Ragun rugió con fuerza cuando una de las llamaradas de Ronin calcinaron uno de sus tentáculos. Pese al daño que el hechizo ígneo le causó, el sincorazón logró atrapar con uno de sus otros tres tentáculos restantes la pierna del príncipe atrayéndolo hacia sí provocando que Felipe cayese al suelo.
El príncipe actuó con rapidez evitando daños mayores con su escudo, ya que el suelo empezaba a estar cubierto por el Caos. El hombre no tardó en actuar contra el tentáculo que lo inmovilizaba cortando la extremidad de Ragun, de la que surgió un líquido negro como un chorro a presión. El sincorazón soltó un quejido de dolor e invocó a dos sincorazones que el sincorazón sintió que no le obedecían como debían. Pudo sentir un corazón que intentaba controlar a sus propias invocaciones, sin embargo aunque Ragun estaba molesto no sentía necesidad alguna de atacarle. Su corazón no tenía nada que le sirviese.
Ragun saltó con sus garras apuntando directamente al pecho de Felipe, sin embargo Ronin de un fuerte placaje interrumpió su salto estampándolo contra una pared. El castillo entero tembló ante el atroz golpe y el daño del Maestro no fue pequeño aunque el dolor... Ragun a penas lo sentía ya que tenía una misión más importante: devorar a aquel que le había interrumpido.
—¡Vamos, Ragun, joder! ¡Reacciona de una vez! ¡No dejes que Aaron te haga esto!
El Maestro Novato rugió como si intentase articular palabras en vano.
La pelea entre el pirata y el sincorazón empezó. Ronin no daba cuartel al monstruo lanzando ataques tanto de luz como de fuego desde el aire. Ragun atacaba con sus dos tentáculos tratando de atravesar su abdomen, al mismo tiempo que se movía de forma siseante buscando cualquier punto ciego. Sin embargo, aquello era una batalla en la que Ragun no tenía ventaja, todavía no era lo suficientemente fuerte. Necesitaba un corazón, uno más débil, menos brillante... Y entonces su institinto visualizó a Xefil.
El sincorazón alejó a Ronin casi como si hubiese inteligencia en su interior lo suficiente como para que no pudiese reaccionar a tiempo y entonces súbitamente Ragun saltó hacia el aprendiz. Xefil no pudo hacer nada cuando Ragun se abalanzó sobre él inmovilizando sus brazos con sus dos tentáculos mientras que de un salto se acercaba con sus fauces abiertas cerciéndose sobre su garganta.
La mandíbula del maestro se cerró con fuerza haciendo que la sangre brotase a borbotones, Ragun no se detuvo y volvió a morder otra vez, en cuestión de segundos la vida del aprendiz colgaba de un solo hilo.
Los gritos sonaron como música para los oídos del Maestro. Un poco más y el preciado corazón del aprendiz sería suyo... Y entonces tendría poder para devorar uno a uno al resto.
—¡NANASHI!
Un sabor similar a metales oxidados inundó mi boca mientras subía las escaleras del castillo, ¿o era sangre? Escupí hacia el suelo, sin embargo no había nada extraño en mi saliba. Debía ser mi imaginación.
Había atravesado casi todo el castillo recordando cosas que el propio Alexander habría olvidado: la muerte de su madre, la locura de Adler, el resucitar de antiguos dioses que destruyeron su mundo, la familia Kit evacuando el planeta con sus inmensas naves... Habían pasado muchos años, pero... De algún modo sentía como si aquello se resucitase una y otra vez en un eterno bucle dentro del corazón de Alex.
Alcancé la cima de la torre más alta, donde los tentáculos del cielo empezaban a rodear el corazón. Al ver aquello me sentí mareado, casi como si mi propia consciencia fuera a desvanecerse en cualquier momento.
—No... No quiero desaparecer... —caí al suelo viendo impotente como la oscuridad iba cubriendo la gema en forma de corazón—. Debo... Debo volver con Lía... Debo volver con todos mis amigos...
Todavía no era mi final, no podía desaparecer de aquella forma.
Me arrastré lentamente hacia el pequeño altar que había en el centro del torreón donde aquella luz rosácea todavía brillaba. Sentía como si mi cuerpo pesase toneladas y como si el tiempo pasase muy lentamente. Mi brazo izquierdo comenzó a desvanecerse volviéndose poco a poco transparente como un fantasma. Al acercarme a los pies del altar traté de levantarme, podía escuchar ecos lejanos, casi como susurros.
—...Otra opción... Ya no es... Acabar con él... Xefil... Muere...
—Maestro... Soy yo —agarré con mi brazo la parte más alta del altar.
—...Me niego... Luz... Siempre podemos...
—Tengo miedo.
—¡No hay tiempo...!
—Esperadme, ya voy...
—...Ronin... Imposible... Caos... Milagro...
La luz se apagaba poco a poco. Me levanté poco a poco sintiendo el peso de todo el mundo sobre mis hombros, dolía. Dolía hacer aquel esfuerzo, si me quedaba quieto... Dejaría de sentir. Sería lo más fácil pero no podía permitirme fallarles.
