Hellfire Kiss ~ VII. Potterhead

Donde hay anillos de macho, pizza fría y /le-VIO-sa/, no /le-vio-SA/

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Re: Hellfire Kiss ~ 4. Confesión

Notapor Sombra » Jue Ago 16, 2012 12:35 pm

Tyler es un capullo xDDD No creo que sea imbécil... Bueno, sí. Lo es. Pero poca gente creería realmente que un demonio existe... Supongo xD

De todas formas, la historia se torna interesante, ahora sabemos de la existencia de Cazadores de Demonio, seguramente son temibles e incluso equiparables a demonios. ¡A ver si hacen acto de presencia!
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Re: Hellfire Kiss ~ 5. Acepto

Notapor Zee » Mar Sep 11, 2012 6:29 pm

Ha sido un largo camino... Hellfire Kiss avanza a un paso lento, pero seguro. Sí, es cierto que todavía hay muchísimas cosas que debo de corregir, y que el boceto impreso que ando prestando tiene muchas tachas... pero estoy bastante satisfecho por lo que estoy haciendo. Creo, y de verdad lo creo, que Hellfire Kiss algún día llegará bastante lejos.

Hoy, lectores, les dejo el final del Arco de Introducción. Espero que sea de su agrado:

Hellfire Kiss 5. Acepto

Y espero comentarios, incluso de esos lectores silenciosos. Tardaré más de lo usual en continuar con el Arco del Contratista, así que me gustaría que se le dé una bonita conclusión a esta "temporada" ;_;
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Re: Hellfire Kiss ~ 5. Acepto

Notapor Sombra » Sab Sep 15, 2012 4:23 am

Vale, lo del anagrama lo has pensado muy bien. No puedo negar eso. Y... ¡Oh, dios! Médico de demonios y... ¿El padre de Andrea? ¿No será el mismisimo grandioso Lucifer? (Lucy para los hamijos)
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Re: Hellfire Kiss ~ 5. Acepto

Notapor ita » Mié Nov 07, 2012 9:26 pm

Me quedé por el cuarto capítulo (el quinto no me deja abrirlo).
¿Qué puedo decir?

Me ha gustado bastante, el relato es original y fresco, los personajes son muy reales y creíbles. La historia es muy del estilo "manga", pero eso hace que sea más fácil de imaginar. Igual no hay muchas descripciones de los personajes, pero tampoco creo que sean necesarias.
Está muy bien. Creo que te lo dije una vez; es mucho más maduro que "Psiqué", el desarrollo es más fluido, aunque a veces los saltos entre capítulos son un poco bruscos y dejan descolocado (igual porque pasa mucho tiempo entre que escribes los capítulos, no sé) y hay alguna escena que aparece de repente (en este caso, en concreto me refiero al momento en que Andrea le "roba" el alma a Kyle), que igual me salté algo, pero aparece así, de sopetón.
Pero quitando eso, me encanta. ¡Muy buen trabajo!

Espero que sigas con la historia y no la abandones, puesto que está muy bien. ^^
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Hellfire Kiss ~ Inicio del Arco del Contratista

Notapor Zee » Mar Ago 20, 2013 8:44 pm

¿Han pasado muchos meses, no es así?

Este último año he estado trabajando a un paso bastante lento con Hellfire Kiss. La última vez que publiqué por aquí, el Arco de Introducción ya había sido terminado. Actualmente estoy trabajando en el Arco del Cazador, que vendría a ser el conjunto de cinco o seis capítulos que le sigue al Arco del Contratista, la continuación del primer arco.

Me he ocupado en bastantes cosas. Desde que entré a Medicina, me ha costado bastante sentarme a escribir. Y cuando se trata de escribir, debo concentrarme más en el rol (pues es un compromiso) que en mis propios proyectos. Es por eso que, aunque han pasado ya casi diez meses, Hellfire Kiss aún sigue en el capítulo 10. No sólo eso; sino que poco a poco he decidido darle retoques a la historia. El Arco de Introducción ha sido corregido completamente y algunas escenas han sido cambiadas, aunque de una forma leve e imperceptible (especialmente la escena del contrato, en la que Kyle parece pedirle de la nada que sea su esposa).


¡En fin...! Ha pasado un largo tiempo, y pensé que era hora de, tal vez, volver a publicar poco a poco mi trabajo. Aunque no subiré la corrección del Arco de Introducción hasta que esté completamente satisfecho con ella, puedo mostrar los borradores del Arco del Contratista. ¡Es un arco emocionante, lo juro! Los pocos demonios que vimos en la primera "temporada" vuelven, pero introduzco muchos más; se presentan nuevos conceptos como los Cazadores de Demonios, Hechiceros (¡humanos!) y Contratistas Ilegales...

Deben leerlo; en serio. Estoy orgulloso. Y aunque los primeros capítulos no tienen mucho jugo, pues son más explicaciones y diálogos que acción o comedia, el trabajo que les puse para mantener el contexto constante fue algo agotador.

¿Empezamos? c:



Fin del Arco de Introducción

Inicio del Arco del Contratista


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Hellfire Kiss 6. Crónicas de un contratista encadenado
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[Versión sin formato. Sólo texto]
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Capítulo 6

Crónicas de un contratista encadenado



La escuela había teminado.

La última semana de cursos remediales transcurrió sin muchos acontecimientos interesantes: un par de aburridas clases más, un examen pequeño para cada materia, un test que simulaba al de admisión para la universidad, entrega de calificaciones y… Bye-bye. “Te veremos en diciembre para el próximo examen”.

Uno esperaría, por lo menos, alguna especie de despedida entre los alumnos: una salida a comer, una fiesta en casa de alguien, una quedada en el cine… Mínimo un post en Facebook. Pero, en caso de nuestro unido grupo de fracasados, no hubo nada. Y sin embargo, debo admitir que la facilidad con la que pude desligarme de ellos me otorgó una apropiada sensación de libertad.

Una muy necesitada sensación de libertad…puesto que la semana fue un poco más agitada en cuanto a otros aspectos se refería.

No por el videoclub, no… En realidad, Tyler y yo continuábamos trabajando como si nada hubiese sucedido, frikeándonos a ratos a videojuegos que debían estar en las estanterías para no aburrirnos de contar dinero y acomodar cajas; o acomodar dinero y contar cajas. El tema de Andrea no volvió a tocarse entre mi amigo y yo en cuanto “aclaré” las cosas: ella era mi novia y nada más. Un poco especial y diferente a las demás, sin duda, pero nada más eso; nada de esposos ni compromisos ni contratos. Y para mi sorpresa, Tyler aceptó la explicación, seguramente descartando mi anterior actitud como una simple reacción exagerada.

Lo que sí cambió fue la vida en casa de los Delgado, madre mía…


Si todavía es necesario un resumen, lo que debo destacar es que me casé. Sí, estoy casado. Para este momento, desde hacía una semana, más o menos. “¿Y cuál es el problema?”, dirás. Dejando de lado que aún tenía diecinueve y que ni siquiera había empezado mis estudios profesionales, pues también está el hecho que “mi esposa” era un demonio. Y resalto, subrayo, entrecomillo y hago notar —en mayúsculas—: “UN DEMONIO”.

