazmorra o algún sitio al que se pueda acceder desde un sótano, Saito.—Luego se detuvo para ver un mensaje que le había enviado Dos y asintió para sí misma.

El cardenal no pudo menos que asentir con la cabeza. Si hubiera otra forma de acceder a Esmeralda, los rebeldes ya la habrían usado o Armand lo habría comentado. Después, Saito le ofreció la oportunidad de retirarse.

Confío en ti. Además, tengo la sensación de que si no hacemos algo esta noche, todos vamos a…—Armand sacudió la cabeza—. Al menos sus majestades están a salvo.

El cardenal pasó el primero y los guió en silencio.

El edificio parecía abandonado y sus pasos resonaban entre chirridos de madera que les ponían los pelos de punta. Desde fuera, les pareció escuchar el sonido de tambores. Armand se detuvo, pero pronto comprobaron que el ruido no continuaba. Quizás se estaban preparando para la ejecución, pero todavía no había llegado el momento. Siguieron adelante, subiendo por una estrecha escalera de madera que parecía muy cerca de empezar a pudrirse. Subieron peldaño tras peldaño, nerviosos, esperando un ataque que no se produjo.

Allí—susurró Armand, tras salir a un pasillo oscuro. Señaló al fondo del mismo, donde había otras escaleras que daban al exterior. Todavía entraba algo de luz del día—. Saldréis al lado opuesto de donde está Andrei mirando la plaza. Es una suerte de rectángulo con algunas chimeneas. No hay sitio como tal para ocultarse.

Nanashi tragó saliva y cerró los ojos con fuerza, meditando qué hacer. Atacar o distraer. Ganar tiempo para Ryota. ¿Andrei trataría de matarlos cuando viera que habían llegado hasta ahí sin que él se diera cuenta? ¿O deberían esperar y aprovechar para atacarle por la espalda cuando este intentara llevar a cabo la ejecución de Esmeralda?

Debemos prepararnos y decidir, porque ya no tenemos contacto con Ryota y los demás. Los tambores deberían sonar de un momento a otro si van a matar a Esmeralda, pero quizá esperar sea demasiado tarde. ¿Estás dispuesto a arriesgarlo atacando todo ahora…? De lo contrario saldré yo a hablar con Andrei mientras vosotros buscáis una forma de atacarle por detrás.

Ella… o Saito podía salir también. Sin duda sería más útil que Nanashi atacara, aunque conociendo a Saito, seguro que picaría demasiado pronto a Andrei. Por otra parte, advertir a Andrei de su presencia podía salir muy mal… ¿Qué podían hacer?

Abajo, en la plaza, Febo asintió y dejó que Dos lo acompañara. Se escurrieron entre la multitud en silencio, mientras el hombre dirigía algunas miradas de ansiedad hacia la jaula donde estaba Esmeralda. Al final apretó los labios y caminó con más decisión y firmeza, pero se notaba cierto sufrimiento en el fondo de sus ojos.

Cerca de uno de los rincones de la plaza había un grupo de parisinos. Entre ellos, uno pelirrojo y con ademanes que dejaban muy claro que no era un plebeyo —se presentó como Raphaël— y un hombre delgado y que parecía que se lo llevaría el viento que se quitó un sombrero e hizo una reverencia ante Dos mientras se proclamaba como el Gran Clopin —la pequeña robot, con todo, quizás pudiera imaginarse que se había agachado para poder estudiarla de cerca—.

Apenas habían tenido tiempo de intercambiar unas pocas palabras empezaron a sonar tambores y la plaza entera guardó silencio. La jaula de Esmeralda fue lentamente empujada hacia la hoguera y uno de los extraños hombres que la guardaban la abrió y sacó a la mujer. Esmeralda, erguida y digna, no dejó que la arrastraran y caminó por su propia cuenta.

No, no, no no no. —susurró Febo.

Raphaël lo cogió por un brazo para contenerlo.

No, todavía no es la hora. Solo lo están preparando todo—dijo Clopin con acritud.

El noble se volvió hacia Dos.

Vosotros sabéis volar, ¿no es cierto? Uno de tus compañeros tenía una especie de… caballo mágico. Usad algo similar. Estoy seguro de que Esmeralda no se ha rendido y entenderá rápido lo que tiene que hacer. Por favor. Nosotros distraeremos a los guardias, solo necesitas un segundo para huir con ella a donde estén tus amigos. Solo un instante de caos y podrías salvarla. Estarán atentos, estarán esperando de todo, cuando vayan a prender el fuego, ¡menos que alguien vuele!

