por Choco » Sab Mar 21, 2009 7:09 pm
Uff!! Menudo hartón de escribir!
Creo que he hecho mi propio récord! =D
Lex, no entendí mucho lo último, así que he hecho lo que he podido, ¿vale? Dime lo que está mal y lo corregiré.
Espero que os guste! =D
-Eh, basta de pelear – Dijo Serene intentando calmar el ambiente.
-Serene tiene razón – Dijo Leonhart, un poco más calmado.
-Debemos intentar ser útiles – Dijo Ichi, dirigiendo una mirada asesina a Lakaios.
-Propongo ir a salvar a Yuki y Yoichi – Dijo Alexia, sin dar más rodeos.
-¿Eh? Alexia, acabas de llegar, no es un poco... ¿precipitado? – Dijo Serene, un tanto preocupada.
-Me da igual, tenemos que salvarles, ¡se están jugando la vida! – Dijo Alexia.
-Pero... – Dijo Serene, confusa.
-Ni peros ni nada –Cortó Alexia – Yo me voy a salvarles, ¿quién está conmigo?.
Se produjo un silencio, pero Yik dio un paso adelante y se puso al lado de Alexia.
-No voy a permitir que muera nadie más. – Dijo simplemente. Ichi se puso al lado de Alexia.
-Debemos salvar a nuestros amigos. – Dijo Ichi.
-... Debemos hacerlo, por ellos – Añadió Leonhart.
Ichi tendió la mano hacia Serene.
- Debemos hacerlo. – Añadió Ichi.
Serene no estaba del todo segura. Sabía que podían morir en ese viaje, sabía que quizás no volvería a ver a sus amigos. Pero por otra parte, debía salvar a Yuki y Yoichi, sus compañeros, sus amigos. Ellos habían hecho mucho por ella, y les debía tantas cosas...
Serene alzó la cabeza hacia Ichi, mirándole. Miró hacia sus otros tres compañeros, que la miraban, esperando su respuesta. Los vio serenos y seguros, sin temor a morir para salvar a Yoichi y Yuki. Miró la mano que le había tendido Ichi. Tomó una decisión.
-Debemos hacerlo. – Dijo, y cogió la mano de Ichi.
-Muy bien, habéis tomado la decisión correcta. – Dijo Lakaios mirando a los cinco compañeros. – Pero antes de ir a salvarlos, debéis ir a otro lugar.
Los cinco se miraron un poco confusos, sin entender la situación. Lakaios puso las manos al suelo, y las fue levantando poco a poco. Debajo de sus palmas, se formaba un rayo de luz que acabó tomando la forma de una puerta. Al acabar, Lakaios entró por ella y los cinco amigos, siguieron a Lakaios. Entraron en una lugar que estaba lleno de puertas de luz. Lakaios se dirigió hacia los cinco.
-Sabéis que podéis morir en este viaje, ¿verdad? – Dijo Lakaios. Los cinco asintieron con la cabeza. – Pero antes de aventuraros en esta misión de rescate, ¿no os gustaría dar un vistazo a esto?. – Dijo mientras se dirigía a una de las puertas de luz. Asomó la cabeza por ella y los otros cinco se asomaron. Pudieron visualizar un campo, lleno de cultivos, donde al fondo, había una pequeña villa.
-No puede ser... – Dijo Yik, sorpreso - ... es Konoha.
-Pues ya lo puedes creer, amigo – Dijo Lakaios, satisfecho. – Cada una de esas puertas conduce a un mundo distinto. Cada uno, debéis ir a vuestros mundos.
-Pero, ¿por qué? – Dijo Leonhart.
-Soy Lakaios – Dijo Lakaios, sonriente.
-¡Arg! Estoy harta de esta frase. – Dijo Alexia, enfadada.
-Entonces, no hagáis preguntas estúpidas – Contestó Lakaios, mientras entraba en una de las puertas de luz. – Nos veremos pronto – Dijo como modo de despedida, y se marchó. Los cinco se quedaron solos.
-Debemos hacerlo – Dijo Ichi. Los demás asintieron y se pusieron a buscar sus mundos por aquellas extrañas puertas de luz.
