Sangre & Poder

¿Eres un artista y te gusta dibujar o escribir? Entra aquí y comparte tus dibujos / historias con nosotros.

¿Qué personaje debe ser el primero?

La encuesta terminó el Dom Ago 29, 2010 5:01 pm

Griet
3
21%
Red Line
6
43%
Danielle
4
29%
Kràn
1
7%
 
Votos totales : 14

Sangre & Poder

Notapor Soul Artist » Jue Ago 19, 2010 5:01 pm

Si quieres alcanzar tus objetivos, debes luchar por ellos. Sacrificarás lo que te pidan y te ofrecerás completamente al mundo. Lucharás… Por la sangre y el poder.

Presentamos “Sangre y Poder”, el segundo volumen de la Saga Daimon o Saga de las Diosas, situado después de “Players”. La historia pasa de centrarse en el Game a un conflicto de intereses entre asesinos reunidos en un mismo lugar por el destino, cada uno con sus motivos.

Hay que comentar que, a pesar de que sigue la historia de la saga después de Players, no es una secuela en sí misma. Ciertos personajes permaneces, y ciertos sucesos afectan aquí, pero ni hace falta haberlo leído para comprender la historia ni habrá spoilers en exceso. Además, la mayoría de las sorpresas se guardarán como otras sorpresas aquí, para quien no lo leyera.

Si de todos modos queréis leerlo, podéis esperar a una versión en novela mejorada y reescrita, o leerlo aquí.

Volviendo a S&P, la historia se divide en dos mitades. En ambas, hay cuatro protagonistas por los que elegir. La historia de cada uno sucede en el mismo lugar en el mismo marco temporal, aunque nunca se llegan a ver entre sí. Cada uno, además, tiene una serie de flashbacks que relatan su vida o la de otros personajes. El orden de los protagonistas se elige por votación; al acabar con cada uno, se vuelve a votar para elegir al siguiente. Así hasta terminar con los cuatro.

Para elegirlos, cada uno posee su propio Prólogo, con Flashback incluido.


Prólogos

Griet

Spoiler: Mostrar
- Hace cuatro años -


Veinte científicos a su cargo, moviéndose de allí para acá. Veinte cerebros trabajando duramente, investigando la fórmula de Despertar con los escasos recursos que les quedaban. Triple Siete dio un trago a su botella de agua y siguió observándolos. Veinte era un buen número. Se preguntó cómo Sponsor había logrado que Lord Investigations enviara a tanta gente.

Aquel lugar siempre le daba escalofríos. Desde hacía años odiaba visitarlo. Cinco plantas completas para investigaciones de todo tipo, dos superiores para las habitaciones y una octava para el aeropuerto. Eso, por no hablar de los yacimientos en los subterráneos; aquello sí que daba mala grima. Pero en esos momentos se encontraba lejos de cada, lejos de Goddess Island y Game City, por lo que daba igual.

Triple Siete suspiró, sentado en aquella silla de plástico y observando a la gente moviéndose todavía entre aquel pasillo de paredes de duro cemento color gris. No entraba ni el más mínimo rayo de luz natural; todo estaba iluminado por bombillas en el techo. Algún cristal dejaba entrever lo que hacían en el interior de ciertas habitaciones, pero no llegaba a más. Todo era gris y aburrido.

“Ya pueden darle una mano de pintura a este lugar”, se dijo a sí mismo. Volvió a beber de su botella.

Triple Siete no era más que su nombre de “oficio”. Llevaba ya bastantes años trabajando para Sponsor, aunque éste odiara que lo llamara “jefe”. Desde los dieciocho había comenzado a colaborar con él, hacía siete u ocho años. Había crecido, claro; ahora llevaba el pelo largo y negro, tapado por una visera negra. Su ropa se componía de una chaqueta de cuero lujosa y llamativa de color negro que llegaba hasta las rodillas, unos vaqueros azul oscuros con cadenas y un cinturón con constantes sietes, acabando en el centro con tres especialmente grandes y dorados. También había pensado en dejarse patillas, pero por ahora prefería no hacerlo.

La razón de que estuviese allí era asegurarse de los niveles de seguridad de los laboratorios. Se rumoreaba que había estado entrando gente no deseada, y aquello, claro, era un gran agujero de seguridad. Debía descubrir quién querría entrar y desde dónde.

Pero claro, no pasaba nada. Llevaba una semana allí y no encontró nadie sospechoso, ni ningún agujero en una pared. Todo era tremendamente aburrido… Y gris.

Observó a través de uno de los cristales a un científico observando una probeta fijamente. Se acordó inmediatamente de una película de terror que vio de pequeño, en la que investigaban en unos laboratorios un virus que volvía a la gente en estado zombi. De golpe, se sintió preocupado. No sabía bien lo que Sponsor había ordenado investigar por allí, pero, ¿y si se le caía la probeta y todos se volvían putrefactos y hambrientos de cerebros? Estaría él solo, sin ningún tipo de ayuda en kilómetros a la redonda.

Preocupado, agarró su hacha portátil, un pequeño invento de su hermano pequeño que aparentaba ser un palo; pero pulsando un simple botón, una hoja salía de ella y el palo se alargaba. Era una preciosidad, aunque tal vez un prototipo algo basto y que necesitaba un par de arreglos; la mayoría de veces que pulsaba el botón, se atascaba o no contestaba. Aun así, se trataba más del cariño al arma que del arma en sí; no podía cambiarla por nada en el mundo.

Triple Siete abrió los ojos como platos.

La probeta se había caído al suelo. El científico parecía adormilado, y en cuanto vio lo que había sucedido, se agachó para recogerlo. Por la mente del chico se pasó de nuevo la idea de los zombis.

“Vienen a por mí. Vienen a por mí.”

Triple Siete agarró con más fuerza el arma.

“Pero no dejaré que me atrapen, no, no lo haré…”

-¿Señor?

Triple Siete pegó un grito al ser sorprendido por aquella voz. Apuntó con su arma al científico que le había llamado y éste se asustó más. Al ver quién era, el muchacho suspiró y guardó el hacha portátil tras su chaqueta.

-¿Sí?

-Su helicóptero está listo –le anunció el hombre, recuperándose del susto-. Espero que haya tenido una feliz estancia.

-Muy feliz no ha sido. Estoy harto del color gris.

-Siempre puede convencer al señor Sponsor de que nos dé algo de presupuesto para pintar las paredes –bromeó el hombre, aunque Triple Siete estaba seguro de que hablaba en serio-. Y dígame, ¿son ciertos los rumores de que piensan cerrar el lugar?

-Eso pregúnteselo a Sponsor –contestó él-. Yo sólo soy uno de sus trabajadores.

-Todo el mundo sabe que usted es más que eso para Sponsor.

Triple Siete le lanzó una mirada asesina.

-Pues más vale que todo el mundo se esté calladito.

-Sí, señor –respondió el científico amedrentado.

Triple Siete suspiró y fue directo al ascensor, agobiado de tanto gris. Tocó el botón llamando a éste y no tardó en aparecer. Las puertas se abrieron de par en par y Triple Siete entró en él sin reparo. Una figura tapada por un manto gris desde los pies hasta la cabeza estaba ya en el interior.

-¿Sube? –le preguntó a ella. La figura afirmó con la cabeza simplemente. Triple Siete entró y pulsó el botón de la octava planta. Las puertas del ascensor se cerraron y comenzó a elevarse.

-Levanta las manos.

El joven notó algo metálico haciéndole presión en el pelo, parecido a un tubo. “No es posible”, se dijo. “¿Cómo coño he podido picar?”

Triple Siete contestó levantando sus manos lentamente. La mujer de su espalda dejó caer el manto y se apresuró a pulsar un botón del ascensor, deteniendo su ascensión.

-¿Quién me amenaza?

-Cállate, bastardo –le soltó la voz-. La gente como tú me provocáis nauseas.

-Eh, que no soy como esos científicos. Yo me ducho todos los días.

-¡He dicho que te calles!

La atacante le golpeó en la cabeza con la culata de su arma y lo tiró al suelo. Triple Siete tuvo la oportunidad para ver que se trataba de una niña de unos catorce o quince años, bajita y prácticamente sin pecho. Sus ojos azul prusia, parecidos al gris, se clavaban en él, fijamente, mientras seguía apuntándole con la pistola con las manos temblorosas.

-Tú –susurró Triple Siete.

-¡Vosotros, cabrones! –la chica quitó el seguro al arma- ¡Vosotros fuisteis quienes arruinasteis su vida! ¡La despreciasteis, la expulsasteis de casa! ¡¡La matasteis, joder!!

-Oye, no sé qué te ha pasado, pero yo no he hecho nada.

-¡¡Matasteis a mi madre!!

Triple Siete no pudo evitar sentirse sorprendido. La chica tenía lágrimas en los ojos y parecía estar dispuesta a apretar el gatillo.

-Y lo pagaréis –apretó ligeramente éste- con vuestra vida.

La niña disparó el arma.



-Griet, cariño, lleva estos platos a la mesa siete.

La joven asintió con la cabeza y cogió los tres platos en una bandeja. Era la misma chica que hacía cuatro años, pero había crecido en aquel tiempo; su pelo negro con mechas color chocolate ahora era una media melena con dos flequillos a ambos lados de la cara por delante de las orejas y estaba recogido por una coleta por detrás que lo alzaba ligeramente, formando un pequeño torbellino. Llevaba unos pendientes rojos y redondos en las orejas, y en su cuello, muy blanco, un colgante gris. Sus pechos no se habían desarrollado mucho, teniéndolos pequeños y casi planos. Por lo menos su estatura sí que había aumentado, haciéndola bastante más alta. En su brazo derecho se había tatuado un corazón rojo con un nombre en él. Vestía con un delantal del restaurante, un lugar apartado de la civilización en plena carretera. Nadie querría vivir por allí. Nadie, menos ella.

Griet, tal y como la habían llamado, dejó los tres platos sobre la mesa. Tres hombres musculosos y con cara de cerdo esperaban impacientes, riéndose con algún chiste desagradable y, seguramente, borrachos. De ser así sería difícil de notar por el olor, porque apestaban, como si en semanas no se hubiesen acercado a kilómetros a una ducha.

Uno de ellos la silbó mientras colocaba la comida sobre la mesa.

-¡Pero mira qué bombón! –rió- ¡Eh, tía, ven con nosotros! Te lo haremos pasar bien.

-¿Desean algo más? –preguntó Griet, ignorando al hombre.

-¡No, pero seguro que tú quieres de nuestra leche!

-En caso de que no quieran nada más…

Griet se giró para volver a la cocina y ver si había algún pedido más, cuando uno de los hombres le dio una palmada en el trasero. El trío de cerdos echaron a reír, mientras la joven apretaba su puño con fuerza. Tenía tantas ganas de partirles la cara, de echarles a patadas… Pero si lo hacía una vez más, probablemente la despedirían, esta vez para siempre. Aguantando, soltó su puño y se alejó.

No había pedidos, pero en cambio, había alguien en una de las mesas. Cogió su pequeño bloc de notas y se acercó a ésta.

Allí había un hombre, probablemente un joven, mirando a la nada. Iba vestido con un traje de gala color negro, parecía bastante bajito y llevaba una máscara tapándole la cara, algo que le llamó bastante la atención a Griet. La máscara parecía ser negra por el centro y blanca por fuera, con triángulos blancos parecidos a colmillos acercándose al centro, como un abismo. Su pelo era castaño clarito, y a través de la máscara se podían ver dos ojos verdes y grandes. El joven parecía muy interesado en el menú. Griet intentó dejar de concentrarse en la máscara, preguntándose por qué la llevaba puesta.

-Bienvenido al Pub Grijs –murmuró con pesadez ella-. ¿Ya ha decidido qué va a tomar?
El hombre levantó el dedo índice de su mano derecha.

-Dígame, señorita, ¿cómo lleváis la sanidad en este lugar? –preguntó simplemente- ¿Cuándo fue la última inspección?

Griet adivinó a qué venía la máscara. La última vez que un inspector de sanidad se pasó por allí había sido machacado posteriormente por un matón contratado por el jefe hasta que tuvo que cambiar de opinión acerca de si tener cucarachas en la cocina era sano o no.

-Por favor, diga lo que simplemente desea –rogó Griet cansada.

Fue entonces cuando reparó en el “acompañante” del joven. Una larga espada, una katana, estaba apoyada junto a él en el sofá rojo. Estaba metida en una funda, y el mango del arma presentaba un emblema dorado de un corazón sobre una luna menguante boca arriba.

-Las armas están prohibidas en este local –señaló Griet.

El joven observó su katana.

-¿De veras?

-Voy a tener que pedirle que abandone el establecimiento.

El joven se cruzó de hombros y agarró su arma. Se levantó de su asiento y, sin decir nada más, se dirigió a la puerta. La abrió y echó un último vistazo a Griet, que se encontraba tensa y aguantaba la respiración expectante.

-Un placer, señorita.