Romper las reglas. Hacer magia delante de Andrei, que lo observaba todo desde su edificio. Meterse entre todos aquellos monstruos, que tenían una fuerza ridícula, y salvar a la mujer que ahora miraba a lo lejos con expresión imperturbable, como si no le importara que fueran a quemarla viva.

Pero no estaría sola. Si de verdad esta gente iba a atacar, probablemente muchos les seguirían en la plaza. Y ninguno tenía defensa mágica, ni muchas posibilidades contra esas… cosas. Pero lo harían. Dos podía sentir la frustración, el miedo y el odio que había en la plaza. Seguramente ya habría investigado lo que esa clase de situaciones de extrema tensión podían provocar.

Ahora… No tenía forma de comunicarse con sus maestros. Ir a buscarlos le llevaría demasiado tiempo.

A menos que se le ocurriera otro plan, actuar o no dependería solo de ella.


Escáner:

-Soldados corruptos:
Nivel 40.
VIT: 90.
PH: 15.

-Criaturas de tinta.
¿???
¿???


Grupo de Ryota


No es tanto Esmeralda, como lo que ella significa—explicó Ryota a Bitron—. Ha sido la mujer que ha dirigido la rebelión y que ha apoyado a toda la gente que ha necesitado un refugio. Ya han muerto los suficientes para que el clima de oscuridad y desequilibrio afecte a todo el mundo. Si ahora eliminan entre alaridos de dolor, pues la muerte por la hoguera no solo es dolorosa sino… larga, a la única cabeza visible del movimiento, ¿cuánta oscuridad crees que alimentará?

Cuando luego Bitron se ofreció a marcharse a China, Ryota asintió con la cabeza y le abrió un Portal:

Date toda la prisa que puedas.

Luego tuvieron que ponerse manos a la obra con la invasión a Notre Dame. Quasimodo sonrió a Celeste, encantado, cuando ella se ofreció voluntaria a subir. Él fue el primero, claro. Se acercó a la pared de la catedral, respiró hondo y pareció agradecido cuando Zaccharie le apretó un hombro. Entonces se volvió hacia Celeste y dijo:

Voy a tener que cargarte. No podrás subir como yo y, en cuanto llegue arriba, será muy arriesgado tirar la cuerda sin ayuda. Lo siento.

En fin, al menos Celeste podría apuntar bien desde la espalda de Quasimodo. Con la cuerda enrollada, el joven empezó a trepar entonces, con sus enormes dedos aferrándose con firmeza a diminutas protuberancias e hincándose entre agujeros que a Celeste le habrían pasado desapercibidos. Pero apenas habían empezado cuando empezaron a aparecer de entre las sombras… figuras. No tenían un aspecto definido, pero se deslizaban a toda velocidad hacia ellos como si fueran Sincorazón y tenían garras y eso era más que suficiente para que los Caballeros y Zaccharie, armado con cuchillas, atacaran con todas sus fuerzas. Cabía preguntarse si serían débiles a la magia, porque los ataques corrientes casi no les hacían efecto, y si por eso se habría protegido la catedral entera con un escudo anti-magia. En cualquier caso, de no haber sido por Ryota, que guardaba una suerte de plumas de metal en sus mangas, les habrían alcanzado y hecho pedazos.

Entre jadeos, Quasimodo llegó al tejado y soltó a Celeste. Tuvieron que correr a ponerse a descubierto porque las sombras los perseguían y allí arriba no llegaban Ryota y los demás. Quasimodo, sin dejar de cargar a Celeste, corrió hasta llegar a una de las torres, por la cual trepó con una agilidad ridícula y, una vez en el interior de la misma, por algún motivo, las sombras de Karel dejaron de atacar. Se quedaron mirando, pero nada más.

Jadeantes, esperaron unos momentos. Entonces Quasimodo dijo:

Si intentamos subirlos hasta le tejado, nos matarán. Podríamos ir al interior y romper alguna de las vidrieras. Están más cerca del suelo y tardarían menos en llegar.