Me alcé mientras gritaba de dolor, sintiendo como mis huesos crujían, extendí mi mano y agarré uno de los tentáculos que rodeaban el corazón tratando de consumirlos mordiéndolo con mi boca tratando de hacer que se alejasen del corazón con todas mis fuerzas.
—¡No permitiré que te quedes lo que es mío! —rugí—. ¡¡¡DEVUÉLVEME MI CUERPO!!! —Una vez apartase el tentáculo dirigiría mi mano hacia la gema brillante intentando arrebatársela a los tentáculos y devorarlo yo mismo para que volviese a mí.
En ese momento, el sabor a sangre se volvió a hacer palpable. Pestañeé encontrándome no en la cima de aquel castillo, sino en la guarida de Xihn... Pero no veía como siempre, había algo extraño en mis ojos, como si pudiese ver todo con más detalle que nunca... Y no solo eso, podía sentir continuamente corazones a mi alrededor y... Sangre.
Mis manos, convertidas en unas horribles garras estaban manchadas en sangre, mis ojos se encontraron con un Xefil con una horrible herida en la garganta y todos me miraban con horror, como un...
—Dilo.
Un...
—Lo sabes, solo tienes que decirlo.
...Monstruo.
¿Podía volver tras haber hecho aquello? ¿Iban a perdonarme?
Traté de hablar por las fauces del sincorazón.
—So...co...rro... —unos lagrimones negros se filtraron por mis ojos. Sentí como resbalaban por unas mejillas y caían sobre el suelo lleno de Caos.
Sin embargo, no podía controlar nada más. Solo mi voz. Mi cuerpo no respondía y era demasiado sofocante, como si me hubiesen enterrado vivo y solo mi voz pudiese salir, era horrible, demasiado. A penas podía sentir el aire... Pero estaba ahí. Podía ver a través de los ojos de mi cuerpo sin que yo lo controlase... Aquel era mi verdadero yo y posiblemente así acabaría si algún día un sincorazón me mataba, convirtiéndome en un ser horrible, un asesino.
—No quiero... Haceros daño... —pude decir tras un esfuerzo horripilante.
Matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, NECESITOMORIRmatadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, ESTOYAQUÍ matadme, matadmeTENGOFRIO, matadme, matadme, mataRONINdme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, POR FAVORmatadme, matadme, matadme, mSatOadCmeO, mRataRdmeO, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matMALIKadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, DEBOVOLVERmatadme, matadme, matadme, matadme, matadme, AYUDAmatadme, matadme, matadme, matadme, matadme, mataRYOTAdme, matadme, maFÁTIMAtadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, mataLYNdme, matadme, matadme, matadme, mataLIGHTdme, matadmLÍAe, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, maNANASHItadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme NOQUIEROMORIR, matadme, matadme, matadme, matadme, matadme.
No quiero morir.
Quiero volver con todos.
Quiero sonreír con todos.
Vivir con todos.
Volver con todos.
Vencer con todos.
No quería ser un monstruo. Quería dominar mi lado irracional, hacerlo mío de una vez por todas. Había luchado siempre contra mi instinto, había convivido con él... Pero era hora de domarlo para siempre o en cuanto me pusiese frente a Aaron volvería a pasar lo mismo otra vez, volvería a herir a mis amigos.
Xefil... Lo siento, lo siento tanto... Si te mueres yo... Jamás podría vivir con el peso que supondría. Tienes que sobrevivir.
Les amaba a todos, no podía matarlos, no quería verlos morir. Me dolía el pecho, sentía mi corazón todavía dentro de mí, solo tenía que alimentarlo, recuperar mi cuerpo.
El mundo inexistente, aquel era el hogar de Ragun, aquella Neosombra que había logrado devorar el corazón de aquel humano. Un humano cuyo corazón lo había cambiado para siempre, lo había vuelto humano.
Todo se volvió negro.
Me encontraba sobre una cristalera con círculos con caras conocidas y en su centro se encontraba un dibujo de mí mismo durmiendo plácidamente.
Algunas figuras se materializaron, eran personas que habían estado en algún momento de mi vida y... Se habían ido para siempre.
Ivan, Kazuki, Nadhia... Muchas personas que nunca volverían y por las que aún sentía un profundo cariño.
Kazuki se acercó a mí y puso su mano sobre mi hombro.
—Eh... Lo has hecho bien, esto... ¿No te gustaría descansar ya? —sonrió de forma afable—. Estoy errr... Orgulloso de ti —dijo entre bostezos.
Iván fue el siguiente, se aproximó y golpeó con su puño mi brazo para llamar la atención.
—Puedes venir con nosotros si quieres, siempre he sido el primero en todo. Así podré volver a patearte el culo.
Finalmente, Nadhia se acercó con una sonrisa casi maternal.