El joven salió y cerró la puerta tras él. Griet suspiró y se dirigió a la cocina. Por unos instantes, pensó que el hombre iba a enfurecerse y sacar su arma para amenazar a todos los que estuvieran allí. No sería la primera vez que hubiese sucedido, ni tampoco la única en la que habría enviado al agresor al hospital con una bala en su cuerpo por defensa personal. La policía ya la tenía fichada.

-¿Estás bien, cariño?

Griet observó a la cocinera, una mujer rechoncha y muy amable. La joven afirmó con la cabeza.

-Vete a casa ya, cariño –la animó la cocinera-. Ya no hay mucho trabajo y llevas aquí unas cuantas horas extra. Yo me encargaré.

Griet susurró un “gracias” en voz baja y se dirigió a la cocina. Allí, tiró a mano izquierda, a una pequeña habitación con un par de taquillas. Metió una llave en una de ellas y la abrió. Allí estaba su ropa, su adorada ropa. La sacó y no tardó en quitarse la del restaurante, que ya olía a tabaco y grasa a kilómetros. No tardó mucho en vestirse.

Cuando salió de allí, parecía alguien distinta. Llevaba un pantalón vaquero azul clarito corto, cortado a pocos centímetros de la cintura y sujetos por unos tirantes negros con puntos blancos que llegaban hasta los hombros y un cinturón de cuero que poco la apretaba. Una camiseta negra cortada por la zona del ombligo y sin hombreras, dejando ver bastante. Llevaba unos guantes negros bien cuidados, y en la mano derecha una pulsera de plata. Llevaba unas botas negras y grandes, con muchos botones, y unas medias transparentes con corazones rojos, negros y grises tachados.

Al decidirse a salir, uno de los hombres la silbó.

-¡Vaya cambio, nena, pero sigo prefiriéndote sin ropa!

Griet aguantó la respiración y se mordió el labio inferior mientras soportaba a aquellos cerdos. Salió del local, ignorándolo, y se dirigió a su vieja motocicleta. Fuera, el cielo estaba oscuro, y la carretera apenas iluminada. Se subió sobre su moto, se colocó el casco y arrancó el motor.

Le encantaba sentir el viento en la cara cuando conducía su moto. Amaba aquella sensación. Entre las pocas cosas que le animarían a seguir viviendo, estaba aquello. No había muchas más cosas tan gratificantes.

Finalmente, llegó. Un pequeño bungaló apartado de la sociedad y la urbanización. Bajó de la moto, la aparcó y se quitó el casco. Lo llevó hasta la puerta de la casa, donde sacó la llave y se dispuso a abrir la puerta. Pero ésta ya estaba abierta.

Griet se alarmó y sacó instintivamente su pistola. Apuntó a la oscuridad y entró dentro de la casa, decidida a disparar a cualquier cosa que se moviera.

Dentro estaba hecho todo un caos. La nevera estaba abierta, con todo su contenido por el suelo; los armarios habían sido vaciados, y por el sofá estaba tirado el contenido de los cajones. Avanzó un par de pasos, esperando encontrar al intruso. La puerta se cerró de golpe.

-Hola, Griet.

La mujer se giró y se encontró con el joven enmascarado del restaurante entre la oscuridad. Quiso reaccionar disparándole, pero antes de apretar el gatillo, el hombre se abalanzó sobre ella con un pañuelo.

Griet se desmayó y el mundo se desvaneció ante sus ojos.



Red Line

Spoiler: Mostrar
- Hace seis meses -


El coche era amplio, grande… Y vacío. Así se sentía el joven que iba en él, en el asiento trasero. Un pobre chico de quince años de edad con la mirada clavada en el paisaje de mansiones lujosas, símbolos del dinero y el poder. Delante conducía un hombre vestido de negro, alto y con una cicatriz desde el cuello hasta su ceja, al lado derecho de la cara. En el asiento de copiloto iba otra persona, con un ojo verde y otro morado, que no dejaba de darle miedo en parte. Es como si estuviera loco.

El muchacho suspiró. Los sucesos de la última hora habían sido demasiado complicados y traumatizantes para él. Se apartó de la frente su pelo pelirrojo, largo y con un peinado que le tapaba uno de sus ojos marrones. Era de pequeña estatura, sin alcanzar el metro setenta, y se notaba en los pantalones que llevaba, negros con rayas azul oscuras que le quedaban grandes. Su padre se los compró diciendo que “ya crecería”. De eso hacía ya un año.

Su cabeza y su pelo estaban cubiertos por un sombrero verde en forma de bolsa, redondo e hinchado. Iba vestido con una camiseta en la que ponía “I love Italia”. Estaba allí por el trabajo de su padre, llevaban algo más de medio año. Se había adaptado, pero…

Una hora antes, camino a casa desde el instituto, notó que un hombre le seguía. No sabía con certeza qué quería, pero hacía poco, su padre le había avisado: “Si ves a alguien sospechoso, evítalo a toda costa”. Y así lo hizo, intentó darle esquinazo por todos los medios posibles, sin éxito. Quien le seguía no se andaba con chiquilladas; estaba dispuesto a saber adónde se dirigía sí o sí.

Y de golpe, sin saber bien cómo, aquellos dos hombres le habían cogido y le habían metido al coche, asegurando ser amigos de su padre. En principio se le pasó por la cabeza que ellos fueran con el extraño hombre, aunque, cuando el del ojo morado cogió una pistola y le disparó… Le quedó bien claro.

El muchacho se había hecho el tonto con su padre, pero sabía bien en qué consistía su trabajo. No era instructor de esgrima, como le había contado, sino que trabajaba para la mafia. Concretamente, para una familia llamada Scarlion que controlaba su imperio delictivo allí, en Nápoles. Su padre, un gran maestro de la espada y, concretamente, del bushido. Durante mucho tiempo tenían que moverse por todas partes del mundo, contratados por unos y por otros.

Se sentía muy orgulloso de su padre. Tal vez lo que hacía en aquel momento fuera algo dudoso legalmente, pero él había enseñado a los mejores guerreros actuales con su propia katana. Aquel que realmente quisiera aprender aquel arte de matar, tenía garantizado que con él aprendería más de lo que esperaba. Y últimamente le estaba enseñando a él algo de todo aquello.

-Ya hemos llegado –anunció el piloto.

El muchacho observó bien adónde habían llegado. Se trataba de una gran mansión de color marrón, con dos plantas, un jardín bien cuidado y un aparcamiento a uno de los lados de la calle, para reuniones “laborales”. Al otro lado de la casa se podía ver una gran piscina privada y un jardín botánico. Se preguntó para qué querría alguien tanta mansión.

Los dos hombres de delante se bajaron del coche y abrieron la puerta al muchacho, que salió de él y tomó algo del aire. La entrada a la mansión estaba unos pocos escalones arriba, con unas grandes puertas de entrada. Delante de éstas se encontraba una chica, algo mayor que él, de pelo rosa y mirada preocupada. El hombre del ojo morado la observó.

-Hola, Samara –saludó-. ¿Cómo estás? ¿Han cesado ya tus vómitos?

La joven se preocupó algo por lo que dijo, pero saludó con la mano.

-Hoy voy a ver al médico para que me recete algo –explicó Samara-. Gracias por preocuparte, Thomas.

-De nada –se giró al hombre de la cicatriz-. Julio, lleva a esta dama a la dirección que te indique.

El hombre de la cicatriz hizo una mueca, como si quisiera negarse.

-Vamos –Thomas se señaló con el dedo su ojo verde-, te lo ordena el ojito derecho del jefe.

Samara bajó las escaleras, ante la mirada del muchacho, y el hombre de la cicatriz se vio obligado a abrirle la puerta. Después de que ésta se metiera dentro, cerró de un portazo, enfadado, y se dirigió al asiento del conductor.

-Yo soy un asesino, no un maldito chófer de mierda…

El coche arrancó, comenzando a alejarse de la entrada a la increíble mansión. Thomas se acercó al joven y le observó.

-Bueno, el jefe quiere verte –señaló él-. Un chico como tú… De mayor podrías sernos muy útiles, ¿sabes? Quién sabe…

-¿Como mi padre? –preguntó el muchacho.

Thomas hizo una mueca.

-Esperemos que tengas sus mismas habilidades en la espada –se limitó a contestar.

-¿Dónde está ahora?

-Oh, en una misión. A saber cuándo volverá. Ahora, ¿podemos…?

-¡Thomas!

Tanto él como el muchacho se giraron y vieron a un hombre que el chico reconoció como el que le había estado siguiendo. Era alto, con una larga melena de color negro y una barba corta y bien cuidada. Iba vestido con un elegante traje negro, a la vez que en la espalda parecía llevar una funda de katana. Su piel revelaba su procedencia mulata, y sus ojos eran azules y profundos.

-¿Tú otra vez? –preguntó Thomas- ¡Guardias!

-Entrégame al muchacho, Thomas. Te dejaré ir.

-¿Dejarme ir? ¡Estás loco!

De la puerta surgieron tres hombres, los tres con pistolas. Apuntaron directamente al extraño hombre y clavaron sus miradas en él. Éste les ignoró, observando a Thomas únicamente.

-Ésta es tu última oportunidad –le advirtió-. El muchacho se viene conmigo.

-¡Acabad con él! –ordenó Thomas- ¡Viene a acabar con nuestro líder Scarlion!

Los guardias no dudaron en reaccionar. Tres disparos, uno por cada uno, directamente al hombre. Los tres fueron detenidos por una rápida masa que pasó por delante de él.

-¿Qué cojones…? –saltó uno de los guardias.

Otra figura había surgido de la nada, con ropas destrozadas y oscuras, como las de la muerte. Llevaba una máscara reflectora ocultándole la cara y una katana en la mano. Entre sus ropas tenía dos agujeros de bala, mientras que otra parecía haber sido detenida con la propia arma.

-Veo que Sponsor me ha enviado refuerzos –señaló el hombre con barba-. ¿Cómo se encuentra, Samurái?

-Viene en camino a hacer una pequeña visita a Scarlion –le contestó el de la máscara-. Vengo a limpiarle un poco la zona antes. Te he visto en problemas y me he metido.

-¿Problemas, yo? Debes estar de coña.

-Tenereos, tres tíos te apuntaban con pistola. Si según tú no es tener problemas, es que debes repasar bien el diccionario.

Thomas apretó con fuerza sus dientes. Dos desconocidos con katana a la vez en la mansión. No podía ser bueno.

-¡Acabad con ellos! –ordenó a los guardas. Tenereos y Samurái se colocaron en posición de ataque.

El muchacho nunca había visto una velocidad tan increíble. Samurái se movía como una pluma en el viento, directo a los guardas. Atravesó con su arma al primero y fue directo al segundo, con el que hizo lo mismo; esto antes de que pudieran dispararle de nuevo. El tercero, simplemente, se asustó y echó a correr al interior de la mansión, dejando su pistola atrás. Thomas lo maldijo y agarró la pistola. Cogió al muchacho y lo agarró firmemente por el cuello, mientras que le apuntaba con una pistola.

-¿Lo quieres vivo, Tenereos? –preguntó- ¡Pues largaos de aquí! ¡Ahora!

-Probablemente tampoco le dejéis vivir si me voy.

Samurái dio un paso hacia Thomas, pero éste le apuntó a él con la pistola en un acto reflejo. Tenereos se lanzó rápidamente contra él y liberó al chico soltando su brazo con una llave. Acto reflejo, colocó el filo de su arma en el cuello del mafioso ante la vista del chico.

-Tienes mala suerte; mi amigo atraviesa a sus víctimas. Yo las corto en trocitos –le avisó. Thomas estaba asustado.

-¡Espera! ¡Espera! –le suplicó- Sé que Venom quiere información de Scarlion, ¡la desea! Yo puedo dársela. Yo puedo darle…

-¡No tienes nada que no tengamos ya! –gritó Samurái.

-¡El hijo de la mujer! –gritó rápidamente Thomas- ¡Está embarazada! ¡Seguro que no lo sabíais!

Tenereos lanzó una rápida mirada a Samurái. Éste simplemente se juntó de hombros, sin saber qué hacer o decir.

-Te quedarás aquí hasta que llegue Sponsor –le ordenó Tenereos-. Pero una sola tontería, y me encargaré yo mismo de ti.

Tenereos le dio la espalda, dejándolo a cargo de Samurái. Se acercó al muchacho y le colocó la mano encima del hombro.

-Eh, tranquilo –le animó-. Ya ha pasado. Ven conmigo.

-Llevo todo el día de un lado a otro. ¿Quién eres?

-Puedes llamarme Tenereos –le contestó con una sonrisa-. Conocí a tu padre. Él me enseñó todo lo que sé.

-¿Y dónde está mi padre?

Tenereos apartó la vista bruscamente.

-Me temo que…

El muchacho abrió los ojos como platos. El hombre le miró y le sonrió.

-Eh, está bien. Sólo que… Ha tenido que irse urgentemente para ocultarse de los Scarlion. Me pidió que te cuidara, pero fuiste algo esquivo conmigo.

