-Unknown-

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Notapor Hitori » Mar Ene 10, 2012 12:35 am

Bien, la primera obra de cuestionable larga extensión de un servidor ha llegado al foro. Tras la primera publicación en cierta revista de internet que No nombraremos porque hacerlo está prohibido, he decidido publicarlo aquí para que Lo Leas. Digo, leáis.
Así pues, dejémonos de preámbulos que no me gustan y pasemos a lo importante. Hoy os deleitaré con el prólogo: Oscuridad. Espero que sea de vuestro agrado.

Spoiler: Mostrar
El sudor frío se deslizaba con rapidez por mi frente, plagada de pelo rizo y negro, por mis mejillas pálidas, y caía finalmente de mi mentón para acabar aterrizando en la absoluta oscuridad. De no ser porque lo estaba pisando, no hubiera sabido que realmente había un suelo, una superficie irregular sobre la que caminaba, que no me encontraba suspendido en la nada. Esa negrura cubría todo, impidiéndome ver lo que está delante de mí. Debido a ello, me vi obligado a correr con los brazos extendidos hacia adelante, rezando por no chocar contra algo, pues a esa velocidad resultaría en la ruptura inevitable de mis brazos.
Tras correr sin ningún destino por la oscuridad, decidí detenerme, notando punzadas de dolor en mi costado debido al esfuerzo, aunque no me vi capaz de determinar si ese dolor era real o no. Quizás era el miedo, o el cansancio, pero sentía como si esa sensación no fuese verdadera. Al igual que todo lo demás. Aún así, me apoyé sobre mis rodillas, intentando recuperar el aliento, y haciendo un esfuerzo mental por comprender qué estaba pasando.
Me había despertado en ese lugar. Lo primero que había llegado a mis ojos al abrirlos era la imponente oscuridad que cubría aquel misterioso sitio, de suelo irregular, como si tuviese piedras (o eso quería creer que eran, pues crujían bajo mis pies con un desagradable sonido seco), y sin ningún tipo de relieve. Así mismo, carecía de obstáculos, como árboles, rocas más grandes o incluso paredes. Era, sin duda, un paisaje imposible, un lugar completamente plano e infinito, como si me encontrase en una de esas rectas que me explicaban, sin éxito, en mis estudios secundarios no obligatorios.
Había buscado en mis bolsillos algún tipo de objeto que me pudiese resultar útil para ver, como mi móvil o un mechero, aunque era improbable que me encontrase éste último, ya que no solía llevar uno encima. Sin embargo, la búsqueda no tuvo ningún éxito. Mis bolsillos estaban completamente vacíos, tanto los de los pantalones como los de la chaqueta. Por un momento se cruzó por mi cabeza la idea de que alguien me había quitado todas mis pertenencias y, acto seguido, me había abandonado allí, pero comprobé que estaba equivocado al notar que tampoco llevaba el anillo que sólo me quitaba en casa. A pesar de que existía una enorme probabilidad de que esa misteriosa persona me hubiera quitado también el anillo, sentencié que el último sitio donde había estado era mi propio hogar, incluso sin pruebas concluyentes, por lo que la culpa de mi carencia de objetos era única y exclusivamente mía.
Lo siguiente que noté, exactamente después de dejar de lamentarme por no llevar nada encima, fue la presencia. No hubiera sabido describirla, y tampoco me veía capaz en aquellos momentos, tras haber corrido durante lo que me pareció una eternidad, de decir qué era aquel ser.
No lo había visto –hubiera resultado imposible, de todos modos, debido a la oscuridad– , ni escuchado. Sólo lo había notado, como si un sexto sentido hubiera nacido sin previo aviso en mi mente, un sentido macabro y siniestro que me advertía de que algo desconocido estaba detrás, observándome, conociendo cada uno de mis movimientos. Y automáticamente, puede que por instinto, había echado a correr.
Tras rememorar los sucesos que habían ocurrido tan de repente, y habiendo recobrado ya el aliento, a pesar de que aún sentía punzadas de dolor por todo el vientre, decidí retomar el camino, ahora con un ritmo más pausado, ya que había cesado mi detección de aquella presencia, ya fuera porque ésta se había quedado atrás o porque, sin ninguna razón aparente, el sexto sentido se había ido tan repentinamente como había aparecido. Deseé con toda mi alma que se tratase de la primera opción.
Como si me pasease en el mar de sombras, caminé lentamente sin saber a dónde acabaría llegando, si es que podía llegar alguna vez a alguna parte. Mientras me movía pisando las piedras quebradizas, o aquello que fueran, intenté recordar algo anterior a mi despertar, puesto que la respuesta a esa gran incógnita seguía en la niebla. Aun con todo mi esfuerzo, no logré acordarme de nada. Todo era un espacio en blanco o, más apropiadamente, en negro.
Me detuve en seco. Como si una válvula se hubiese abierto en mi interior, todo el pesimismo empezó a inundarme. No sabía dónde estaba, cómo había llegado ahí, ni cómo salir. Quizás estaba destinado a ser encontrado por aquella presencia, a pesar de lo que hiciese, pues aquel era, sin duda, su espacio. El sentimiento de impotencia se apoderó de mí, paralizando mi cuerpo, susurrándome que era inútil continuar caminando sin un destino. Me senté, temblando, en aquel suelo, tocando aquella materia lisa, dura, y aún así quebradiza, con las yemas de mis dedos. Me había intentado convencer de que eran rocas cuando sabía perfectamente, de alguna manera, que eran huesos. Susurré aquella palabra, intentando convencer por completo a mi mente, que seguía, muy en el fondo, negando aquella realidad, quizás por la repulsión de la idea.
Me recosté sobre los huesos, cansado, pesimista, incapaz de continuar o desdeñando el deseo de hacerlo. Tan sólo deseaba cerrar los ojos y despertar en un lugar distinto, donde la oscuridad se hubiese ido, donde estuviese a salvo. Sólo antes de sumergirme en el sueño noté de nuevo la presencia, seguida de un dolor en el cuello que se iba desvaneciendo junto con mi mente.


También podéis leerlo de forma más cómoda y ordenada en formato PDF, disponible online --> http://hitorinohinansho.files.wordpress ... known3.pdf

Dejad vuestras opiniones en comentarios y esas cosillas. El capítulo 1 será publicado en una semana, ¡seguid atentos!

*Novedad*
Para la comodidad de los lectores, he subido los capítulos escritos hasta la fecha, ya disponibles para su descarga por Mediafire y para su lectura cómoda en Issuu.
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Última edición por Hitori el Mar Feb 07, 2012 12:50 am, editado 1 vez en total
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Vanitasmásde8000 y Death escribió:Vanitas: premio lol

Death: Yaaaaay
¿Qué he ganado?

Vanitas: un nada muy bonito .u.

Death: Bieeeeen
¡He ganado un Nada Bonito!
Descripción: No te permite hacer nada. No da ningún tipo de bonus.
Stats: Fuerza +0, Magia +0, Velocidad +0, Defensa +0, Suerte +0

Lee-kun y Death escribió:-Lee-kun:
http://chzmemeafterdark.files.wordpress.com/2012/02/naughty-memes-untitled7.jpg
-Death:
8<
*Your sanity is reaching lowest levels*
-Lee-kun:
Lol xD
Dotho y su miedo por las vaginas
-Death:
u.u
Las vaginas son más terroríficas que cualquier cosa de Amnesia
-Lee-kun:
No, son pestosas
Pero, saben muy bien (????)
-Death:
Y tienen tentáculos
Y echan babas espaciales que corroen cualquier material
Y además, dicen que si tocas una, absorbe tu alma
-Lee-kun:
Lol
http://youtu.be/5ZXreMV3HQY
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Re: -Unknown-

Notapor Sombra » Mar Ene 10, 2012 11:56 am

Que conste que también lo he leído en la revista que no permitiré que No Lo Leas :D
Escribes genial y el ambiente está bien descrito. La trama es misteriosa y crea expectación. Siga usted así
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Re: -Unknown-

Notapor Sora » Mar Ene 10, 2012 4:59 pm

Está muy muy bien, solo unas cosillas:
1. Creo que pones demasiadas comas (resulta un poco lioso a veces).
2. Cuando copias y pegas, de algún sitio o programa, al foro, se pega sin "intros" (o espacio entre los párrafos, como lo quieras llamar xD), así que tedrás que ponerlo manualmente cuando lo vayas a enviar (te aconsejo que lo hagas, por que es mucho más cómodo para la lectura).

Pero vamos, que en general me ha encantado. Me has dejado con la intriga! xD

Espero el próximo capítulo con ansias~~
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Re: -Unknown-

Notapor Hitori » Lun Ene 16, 2012 6:22 pm

EDIT POR PROBLEMA MUY GORDO:
Me confundí a la hora de subir el capítulo. Subí el siguiente al que debía ser esta semana por una sincronización incorrecta con No Lo Leas. Para compensar, subiré ahora el Capítulo 1 (1/2) y la semana que viene seguiré con el Capítulo 2. Perdonad las molestias.

