Primeros relatos ( By Dejawow)

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Primeros relatos ( By Dejawow)

Notapor Deja » Mié Feb 22, 2012 4:05 am

¡Buenos días! Os traigo los primeros escritos a máquina que hice. Son... malos, en pocas palabras. Pero las ganas no faltaban en aquellos tiempos y hay bastante donde escoger, si veo que divierte y tal sigo subiendo. De momento dejo la primera parte de "La Legión". Espero que divierta.

No busco críticas.

La Legión. Capítulo 1: Los soldados de Lob

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Wilden estaba durmiendo en una cabaña hecha con sus propias manos. Era de madera, el suelo hecho con troncos bien amarrados y las paredes tan frágiles que parecían romperse con un solo empujón.
-Venga, despierta.
Eran los soldados de la ciudad, venían a por Wilden que lo habían pillado haciendo hechicería en Crónex, la ciudad vecina. Estuvo practicando magia con una bruja, en aquellos tiempos las brujas eran ejecutadas por las leyes que había puesto el gobernador Lob, era un hombre en el que no se podía confiar, era astuto y gobernaba su reino como si fuera una partida de ajedrez, nadie se oponía a su sistema de gobierno, nadie quería enfrentarse con su guardia personal.
Los soldados dirigidos por el capitán Cormil ya se llevaban a Wilden agarrado uno por cada brazo, el capitán iba delante y un soldado iba detrás por posibles ataques o emboscadas, Wilden había tratado con magos de otro imperio, los soldados sabían que era peligroso por eso Lob había colgado papeles por todo el castillo con orden de busca y captura a Wilden.
-Yo os maldigo soldados, la mano negra caerá sobre vosotros y vuestro gobernador, esa ciudad no va durar una semana más, todo será abrasado por los magos.
Wilden era un muchacho de catorce años que se había propuesto dominar todo el territorio central y con ello crear un imperio justo, le había pedido a su maestro si le podía ayudar con los preparativos.
-Tus maldiciones no nos harán efecto –dijo el capitán levantando la voz para que los soldados no sintieran miedo por lo que acababa de decir Wilden.
Ya saliendo de la cabaña el soldado que iba a la espalda, empezó a destruir la cabaña y a destrozar todo lo que había dentro, iban en dirección al castillo, tenían que cumplir órdenes y sabían que a Lob no le gustaba que sus soldados le llevaran malas noticias o que no cumplieran con su misión.
-Esperemos que no venga tus amiguitos a salvarte –dijo un soldado mientras se reía de lo que acababa de decir.
-Claro, que si no tenemos para rato.
Wilden estaba empezando a cabrearse porque él sabía que su amiga solo podría hacerlos cenizas en un abrir y cerrar de ojos, el mismo hasta lo podría hacer pero había prometido no usar su magia delante de ignorantes.
-¿Qué?, ¿estáis contentos?, ahora veréis.
Wilden estaba pronunciando unas frases mágicas y a los soldados no les gustaba nada.
De pronto por allí apareció Lob, los soldados se arrodillaron como si les hubieran ordenado y amenazado con ejecutarlos. El capitán le explico lo que pasara cuando cogieran a Wilden y lo que habían hecho con él.
-No me importa, ahora quiero que me lo llevéis a la torre central, y no os detengáis a hablar con él ni si quiera lo miréis.
El capitán que había entendido perfectamente la orden les dijo a sus soldados que fueran marchando que él iba ir detrás. Lob que ya quedaba sumido en la niebla había desaparecido.
-Malditos soldados, yo no he hecho nada, soldado, suéltame.
-Puedes rechistar todo lo que quieras que no te vamos a soltar –decía el soldado riendo-. Esta vez no te saldrás con la tuya.
De pronto aparecieron allí su maestro y su aprendiz, la amiga de Wilden, eran amigos desde pequeños. Habían estudiado del mismo maestro, del Gran Mago Tenebroso.
Los soldados y el capitán al ver al Mago y a su aprendiz soltaron rápidamente a Wilden y lo dejaron caer sobre el barro, desesperados, los soldados echaron a correr.
-Me las pagareis –dijo el capitán desesperado. Sabía que si volvía a ver a Lob y le decía que unos magos le habían quitado al chico, lo matarían-. Os juro que destruiré vuestro reino, cuando llegue el día.
Sasha estaba levantando a Wilden, pero este que le torcieran un pie los soldados no se podía aguantar. El mago pronunció unas palabras mágicas y el pie de Wilden se recuperó instantáneamente.
-¿Quiénes sois?
-¿No te acuerdas de nosotros Wilden?, si hablamos ayer por la noche, ¿te han lavado el cerebro esos soldados o que te pasa?
Wilden lleno de barro empezó a andar al otro lado, el paisaje parecía muerto, no había ni un rayo de sol, no hacía viento, los árboles no tenían hojas, aquello parecía un pantano.
-¿Dónde estoy?, ¿Qué es esto?, ¿Quiénes sois?
-No se acuerda de nada, lo llevaremos a la ciudad lo más rápido posible, me parece que sufre algún conjuro o algo parecido.