Por el tono, se notaba que la idea de atentar contra su hogar le hacía daño, pero sus claros ojos estaban llenos de determinación. No había mucho tiempo, por lo que debían aprovechar mientras las criaturas no fueran tras ellos.

Una vez en el interior de la Catedral, los dos tuvieron que contener una arcada. No porque oliera mal, sino por la densidad del aire, por la vaga presencia de algo ominoso y que les puso los pelos de punta. A medida que avanzaran —habría que trepar por las columnas para llegar hasta las vidrieras— por la galería, notarían algo extraño: cerca del altar se concentraba esa profunda sensación de malestar.

Y, para horror de Quasimodo, en el suelo se había dibujado un círculo mágico con un color negro sobre el que circulaban, en lenta travesía, motas de oscuridad.

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¿Q-qué es eso?

Celeste no lo sabía, no tenía los suficientes conocimientos para desentrañar aquella cosa, pero sí notaba que absorbía. Lo hacía con delicadeza, apenas un diminuto tirón. Solo que ahí estaba.

Además… ¿Era cosa suya o empezaba a hacer calor?

Entre tanto, Quasimodo rompió una de las vidrieras y se asomó para arrojar la cuerda, que había atado a una de las columnas. En la calle, mientras esperaban a que sus compañeros reaparecieran, Simbad y los demás habían tenido unos momentos para recuperar el aliento. Zaccharie le había mirado de forma furtiva varias veces hasta que al final dijo:

Tú eres uno de esos Caballeros, ¿verdad? Has… ¿Has… escuchado algo de una chica llamada Fiore?

Puede que aquel nombre le resultara familiar a Simbad. Lo había oído en labios de Raphaël en su momento.

Después de que los fragmentos de las preciosas vidrieras cayeran al suelo, Ryota apretó los labios y miró a Simbad y a Zaccharie.

Os cubriré desde aquí y esperaré a que Bitron regrese con la pólvora. ¡Rápido!

Zaccharie no necesitó que se lo dijeran dos veces. Dio un pequeño empujón a Simbad y saltó sobre la cuerda el primero, para trepar a una velocidad endiablada. Simbad podría seguirlo de inmediato. Solo que se fijó en una cosa. Sobre ellos, por toda Notre Dame, había gárgolas. Estaba acostumbrado a verlas, por supuesto. Esos terribles guardianes que se asomaban y guardaban de la piedra y, por extraño que pudiera parecer, guardaban la casa de Dios.

Y Simbad creía haber visto algo dorado en la boca de uno de ellos. Ya no estaba y tampoco tuvo mucho tiempo para verlo porque, en cuanto Zaccharie comenzó a trepar, las criaturas de Karel se arrojaron sobre ellos y tuvo que subir a toda velocidad —le iba la vida en ello: a pesar de que Ryota tuviera una puntería casi perfecta, ahora tenía que defenderlos solo—. Sin embargo, una vez arriba, quizás mereciera la pena… comprobar qué había pasado. Al menos mientras estuviera dentro de la catedral, podían estar seguros de que los dibujos de Karel no atacarían.

Celeste
VIT: 23/23
PH: 37/52


Simbad
VIT: 88/88
PH: 35/66



Faltas:

-Astro 1



Fecha límite: jueves 26 de octubre.
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor H.S Sora » Jue Oct 26, 2017 3:44 pm

Avancé en silencio con Armand a la cabeza de nuestro pequeño grupo. Su mal presagio era a tener en cuenta y me podía hacer a la idea de por qué lo decía. La situación no era para menos. Después de lo que había pasado hacía tres años… Me mordí el labio, inmerso en la tensión que me producía el crujir de la madera a cada paso que dábamos.

Era como gritarle a Andrei nuestra posición, y no dejaba de pensar que de un momento a otro aparecería a nuestras espaldas. Dispuesto a ponerle fin a nuestro intento de rebelión.

«Confío en ti.»


Los tambores repicaron entonces, brevemente. Estuve a punto de desatar una habilidad contra un enemigo inexistente, preso del pánico. Contuve el aliento y me serené: venía de fuera. La ejecución de Esmeralda… no podía quedarnos mucho tiempo.

Tras dejar atrás la escalera de madera tampoco sucedió nada, más allá de haber puesto en uso sus peldaños casi podridos. Quizá era cierto que el general de Xihn no estaba pendiente de todos nuestros movimientos. O quizá quería que pensáramos eso un poco más.