Y no, no se trata de ninguna clase de analogía o metáfora —como pensó el ingenuo de Tyler—: mi novia es un demonio del Infierno. Un súcubo de la vigésima séptima legión de Mefistófeles especializada en contratos con pecadores a cambio de su alma, de hecho. Pero para qué especificar, ¿no? Si no tiene importancia, en realidad. No, claro que no. Con decir que Andrea(lphus) es un demonio bastará.

Y sí, llevaba ocho días casado con ella —¿pero quién cuenta? —. Tras ciertos incidentes relacionados con un tipo bastante imponente y su vida en peligro, terminé aceptando el contrato con ella y acabó viviendo en la misma casa que yo. Imaginen mi sorpresa cuando Andrea se presentó ante los Delgado como una estudiante de astrología, buscando una habitación en su casa. Ante la negativa de éstos —pues los tres cuartos que rentaban estaban ocupados—, la chica sencillamente enunció: “¡Pero claro que tienen otra habitación! ¡El anuncio lo pone!”. Y extrañamente, ¡un agradable y bien iluminado ático apareció de la nada!

Aquel día descubrí que, como contratista demoníaco, varios de los trucos de los mismos demonios no funcionaban conmigo, como aquellos hechizos que nublaban o engañaban los sentidos. Podía ver otras cosas que el resto de la gente (humanos, por lo menos) no podía. Como el ático que los Delgado creyeron haber terminado de construir hacía apenas dos semanas. O inmigrantes de India con garras y plumas, y cortes finos de carne de color verde.

De tal manera que mi contratista Andrealphus terminó viviendo conmigo y la familia de Diana.

Y en realidad agradezco que haya sido de tal manera, porque ésta última nos mantuvo siempre bien vigilados, y eso no le dio mucha oportunidad a “mi chica” para “robarme el corazón”. Por eso quiero decir, evidentemente, la absorción de mi energía mágica:

Como un súcubo y al contrario que otros demonios, a Andrea le resultaba más sencillo obtener energía de los hombres. Eso requería, en palabras de Uphyr, “unos cuantos abrazos y besos”… de los cuáles no me quejaría si fuesen voluntarios, al menos. No era rara la vez que, cuando tenía “hambre”, Andrea hacía honor a su nombre y me robaba en sueños. Por suerte, nuestras caricias no llegaban más allá. No me gustaría saber qué sucedería si así fuese.


Así, sin más, mi vida pareció equilibrarse en el transcurso de una semana, a pesar de tan curiosos acontecimientos. Sí, mi novia era un demonio, pero fuera de eso mi vida era la de un estudiante fracasado cualquiera.

Sin embargo, llega un momento en toda relación en la que ésta, para bien o para mal, debe evolucionar. Cambiar. Convertirse en algo diferente y, en cierta medida, nuevo. Refrescante, pese a lo arriesgado que dicho cambio puede resultar.

En mi caso, esto supuso un acuerdo. Uno más allá de lo ya escrito en el contrato, debo especificar, puesto que era más bien incómodo regirnos por éste último tras las poco normales circunstancias que habían terminado por colocarnos junto al otro. Una especie de tregua que, afortunadamente, parecía beneficiarme más a mí de lo que podría a Andrealphus.

O eso pensé en un principio. En el transcurso de sólo tres días, mi vida volvió a dar otro giro inesperado.


Aquel día no tenía absolutamente nada que hacer. Era sábado y, por lo tanto, no había trabajo en el videoclub (del fin de semana se encargaban los frikis del turno matutino) ni, evidentemente, escuela. Además, Diana había salido con su grupo de amigos; los Delgado se hallaban de compras o algo, perdidos por allí; y Marie, otra estudiante de intercambio que vivía en la misma casa, tenía una cita con su novio.

Eso dejaba el edificio bastante vacío. Prácticamente, pues además de Andrea sólo se encontraba el último estudiante de la casa, aunque éste solía encerrarse muy seguido en su habitación, disfrutando de su privacidad y sedentarismo. O eso suponía yo, por lo menos, hasta que aquel tranquilo sábado cambio mi perspectiva:

Me estiré después de haber pasado una media hora sentado en el sillón, leyendo en la tablet de Andrea las especificaciones de nuestro contrato, sólo para encontrarme con que asombrosamente Billy había bajado a la cocina.

Lo único que sabía de él era que se apellidaba Sung y que, por lo tanto, debía ser chino. O uno de sus padres, realmente, pues él hablaba un perfecto inglés y el único rasgo que delataba su ascendencia eran sus ojos rasgados. Eso era, sí, todo lo que sabía de él, ya que no solía coincidir mucho con él por la casa. Como pasaba bastante tiempo en su cuarto haciendo cosas desconocidas para el resto del mundo, era bastante difícil topárselo.

Excepto aquel día. No quise desaprovechar la oportunidad de ser amable y, girándome hacia la ventanilla de la cocina, saludé tan amable como pude:

—¿Qué hay, Billy?

El delgado chico de alborotados cabellos oscuros se giró hacia mí, alzando a modo de respuesta una mano tan blanca como la mayonesa que lamía de una cuchara.

¿...cómo...?

Mi mente tardó unos cuantos segundos en procesar la metáfora que ella misma acababa de moldear.

De hecho, Billy sí que parecía estar comiendo mayonesa a cucharadas, directamente del enorme frasco de plástico que hasta aquel momento había estado dentro del frigorífico.

¿'é 'ay? —volvió a responderme, con el cubierto entre los dientes.

Me llevé una mano al pecho, intentando reprimir una arcada por el asco. El sólo imaginarme el olor que el frasco entero debía estar produciendo me provocó unas leves ganas de vomitar. Quiero decir, no me malentiendas, a cualquiera le gusta la mayonesa… ¿pero semejantes bocados sin nada acompañándolos? Cualquiera tendría problemas para reprimir un gesto de repugnancia.

—Viejo, eso es... —me detuve para tragar saliva antes de intentar señalar lo obvio—: Eso es mayonesa... y no es muy agradable comerla si no es en un sándwich… Digo, no sé si en China sea común, pero…

Billy alzó una ceja, interrogante. Luego bajó la mirada, como si no se creyera lo que le estaba diciendo, y estudió con detenimiento la etiqueta azul del gigantesco bote blanco. Luego me miró de nuevo... y luego de nuevo al frasco, girándolo para verlo de todos los ángulos... y finalmente una vez más a mí.

—Oh... Así que eso era —sentenció casualmente, como si no le importara. Y además, restándole relevancia al asunto, añadió—: Pensé que era pudín de vainilla.

—¿¡Cómo!? —exclamé, intentando (en vano) comprender el extraño proceso de pensamiento que lo había llevado a semejante conclusión.

—Así que por eso sabía tan raro...