Fueron en caballo por la niebla, no llega a ser porque son magos y se perderían, Sasha y Lazius iban hablando mientras Wilden estaba reordenando sus ideas. Aquella gente era amiga mía o simplemente se hacían pasar por mis amigos para aprovecharse de mí, sería aquello una trampa o era verdad, yo solo recordaba el día de hoy, como si naciera hoy mismo, a lo mejor tenían razón y era que me hubiera lavado el cerebro o torturado, pero no presentaba marcas de tortura, estaba como nuevo.
Cabalgábamos por el barro, cuando de repente una bandada de pájaros no salió al paso, iban bien agrupados, todos negros con alas rojas, parecían un ejército dispuesto a asediarnos. Sasha me agarró por la cota y me lanzó contra el barro, acción que repitió con su maestro, en pocos segundos estábamos tumbados los tres en el suelo y los pájaros se lanzaron juntos a por los caballos.
-Increíble –murmuré-. Nunca los había visto.
-Créeme, ya has visto muchas veces.
Llegamos al castillo, unas puertas levadizas se ciernen encima de nosotros y todo el mundo se arrodilla ante el Mago Tenebroso, nuestro amigo parece ser. Íbamos al galope y no nos paramos ante ningún campesino y nade se puso en nuestro camino, nos dirigíamos a la torre, a la habitación mágica. Por nuestro recorrido en el castillo, en la entrada había dos grandes puertas de madera, en el suelo había una gran alfombra roja que cubría parte de la sala y si la seguías iba directamente al trono de el mago, a la izquierda y a la derecha había dos torres con sus respectivas habitaciones, habría unas cuatro habitaciones en cada torre. En la torre izquierda allí donde nos dirigíamos eran los aposentos reales del mago, en una habitación estaba la sala de artes, en otra la sala de magia y por último teníamos a la habitación real, decorada con dos grandes cuadros.
-¿Que me vais hacer?
-Nada tranquilo, confía en mí –le respondía Sasha, ella no podía creer que no la recordara, si la poción que le iban dar no funcionara, podrían ocurrir cosas terribles. Cada vez que alguien roba la memoria a otra persona, esta sabe todo lo que la víctima sabía y por tanto el que se lo hizo a Wilden conocería la magia-. Apresurémonos, necesitaremos el tiempo preciso para curarlo y que nadie nos moleste.
Los soldados bajaron la escalera tranquilamente pensando en que le harían al chico. Al llegar abajo se encontraron con su general que les pregunto lo que pasaba allí arriba, el general iba vestido con una túnica blanca con bordes amarillos, de no ser por eso los soldados no lo habrían reconocido
La puerta de la sala de magia era bastante grande, cuando llegaron a ella Lazius le mandó a Sasha que tumbara al chico en una de las cama mientras el preparaba la poción. Sasha obedeciendo la orden solo por su amigo, lo tumbó en un montón de mantas, Lazius le hizo beber una pócima.
-¿Te encuentras mejor?
Pero no hubo respuesta, Wilden se había quedado dormido.
-Será mejor que bajemos, hoy te voy a dar unas clases adelantadas.
Bajaron al salón central y encontraron todos los soldados enloquecidos corriendo de un lado para otro, de una habitación a otra. Lazius le preguntó al capitán que pasaba pero este no respondió, Sasha lo seguía de cerca para no perderlo.
-Ven conmigo.
Se dirigían a la torre de la derecha, subieron las escaleras con mucha prisa, tanta que Sasha casi se cae por el camino. Llegaron al final del pasillo, dónde había una quinta habitación cerrada con llave. Lazius sacó la llave del bolsillo de su túnica, abrió la puerta y una vez dentro volvió a cerrar.
-¡Qué maravilla! , cuantos escritos, cualquiera podría estar aquí un año leyendo y no acabarlos todos.
La sala estaba decorada con cuatro cuadros, uno en cada pared. Tenía la pared de color rojo y el suelo verde, pero estaba cubierto por una alfombra verde. Una mesa de estudio al final de la habitación, entraba la luz por una ventana bastante grande y había estanterías rodeando la habitación, un montón de libros, contenían todo respecto a la magia.
-Tendremos que buscar por aquí algo para curar a tu amigo.
Lazius cogió un montón de libros, los puso encima de la mesa y empezó a buscar información. Sasha le preguntó si podía ir junto del chico, para cuidarlo y contarle lo que estaba pasando, bajo las escaleras con mucha prisa y luego subió las de la otra torre.
-¡Wilden no está!
Wilden había desaparecido, la ventana estaba abierta. Sasa se preguntó si podría escapar por allí pero como no re obque escapar por otro lado.
* * *
Cabalgaba con mucho entusiasmo, he escapado de allí y eso me agrada, iba a ver a Glario, mi amigo y escudero. No sé de qué me acuerdo del pero sé que es mi amigo y creo que me protegerá.
La densa niebla no dejaba ver por lo que encendí una antorcha, no sé con certeza a donde me dirijo pero algo me atrae allí.
El caballo dejaba atrás sus pisadas sobre el fango, eso le preocupaba a Wilden. Podían detectarle por las huellas. Quizás lo estaba siguiendo pero, como ellos habían dicho, eran sus amigos.
* * *

