Kingdom Hearts RE: Illusion of the dream

[Tidus Cloud]

El origen de este fan fic está en una antigua historia incompleta que publiqué hace unos años en el foro, puede que incluso alguno se acuerde de ella. He decidido volverla a realizar, haciendo múltiples e importantes cambios tanto en la narración como en el argumento, y que así consiga un digno final. Antes de que comiencen a leerla, me gustaría decir que no conozco toda esa maravillosa mitología de Kingdom Hearts (puesto que hay un juego que todavía no he podido jugar), así que si observan alguna incoherencia con respecto a al universo del juego les pido disculpas. Sin más dilación:
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Prólogo
Las notas del sabio

Existen innumerables mundos y en ellos se pueden encontrar multitud de seres. Podríamos clasificar a estos seres en tres grupos:

Encontramos a un grupo de seres formado por una enorme cantidad de organismos muy diferentes entre sí: humanos, animales, hechiceros, criaturas místicas, etc. pero todas tienen en común que son seres con corazón, cuerpo y alma. Los llamaremos "Seres Superiores".

En segundo lugar, tenemos a un grupo de seres nacidos de la misma Oscuridad. Son los “Sincorazones”. Criaturas formadas cuando el corazón de uno de los Seres Superiores cae preso de la Oscuridad. Su único objetivo es destruir todo lo que hay a su paso. Si un sincorazón es destruido por la llave-espada el corazón que lo formaba sería liberado.

Por último, existe un tercer grupo (aunque quizás existir no es un término adecuado para aquellos que no existen): los “Incorpóreos”. El incorpóreo nace a partir del cascarón (cuerpo y el alma) que queda una vez que el corazón lo ha abandonado al ser envuelto por la Oscuridad. Su objetivo no es tan simple como el de los sincorazones, en realidad es mucho más noble: volver a tener un corazón.

¡Qué egoístas somos¡ Nosotros deberíamos ayudarles a devolverles ese corazón para que pudieran volver a sentir. Puede ser cierto que los planes de los incorpóreos puedan llegar a ser retorcidos y macabros; sin embargo, debemos recordar que en realidad son tan solo pobres víctimas que merecen nuestra solidaridad y ayuda.

¿Cómo conseguir esto? Difícil pregunta, pero yo me comprometo a volcar todo mi esfuerzo en este duro proyecto. Mi objetivo: devolver cada cosa al lugar al que pertenece.

Capítulo 1:
El trato de los olvidados


Observó atentamente al joven que tenía en frente. Debería tener unos quince años como mucho, su morado pelo estaba revuelto y le cubría parte de su blanquecina cara, aunque no podía ocultar aquellos ojos grises que brillaban con intensidad. Meditó unos segundos más y luego preguntó al chico:

— ¿Estás totalmente dispuesto?
— Me prometes lo que nadie jamás me ha podido dar, no tengo dudas al respecto — afirmó rotundo el joven.
— Me alegra tu disposición. No temas, conmigo volverás a recuperar tus recuerdos. ¿Te has otorgado un nuevo nombre?
— Nunca sentí la necesidad…
— Mas ahora será indispensable, estás a punto de adquirir una identidad, por lo que debes tener un nombre. ¿Alguna sugerencia?

El chico permaneció en silencio pensando algún nombre que le convenciera, pero finalmente negó con la cabeza y preguntó:

— No se me ocurre nada. ¿Cuál es el tuyo?

Se percató de que su pregunta hizo estremecer al hombre. Aparentemente incómodo, se dio la vuelta para no tener que mirar directamente al joven.

— Ansem.
— He oído alguna vez ese nombre, debo decir que no tiene muy buena fama.

Ansem apretó con fuerza sus manos en un ejercicio de autocontrol, lo que el chico entendió como una señal de que era mejor no seguir indagando en aquel tema por el momento.

— ¿Te gusta Forgot?
— ¿Cómo?
— ¿Quieres llamarte Forgot? — repitió Ansem y el chico asintió —. Decidido entonces, si me haces el favor de acompañarme.