Spoiler: Mostrar
Sentí el dolor. Un dolor intenso, nacido en mi cuello, que nublaba mis sentidos por completo. Abrí los ojos con fuerza ante el dolor, pero no vi absolutamente nada. De repente, el dolor cesó.
El sudor frío empapaba mi ropa y hacía que el pelo mojado se me pegase a la frente. Poco a poco, recobré los sentidos, notando en primer lugar el frío del suelo en el que estaba acostado boca abajo. Todavía no era capaz de ver nada, puesto que todo estaba a oscuras. Un sonido se escuchaba cercano, el sonido de gotas de agua cayendo sobre una superficie metálica. Recordé, sin más, dónde estaba. Me sentía ridículo al no haber reconocido antes las baldosas heladas que pisaba cada día, aquellas que conformaban el suelo de mi cocina. Me incorporé con dificultad, notando dolor en el cuello, que achaqué en principio a haber dormido en el suelo y con esa postura, y pulsé el interruptor que había al lado de la puerta, justo enfrente de donde yo había estado acostado. La fuerte luz de los tubos fluorescentes me cegó momentáneamente, provocando que el dolor de mis ojos al entrar en contacto con ella se sumase al del cuello.
Poco a poco abrí los ojos, acostumbrándome a aquella claridad, a la vez que confirmaba con mi vista que me encontraba en la pequeña cocina de mi piso, de aspecto insulso, con paredes y baldosas blancas, una encimera con cajones, todo del mismo color, y una pequeña cocina eléctrica en el centro, en conjunto, bastante limpio. En una esquina, pegada a la encimera, se encontraba la alta nevera metálica, justo al lado del fregadero, lleno de platos limpios. Frente a estos muebles, estaba la pequeña mesa blanca, sin nada encima, mientras que la única silla que había estaba tirada.
Dirigí mi mirada al suelo mientras caminaba hacia la silla, cuando vi pequeñas gotas de sangre, casi imperceptibles. Automáticamente, llevé mi mano al cuello, y comprobé, tras observarlas, que estaba sangrando ligeramente. Sin alarmarme demasiado, incorporé la silla y la acerqué sin hacer ruido a la mesa para, a continuación, salir de la cocina y dirigirme al baño.
No sólo la cocina, sino el piso en su totalidad, era bastante diminuto. La estancia anterior conectaba directamente con el pequeño salón, compuesto por un sofá viejo de color crema y una mesita baja, de madera, frente a la puerta que acababa de abrir, una estantería con algunos libros pegada a la pared y una televisión de pantalla plana, quizás lo único valioso de aquella estancia, justo al lado de la entrada a la cocina. Noté enseguida el cambio de temperatura del suelo, que era de madera en comparación a las baldosas, debido a que iba descalzo.
Crucé pronto el salón para entrar en mi habitación y, de ahí, sin pararme a mirar siquiera mi ordenado cuarto, entré al baño. La luz era suave, insuficiente para distinguir bien cualquier cosa en el espejo que tenía enfrente, por lo que encendí las pequeñas bombillas del botiquín del cual formaba parte el espejo. Sólo dos bombillas bastaron para ver claramente la herida que tenía en uno de los lados del cuello. No era una herida profunda, y tampoco sangraba excesivamente. Suspiré, desconociendo el origen de esa magulladura, y abrí el botiquín, del que saqué una botella de alcohol etílico y una pequeña caja de tiritas.
Tras hacer unas rápidas curas en mi cuello, salí del pequeño baño, igual de impoluto que el resto de la casa, y entré en mi dormitorio. Me tiré de inmediato en mi cama, de sábanas blancas, que estaba pegada a la pared, y observé sin mucha atención el techo amarillento.
Mi habitación era un tanto más personalizada y alegre que el resto de la casa, a pesar de que carecía de un gran número de muebles. Tan sólo había en ella un armario empotrado, un pequeño escritorio lleno de libros y papeles y una estantería abarrotada de más libros, peluches y figuras de series japonesas que me gustaban. La cama, cubierta por una colcha blanca, tenía al lado una mesilla de noche de madera gris, similar a la propia cabecera del lecho.
Mientras miraba el techo, mi mente empezaba a navegar por los mares del pensamiento, cual Caronte cruzando las aguas del río Estigia. Recordé de forma vaga aquel sitio, la opresión en mi pecho, el miedo que sentía. Pero todo había terminado, ya era tan sólo un mal sueño. Habían pasado dos semanas desde que había salido del hospital, todavía con dificultad para moverme. Múltiples pesadillas habían acosado mis sueños desde aquel momento, como si las malas experiencias me persiguiesen sin remedio. Pesadillas de las que me despertaba cubierto de sudor, con la respiración agitada y el corazón latiendo a un ritmo desbordante. “Como la que tuve hoy”, pensé.
De igual manera, no era la primera vez que me despertaba tirado en algún sitio, sin recordar con exactitud qué hacía en ese sitio ni qué había pasado. La de aquel día tan sólo era la quinta vez que me ocurría. Había sido peor otras veces, ciertamente. Rememoré la ocasión en que me había desmayado en medio de la calle, sin previo aviso, para despertarme luego en brazos de un hombre que no conocía de nada, rodeado de gente, escuchando una ambulancia en la distancia.
Asistí al médico en dos ocasiones, para recibir tan sólo un diagnóstico que no daba solución alguna a mis problemas.
–Sufre usted de agotamiento –Había dicho el doctor, mirando los papeles tras sus gafas finas–. Debería reposar y tomarse sus estudios con calma.
A pesar de mis múltiples intentos por explicarle que tenía una vida lo suficientemente tranquila, el médico jamás me escuchó y siguió recomendándome, sin más, que descansase. Decidí, tras la segunda visita, que no volvería a molestarme en pedir ayuda. Tampoco es que tuviese mucha gente a la que acudir.
Intentando apartar los angustiosos recuerdos de mi mente, me levanté y hojeé un par de libros de la universidad. La carrera que había escogido dos años atrás era de una facilidad notable, o eso me parecía a mí. Muchos otros estudiantes se estresaban ante los extensos temarios, y envidiaban mi tranquilidad y mis destacadas notas. Tras mirar durante un rato, sin ninguna atención, los pesados libros, los dejé a un lado de la cama y salí de la habitación.
Con paso lento me dirigí al pequeño salón, donde me dejé caer en el sofá, aún con la cabeza llena de pensamientos. En un intento por despejar mi cabeza, encendí el gran televisor de pantalla plana. Sin mucho interés, empecé a cambiar de canal, sin detenerme demasiado a ver los aburridos debates, culebrones, telenovelas y series animadas que pasaban, canal tras canal. Finalmente, me detuve en un informativo.
En primera plana se veía la foto de carnet de un joven de no más de 20 años, con el típico semblante serio de ese tipo de fotografías. Inmediatamente empezó a hablar la reportera.
–El joven, de 19 años de edad, fue víctima de un homicidio provocado por su compañero de piso, quien alega no recordar el suceso –Explicó, con una expresión impasible, a pesar de tener un brillo de lástima en los ojos. Acto seguido, un joven cuya cara había sido pixelada apareció en pantalla, prestando declaración.
–Yo no le asesiné... –Su voz había sido modificada también, dándole un tono grave que le hacía parecer aún más culpable–. Desperté tirado en el suelo, cerca de él, y él estaba muerto. Tuvo que ser el monstruo, ¡ese monstruo!
Con esas palabras, volvió la imagen de la reportera, sembrando la incertidumbre en mi mente, así como, imaginé, en la del resto de los espectadores. Nadie creería en la historia de un monstruo que asesinó a su amigo y le dejó a él inconsciente y sin un rasguño. A pesar de eso, había gente que se arriesgaba a contar tales mentiras. Y aún así, sentía cierta familiaridad, como una pequeña espina clavada en mi mente.
No presté mucha atención a las palabras de la reportera, hasta que un extraño y siniestro dibujo fue mostrado en pantalla. Una especie de ser completamente negro, dibujado con trazos irregulares y nerviosos, como los dibujos hechos por los niños que aparecían en las películas de miedo. Recordé, sin más, una película en la que aparecía un dibujo similar, de un demonio que quería apoderarse del niño protagonista.
Suspiré. Aquella noticia se volvía cada vez más surrealista, cosa que no le quitaba la gracia al asunto, aún siendo algo tan serio como un asesinato. Sin embargo, que el asesino hiciese una historia tan tópica, sacada de cualquier película de terror, era ridículamente gracioso.
Apagué la televisión, un tanto cansado de los cuentos del asesino, y me tumbé boca abajo en el sofá. Sin razón aparente, la noticia seguía rondando mi mente, uniéndose al conjunto de pensamientos que ya lo hacían con anterioridad. El asesinato, el monstruo, el dibujo... todos me aguijoneaban, como si mi mente quisiese hacerme recordar aquellos datos que parecían irrelevantes en mi vida. Harto de todo ello, decidí hacer algo que me despejase por completo.
Cogí mi teléfono móvil y busqué en la casi vacía agenda, sin mucho esfuerzo, el número de uno de mis amigos más cercanos. Intenté recordar antes de pulsar el botón de llamada si él estaría ocupado ese día, pero al no venir a mi cabeza ningún plan que me hubiese comentado, me decidí por completo.
El largo pitido sonó tres veces antes de que una voz suave contestase al otro lado de la línea. Sin intercambiar demasiadas palabras, acordamos vernos en su piso, que era bastante más espacioso que mi pequeño y angosto hogar. Tras colgar, rascándome suavemente la cabeza, me metí en el baño, dispuesto a darme una ducha que me despojase del sudor, ya seco, que todavía cubría mi frente, esperando también que el agradable calor del agua comenzase a despejarme.