¿Perdón? ¿Que “sabía raro”, decía? ¿¡Cómo había sido incapaz de distinguir el sabor entre el pudín y la mayonesa!? ¡Era toda una locura!

Giré mi cabeza al escuchar, de pronto, pasos en la escalera. Y como era de esperarse, mi mirada se topó con la figura de Andrea descendiendo; aparentemente, con bastante prisa, además, pues bajó los últimos escalones de un salto.

—¡Buen día! —saludó apenas, a la par que se metía a la cocina a toda velocidad. Con desesperación, se dirigió a la alacena (apartando a Billy en el camino) y comenzó a buscar algo con muy poca delicadeza. El sonido de las cajas y frascos entrechocando resonó hasta el comedor, donde me hallaba yo.

—¿Qué estás haciendo...? —inquirí, acercándome al desayunador. Tras cruzar mi mirada con la de Billy, me vi obligado a añadir—: ¿...mi amor?

—¿¡Tienen yerbabuena!? —preguntó, alejando la cabeza de la estantería por un momento para verme a los ojos. No supe qué responder.

—No... no lo sé, la verdad... —contesté, completamente sincero. Andrea soltó un gruñido y se jaló el cabello por un instante. Luego cerró la alacena de un golpe, dio media vuelta y apuntó amenazante a Billy, usando su dedo índice. Directamente al rostro.

Luego, con un tono autoritario que pareció tener un extraño eco detrás, ordenó:

—¡Sung, ve a comprar yerbabuena! ¡Ahora!

No tuve que mirar siquiera para saber qué era lo que iba a ocurrir: al escucharse la voz de Andrea, los ojos de Billy perdieron su brillo y se posaron en la nada. Lentamente, tras erguirse como una marioneta en una posición innaturalmente perfecta, el chico repitió para sí:

—Debo comprar Yerbabuena para cumplir los requisitos del Quest. Item de Nivel 23. 155 EXP como recompensa.

Y dicho esto, Billy caminó como un autómata (habiendo guardado su frasco de “pudín” primero, por supuesto) hasta la puerta. Revisó que llevara su billetera consigo, y tras encontrarla, salió sin decir nada.

—Qué... —balbuceé, sin realmente poder comprender aquella situación. Había pasado todo tan rápido y de una manera tan extraña… Mi cabeza no podía con ello.

—¿Hmm? —Andrea parecía divertida con mi sorpresa. No me esperaba una reacción tan... especial... por parte de Billy, así que sin duda el asombro estaría dibujado en mi rostro.

—¿Por qué...? —me costó un poco decir las palabras. Tras balbucear algunos sinsentidos, carraspeé e intenté recuperar el don del lenguaje—. ¿Por qué lo enviaste a comprar yerbabuena? ¿No podías haberla hecho aparecer aquí? —cuestioné.

—Porque entonces estaría impregnada de magia y no serviría —respondió una vez salió de la cocina, como si no comprendiera mi propia incomprensión. Perfecto, y ahora me trataba como un ignorante—. Por fortuna queda suficiente tiempo —Andrea me miró y, al notar que seguía sin entender, explicó—: ¡Oh, es porque lo he puesto a fuego lento! Aunque ahora tendré que añadir algo de azufre para compensar el retraso de la cocción... Hmm...

Todavía no lo entendía.

Y negué con la cabeza para denotarlo.

—¿Qué? Hago una pócima.

Sólo pude suspirar tras escuchar aquellas palabras.

—Claro, cómo no lo pensé antes... —murmuré, siendo evidentemente sarcástico. Me llevé una mano al pelo y una vez más dejé escapar un suspiro. Andrea hizo una mueca que realmente no llegué a comprender.

Pero viendo que ya no podía hacer nada al respecto, prefirió cambiar de tema:

—Kyle, tengo hambre.

Sabía lo que eso significaba:

“¡Preparánse para el impacto, muchachos!”

“¡Fue un honor servir con usted, capitán!”

“No pude haber encontrado mejores hombres. Sí, ha sido todo un honor, caballeros”.

Andrea parecía creer que, a aquellas alturas, ya no necesitaba ninguna clase de permiso para envolver mi cuello con sus brazos y recargar todo su peso sobre mí. Ya sabía, después de todo, que no habría manera de que me opusiera: tal vez no tenía claro por qué, pero ya había advertido que al final siempre me rendía y me permitía perderme en ella.

Como sabía que iba a hacer, me besó.

“Aquí yacen Kyle Flynn y su tripulación. Que descansen en paz”.

Ese beso duró poco, sin embargo. Andrea no acarició mis labios con los suyos más que unos cuantos segundos. Como si llevara prisa, murmuró un suave “Gracias” y luego se perdió en las escaleras.

—¡Eh! ¡Eh, eh, no puedes simplemente dejarme con la duda! —acusé, apresurándome a seguirla con la curiosidad como mi combustible.

Por más demoníaca que fuese, Andrea no podía cambiar el hecho de que era más pequeña que yo, y por consiguiente, que tenía piernas más cortas. Logré alcanzarla y atraparla en un abrazo a unos dos o tres pasos de las escaleras al ático. La chica se agitó un par de veces, pidiéndome que la liberara:

—¡Suéltame! —ordenó, arrastrando la última vocal como quien hace un berrinche.

—¡No hasta que me digas que tramas, hija de Satán! —respondí, negándome a dejarla ir tan fácilmente.

—El Satán no es mi padre, no seas ridículo —contestó, cediendo sus sacudidas por unos instantes para soltar un bufido de fastidio que levantó su flequillo por unos instantes, como si yo acabase de decir una tontería que incluso un niño reconocería como tal—. ¡Y ahora suéltame si no quieres terminar convertido en una patética y despreciable araña inmunda! —añadió luego, no obstante, mientras volvía a la carga.

Tras soltarme aquella amenaza (que, más que peligrosa, me resultó algo adorable cuando la expresó en su faceta de niña pequeña), Andrea dejó caer su talón sobre mi pie con toda la fuerza que le fue posible.

Ni siquiera la mano de Dios dejando caer su castigo divino me pudo haber lastimado más que aquello.

Porque, después de haberme golpeado con semejante fuerza, Andrea se dio la media vuelta con tanta velocidad que su cabello me azotó como un látigo y luego echó a correr por el tramo de pasillo que quedaba hasta el ático. Sin embargo, antes de poder darle alcance o de poder empezar mi propia carrera incluso, una increíble fuerza me jaló hacia atrás.

No, no hacia atrás... hacia arriba.

El impacto de mi espalda contra la madera del techo me arrancó el aliento por unos instantes. Aunque pensando en retrospectiva, bien pudo haber sido, también, la sorpresa de haber sido jalado en contra la gravedad.

Solté un breve grito, alterado por lo que acababa de suceder, y luego me retorcí para intentar volver al suelo. Algo me detuvo por unos instantes, pero terminó por rasgarse como la tela tras sacudirme unas cuantas veces más.

