Bueno, de tanto ver relatos por aquí, me ha entrado el mono de escribir, pero por ahora, nada de nada.
Pero estoy planeando algo, a ver si en un rato me pongo en serio y lo cuelgo.
See u <3
Vosotros seréis el octavo arte
Axelpower escribió:Chicos, ¡no dejemos que esto siga así! ¡Hay que volver a ser activos de una vez por todas! ¡¡Por la esencia y el espíritu del auténtico Bohemia!!
Yuuki Kiseki escribió:Coome, quiero que te fijes en algo.
Un concurso de escritura en BL es algo, sí, normal. Sin embargo, quiero recordar, que los mejores que me rondan por ahora a la hora de escribir en el clan son Pawah, Death y Zero. (Perdón si olvido alguien.)
Por eso, no podemos hacer una comparativa.
Sin embargo, traigo una nueva propuesta.
¿Recordáis el "Yukai's Tournament"? (KHWorld Foro.) Era, por si acaso no recordáis, un concurso que se iba a llevar a cabo con todo KHWorld, donde la temática del mismo podía ser escogida a votación popular con los usuarios.
Sencillo, claro, que ahora podríamos usarlo en pos de que se lleve a cabo como concurso de escritura con todo KHWorld, pero, claro, que participemos también los de BL. ¡Seguro lo pasaríamos en grande!
¿Qué me decís? ¿Os parece bien retomar el concurso?
Tres metros sobre el cielo.
Sonríe entre sus brazos. Allí, con la cabeza reclinada sobre su hombro, fuerte y amable, es feliz. Allí, su hogar.
La besa dulcemente en la frente, con ternura y cuidado. Ella se deja mecer por su abrazo, lenta y silenciosamente, mientras su pelo juega balanceándose sobre su nariz, acariciándola.
Sus manos la abrazan, rodeando su cintura estrecha. Despacio, la acerca más a su cuerpo, hasta que entre ellos no queda espacio.
Se separa lentamente de él, de su cuerpo cálido, de su respiración. Sus ojos se miran, con intensidad, con fijación. Aquel flujo de colores lo dice todo; amor, cariño, ternura, amistad. No necesitan palabras, sus miradas reflejan sus sentimientos.
Acaricia levemente su rostro con la mano, descuidada. Y la deja abandonada allí, sobre su mejilla, mientras recorre su contorno.
Siente su aroma, suave y afrutado. Lo envuelve todo. Le llena por entero. Sus labios saben a fresa repentinamente, se pegan a los de ella en un beso, suave al principio, intenso, apasionado. Le rodea de nuevo, juguetea con su cabello. Siente su aliento, cálido, con notas rojizas de su pintalabios. Es agradable. Seductor.
Apoya la cabeza sobre su pecho. Puede notar los latidos de su corazón, cada vez más fuertes, más acelerados. Una melodía acompasada, acompañada por sus caricias sobre su piel de melocotón, suave y ligeramente sonrosada. Se relaja. Junto a él todo es paz.
La mira extasiado, ella, su pequeña, su todo, su vida. Ella, simplemente ella. No hay más. Y mientras la contempla, desnuda sobre su cuerpo, notando aquellas curvas menudas sobre su pecho, da gracias por hacer que exista, por permitirle tenerla ahí, junto a él, a su lado. La atrae lentamente, pega su cuerpo al suyo. Siente su suavidad sobre la piel. La besa, con ternura, con amor, con todos aquellos sentimientos arremolinados en su corazón.
Poco a poco sus cuerpos pierden timidez. Se miran, se devoran con la mirada, ávidos de placer. Pero hay más, mucho más. Sus ojos brillan en el ocaso, que ilumina sus cuerpos con luces doradas y tiñe la habitación.
Ella rodea su cuerpo, busca sus labios, juega con su piel. Él suspira mientras susurra palabras ocultas, palabras secretas, sólo para ella. Palabras cuyo significado desconoce, pero igualmente las dice, con dulzura. Acoge entre sus manos su rostro embelesado, lleno de luz y felicidad. La besa. Juega con sus labios, los muerde, sutil, los relame. La fresa se escampa por los suyos, llenándoles con su sabor.
Desnudos ahora se entregan a ellos; sus cuerpos se buscan y se encuentran. Dejan de ser dos. Y mientras se funden el uno con el otro, en un solo cuerpo, mientras sienten aquel extraño y nuevo placer latir en su ser, sienten que están a tres metros sobre el cielo.
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