Allí.

Seguí con la vista las indicaciones del cardenal. Al fondo del pasillo en el que estábamos, se atisbaba un poco de la claridad del exterior. Otras escaleras eran lo único que nos separaba de salir del silencio antinatural que nos acompañaba.

Saldréis al lado opuesto de donde está Andrei mirando la plaza. Es una suerte de rectángulo con algunas chimeneas. No hay sitio como tal para ocultarse.

Miré a la Maestra Nanashi, esperando a que tomara una decisión. Confiaba en ella, y estaba dispuesto a hacer lo que dijera. Era un asunto difícil, pero sabía que en cualquier caso su juicio sería mucho mejor que el mío. Ahora que habíamos llegado hasta ahí, no podíamos dar marcha atrás

Traté de prepararme para lo que venía. Aunque no estaba seguro de haberlo conseguido, tenía que estarlo. Me crucé de brazos, con la mirada fija en la salida. Sentía un nudo en el estómago. Una sensación que conocía bien: el miedo a fracasar.

Recordé mis primeros días en la Orden, en mi habitación de Bastión Hueco. Cuando lo único que importaba en una misión era investigar Sincorazón, o tratar de favorecer a tu bando. ¿Qué era lo peor que podía pasar entonces? Que un Maestro tuviera que salvarte el día. ¿Y ahora? Ahora podías condenar a todo un pueblo, incluso a un mundo.

Debemos prepararnos y decidir, porque ya no tenemos contacto con Ryota y los demás. Los tambores deberían sonar de un momento a otro si van a matar a Esmeralda, pero quizá esperar sea demasiado tarde. ¿Estás dispuesto a arriesgarlo atacando todo ahora…? De lo contrario saldré yo a hablar con Andrei mientras vosotros buscáis una forma de atacarle por detrás.

El nudo se apretó con fuerza. Tenía la boca seca, y la cabeza llena de dudas.

«No puedo hacer esto.»

Había pasado mucho, mucho tiempo, era consciente de ello. Pero aún así, aunque me decía a mi mismo que lo había superado, no dejaba de pensar en Reino Encantado desde que había visto a Andrei sobre aquel tejado.

Los recuerdos se amontonaban, y volvían al bosque en el que Nanashi se recuperaba. Recuerdos que enseñaban cómo las malas elecciones de todo un equipo habían tenido aquellas consecuencias para la Maestra.

Podía haber muerto.

Yo no era apto para elegir. Saavedra era un puto maníaco con un cristal capaz de calcinar todo lo que se le pusiera enfrente. Y aunque la Maestra era la más adecuada para ganar tiempo, sentía que irme con Armand era lo mismo que había hecho aquel día: abandonarla a su suerte.

Y no era mucho mejor idea que yo me pusiera frente a él. No sabía cuánto tiempo conseguiría entretenerle, ni si directamente podría hacerlo. Si divertía al general de Xihn quizá consiguiera algo, pero nada me aseguraba que no divisara la trampa. Era astuto, demasiado.

Exhalé un hondo suspiro, y me permití una fugaz sonrisa nerviosa.

No entregaremos rehenes —repetí las palabras de Nanashi, tratando de ganar confianza con ellas—. Vayamos con todo, no le demos oportunidad de mover un solo dedo.

Conocía mis limitaciones, pero también sabía que Andrei no podía estar a todo a la vez. Y aunque solo fuéramos un Caballero y un cardenal… quizá podríamos estorbarle lo suficiente como para que la Maestra pudiera hacer el resto. Quizá incluso sirviera para instar a los rebeldes y a Dos a rescatar a la mujer.

Escucharía las órdenes de Nanashi y me prepararía para el combate. Proteger a Armand y liberar a la Cité del yugo de Andrei. Si me iba a arrepentir de aquella decisión, que fuera luchando por lo que creía.
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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor Denna » Jue Oct 26, 2017 9:27 pm

Al final fue Bitron quien se ofreció a ir a China para conseguir los explosivos, alegando que era el que menos se conocía París. Agradecida, le deseé buena suerte. El chico desapareció tras un Portal de Oscuridad, y el resto empezamos a preparar el plan para infiltrarnos en Notre Dame.

No teníamos tiempo que perder, y la organización fue bastante rápida.