La caída al suelo no fue mucho mejor; especialmente porque ésta fue de bruces, al contrario que la “caída al techo”. Mis costillas se arrepintieron de que mi cerebro hubiese tomado aquella decisión, pero no éste no tuvo otra opción que decirles 'lidien con ello, niñas lloronas' y obligar a las piernas a ponerme de pie.

Cuando miré arriba, noté que algo sí me había tenido atrapado a fin de cuentas. Al poder determinar lo que era, tuve que sacudirme con desesperación los restos que se habían quedado en mi ropa.

Telaraña.

Asquerosa, nauseabunda, inmunda, repulsiva, repugnante, odiosa, escalofriante, desagradable, vomitiva, estremecedora, horrenda, tétrica y espantosa telaraña.

¿Nunca he mencionado que odio las arañas? Tal vez debí hacerlo, para que Andrea hubiese evitado causarme aquel infarto. Las odio. Las. Odio.

—¡No me importa si pongo a todo el Infierno en mi contra, Andrealphus, juro que voy a asesinar-!

Tuve que interrumpirme en aquel preciso momento. Mientras le gritaba mis amenazas a la demoníaca jovencita, había decidido subir las escaleras hasta el ático para finalmente ver qué era lo que estaba tramando aquella habitante de las profundidades. Y tuve que cortarme porque en aquel instante había llegado a la cima y la habitación de Andrea había quedado frente a mí.

Sin duda, no se parecía al sucio y desordenado ático que cualquiera esperaría ver en una casa habitada por siete personas… Andrea había hecho un gran trabajo ordenándolo, cubriendo todo el piso con una mullida alfombra de un blanco tan perfecto que parecía que la habitación había sido cubierta por nieve. De alguna manera, se las había arreglado para esconder la madera de las paredes y de las columnas con un tapiz de color violeta. El techo y las vigas, por otro lado, las había pintado con un negro bastante brillante, sobre el cual había añadido un barniz resplandeciente.

Los muebles, como el escritorio, el sillón o el armario, se turnaban para adornar la habitación con tonos mármol u obsidiana. En el caso de las cortinas y la cama, ambas antítesis se coordinaban en la tela, bordes y costuras para crear un efecto agradable a la vista.

Aquellos colores, sumados a las estilizadas curvas del candelabro y las otras lámparas de la habitación, creaban un grato ambiente suavemente gótico, pero aun así muy femenino. Las diferentes flores, dispuestas en pequeñas macetas acomodadas con esmero sobre las vigas negras, contribuían a la delicadeza del aura de aquella habitación. Muchas, no tan sorprendentemente, eran de color morado o violeta.

En otro momento, me habría quedado a admirar el grandioso trabajo que la chica había hecho. O tal vez, considerando la situación en la que me hallaba, le hubiese gritado y reprochado por sus acciones. Pero no ocurrió ninguna de las dos. Lo que pasó fue que me quedé congelado en la cima de las escaleras, al igual que Andrea frente a la gran jaula que descansaba, con la puertecilla abierta, sobre su escritorio color mármol.

No tuve que verla por segunda vez para saber qué llevaba en las manos. El leve trino que se escuchaba apenas en el ático era suficiente.

Sonreí suavemente al advertir la olla humeante y la pequeña estufa eléctrica que Andrea había colocado en el suelo, doblando cuidadosamente una esquina de la alfombra para no maltratarla.

—¿Estabas intentando curarlo?—cuestioné, cruzándome de brazos en actitud acusadora. Rindiéndose finalmente, Andrealphus soltó un leve suspiro y asintió con la cabeza, tan lentamente que parecía que le costaba. Un ligero bufido, fantasma de una carcajada, se escapó por mi nariz

—Podías haber pedido mi ayuda, sabes. O usado la cocina, no había ningún problema.

Tuve que apartar la mirada, avergonzado, cuando el rostro de Andrea se iluminó con un entusiasmo increíble, envidiable para muchos. Agradeció infinitas veces mientras colocaba con delicadeza al pequeño pájaro (que no era más que una cría, como supuse) en el interior de la jaula, como temiendo que fuese a romperse. Cuando finalmente cerró la puertecilla y se aseguró de que todo estaba en su sitio, recorrió la habitación de un salto (o al menos así pareció) y se lanzó a rodear mi cuello con sus brazos, por poco tirándome por las escaleras.

—¡Gracias, Kyle, graciasgraciasgracias!

Estuve a punto de restarle importancia al asunto, diciendo que era simplemente un pajarillo, y que cualquiera niña inocente hubiera hecho lo mismo. Pero sentí que aquello, de alguna manera, rompería el momento y, quién sabe, tal vez hasta lastimara sus sentimientos. De tal manera que terminé por tragarme mi apatía y correspondí al gesto con unas palmaditas en su cabeza.

¿Aquella niña era la misma bruja que hacía días me había amenazado con sus colmillos y alas? La diferencia entre Andrea y Andrealphus, si alguien decidiese considerarlas dos gemelas en lugar de un individuo, era abismal.

—Y yo podía haber ido a conseguir esa yerbabuena —añadí, apartándola para poderla mirar a los ojos y que ella, a su vez, pudiese ver mi media sonrisa—. No tenías por qué esclavizar a un chino para hacerlo —solté una carcajada luego de decir aquello—. Wow, eso sonó terriblemente mal.

Creí poder ver un par de lágrimas alegres asomarse en el borde de sus brillantes ojos púrpura, antes de que se diera la media vuelta para atender de nuevo su remedio.

A veces me lo preguntaba. Y nunca dejaré de hacerlo, incluso a estas alturas:

¿Era aquella chica, realmente, un demonio?


El sábado que antes había parecido tan vacío y aburrido se escapó sin que me diese cuenta. Para cuando advertí aquello, que había pasado horas y horas ayudando a Andrea con un brebaje que no entendía y atendiendo a un pequeño gorrión herido, el reloj marcó la hora de la comida y todos habían vuelto ya a casa.

De tal manera que tuvimos que dejar a medias nuestro proyecto, llenar de nuevo el minúsculo recipiente de agua de la jaula y abandonar el ático.

—¿Vas a ponerle algún nombre? —pregunté, mientras devolvía la escalera retráctil a su sitio. Para mi sorpresa, Andrea negó con la cabeza.

—No es necesario. No es ninguna mascota.

—Oh, bueno, eso es cierto —coincidí—. Pero es algo que se suele hacer con los animales con los que te encariñas, ¿no?

Con una sonrisa de oreja a oreja, Andrea me dio un golpecito en la nariz.

—Entonces debería comenzar a ponerte nombres a ti.

Wow. Sencillamente, no supe cómo reaccionar a eso.

—Gracias por el favor, Kyle.

Me encogí de hombros y sacudí la cabeza, sin darle mucha relevancia. Como para justificar mi actitud, dije:

—Para eso estoy, como tu novio. Para cumplir caprichos y conceder deseos.

