por Jeanne24 » Dom May 03, 2009 3:08 pm
…ya se había acabado.
El reir, el soñar, el jugar, el vivir…
Todo empezaba a desvanecerse en lágrimas de cristal.
Ya la presión en el pecho del muchacho había sido letal para él, y a la vez se había convertido en su salvación. Yoichi miró por un momento el rostro cansado de la muchacha de cabello dorado, y sus ojos verdes como la más hermosa esmeralda se camuflaban entre la sangre que despedía el propio cuerpo del chico atacado. Alexia también observaba como los sufridos ojos de ese joven se fundían con aquel líquido carmesí, apartándolos de su vista.
Había tantas cosas que le habría gustado decir en ese momento a ambos, pero el tiempo pasaba demasiado rápido y por desgracia no tenían oportunidad de mover sus labios. Pudieron mirarse a los ojos, pudieron decir tanto con una sola mirada.
—Alexia…—alcanzó a decir él.
Su cuerpo cayó flácido y débil hacia el duro suelo, cayendo sobre la destrozada roca en los brazos de la chica. Ella se mantenía abrazada a él, aferrándose demasiado a su lastimado cuerpo mientras le protegía de la caída. Solo pudo mostrar una ligera queja de dolor que enseguida se mitigó al pensar en la persona que sostenía en sus brazos. De pronto la cúpula comenzó a hacerse pedazos, haciendo que cayeran en forma de dagas letales trozos de transparente cristal rápidos y certeros alrededor de la pareja. Alexia tuvo la suerte de que solo fue a su alrededor y ninguno le tocó, haciendo que la muchacha suspirara aliviada. Sabía que si se giraba se encontraría con la silueta de Eden, a pesar de haber tocado por unos segundos la esencia de Yoichi, escondida minuciosamente en las esquinas de su aterrador cuerpo. Sin embargo, su preocupación fue mayor que su miedo y se atrevió a girar el rostro hasta el chico que acababa de apuñalar. Contempló con sorpresa su rostro, aquella piel pálida y aquel cabello oscuro, sus ojos dormidos con cansancio…se trataba del Yoichi que una vez conoció, el que alguna vez había viajado con ella. El Yoichi del que se había enamorado. Pero más allá de su rostro solo veía pesadas rocas aplastando su cuerpo, cansado y herido por la batalla que acababa de finalizar.
—Al final habeis recuperado a Yoichi—había una silueta que se distinguía en la lejanía, tomando la forma de Lakaios, el hombre que los trajo hasta este lugar.
Todos miraron sorprendidos la inesperada aparición de aquel tipo, que mantenía su sonrisa arrogante dibujada en su rostro.
—¿Lakaios?—intentó corroborar Serene. Él asintió.
—He llegado en el momento justo, me alegro.
—¡Yoichi está atrapado y herido, ayudanos!—gritó Ichi mientras comenzaba a empujar rocas. Serene, Yuki y Yik. Leonhart se acercó a Lakaios y Yaname lo siguió.
—¿Dónde has estado metido?
—Me llamo Lakaios.
—¡Ya se como te llamas, ahora responde a mi pregunta!
—Haz...las preguntas correctas—de pronto una luz centelleó en la mano del recien llegado, la cual extendió ante Leonhart y Yaname, haciéndolos desaparecer en un haz de luz. Cuando aquel brillo desapareció todos contemplaron como habían desaparecido ambos.
—¿Qué demonios...?
—¡¡Hermana!!
—¿¡Qué has hecho, Lakaios!?
Él, con su sonrisa dibujada, no respondió a la pregunta y se quedó allí, esperando. Todos dejaron a Alexia con el chico atrapado y se avalanzaron sobre el que estaba en la puerta sin pensarselo dos veces. Sonrió y volvió a extender su mano, creando otra luz que volvió a desvanecer a sus compañeros.
—¡¡Yuki, Serene, Yik, Ichi, Leonhart, Yaname!!—la muchacha de cabello dorado no comprendía que era lo que había pasado, pero todos sus amigos habían desaparecido de pronto, dejándola sola junto a Yoichi. Lakaios sonrió.
—No tengas miedo, solo los envié a su mundo original—intentó calmarla él.
—¿Qué...?¿Quién eres?
—Mi identidad…huh—Lakaios parecía dudar sobre si decirlo o no, pero Alexia estaba más sorprendida por el hecho de que fuera a responderle a la pregunta en vez de ocultarla con el clásico «Me llamo Lakaios»—Supongo que no importa ya.
Mientras avanzaba desde la puerta comenzó a explicar.
—¿Huh?
—¿Quieres respuestas, Alexia? ¿Quieres saber mi nombre?
—¡Claro que quiero respuestas! ¿¡Por qué ha ocurrido todo esto!? ¿¡Quién demonios eres!?
—…S.A.F.E.
Lakaios seguía caminando, pero no alcanzaba a llegar a ellos, era como si su paso nunca tuviera que acabar, como si la sala se alargara hasta el punto de no dejarle alcanzarlos, pero Alexia seguía esperando su llegada.
