por Jeanne24 » Mar Abr 07, 2009 2:02 am
El grupo apareció en un ambiente tenebroso y ruin, frente al castillo donde alguna vez había estado la familia de Yoichi y Yuki, Utopía. El castillo que en una ocasión pareció onírico y digno del más hermoso cuento de hadas se había vuelto el palacio de la más terrible bruja de fábulas innombrables. Ya no había luz ni esperanza allí, ahora todo se sumía en sombras y locura. El grupo se levantó del árido suelo donde yacían inconscientes, mientras que Yik estaba de pie, por encima del resto de viajeros.
—Levantad, tenemos mucho que hacer—casi parecía una orden.
—Tu…—Ichi creía que lo iba a matar de un momento a otro.
—Céntrate, piensa que tenemos que salvar a Yoichi y Yuki—intentó serenarlo Serene.
Todos se levantaron con quejas menos Alexia, que permanecía cabizbaja quitándose el polvo de la ropa. Ichi se tomó más prisas que los demás, y los alentaba a caminar hacia el castillo. Todos obedecieron menos ella, haciendo que Yik se acercara:
—No pierdas el tiempo con…—no le dio tiempo a acabar la frase ya que había recibido de pleno una bofetada de Alexia, haciendo que retrocediera sin inmutarse.
—Eso ha dolido—comentó Yik ante aquel golpe, sin darle mucha importancia.
—¿Qué?—aquello pareció enfadarla más.
—Tenemos que irnos hacia el castillo—volvió a indicar el shinobi.
—¿Por qué demonios…?—cuando miró al muchacho sus ojos se abrieron de par en par—¡Yik!
—Así me llaman—contestó tranquilo.
—Yo…lo siento, creía que…Lakaios…—comenzó a mirar a sus alrededores en busca de aquel extravagante tipo, pero no lo encontraba.
—Tienes que calmarte—sonrió—todos andamos enfadados con Lakaios, pero ahora debemos concentrarnos en otra cosa.
—¡Este tío…!
Alexia sonrió.
—Ya me las pagará cuando salvemos a Yoichi.
Comenzaron a caminar hacia la gran fortaleza que tenían delante. Todo el camino se mantuvo en silencio, aunque Yik se acarició la mejilla un par de veces y pensó que era muy difícil ser maduro. Poco a poco llegaron a la gran fortaleza amurallada que le daría bastantes problemas al equipo, o eso pensaban. Serene tomó el camino más rápido:
—Dejadme paso—ya la esfera de fuego estaba formada en su mano.
—¡Así sabrán que estamos aquí!—exclamó Ichi.
—¿Acaso importa?
Habría lanzado aquel fuego fatuo de no ser porque la puerta se había abierto de par en par ante ellos misteriosamente. Todos desconfiaban de aquella bienvenida tan extravagante, pero la preocupación por sus compañeros perdidos fue más fuerte y los llevó a adentrarse en las densas sombras que invadían el interior del palacio celestial.
Todos caminaban ligeramente nerviosos con aquella situación, ya que no ver nada los hacía ponerse en guardia demasiado rápido. Sin embargo, al adelantado Leonhart hubo algo que le frenó por completo, frenando seguidamente a los demás y haciendo que Yik chocara con él.
—¡Auch! ¿Qué?
El aliento nauseabundo que atravesaba la silueta de Leonhart hizo que todos retrocedieran menos el mismo, que se quedó erguido en el asiento. Poco a poco unas centelleantes luces doradas hicieron que se pusieran más en guardia que antes.
—Una trampa…—murmuró el hombre.
—Creo que ya nos hemos dado cuenta—dijo Alexia preparándose.
—Pues…a por ellos.
La batalla no iba a ser excesivamente larga. Todos se limitarían a encargarse de cada brillo que se cruzara con ellos, aunque antes dejarían la entrada al ofendido Leonhart, que no parecía soportar más el pestilente aliento de aquella bestia que se encontraba frente a ella. Sacó su arma y cortó de un tajo a lo que fuera que estaba frente a él, bañando sus alrededores de algo que no quería ni saber quien es. Serene sin embargo no se quedó quieta, sino que con sus ojos siguió a su enemigo de brillantes ojos dorados hasta que se colocó a su lado, y le lanzó un gran fogonazo de luz que permitió por un instante ver los enemigos de la sala y una escalera que se encontraba cerca.