-¿Me enseñarás a manejar la katana tan bien como tú? –le preguntó. Tenereos le contestó con una sonrisa.

-Claro que sí, muchacho. Claro que sí.



El tren dio otro salto, y el muchacho se despertó de golpe. Miró rápidamente a su alrededor, y recordó dónde estaba. Estaba en unos túneles subterráneos que llevaban hasta el subsuelo de una montaña. Iba en un tren, creado por una compañía llamada “Lord Investigations”, y por lo que sabía en dicha montaña había unas instalaciones abandonadas de dicha empresa.

Observó enfrente suyo. Iba completamente solo en el tren, a excepción de su maestro, que descansaba tumbado en los asientos delanteros. Estaba claro que aquel tren, que conectaba las instalaciones con la ciudad más cercana, se utilizaba para sus trabajadores. Tenía piloto automático y el tiempo estimado del viaje era de menos de una hora. Allí entrarían de unas veinte a treinta personas a la vez. No estaba mal.

Tenereos dio un ronquido. El muchacho sonrió y observó a su derecha, donde vio la funda de su katana, la que su maestro llamó la “Red Line”. Él, gustándole el nombre, adoptó el mismo mote también. Muchas cosas habían cambiado desde aquel día, pero él se mantenía igual físicamente, como su maestro.

Red Line se metió una mano en el bolsillo izquierdo y sacó un papel. La razón por la que iban a aquellas instalaciones, lejos de su casa en Italia. Volvió a leer el extraño mensaje, que nada más llegar por correo a casa su maestro había preparado las maletas.

“Código negro.

Todo ha sido perdido. Las luces se han apagado. El Game de 2010 acabó. Reúnete conmigo en Ataque Gris. Firmado,

Isaac Box

PD: Lance está conmigo.”

Red no comprendía bien el mensaje. Pero lo único que le importaba era que…

-En cinco minutos llegaremos al destino –anunció una voz femenina y robótica desde los altavoces. Tenereos se desperezó y se levantó de los asientos.

-Parece que estamos llegando –señaló-. ¿Preparado, Red?

El muchacho asintió. Volvió a echar un último vistazo a la carta. No sabía quién era Isaac Box, pero Lance…

… Lance era el nombre de su padre.



Danielle

Spoiler: Mostrar
- ¿? -


La joven echó una mirada hacia atrás.

Iba vestida completamente de blanco, con un largo traje parecido al de una boda. En la cabeza llevaba unas flores adornando su pelo, largo y suelto, castaño clarito. Su mirada se clavó en su testigo, desde una primera persona. Me miraba a mí. Aquellos ojos orientales, verdes… Su hermosa cara, su blanca piel… Todo su cuerpo hacía que el mío se estremeciera. Claro… La amaba.

Quise acercarme a ella, decirle que lo sentía. Pero ella dio un paso hacia atrás, rechazándome. Dio media vuelta y huyó, directa hacia una oscuridad nada clara. No podía permitirlo. La perseguí.

No sé si fueron segundos, minutos, horas o días; volví a alcanzarla. Se encontraba de espaldas a mí, mirando directamente el vacío. Se encontraba al pie de lo que me pareció un barranco. Era peligroso; si caía, su supervivencia era imposible.

Quise advertirla, salvarla. Di un paso hacia ella, pero su cabeza se giró hacia mí. Me asusté. Y en su tímida sonrisa lo vi.

Se arrojó al vacío.

Y jamás volví a saber de ella…



Danielle despertó de un salto.

Se llevó la mano a la cabeza, confusa. Le costó unos segundos darse cuenta de que se encontraba en su camerino, donde había ido antes de una sesión fotográfica para cambiarse la ropa. Era un lugar lujoso y con glamour, con pósters de ella misma en las paredes, espejos con bombillas alrededor y mesas llenas de kits de maquillaje.

Se levantó del suelo, una fina moqueta roja, con la mano sobre la cabeza. Se encontraba algo mareada, pero tenía prisa. No sabía cuánto llevaba desmayada. ¿Unos segundos? ¿Minutos? Era improbable que fuera demasiado tiempo, o alguien hubiese ido a comprobar si le había sucedido algo.

Se dejó caer sobre la mesa de maquillaje, observándose en el espejo. No tenía ninguna herida; quizá algún moratón por la caída al suelo, pero nada de lo que preocuparse. Observó su pálida y fina piel, perfecta según muchos artistas. Sus ojos eran de un peculiar color rojo, achinados, y su pelo blanco y corto, aunque la parte superior de la cabeza se lo había teñido de negro. Llevaba dos coletas a ambos lados de la cabeza, dándole un aire más infantil, y todavía no se había terminado de vestir.

Alguien llamó a la puerta.

-¿Danielle? –preguntó alguien desde fuera- ¿Te encuentras bien?

-Perfectamente, Gustavo. He tenido un… Accidente.

-Pues date prisa, llegas más de diez minutos tarde. Esos fotógrafos no son baratos, ¿sabes?

La joven siguió observándose en el espejo y reflexionó acerca del sueño que acababa de tener. No era la primera vez que aquellos desmayos le llevaban a otro sitio, otro lugar, a los ojos de otra persona completamente distinta. Llegó a pensar que eran reales de algún modo, y que esa persona existía realmente. Pero con el tiempo, desechó aquellas fantasías y se centró más en descubrir quién era ella.

Dos años atrás… Despertó en la cama de un hospital, en la oscuridad de la noche, sola. No recordaba nada de lo que había pasado, ni de sus amigos, ni de ella misma. Sufría amnesia, aparentemente sin capacidad de recuperación. Y un hombre vino a visitarla.

Nunca le dio su nombre. Más bien, a nadie se lo había dado nunca. Durante aquellos dos años había trabajado para él, en secreto, en asuntos turbios. Si alguien comenzaba a amenazar su pozo financiero, eliminado. Si alguien metía demasiado las narices donde no debía, eliminado. Si alguien le intentaba chantajear… Eliminado. Aquel era su trabajo después de modelo; asesina.

La joven se despejó aquello de la cabeza, dándose cuenta de que no tenía tiempo. Pero mirándose en el espejo, no podía evitar acordarse de la mujer del sueño. Aquellos ojos achinados, como los suyos… ¿Podía ser un recuerdo de su pasado? ¿Algún familiar o una amiga?

-¡Danielle, date prisa!

Danielle ignoró al hombre tras la puerta y miró su vestido en el suelo. Inmediatamente lo recogió y se lo puso. Antes de salir de nuevo, observó su conjunto habitual, puesto cuidadosamente sobre la silla; un traje con aspecto gótico negro, con una falsa corta por delante que se alargaba por la espalda hasta casi los pies, y unas botas negras de montaña. Su “uniforme” de asesina.

Cerró la puerta con un portazo.



-Eso es, Danielle –le animó uno de los fotógrafos-. Pon esa mirada que sólo tú sabes.
La joven obedeció y colocó una cara atrevida y desafiante. Los fotógrafos se cebaron a flashes, mientras ella cambiaba lentamente de posición.

-Eso es, eso es –susurró otro de ellos-. Vamos, nena.

-Muy bien, muchachos –anunció un hombre-, se acabó la sesión. Nuestra modelo tiene un asunto pendiente.

Danielle se quedó extrañada ante aquel anuncio del hombre. Los fotógrafos comenzaron a recoger sus equipos para despejar el lugar rápidamente, sin querer tardar un segundo. Uno se le acercó rápidamente, tímido, y le dio una tarjeta.

-Oye, si quieres continuar con esta sesión… -comenzó, tragando saliva- Aquí tienes mi número. Mi nombre es Vincent Shepard, no lo olvides.

Danielle le observó con indiferencia. El fotógrafo se sonrojó y dio media vuelta, alejándose de ella. No es que estuviese siendo grosera; es que le costaba mostrar sus sentimientos y comprender los de los demás. Su inteligencia emocional era bastante baja. Miró la tarjeta del fotógrafo y la rompió en pedacitos, tirando estos al suelo. No necesitaba seguir con aquella sesión, tenían las fotos suficientes.

-Me encanta tu modo de decir que no.

Danielle se giró hacia atrás y vio a un hombre de mediana edad con una larga gabardina verde oscura y las manos en los bolsillos. Llevaba entre los brazos un periódico. Era alto, con pelo blanco y calvo por la coronilla, aunque no se viese por su sombrero verde. Llevaba unas gafas de sol de incógnito para pasar desapercibido, aunque hacía de todo menos aquello.

-Buenas tardes, Nicholas –saludó ella, reconociendo al hombre. Éste la sonrió.

-No paso desapercibido, ¿verdad?

-¿Cuál es el encargo de hoy?

El hombre señaló con la cabeza hacia su derecha.

-Salgamos antes a tomar un café.



No tardaron mucho en encontrar una cafetería. Estaban en pleno Febrero, con el frío y la nieve inundando las calles, por lo que se refugiaron en el interior y se sentaron en una mesa con buenas vistas a la ciudad. San Patrick era una preciosa ciudad estadounidense, en el estado de Washington, con más de dos millones de habitantes en él y la principal atracción de la ciudad, a lo lejos; el edificio principal de Lord Investigations. A las afueras de la ciudad, al norte, se encontraba un laboratorio de investigaciones donde trabajaba gran parte de los ciudadanos, pero el edificio principal no dejaba de ser una muestra de poder y fortuna de su principal administrador.

-Buenos días y bienvenidos a Romanhi’s Café.

Danielle observó a la camarera, una joven menor que ella de pelo negro y largo, ojos azules y larga sonrisa. Llevaba una placa donde ponía “my name is Angelica”, por lo que dedujo inmediatamente su identidad.

-¿Qué tomarán? –preguntó, sacando inmediatamente su bloc de notas y un bolígrafo para apuntar.

-Hola, Angelica –saludó Nicholas-. ¿El negocio va bien?

-Perfectamente, Nicho –contestó ella con una dedicada sonrisa-. El señor Lord fue muy amable al financiarme parte del local. Por favor, no dejes de darle las gracias cuando le veas.

-Te repito que no es nada, vas a hacer que me sonroje ante mi amiga –Nicholas señaló a Danielle-. Ya nos devolverás el favor. Ahora, si no te importa, yo quiero un café y dos de esas fantásticas tortitas que hacéis aquí.

-Por supuesto –la chica parecía feliz atendiendo a aquel hombre. Su mirada fue a parar directamente a Danielle-. ¿Y usted qué desea?

-Nada, gracias.

-No seas tan grosera, Danielle –le animó Nicholas-. Discúlpala, Angelica, pero es que es así de borde la chica. Tráele un chocolate caliente, le vendrá bien con este frío.

-¡Marchando! –la muchacha se apresuró a la cocina, contenta por sus clientes.

El pedido no se hizo esperar. En menos de lo que cantaba un gallo, Nicholas tenía su café solo y sus tortitas con sirope de fresa sobre la mesa, como a él le gustaba. Danielle recibió una taza con espeso chocolate caliente, que cuando probó saboreó un finísimo y exquisito sabor que dejó más que satisfecho su paladar.

-Así que Lord ha pagado este local –señaló por encima Danielle. Nicholas la miró de reojo mientras se metía un trozo de tortita en la boca.

-Sé lo que estás pensando –dijo con la boca llena. Tragó saliva y señaló a Danielle con el tenedor-. Pero no hay malas intenciones detrás. De veras.

-Que lo asegures tú lo hace todavía menos creíble, Nicholas.

-Cree lo que quieras. Estoy demasiado ocupado con mis propios asuntos. ¿Ves a esa mujer sentada unas mesas a nuestra izquierda? La que va de negro y que un crío la acompaña.

Danielle observó sin disimular lo más mínimo. A unas mesas de distancias había una mujer con un café y papeles sobre la mesa a los que ignoraba para mirar directamente a un muchacho de unos trece años, que le contaba aparentemente una interesante historia.

-La veo –contestó Danielle, sin apartar la mirada. Nicholas rió.

-Pues a ver cuánto tiempo duras viéndola, porque no le echo más de dos semanas con vida si sigue en la línea actual –aseguró el hombre, cortando otra tortita-. Su nombre es Soiartze Aran, es fiscal, y está metiendo demasiado las narices en un asunto donde nadie le llama. Unas investigaciones de Lord acerca de no sé qué “proyecto eterno”. He avisado a Lord, pero por ahora dice que esperemos.

-¿Y me has llamado para matarla?

-Oh, creo que a ésta simplemente habrá que darle un toque o amenazar con cortar el cuello a su hijo. No, no es por ella por lo que Lord me ha mandado hasta aquí.

Nicholas se llevó una mano al interior de la gabardina y sacó un pequeño sobre. Lo dejó caer sobre la mesa y Danielle lo recogió. Observó su interior y vio un billete de avión, una dirección y una fotografía. Sacó esta última y la observó; en ella se podía ver a una seria mujer morena, con ojos azules grandes y redondos. Era pelirroja, con el pelo ondulado, y con una bata científica. Giró la foto y vio detrás escrito “Asia”.