Quise llevarme las manos a la boca en aquel momento, implorando que alguien retirara por mí aquellas palabras, pero no hice nada más sino quedarme congelado y tragarme el nudo de la garganta, nervioso. Era la primera vez que, en lugar de “esposo” usaba el término “novio”. Uno que, peligrosamente, sonaba más natural y agradable.

No sabría decir si fue para mi desgracia o para mi fortuna, pero Andrea no dijo nada al respecto:

—Entonces supongo que yo debería empezar a cumplir algunos caprichos también, ¿no?

Y con aquellas palabras, reanudó su camino hacia el comedor, dejándome solo en el pasillo de la segunda planta.

Todo el asunto del novio se esfumó. Y también el pajarito. Y el hechizo que parecía estar afectando a Billy. Todo. Todo desapareció, excepto mi propia conciencia y la última frase que Andrea había dicho, resonando una y otra vez en mi mente.

“Debería empezar a cumplir algunos caprichos”. “Debería empezar a cumplir algunos caprichos”. “Debería empezar a cumplir algunos caprichos”.

Luego, una revelación. Una idea tremenda que podía cambiar radicalmente la situación en la que me había metido y que, ante la imposibilidad de comprenderla, había terminado por aceptar sin mucho esfuerzo.

Por contrato, era mi esposa. Yo, su esposo. Esposos los dos.

Como tales, lo de uno era del otro. Lo mío era suyo; y lo suyo, mío.

Lo suyo, mío.


Una sonrisa se dibujó en mi rostro, reflejando la increíble transformación que mi aburrido sábado había sufrido: al mejor día de mi nueva vida. El día en que yo ganaba.

—Sí, cariño, hay algunos caprichos que podrías cumplirme...


PS. Un día le daré formato a los spoilers, lo juro.

¡No se olviden de dejar un comentario! Después de todo, Hellfire Kiss vuelve después de una laaaaarga ausencia, y juro que tiene mucho para dar todavía.

Agradezco sus lecturas de antemano. ¡Gracias por pasarse! c:
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Re: Hellfire Kiss ~ VI. Crónicas de un contratista encadenado

Notapor A Nerd Girl » Mié Ago 21, 2013 2:37 am

Una gran idea juntada con una buena descripción de sucesos y grandes personajes...

Es para que cuando lo termines lo publiques con una editorial y despues te hagas de oro y te veas todo en película.

Nah, dejo coñas. Me ha gustado, es facil de leer pero hay partes algo dudosas o partes que me ha costado pillar la gracia. Pero el resto es pura maravilla.

Sigue asi!
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Re: Hellfire Kiss ~ VI. Crónicas de un contratista encadenado

Notapor ita » Mié Ago 21, 2013 4:54 pm

Leídos los capítulos 5 y 6.

#5: encontré algunos errores menores, como repetición de palabras y alguna palabra escrita dos veces junta, pero nada remarcable. Por todo lo demás, impecable, como siempre. El argumento me parece original, divertido y fresco, con sus pequeñas dosis de humor. Me ha gustado mucho.

#6: tal vez por el hecho de ser un capítulo introductorio a un nuevo arco no haya estado lleno de acción, pero sí que sirve para dejar ver el lado más "tierno" de Andrea y un cambio en la relación que mantienen ambos. Por no mencionar las intenciones perversas de Kyle. Buena narración, aunque a veces se volvía un poco lenta, tal vez por repetir conceptos ya mencionados con frecuencia. Pero por lo general, muy buen capítulo.

¡Sigue escribiendo pronto! Aunque con el tiempo que había pasado entre capítulos, aún me acordaba de lo que había pasado, así que se puede decir que Hellfire Kiss es una obra remarcable y muy buena ^^.
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Re: Hellfire Kiss ~ VI. Crónicas de un contratista encadenado

Notapor Enix » Vie Ago 23, 2013 4:13 am

Me acabo de leer el primer capítulo y me ha gustado mucho. Tu narración es muy amena, buenas descripciones, y un buen argumento. Sigue así.
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Re: Hellfire Kiss ~ VI. Crónicas de un contratista encadenado

Notapor 15nuxalxv » Vie Ago 23, 2013 5:57 am

Dios santo, ese muchacho debería tener más cuidado con las criaturas del Averno (?)
Leídos las dos partes del primero y el segundo. Me ha encantado la parte en la que firman el contrato, no podía parar de preguntarme ¿Cuánto tardará en darse cuenta? ¿Cuánto tardará en darse cuenta? xD
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Re: Hellfire Kiss ~ VI. Crónicas de un contratista encadenado

Notapor Tsuna » Mar Ago 27, 2013 6:25 pm

Bueno, supongo que me toca comentar. Ante todo me quejo de lo ingenuo que fue este chico, es decir, su mejor amigo se va con unas canadienses toda la noche, ¿y Kyle se cree lo suficientemente importante como para pensar que le está gastando una broma de mal gusto cuando tiene mejores cosas que hacer? xD

Dejando eso de lado, el argumento y el ambiente en general me ha gustado, ha habido alguna que otra situación en la que quizás me haya perdido, y el último capítulo me ha hecho reír en algunos puntos, sobre todo con lo de 155 EXP de recompensa.

En fin, espero que sigas Zee, aunque vaya lento, merece la pena :)
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Notapor Cloty » Mar Sep 17, 2013 4:50 pm

No veo el sentido de que me hayan borrado el mensaje así que vuelvo a ponerlo.
La trama de la historia esta rebuena, tengo ganas de más xd
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Re: Hellfire Kiss ~ VI. Crónicas de un contratista encadenado

Notapor Sombra » Vie Sep 27, 2013 3:11 am

OH DIOS! No me había fijado en que estabas continuando Hellfire *3*

Espero que lo sigas, Zee!
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Re: Hellfire Kiss ~ VII. Potterhead

Notapor Zee » Vie Oct 04, 2013 6:15 pm

¿Por qué tardaré tanto con las actualizaciones? ¡Nunca lo sabremos!

Una vez más traigo, no en bandeja de plata, sino en plato desechable, un nuevo capítulo de Hellfire Kiss. Éste particularmente me dio bastantes problemas cuando se trataba de corregirlo y arreglarle detalles. Una vez más, se trata de un capítulo más explicativo, con bastante diálogo y poca acción. Y debo confesar, un poco más aburrido que el anterior.

Y sin embargo, lo considero una parte necesaria para la continuación de Hellfire Kiss, pues lo que sucede en este capítulo es el inicio de una cadena de acontecimientos que llevarán a Kyle a coronarse como el mismísimo rey del Infierno thisisnotactuallytrue. Todo aquí gira alrededor de Andrea y Kyle y la nueva dimensión en la que se desenvolverá el contrato de ambos, tras haber descubierto una posible laguna legal.

¿Habrá encontrado Kyle su libertad? Evidentemente, no, pues no habría novela que continuar. ¿Se han enamorado el demonio y el contratista? No, esto no es Crepúsculo notodavíaalmenos. ¿Veremos finalmente nuevos demonios en acción? No, eso hasta el siguiente capítulo.