Yik fue el primero en entrar. La puerta se le cerró detrás suyo y con un suspiro, empezó a andar hacia su villa. Por el camino, pudo ver pequeños ninjas entrenando, haciendo combates entre ellos, riendo y luchando a la vez. Yik empezó a recordar recuerdos de cuando era más pequeño. Recordó sus entrenamientos matutinos con su madre, cómo luchaban cada día para mejorar más y más sus técnicas de lucha. Fue evocando recuerdos felices sobre su vida allí, en Konoha, donde había nacido y había sido entrenado duramente para ser un ninja. Llegó a la entrada de la villa y dio un vistazo adentro. No habían muchos cambios en la villa. Empezó a andar y miró los escaparates de las diversas tiendas que habían. Poco a poco, empezó a visualizar su casa. Cuando llegó delante de ella, picó a la puerta varias veces. Se oyeron varios pasos y se abrió la puerta. Era un hombre con bigote y con barba, que llevaba un traje bastante modesto. El hombre, simplemente invitó a Yik a entrar y lo llevó hacia el comedor. Antes de entrar, el hombre dio un par de golpes a la puerta.
-Pasa – Se oyó dentro de la sala. Yik y el hombre entraron en la sala. Yik empezó a esbozar una sonrisa de felicidad. Allí dentro, estaba todo el clan Hyuuga, mirándolo con cara de sorpresa. Al lado del cabeza de la mesa, pudo visualizar a su madre, que también estaba sonriendo.
-He vuelto – Dijo simplemente.
Su madre, se levantó de la silla y se dirigió hacia Yik, y lo abrazó con fuerza. Yik correspondió a su abrazo. Su madre, le llevó hacia una silla vacía que estaba a su lado, y los dos se sentaron.
La reunión prosiguió sin más interrupciones. Todos los miembros del clan Hyuuga miraban a Yik, sin prestar mucha atención a la reunión. Cuando acabó, todos se levantaron y se dirigieron al jardín de la casa. Yik se sentó en una de las ramas de un árbol. Todos lo miraban de reojo y murmurando cosas en voz baja. Al final, dos personas se le acercaron.
-Bienvenido de nuevo – Dijo la chica.
-Debes relatarnos tus aventuras, ¿eh? – Dijo el chico.
-Es cierto – Contestó Yik – No sabéis lo que me ha pasado. ¡Ha sido alucinante!.
-Entonces, empieza a contar. – Le animó el chico.
-No sé, esque quizás no me creáis. – Dijo Yik, dudando.
-Yo te voy a creer – Dijo el chico.
-Y yo. – Contestó la chica.
-Gracias Hinata, gracias Neji. – Dijo Yik.
Yik les narró sus aventuras. Estuvo todo el rato hablando y Hinata y Neji lo escucharon atentamente.
-Así que Yuki y Yoichi están en peligro, ¿no? – Concluyó Hinata.
-Así es. – Dijo Yik.
-Y ahora deberás volver para salvarlos. – Dijo Neji.
-Exactamente. – Dijo Yik.
-Entonces, te deseamos buena suerte. – Dijo Hinata, mientras buscaba una cosa en sus bolsillos. Le tendió un shuriken. – Ten, esto te dará buena suerte. – Dijo sonriente. Yik lo cogió.
-Gracias. – Dijo Yik. - ¿Sabéis? Siempre pensé que los del clan Hyuuga nunca me respetarían y siempre sería un ninja tapado por las sombras de los otros, pero veo que no será así.
-Por eso está la familia, ¿no? – Dijo Neji. Yik asintió con la cabeza.
Alexia se internó en la extraña puerta de luz. Al entrar, pudo ver cómo la luna iluminaba las calles de Palm Briks. La puerta se cerró detrás de ella, pero no le importó: Sólo podía contemplar la luna llena, aquella luna que la había maravillado una noche, y la había llevado hacia Tokio. La contempló: era hermosa, era blanca y siempre estaba acompañada de sus damas las estrellas, pequeños faros que iluminaban la noche. Alexia empezó a andar por las calles de su ciudad natal. Poco a poco, fue acercándose a la playa. Alexia se emocionó, y recordó sus pequeñas aventuras en la playa, observando los niños que jugaban con sus madres y ella, sola sin nadie a su lado. Anduvo hacia un conducto abandonado. Allí, encontró su pequeño violín. Lo acarició, y observó cada de sus cuerdas. Se lo puso en la barbilla, cogió el arco y tocó un La. Sonó muy desafinado, pero, con una sonrisa, sacó un diapasón de uno de sus bolsillos y escuchó. Poco a poco, fue afinando cada una de sus cuerdas. Después, cogió un poco de resina y la puso en el arco, para que se deslizara mejor. Al acabar, cogió el violín y su arco y se fue de allí. Se dirigió a la playa. Al llegar allí, se quitó sus zapatos y empezó a andar descalza por la arena. Cogió su violín, se lo puso debajo de su barbilla y empezó a tocar.