—¡Mirad!
—Al menos ya tenemos por donde ir.
Una vez dicho esto Yik avanzó hacia otra de las siluetas y comenzó a lanzarle shurikens a saco. Eso pareció aturdir a la bestia, que quería caer sobre el shinobi. Sin embargo él sacó un kunai y lo usó para abrirle la cabeza a su enemigo. Sonrió satisfecho. La joven de cabellos dorados estaba en posición taciturna, cerró sus ojos y dejó que el sonido fuera su guía en esa batalla, como aquellas viejas batallitas contra ratas gigantes en Palm Briks…la nostalgia se apoderaba de ella. De pronto alzó la mirada y atacó a su izquierda, derribando unos ojos dorados que se tornaron rojos en apenas unos segundos. Ichi fue el único que no atacó a nadie, nervioso por lo que ocurría a su alrededor. No sabía guiarse por la mirada del último, ya que iba demasiado rápido como para pillarlo. Entonces alzó su espada y gritó:
—¡¡Todos abajo!!
Obedecieron por poco y el espadachín dio vueltas sobre sí mismo, llevándose por delante todo lo de su alrededor, y con ello a la bestia.
Cuando la batalla finalmente terminó, ellos no se molestaron ni en descansar en condiciones, y la joven hechicera se encargó de ayudar a sus compañeros por el camino con su magia, la cual sentía cada vez más poderosa. Sabía que jamás habría llegado a ser una hechicera de renombre si no hubiera comenzado este gran viaje a través de mundos con sus compañeros…sus amigos. Apretó con fuerza su vara y comenzaron a ascender por la escalera hasta llegar a una sala más clara, pero no por ello perfectamente visible. Había una tenue niebla que ocultaba todo lo que pasaba.
Allí se encontraba Yuki, sentada en una escalera que llevaba hacia Yoichi, el cual permanecía inconsciente entre una maraña de cables. La sala estaba oscura, sin embargo podía distinguir el rostro taciturno de la joven de cabello purpúreo y grandes ojos melancólicos, la cual no parecía haberse percatado de la presencia de los demás. Todos se alegraron muchísimo de verla sana y salva, y todos se acercaron corriendo a ella, dejando espacio a Alexia para adelantarse y abrazarla:
—¡¡Yuki, ya estamos aquí!!
—¿Eh?—Yuki se quedó paralizada al ver un cabello dorado que brillaba tenuemente—No puede ser…
—Soy Alexia, tenemos mucho que explicar—dijo ella con una sonrisa.
—¿Alexia?¿Viva? —No parecía que esa idea le agradara mucho, y su amiga torció el gesto.
—Claro, al final no murió, ¿no es extraordinario?—Serene si parecía contenta con ello.
—No, yo…
—¿Yuki?
—¿Por qué sobreviviste?—preguntó de pronto Yuki, como si hubiera sido una mala noticia.
—¿Eh?
—¿Por qué tenías que sobrevivir?
—No comprendo, Yuki…—Alexia estaba un poco desconcertada.
—Siempre ha sido igual, pero…—tomó aire antes de continuar—pensé que esta vez sería diferente, que no habría una barrera que nos separara.
—¿Qué estás diciendo? —Yik estaba tan sorprendido como los demás—¿De qué barrera hablas?
El silencio en la sala fue inmenso, y Yuuki seguía con la cabeza agachada.
—…ella.
El rostro de la muchacha de cabellos purpúreos se había tornado siniestro. Ya no preservaba esa inocencia y bondad que la caracterizaban. Tras aquellos ojos de piedra se escondía algo demasiado importante, algo que ni siquiera Lakaios podía descifrar. Leonhart permanecía a espaldas de Alexia desconfiado y tanto Ichi como Serene permanecían al lado de Yik, quien miraba a sus alrededores en busca de una manera de poder salvar a Yoichi, que permanecía dormido.
—Siempre fuiste la más especial, la más inteligente, la mejor luchadora, la más madura…siempre fuiste la mejor.
Alexia estaba atónita. No sabia que pensara eso de ella, era totalmente absurdo. Ella nunca se había considerado especial, es más, nunca había sentido que su vida valía algo hasta que se encontró en medio de este viaje con ellos. Siempre la había visto tan insegura y triste, pero no se había imaginado que fuese por su culpa. Alexia se sentía culpable por ello, no quería que los demás sufrieran por ella de una manera tan triste. Agachó la cabeza y la volvió a mirar rápido, esto debía de ser una broma de muy mal gusto.