Un hombre miraba, con ojos muertos, las palmas de sus manos. Se encontraba en una oscura sala de interrogatorios, únicamente iluminada por la luz tenue de una lámpara metálica. Frente a él, sobre la mesa, varios documentos y fotografías mostraban el cuerpo mutilado del que había sido su amigo, su compañero de piso. Se llevó las manos a la cara, tapándose los ojos y ocultando las lágrimas que caían por ellos.
–Yo no lo maté... –Repetía, con la voz rota–. Yo no lo maté... El monstruo lo hizo...
A pesar de que el policía, que había estado en la sala hasta hacía poco, ya había salido, el hombre seguía hablando, intentando convencer a alguien que ya no estaba, o a sí mismo. ¿Era todo esto una pesadilla? ¿Estaba todavía soñando?
El hombre se levantó de la oxidada silla metálica, viendo como toda la sala se movía y cambiaba a cada momento. Se llevó las manos al cuello, sintiendo un profundo dolor en él.

Entró en la sala de interrogatorios, pensando en el sujeto que le había tocado interrogar, “un pirado”, como le había comentado a sus compañeros entre risas. Sin embargo, lo que encontró en la oscura sala al entrar no fue lo que esperaba, al supuesto asesino sentado en la silla, sino su cuerpo, tirado en un pequeño pero creciente charco de sangre, con una expresión de terror y dolor en su cara.
Intentando mantener la compostura, el policía informó del suceso, causando la inminente aparición de otros compañeros y, posteriormente, de un forense que examinó el cadáver, confirmando de inmediato que el sujeto había provocado su propia muerte cortándose el cuello con sus uñas, ahora completamente cubiertas de sangre.


Formato PDF: http://hitorinohinansho.files.wordpress ... tulo-1.pdf

Y aquí el 2/2:

Spoiler: Mostrar
Me sequé el pelo moviendo rápida y bruscamente una de las toallas blancas que había cogido de la pequeña percha, al lado de la ducha. Por suerte, aquella ducha me había despejado un poco la mente, como deseaba. Me acerqué al espejo del baño y, tras desempañarlo, miré mi reflejo. Mis ojos grises ya no parecían tan cansados como antes, y mi pelo lucía más limpio y brillante, aún estando completamente despeinado, lo cual me daba un desagradable aspecto desgarbado.
Tras observarme en el espejo durante unos segundos, me coloqué la toalla a la cintura y me dirigí a la habitación, donde escogí al azar un par de piezas de ropa para ponerme. Observé el reloj: Faltaban pocos minutos para la hora acordada. Me vestí rápidamente, arreglé un poco mi pelo en el baño y, cogiendo mis pertenencias más importantes —mi móvil, reproductor de música y llaves, no sin antes colocarme mi anillo en el dedo—, salí de mi pequeño piso.
Las calles estaban extrañamente vacías. A pesar de que Uvega no era una ciudad extremadamente poblada, tal carencia de gente era anormal. Sin embargo, no le di mayor importancia, ya que tenía el tiempo limitado, y me dediqué a correr por las calles, plagadas de tiendas a ambos lados. Siempre pensé que una ciudad tan pequeña no necesitaba un número tan exagerado de tiendas, especialmente de ropa, pero éstas crecían sin cesar. No era raro encontrarte una tienda nueva donde, una semana atrás, sólo había un bajo en alquiler. “Demasiado bestia”, pensé. Pensamientos superfluos que llenaban mi mente, pero no por serlo eran desagradables; prefería aquellas innecesarias ideas antes que los recuerdos o pensamientos más profundos que anidaban mi mente a diario. “A veces es agradable pensar en tonterías”, me dije.
Pronto llegué al lugar acordado para verme con él. Miré el alto edificio de cinco plantas antes de aproximarme al portal, donde pulsé el número 2-D del panel. Lo mantuve unos segundos pulsado, haciendo que su característico sonido eléctrico saliese del pequeño altavoz. Poco después de mi llamada, la voz suave de mi amigo sonó, preguntando quién era y abriendo la puerta ante mi respuesta monosilábica.
Salí del ascensor, alcanzado el segundo piso, para encontrarme a un chico de pelo castaño algo revuelto, y vestido con una simple camiseta grisácea y unos pantalones de chándal, plantado frente a la puerta del 2-D. Le hice un simple gesto en señal de saludo y entré en su piso detrás de él.
—Como en tu casa, ya sabes —dijo, de forma casi innecesaria, pues no era la primera vez que visitaba aquel piso y sabía la libertad que tenía en él. Tras dejar mi abrigo negro en una de las perchas, me dirigí al salón y me dejé caer en el sofá, que era bastante más grande que el mío, algo cansado por la caminata hasta su piso. Entró entonces en el salón, poniendo las manos en las caderas y esbozando una sonrisa.
—Adoro el modo en que me tomas al pie de la letra siempre, David —comentó, con un tono de regañina jocosa, sonriendo más ampliamente.
—Como en mi casa, Bruno –respondí, haciendo énfasis en su nombre, antes de dedicarle una burlona sonrisa.
—Bueno, ¿qué vas a querer? ¿Café, té, refresco, cerveza...? —me ofreció, aún sabiendo que mi respuesta no cambiaba nunca. Tras pedirle el café, se dirigió a la cocina, rechazando mi ayuda para prepararlo.
Volvió al cabo de escasos minutos con una taza y una lata de cerveza, ya abierta, de la que bebió un trago antes de sentarse a mi lado. Me miró entonces, esperando que le explicase la razón de mi repentina llamada y propuesta de vernos.
—¿Qué, no puedo llamar a un buen amigo sin tener intenciones secundarias? —me mostré ofendido, aunque él sabía que estaba bromeando. La rutina habitual con mis amigos, aún cuando habían cambiado demasiadas cosas en tan poco tiempo desde aquel momento. Conversamos sobre temas sin demasiada importancia hasta que comenzó a hablar de un importante tema. Uno estrechamente relacionado con todo aquello que no quería recordar.
—Es verdad, ¿cuánto hace ya que saliste del hospital? —me tensé al escuchar la pregunta, pero no me percaté de si Bruno lo había notado. Él continuó hablando sin esperar a mi respuesta–. ¿Semana y media?
—Dos —dije únicamente, con un tono algo seco. Él asintió, cerrando sus ojos marrones.
—Cierto, cierto —se limitó a decir, antes de continuar la conversación por vías que no terminaban de gustarme—. Debió de ser duro... Uh, lo siento, no debería sacar este tema. Perdón...
Por fin se había dado cuenta de lo incómodo que yo me encontraba. Le dije que no había problema, haciendo que dejase de preocuparse por ello. De repente, como si se hubiera acordado de algo, me miró fijamente y me dio unos golpecitos en el brazo, intentando llamar mi atención.
—¿Te has enterado de lo del asesinato ese? —preguntó, sin concretar de qué hablaba. Con la cantidad de asesinatos diarios que había, me resultaba un poco difícil saber a cuál se refería–. Hombre, ¿a cuál me voy a referir? —dijo, con tono de molestia, como si la respuesta fuese obvia y mi pregunta le hubiese resultado estúpida—. ¡Al de ese tío que dijo que un ser extraño había matado a la víctima!
Reconocí al instante el asesinato al que se refería. Lo había visto hacía escasas horas en la televisión y, al parecer, mi amigo también lo había hecho. De algún modo, a pesar de que la historia del monstruo me parecía una mala excusa, me sentía incómodo. El emocionado chico continuó hablando del tema, incluso aunque no recibía ninguna respuesta de mí.
—A mí me parece muy siniestro... —comentó, reflejando algo de miedo en su expresión—. No esos cuentos sobre el monstruo; no creo que nadie se trague eso. Lo que me da algo de miedo es que haya ese tipo de perturbados por el mundo. ¿Qué pasaría si nos encontrásemos con uno así?
Agitó la cabeza, en señal de que no quería pensar en ello. Por mi parte, tampoco me gustaba la idea, pero no mencioné nada. Hasta que una idea cruzó mi mente. Dudé unos segundos antes de comentarlo, decidiéndome finalmente por decirlo.
—Cambiando de tema... —comencé, intentando aparentar que lo que iba a decirle no tenía relación con los asesinatos. Aunque... ¿acaso la tenía? Mi mente comenzaba a desviarse de nuevo por pensamientos extraños, pero la detuve antes de que fuese más allá—. ¿Alguna vez has tenido un sueño tan realista que piensas que es de verdad?
Bruno me dedicó una mirada que me pareció algo escéptica, aunque puede que fuera mi imaginación.
—Claro, supongo que todos hemos tenido sueños así alguna vez —respondió, dejándome insatisfecho con la respuesta. Esperaba algo más por su parte, que me diera pie a contarle la razón de mi pregunta. Al ver que no lo hacía, tomé la iniciativa con el tema.
—Verás... —comencé, masticando mis palabras antes de decir nada, buscando la manera más adecuada de expresarlo—. Últimamente he estado teniendo sueños muy raros.
>>Lo normal en mis sueños es encontrarme en un sitio completamente oscuro y frío, con un suelo muy raro, y teniendo la sensación de que algo me sigue. Entonces empiezo a correr, teniendo miedo de caerme al suelo, más por la posibilidad de que lo que me persigue me atrape que por el hecho de caerme. Corro, sin saber a dónde, cada vez más agitado y nervioso y con más miedo.
Comencé a sentirme cada vez más nervioso a medida que le iba contando el sueño a mi atento amigo. Quise terminar pronto, así que bajé la mirada y me dispuse a relatarle el fin del sueño.
—Al final, dejo de correr, me rindo y me siento en el suelo. Éste resulta estar hecho de huesos que, aunque nunca distingo por estar todo oscuro, algo me dice que son de humanos. Cierro los ojos y me quedo allí, esperando algo que no sé si llega o no...
Me quedé mirando al suelo tras terminar de explicarle la totalidad de aquella pesadilla, esperando una respuesta por su parte.
—Veo que es un sueño bastante siniestro, pero... sólo es eso, aunque te parezca muy real. No es más que una pesadilla con principio y fin.
De algún modo sabía que no me iba a entender, por lo que continué explicándome.
—Sé que el sueño en sí no tiene mucho que ver con lo real, aunque cuando esté soñando sí lo parezca —le di la razón, antes de mencionar un dato importante—. Pero hay más. Lo primero es que siempre que tengo estos sueños es porque me he desmayado antes. Es decir, nunca he tenido las pesadillas al acostarme en cama por la noche, no: me desmayo.
Hizo una mueca de preocupación, pero le indiqué con la mano que me dejase continuar.
—Y lo segundo es que cuando me despierto, a veces tengo heridas —me llevé la mano al cuello de forma inconsciente—. Hoy, por ejemplo, me pasó... Creo que perdí la consciencia estando en casa y, tras tener la pesadilla, vi que tenía una herida en el cuello. No estoy seguro, pero parece un corte hecho con uñas o algo así.
Le mostré la pequeña herida mientras la mencionaba, esperando que me diese su opinión. Coincidió conmigo, añadiendo que parecía una uña de animal más que de persona.
—Es muy raro. Otras veces he tenido heridas similares, en los brazos, en el pecho o en las piernas, pero nunca sé cómo me las hago —di por concluida la explicación y, sin dejarle decir nada, reivindiqué mi opinión sobre lo real que eran esos sueños—. ¿Ves por qué lo decía?
Finalmente me dio algo de razón, aunque todavía me parecía algo reacio a aceptar mi opinión. De repente, se puso de pie, se llevó la mano a la barbilla y empezó a dar vueltas con paso lento por el salón, como pensando.
—Tengo una teoría sobre todo esto —expresó, dejándome algo extrañado y deseando no haber sacado el tema. Sus teorías eran demasiado surrealistas y extrañas—. ¿Cuál crees que es la verdad acerca del mundo?
Así comenzó lo que supuse que sería la teoría más rara de todas las que había escuchado de al boca de aquel hombre. Quise callarle antes de que empezase, pero no le di importancia y le dejé hablar. “Quizás hasta es interesante...”
—Tengo la teoría de que el mundo no es más que la creación inintencionada de algún ser, producto de su imaginación o su mente al pensar en una realidad diferente a la suya —quise añadir que aquello no era una teoría suya. Más bien era algo parecido a la teoría del Motor Inmóvil aristotélico, pero decidí no decir nada—. Es decir, es posible que haya un ser que los humanos llamemos “Dios” que lo único que ha hecho es imaginarse el mundo que conocemos, creándonos a todos sin siquiera saber que lo ha hecho. Pero quizás, ese ser no es más que un humano normal y corriente en su realidad, que ha imaginado algo distinto a lo que él conoce.
>>Si esto es así, nuestra realidad no es más que un submundo salido del mundo que habita ese ser. Por tanto, ¿no es posible que esta regla también sea realidad en nuestro mundo? Es decir, quizás los humanos de nuestro mundo también somos capaces de crear submundos a partir de nuestra imaginación.
>>Siguiendo en esta línea, si tenemos la capacidad de crear submundos —nosotros exclusivamente, los humanos, por ser los únicos seres vivos racionales—, estas realidades deben de estar separadas de la nuestra. Pero... ¿y si la separación entre ellas fallase en algún momento?
Empecé a temerme lo peor. El discurso de Bruno había alcanzado su clímax: El comienzo del surrealismo.
—¡Está claro! —exclamó, como si fuera una verdad común para todos y fuese algo obvio—. ¡Algo de lo que imaginemos podría volverse real en nuestro mundo!
—Para el carro —me negaba a escuchar más ideas extravagantes, por lo que quise detenerle antes de que siguiese por ese camino—. ¿Crees de verdad que es posible que un ser de nuestra imaginación se vuelva real? ¿Te has vuelto loco o estás de coña? Porque espero que sea lo segundo.
—¡No, tío! Lo digo muy en serio. Quién sabe, quizás las cosas de nuestra imaginación se manifiestan de algún modo, pero no directamente. O sea, no creo que nadie pueda ver un monstruo de verdad, pero... —me pareció una clara referencia al “monstruo” del asesinato de aquel mismo día—. Quizás sí hay alguna manifestación física, y aquí es donde quiero llegar.
>>Los sueños son parte de la imaginación, por lo que también es posible que se creen submundos al soñar. Y si realmente algo puede manifestarse en nuestro mundo, es posible que tus heridas sean lo que se manifestó. Era eso a lo que me refería. Las heridas que un ser te pudo haber hecho en sueños, pueden haberse manifestado en este mundo porque tú sí existes en él.
De algún modo, eso me pareció más coherente. Y sin embargo, me mantuve cerrado ante esas ideas. No dejaban de ser extrañas teorías sacadas de una mente excesivamente imaginativa.
—Vale, reconozco que eso ya tiene más sentido —afirmé, sintiendo que estaba siendo poco honesto—. Pero no me acaba de convencer...
—Bueno, pero tiene sentido —parecía intentar autoconvencerse más que convencerme a mí, pero no le di más importancia y di por concluido el tema. No tenía ganas de escuchar más teorías extrañas ni de pensar en nada, por lo que cambié de tema bruscamente y comencé a hablar de otros temas que me parecían más entretenidos e interesantes para conversar.
Fuese cual fuese la razón de mis extraños sueños, mis desmayos repentinos y mis heridas tras estos dos, no le di importancia en aquel momento. La respuesta podía esperar o quedarse en el olvido, y hubiera preferido la segunda opción. Olvidar los sueños, los acontecimientos extraños y que mi vida volviese a la estable rutina que tenía antes de aquel día que no quería recordar.
Sin embargo, de alguna manera sabía que esto no iba a ser así.