-¿Mi objetivo? –preguntó. Nicholas afirmó con la cabeza mientras se metía otro trozo de tortita en la boca.

-Lord lleva meses bastante encabronado con este sujeto –aseguró-. Un “amigo”, uno de los propietarios del tercio de la empresa, robó a esta científica, al parecer una de las mejores. Incluso mandó su asesinato a dos agentes que iban a eliminar a aquel “amigo”, aunque parece que las cosas se torcieron bastante. El caso es que hace dos días la vieron en un pueblecillo casi abandonado, al parecer cerca de unas instalaciones supuestamente abandonadas. Tu misión será ir, eliminar el sujeto y si puedes, descubrir si puedes el paradero de Amadeus Box Junior, dicho “amigo” de Lord, y destruir las instalaciones.

-Voy a tener que irme lejos y me estás pidiendo muchas cosas –el viaje señalaba que tendría que viajar hasta Mongolia. Danielle miró a los ojos a Nicholas-. ¿Qué tiene Lord para mí?

-No estás siendo nada justo con él.

Los ojos de Danielle formaron un marco, mostrando un poco de enfado; lo cual en ella, recordando su escasa inteligencia emocional, podía ser peligroso. Nicholas se apresuró a meter la mano en la gabardina y soltarle unas fotos.

-Eso es lo que ganas.

Danielle cogió las fotos. En ellas se podía ver a una mujer de ojos orientales y verdes, bajita, con el pelo castaño clarito y recogido en un moño. Caminaba por la calle con ropa oscura y ajustada, y llevaba un extraño símbolo de un corazón sobre una luna menguante boca arriba en el pecho. Otra de las fotos era un primer plano de aquel símbolo, mientras que en otra se podía ver a ésta junto a un individuo con una extraña máscara que jugaba con los colores negro y blanco, que llevaba una funda para lo que parecía una katana.

-¿Quién es? –preguntó Danielle. Nicholas se juntó de hombros.

-Son de hace unas horas. No tenemos ninguna pista.

-Mientes –Danielle señaló la foto del símbolo-. Sabéis qué es esto.

-Claro que lo sabemos.

Nicholas sacó otra foto y la dejó sobre la mesa con cuidado. Danielle la miró y se disgustó. Era ella en el hospital, dos años antes, apenas consciente. Pero se fijó en su hombro izquierdo; llevaba un tatuaje negro con el mismo símbolo. Se miró su propio hombro y se remangó. Seguía allí.

-Sí, es el mismo extraño símbolo –confirmó Nicholas-. Extraña coincidencia, ¿eh? Seguramente tiene respuestas que nosotros no.

-¿Dónde se encuentra?

-En el mismo pueblo que tu objetivo. Curiosa coincidencia, ¿verdad?

Danielle clavó su mirada en la extraña mujer. No podía apartarla por algún motivo.

Se levantó y se dirigió a la salida.

-¿Te vas? –preguntó Nicholas. Danielle no se giró.

-Tengo una misión que cumplir.

La joven salió del local al inmediatamente decirlo. Nicholas sonrió mientras clavaba su mirada en su café y se lo acercaba a la boca para beberlo.

-Así me gusta –susurró antes de dar un trago.



Kràn

Spoiler: Mostrar
- Hace dos semanas -


Las calles de Roma estaban vacías y oscuras, inundadas en una noche especialmente fría y poco acogedora. Un hombre salió de un restaurante tras haber saciado su apetito con un buen plato de pasta. Mediana estatura, algo regordete y calvo, vestía con una gabardina negra y guantes del mismo color. Sus zapatos de piel de cocodrilo le sentaban bien, junto con el pantalón de seda hecho a medida.

El hombre eructó y se aventuró a recorrer las calles de la oscura ciudad en busca de su piso. Se abrigó bien con su gabardina, levantó los cuellos de ésta y caminó rápidamente. En el cielo se veía avecinarse una tormenta, que tal vez con mala suerte sería de nieve.

Cruzó varios callejones, despreocupado, antes de oír un extraño ruido.

Su primera reacción fue ponerse alerta, pensando que lo habían localizado. Se protegió pegándose en una pared y rezó por su vida. Unos segundos más tarde se dio cuenta de que se trataba de dos personas en otro callejón. Asomó la cabeza para ver a un joven ladronzuelo que amenazaba a una mujer indefensa con un cuchillo.

-¡Dame el bolso, guarra! –le gritó. La mujer obedeció inmediatamente, dándoselo.

-Por favor, no me haga daño…

-Guarra, me gusta tu cara –rió el joven, insatisfecho con el bolso-. Ven aquí, voy a presentarte al señor Rayo…

-No… -la mujer intentó huir, pero su atacante le agarró por la muñeca- ¡Por favor! ¡Que alguien me salve!

El hombre siguió observando la escena. Se apartó, sabiendo que claramente aquel no era su lugar. Pasó de largo del callejón, ignorando a los dos.

-¡Señor, por favor! –le llamó la mujer entre lágrimas- ¡Se lo suplico, ayúdeme!

-Ven, guarra. Nadie te va a ayudar.

La mujer no se rindió. Golpeó a su atacante con la mano y corrió, huyendo lejos de él. Éste gruñó y salió en su búsqueda, tardando poco en volver a alcanzarla.

-Está bien, guarra –sacó el cuchillo de nuevo-. Si no quieres por las buenas, será por las malas.

La mujer intentó librarse de nuevo, pero el opresor le colocó el cuchillo en el cuello y le tapó la boca. Con una sonrisa, se desabrochó el cinturón con la mano libre que tenía.

-Vas a ver cómo te va a gustar.

-Créeme –dijo una voz a su espalda, colocándole rápidamente un cuchillo en el cuello-, no va a ser ni la mitad de lo que a mí me gusta librarme de escoria como tú.

El extraño le cortó el cuello con un rápido movimiento. El violador cayó al suelo de inmediato, sin resistencia.

La mujer observó asustada a su rescatador. Se trataba de un joven musculoso y grande, aunque no exageradamente. Su pelo era corto y marrón, como su piel, algo morena. Sus ojos, marrones de nuevo, pasaron de ella para seguir caminando. Llevaba un traje negro, sin corbata, unos lujosos zapatos negros y guantes de seda. En la mano llevaba el cuchillo con el que había acabado con el violador, con un dibujo de una calavera en el filo y un cuidado diseño en el mango de distintas calaveras.

-Gracias –musitó la mujer, sin estar del todo segura.

-No me las des. No las merezco.

El joven se detuvo un momento.

-¿Me podría decir por dónde fue el hombre que vio antes, por favor?

La mujer señaló con la mano el sentido contrario adonde se dirigía el joven.

-Gracias.

Se apresuró en dar alcance al hombre, sin llegar a correr. No debería haberse detenido a matar a aquel violador, pero parte de él le obligaba a hacerlo. No por la mujer, sino por el… Honor. Por gente como él, el crimen organizado se hacía cada vez menos atractivo. Era un sector en crisis en ese sentido; sólo aparecían gilipollas sin principios, sin honor, sólo con ganas de alcanzar la fortuna y las mujeres para acabar siendo tiroteado por un policía.

Ignoró sus pensamientos por unos momentos; había llegado a su objetivo.

Acababa de entrar en el portal de un edificio. Se apresuró a alcanzar la puerta antes de que se cerrase y entró. El hombre había entrado en el ascensor, por lo que el joven se apresuró por las escaleras. Vio que se detenía en el tercer piso. Se dio más prisa y llegó en el momento en el que la puerta C del piso se cerraba. Se acercó a ella, esperó unos segundos y llamó con dos toques.

Cuando supo que él estaba en la puerta mirando por la mirilla, dio una fuerte patada y la tiró abajo.

Ésta aterrizó con él debajo todavía, por lo que el asesino se apresuró a entrar. Agarró al hombre del cuello y lo arrastró hasta el salón, sin la más mínima consideración. Lo lanzó contra el sofá y le apuntó con el cuchillo.

-¡Kràn! –saltó el hombre con una falsa sonrisa- ¡Qué alegría verte!

-Déjate de rollos, Sergei. Es muy curioso que desaparezcas sin decir nada y que nos falten varios millones en nuestros ingresos.

-¡Mi querido Kràn, querido amigo! –Sergei cada vez estaba más nervioso- No sé de qué me hablas, muchacho. No sospecharás de mí, ¿verdad? Ambos sabemos que soy inocente, que yo jamás…

El cuchillo de Kràn se acercó más al cuello de Sergei, apretándolo ligeramente.

-También es muy curioso que prepares un pequeño ejército para asaltar la mansión de los Scarlion –señaló-. ¿Qué sucede? ¿No te gusta el mandato de Lovepain? ¿Crees que podrías hacerlo mejor?

-¿Cómo sabes eso? –preguntó asustado Sergei.

-Hoy les hice una pequeña visita. Uno a uno. Siento decirte que con esos palurdos no hubieses ni llegado a los jardines.

Sergei encontraba dificultoso respirar.

-¿Sabes lo que me había costado reclutarlos? No tienes ni idea de lo que cuesta encontrar a gente que tenga el valor suficiente para enfrentarse a la familia Scarlion. Incluso ahora, en su mayor momento de degeneración.

-¿Degeneración? –aquella palabra ofendió a Kràn- ¡Es nuestro momento de gloria! ¡Con Lovepain es inminente la llegada de una era dorada!

-Te equivocas –aseguró Sergei-. Cuando los Scarlion dominaban la mafia… Eso sí que era gloria. Sin embargo, ahora, después de su muerte… Tenemos a ese patán que asegura que fue elegido por la propia Samara Scarlion como el sucesor. Y elegido también por tu hermano.

-No te atrevas a mencionar a Christian.

-Abre los ojos, Kràn. Lovepain te está engañando. La muerte de Christian fue en vano.
El joven no lo soportó más. Clavó el cuchillo en el cuello de Sergei y éste cayó al suelo, sin respiración y chorreando sangre. Kràn arrancó su arma de él y se dirigió a la salida del piso.

-La muerte de Chris no fue en vano –aseguró-, y lo demostraré cuando lleguemos a nuestro esplendor.



Kràn observó las nubes. Estaba dentro de un avión privado de los Scarlion dirección a Mongolia. No había mucha gente ocupándolo; el piloto, el copiloto, tres azafatas, dos desconocidos a los que prácticamente no veía, Lovepain y él mismo. El jefe de la organización se encontraba en una zona privada con los otros dos desconocidos, en una reunión. En realidad, tampoco podía estar seguro de que estuviese en el avión; en el escaso tiempo que llevaba liderando la familia sólo le había visto una vez. Le recordaba como un hombre grande, mucho más musculoso que él, de ojos verdes y pelo marrón. Llevaba una máscara metálica para taparse la cara, que según algunos rumores estaba deforme.

Únicamente una vez le vio. Y jamás podría quitárselo de la cabeza.

-¿Señor?

Kràn apartó la mirada de las nubes y observó a una azafata sonriente que tenía los ojos clavados en él. Le entregó una bandeja con un sobre, el cual recogió y lo abrió.
-Gracias –dijo simplemente él. La azafata se alejó.

Aquella debía la razón por la que estaba en el avión. Lo abrió y sacó un dibujo y una carta con la caligrafía de Lovepain, como otras muchas veces ya había hecho. Observó la carta.

“Kràn:

Siento no poder ir a verte ni que tú puedas subir, pero tengo asuntos pendientes sobre la organización que llevar acabo y no tengo tiempo para nada. Sé que te parece algo muy irresponsable llamarte, decirte que te montes en un avión en el que yo también estoy y no poder sacar ni un segundo para verte, a pesar de ser el más fiel miembro de esta orgullosa familia. Te lo recompensaré de algún modo.

Necesito que vengas a Mongolia por el artefacto que ves en el dibujo que te adjunto aquí. Esto se trata de un boceto y puede ser inexacto, pero el parecido debe ser mínimo por lo que sé. Lo necesitamos entero; tengo un comprador que nos pagará mucho por él.

Como habrás adivinado, esto no es en absoluto una misión normal.

Otro grupo desconocido anda también detrás del artefacto. Son peligrosos y no dudarán en disparar al que esté cerca. Por supuesto, esta operación es dudosamente legal; y supe que, si alguien podía hacerse con él, eras tú. Por lo tanto, debes evitar que este objeto caiga en otras manos y apropiarte absolutamente de él, para traerlo a mis manos y poder llevárselo a nuestro comprador.

Sé que puedo confiar en ti. Atentamente,

Lovepain”

Kràn observó el boceto. Quien lo hubiera dibujado, lo había improvisado rápidamente con un bolígrafo azul; tenía una base redonda y una especie de pilar con distintos contornos y recortes irregulares. Había varias anotaciones, como sus medidas aproximadas, 15x25x15, y un nombre; “Llave de la Tierra”. Kràn lo ignoró y se guardó el boceto en el bolsillo.

Lo que hizo el resto del viaje fue observar las nubes.


