por Denna » Mar Jul 31, 2018 7:04 pm
Vi venir el puñetazo en el último segundo, pero ya era demasiado tarde para reaccionar. El dolor llegó sólo un segundo después. Trastabillé hacia atrás y me apoyé contra la pared, con la cabeza gacha y una mano en la boca. Ni siquiera pude alegrarme por que no me hubiera roto la mandíbula.
—¡Sí! ¡Es agotador correr detrás de ti no como si fueras mi amiga, sino una de mis malditos tres hijos que están en casa y junto a los que debería estar en vez de ir detrás de una niñata egoísta como tú! ¡Sí, es agotador ser Maestra y no poder anteponer las ganas que tengo de darte una paliza, porque estoy harta de perder amigos y Maestros! ¡Harta!
La dejé gritar sin apenas moverme. Estaba paralizada, y no sabía ni por qué.
¿No era esto lo que estaba buscando?
—Vete a ver a tu familia. Vete a arriesgar todo por lo que hemos trabajado. Te haré caso y me iré con mis hijos, a los que abandono cada día sin saber si volveré a verlos para proteger mundos como este.
—No es mi familia —murmuré inconscientemente. Fátima no debió oírme, porque se dio la vuelta hecha una furia y empezó a marcharse. En contra de mi voluntad —o eso creía—, volví a repetirlo:—. No es mi familia.
Resulta curioso cómo intentamos contener grandes secretos con todas nuestras fuerzas, pero, cuando asoma una pizca de verdad, todo se nos va de las manos. Antes de poder darme cuenta, ya lloraba a lágrima viva. Sentada en el suelo, con la cabeza enterrada sobre las rodillas y sin dedicar un solo pensamiento a que alguien más pudiera oírme o no.
¿No era eso lo que estaba buscando? Maldita sea, si no tenía ni idea de si había algo que buscar. No tenía ni idea de nada.
—¡N-no te vayas! Por favor, no me dejes aquí sola, por favor, por favor —intenté balbucear, sólo para notar que todo me dolía, que las lágrimas me abrasaban y que apenas podía respirar. Me abracé las rodillas con más fuerza.
Y esperé. No me sentía capaz de moverme, pero oiría si Fátima utilizaba o no un Portal, si salía del callejón, si se quedaba donde estaba o si volvía. Respiré hondo, cerrando los ojos como si así pudiera apagar el mundo a mi alrededor y, si Fátima no se había marchado, empezaría a explicarme. Por fin.
¿Por qué había permitido que esto llegara tan lejos? ¿Por qué no podía simplemente ser una persona normal?
—Está muerta. ¿Vale? No sé si fue... Andrei, o sus incorpóreos o alguien cualquiera. N-no quiero vengarme —aseguré—, de verdad que no. Pero necesito ver el lugar. Lo... ¿Lo entiendes...? Después de todo... Yo vivía ahí. Y ella era...
Callé. No sabía muy bien cómo expresarlo, pero dejar que las palabras murieran en el aire era demasiado cruel.
—Era alguien a quien quise mucho. Hace mucho tiempo.
Alguien que iba a ser testigo de lo que tenía que convertirme. Alguien quien iba a tener que pedirme muchas disculpas. Alguien que me había dejado unas cicatrices en el corazón que dolerían para siempre.
Me encogí todavía más.
—Te he dicho algo horrible. No lo pienso de verdad, pero eso no es excusa. Lo siento. Si quieres irte, no... no te retendré más. Gracias por venir a por mí.