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Re: [1]T[!]

NotaPublicado: Mié Mar 06, 2013 2:52 am
por Demyx
¡Trepidante! ¡Y en el buen sentido! Sinceramente, me ha gustado mucho, y no me lo esperaba. Empecé con bastante desgana, la verdad, pero al final me ha captivado. Así que ahora que ya han pasado meses y me digno a postear pese haber ganado el pase VIP... ponte a escribir xD

Si bien es cierto lo que te comenta Nell en que quizá deberías reparar un poco más en la descripción para enriquecer más la acción, creo que ese aspecto ya lo mejoras un poco en el capítulo 1 respecto al 0. La verdad es que se me hace bastante dinámico, por lo que no tengo quejas.

Discrepo con Terr a lo referente a la primera persona, y el uso del presente creo que también ayuda a hacerlo más dinámico. De hecho pienso que te ha quedado bastante bien teniendo en cuenta la complejidad de combinar ambas cosas, punto de vista y tiempo.

Si bien es cierto que aún no sabemos demasiada cosa del protagonista... no me quejo. Supongo que él tampoco debe saber demasiado sobre sí mismo, por lo que ya iremos descubriendo más cosas sobre él, espero. Y, personalmente, lo que también comenta Terr de las patatas fritas y la televisión, aunque pueda ser surrealista, a mí sí me ha gustado y me pega en el contexto del personaje. La verdad es Kyros me cae bien y me ha resultado bastante gracioso xD

El argumento pues... no se puede decir mucho de momento. Pero me tiene intrigado, por lo que de momento me gusta. Te has ganado un lector (;

PD: Me han entrado ganas de jugar a Mirror's Edge.

EL FANTASMA DEL TÁRTARO

NotaPublicado: Dom Abr 21, 2013 8:59 pm
por Sora
Muchísimas gracias por las críticas. En serio xD. Las tengo muy en cuenta en mi corazón (?)
Respecto a la de Nell en el Cap 0. Diré que era como un post-prólogo. Obviamente conté con lo que dijiste, y por ello quiero que me digas que te parecieron estos dos C:
A Terr: si te ha parecido surrealista el primer capítulo... Entonces el segundo... En fin. xDDDD. Aunque si que es cierto lo de la tele. Eso lo arreglaré cuando pueda.

PD2: Siento mucho la corta extensión de los caps, si queréis uno estos dos y el siguiente lo intentaré hacer bastante más largo.

En fin, sin más dilación aquí tenéis... ¡¡¡El Capítulo 2!!!:


[Capítulo 2]:

Spoiler: Mostrar
–Curioso nombre para un joven como tú… Por cierto, ¿puedo preguntar qué haces en mi casa, ácaro? –Me pregunta la anciana.

–Tártaro, fantasma del Tártaro. TAR-TA-RO –Le explico pausadamente, vocalizando tanto como me permite la boca.

–Ah, sí, claro, claro –Parece que lo ha entendido, aunque no se le ve muy convencida…–. En fin, ¿qué haces en mi casa, bonito?

–Eh… Nada… pasaba por aquí. Bueno, ya me voy –En teoría es verdad. Simplemente he saltado al balcón de esta casa, no tenía intención de encontrarme con esta mujer, ni mucho menos de entablar conversación. Me hace perder un tiempo que, en estas circunstancias, me es demasiado valioso. No puedo malgastarlo con estas tonterías.

–No, espera, bonito. Voy a prepararte unas croquetas, que estás mu flacucho. Además, esa bolsa de patatas no es desayuno en condiciones para un chico de tu edad…

>>¿Sabes? Me recuerdas a mi Paku. Por más que comiera y comiera, nunca engordaba. Era como yo –Me dice de repente. Resulta extraño que lo mencione, porque muchos kilos no le faltan, más bien le sobran. Es como tres veces yo. De hecho, creo que mis brazos no llegarían para abrazarla entera–, en mis tiempos mozos, quiero decir –Se corrige observando la extrañez de mi mirada.

–Eh… bueno gracias señora, perono, no hace falta –Me excuso, volviendo al tema de las croquetas.

–Que sí, bonito, que sí…

–Que no señora, que no. No se preocupe, de verdad, que tengo prisa.

Cada vez me parece más surrealista la conversación. No obstante será porque la abuela quiere ganar tiempo hasta que llegue la policía, y no sabrá cómo.

–Está bien, bonito. Pero no salgas por la puerta, te arrestarían enseguida. En el cuarto de baño hay una pequeña ventana. Supongo que desde ahí podrás saltar al piso de abajo.

Eh… ¿Cómo? ¿Así que ya sabe que soy un intruso? Pensé que solo estaba chocha. Y si lo sabe, ¿Lo dirá en serio? ¿O cuando llegue al supuesto baño me encerrará, esperando que acudan los supuestos agentes de la “ley”? En cualquier caso, muchas opciones no me quedan. O hago lo que dice la abuela y me voy al baño; o intento buscar otra salida en la que, probablemente, acabe con varias pistolas apuntándome a la cabeza. Las dos opciones parecen interesantes.

Lo que me intriga es por qué querría ayudarme esta mujer, si soy un completo desconocido para ella… Esta duda inunda mi cabeza. Cuanto más me esfuerzo por encontrar la solución correcta, más laberíntica se vuelve mi mente. Más pros y contras le encuentro a cada situación, hasta que llega un momento en el que ni si quiera veo situaciones.

Ya no puedo pensar, simplemente actuar, seguir mi instinto, y éste me dice que vaya directo a la puerta, sin hacer caso de las recomendaciones que me ha hecho la anciana. Sin embargo, justo cuando ya me he decidido, veo una gran cantidad de fotos cuidadosamente colocadas en una estantería de madera. Lo que me llama la atención, lo que me hace parar en seco, es el joven que aparece en la mayoría de ellas.