La fecha del primer capítulo con el primer protagonista es el 29 de Agosto. Las votaciones son válidas hasta el día antes, 28 de Agosto. Cada personaje tiene cinco capítulos, y la publicación es semanal; al igual que Players, los domingos a las 16.00 (hora española peninsular).

Para comentarios, podéis dejarlos aquí mismo o enviarme un MP con vuestras dudas, sugerencias, aportaciones o semejantes.


Índice de episodios

[Vacío]


Zona Extra

Cualquier contribución a esta zona se agradecerá de sobremanera.

Artworks

Griet, by Sokana

Spoiler: Mostrar
Imagen
ImagenImagenImagen
Imagen
¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
Imagen
Avatar de Usuario
Soul Artist
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4170
Registrado: Dom Jul 30, 2006 3:30 pm
Dinero: 2,576.12
Banco: 4,041,456.56
Ubicación: Tus pesadillas
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 46

Re: Sangre & Poder

Notapor Minato » Jue Ago 19, 2010 5:33 pm

¡¡Al fin!! Mucho estabas tardando ya <3333

Como siempre, excelente~~
Imagen

^Little DiOsh^
Imagen


¡Unios al MDAI! Porque incluso los Baneados tienen derechos
¡Queremos que Ichi sea libre!
Avatar de Usuario
Minato
6. Pirata
6. Pirata
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 153
Registrado: Vie Jun 27, 2008 9:17 pm
Dinero: 30,882.11
Banco: 0.00
Ubicación: Δ Hidden Forbidden Holy Ground
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Estantería de objetos
Karma: 0

Re: Sangre & Poder

Notapor Miké » Jue Ago 19, 2010 5:38 pm

¡Al fin! ¡Cómo lo estaba esperando! :D

Me encanta, ahora no puedo, pero esta noche me leo todos los prólogos.
Imagen

Spoiler: Mostrar
Imagen-->Una firma de mi dios, by YoKazu
Imagen--->Vany Vanitas~~ (?)
Imagen---->xXRIKUXx
Imagen-->Me da igual que me regales firmas, no cenas~~
Imagen-->Mi Mentos me mima~~(?)
Imagen--->Cajita Heavy :D

Spoiler: Mostrar
Imagen
Entra, es genial ;)

Spoiler: Mostrar
Imagen
Avatar de Usuario
Miké
40. Salmarina
40. Salmarina
 
Mensajes: 1182
Registrado: Dom Jun 22, 2008 10:16 pm
Dinero: 509.46
Banco: 35,652.85
Ubicación: Tocando la guitarra
Sexo: Moriré solo y virgen
Karma: 0

Re: Sangre & Poder

Notapor Sombra » Jue Ago 19, 2010 11:35 pm

Ya estoy deseando leer el prologo que la gente escoja :DD
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Sombra
149. Lingering Sentiment
149. Lingering Sentiment
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4720
Registrado: Mar Mar 31, 2009 9:01 pm
Dinero: 27,410.40
Banco: 0.00
Ubicación: Behind in the musgo
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 23

Re: Sangre & Poder

Notapor Final Fan » Vie Ago 20, 2010 7:11 pm

Los cuatro me han resultado muy interesantes, pero me decido porque empieces por Danielle, es un personaje que me ha llamado bastante la atención.

¡Ahora toca viciarse como con Players! >8DDDD
ImagenImagenImagenImagenImagen
Imagen
Avatar de Usuario
Final Fan
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Lost Hearts
 
Mensajes: 1763
Registrado: Sab Mar 22, 2008 10:21 pm
Dinero: 164,122.60
Banco: 114,985.17
Ubicación: Dejitaru Waarudo >8D
Sexo: Masculino
Clan: Lost Hearts
Tumblr: finalflan
Youtube: AboFinal
Estantería de objetos
Karma: 31

Re: Sangre & Poder

Notapor babasss » Vie Ago 20, 2010 8:29 pm

Yo me decanto también por Danielle, aunque la historia de Kràn me llama también bastante por su relación con Christian, el misterio que envuelve a la primera y su frialdad me resultan más llamativos. Los otros dos también me han gustado bastante, pero no tengo tanto interés en saber que sucede con ellos.

solo un par de detalles:

un pequeño invento de su hermano pequeño que aparentaba ser un simple palo; pero pulsando un simple botón, una hoja salía de ella y el palo se alargaba

Llevaba dos coletas a ambos de la cabeza

lados?
Avatar de Usuario
babasss
16. Acechador
16. Acechador
 
Mensajes: 469
Registrado: Vie Jul 04, 2008 1:14 am
Dinero: 15,932.46
Banco: 15,272.06
Ubicación: ???
Sexo: Femenino
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 0

Re: Sangre & Poder

Notapor Dr. Claus » Sab Ago 28, 2010 4:24 pm

Votado a Red Line, los prologos todos leidos y ese es el que me atrae mas la atencion, a ver como te las arreglas esta vez, suerte!

P.d: Hago apuestas de todo tipo y soy como una especie de gestor, esta vez vamos a llevar las apuestas algo mas serio. Si alguien apuesta algo, que me informe, encantado de hacer una apuesta o gestionarla si da el caso de que hay pletines xD


Silla!
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Avatar de Usuario
Dr. Claus
46. Cubabum
46. Cubabum
The Unknowns
 
Mensajes: 1365
Registrado: Jue Mar 19, 2009 8:54 pm
Dinero: 134,049.04
Banco: 63,445.02
Ubicación: Tirándome a tu hermana aunque no tengas.
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 3

Re: Sangre & Poder

Notapor Soul Artist » Dom Ago 29, 2010 5:00 pm

Red Line saltó de la plataforma del tren al suelo, pasándose por alto las escalerillas. Estaba listo, preparado, todo lo que hiciera falta. Notaba cómo la adrenalina le recorría la sangre, y es que no era para menos.

Su padre estaba allí. Podía notarlo de algún modo, como un sexto sentido. Estaba convencido de ello, a pesar de que su intuición, normalmente, no era nada certera. Su maestro siempre se lo había dicho: pensar con los hechos, no con las corazonadas. Pero esta vez era distinto.

Estaba seguro.

Aquel lugar era una estación, confirmado. Por el camino de las vías del tren las paredes eran rocosas y con pocas luces, una cueva. Sin embargo, allí ya se podía notar más el ambiente de hábitat humano, aunque… Vacío. El suelo estaba lleno de polvo, como si nadie hubiese pasado por allí en años. Algunas telarañas se asomaban en los rincones, vacíos y de un color metálico y triste. El suelo estaba compuesto por paneles metálicos, y unos de un color más negro conducían hasta unas escaleras tras el marco de una puerta y un ascensor al otro lado del lugar.

–Tranquilo, Red –le animó Tenereos, bajando los tres escalones con calma y tranquilidad–. Norma 11.

–“No precipitarse en zonas desconocidas” –recitó Red Line–. ¡Pero maestro, estoy tan emocionado! Sé que él está por aquí. Puedo sentirlo, estoy se…

–Normas 8 y 19.

–“Las emociones excesivas han de estar bajo control” –resopló el muchacho, yendo directo a la norma 19. Su maestro le lanzó cierta mirada entre enfado y reprimenda, y el muchacho recitó la que se había saltado–. “Pensar con los hechos, no con las corazonadas”. Pero maestro, esta vez es especial. Será un vínculo familiar o…

–Los “vínculos familiares” se reducen a la sangre, reuniones periódicas e intromisiones en la vida privada –Tenereos se acercó a su joven discípulo y le revolvió el pelo–. No otorgan un poder sobrenatural con el que puedas sentir la cercanía de uno de un miembro familiar.

–Yo creo que sí –se quejó Red Line en voz baja.

–Norma 2 –impuso enfadado y con seriedad Tenereos. Red Line se arrepintió de sus palabras al notar que su maestro había desenvainado ligeramente de la funda su katana.

–Nunca ir en contra del maestro –recordó rápidamente.

Tenereos observó fijamente a los ojos de su discípulo, sin apartar el brazo de su arma. Red Line tragó saliva, sabiendo lo que significaba. Llevó lentamente su mano a su katana, con su mismo nombre en clave, y esperó a que su maestro hiciera la mínima seña. Le había ofendido rompiendo la segunda norma.

Tragó saliva. Llevaba seis meses con él; más que suficiente para conocerle. No era un maestro cruel, ni exageradamente estricto. Pero si le ofendía, debía pagarlo con un rápido duelo. Y jamás había ganado ninguno.

Todo era como en una película de japoneses que tanto le gustaban al muchacho. Mirada clavada en el oponente. Silencios de segundo. Rápidos movimientos.

Y cómo no, nunca había vencido a su maestro.

El muchacho estaba nervioso e impaciente. Quería lanzarse antes que él, dándole una sorpresa, pero nunca antes había funcionado. Tenereos le había enseñado que el primer movimiento siempre era el más importante; los impacientes no duraban demasiado. Así que esperó. Ni un sólo movimiento de dedos de su maestro; sólo seriedad.

Pero para sorpresa de Red Line, Tenereos recuperó una postura de relajación, sin ánimo de atacarle.

–Estamos aquí por cosas importantes –señaló, dándole la espalda–. Prosigamos.

Red Line apartó la mano de su arma, dándose un respiro. Se alegraba de no tener que enfrentarse a él, hubiese sido horrible. Se acercó a su maestro un paso, cuando Tenereos le sorprendió.

Con una velocidad casi imperceptible, había desenvainado su katana y había colocado su punta en el cuello del joven, que se paralizó de golpe.

–Norma 1 –dijo con seriedad Tenereos. Red Line quiso darse un golpe en la cabeza por haber olvidado la más vital e importante de las normas.

–Jamás bajar la guardia.

Tenereos se mantuvo en su postura durante unos segundos que le parecieron eternos al muchacho. Finalmente, retiró el arma de su cuello y la guardó en su funda. Se acicaló la barba y observó detenidamente el lugar con una sonrisa. El joven se acercó a él, con algo de miedo y preparado por si aquella situación se daba de nuevo.

–Cuánto tiempo sin visitar este lugar –señaló Tenereos. Para el joven no era un sitio conocido, así que le observó con extrañeza–. Aquí comenzaron muchas cosas hace bastantes años, chico. Con un poco de suerte, recordaré bien todavía el lugar y podremos guiarnos con facilidad.

–¿Estuvo aquí antes?

–Hace tiempo ya –Tenereos suspiró con algo de nostalgia–. Trabajé, por así decirlo, aquí. Me acabé alejando, y un día me enteré de que los laboratorios se habían cerrado. Jamás me enteré de la razón.

El maestro se acercó al ascensor y pulsó el botón de llamada. Ni se iluminó ni dio ninguna señal de respuesta.

–No funcionará –comentó Red Line. Tenereos negó con la cabeza.

–No, oigo el ascensor. Alguien lo está usando.

El joven se acercó y agudizó el oído. Sí, el sonido del ascensor en marcha se podía percibir al otro lado de las puertas metálicas, alejándose poco a poco. Al parecer, descendía.

–No estamos solos –dedujo el muchacho.

–Claro que no. Pero me extraña que tras varios años el lugar todavía funcione.

Tenereos observó las escaleras.

–Parece que no tenemos otro camino.

Red Line afirmó con la cabeza y pasó por el marco de la puerta que llevaba a las escaleras por detrás de su maestro. Echó un vistazo hacia el techo para ver que aquello llevaba hasta unos cuantos pisos, siendo eterno si debía subir andando. Aspiró con fuerza y se preparó mentalmente para el ejercicio que debía hacer.

–Si no puedes con unas pobres escaleras, no mereces ser mi pupilo –avisó Tenereos, comenzando a subir–. Estás avisado.

–¡Voy! –gritó con decisión el joven. Se lanzó escaleras arriba, por delante de su maestro, dispuesto a hacerlo lo más rápido posible sin decepcionarle.

Tenereos sonrió. Le gustaba el entusiasmo del chico, sus ganas de hacerlo todo y su alegría. Era su fruto de cada día, su elixir, sus ganas de vivir. Antes de aparecer se sentía vacío, como una marioneta sin razón de existencia controlada por su jefe. La bebida era su única compañera. Pero el joven muchacho le había dado ganas de seguir.

Pero temía por él, y lo que la carta podía significar en realidad.

La carta recibida no tenía sentido. Estaba escrito en clave, una clave que le habían enseñado años atrás. Pero una cosa no cuadraba.

Todo se remontaba a seis meses atrás…



– Hace seis meses –



Tenereos dio otro trago del vaso de coñac en el interior de un bar en Nápoles, Italia. Era temprano como para hacerlo, pero no tenía absolutamente nada mejor que hacer.

Toda la noche bebiendo.

Toda la mañana bebiendo.

Para alguien como él, la vida ya era un desperdicio. Años perdidos… Ahora ya estaba hecho un vejestorio sin objetivo en la vida. La acción ya no era lo suyo, se lo tenía dicho Sponsor, su jefe; ya debía relajarse y pensar en la jubilación. ¡Jubilación, decía! Todavía no había cumplido los cincuenta años y ya le hablaban de eso. Pero sí, ya era mayor para ese trabajo, y debía ir pensando en otro.

