por Zabimaru » Mar Abr 14, 2009 9:54 pm
01- Villa Alegre
Desperté en mi cama, empapado de sudor.
Otra vez una de esas terribles pesadillas plagada de seres monstruosos. Podría jurar que todas las semanas sufría un ataque de ansiedad. Sus rostros llenos de sangre y sus feroces colmillos sobresaliendo por sus labios me hacían estremecer. Debería estar acostumbrado a ellos.
Unos golpes en la puerta de mi habitación terminaron de desvelarme.
- ¡Kasumi, llegarás tarde a la academia!
¡Cierto! Hoy era lunes y debía ir a la única “escuela” de Villa Alegre.
Villa Alegre es un pueblo del país de Jawwind, uno de los más extensos de toda Vampestra. No era un pueblo muy grande y cuenta con unos ocho mil habitantes. Era uno de los lugares donde vivíamos los “apestados” como yo. Cuando digo apestados me refiero a todos aquellos que no éramos como ellos.
Abrí la ventana de mi cuarto para dejar pasar el aire, aunque a veces lo mejor era mantenerla cerrada pues de vez en cuando, las calles se llenaban de un olor putrefacto.
Ellos paseaban por la calle los cadáveres de sus crueles cacerías como si fueran objeto de advertencia. Los detestaba.
Me puse la ropa que mi hermana Margaret me había preparado la noche pasada. Una camisa de color negro, unos vaqueros y por encima una gabardina oscura.
Salí al pasillo de mi casa para encontrarme con mi hermana en la cocina. Estaba sentada en una de las sillas que rodeaban la mesa mientras desayunaba. Cuando me vio entrar por la puerta, dirigió hacia mí una mirada de reproche por no haberme levantado antes.
- Buenos días, Kasumi.
Conocía ese tono de voz. No auguraba nada bueno.
- Siento haberme levantado tarde, pero no he dormido nada bien.
Ella no me contestó, se limitó a mirar su taza de café con los gestos sumergidos en apatía.
Alargué mi brazo para coger un bollo de chocolate y giré mi cabeza hacia la ventana.
Bien, el cielo se veía ya de un leve color azul. Vampestra siempre ha sido un mundo inundado por las tinieblas, fuera de las ciudades y los pueblos no había realmente vida. Solo tierra árida, y a veces bosques. Esos bosques eran de árboles deshojados, arbustos secos y con una siniestra niebla cubriendo hasta la cintura. Los pájaros ya no cantaban y los demás animales había decidido esconderse o quizá hubiesen sido atrapados por ellos.
Las ciudades y los pueblos tenían la seguridad de que sus habitantes no fuesen devorados por esas bestias. Los odiaba tanto que mi puño empezó a crisparse.
- Kasumi, sé que te lo he dicho muchas más veces pero…-comenzó a decir con una voz serena.
- … no quieres que vaya a esa academia.- terminé.
Ella asintió, después se levantó de la silla y me dio un beso en la cabeza.
- Y cuídate, que te han salido unas canas en tu bonito pelo negro.- se burló.
- Que te vaya bien en el trabajo y si alguno de esos cabrones te hace algo, dímelo.
Era cierto. Mi pelo negro se estaba cobrando mi estrés nocturno y mis ojos azules tenían bajo ellos, unas grandes ojeras. Malditas pesadillas. Malditos monstruos.
Se me hacía tarde, así que rápidamente recogí la mesa y la cocina y salí de casa.
El Sol brillaba con una fuerza inusual, y una suave brisa acariciaba las calles. Me entraron unas increíbles ganas de ir a la playa, pero no pude satisfacer ese deseo.
La academia de Villa Alegre se encontraba en la linde del pueblo con la oscuridad. No era una academia normal, ni siquiera legal. Esa era una de las cosas por la que mi hermana Margaret no quería que acudiese. El Gobierno podría tener una respuesta desproporcionada si descubría esa academia.
La describiría como un foco de odio hacia ellos, por supuesto, perfecto para mí. En esa academia nos enseñaban las artes para torturarlos, matarlos y… rematarlos. Adivino que esa idea no les haría mucha gracia y seguro que se abalanzarían sobre nosotros para descuartizarnos. Ese riesgo inquietaba mucho a Margaret, siempre me lo había advertido, que no jugase con fuego… pero me gustaba tanto la idea de llegar a sentir el fuego sobre mis manos para destruirles…
La academia se escondía entre unos acantilados de la costa, resguardada por las rocas.
Bajé con cuidado por unas escaleras de piedra camufladas entre la hierba y ante mí apareció el pequeño pero imponente edificio.
Hecho de piedra de color gris, con un gran reloj negro en la fachada marcando la hora. Las puertas, hechas de madera de roble, eran como tres veces mi altura, y eso que era alto.
Golpeé el pomo provocando un sonido seco.
A los pocos segundos me recibió la conserje. Era una chica de mi edad, quizá dos años más, de larga cabellera castaña y ojos de un intenso azul cubiertos por unas gafas de intelectual.
- Buenos días, Quirin.
- Déjate de formalismos, me conoces de sobra y mi familia no es que sea destacable.
Ella bajó la cabeza como avergonzada por mi frase y terminó de abrir la puerta, cuando entré, ella cerró.
Se llamaba Amelia. Muchas veces le habían ofrecido recibir clases en la academia, pero nunca quiso. Siempre prefería encargarse de mantener el edificio. A pesar de su edad lo tenía todo bien colocado y limpio, cualquiera lo diría, pues parecía una chica frágil y débil.
- Kasumi…-murmuró- debería acudir a clase, está a punto de comenzar.
- Sí, llevas razón. Luego te veo en el descanso.
Corrí por los estrechos pasillos de baldosas negras, buscando en las paredes, también negras, una puerta de madera clara.
La clase de Técnicas Cazavampíricas iba a comenzar.
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Primer capítulo.
Espero que os guste y que sigáis diciéndome como mejorar porque tengo un problema con las comas y el laísmo xD
Gracias por la lectura y los consejos