Como siempre, os lo dejo para una lectura más cómoda en formato PDF online:
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La próxima semana, capítulo 2~
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Notapor Hitori » Lun Ene 30, 2012 6:10 pm

Hoy es lunes.

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Caminé, sin prisa, por las calles nocturnas de mi pequeña ciudad. Se encontraban igual de solitarias y vacías que a la tarde. Nada había cambiado, seguía reinando el silencio en cualquier sitio donde mirase. Todavía desconocía el motivo de la extraña carencia de gente, y mi buen amigo tampoco sabía nada que pudiese explicarlo.
Sin embargo, en esos momentos era lo que menos me importaba. Tanto mi cuerpo como mi mente se encontraban agotados; quizás más mi mente, debido a todo lo que la había sometido en tan poco tiempo. Cualquier nuevo dato, teoría o simple pensamiento acerca de mis sueños, mis desmayos o similares era una estaca clavada en mi mente, imposible de sacar. Recé para que pudiese deshacerme de ellas durante mis horas de sueño.
Llegué a un conflictivo barrio cercano a mi piso, donde los pequeños y descuidados edificios estaban plagados de graffitis y carteles publicitarios de un desconocido grupo llamado The Game en los bajos, y los pisos superiores mostraban un degradante estado, con algunas ventanas rotas, suciedad e incluso alguna que otra botella de bebidas alcohólicas en los diminutos balcones. Decidí, aunque lo considerase una locura, atajar por un estrecho y oscuro callejón que conectaba con la calle contigua al bloque de edificios donde residía. Temía que algún drogadicto o ladrón me asaltase a mitad de trayecto; sin embargo, me armé de valor y me introduje en aquel angosto pasaje.
Las sensaciones que provocaba eran tan agradables como su aspecto: un fuerte olor a basura y humedad inundaba mis fosas nasales, a la vez que sentía como si caminase por encima de un montón de piedras, que en realidad era basura esparcida y tirada por todas partes. Y sin previo aviso, escuché sonidos detrás de mí. No sólo no me detuve, sino que además apreté el paso, deseando salir ya de aquel callejón y respirar un aire más limpio, caminar por un suelo fijo y sentirme aliviado. La iluminada calle estaba cada vez más cercana. Mi salida de aquel infierno estaba a tan sólo unos pasos, sólo deseaba no caer en el mismo error de Orfeo.
Y entonces noté algo rozándome las piernas. Me sobresalté, ahogando un grito, a la vez que me quedaba paralizado en el sitio. Intenté ordenarle a mis piernas que me dejasen correr, huir de allí, pero no me lo permitían. Y entonces vi qué era lo que me rozaba. Tan sólo un gato.
Inspiré y expiré aire profundamente, todavía con el corazón latiéndome a toda velocidad. El felino de pelaje negro y ojos brillantes continuó caminando hasta llegar a la calle, y me dispuse a imitar su acción. Cuando por fin me encontré debajo de una farola que iluminaba, junto con sus compañeras, la totalidad de las calles con un tono anaranjado, me reí de mi propio miedo.
—¿Cómo pude asustarme por un simple gato...? —reí ante la ridiculez de mis actos, que había estado completamente condicionada por el miedo—. Cada vez estoy más paranóico.
Continué, ya relajado, por las todavía vacías calles hasta llegar al bloque de edificios, donde se hallaba mi portal, en el centro de todos los demás. Saqué las llaves con las manos todavía temblorosas, lo que provocó que fallase un par de veces al introducirlas en la cerradura. Cuando por fin acerté, me metí a toda velocidad en el portal, que encendió las luces al detectar mi presencia.
Me apoyé, suspirando, en el espejo del ascensor, quedándome de frente con mi reflejo. Mis ojos lucían cada vez más cansados y apagados, como si hubiese estado noches sin dormir bien. Me froté la cabeza con una mano, despeinándome un poco.
—Por lo menos mañana no tengo nada que hacer —me recordé—. Podré intentar dormir unas cuantas horas más.