—¿S.A.F.E?
—Si, como lo podrías entender…digamos que soy Dios, el némesis de E.D.E.N. y por consecuencia, todo lo contrario a lo que él representa. Él es mi enemigo, al igual que yo lo soy para él. Yo sabía todo lo que iba a ocurrir, Alexia.
La cara de la chica empalideció de pronto, sin declinarse por sorprendida u horrorizada por la situación, ya que todo esto significaba que él sabía que había ocurrido, que él sabía quien era Yoichi y que él…
—¡¡NO!! ¡Lo sabías todo, bastardo! ¡Nos lo ocultaste, aun sabiendo lo que Yoichi significaba para nosotros!—sus ojo se salieron de sus órbitas—¡Voy a matarte!
El dios no reaccionó ante las amenazas de la guerrera enfurecida, y no hizo más que suspirar.
—El problema es que no podía contar nada ni atacar a E.D.E.N., ya que como dios que soy mi deber es mantener el equilibrio en todo. Si os contaba algo, todo se habría desestabilizado.
—¿Entonces preferías que nos hubiéramos muerto todos por el camino?
Lakaios negó con la cabeza.
—Te repito que mi deber como dios…
—¡¡Me da igual que seas un dios!! Las personas tenemos sentimientos, ¿acaso tu mentalidad divina no es capaz de comprenderlo?
—¿Me dejarás explicarme o seguirás gritándole al aire?—cuando dijo eso ella se mantuvo en silencio—Aunque hubiera querido ayudaros durante este viaje, no habría podido. Ser dios tiene sus limitaciones, y una de ellas es la que tanto amáis, el libre albedrío.
—¿Libre Albedrío?
—Vosotros decidís si quereis cuidar vuestro universo o destruirlo, tanto E.D.E.N. como yo somos simples mediadores que no tenemos nada más que observar como vosotros os desarrolláis. Y por más que miro no encuentro nada bien. Hambre, guerras, discriminación, muertes…¿qué haceis por cuidaros?
A ella le habría gustado poder contestar a eso, pero en realidad no tenía una respuesta concreta. En cierto modo tenía razón, así que no sabía con que responderle.
—En cambio, si me quitaba del medio a mi otro yo, el demonio que se encargaba de obstaculizar mis planes, podría hacer algo por vosotros—Lakaios pudo oír el rechinar de los dientes de la chica—podría destruir el mundo y reiniciarlo, daros otra ocasión para que esta vez si cuidéis lo que tenéis y no cometáis los mismos errores del pasado.
—¿Me estás diciendo que lo que pretendes es destruir todo el universo?
—Antes te habría contestado que sí, pero ahora…
—¿Ahora?
—La “gran infección” solo se encuentra en este planeta—miró hacia Yoichi, el que había sido el cuerpo del diablo—solo tendría que destruir este planeta para que los demás volvieran a recuperar la normalidad.
—¿Me estás diciendo que…?
—Haré este planeta pedazos solamente, no voy a reiniciar el mundo. ¿Estás contenta ahora?
Debería de estarlo, todo iba a estar bien, pero había llamado infección a Yoichi. Si quería destruir este planeta con él allí no podía estar contenta en ningún sentido.
Lakaios se acercó finalmente lo suficiente hasta la pareja, se agachó y extendió su mano, esperando que ella la tomara:
—Todavía podemos escapar—dijo él.
Ella miró su mano por unos segundos, pero enseguida negó con la cabeza y se alejó de ella.
—No pienso irme sin Yoichi—respondió firmemente.
—Míralo, no podrá escapar de esas rocas que lo aplastan…está a punto de morir. Sin embargo, tu podrías vivir si lo abandonas.
—¡Jamás!—prácticamente lo gritó, haciendo eco en la sala. Lakaios sonrió bastante satisfecho con aquella respuesta.
—¿Estás segura de que es lo que quieres?
Alexia miró a Yoichi y sonrió con ternura.
—No he estado más segura en mi vida.
El dios apartó su mano y la convirtió en un puño, se levantó y miró hacia el techo, con la mirada perdida en los escombros que caían a su alrededor.
—Esto no acabará aquí—dijo Lakaios, sin quitar aquella sonrisa arrogante y confiada de su rostro.
—¿De qué hablas ahora?—el rostro de Alexia cada vez mostraba más dureza en su expresión. Quería que los últimos segundos de su vida le pertenecieran solamente a Yoichi y a nadie más, aunque se tratara de dios.
—Quiero decir que esto no acabará aquí…habrá una segunda vez—la expresión del hombre se contrajo—habrá una segunda oportunidad para que podáis cumplir los sueños que no cumplisteis en la primera.
—¿Una segunda oportunidad?—miró al inconsciente Yoichi, que dormía plácidamente en su regazo, aun así su expresión era de dolor.
—Si, espero que la aprovechéis—dijo el Dios con una sonrisa.