—Sabes que eso no es cierto, Yuki. Deja de decir tonterías y salvemos a Yoichi.
—¡¡¡Tu no eres nada de Yoichi!! —parecía haber perdido el juicio—¡Yo soy su hermana, tengo más derecho que tú a decidir!
—¿¡Estás loca!?¡¡Va a morir!!
—¿Crees que no me importa?¡Me importa más que a ti!
Yuki hizo un silencio en la habitación.
—Yo…le quiero.
Yik se quedó totalmente petrificado ante lo que escuchó, y los demás se quedaron sorprendidos de una manera más débil, más impresionados porque se tratara de su propio hermano. La única que no expresó nada en su rostro fue Alexia, que parecía que se estaba muriendo en silencio. Aquello era totalmente imposible, ella no podía estar enamorada de una persona que era de su misma sangre, pero si se ponía a pensar…durante todo este viaje no habían sabido nada del linaje que los unía, había tenido tiempo de sobra para enamorarse de él. Yik sintió como si le atravesaran el pecho.
—Yuki…—Alexia no sabía que decir.
—¡Yo me preocupé por Yoichi! ¡Yo lo cuidé cuando tu no estabas! ¡Él ya no te quiere!
De pronto Yuki se abalanzó sobre la joven de cabellos dorados, intentando alejarla del cuerpo inconsciente de su hermano. Alexia saco su espada y se dispuso a atacar a su compañera en un acto reflejo, pero un filo interrumpió el combate.
—Ya hemos tenido suficiente…—Leonhart había interrumpido la batalla. Echó a Alexia hacia el resto del grupo de un empujó y se dio la vuelta hacia su compañera de cabello purpúreo.
—Yo me encargo de que espabile—murmuró el chico bastante molesto con toda aquella retorcida situación que se había creado en lo que apenas habían sido unos segundos. Ahora tenían un objetivo demasiado importante, y la vida de uno de ellos estaba en peligro, ¡no debían perder el tiempo con esto!
—¿Piensas pelear contra mí?—preguntó Yuki, ofendida.
—Si eso hace que te aclares…—desenvainó su espada en segundos, y ya se encontraba frente a ella cuando la espada le iba a dar un tajo.
Yuki esquivó aquel ataque por poco, pero varios de sus cabellos cayeron al suelo, víctimas del filo de su compañero de aventuras. Retrocedió con piruetas animosas y se colocó frente a las escaleras que los llevaría hacia su hermano, impidiendo el paso al resto de las personas que había en aquella habitación nebulosa. Todos dejaron espacio a los combatientes, que marcaban terreno dando vueltas por la habitación, ambos pendientes de los movimientos del otro, erguidos y amenazantes como dos guerreros que eran. Finalmente Yuki dio el primer paso y saltó hacia Leonhart, el cual esperó para cubrirse del ataque de la joven, la cual se limitaba a las patadas. Una vez se hubo cansado retrocedió y abrió su libro.
Sacó un par de dagas y las movió ágilmente por entre sus manos, entreteniendo a Leonhart con aquel sutil movimiento que se convertiría en su maldición cuando los lanzara hacia él. Con su espada apartó las dagas y avanzó violentamente hasta su compañera, la cual se limitó a esperarle mientras invocaba algo en sus manos. El guerrero no esperó para comprobarlo y lanzó su arma hacia la muchacha, la cual impactó de pleno sobre ella y la mandó sobre una de las paredes, incrustándola en la misma. Todos miraron alarmados y preocupados el estado de Yuki, la cual cayó de bruces al suelo, tranquilizando a Leonhart.
Sin embargo se dibujó una sonrisa pillina en el rostro de la chica de cabello purpúreo, y ella sacó otra daga de su libro, la cual lanzó en el hombro del guerrero. Pudo reaccionar a tiempo, pero la daga ya le había rozado y el carmesí de su sangre salía tímidamente de uno de sus hombros. Aquello hizo que Leonhart pusiera muy mala cara y se volviera a lanzar sobre la muchacha, que ya estaba preparando algo desde la sombra. De pronto la mirada de furia de Leonhart se transformó en una maquiavélica, y su arma comenzó a brillar.