Tiré las llaves en el sofá y después repetí el acto conmigo mismo, acomodándome en el confortable asiento. A pesar de que estaba cansado, decidí hacer algo antes de irme a cama. En un acto casi reflejo, encendí la televisión para, al menos, escuchar voces de fondo. Inmediatamente después, abrí el portátil y, tras esperar a que se iniciase, navegué un poco por la red, informándome de lo que había ocurrido entre mis conocidos mientras yo estaba fuera.
—Nada interesante —concluí, mientras me dejaba caer en el sofá. Miré distraídamente la pantalla de la televisión, cuando el noticiario pasó a una noticia que llamó más mi atención. Una similar a la de la mañana.
La reportera informaba, con su habitual rostro neutro, del asesinato ocurrido pocas horas atrás, en una hora en la que calculé que me encontraba en casa de Bruno. Los dos asesinatos no parecían tener nada que ver en un principio: las causas de la muerte eran distintas y la víctima se trataba en esta ocasión de la compañera sentimental del presunto asesino. En cuanto a éste, había desaparecido. Sin embargo, pronto mostraron un elemento que me hizo, de alguna manera, relacionarlo automáticamente con el anterior.
“Sueños”, rezaba una de las paredes enfocadas por la cámara, escrita en letras rojas, seguramente escritas con sangre. Me estremecí ante la idea. Pronto empecé a pensar, un tanto inconscientemente, en aquello.
Primero un asesinato en el que el asesino menciona algo de un monstruo que, sin ninguna razón, me recuerda a algo; y ahora, otro asesino, en el mismo día, escribe con sangre esa palabra clave. Tenían que estar relacionados de alguna manera, según la conclusión a la que llegó mi mente. Pero pronto mis cavilaciones inconscientes se vieron interrumpidas por alguien que llamó a la puerta de mi piso.
Con un poco de miedo, en parte irracional, me acerqué a la puerta. Por mi mente pasaban pensamientos ridículos acerca de asesinos o incluso seres paranormales, completamente condicionados por todos los sucesos que me habían acosado continuamente en aquel día. Abrí la mirilla y observé a través de ella, aliviándome en parte al ver que sólo se trataba de una joven de cabello rubio y largo, que parecía no tener más de 19 o 20 años. A pesar de que no conocía a esa chica, no me daba la sensación de ser peligrosa. Abrí la puerta.

Un hombre corría entre las sombras. Jadeando, borrando de su mente cualquier rastro de culpabilidad y sus propias memorias de aquella fatídica noche. La dantesca imagen acosaba su mente: sangre, un cadáver, era ella. Muerta. ¿La había matado él? No lo recordaba, aquello no estaba en su mente. Sentía como si fuera la víctima de un macabro juego que intentaba culparle de algo que estaba convencido de no haber hecho. Lo único que podía hacer era correr, huir, escapar de aquel suceso que, por muy lejos que fuese, siempre le perseguiría.
Llegó a una calle transitada. Al ver a la gente yendo y viniendo por las calles, retrocedió bruscamente, no sin antes ser iluminado por la luz de una farola, que reveló la sangre de su rostro y su ropa. Volvió a la seguridad del oscuro callejón, apoyándose contra la pared. Si alguien le viese así, sería el final. Decidió volver sobre sus pasos, esperando encontrarse otro pasaje por el que ir.
Al girarse, su rostro se topó con el de un hombre vestido con un traje negro y lentes oscuras que ocultaban sus ojos.
—Game over —pronunció únicamente, antes de que todo se volviese oscuro para el hombre.

—¿Miriam? —pregunté, intentando recordar a aquella chica. A pesar de que insistía en que me conocía, e incluso sabía mi nombre y el asunto de mi estancia en el hospital, yo no recordaba nada de ella.
—¿No te acuerdas? —parecía alicaída por ello—. Estábamos juntos en el hospital, en la misma habitación.
Negué con la cabeza, mientras le daba un sorbo al café que había preparado. Ella apoyó la espalda en la cabecera del sofá y suspiró. Con semblante pensativo, dirigió la mirada hacia las cosas que tenía en el pequeño salón. Me quedé en silencio, sin saber muy bien qué hacer en aquella situación. Una chica había llegado a mi piso, diciendo que me conocía, a pesar de que a mí no me sonaba su cara. La había invitado a entrar, más por insistencia suya que por mi voluntad. Además, sentía algo de curiosidad por aquel asunto, y un poco más de misterio no iba a acabar conmigo en ese día. O quizás sí.
—¿Tampoco recuerdas a Marcos y Luís? —preguntó nuevamente, todavía mirando a otro lado. Sus ojos se posaron en ese momento sobre la televisión—. Han aparecido hoy en las noticias.
—¿En las...? —mi mente se activó al instante. Aquella chica estaba hablando de los asesinos, estaba seguro—. ¿Te refieres a los tíos de los asesinatos?
—Los mismos... —murmuró, con una expresión triste—. No me puedo creer que hayan hecho eso. Ellos no son así.
—¿Los conocías?
—Sí, y tú también les conocías —afirmó, mirándome a mí. No sabía de qué estaba hablando—. Los conociste en el hospital también; yo te los presenté. Estuvimos los cuatro juntos durante nuestra rehabilitación.
Todo lo que aquella chica decía encajaba con mi estancia en el hospital, pero no tenía sentido. Yo no recordaba a ninguna rubia ni había reconocido a los asesinos al verlos en la televisión. Empezaba a asustarme.
—Lo siento mucho —me disculpé—. Pero no recuerdo absolutamente nada acerca de ti ni de los otros dos chicos.
—Ya veo...
Nos quedamos en silencio. Me incomodaba bastante la situación, especialmente por el hecho de que la joven estuviese tan decepcionada por no recordarlos. Miró a su taza de café.
—Marcos, Luís y yo nos conocíamos de antes —comenzó a contar, sin razón aparente—. Estábamos los tres en la misma clase de la universidad, y éramos buenos amigos.
>>Un día se nos ocurrió la fantástica idea de ir de fin de semana en el coche de Marcos. Pero el muy idiota, aunque le dijimos que no bebiese, no nos hizo ni puñetero caso y se puso fatal. Acabamos cogiendo el coche, incluso aunque él estaba mal —nosotros tampoco se lo impedimos, estábamos quizás peor que él—, y a mitad de camino se estrelló contra otro coche. No sé qué fue del otro conductor, pero nosotros terminamos en el hospital.
>>Allí te conocí. Acabamos en la misma habitación, y hablábamos continuamente. Me contaste acerca de tu accidente y todo.
Hice una mueca de desagrado al escuchar acerca de mi accidente. Ella se dio cuenta y se disculpó.
—Después de salir del hospital no volvimos a vernos, incluso aunque nos dijimos que quedaríamos los cuatro —bajó la mirada—. Ahora ya no será posible...
—Todo lo que me cuentas encaja —comenté—. Pero sigo sin recordar nada de vosotros, y no sé por qué.
La joven rubia, ya dándose por vencida, sonrió tristemente y afirmó que no pasaba nada.
—Lo importante es la razón por la que vine aquí —dijo, yendo finalmente al asunto importante—. ¿Has tenido sueños extraños últimamente?
Se me heló la sangre. Los sueños volvían a acosarme otra vez.


El PDF aquí —> http://hitorinohinansho.files.wordpress ... -2-1-2.pdf

Aunque no comenteis, seguiré subiendo, gano platines.
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Notapor Hitori » Lun Feb 06, 2012 6:02 pm

Hoy es lunes otra vez, qué casualidad.