Sí, en el siguiente capítulo. Es una promesa. Incluso he traído un regalo especial: un preview. Así es, un preview. Un pequeño fragmento, una probadita, de lo que ocurrirá en el capítulo 8. ¿Y saben cómo pueden encontrarlo? :D

Buscando el link oculto en el capítulo de hoy (:

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Hellfire Kiss 7. Potterhead
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[Versión Sólo-texto]
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Capítulo 7

Potterhead



—Estás demente.

La acusación de Andrealphus, para ser justos, bien pudo tener algo de sentido. De cierta manera, lo que la chica decía a manera de reproche era algo cierto: si realmente yo acababa de hacerle semejante proposición, bien podría estar loco. Un poco.

La cosa era que acababa de encontrar una manera perfecta de ignorar las anteriores especificaciones del contrato. Era solamente una teoría, pero bien es dicho que la esperanza muere al último. Si realmente había encontrado una laguna legal, sabía quién de qué cosas podría aprovecharme.

Mi primera idea era relativamente sencilla. Domingo al mediodía y ya había decidido interceptar a Andrea en algún lugar de la casa, a solas. Directamente iría al grano, haciéndole mi petición sin ningún preámbulo. Y ante mis bien fundamentados argumentos y la adorabilidad de mi rostro, el demonio no podría hacer más si no aceptar.

O eso había pensado hasta el momento, al menos, hasta que Andrea reaccionó como si le hubiese pedido… no sé, sostener una bomba. A nadie le gustan las bombas. Y, aparentemente, a nadie le gusta enseñar magia.

Porque eso era lo que había decidido pedirle a Andrea, buscando poner en práctica mi teoría, la cual había rondado mi cabeza durante casi toda la noche. Kyle Flynn, el patético humano, imploraba la divina iluminación de la oh poderosa súcubo Andrealphus.

—Oh, venga… digo, no es la gran cosa —me defendí entonces, encogiéndome de hombros para intentar restarle importancia al asunto.

Es la gran cosa —corrigió la joven, haciendo un especial énfasis en la primera palabra—. Es magia. Poder de la mente sobre la materia y dominación de los elementos que componen al universo —Andrea bufó, levantándose levemente uno de sus mechones violetas y luego se cruzó de brazos, mostrando así con su actitud que en realidad no estaba dispuesta a ceder.

Tenía un punto. Sí, sí, lo tenía. Tenía un buen punto, pero eso no significaba que iba a darme por vencido.

—¿Estás insinuando que no podría lograrlo? —cuestioné, ligeramente desafiante, exhibiendo una media sonrisa. Como para imitar sus manierismos, me permití cruzarme de brazos y recargar mi peso hacia atrás, doblando ligeramente las rodillas.

La respuesta vino más rápido de lo que cualquiera esperaría:

—Sí.

Aquella tan ferviente afirmación me tomó por sorpresa y de alguna manera significó una pequeña espina en mi orgullo.

—Me subestimas —repliqué, frunciendo el ceño y volviendo a una expresión un tanto más seria.

—No, no lo hago —respondió la joven—. La magia no es algo que un humano pueda simplemente obtener.

“Qué comentario más ofensivo”, pensé. Era semejante a cuando un humano se refería a un animal con aquel usual tono de lástima y despecho, como apiadándose de su incapacidad de compararse con la raza superior.

Inmediatamente le demandé que extendiera su declaración:

—Explícate.

Y así lo hizo.

—El dominio de la mente sobre la materia es una habilidad altamente específica. No es algo que pertenezca a tu mundo inferior —aquellas palabras podían sonar duras, casi como un insulto a nuestra raza, pero Andrea las había pronunciado con un tono tan suave y consolador que parecía apiadarse de nuestra gente. Aquello me calmó.

—¿Entonces… no puedo aprender magia? —inquirí, haciendo una mueca.

—Ya te lo dije, un humano no puede aprender semejantes secretos. Su raza no está preparada para ello. Por eso no tienen contacto con el Inframundo y el Edén, al menos en vida.

Volví a apretar los labios, claramente molesto. A Andrea no le pasó inadvertido, pero decidió no agregar nada nuevo; sencillamente dejó salir un bufido de fastidio. No estaba dispuesta a explicar nada más. De tal manera que yo, tan empático y compresivo como soy, no insistí en absoluto:

—¿Puedo pedir un par de deseos, al menos? —cuestioné tras unos breves instantes de incómodo silencio. Andrealphus, cruzada de brazos como se hallaba, alzó una ceja, inquisitiva mas poco sorprendida, para luego exhibir una media sonrisa.

—¿Un par? —repitió— Bueno, mientras estés dispuesto a acabar con los que te quedan, de acuerdo. Sólo asegúrate de aprovecharlos.

¿Estaban sus purpúreos ojos brillando? Aquello era entusiasmo, sin duda. ¿Podría ser, acaso, que el pedir mis otros dos deseos simbolizara una especie de liberación para el demonio? Al expresarlos y verlos concedidos, ¿estaría sellando inevitablemente mi destino: la entrega de mi alma?

¿Entonces qué pasaría… si jamás pedía esos deseos?

—¿Puedo desear más deseos? —pregunté. Y tal y como me lo suponía, la chica inmediatamente negó con la cabeza.

—No —dijo simplemente, tan precisa como tajante.

—¿Y más contratos?

—No.

—¿Y si deseo que me cuentes alguna manera de saltarme el contrato?

Una vez más, Andrea soltó un bufido de fastidio:

—Ugh, si yo tuviese un deseo… —masculló entre dientes.

Aquello me hizo soltar unas leves carcajadas. Y después de mostrar aquella expresión de diversión, Andrea respondió con la sombra de una sonrisa.

—Sólo deja de buscar irregularidades —declaró entonces, un poco más tranquila. Disculpándose con la expresión de su rostro y con una gentil caricia en mi brazo, hizo ademán de finalmente darse la vuelta.

—No prometo nada —dije mientras sonreía, aunque sin realmente tener muchos ánimos para ese momento.

Aunque pretendía mostrarme perfectamente normal ante Andrea, la verdad era que internamente me sentía completamente derrotado. ¡Había tenido tanto entusiasmo, sencillamente no era justo! Ciertamente me había hecho ilusiones con aquel nuevo deseo; de cualquier manera todavía me quedaban dos, ¿no? Bien podía pedir otro sin arriesgarme a sellar mi destino gastándome los tres (si es que realmente hacerlo era una diferencia).

Así, resignado y algo fastidiado, no pude hacer nada más sino alejarme de nuevo a la cocina.



—¡E-espera! ¡Kyle!

Cuando Andrea me llamó desde el otro lado de la sala, tuve que parar con un pie en el aire, a medio paso de subir otro escalón hacia la segunda planta. Precavido, intenté dar la media vuelta en mi sitio, con cuidado de no perder el equilibrio a mitad de las escaleras y caer inevitablemente al suelo con mi plato a rebosar de pizza fría.