Sólo que Dios sabía lo que había sacrificado por aquel trabajo. Sí, Dios lo sabía. Años perdidos. Nueve años de su vida perdidos en un vacío.

Dio otro trago al vaso, sin nada mejor que hacer, y observó el reloj. Faltaba media hora para la reunión en el piso franco.

Una melodía polifónica sonó alegremente del bolsillo de Tenereos. Se dio su tiempo para contestar, dando antes otro sorbo al vaso. Cuando lo sacó, observó en la pantalla de su Nokia antiguo que se trataba de su compañero de trabajo con el nombre clave de “Triple Siete”; Isaac Box. Contestó tranquilamente.

–Tenereos al habla.

–Aquí Triple Siete. Pregunta Sponsor cómo va la reunión.

–¿Otra vez de guardaespaldas tú y Terra?

–No, Ter está con otra cosa. Hemos traído a alguien más… Especial. ¿Recuerdas al otro pupilo al que enseñó Lance junto a ti?

–Ah… –los recuerdos vinieron a la cabeza de Tenereos– Samurái.

–Sí, él mismo. Los dos estamos aquí.

–Menos palabrería –le cortó Tenereos–. ¿Algo que decir?

–¿Cómo va la reunión?

–Va.

–¿Bebiendo de nuevo?

Tenereos observó su vaso vacío de coñac con seriedad.

–No.

–Embustero.

–Creo que va siendo hora de ir a ver a nuestro buen amigo Lance –comentó Tenereos–. Cuando termine la reunión te llamaré.

Pero cuando volvió a utilizar el teléfono, no fue para hablar de la reunión.

La puerta del piso de Lance estaba destrozada y tirada en el suelo. Tenereos se apresuró a entrar adentro, lanzándose al salón. Y allí estaba Lance. Tirado en el suelo, rodeado de sangre y con dos agujeros de bala.

Todo fue demasiado rápido para Tenereos. Comprobó que su compañero vivía, aunque le costaba respirar. Llamó urgentemente a Triple Siete pidiendo ayuda, que arrancó el coche a toda prisa. Apenas tardaron un par de minutos en llegar. Pero era demasiado tarde.

Lance ya no respiraba.

Todo había sido rápido y confuso. Tenereos se había tirado sobre el sofá, con la mirada clavada en la nada. Junto a él estaba Samurái, sentado también… Y Sponsor. Era un hombre joven, que rondaría los veintiséis años, vestido con un traje de color rojo y de pie ante el cadáver de Lance con una mueca en la cara.

–Llévatelo, Isaac –ordenó.

Triple Siete obedeció. Muy pocas veces Sponsor le llamaba por su nombre; sólo cuando una situación demasiado fuerte le impedía ocultar sus auténticos sentimientos. Triple Siete obedeció y levantó el cadáver, llevándoselo fuera de allí.

Sponsor observó a Tenereos, que todavía se encontraba conmocionado. Había sido su maestro, su amigo… Y ahora…

–¿Le encontraste así?

Tenereos se dio un momento para contestar.

–Sí. Respiraba cuando llegué. Pero estaba ahí tirado, en el suelo… Con sangre alrededor…

–Le sorprendieron por la espalda –señaló Sponsor–. Las balas le atravesaron. Debió ser un calibre muy fuerte para hacerle eso.

–Scarlion –susurró Samurái. Sponsor afirmó con la cabeza.

–Esos bastardos lo descubrieron todo –dedujo.

Tenereos tenía su mirada clavada en la sangre en la moqueta del suelo. Sponsor le observó con rabia.

–Tengo entendido que estabas bebiendo –le señaló con algo de furia en sus palabras. Tenereos le miró incrédulo.

–¿Qué insinúas?

–Sé que no fuiste tú. Pero si hubieses venido aquí a reunirte antes, en vez de ir al bar de al lado a tomar… ¿Qué era? ¿Coñac? ¿Cuán borracho estás ahora?

–Cállate –le ordenó Tenereos–. No tienes ni idea.

–¿Ni idea de qué? ¿De lo que bebes, de cómo la edad te está afectando? ¿Que aparecías borracho en las anteriores reuniones con Lance, de tu debilidad por dos gotas de alcohol? Sé tu estado. Te mandé para vigilarle y protegerle, no para emborracharte. No estás capacitado para este trabajo. Ya no.

Los ojos de Tenereos se abrieron como platos.

–Estás despedido –sentenció Sponsor.

El hombre bajó la cabeza ante aquellas palabras. Tantos años inútiles… Perdidos…

Sponsor le ignoró y se acercó a Samurái, clavando su mirada en él.

–Esto no puede quedar así –le comentó–. Si Scarlion quiere guerra, tendrá guerra. Quiero que vayas a su mansión y me despejes el camino. Iré personalmente a… “Hablar” con su líder.

Tenereos se levantó de su sitio, a lo que Sponsor no dijo nada. Siguió hablando con Samurái, preparando el ataque a la familia mafiosa. Pero le daba igual, porque tenía un nuevo objetivo.

Encontrar al hijo de su maestro muerto.



Cuando Tenereos terminó de subir las escaleras al segundo piso, encontró a Red Line apoyaba en una barandilla recuperando su aliento, agotado del esfuerzo. Sonrió para sus adentros, dándose cuenta de que todavía le quedaba mucho que aprender. Pero su cabeza se dirigió de nuevo a la carta.

Isaac había enviado aquel mensaje, diciendo que un muerto estaba con él. Era imposible. Jamás se había atrevido a decirle la verdad al muchacho, y temía que Isaac fuera a hacerlo. ¿Qué le iba a decir, al fin y al cabo? ¿Que en vez de vigilarlo y protegerlo lo que hizo fue beber coñac, emborracharse sin preocupaciones? Odiaba aceptarlo, pero Sponsor tenía razón; había fallado. Desde aquel día no había vuelto a probar ni una sola gota de alcohol. Y jamás lo volvería a hacer.

–Norma 4 –le recordó al joven. Recuperando todavía su aliento, contestó a su maestro:

–Ahorrar siempre energías. Pero si ni siquiera estoy cansado, maestro.

–Entonces unos cuantos pisos más no te harán daño.

Red Line chasqueó su lengua, maldiciéndose.

Subieron cinco pisos más por las escaleras. El joven no podía soportar más, costándole respirar y cansado, pero con la suficiente fuerza de voluntad para no detenerse. Los pisos de aquel lugar eran bastante altos, de tal vez ocho o diez metros de altura. Cuando llegaron al séptimo piso, Tenereos se detuvo. Frente a él las escaleras que conducían más arriba se habían derrumbado, obstaculizando el paso.

–Tendremos que encontrar otro camino –señaló. Red Line se apoyó sobre sus rodillas, tomando un respiro–. Tal vez con suerte el ascensor ya no esté siendo utilizado.

–¿Adónde nos dirigimos, maestro?

Tenereos se dio un momento para contestar.

–Piso duodécimo, despacho del director –contestó finalmente–. Seguramente, allí estará nuestro contacto.

El hombre se acercó a la puerta doble que llevaba a los pasillos de las instalaciones, tal y como recordaba. Al otro lado de los pasillos había más escaleras, lo que les podía llevar hasta su objetivo. Prefería no utilizar el ascensor. Si con el tiempo las escaleras se habían derrumbado, un ascensor podía ser más mortal.

–Vamos –llamó a su pupilo. Éste afirmó con la cabeza y entraron al pasillo.

Se encontraron en un pasillo amplio y alargado, nada estrecho, que llevaba hasta el otro lado. Cuatro estancias se veían en el piso, como cuatro cuadrados puestos estratégicamente a los que se les podía rodear. Pero no había silencio.

Se podían oír unas ligeras voces desde alguna parte, de alguna de las habitaciones. Tenereos agarró a Red Line y lo llevó a pegarse a una de las paredes, mientras se oía cómo una de las puertas se abría y de una de las estancias salían tres figuras. No se quedó a observarlas fijamente, pero por lo visto, uno era un joven que rondaría la mayoría de edad, otro ra un joven veinteañero bajito y el último era alguien musculoso, grande e imponente, que le pareció reconocer reconoció.

–No te muevas de ahí –ordenó la voz del hombre fuerte–. Me decepcionas, Rixtin. Quién demonios te ha mandado meterte en esto…

–¡Terra, por favor! –pidió una nueva voz de un niño de unos doce años–. No quiero estar más con Lord. Quiero ver a nuestros hermanos. Quiero…

–Tienes suerte de que yo estuviera justo por aquí. ¿No sabías que estas instalaciones han sido consideradas como un peligro? Típico de ti.

–¡Pero…!

Se escuchó un portazo de golpe y un manojo de llaves. Al parecer, el mayor, Terra, había encerrado al pequeño dentro de la habitación. Le conocía. Era Terra Box, Ter, como le llamaban sus amigos en su antiguo trabajo. Por lo que sabía, era hermano de Isaac. Entonces…

Tenereos ordenó al joven quedarse donde estaba y se mostró en el pasillo. Ignoró las otras dos personas y observó a Ter. Un hombre alto y musculoso, de algo más de metro ochenta, con cara de seriedad y una nariz abultada y redonda. Sus ojos marrones se clavaron con sorpresa en Tenereos, a la vez que podía ver desde la distancia su propio reflejo en su calva cabeza, rapada a cero a propósito. Vestía como los otros dos compañeros; un traje negro con corbata morada y camisa blanca, junto con el emblema de un corazón roto en un círculo en su pecho. Llevaba los brazos remangados, viendo las mangas de su camisa, y agarraba una maleta metálica.

–Cuánto tiempo, Ter –le saludó Tenereos–. ¿Cómo le va a Sponsor?

–¡Reaper, Hunter! –llamó a sus dos compañeros. Los dos se colocaron en posición de ataque de modo inmediato–. ¡Atacad!

Los dos se lanzaron contra Tenereos, que se defendió inmediatamente sacando su katana de la funda. Bloqueó al hombre bajito, que había sacado de golpe algo parecido a una lanza portátil montada al pulsar un simple botón; tras empujarle hacia atrás, bloqueó al joven que le acompañaba, que en su lugar portaba dos cuchillos den forma triangular montados en su muñeca. De una patada le echó al suelo, abriéndose paso hacia Ter, que había huido en dirección contraria hacia las escaleras.

–¡Ter! –le llamó, sin comprender del todo las acciones de su antiguo compañero de trabajo. El hombre bajito se volvió a lanzar contra él por la espalda, pero le bloqueó sin problemas con un giro rápido. Le echó con una rápida patada a su mandíbula, a la que socorrió rápidamente.

–¡Maldito Daimon! –maldijo con un fuerte acento italiano.

–¿Daiqué? –preguntó extrañado Tenereos. Su enemigo se preparó para lanzarse de nuevo contra él, pero entre ellos dos surgió algo.

Nadie podía decir exactamente qué era aquello. Parecía una especie de sombra por donde le fluía oscuridad a través de él, con forma uniforme y extraña. Había surgido en el suelo, sin más, y se estaba levantando de él. De los lados le salieron dos pilares que se convirtieron en garras, y en la frente dos puntos blancos que parecían ojos. Observaba directamente a Tenereos, dispuesto a atacar.

–¡Tenemos cierta misión, Hunter! –le recordó el otro joven. El italiano afirmó con la cabeza, no sin antes dirigirse a su enemigo.

–¡Espero que te gusten estos monstruos, porque van directos a por vosotros, Daimon!

Los dos se giraron y se dirigieron al ascensor. Apretaron el botón y esperaron a las puertas de él, pero desde el pasillo surgió Red Line con la katana preparada.

–¡Vosotros…! –llamó él, sin mucha seguridad en sí mismo. Hunter y Reaper le observaron de arriba abajo, sin creerse lo que veían.

–¡Chico, evita que cojan ese ascensor! –ordenó Tenereos.

El monstruo de la oscuridad atacó al hombre, furioso. Éste le esquivó con facilidad y le clavó la katana en lo que parecía la cara, pero no le afectó; lanzó su garra contra su contrincante aun con el arma clavada. Tenereos le esquivó con algo de dificultad sin apartarse de su arma, pero cuando le lanzó la otra garra tuvo que saltar hacia atrás para esquivarle. La bestia cogió con su garra derecha la katana y se la quitó de la cara, a la vez que tomaba una nueva forma, parecida a una figura humana pero sin rostro ni ropa. Seguía con el arma en la mano, preparado para atacarle.

–¿De verdad crees que puedes con nosotros, niño? –preguntó Hunter a Red Line. Ni siquiera estaba seguro de lo que hacía–. Te podría destripar con mis propias manos y ni me inmutaría.

Red Line mostró seguridad, pero aquellas palabras le habían dado miedo. Y no podía evitar que su katana temblase ligeramente.

La puerta del ascensor se abrió. Reaper fue el primero en entrar, a lo que el muchacho contestó con una pequeña queja y lanzándose hacia él, pero Hunter le cogió y le tiró al suelo.