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—¿Has tenido sueños extraños últimamente?
Aquella pregunta retumbó en mi mente, como si ésta fuera un enorme túnel. La miré, con los ojos desorbitados.
—¿Perdón...? —quise asegurarme de que había escuchado bien, rezando para que todo fuese un malentendido.
—Decía si has tenido algún sueño extraño estos días —repitió, sin cambiar en absoluto su pregunta, para mi desgracia—. Desde que saliste del hospital, en concreto.
Todo se volvía cada vez más confuso. Primero esos sueños, después los asesinatos, precedidos por una chica que afirmaba conocerme y que yo no recordaba. Y ahora ella me hacía aquella pregunta, como si pudiese entrar en mi mente. Y a pesar de que todo era cada vez más extraño y macabro, parecía empezar a unirse. Como si los sueños fueran un nexo.
—Sí, la verdad es que sí los he tenido —afirmé.
La joven suspiró, supuse que por alivio, y esbozó una sonrisa. ¿Se alegraba de que tuviese sueños raros?
—Me alegro de no ser la única.
Miré al techo, empezando a agobiarme. Ahora se había añadido algo nuevoa la colección de enigmas: La misteriosa chica rubia también tenía esos sueños. Evité decir nada, por miedo a sonar rudo, y esperé a que ella continuase hablando.
—Presupongo que mis sueños y los tuyos son iguales o idénticos —comentó—. Pero por si acaso, te resumiré lo mío.
>>Normalmente, los sueños son siempre iguales, pero quizás hay detalles que cambian. En todos ellos, siento que algo me persigue; una sensación agobiante. Nunca veo qué es lo que me sigue, ni siquiera sé si hay algo realmente, pero lo noto. A veces huyo, otras veces me quedo quieta en el sitio donde empieza el sueño. Y aunque corra, nunca se acaba, es un camino eterno.
Se miró a los pies, con expresión pensativa. Se llevó un dedo a los labios y levantó la cabeza repentinamente.
—¡Ah! Y a veces está todo oscurísimo y no puedo ver nada —añadió—. Pero otras veces hay una luz lejana en el “cielo” —hizo unos gestos con las manos, marcando unas comillas hipotéticas—. No sabría decir si es cielo o no. Ya me entiendes. Pero cuando hay esa luz, puedo ver un poco... Aunque no me gusta.
—Hay huesos —comenté, completando la idea que intentaba expresarme. Afirmó con la cabeza.
—Así es. Todo el suelo está lleno de huesos de todo tipo. Algunos son de animales, otros... de humanos —se estremeció.
>>Al final del sueño, haga lo que haga, siempre acabo rindiéndome... y entonces se termina el sueño. Tengo la sensación de que me atrapan, pero nunca veo qué es ni sé con certeza si me alcanza o no.
Ambos nos quedamos en silencio. Cerré los ojos, intentando relajarme, pero era imposible. Deseaba que todo aquello fuera... un sueño. Esbocé una sonrisa ante la ironía de mi pensamiento.
—Es todo igual que en el mío —dije, finalmente. Miriam se limitó a sonreír—. Pero... ¿no tienes heridas cuando te despiertas?
—¿Heridas? —preguntó, extrañada. De repente, encontré algo que no encajaba.
—Sí. Rasguños, marcas... cualquier cosa —expliqué. Ella negó con la cabeza. ¿Era yo el único que se despertaba dañado de aquellos sueños? Quizás no era más que una casualidad, algo causado al caerme. Pero aquellos arañazos no parecían causados por una caída.
Noté que me miraba preocupada, por lo que intenté tranquilizarla cambiando de tema, aunque resultaba difícil hablar de algo distinto después de todo eso.

Una sombra se movía entre la oscuridad de los callejones. Su objetivo estaba cerca; ya sólo quedaban dos. Pronto se librarían de la plaga que habían soltado. Pronto llegó a un bloque de edificios. Se mantuvo entre las sombras, aguardando a que saliese.

—Será mejor que me vaya ya —dijo, levantándose. La imité y afirmé con la cabeza, sin decir nada.
—¿Quieres que te acompañe? Es muy tarde —me ofrecí, preocupado porque pudiese correr algún peligro.
—No te preocupes —sonrió, yendo hacia la puerta. La seguí y se la abrí—. Si me ocurriese algo...
Se quedó en silencio, mientras sacaba un papel de su bolso marrón y me lo tendía. Miré el contenido: era una dirección.
—... Acude a él. Sabe bastante más que yo, y quizás pueda ayudarte a entender qué está pasando.
Mientras observaba el papel, Miriam salió del piso y se introdujo en el ascensor, sin decir una palabra más. Miré extrañado hacia donde ella había estado, preguntándome a qué se refería. Metiendo el papel en un bolsillo, cerré la puerta.

Una joven de pelo rubio, ataviada con unos vaqueros simples y una chaqueta fina, salía del portal de uno de aquellos edificios. El hombre que estaba entre las sombras aguardó a que se alejase y, cuando se encontraba ya apartada del portal, se encaminó hacia ella con pies de plomo.
La joven se giró. Una sombra se abalanzó en ese instante sobre ella, cubriéndole la boca con un pañuelo. Intentó gritar, huir, pedir auxilio. Pero fue en vano. Pronto todo fue oscuridad para ella.
Y antes de hundirse en la más absoluta negrura, pudo ver unos ojos rojizos.

Me tumbé en la cama, mirando el amarillento techo. Dudaba de si podría dormir aquella noche, después de todo lo que había pasado. Evité pensar en ello; ya lo había hecho suficiente. Tan sólo cerré los ojos y procuré olvidarme.

Oscuridad. Nuevamente, era lo único que observaba a mi alrededor. Pero aquella vez no me sentía con fuerzas para levantarme y luchar. Tan sólo me mantuve tumbado en el suelo, esperando a que la presencia que sentía tras de mí me ayudase a terminar aquella pesadilla.

Me incorporé, sobresaltado y cubierto de sudor frío. A pesar de que había sido consciente de mis actos en aquel sueño, no podía evitar sentirme aterrado en la realidad. Me llevé las manos a la cara y con ellas cubrí mis ojos.
—¿Cuándo va a acabar esto...? —sollocé, agotado.
Tras unos minutos, salí de la cama y me dirigí al baño, confiando mi bienestar a la ducha una vez más, aunque resultaba difícil que ese método siguiese funcionando. Me miré al espejo, donde creí ver por un instante un rostro terrible, con brillantes ojos rojizos. Agité la cabeza y volví a mirar. Mi reflejo me dedicaba una mirada cansada y con unas marcadas ojeras.
—Buenos días —sonreí, sarcástico, mientras me quitaba la ropa y me introducía en el plato de la ducha.
El agua caliente caía apurada sobre mi cuerpo, deslizándose por mi piel hasta llegar a la fría superficie de la ducha, perdiéndose por el desagüe. Apoyé la cabeza en la pared de azulejos, enfriando así mi frente y aplastando algunos mechones mojados contra ella. Cerré los ojos, intentando relajarme, buscando de algún modo un alivio que me hiciese sentir menos tenso. Introduje casi a la fuerza pensamientos más agradables en mi mente, desechando los que no quería que morasen en mí. Emití un ligero gruñido, mientras el agua seguía cayendo sobre mí, en un intento casi en vano de purificarme.
Salí finalmente de la ducha, secándome apuradamente. Aunque no tuviese ánimos, debía ir a clase.
—Quizás incluso me anima —me sugerí, dudando un poco de mis propias palabras. Quizás era la primera vez que buscaba el alivio entre los libros y el estudio, lo que me hizo sentir extraño en cierto modo.
Tras arreglarme, salí apurado del piso, dirigiéndome a toda velocidad a la facultad, a pesar de que llegaría tarde de todos modos.
Caminé algo apurado por las transitadas calles. De repente me percaté de ese detalle, que se me había pasado por alto, quizás debido a lo común de ello. Las calles volvían a estar llenas de gente, yendo y viniendo, cada una con sus asuntos y su vida, ajenas a las de los demás. Aquella soledad y el extraño vacío que había sufrido la ciudad el día anterior se había disipado como si nunca hubiese sucedido. Extraño, y a la vez curiosamente normal.
De nuevo, pensamientos superfluos ocupaban mi mente mientras me dirigía a mi destino. Puede que fuera el poder de aquella ciudad, hacerme pensar en detalles sin importancia que, en el fondo, agradecía. Esperaba poder continuar con ellos el tiempo que me quedase de vida.


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No os voy a matar por comentar. Más bien lo contrario. Os mataré si no comentáis nada.
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Notapor Zee » Lun Feb 06, 2012 8:10 pm

Es triste que nadie te haya comentado, amigo, así que de ahora en adelante me encargaré de hacerlo yo xD

Bueno, he leído solamente el prólogo porque tengo algunas otras cosas que hacer, así que no puedo decir mucho sobre la trama por ahora. Sin embargo, comentaré cuando lo vea necesario y una vez haya leído lo demás, así que no te preocupes.

Por lo pronto, puedo decirte que me agrada verte con tu género original (porque si mal no recuerdo, te agrada el Terror y todo eso, ¿no?). Se nota que te sientes más cómodo escribiendo de esa manera, al menos desde mi punto de vista, porque entre esto y otras cosas anteriormente escritas (Nexus, rol y todo eso...), hay cierta mejoría. Tal vez me equivoque y sea cosa mía, pero supongo que es bueno que me agrade xD

¿Cosas que señalar? No tantas. SImplemente que, como bien dijo Sora, optaré por la lectura en PDF por comodidad; pero me siento obligado a discrepar con él respecto a las comas. Yo las veo perfectamente colocadas y agradables al leer, así que nada xD

Bueno, continúo leyendo cuando tenga tiempo. Por lo pronto, me gusta y aquí me tienes (:
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Notapor ita » Mar Feb 07, 2012 12:03 am

Vale, voy a ir capítulo por capítulo.
Los dos primeros ya te los comenté en persona, pero me gustaron bastante. Me gusta tu manera de narrar, aunque es un poco rebuscada, es interesante y le pega muy bien al relato. Además es un estilo muy personal.