-Prepararemos las fuerzas, si queremos una victoria nos costará caro. Que levanten la mano los que están dispuestos a enfrentarse en guerra contra los magos, poseen muchos territorios y los desprecian. Por muy justos que sean no podrán contra nosotros, ¡No poseen ejercito!
El jefe tenía razón, el reino de los magos era próspero y nunca necesitó ejército para sobrevivir, se apoyaban en la justicia y todos los ayudantes de Lazius le eran leales, no obstante no le hizo falta ningún ejército.
Unas cuantas manos se veían levantadas, solo unos cuantos reinos estaban dispuestos a ayudar a Lob a conseguir su propósito. Era una idea descabellada, no podían contra los magos pero contando que algún reino más se uniera podrían alcanzar la victoria.
-¡Pero no veis que podemos con ellos! –Les gritaban Lob para darles ánimo-. Están caídos de poder, en vuestras manos está ganar un territorio más.
-¡Qué parte se llevará cada uno! –Impuso Raiz, un hombre fornido con una melena negra larga, dominaba un poblado en el este-. No podemos repartir los recursos.
-¡Es verdad! –Empezó a decir otro, estaba de acuerdo con Raiz, aún así el lo que quería era sacarle provecho a la situación de Lob-. Aunque lo saquearemos no nos llegaría para recuperar las tropas perdidas.
Ante tal afirmación el conde Lob no pudo objetar nada, desesperado inventó algo para que le hicieran caso.
-Formaremos un gran ejército, un ejército que pueda con todo lo que se le ponga delante, un ejército invencible.
-Claro, a tu edad es muy fácil fantasear –rugió Desto, otro príncipe-. Así nunca acabaremos con ellos.
-Siguiendo una buena estrategia y con un buen general sí.
* * *
Sasha espoleó su caballo y partió en busca de Wilden, llevaba provisiones para aguantar bien una docena de días, en el caso que se encontrara a Wilden tendrían que repartirlo.
Un pensamiento pasó sagazmente por su cabeza, ya sabía el lugar exacto en el cual estaba Wilden, ¿Dónde si no?, en casa de Glario.
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