Voy a tener que cargarte —me dijo Quasimodo tras inspeccionar un momento la catedral—. No podrás subir como yo y, en cuanto llegue arriba, será muy arriesgado tirar la cuerda sin ayuda. Lo siento.

No, no, tienes razón. Ningún problema, yo te defiendo.

Traté de sonreír, animada. Mejor así. Por lo menos no tendría que preocuparme por que un Sincorazón me hiciera caer.

O esa era la idea, porque apenas habíamos ganado unos metros de altura cuando aparecieron. No eran Sincorazón, sino criaturas de tinta de Karel. Rapidísimas, con grandes garras y muy resistentes. Demasiado. No quería ni pensar en qué habría ocurrido de no ser por Ryota y sus plumas ridículamente efectivas.

Llegamos al interior de la catedral por puro milagro. Las sombras, por alguna razón, no se atrevían a entrar. ¿O quizás no podían? Yo temblaba, sin apenas poder respirar, preguntándome cómo demonios no había visto venir algo así. Cómo había sido capaz de hacer tan poco.

Qué desastre. Lo siento mucho, yo...

Ni siquiera sabía cómo excusarme. Respiré hondo y apoyé la cabeza contra uno de los muros. «No pasa nada. No pasa nada. Lo importante es que estamos bien y dentro de Notre Dame. Ya ha pasado la mitad.»

Si intentamos subirlos hasta le tejado, nos matarán.

Pero todas las entradas están selladas. A menos que...

Abrí los ojos y miré a Quasimodo de reojo. No me atrevía a decirlo, pero tampoco hizo falta.

Podríamos ir al interior y romper alguna de las vidrieras —propuso él—. Están más cerca del suelo y tardarían menos en llegar.

Le sostuve un momento la mirada. De pronto, me entraron ganas de llorar otra vez.

Lo siento mucho —repetí con la voz queda—. Realmente no hay otra manera, ¿verdad?

Asentí para mí misma y me puse en pie. «Ya ha pasado la mitad, volví a decirme, y casi me convencí esta vez.

Pienso patearme cada ciudad que quede en pie hasta encontrar cristales bonitos con los que reponer esa vidriera. Te lo juro por mi madre.

Y como lo había dicho en voz alta, iba a tener que cumplirlo. Lo cual significaba que no sólo yo saldría viva de esta misión, sino que también lo haría el mundo entero. A la mierda con Andrei y sus planes. Esto acababa hoy.

Mi renovada confianza sólo flaqueó un poco al salir de la torre y casi vomitar al chocar —casi literalmente— contra un aire denso y cargado de... algo desagradable. Me recordaba un poco al bienestar y la tranquilidad que había desprendido Tabris aquella vez, pero con el efecto contrario. Traté de localizar su origen, la presencia que emanaba toda esa negatividad, y lo encontré en el suelo junto al altar.

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¿Q-qué es eso? —oí a Quasimodo preguntar.

Sacudí la cabeza.

No tengo ni idea —murmuré—. Algo mágico... y oscuro —añadí, con un gesto en dirección a las motas que se arremolinaban sobre el círculo—. Supongo que Ryota será capaz de comprender qué significa.

No me sentía muy tranquila dejándolo estar, pero no sabía si sería capaz de soportar acercarme más. Y si pudiera... ¿qué haría? ¿Romperlo? ¿Borrar alguna letra? ¿Acaso podría? Se trataba de magia de muy alto nivel, runas arcanas quizás, porque no comprendía los símbolos. Lo único que entendía era que el círculo absorbía algo. ¿Oscuridad? Si por casualidad podía alterarlo y toda esa Oscuridad salía disparada hacia fuera...

Me estremecí. No, ni de broma iba a tocarlo.

Le pregunté a Quasimodo si necesitaba ayuda para hacer subir a los demás. Si me decía que no, echaría un vistazo desde las alturas al resto de la galería por si encontraba el macuto de Andrei o algún otro «regalito». Avisaría si daba con algo, pero esperaría a los demás antes que bajar y actuar por mi cuenta.

En cuanto Simbad subió, sin embargo, me di cuenta de que sólo estaban él y Zaccharie.

¿Y Ryota? —pregunté, frunciendo el ceño. En cuanto escuché la respuesta, me apresuré a añadir:—. Ah, no, no. Le necesitamos aquí arriba. Andrei ha hecho una cosa rara en el suelo y debería echarle un vistazo.

