Actualizo con un nuevo relato. Espero que sea de su agrado y dejen sus comentarios.
Inocencia
Con sus aún no cumplidos dos años todavía le costaba caminar. Avanzaba, insegura y torpona, por el salón, intentando mantener, precariamente, el equilibrio, con cierto temor a caer, tambaleante y vacilante, pasito a pasito, hasta que resbaló.
Sus pequeñas manos se tintaron de carmín al chocar contra el suelo y, mientras las miraba asustada, empezó a gritar.
Llamaba a su madre, a su padre, a cualquier adulto que acudiese a consolarla, a darle mimos y curar la pequeña herida de su rodilla. Quería que la levantasen en brazos y le dieran un beso en la frente. Entonces, dejaría de llorar, se acomodaría en el regazo de su madre, cálido y amable, a descansar.
Pero nadie venía a por ella… y se empezaba a preocupar. ¿Dónde estaban sus papás? Y entonces, recostados contra el suelo, los vio.
Se levantó con torpeza y, aún asustada y temblorosa, avanzó hacia ellos. Al darles alcance les contempló, sonriendo y, mucho más segura y reconfortada, se tumbó junto a ellos. Apoyó su cabecita rubia contra el frío parquet, entrelazó sus manos entre las de sus progenitores y cerró sus ojos claros. Y durmió junto a ellos mientras su vestido se coloreaba de rojo, bajo el charco de sangre que emanaba de sus cuerpos que yacían, fríos e inermes, carentes ya de vida.