—¿Sí…? —pregunté con no poco esfuerzo: después de todo, llevaba un valioso trozo de pan salado entre mis dientes incisivos, el cual no podía permitirme perder ante las fuerzas gravitatorias.

Con aparente nerviosismo, la chica cruzó la habitación hasta acercarse a mí, decidiendo permanecer al pie de las escaleras. Me sostuvo la mirada durante unos instantes, como dudando de las palabras que quería pronunciar. Y para mi sorpresa, se balanceaba sobre la punta de sus pies; un gesto tan femenino e infantil que simplemente nunca había contemplado en ella. Expectante, alcé una ceja.

—¿Por qué? —cuestionó finalmente, después de poner orden a sus pensamientos. Y cuando mostré incomprensión se vio obligada a añadir—: ¿Por qué quieres aprender magia?

Medité durante unos segundos mi respuesta. Segundos que aproveché para darle un mordisco a la pizza y disfrutarlo en silencio, devolviendo al plato la porción que había estado balanceando precariamente en mi boca

—Porque es interesante —respondí, encogiéndome de hombros. No quise parecer muy afectado por ello—. Y útil. Y probablemente divertido.

—Oh…—se le escapó a Andrea. Su mirada cayó al suelo— ¿Es sólo eso? —quiso confirmar.

—Bueno, sí —contesté después de terminarme un poco más de mi comida—. ¿Para qué más?
Andrea permaneció callada; aunque por la manera en la que torció la boca y movió impacientemente el pie, era evidente que quería decir más.

—No puedes pedirme que te enseñe magia —añadió finalmente—, sólo porque es divertido.

—Considéralo un capricho, nada más —respondí casi al instante. Después de ello dibujé una sonrisa a manera de disculpa e hice amago de continuar mi camino. No obstante, Andrea me interrumpió de nuevo, pese a que no tenía la intención de hacerlo:

—No sé si estoy para cumplirte caprichos, Kyle…

Un súbito arrebato de entendimiento me obligó a detenerme por segunda vez. Levemente sorprendido, volví a mirar a la joven al girar mi cabeza en su dirección. Tuve la urgencia de pedirle que repitiese sus palabras, aunque sabía que no había posibilidad de haberla escuchado mal.

Y, de cualquier manera, la idea ya había llegado a mi mente. Así que, impulsivo como era, la dije como salió:

—¡Eso dijiste ayer!

Andrea parpadeó varias veces, como batallando para procesar lo que acababa de decirle. Ante su incomprensión, alcé las cejas y sonreí divertido, si bien en mi sonrisa se atisbaba también una pizca de maldad.

—Bueno, no, no realmente. De hecho, dijiste todo lo contrario —expliqué, señalándola acusadoramente con mi dedo índice—. Dijiste que podías comenzar a cumplir algunos caprichos, como mi esposa que eras.

El súcubo abrió los ojos como platos, para luego dejar caer levemente la mandíbula a causa de la sorpresa. Apartó la mirada y se mordió el labio unos segundos después, demostrando su nerviosismo.

La había acorralado… ¡Lo había hecho!

—¡Haha! —reí triunfante, tan alegre que estuve a punto de dejar caer mi atesorado plato de pizza fría—. ¡Tienes que hacerlo! ¡Entra en el contrato! —expliqué, sintiendo la repentina urgencia de comenzar a bailar (evidentemente, no lo hice. Llevaba pizza en mis manos). Y cómo no experimentar aquello, pues era imposible no sentirme tan extático cuando finalmente había encontrado que tanto había buscado. ¡Y más pronto de lo previsto! —. ¡Porque es un capricho, un regalo, un favor y no un deseo! ¡Y debes cumplirme caprichos porque eso es lo que hacen los novios!

El universo se tornó estático en ese instante; todo lo que nos rodeaba quedó congelado, en perfecto silencio. O por lo menos fue aquella impresión que me dio el ambiente mientras sentía mis últimas palabras resonar en mi cabeza: dolorosos ecos a manera de penitencia.

“Eso es lo que hacen los novios”. Oh, lo había vuelto a hacer.

Desafortunadamente, aquella expresión no pasó desapercibida para Andrealphus como lo había hecho el día anterior, quien presentó el mismo rostro que tendría quien ha visto un fantasma (y sabiendo que trabajaba con almas cotidianamente, aquello era todavía más preocupante).

Me aventuré a intentar corregirme, pensando que tal vez pudiese enmendar lo sentenciado de alguna manera.

—Quise decir…

Pero para mi sorpresa Andrealphus sonrió. Su gesto de asombro cambió a uno sereno y consolador, y luego… a una sonrisa.

—No me incomoda —apuntó—. Es un paso antes del matrimonio, ¿no?

Tragué saliva, nervioso. Aquella situación se estaba desenvolviendo de una manera inesperada… y alarmante.

—Pero yo…

—Es parte del contrato, ¿no es así?

Vacilante y tembloroso, asentí con la cabeza, aunque no con poco esfuerzo.

—Entonces, como tu novia… supongo que podía cumplir un capricho o dos —expresó resignada, aunque sin borrar la sombra de sonrisa que se le había dibujado en el rostro. Sin darme más explicaciones, Andrea se llevó una mano a la otra. Por unos instantes no entendí lo que estaba haciendo, frotándose los dedos de la izquierda con la mano contraria.

Pero entonces comprendí cuando, de un tirón, apartó la diestra de su hermana. Se había estado quitando un anillo y ahora, sin decir nada, me lo ofrecía directamente. Extendí la palma de mi mano libre y, con delicadeza, Andrea posó el accesorio sobre ella.

Era bastante sencillito, en realidad, aunque eso sólo podía simbolizar que tenía un gran valor: el metal plateado que componía el delgado, muy delgado anillo era tan pulcro que parecía ser incluso blanco. Una sola joya, pequeña, se hallaba fija a la banda y brillaba con intensidad. Oh, sorpresa… una amatista de color violeta.

—Un regalo de mi parte —aclaró Andrea para luego añadir juguetona—: Lo que significa que más tarde debes regalarme algo a mí también. Te daré unos días para pensarlo.

Con movimientos curiosamente danzarines, que jamás había imaginado en ella, la chica giró sobre la punta de sus pies y se alejó de las escaleras por la dirección en la que había venido.

—¡No, espera! ¿Qué se supone que haga con él? ¡Es un anillo de niña! —expresé en voz alta, esperando que Andrea me respondiese. La chica asomó la cabeza por el pasillo por el cual había desaparecido y luego explicó:

—¿Querías magia? Allí tienes la magia. Te permitirá expulsar leves disparos de energía; así que, aunque ahora luce como “de niña” —sonriente, ilustró las comillas con sus dedos—, te recomiendo que lo uses.

Y en cuanto terminó de decir aquello, Andrea volvió a perderse de mi vista en cuanto la pared se interpuso entre los dos. Desde lejos, sin embargo, añadió algo que parecía habérsele olvidado:

—¡Sólo recuerda que se alimenta de mi energía y yo necesito alimentarme de…!