Capítulo 3: ninguna pega. Me gusta como llevas el tema, todo queda muy natural, es como si lo pudiese ver. Lo único que he encontrado es que en el antepenúltimo párrafo repites muchas veces "tema" y eso es raro en ti, porque suele dársete bien los símiles xD.

Capítulo 4: ¿The Game? Buena referencia, pero no sé a cuál de los muchos Games te refieres xD He notado que haces muchas referencias filosóficas y mitológicas, de lo que supongo que lo estarás estudiando ahora, más o menos. Eso está bien, lo hace más interesante xD

Capítulo 5: muy interesante y misterioso. Aunque ya se va viendo un poco más de la trama. Está muy misterioso.

En conclusión, me ha gustado mucho. Y la narrativa creo que es muy buena, a pesar de que en el último capítulo repites palabra en una misma línia xD

Seguiré leyéndote.
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Re: -Unknown-

Notapor Hitori » Mar Feb 07, 2012 12:32 am

Well, well, por fin tengo comentarios :>
Veamos, primero contestaré algunas cosillas a Zee~
Zero escribió:Por lo pronto, puedo decirte que me agrada verte con tu género original (porque si mal no recuerdo, te agrada el Terror y todo eso, ¿no?). Se nota que te sientes más cómodo escribiendo de esa manera, al menos desde mi punto de vista, porque entre esto y otras cosas anteriormente escritas.

¿Cosas que señalar? No tantas. SImplemente que, como bien dijo Sora, optaré por la lectura en PDF por comodidad; pero me siento obligado a discrepar con él respecto a las comas. Yo las veo perfectamente colocadas y agradables al leer, así que nada xD


Sí, el terror es mi género predilecto y supongo que se nota. Más que nada tengo un pelín más de experiencia porque me hincho a libros de terror, que son una buena referencia.
Y como ya te dije, concuerdo en lo de leer en PDF, es MUCHO más cómodo xD

Y a Ita~


Ita escribió:Capítulo 3: ninguna pega. Me gusta como llevas el tema, todo queda muy natural, es como si lo pudiese ver. Lo único que he encontrado es que en el antepenúltimo párrafo repites muchas veces "tema" y eso es raro en ti, porque suele dársete bien los símiles xD.

Capítulo 4: ¿The Game? Buena referencia, pero no sé a cuál de los muchos Games te refieres xD He notado que haces muchas referencias filosóficas y mitológicas, de lo que supongo que lo estarás estudiando ahora, más o menos. Eso está bien, lo hace más interesante xD


En realidad, me suele costar poner símiles desde siempre, me esfuerzo mucho en ello xD
Sobre el The Game, al principio era por el The Game de perder, pero es cierto que pensé en Players después de escribirlo y me gustó como guiño xD
Y lo de las referencias mitológicas, más que por estar estudiándolas, es porque me gusta mucho la mitología, especialmente Orfeo y Eurídice. Lo de Aristóteles sí es un guiño al tema de Filosofía que estaba estudiando xD

Y eso, agradezco vuestros comentarios y espero que alguien más se anime~
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Descripción: No te permite hacer nada. No da ningún tipo de bonus.
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Lee-kun y Death escribió:-Lee-kun:
http://chzmemeafterdark.files.wordpress.com/2012/02/naughty-memes-untitled7.jpg
-Death:
8<
*Your sanity is reaching lowest levels*
-Lee-kun:
Lol xD
Dotho y su miedo por las vaginas
-Death:
u.u
Las vaginas son más terroríficas que cualquier cosa de Amnesia
-Lee-kun:
No, son pestosas
Pero, saben muy bien (????)
-Death:
Y tienen tentáculos
Y echan babas espaciales que corroen cualquier material
Y además, dicen que si tocas una, absorbe tu alma
-Lee-kun:
Lol
http://youtu.be/5ZXreMV3HQY
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Re: -Unknown-

Notapor Sombra » Mar Feb 07, 2012 8:33 pm

Leo todo en la revista por lo que olvido comentar, mis disculpas mi querido unicornio arcoiris (?) No sé si había hablado contigo o con Jeshua Morbus sobre el miedo que me da leer esto a oscuras en mi habitación con la banda sonora del Project Zero, en todo caso me gusta y te seguiré, evidentemente.
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Re: -Unknown-

Notapor Hitori » Lun Feb 20, 2012 4:09 pm

¡Dejad de echarme hacia abajo, maldita gente de FanPlace!

Hoy es lunes, y a pesar del retraso de la semana pasada, ¡hoy hay un capítulo nuevo! :3
Aquí os lo dejo e.e

Spoiler: Mostrar
Golpeé rítmicamente la mesa con los dedos, haciendo un sonido apenas audible. Las clases de aquel día eran extremadamente aburridas y agotadoras, y lo único que podía hacer era distraerme de alguna manera. Aunque no era un comportamiento muy responsable por mi parte, prefería entretenerme con algo y que el tiempo de la clase se me pasase rápido a intentar atender en vano y que las horas fuesen eternas.
Abrí por cuarta vez el explorador de internet en mi portátil y me dispuse a contar mi aburrimiento en la red. A veces era lo más divertido que podía hacer. Minutos antes había mirado páginas de humor, jugado a algún videojuego intentando no ser visto e incluso me había puesto a escribir alguna cosa que me viniese a la mente. Pero todo aquello me había acabado aburriendo, llevándome a mirar nuevamente al profesor con expresión distraída.
Un amigo contestó al comentario en el que expresaba mis enormes ganas de salir de ahí, dándome ánimos y diciendo que luego hablaríamos. Esbocé una sonrisa disimulada y respondí nuevamente.
Sin ganas de seguir mirando la pantalla del ordenador, paseé mi mirada por la gente de la clase. Tenía un elevado número de compañeros, por lo que no conocía a todos ellos. Sin embargo, sí tenía bastantes amistades en aquella clase. Miré a un amigo, quien me devolvió la mirada, haciendo un ademán con la cabeza que repetí, sonriendo de nuevo. Luego, miré a una de las chicas más atractivas de la clase: una preciosa joven pelirroja, cuyo pelo liso caía grácilmente sobre sus hombros y su espalda. Miraba con sus ojos verdes al profesor, aunque parecía distraída. No era algo raro, aquel profesor no tenía demasiadas dotes en su oficio. Continué analizando con la mirada a mi compañera, bajando por su cuerpo. Tenía buenos atributos, cosa que en gran parte contribuía a que todos los hombres de la clase se muriesen por estar con ella —salvo Adri, un amigo con gustos dispares a los del resto de chicos de aquella clase que yo conociera—, entre los que, por supuesto, me incluía.
De repente la chica se percató de que la observaba, por lo que aproveché y le guiñé un ojo, lo que provocó una risita tímida en ella. En ese momento, el chico de gafas que se sentaba a mi lado me lanzó una mirada que, incluso aunque no fuese Medusa, podría haberme convertido en piedra. Aparté la mirada de la bella joven y le dirigí a ese chico una de superioridad y burla antes de seguir mirando la pantalla de mi ordenador. Quedaban diez minutos.