Empezó a sonar una melodía triste, con notas largas, pero poco a poco, empezó a cantar una canción. Sus dedos se deslizaban suavemente por sus cuerdas, tocando notas claras y fuertes, y su arco se deslizaba por ellas, acariciándolas con mimo. Su voz se fusionaba con la melodía de los primeros pájaros que entonaban la llegada del alba.
Leonhart entró por la puerta de luz. Llegó a un callejón oscuro, pero que él conocía muy bien. Anduvo callejón abajo, hasta llegar a una calle más ancha, llena de gente andando arriba y abajo. Habían varias tiendas, donde los mercaderes gritaban precios de productos varios. Pasó por delante de una floristería y una mujer de pelo largo recogido con una trenza y un vestido rosa se dirigió a él.
-¿Quieres una flor? – Le preguntó la mujer.
-No tengo dinero – Contestó simplemente.
-Toma, te la regalo. – Dijo la mujer. – No estés triste, porque las flores siempre están sonriendo, ¿verdad? – Dijo esbozando una sonrisa. Lionheart cogió la flor.
-Gracias... ehem....
-Aeris – Dijo la mujer. – Me llamo Aeris.
-Gracias Aeris. – Dijo Lionheart, alejándose de ella.
Siguió andando, hasta llegar a una casa apartada del centro de la ciudad., abrió la puerta y entró en ella. La casa estaba igual que cuando se marchó. Lionheart se dirigió hacia una mesa que había en el centro de la estancia, y cogió una nota.
Estimado Sr. Leonhart Rhapsodos:
Me es muy doloroso tener que enviarle esta carta así de repente.
Pero debe de saberlo: su hermano Génesis ha muerto en cumplimiento del deber. Le dejo la espada de su hermano.
atte.: Lazard, director de SOLDADO.
Al acabar de leerla, recordó el día en que la recibió, cómo había reaccionado y su misión de vengar la muerte de su hermano. Ahora que la leía, pensó que al fin y al cabo, no era tan importante la muerte de su hermano, que tenía otra misión más importante que cumplir. Salió de su casa y se dirigió a la calle principal de Midgar. Se fue andando calle abajo, camuflado entre los demás, y olvidó durante un rato de que era un héroe y que tenía una misión que cumplir.
Serene llegó a Gaia, su ciudad. La puerta se cerró sin dejarla volver hacia atrás. Algo asustada, empezó a andar por la ciudad de Gaia. Sus pasos la llevaron directamente hacia la playa. Allí, recordó cómo su “padre” la había adoptado, cómo había cuidado de ella, hasta morir. Siguió andando por la playa, con la cabeza baja y recordando cosas de su vida en Gaia. De repente, se chocó con alguien y los dos cayeron al suelo.
-Perdón... – Dijo Serene, roja de la vergüenza.
-Ha sido culpa mía – Dijo la otra persona. Serene alzó la cabeza para contemplar el rostro de aquella persona.
-Tu eres... – Empezó Serene.
-¡Serene! – gritó aquél hombre, abrazándose a ella. – ¡Me alegro tanto de verte!
-Vivi, yo también me alegro de verte. – Dijo Serene, correspondiendo a su abrazo. Lentamente, Serene empezó a llorar, feliz por haber encontrado a su amigo. Vivi, al ver que Serene lloraba, le tendió un pañuelo. Serene se secó sus lágrimas.
-¿Dónde has estado? – Preguntó Vivi – Sin ti, no he podido practicar con mi magia negra.
Serene le contó sus aventuras por aquellos mundos, le contó todo lo vivido con sus nuevos amigos y su situación actual.
-Así que... ¿aún tienes que salvarlos? – Preguntó Vivi
-Así es – Dijo Serene.
-Tu padre estaría orgulloso de ti. – Dijo Vivi. Serene se puso triste, y recordó a su padre, lo tanto que le había enseñado y lo mucho que la había cuidado. Serene se sacudió la cabeza, y sonrió.
-Tienes razón. – Dijo Serene.
-Pero sabes que puedes morir, ¿verdad? – Dijo Vivi.
-Ya lo sé – Confirmó Serene. – Pero ahora ya no tengo miedo, ahora ya no.
Vivi sonrió y pensó en lo mucho que había madurado su amiga con aquél viaje. Serene ya no era aquella niña tímida y reservada, ahora era más fuerte y tenía un poco más de confianza en ella misma.
-¿Te apetece hacer un combate de magia? – Preguntó Vivi. Serene sonrió y asintió con la cabeza.
-En guardia, compañero, no te voy a dejar ganar – Dijo Serene, desafiante.
-Espero que no. – Dijo Vivi, sonriendo.