Tras una breve discusión, saqué una foto al círculo desde arriba con el móvil; varias si hacía falta para enfocar bien los dibujos más pequeños. Simbad volvería a bajar con él y se lo enseñaría a Ryota. Entonces sabríamos algo más al respecto. O eso esperaba.

Yo, por mi parte, iría a investigar esa gárgola extraña que mencionaba. No es que me muriera de ganas de volver a salir al encuentro de los monstruitos de Karel por algo que Simbad había creído ver, pero no quería dejar cabos sueltos. Aparecería, si podía, justo sobre la gárgola con Gran alcance. Así Quasimodo no tendría que correr más peligro del necesario y, con suerte, podría darme prisa antes de que aparecieran muchas sombras.

¿Vosotros podéis defenderme desde aquí? —les pregunté a Zaccharie y a Quasimodo. Era muy probable que no, y no le pediría a ninguno que se expusiera en ese caso. Ya me las arreglaría por mi cuenta, con varios teletransportes.

Dejaría a Simbad bajar primero antes de salir yo. Me tomé un Éter por si acaso y luego advertí:

Iré rápido, pero avisad si el círculo reacciona o hace algo, o si pasa cualquier cosa. Por lo demás, ¡ni tocarlo!

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Re: [La Cité des Cloches] Santuario

Notapor xXOrbOOkXx » Vie Oct 27, 2017 12:34 am

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Desde abajo la cosa no pintaba bien. Como sombras inmisericordes criaturas del averno se lanzaron contra Quasimodo y Celeste. Las bestias eran negras y energéticas, vacuas. Ya las había visto antes. Karel. Se me retorció el estómago. Si Andrei ya me parecía un obstáculo lo bastante grande tener a Karel por allí pululando no eran para nada buenas noticias. Además parecían ser inmunes a ataques físicos, pero por suerte Ryota los disolvió de un plumazo. Nunca mejor dicho.

Y gracias a eso y una cuerda, por fin Celeste y el jorobado consiguieron entrar en la catedral.

Yo sudaba. Por nervios y el ejercicio físico que acababa de realizar, pero sobretodo por emoción. Emoción contenida de por fin salvar a París. Porque la salvaríamos o moriríamos en el intento. Me temblaron las manos por un momento, pero me controlé enseguida. Me había enfrentado ya a Andrei, varias veces además, y aunque todavía no estuviera a su nivel, tenía a mis compañeros que me ayudarían. Respiré profundamente. Tenía que tener la cabeza fría.

Y de repente, los tambores. Aferré la guadaña que había invocado, casi con ansiedad. Esos tambores solo podían significar que iban a ejecutar a la gitana. Mi instinto me gritó que fuera a la plaza de inmediato y que la salvara. Sería fácil, solo con un hechizo cambio podría alejarla de la pira, pero el corazón de París era mucho más importante. Si Notre Dame caía, todos morirían. Mi mundo moriría.

Di un salto cuando una de las ventanas de la catedral se rompió, pero afortunadamente solo era Quasimodo. Miré los cristales en el suelo rotos en un millar de pedazos, y comprendí que la catedral nunca volvería a ser lo que era. Nunca después de mancillarla, pero era un mal necesario.

Una cuerda cayó desde las alturas, y supe que era mi turno de escalar.

Tú eres uno de esos Caballeros, ¿verdad? Has… ¿Has… escuchado algo de una chica llamada Fiore?

Zaccharie era desconfiado. Le había pillado más de una vez mirándome de soslayo, pero no me molestaba. Al contrario, me gustaba que mis aliados tuvieran los ojos bien abiertos. Aún así estaba en París, en el lugar al que técnicamente jamás debería volver. No había revelado mi verdadera identidad, pero solo porque Zaccharie no me la había preguntado, o no se había dado cuenta; seguramente la segunda.

Fiore. El nombre revoloteó un momento en mis pensamientos, sin terminar de ubicarlo. Fiore también había sido el nombre de mi madre, pero evidentemente no se refería a ese. Me rasqué la perilla, intentando hacer memoria. Tardé medio minuto en caer: Hana. Una punzada atravesó mi pecho. Volvieron los recuerdos, el olor a pelo quemado. Me llevé por instinto mi mano al brazo izquierdo, rememorando el dolor de las heridas de no tan antaño.