–Métete donde te llamen, niño –le dijo con su acento italiano–. Aquí tenemos cosas importantes que hacer.

Los dos se metieron en el ascensor. Antes de que el muchacho se pudiera levantas y evitar que las puertas se cerraran, ya estaba descendiendo. Golpeó con su puño el metal, furioso consigo mismo. Era un inútil.

Agarró su katana y se lanzó contra el monstruo de oscuridad, que había acorralado a su maestro. Antes de que pudiese percibir su presencia, la cortó con su katana por la mitad, soltando el arma de su maestro y cayendo al suelo sin resistencia.

Tenereos suspiró y agarró su arma. Se acercó al muchacho para darle las gracias, pero en vez de ello, le empujó hacia la pared. Entre los dos una garra se había lanzado en dirección al joven como contraataque.

En el suelo, las dos mitades habían formado dos nuevas criaturas, más pequeñas pero más furiosas. No tenían forma fija, ya que se iban reconstruyendo poco a poco.

–¿Qué son estas cosas? –preguntó con sorpresa Red Line. Tenereos escuchó un sonido silbante, como el del viento, y se giró alarmado. Por las escaleras habían surgido dos… Tres más de aquellas cosas. Las estaba atrayendo de algún modo.

–¡A la habitación! –señaló al lugar de donde habían salido Ter y sus compañeros. Se acercó a la puerta y pasó la katana por el marco derecho, rompiendo el cerrojo. Empujó la puerta de una patada y los dos entraron rápidamente.

Aquello parecían una serie de cuatro despachos, separados por un simple muro de tela cada uno. El lugar estaba equipado con un par de estanterías, un sofá sobre el que se encontraba un niño, mesas de escritorio y una planta muerta desde hacía tiempo. El niño se apartó del sofá y les observó con interés, pero Tenereos le ignoró.

–¡Red, una barricada! –le ordenó, agarrando la estantería que tenía al lado y tirándola hacia la puerta ya cerrada para bloquear la entrada. Se acercó al sofá y lo agarró, llevándolo hacia allí.

–¿Quiénes demonios sois? –preguntó el niño–. ¿Hombres de Venom?

Red Line se acercó a él y lo observó de arriba abajo. Tenía ojos pequeños y marrones tras unas ligeras gafas cuadradas, junto con un pelo castaño clarito y corto, de un niño de su edad. Vestía con un pantalón de seda de apariencia muy cara, y una camiseta verde clarita de manga corta. Llevaba una chaqueta de cuero encima para protegerse del frío y algo de inocencia en su cara.

–Encantado, me llamo Red Line –le saludó. Tenereos cogió una de las mesas de escritorio y la llevó a la puerta.

–¿Qué clase de nombre es ése? –preguntó el niño. El joven se enfadó.

–¿Y cuál se supone que es el tuyo?

–Rixtin, Rixtin Box –le contestó con alegría.

–¿Y dices que el mío es raro…?

–¡Red! –le llamó con furia Tenereos. El joven bufó y se apresuró a coger la maceta de la planta muerta y ponerla en la entrada.

–¿Cuánto aguantaremos así? –preguntó a su maestro en voz baja.

–No lo sé. Si aparecen más de esas cosas, no demasiado.

Lo único que podían hacer hasta entonces era resistir.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Bien, por votación, Red Line es el primer protagonista de la primera parte de la historia. A menos que el ordenador se venga abajo u otro motivo, el siguiente protagonista será elegido para el 3 de Octubre. Pero ahora centrémonos en Red Line.

Como apunte, Reaper y Hunter no tienen descripción porque su aparición principal no es en esta línea argumental, sino en las de otros protagonistas. No quiero repetir descripciones en exceso que lleven al aburrimiento.
ImagenImagenImagen
Imagen
¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
Imagen
Avatar de Usuario
Soul Artist
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4170
Registrado: Dom Jul 30, 2006 3:30 pm
Dinero: 2,576.12
Banco: 4,041,456.56
Ubicación: Tus pesadillas
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 46

Re: Sangre & Poder

Notapor TERRBOX » Lun Ago 30, 2010 3:41 pm

Joder, me ha encantado el capítulo. Menuda trama has sacado, en serio, sigue así , es magnifico.

Spoiler: Mostrar
Soy un gran cabrón ... Mola XD
Imagen
^¡Muchas gracias Nebula!^

MEMORIA

Spoiler: Mostrar
Imagen
^¡Gracias por tu trabajo Alti, también por el ava!^

Imagen
^¡Arigato Ris!^

Awards 2013
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
TERRBOX
76. Halbird
76. Halbird
The Unknowns
 
Mensajes: 2263
Registrado: Vie May 01, 2009 5:52 pm
Dinero: 256,059.88
Banco: 0.00
Ubicación: Mêlée Island
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 40

Re: Sangre & Poder

Notapor GuinCoome » Lun Ago 30, 2010 5:41 pm

Buen capítulo.
Tengo ganas de más. ¿Se supone que, hasta el 3 de octubre, todo lo escrito será de cara a Red Line?
Imagen
Imagen
Imagen

Life Is Your Last Triumph
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen


No Shaking Throne
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
^ita^
Imagen
^Velacrow^
Imagen
^Sora^

"Hasta que se sequen mis lágrimas, mi corazón continuará sin rendirse y no me detendré.
No hay ninguna línea de meta. Ni vuelta atrás.
Es una carrera sin fin donde debes correr contra el viento."
Avatar de Usuario
GuinCoome
10. Wyvern
10. Wyvern
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 284
Registrado: Mié Ago 25, 2010 5:44 pm
Dinero: 121.22
Banco: 79,444.74
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Estantería de objetos
Karma: 0

Re: Sangre & Poder

Notapor Soul Artist » Dom Sep 05, 2010 5:01 pm

Los minutos se comenzaban a hacer eternos. Los tres, Tenereos, Red Line y Rixtin, llevaban esperando al menos diez minutos allí. Para el joven discípulo era una tortura, una eternidad sin hacer nada más que mirar el reloj pasar. Se encontraba en el suelo, apoyado en la pared, junto al joven niño que jugaba con algo con un destornillador. Su maestro, sin embargo, estaba delante de la barricada, esperando a un ataque que vendría antes o después por aquella puerta.

Nadie había dicho nada desde que entraron. Ni siquiera Tenereos se había lanzado a preguntar por qué el hermano mayor del niño había huido de él. Sólo observaba la barricada, escuchando atentamente a las bestias que intentaban entrar por todos los medios posibles.

Tuvo que ser Red Line el que rompió el sonido.

–Y dime, Rex…

–Rixtin –le corrigió el niño, atendiendo todavía a su juguete. Red Line bufó.

–Rixtin. ¿Sabes algo de esas cosas de ahí fuera?

–Ni la más remota idea –contestó él, observando lo que llevaba un rato trasteando, una especie de cubo metálico con unas marcas profundas hechas con líneas y círculos por toda sus superficie–. Vine aquí porque una señorita muy sabia me dijo que aquí tal vez supiese algo de mi hermano.

–¿El tipo grandote de antes? –preguntó Red Line, recordando a Ter.

–No, ése es otro hermano. Es el segundo mayor de la familia, ¿sabes? Somos cinco, yo soy el menor. Al que busco es al primogénito. Se llama Amadeus.

Red Line miró al suelo. Asuntos familiares le habían llevado hasta allí, como a él.

–Ter es un borde –comentó Rixtin–. En cuanto me vio, se enfureció y me confiscó mi mochila. Con lo guay que es… Allí llevo siempre mis cosas, junto con algún par de proyectos, como éste –enseñó a Red Line el cubo–. Guay, ¿eh?

–Si tú lo dices… –Red Line arqueó su ceja derecha, dudando del niño. Éste se picó y volvió a dirigir su atención al cubo.

–Hay que salir de aquí –sentenció Tenereos, sin apartar su vista de la puerta–. Está comenzando a reunirse un grupo de esas cosas. Si nos quedamos, no podremos escapar de ningún modo.

–No existe salida alguna –comentó su pupilo–. Ni siquiera rejillas de ventilación, si es que llegásemos a entrar en ellas.

Tenereos expiró aire, pensando con calma. Intentaba recordar algo de aquel lugar, cualquier cosa, pero nada le venía a la cabeza. Ninguna ruta secreta, ningún pasadizo… Nada.

–Podemos intentarlo por ahí arriba –señaló Rixtin.

Red Line y Tenereos observaron el techo, hacia donde señalaba el muchacho. Era muy alto, pero se podía ver que estaba compuesto por cuadrados blancos.

–Con un buen golpe se puede arrancar uno y avanzar entre los cables –dedujo el niño–. No nos llevarían muy lejos e imagino que no es una zona muy amplia, pero…

–Está demasiado alto –comentó Red Line.

–Pensaremos en eso más tarde –le interrumpió su maestro–. La idea del chico es buena. Bien, Red Line, tú irás primero.

El joven afirmó con la cabeza y Tenereos se levantó del suelo para ayudarle a subir. Con la ayuda del hombre y sus hombros, se subió y dio un codazo a uno de los cuadrados, apartándolo del techo. Se deslizó a su interior, lleno de polvo y telarañas, y extendió su brazo para ayudar a subirse a Rixtin, impulsado por Tenereos. El niño tosió una vez dentro y se metió dentro.

–Su turno, maestro –le animó Red Line, extendiendo su brazo derecho. Pero para su sorpresa, el hombre negó con la cabeza.

–Me temo que no, chico. Soy demasiado grande como para entrar ahí, y mi peso derrumbaría el techo. Ya me sorprende que tú hayas podido entrar.

–¿Qué? –preguntó atónito Red Line. Su maestro continuó.

–Será mejor que nos separemos durante un rato. Te veo más tarde, muchacho.

–¡Espera! –gritó Red Line, intentando evitar que su maestro se alejara. Pero ya se había apartado de su centro de visión y comenzó a escuchar cómo algunos muebles se arrastraban. El joven suspiró y cerró el techo con el cuadrado.

–¿Y ya está? –preguntó Rixtin atónito–. ¿Vas a dejarle ir así, sin más?

–Es mi maestro, y sé que estará bien –aseguró el joven–. Norma 7, “preocúpate más por ti que por alguien que sabes que estará bien”.

–¡Esa norma es demasiado egoísta!

–Bueno, por eso está la Norma 6; “ayudarás a los demás siempre que necesiten realmente ayuda externa”.

Rixtin le lanzó una mirada asesina, pero el joven le ignoró, observando el camino más adelante. Señaló con la cabeza e hizo un gesto.

–Mira, allí hay luz –comentó al muchacho, fijándose en que al fondo se veía algo de luz colarse por un cuadrado–. ¿Vamos?

Rixtin afirmó con la cabeza y comenzaron a deslizarse hacia aquella dirección. A Red Line le costaba más que al niño, debido a su tamaño y peso. Notaba cómo el suelo temblaba ligeramente al arrastrarse, pero con tranquilidad y poco a poco llegaría. Pero Rixtin se movía mucho más rápido, avanzando entre el polvo y los cables sin apenas dificultades.

–Maldita sea, espérame –le ordenó Red Line.

–No suelo esperar a las tortugas.

–¡Un poco de respeto, crío!

–Oblígame.

Red Line bufó y aumentó su velocidad. Rixtin lo vio y decidió acelerar un poco más, pero el joven le había ganado ventaja de golpe.

Pero Red Line se arrepintió de haber aumentado su velocidad cuando un “crack” sonó bajo él.

De golpe, el techo sobre el que se encontraba se vino abajo con él. Rixtin se giró para ver qué pasaba, pero era demasiado tarde. Red Line se precipitaba al suelo, y con los escombros de unos cuantos cuadrados aterrizó en una de las habitaciones de la planta.

Pero no terminó allí. Nada más caer en el suelo, un nuevo crack, más fuerte todavía, sonó bajo su espalda.

–Oh, mier…

El suelo de la habitación se derrumbó, cayendo todavía más abajo. Red Line se dio un golpe en la cabeza nada más caer al piso inferior y todo se oscureció a su alrededor.

Sólo pudo… Recordar.


Hace un año


El muchacho suspiró, aburrido del paisaje que velozmente pasaba por la ventanilla del tren, como una borrosa imagen que desaparecía de golpe. Después de una breve estancia en un alto rascacielos en una isla extraña, su padre le había cogido y se dirigían rápidamente hacia, aparentemente, algún país europeo.

Volvió a suspirar y dirigió su mirada hacia su padre, sentado en el asiento delante suyo. Tenía colocada su puño sobre su barbilla, reflexionando a la vez que observaba venir un paisaje que también desaparecía antes de darse cuenta. No era un hombre precisamente muy alto, llevaba una corta barba pelirroja que congeniaba con su pelo revuelto y despeinado. Sus ojos eran pequeños y azules, tan azules que daban miedo cuando miraban a alguien fijamente.

–Me aburro –se quejó infantilmente el chico. Su padre suspiró.

–Saca la consola.