—Ragun... Gracias por haberme salvado aquel día cuando llegué a Tierra de Partida. Estoy esperando por ti, podemos seguir siendo los mejores amigos para siempre.
—No... ¡NO PUEDO! —exclamé dejándome caer de rodillas en el suelo—. ¡Tengo que derrotar a Ragun! ¡¡¡No puedo dejar que los demás acaben como vosotros!!! Tengo demasiadas cosas que hacer todavía, no puedo ir al más allá aún.
—Entonces deberías derrotarme, ¿no te parece? —al fondo de la cristalera una nueva figura hizo acto de presencia... Yo—. Invoca tu Llave Espada, caballero. Este es nuestro duelo final, solo entonces podré ser libre y devorarlo todo.
—Si así lo quieres que así sea.
—No podrás derrotarlo solo, deja que te demos nuestro poder, solo con luz podrás vencer.
Asentí hacia Nadhia. Las tres figuras se desvanecieron uniéndose a mi cuerpo. Materialicé mi Llave Espada, más brillante que nunca.
Maestro... Nunca te pedí perdón por haberte traicionado. Siento haber sido un aprendiz tan difícil e infantil.
Ivan... Me habría gustado haber pasado más tiempo contigo, haber podido curar tu enfermedad. Siempre me dolió haber visto como tu vida se escapaba entre mis dedos.
Nadhia, no estuve ahí cuando más me necesitabas. Te fallé y jamás podré perdoname eso.
—Todos mis pecados, todas mis vivencias son mías
La bestia sincorazón se lanzó sobre mí alzando sus tentáculos cual escorpión, di un salto hacia atrás esquivando el ataque por muy poco.
Una oleada de demonios se materializó justo sobre mi cabeza tratando de aplastarme, pero entonces un arco de oro apareció entre mis manos.
Nadhia, gracias.
Apunté al centro de la marabunta de sincorazón velozmente y disparé. La flecha de luz hizo estallar el portal del que surgían los monstruos y aniquiló a todos los que rozó con su luz. Cuando el arco hubo desaparecido un libro de hechizos hizo acto de presencia flotando frente a mí.
Siempre has sido uno de los mejores magos que he conocido, Ivan.
Electricidad, hielo y fuego. Hechizos de los tres elementos se lanzaron con violencia contra el sincorazón, que se movía con una velocidad inhumana. Sin embargo, lo había dañado. Algunos de los potentes hechizos habían logrado herir al monstruo.
Tú siempre creíste en mí pese a que te había traicionado, Kazuki.
Un bastón surgió de la nada. Apunté con él al sincorazón haciendo que su tiempo dejase de fluir. Su cuerpo se detuvo con el poderoso hechizo de tiempo.
—Ragun... Es hora de que seamos uno al fin.
Siempre habíamos sido entes separados, un cuerpo sincorazón con un corazón de humano. Aquello nos había mantenido así hasta aquel momento, pero a su vez nos había convertido en una anomalía en sí misma, teníamos un equilibrio demasiado delicado y aquella mínima variación había destruído todo. No podía seguir siendo un corazón y una consciencia, tenía que ser un ser completo si quería avanzar.
Me acerqué a la criatura de piel oscura que permanecía inmóvil con unas manecillas de reloj detenidas sobre su cabeza.
Coloqué mi mano en la frente del sincorazón. Normalmente eran los sincorazón quienes devoraban corazones pero... ¿Y si era yo quien devoraba el cuerpo? ¿Podía convertirme por fin en un ser completo? ¿Ser un verdadero híbrido?
Lo suficientemente sincorazón como para poder seguir usando mis poderes, pero lo suficientemente humano como para poder enfrentar a Aaron y a Xihn sin que volviesen a ponerme en contra de mis amigos.
—A mí, sincorazón.
Dejemos de enfrentarnos.
Mi llave espada tocó su pecho haciendo que del interior surgiese una luz cegadora.
El sincorazón, a pesar de haber podido hablar durante unos instantes como si hubiese recobrado la conciencia volvió a la carga con todo lo que tenía contra Ronin ahora que le resultaba imposible ir a por Xefil.
Se intentaba defender de los ataques del Maestro mientras hacía aparecer algunas esferas oscuras a su alrededor que danzaban peligrosamente tratando de golpear al tuerto desde todos los ángulos posibles sin embargo, de pronto las esferas se detuvieron y desaparecieron.
El sincorazón rugió, no con furia, sino con tristeza. Algunas lágrimas negras más se resbalaron por el rostro de la criatura. La llave espada que yacía inerte en el suelo empezó a brillar levemente como si buscase a su amo a la par que el corazón que había en el centro del agujero de su pecho relucía con más fuerza, del corazón surgían una especie de venas de un color dorado que se enredaban a la oscuridad que aprisionaba el corazón, como si tratasen de recuperar el cuerpo que le pertenecía por derecho.
La criatura permaneció inmovil.
—No quiero esto... Quiero volver. Xefil, lo siento. Lo siento tantísimo... —se lamentó con su voz inhumana.
Cayó de rodillas.