—Si algo he aprendido en este mundo es a no confiar en las victorias—comentó divertido, y la espada danzó en el aire, sorprendiendo a todos los presentes, que no sabían que era lo que estaba pasando con el arma del hermano del guerrero. Extendió la mano y la espada volvió a él, atravesando el hombro de Yuki, que no forzó aquella mirada de dolor.
—Uah…—gimió la muchacha, y todos corrieron en su auxilio con desespero.
—¡Te has pasado!—exclamó Yik mientras examinaba la herida de su amiga.
—No tenía otra opción, es demasiado lista—se excusó Leonhart.
—Aun así…—incluso Alexia estaba alterada—¿Qué fue eso?
Se apartó, dejando espacio a Serene para usar sus técnicas curativas sobre Yuki, la cual no hacía más que quejarse agonizante.
—Una vez oí a mi hermano que esta espada reservaba un as en la manga que ni siquiera él sabía, pero que tuviera fe en ella si alguna vez la heredaba—explicó—veo que tenía razón. Me ha servido de mucho, ya que paramos a nuestra compañera sin tener que matarla.
Leonhart sintió un escalofrío ante aquello. Nunca había considerado a nadie algo más importante que un objeto, sin embargo ellos ya eran prácticamente su familia. Era un vínculo demasiado especial como para romperse, y todos lo sabían.
—Yuki está enamorada de su hermano—dijo de pronto Ichi—pero eso es un amor imposible.
—Pero ella lo quiere—la defendió Serene—tiene derecho aunque sea a intentarlo.
—Solo sería un fracaso, y lo sabes—discutió el pelirrojo.
—Claro que lo se, pero aunque sea pueden intentarlo—por alguna razon Alexia pareció desagradada con eso. Estaban hablando de que la persona de la que estaba enamorada y su hermana podrían salir juntos.
—¡No digas tonterías, solo se harían más daño!
—…tiene razón—murmuró una voz en la oscuridad.
—Yuki…—ella se limitó a sonreír a Serene.
—Tiene razón—masculló la apenada Yuki, que ni se movía del suelo. Sabía que sus sentimientos por Yoichi eran fuertes, pero debía de recordar que eran hermanos de la misma sangre y que era imposible, además, él ya había encontrado alguien con quien ser feliz, y ese alguien no era ella. Se ahorró las lágrimas.
—Algún día habrá alguien en el mundo que morirá por hacerte sonreír, que cuidará porque nunca corras peligro, que será feliz con solo ver que tú lo eres…solo debes tener paciencia, el universo es grande y todos estamos esperando por ello inconscientemente—en ese momento el muchacho pelirrojo miró a la joven de cabellos dorados, la cual le devolvió la mirada con una cándida sonrisa. Él sabia lo que decía más que nadie, pero sería el secreto que conservaría siempre en el fondo de su alma. Uno que les pertenecería a ellos para siempre.
—Si…—asintió algo más tranquila.
Una vez se hubo restaurado por completo se levantó ayudada por Alexia. No podía dejar de sonreírla, le tenía mucha envidia por encontrar la felicidad tan pronto. Entonces todos comenzaron a subir la escalera con un objetivo bastante claro: salvar a Yoichi.
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No quiero comentar nada,quiero llorar en una esquina porque este capítulo me costó mucho acabarlo T^T Si me disculpan...
].:Lo importante es lo que hacemos, no quiénes somos:.
Demyx escribió:Llegaré a ser el mejor
el mejor que habrá jamás
mi causa es ser moderador
tras mucho postear~~
Postearé a cualquier lugar
floodearé en cualquier rincón
al fin podré desentrañar,
el poder que hay en KHWorld
Son platines, hazte con todos, siiii~~
es mi destino, mi misión,
es KHWorld.
Mentos mi amigo fiel
nos debemos defender
HollowRiku escribió:Pues que mal, ¿no? =(
HollowRiku escribió:Omg, ¡muchas gracias por el primer puesto en User invisible! No me esperaba algo así :cry: En realidad he trabajado duro para conseguirlo, creo que me lo merezco xD
Demyx escribió:Todos locos
Demyx y Jeanny escribió:Demyx: What?
Jeanny: No sé, what tú