Entonces extendió su mano hacia ellos y dejó una especie de aura de colores monocromos vagando a su alrededor, azul, púrpura, blanco…su color cambiaba constantemente hasta que terminó por desvanecerse. No sabía que era lo que había hecho, pero tampoco es que estuviera preocupada demasiado por eso. No tenía nada que perder ahora, es más, ahora había conseguido más que en toda su vida.
Yoichi comenzó a abrir sus ojos oscuros. Todo lo que veía era pura oscuridad y destrucción, no había nada que pareciera tener vida allí. En cierto modo creía que era cierto, ya nada quedaba para él. Sus amigos no estaban, tampoco estaba ella…¿qué más le podría quedar que la soledad?
Sin embargo, una voz se escuchó entre la penumbra, y se acabó por dar cuenta de que había una silueta a su lado, observándole. Aquella silueta comenzaba a tomar forma rápidamente en una mujer de cabello claro y tez pálida, la cual le miraba con ojos sufrientes. La reconoció al instante, aunque todo parecía un sueño, pues supuestamente ella estaba muerta.
—Alexia…¿eres tú de verdad?—preguntó él con una extraña sensación recorriendo su cuerpo.
La muchacha asintió con la cabeza.
—Si, estoy aquí…contigo—ella sonrió mientras le decía aquello.
Lakaios se limitó a observar la escena con una sonrisa. Yoichi lo miró:
—¿Quién…?
—Ahora no importa—murmuró la muchacha con una tierna sonrisa dibujada en su rostro.
Lakaios comenzó a alejarse del lugar, y a cada paso que daba más cambiaba su expresión, ya que aunque tenía una sonrisa dibujada en el rostro, sus ojos mostraban una inexpresividad que daba escalofríos. Estaba dejando atrás tanto a Alexia como a Yoichi, esperando que pudieran hablar en lo que iba a ser sus últimos momentos de vida.
—¡Lakaios!—gritó de pronto Alexia, haciendo que se girara—…eres insoportable.
Eso hizo que sonriera una vez más, quizás con más sinceridad que antes, y que se despidiera con un ligero movimiento de cabeza. Ya nada le quedaba por hacer allí, ahora tenía que destruir aquel mundo, con ellos dentro.
—…¿por qué?—preguntó de pronto el chico de cabello oscuro, mirando con expresión desdichada el rostro de su amada—¿acaso hice algo mal?
—¿Qué quieres decir?—titubeó de pronto Alexia, que no se esperaba que dijera eso.
—¿Estoy muerto?, Alexia…—murmuró con los ojos húmedos, sin embargo su mirada líquida no decía nada, prácticamente inconsciente en ese momento.
La muchacha de cabello dorado se limitó a negar con la cabeza y, conmovida, acarició el rostro de su amante suavemente, evitando presionar las heridas de su rostro. Yoichi sonrió con dificultad, mirando tiernamente a la persona que se encontraba a su lado. Para él, ya todo había acabado, pero estar con ella en sus últimos momentos de vida fue algo que hacía que no le importara morir en ese momento.
—Todo está bien ahora, Yoichi—dijo ella con voz tierna, desbordando completamente sus ojos frente al atrapado Yoichi—ahora todo está bien.
Y con un primer y último beso, dejaron llevarse por sus propios sentimientos, ternura e inocencia con la que empezaron aquel viaje, y madurez y fuerza con la que lo han acabado.
A lo lejos, el hombre que decía que se consideraba dios, S.A.FE., o Lakaios, que era el nombre por el que lo habían conocido los viajeros, se encontraba observando aquel mundo desde la lejanía del universo. Miró nuevamente hacia abajo y quitó su sonrisa de su boca, mostrando una expresión fría y apática. Pero él sabía que aquella máscara era la misma que la otra, y antes de quitársela del rostro, extendió una de sus manos hacia delante.
—Fue un placer…—dijo Lakaios antes de chasquear los dedos.
El planeta explotó en miles de trozos brillantes, bailando sobre el vacío del universo en una danza desordenada. Una danza que nunca tomaría forma, que vagaría por todo el universo, estando en todas partes, como algún día quisieron estar todos.
Pues...aquí va.
Buen cap Erubey,¡Nos vemos!
].:Lo importante es lo que hacemos, no quiénes somos:.
Demyx escribió:Llegaré a ser el mejor
el mejor que habrá jamás
mi causa es ser moderador
tras mucho postear~~
Postearé a cualquier lugar
floodearé en cualquier rincón
al fin podré desentrañar,
el poder que hay en KHWorld
Son platines, hazte con todos, siiii~~
es mi destino, mi misión,
es KHWorld.
Mentos mi amigo fiel
nos debemos defender
HollowRiku escribió:Pues que mal, ¿no? =(
HollowRiku escribió:Omg, ¡muchas gracias por el primer puesto en User invisible! No me esperaba algo así :cry: En realidad he trabajado duro para conseguirlo, creo que me lo merezco xD
Demyx escribió:Todos locos
Demyx y Jeanny escribió:Demyx: What?
Jeanny: No sé, what tú