Sabía que podía mentir al gitano o simplemente decirle que no sabía nada de ella (que en parte era verdad), pero supe que no valdría la pena. Hana había estado muy involucrada en los asuntos de la Cité mucho antes de la última misión en la que nos vimos, pero no sabía hasta qué punto podía conocer a Zaccharie.

La última vez que la vi fue aquí, en París, casi tres años atrás —respondí, casi con gesto neutro. Sin embargo eso no hacía estuviera menos inquieto. No le miré en ningún momento—. Acabábamos de matar a Frollo y empatar en una apuesta. —Le miré directamente, esta vez con una mueca curiosa aunque cauta—. ¿Por qué preguntas?

Os cubriré desde aquí y esperaré a que Bitron regrese con la pólvora. ¡Rápido!

Respondiera o no, Zaccharie se aferró a la cuerda y trepó con una agilidad insultante. Hice una mueca. La flexibilidad seguía sin ser mi fuerte. Eso no impidió que presto le siguiera.

Al instante los enemigos se abalanzaron sobre nosotros. Seguía teniendo el arco de Celeste, pero evidentemente no podía usarla mientras estaba escalando, así que tuve que subir esquivando, retrocediendo y resbalándome, aunque Ryota facilitaba muchísimo la tarea. En un momento determinado una criatura se abalanzó directamente sobre mí, y perdí pie. Entonces fue cuando lo vi. En una gárgola, arriba, muy arriba, vi visto una luz.

Me recompuse todo lo rápido que mi cuerpo me permitió. La luz ya no estaba. Maldije entre dientes mientras escalaba del todo la catedral, una cosa que no había realizado ni en mis mejores sueños. Desde arriba todo tenía una perspectiva diferente, y el aire era más puro. Supuse que Zaccharie me esperaría allí.

Y cuando atravesé los muros (si es que no había algo que me hubiera detenido antes) fue como un puñetazo en el estómago.

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Dibujos intrincados decoraban el suelo, y motas de oscuridad bailaban sobre él. Sea lo que fuere, parecía mantener los bichos de Karel a raya: no parecían haber en el interior. Y eso olía muy pero que muy mal. Y para colmo el ambiente era pastoso, inquietante, burdo y aplastante. Esa era la palabra. Joder, si es que casi se podía oler la magia que corroía el círculo y las paredes de la catedral. Me entraron arcadas.

No podía evitar maravillarme ante la aparente complejidad del dibujo del suelo, eso sí.

¿Y Ryota? —increpó la muchacha.

Abajo. Está esperando a Bitrón.

Ah, no, no. Le necesitamos aquí arriba. Andrei ha hecho una cosa rara en el suelo y debería echarle un vistazo.

Haz unas fotos —sugerí, pero le paré cuando fue a usar su dispositivo de comunicación. Le tendí el mío—. Toma, usa el mío. Yo bajo.

La perspectiva de poder volver al exterior era reconfortante. Había otra sensación extraña. Era como un tirón, suave pero a la vez evidente, y sin duda era el causante de una fatiga creciente en mi cuerpo: me estaba chupando la energía. Y seguramente no sería el único.

Por cierto —comenté, señalando como pudiera hacia la gárgola donde había visto la luz—. He visto una luz en una de las gárgolas, pero ha desaparecido de repente. Iría yo, pero voy a tener que bajar rápido.

Celeste estuvo de acuerdo en visitarla. Por mi parte sería el primero en descender, y si se llegaba a dar el caso, usando un Planeador. Antes de nada, avisaría a Ryota mediante señales para que me cubriera.

Una vez abajo, después de posibles magulladuras, cortes y algún que otro resbalón, le comentaría la situación a Ryota y le enseñaría las fotografías. También le comentaría sobre la extraña luminosidad que había visto, y desde luego esperé su respuesta. Si la respuesta sobre el círculo no era tan negativa, volvería a subir por la cuerda para investigar un poco la catedral por dentro.

Si era el caso que me decía que el círculo mataba o algo semejante, subiría igualmente para avisar al resto del equipo. Sea lo que fuere, necesitábamos una respuesta ya.

Antes de que cesaran los tambores.
~Un cuarto de hora de risa, equivale a un año más de vida...~


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