Se detuvo para dar efecto a sus palabras. Y desgraciadamente, lo logró.



Durante el resto de mi ascenso por las escaleras, no pude apartar la mirada del tan poco ostentoso anillo que Andrea había decidido obsequiarme, mientras balanceaba peligrosamente el trozo de pizza entre mis dientes. Y no podía parar de preguntarme mientras caminaba hacia mi habitación… ¿estaba el demonio hablando en serio? ¿Podía ese pequeño anillo otorgarme el regalo de la magia? ¿Cómo iba ponérmelo, si Andrea tenía unas manos tan finas y delgadas? Consideré incluso si sería suficiente con el simple hecho de llevarlo en el bolsillo o tal vez colgado al cuello.

“¡Mr. Frodo, Mr. Frodo!”.

Sacudí la cabeza para apartar cualquier descabellado pensamiento y al llegar a mi cuarto, inmediatamente me derrumbé en la cama; maldije cuando provoqué una lluvia de migajas de pan sobre las sábanas, pero terminé por no darle mucha importancia tras unas cuantas sacudidas. Entonces abandoné mi comida y me dediqué en observar el anillo al sostenerlo sobre mi rostro. Curioso y meditativo, hice ademán de ponérmelo.

Sorprendentemente, mi dedo entró sin mayor complicación, como si la banda hubiese sido moldeada justo a su forma. Se deslizó de una manera tan natural y perfecta, que de hecho no parecía natural y perfecta.

Y cuando miré el anillo con curiosidad e incomprensión, descubrí que había cambiado. El delgado círculo plateado se había convertido en una gruesa banda de color negro brillante que rodeaba mi dedo de una manera más tosca y cuadrada, con unos bordes bien definidos en lugar de formar una curva limpia. La amatista ahora era tan grande como el anillo mismo y tenía un color más profundo y oscuro, además de también haber cambiado su forma a una más poligonal.

Era más grande, más oscuro y más tosco. En pocas palabras, se había convertido en un anillo para hombre.

Si aquello no era magia, entonces no sabría decir qué.

—Esto es… increíble —murmuré sin pensarlo, mirando con admiración el accesorio. Si se ajustaba a mi mano con tanta facilidad, ¿Por qué no habría de creerle a Andrea cuando insistía en que ese anillo me otorgaría magia?

¿Debía… intentarlo?

Me preguntaba en silencio cómo funcionaba, a la par que miraba mi mano recortada contra el techo de mi habitación. Cuestionaba con escepticismo el correcto funcionamiento: ¿cómo podía un simple anillo manipular el mundo a mi alrededor? ¿De dónde sacaba la energía para hacerlo? ¿Cómo debía expresar mis órdenes? ¿O podría entender mis deseos por sí mismos?

—Win… —tragué saliva, arrepintiéndome por un instante sobre lo que estaba a punto de decir; y no obstante, cuando recordé que estaba solo en mi habitación, decidí hacerlo de cualquier manera—: Wingardium… le… viosa…..

Fue ridículo.

Evidentemente, no ocurrió absolutamente nada. Había apuntado a algo que consideraba pequeño, una taza vacía que había abandonado en el escritorio, y había intentado hacerla levitar. No sentí ninguna respuesta en ningún momento y sólo me quedé con la mano extendida al frente sin saber realmente qué pretendía lograr con ello.

—Idiota —me reproché.

Y no tenía ganas de seguir sintiéndome ingenuo. Después de todo, Andrea había llamado a los humanos “inferiores”. ¿Y se lo iba a probar al pedirle ayuda? ¡Ni de chiste! Es más: ni siquiera podía estar seguro que la chica me había dicho la verdad al regalarme ese anillo. Bien podría ser una broma o una prueba para restregarme en la cara que era incapaz de usar ese poder, así como un estúpido animal no podría usar una licuadora.

Y había sido tan linda…

Antes de que me diera cuenta, había tomado mi abrigo y había salido de mi habitación hecho una furia.


Respuestas al lector(y karma gratis):
HappyDelice. ¡Gracias por la lectura y el comentario! Es un gusto ver que no has tenido más remedio que leerte todo completo; me enorgullece bastante. Y, quién sabe... tal vez algún día alguna productora esté interesada en hacer una peli, si es que no hay problemas con copyright y tal... Se vale soñar (:
ita. Literalmente no podía creerte cuando me dijiste que ni siquiera te habías leído el cap 5 :C Pero bueno, con mayor razón se agradece tu esfuerzo, puesto que has tenido que ponerte al día y leer dos capítulos de tirón. Me aseguré de revisar el cap 5 en la nueva corrección, así que estoy seguro que la versión que tengo ahora es mejor que la que leíste antes; de cualquier manera, tomaré en cuenta tus consejos. ¡Y qué bueno que el capítulo 6 haya cumplido su cometido!
Enix. ¡Gracias por leer, Enix! XDXDXD
15nuxalxv. Nuxyyyyyyy, gracias por comenzar a leer. Tienes que decirme si has avanzado más, ¿eh? Te prometo que se pone mejorcita c:
Zeix. Reconozco que tengo muchísimo que trabajar en los primeros dos capítulos. La nueva versión, en mi opinión, tiene un contexto un poco más realista y el contrato no queda tan forzado (Tyler mencionando a una chica que estaba interesada en Kyle, éste mencionando que sinceramente se hallaba medio dormido y que es bastante paranoico, el deseo de "sé mi esposa" siendo un poco más sutil e indirecto...). Y sin embargo, aun así tengo claro que tengo que mejorarlo bastante :( ¡Y muchas gracias por tu comentario, Zx! Espero verte por aquí más seguido (:
Cloty. Te lo había borrado por lo de Terrbox. Supongo que te daré el beneficio de la duda. Gracias por tu comentario~
Sombra. ¡Pues pásate por el foro más seguido! O< graciasporleerporcierto


¡No te olvides de dejar un comentario en el post! Agradezco tu lectura (o al menos, la visita) y espero verte de nuevo pronto (::::

PS. puedesusarquoteparabuscarelpreviewsinoquieresleer
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~Dondequiera que el arte de la medicina es amado,
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Re: Hellfire Kiss ~ VII. Potterhead

Notapor ita » Vie Oct 04, 2013 7:37 pm

¡Leído el nuevo capítulo!
Tienes razón, no tiene mucha acción, pero no está mal. La verdad es que el título me pareció extraño pero, claro, al final vi el guiño, estuvo gracioso.
Lo que encontré es que la primera página se hizo muy pesada de leer, como que estaba trabada, ya sabes, con expresiones redundantes y demás, pero en general, estuvo bien.
Aunque sigue habiendo algunas frases que no acaban de encajarme mucho (porque eres mexicano y usáis otro vocabulario distinto, básicamente es eso, en el otro lado del charco algunas frases que usas no existen, nomás). Pero me gustó, tuvo su punto gracioso.
¡Espero pronto la continuación!
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