*
Finalmente podía salir de aquella clase. Me estiré disimuladamente y recogí mis pertenencias rápidamente. Tenía algo de prisa, había trabajo que debía hacer de inmediato, por lo que me dirigí a la biblioteca. El hecho de tener que seguir trabajando incluso tras salir de clases me deprimía, pero no me quedaba otra alternativa.
Caminé a paso rápido por la facultad, procurando no distraerme ni detenerme por el camino. Sin embargo, cuando ya casi había llegado, un fuerte zumbido inundó mi cabeza, seguido de una sensación de mareo que me nubló la vista y me obligó a apoyarme en la pared, agachándome mientras mi brazo seguía en alto, con la mano contra la pared. Jadeé, agobiado por la sensación, mientras notaba que un inapreciable sudor empezaba a cubrir mi frente.
Noté una mano en mi hombro y otra en la cadera, que me sujetó cuando estaba a punto de caer al suelo.
—Gracias... —susurré, todavía jadeando, de modo casi inaudible, por lo que dudé de si la persona que me ayudó lo había escuchado. Giré la cabeza para comprobar de quién se trataba, para ver, ante mi sorpresa, que era Adrian, quien me miraba con expresión preocupada.
—¿Estás bien, David? —inquirió, mientras me ayudaba a incorporarme. Me tambaleé un poco, pero me sujetó y me ayudó a apoyar la espalda en la pared.
—No te... preocupes... —intenté tranquilizarle, aunque no sonaba muy convincente dado mi estado. Sin embargo, era extraño. Aquella sensación era similar a la que tenía en los momentos inmediatamente anteriores a los desmayos. Y por primera vez, había evitado perder el conocimiento. Claro está, debía de ser por la ayuda de alguien más, de la que había carecido en ocasiones anteriores—. Me pasa a menudo —comenté, finalmente. No obstante, ante esto pareció aún más preocupado.
—¿No deberías ir al médico? —negué con la cabeza—. Bueno, al menos ve a tomar algo, seguro que te sentará bien. Vamos, te acompaño.
Agradecí la proposición de mi compañero, quien me ayudó a caminar hacia la cafetería. Una vez allí, y tras ofrecerse nuevamente a pedir un par de cafés, me senté y esperé a que trajese las tazas.
Me miró, todavía con una expresión de disgusto y preocupación, mientras bebía un sorbo de su café con leche. Bajé la mirada hacia el líquido negruzco de mi taza, de la que bebí un poco.
—¿Desde cuándo te pasa eso? —preguntó, juntando sus manos y posándolas sobre la mesa.
—Hace unas... tres semanas que me pasa —contesté, tras pensar la cifra exacta—. Desde que salí del hospital.
Mi joven compañero se arregló su flequillo rizo mientras me miraba pensativo. Sin decir nada aún, empezó a peinarse con las manos su media melena, que le llegaba por los hombros. Tras hacer una coleta y soltarla, volvió a dar un sorbo al café. “Tan inquieto como siempre, hasta cuando piensa”, me permití decir en mi interior.
—Mmm, ya me acuerdo —dijo, finalmente—. Sí, me sonaba que habías estado en el hospital, pero no me daba cuenta.
Sonrió de forma algo inocente mientras tocaba el anillo de plata que llevaba en su mano izquierda. Me quedé en silencio, evitando pensar en el tema, procurando darle descanso a mi mente. Un descanso que fue interrumpido.
—Y... ¿por qué estuviste en el hospital? —finalmente, preguntó aquello que no me gustaba contestar. Y sin embargo, desconozco por qué, me sentí tentado a contestarle. Quizás era su forma de preocuparse, o la sensación de confianza que me provocaba, lo que me impulsó a contarle mi pequeña historia. Aquella historia de la que nunca hablaba y que muy pocos conocían.
—Tuve un accidente bastante grave —solté, haciendo una pequeña mueca de desagrado—. Fue en un tren.
>>Habíamos entrado en un túnel. Todo estaba oscuro, y de repente empezamos a escuchar algunos gritos, escasos segundos antes de que el tren empezase a agitarse de una forma demasiado violenta. Todo sucedió muy rápido. En un instante, perdí el conocimiento, por lo que no sé qué pasó con el tren hasta el momento en que me desperté. Cuando abrí los ojos...
Tragué saliva. Había alcanzado el punto de la historia que más me dolía recordar, aquel que me provocaba náuseas y me hacía sentir como si algo me apretase desde dentro. Pasé la lengua por mis labios, que ya estaban secos.
—...La gente que estaba a mi alrededor ya había muerto. Mis padres entre ellos... viajaban conmigo, y por alguna razón ellos perdieron la vida, mientras que yo sobreviví. Aunque no ileso, por supuesto. Me quedé atrapado en aquel vagón, con ambos brazos rotos y las piernas dañadas. Lo único que había a mi alrededor era cadáveres y sangre. Y fue lo que vi durante el eterno tiempo que estuve ahí hasta que me sacaron.
Se hizo el silencio. Tanto mi compañero como yo no sabíamos qué decir. Él miraba su taza sin parpadear, mientras que yo bajé la mirada hacia mis manos, que todavía conservaban pequeñas cicatrices en las que evitaba fijarme siempre. A veces incluso me olvidaba de ellas, pero aquel accidente jamás salía de mi cabeza.
Pensar en todo aquello me hizo recordar que aquel día había olvidado por completo lo sucedido el anterior. Me sentía algo mejor por ello, quizás más aliviado. Pero pensar en el accidente no hacía mejorar mi estado anímico.
—Lo siento mucho... —dijo, finalmente, sin levantar su mirada—. Nunca he estado en una situación similar, pero... imagino que debió de ser muy duro.
Había sido muy duro, y en mi interior deseé que aquel chico nunca tuviese que pasar por ello. Negué con la cabeza, restándole importancia al asunto, aunque la tuviese.
—Ahora estoy mejor —mentí. No estaba mucho mejor que en el momento inmediatamente posterior al accidente, aunque mis heridas ya habían sanado y yo podía moverme sin problema—. Aunque como ya dije, desde aquella vez tengo estos desmayos repentinos.
—¿No será una secuela del accidente? —sugirió.
—Es posible. He ido al médico un par de veces, pero todo lo achacan a agotamiento, posiblemente provocado en parte por ese suceso. Pero no me dan más soluciones que tomarme las cosas con calma —silencio nuevamente—. Aunque yo creo que mi cabeza quedó dañada de algún modo...
Adrian ladeó la cabeza, en señal de no comprender lo que había dicho. Hice un ademán con la mano, indicándole que no me hiciera demasiado caso. Ni yo entendía demasiado bien por qué había dicho eso; quizás el asunto de los sueños empezaba a afectarme más de lo que me había imaginado.
Finalmente, tras terminar nuestra conversación y despedirnos, y aunque era algo tarde, me encaminé a la biblioteca, decidido a terminar lo que debía hacer lo más rápido posible. En la gran biblioteca reinaba el silencio, como es natural. No quedaban muchos estudiantes, tan sólo un pequeño grupo que ocupaba una de las mesas y otros cuantos desperdigados por el resto de la estancia. Pasé al lado de algunas de las altas estanterías llenas de libros, ordenados todos según el tema del que tratasen, y me instalé en una de las mesas, donde encendí mi ordenador y comencé a trabajar lo más rápido que pude.

*
La noche empezaba a caer ya sobre la ciudad. Salí del edificio de la facultad, agotado. Miré el reloj y realicé un rápido cálculo, enterándome así de que había empleado tres horas en aquel trabajo. Y todavía no lo había terminado. Suspiré. Comencé, mientras caminaba, a organizar mentalmente el resto de la noche. Debía continuar hasta acabar el trabajo, y luego podría dormir. Pero también debía estudiar...
Llegué a mi piso casi sin darme cuenta. La facultad no se encontraba lejos de casa, pero el camino solía hacerse largo. En cuanto entré, tiré mis cosas en el sofá, y a mí mismo con ellas.
—Supongo que tengo unos minutos para descansar —me dije, encendiendo la televisión.
Aquel pequeño acto de descanso terminó siendo un error. Ante mi perplejidad y horror, comprobé que en las noticias locales anunciaban la desaparición de una joven de aquí. La reconocí al instante... se trataba de Miriam. Bajé la cabeza y la puse entre la piernas, sintiendo una repentina sensación de náuseas y malestar general. De la noche a la mañana, literalmente, Miriam había desaparecido. Justo tras haber hablado conmigo, tras haber estado en mi piso.
Pensé en todas las consecuencias que ello acarrearía. Si la policía se enterase de que había estado conmigo, vendría de inmediato a interrogarme, a intentar descubrir qué relación había entre su desaparición y el hecho de haber estado conmigo. Incluso aunque no hubiese relación alguna. No pensé hasta momentos después, cuando ya me relajé, en la desgracia que suponía que Miriam estuviese en paradero desconocido. La tensión del momento había provocado que me olvidase por completo de ella y sólo pensase en mí mismo. Y entonces recordé, subconscientemente, en lo que me había dicho la noche anterior.
“Si me ocurriese algo... Acude a él. Sabe bastante más que yo, y quizás pueda ayudarte a entender qué está pasando.” Y me había dado un papel.
Me levanté de golpe del sofá y fui directo a mi habitación, donde abrí el armario y rebusqué en los bolsillos del pantalón que me había puesto el día anterior. Allí estaba aquel pequeño recorte de papel con una dirección escrita en él. Lo agarré con fuerza y lo introduje en el bolsillo de los pantalones que llevaba puestos.
Aquella misma noche iría a ese lugar.


Podéis leerlo, como siempre, online:
http://hitorinohinansho.files.wordpress ... tulo-3.pdf
En la web Issuu:
http://issuu.com/hitoriyagari/docs/unknown_cap_tulo_3
O descargarlo por Mediafire:
http://www.mediafire.com/?p73c6x5td6485fv
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Vanitasmásde8000 y Death escribió:Vanitas: premio lol

Death: Yaaaaay
¿Qué he ganado?

Vanitas: un nada muy bonito .u.

Death: Bieeeeen
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Re: -Unknown-

Notapor Hitori » Dom Mar 04, 2012 5:36 pm

Bueno, creo que va siendo hora de informar de mi pequeño descanso literario. Debido a mi excesiva falta de tiempo por culpa de los exámenes, me veo obligado a hacer un hiato de Marzo. La primera semana de Abril publicaré el capítulo 4.
Disculpad las molestias.
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Vanitasmásde8000 y Death escribió:Vanitas: premio lol

Death: Yaaaaay
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Vanitas: un nada muy bonito .u.

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Notapor Sheldon » Mié Mar 07, 2012 1:16 am

Me maldigo a mi mismo por no haber leído esto y hacer caso de gente ajena para que lea sus fics. Bueno, vale, solo he leído el prólogo y primer capítulo (no he tenido mucho tiempo). De cualquier forma, el prólogo no invita mucho a la lectura. Eso, sin embargo se ve solventado por el primer capítulo. SUBLIME. Te has marcado un argumento muy interesante. El uso de la primera persona, aunque no necesaria en este tipo de narración, me ha parecido muy llevadera y amena. No aburre para nada, los personajes son interesantes, muy reales y en general es una de las mejores obras individuales que he podido leer, por no decir la mejor.

Chao~
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