–Sí. Por eso quiero ayudarte, bonito. Me recuerdas mucho a mi nieto –Me dice la anciana.

¿Recordarle mucho a su nieto? No me extraña. Somos iguales. Quizá el fuera más pequeño y un poco más gordo, pero aún así seguimos siendo como dos gotas de agua.

–La verdad es que nos parecemos mucho, de todas formas no tengo tiempo para esto, lo siento.

>>Aunque… –De repente la curiosidad invade mi mente– ¿Cómo se llama su nieto?

La mujer se empalidece al instante. Los ojos se le humedecen, y el rostro muestra repentinamente todos los años de vejez acumulados.

La veo dirigirse hacia el sofá. Es como si le hubieran desaparecido todas las fuerzas que albergaba en su “pequeño” cuerpecito. Como si le hubieran puesto diez años más encima.

Coloca la mano en el respaldo, y se sienta como puede, despacio y tambaleándose.

–Se-se-se llamaba…

Antes de poder decir nada más, la puerta principal se abre tan de golpe que arranca casi toda la pintura de la pared. Detrás del umbral hay una escopeta en manos de un hombre con bata y pijama.

–¡¿Qué pasa aquí?! ¿Fidelia, estás bien?

La anciana se ha queda paralizada y sin aliento. Es como si el susto la hubiera dejado seca.

–¿Qué, qué…? ¡Fidelia! ¡¿Qué le has hecho, enano bastardo?! –Me grita el hombre apuntándome histéricamente con la escopeta– ¡¿Cómo se te ocurre herir a esta pobre anciana?!

–Yo… yo no he…

–¡Cállate! ¡¿Cómo intentas si quiera buscar una excusa, asquerosa sanguijuela?!

–Pero si yo no…

El hombre dispara al techo produciendo un pequeño socavón y desperdigando algunos trozos de pintura y cemento por el suelo. Parece que el efecto que produzco allá por donde voy es histeria, histeria colectiva.

–¡Deberías estar agradecido porque no te vuele la cabeza ahora mismo, niñato! Tírate al suelo mientras llamo a la poli…

Antes si quiera de que pueda terminar la frase, dos agentes entran por la puerta. Creo que son los de antes. El hombre los mira un momento, sorprendido por la rapidez que han tenido –como si hubieran acudido por la llamada y no por verme a mí entrar por la ventana–.

Aprovechando el despiste, me dirijo rápidamente hacia el hombre de la bata, le doy una patada en la espinilla, le sujeto el brazo armado con mi mano izquierda, y le cojo la escopeta con la derecha. No puedo desperdiciar este instante, por lo que alzo el arma y digo con voz firme:

–¡Todo el mundo al suelo! Tú, el de la bata, vas a venir conmigo. ¡Los demás tirad las armas y poned las manos donde pueda verlas!

Sorprendentemente los cinco hombres hacen lo que les digo, como si de mis más leales súbditos se trataran.
Comienzo a ir lentamente hacia atrás, seguido de frente por el individuo que me estaba apuntando hace solo unos segundos. El ambiente está tan tenso que se podría cortar con un respiro. El hombre no cesa en su intento por intimidarme con sus coléricos ojos, y yo, como si estos fueran grandes e hipnóticos imanes, no puedo dejar de observarlos. Siento que si desvío la mirada, aunque sea por unas centésimas de segundo, se abalanzarán hacia mí, devorando mis entrañas hasta que ya no quede más que mis relamidos huesos.

Avanzamos lentamente por el pasillo, ya que lo último que me gustaría sería chocar y caer con algo.

Por el rabillo del ojo comienzo a ver el marco de una puerta. Se me ha ocurrido una idea. Puede que falle, pero no es que tenga muchas más opciones.

–Entra ahí –Le digo al hombre.

Éste, por primera vez en todo el martírico trayecto, aparta la vista de mis ojos para clavarla en la puerta, la cual abre lentamente, adoptando una pose lo más arrogante y desafiante posible. Como si el pestillo fuese un arma mortífera.
Menos mal, no da a un armario, si no a una habitación con un gran ventanal –como es costumbre en las casas de Hoverkroom– en la pared de enfrente. Le digo al hombre que lo abra y se asome por él.

–¿Así que esto es lo que vas a hacer? ¿Tirarme por la ventana? Pues vaya una decepción –Comenta burlonamente el hombre.

En realidad no es lo que pretendo. En ningún momento he pensado en matarte, si no en tenerte como rehén el tiempo suficiente, y luego dejarte inconsciente para poder escapar sin demasiadas complicaciones. Así, que tranquilo. Vivirás para seguir cuidando a tu… ¿vecina? Igual de bien. –Le digo mientras cojo el arma por el cañón y le doy un golpe en la cabeza con la parte trasera. Rápidamente me dirijo hacia él para cogerle y que no se caiga por la ventana. Estos golpes nunca fallan. Solo espero no haberle dado lo suficientemente fuerte como para matarlo.
Voy hacia el ventanal y me cuelgo del umbral para observar algún posible sitio al que saltar. Pero poco antes de poder ver algo, noto como me dan un golpe en la espalda, tirándome hacia el tumultuoso y ensordecedor ruido de las calles de Hoverkroom.


Sinceramente, he escrito este capítulo (relativamente) demasiado rápido. Y no me gusta mucho como ha quedado, y que conste no lo digo para condicionaros ni mucho menos, si no para que sepáis que estoy abierto más que nunca a vuestras críticas.

De todos modos, espero que os guste.