–Me he pasado todos los juegos. Ya son aburridos.

–¿Y qué pasa con el que te regalé antes de ir a la isla?

El muchacho lo recordó; un videojuego sobre una organización de enmascarados que llevaba esperando mucho tiempo, pero que le había decepcionado al final por su repetitividad y la falta de algunos de los personajes favoritos.

–También lo he acabado –mintió, negándose a hacer otra misión aburrida para contar lo mismo.

–Si sacas buenas notas cuando lleguemos, ya veré si comprarte otro.

–¡La consola ya me da igual! Quiero otra cosa. ¿Por qué no me enseñas a hacer lo mismo que tú?

Su padre le lanzó una mirada terrorífica, de aquellas que parecía que se fuera a lanzar de golpe a su cuello y lo iba a estrangular hasta morir. El chico tragó saliva, pero mantuvo la mirada. Quería aprender a ser como él, a ser invencible. Su fama era conocida por todas partes; jamás nadie le había derrotado.

–Ya sabes lo que opino de ello –le contestó–. Jamás te enseñaré.

–¡Pero papá, puedo ser fuerte! Puedo…

–No lo dudo, hijo. No lo dudo en absoluto –el hombre suspiró, sin quitar su vista de la ventana–. Pero he enseñado a mucha gente durante mi vida. Y la mayoría han muerto mucho antes que yo.

Le colocó la mano sobre el hombro izquierdo.

–Juré que jamás sería tu caso.

–Pero papá, si tú me enseñas no lo será –insistió el muchacho, apartando su brazo de él–. ¿Por qué te niegas tanto?

El padre bajó la mirada.

–Una vez tuviste un tío –comenzó a explicar–. Mi hermano pequeño. Era muy prometedor, un alumno ejemplar. De veras que lo era. Le enseñé todo lo que pude, puede que hasta incluso más; siempre pensaré que me superó completamente.

»Pero un día… Sucedieron cosas. Él jamás volvió a ser el mismo, ni yo tampoco. Y desde entonces…

Dirigió su mirada a su hijo, que escuchaba la historia completamente inmerso en las palabras de su padre. Le sonrió y revolvió el pelo del muchacho.

–Da igual, ¿vale? Nunca te enseñaré. Es peligroso.

–Jo, papá –el muchacho se resistió a la mano de su padre–. ¿Y cómo se llamaba mi tío?

La mirada del padre se puso más seria todavía. Su mirada se clavó en la nada.

–Frosk.



–¿Estás bien? ¡Dios mío, esa mujer estaba loca! ¿Qué quería de mí? ¡Se lanzó sin previo aviso con ese cuchillo, como si fuera a…!

Una voz femenina y escandalosa despertó a Red Line, tirado en el suelo junto con un montón de escombros a su lado. Se intentó incorporar, aunque la cabeza le dolía bastante. Se llevó la mano a ésta y notó algo líquido. Se lo acercó a la vista y vio que era rojo. Maldita sea, estaba sangrando.

–Tranquilízate, Asia, me encuentro bien –gruñó una segunda voz masculina–. Sólo tengo un par de rasguños. La mujer se desmayó de golpe y pude huir.

El muchacho observó el lugar sobre el que se situaba. Los escombros habían juntado una especie de pared a su alrededor, ocultando su posición. Pudo observar que se encontraba en un pasillo amplio que llevaría hasta alguna zona desconocida. Observando hacia arriba, vio dos tremendos agujeros, uno por cada piso que había caído, a una altura bastante grande. Le dolía de sólo pensar cuánto podía haber sido. Tenía la increíble suerte de haber sobrevivido.

–¿Es lo que creo que es, Blue? –preguntó la voz masculina–. Mi jefe tenía razón, ¡Lord iba a venir a por mí! Maldita sea, no debí quedarme allí a investigar. Ahora estoy metida en un buen lío. Espera, ¿eso es sangre?

–Tranquila, se me pasará.

–¡Esto es peligroso, idiota! Necesitamos un desinfectante. ¿Cómo te lo has hecho?

–Es sólo un rasguño. La mujer me lanzó uno de sus cuchillos y…

–¡Chitón! ¡Vamos, rápido! Debe haber medicamentos cerca…

Una puerta se cerró en la lejanía y Red Line aprovechó para salir de su escondite. Recordó de golpe que había dejado a Rixtin solo dos pisos arriba, justo antes de caerse. Odiaba tener que ir a por él, pero no le quedaba más opción. Comprobó que llevaba su Red Line encima y atravesó el pasillo para alcanzar las escaleras del otro lado.

No le costó mucho subir, al contrario que en las anteriores. Primero subió un piso y entró en el pasillo, pero allí su maestro ya no estaba. La barricada había sido destruida y no quedaban ni las cosas negras ni absolutamente nada que le dijera por dónde había ido.

Después subió otro piso, dispuesto a encontrar a Rixtin. Atravesó el marco de la puerta y se encontró en una amplia habitación que ocuparía la mitad del piso. Se trataba de un lugar de experimentación, con grandes tubos con líquidos. Algunos estaban rotos, mientras que otros estaban vacíos. Pero observó uno que sí que le llamó la atención.

Una de aquellas cosas negras descansaba dentro del tubo, flotando ligeramente en él. Red Line se acercó con algo de miedo y lo observó. Quieto, descansando… No parecía algo peligroso. Observó que tenía una placa de bronce debajo.

“Sujeto 019.
Encontrado en: Ruinas, Pirámide.
Clase Recuerdo.”

“Recuerdos”. Así que así se llamaban las cosas negras.

De golpe, la puerta al otro lado de la habitación se abrió. Se apresuró a esconderse tras uno de los tubos y observó que un hombre bajito con un traje de gala entraba de espaldas. Llevaba algo sobre su hombro derecho y en su mano izquierda una katana.

–¡Recuerda, Bloody, no queremos que muera!

El hombre se giró y Red Line pudo observar que vestía con una máscara que le tapaba la cara. Pero pasó de aquel detalle para mirar lo que llevaba sobre el hombro; era Rixtin, aparentemente desmayado.

No dudó ni un instante; se interpuso entre el hombre y la puerta que llevaba a las escaleras.

El desconocido se quedó quieto en su sitio, clavando sus característicos ojos verdes en él con algo de sorpresa.

–¿Nos conocemos? –le preguntó. Red Line se sorprendió ante la pregunta, pero señaló con su arma a Rixtin.

–¡Suéltale, so…! ¡So villano!

–Dios mío, tu insulto me ha matado –aseguró el enmarcarado colocándose su mano derecha en su corazón–. Pero tranquilo, mientras te hago trizas le dejaré en el suelo –el desconocido hizo un movimiento de hombros y el cuerpo de Rixtin cayó precipitadamente al suelo–. ¿Contento ahora?

–¡Serás…!

–Vaya, una katana. ¿Quieres pelea? Ven a por mí.

El hombre se colocó en posición de ataque, preparado para lanzarse a por su contrincante. Sin embargo, el joven, asustado, le detuvo.

–¡Espera! Las reverencias van antes.

El desconocido le observó extrañado.

–¿Pero qué mariconada es ésa?

–Norma 10, “si vas a tener un duelo formal, las presentaciones son vitales”.

El desconocido se quedó atónito ante las palabras del joven.

–Normas… Normas… –se levantó de golpe– ¡Espera! Eso es propio de Tenereos. ¿Eres Tenereos?

–¿Cómo conoce a mi maestro?

–Ah, no, eres sólo un Tenereos en miniatura. Ya me parecías demasiado crío.

–¡Un respeto! –le exigió al enmascarado– ¡Mi nombre es Red Line, hijo de Lance, maestro supremo de la katana!

–¿Lance…?

Aquel nombre activó algo en el desconocido. El muchacho pudo ver cómo algo de respeto y miedo se asomaban por sus ojos.

–Si es verdad que eres el hijo del famoso Lance, creo que debería hacer mi reverencia… –el enmascarado bajó su katana y se arrodilló ante el chico– Mi nombre es Frosk, el Daimon Veloz.

–Frosk… –los ojos de Red Line se abrieron como platos– Ese nombre…

–Veo que has oído hablar de mí. Con razón, porque soy…

–Ese nombre es horrible, tío –acabó el muchacho. Frosk se quedó atónito.

–¿Qué? ¡Maldita sea, ¿es que no te dice nada mi nombre?!

–Sí, que si tengo un hijo nunca se lo pondré.

–¡Serás…! –Frosk levantó su katana, colocándose en posición de ataque– ¡Te voy a matar, hijo de Lance!
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Contestando a la pregunta de GuinCoome: Sí, los capítulos hasta el 3 de Octubre serán los sucesos de Red Line.

El próximo capítulo puede retrasarse o adelantarse, debido a que faltaré en la fecha señalada. Ya veré cómo me las arreglo.
ImagenImagenImagen
Imagen
¡Gracias, Flan, por Alexis e Ivan!
Imagen
Avatar de Usuario
Soul Artist
Miembro del Hall de la Fama
Miembro del Hall de la Fama
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4170
Registrado: Dom Jul 30, 2006 3:30 pm
Dinero: 2,576.12
Banco: 4,041,456.56
Ubicación: Tus pesadillas
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 46

Re: Sangre & Poder

Notapor GuinCoome » Dom Sep 05, 2010 5:32 pm

Otro buen capítulo, me ha gustado más que el anterior, especialmente el final.

Narrador escribió: Un videojuego sobre una organización de enmascarados que llevaba esperando mucho tiempo, pero que le había decepcionado al final por su repetitividad y la falta de algunos de los personajes favoritos.

–También lo he acabado –mintió, negándose a hacer otra misión aburrida para contar lo mismo.


Sospechosamente familiar xD.
Imagen
Imagen
Imagen

Life Is Your Last Triumph
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen


No Shaking Throne
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
^ita^
Imagen
^Velacrow^
Imagen
^Sora^

"Hasta que se sequen mis lágrimas, mi corazón continuará sin rendirse y no me detendré.
No hay ninguna línea de meta. Ni vuelta atrás.
Es una carrera sin fin donde debes correr contra el viento."
Avatar de Usuario
GuinCoome
10. Wyvern
10. Wyvern
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 284
Registrado: Mié Ago 25, 2010 5:44 pm
Dinero: 121.22
Banco: 79,444.74
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Estantería de objetos
Karma: 0

Re: Sangre & Poder

Notapor Minato » Dom Sep 05, 2010 10:29 pm

Spoiler: Mostrar
–Frosk… –los ojos de Red Line se abrieron como platos– Ese nombre…

–Veo que has oído hablar de mí. Con razón, porque soy…

–Ese nombre es horrible, tío –acabó el muchacho. Frosk se quedó atónito.

–¿Qué? ¡Maldita sea, ¿es que no te dice nada mi nombre?!

–Sí, que si tengo un hijo nunca se lo pondré.


Como ya me dijiste por el msn, EPIC WIN!, que me he podido reir con esa maldita escena
Por lo demas, Genial, como siempre~~
Imagen

^Little DiOsh^
Imagen


¡Unios al MDAI! Porque incluso los Baneados tienen derechos
¡Queremos que Ichi sea libre!
Avatar de Usuario
Minato
6. Pirata
6. Pirata
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 153
Registrado: Vie Jun 27, 2008 9:17 pm
Dinero: 30,882.11
Banco: 0.00
Ubicación: Δ Hidden Forbidden Holy Ground
Sexo: Masculino
Clan: AnimeDesign
Estantería de objetos
Karma: 0

Re: Sangre & Poder

Notapor Sombra » Lun Sep 06, 2010 4:43 pm

O.O
No me esperaba esa respuesta de Red Line a Frosk, me he empezado a reir como un descosido xD

Bueno, espero la semana proxima otro capítulo más. Un saludo.
Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
Sombra
149. Lingering Sentiment
149. Lingering Sentiment
Bohemia Lectura
 
Mensajes: 4720
Registrado: Mar Mar 31, 2009 9:01 pm
Dinero: 27,410.40
Banco: 0.00
Ubicación: Behind in the musgo
Sexo: Mucho, gracias por preguntar
Clan: Bohemia Lectura
Estantería de objetos
Karma: 23

Re: Sangre & Poder

Notapor TERRBOX » Lun Sep 06, 2010 6:10 pm

Simplemente, me ha encantado :D
Imagen
^¡Muchas gracias Nebula!^

MEMORIA

Spoiler: Mostrar
Imagen
^¡Gracias por tu trabajo Alti, también por el ava!^

Imagen
^¡Arigato Ris!^

Awards 2013
Spoiler: Mostrar
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen

Imagen

Imagen
Avatar de Usuario
TERRBOX
76. Halbird
76. Halbird
The Unknowns
 
Mensajes: 2263
Registrado: Vie May 01, 2009 5:52 pm
Dinero: 256,059.88
Banco: 0.00
Ubicación: Mêlée Island
Sexo: Masculino
Clan: The Unknowns
Estantería de objetos
Karma: 40

Siguiente

Volver a Fan Place

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 1 invitado