Ichi entró en el portal de luz, hasta llegar en una calle bastante transitada. Había llegado a Seretei, o también conocida como Sociedad de Almas. Empezó a andar por aquella calle, donde vio diversos Shinagamis paseando por la calle, riendo y hablando. Ichi se adentró en una calle más solitaria, hasta encontrar un bar. Entró por la puerta y los vio: allí estaban sus amigos, hablando y riendo acaloradamente, sin preocupaciones. Ichi se acercó a ellos y dio un par de golpes a la espalda de una chica. Ella, se giró sonriente, pero al ver la cara de Ichi se asustó y dio un salto hacia atrás. Los demás, al oír el grito de la chica, se giraron y observaron a Ichi.
-¿I...Ichi? – Dijo la chica.
-Si, he vuelto. – Dijo Ichi.
Todos se abalanzaron contra él, abrazándolo y llorando de alegría al volver a ver a su amigo desaparecido.
-¿Dónde te metiste?
-¡Te estuvimos buscando durante días!
-Pensábamos que ya no volverías....
-¡Yo nunca perdí la esperanza!
-Eh, eh, ¡un poco de calma! – Dijo Ichi, apartándose de aquella multitud. – Acabo de volver de un viaje largo, ¿y lo único que se os ocurre es matarme de abrazos?. – Dijo Ichi riendo. Todos soltaron un par de carcajadas.
-Somos tus amigos, ¿qué te creías? – Dijo un chico que estaba al fondo.
-Rukia, Uryū, Chad ... Gracias. – Dijo Ichi sonriente.
-Eh, venga, el bar invita a una ronda por la vuelta de Ichi – Dijo el camarero.Todos exclamaron gritos de júbilo.
-¿Y qué has hecho? – Preguntó Rukia.
-Eso, cuéntanos – Le animó Chad.
-Eh, vale vale, pero silencio, por favor. – Dijo Ichi golpeando con una cuchara un vaso. Todos rieron y callaron, atentos a la explicación de Ichi.
Ichi les contó sus aventuras, todo lo que ocurrió durante su viaje, lo que había visto y los lugares donde había visitado.
-¿Y cuándo os casaréis Serena y tu? – Dijo Keigo. Ichi le dió un golpe de puño en la cabeza y se empotró contra la pared. Todos rieron en el bar, incluido Keigo, que sacaba la lengua a Ichi. Ichi le dirigió una mirada asesina y otra de felicidad.
-Ay, Keigo, Keigo.... Nunca aprenderás, ¿verdad? – Dijo Ichi, con una sonrisa.
-Creo que no – Dijo con una mueca.
-Pero es significa... – Empezó Rukia.
-...Que puedes morir – Acabó Mizuiro.
Las caras de todos sus amigos cambiaron, todos se pusieron tristes.
-Eh, venga, no os pongáis tristes – Dijo Ichi, intentando animarles. – Que volveré aquí, con vosotros.
-¿Nos lo prometes? – Preguntó Rukia.
-Os lo prometo. – Dijo Ichi – Palabra de Ichigo Karakura.
-Eh, venga, basta de lamentaciones – Dijo Uryū, mientras alzaba una jarra. – Un brindis para Ichi, nuestro “Orange”.
-¡Eh! No me llaméis Orange. – Dijo Ichi, un poco enfadado, pero se puso a reír.
-Por Ichi – Gritó Uryū.
-¡Por Ichi! – Corearon los demás.
Y las jarras chocaron entre ellos, brindando por Ichi.
Yuki estaba sentada en el suelo, leyendo un libro. Estaba pensativa, pensando en cómo Yoichi había entrado en la cúpula. También recordó a sus compañeros. Yik, Leonhart, Serene, Ichi... ¿cómo estarían? ¿se encontrarían bien?. Siguió pensando en Yoichi. Aún no le entraba en la cabeza de que él fuese su hermano. Habían compartido tantas cosas juntos... todas aquellas aventuras que habían recorrido juntos por fin tenían un sentido. ¿Por qué él? Pensó en Yoichi, cómo le habían salido los tatuajes, transportándolos de mundo en mundo, cómo la había protegido, cómo se había preocupado por ella. 16 años sin saber que tenía un hermano, sin duda se le hacía extraño. Pero, ahora ya estaba en aquella máquina, y recordó cómo se había metido dentro. Ella no quería, pero lo había hecho por él, por Yoichi. Se había sacrificado por él. Sus poderes servirían para ayudarle. Y al final, sacó una conclusión:
<<Estoy enamorada de Yoichi>>
Última edición por
Choco el Lun Mar 23, 2009 10:42 pm, editado 1 vez en total


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