Forgot siguió a Ansem mientras le conducía por las diferentes calles de una ciudad rebosante de vida en la que el crepúsculo ya iluminaba el cielo. Le resultó gracioso como todos los habitantes se giraban sorprendidos ante su paso, lo que no era de extrañar teniendo en cuenta el curioso aspecto que debían de tener para los ciudadanos. Tras una pequeña caminata se internaron en un diminuto bosque hasta llegar a una vieja mansión aparentemente abandonada separada del exterior por un muro que le rodeaba y unas altas verjas de hierro. Sin tardar tan solo un segundo, Ansem chasqueó los dedos y las verjas se abrieron de par en par, seguidamente le indicó a Forgot que entrará con él en la mansión.

— He aquí nuestra base de operaciones — dijo Ansem —. Todo está un poco desordenado, pero seguro que nos servirá para nuestras investigaciones.

A Forgot le pareció que desordenado era un adjetivo un tanto amable para la situación en la que se encontraba aquella mansión: muebles rotos tirados por todas partes, paredes desgarradas, un ambiente de suciedad y polvo que no podía evitar hacerle toser.

— Muy acogedor — ironizó Forgot —. Cuanto antes empecemos con nuestro trabajo antes hallaremos respuestas.
— Me gusta tu determinación, pero antes necesitarás un par de cosas.

Ansem subió las escaleras que estaban delante de él, se internó en el despacho que había en el piso superior y salió de él cono dos objetos en las manos: una espada y un libro. Forgot se mostró perplejo cuando Ansem se los entregó, ya que no entendían cuál era su utilidad.

— El libro es un diario, podrás leer en él todo lo que he averiguado en mis investigaciones, seguramente lo necesitarás en alguna ocasión. También te entrego esta espada para que puedas defenderte de los males que encuentres en tus viajes, debes empuñarla siempre, pues tiene ciertas características indispensables para nuestra investigación.

Forgot asintió, apretó el libro y la espada admitiéndolos como suyos y para su sorpresa estos se convirtieron en una pluma y un anillo respectivamente. Ansem esbozó una sonrisa.

— Así te será mucho más fácil transportarlos.
— Gracias, supongo. No obstante, todavía no me has dicho qué quieres que haga.
— Forgot, en el universo existen diferentes mundos que…
— No hace falta que me des una clase, sabes perfectamente que yo no pertenezco a este mundo — cortó Forgot.
— Por supuesto. Estos mundos están siendo atacados por la oscuridad y…
— ¡¿No estarás pensando en que me dedique a salvar mundos?!
— ¡Cállate y escucha lo que te estoy contando! — exclamó Ansem enfadado —. No, no pretendo que los salves, tu objetivo es que investigas la oscuridad que los atacas. Por eso necesitas esa espada, cada vez que erradiques a una de esas malvadas criaturas yo recibiré información, cuando tu arma se ilumine significará que ya has recolectado suficiente información ese mundo…

Forgot levantó la mano en esta ocasión para pedir la palabra, lo que provocó una ligera sonrisa en Ansem.

— ¿Ajá?
— Ya no puedo viajar entre mundos ¿recuerdas? Te lo conté todo el día que nos encontramos.
— Otro motivo para que no pierdas el anillo, ya que siempre que lo desees (y la situación sea adecuada) te permitirá acceder a una nave.
— ¡¿Una nave?! ¡No sé pilotarla!
— ¡Para eso estoy yo! — exclamó una voz.

Forgot apartó su mano asustado para ver con claridad el anillo, del que creía haber escuchado la voz.

— Es el piloto de la nave.
— Me llamo Oswald, piloto de naves gumi y conejo afortunado en mis ratos libres.

Toda la situación se estaba volviendo un poco pintoresca para el gusto de Forgot: la mansión abandonada en medio del bosque, viajar entre los mundos, estar en una nave conducida por un conejo; sin embargo, no podía olvidar el motivo de por qué se había implicado en la investigación de Ansem, de por qué lo había estado buscando durante tanto tiempo.
— No te fíes de las apariencias, te llevará siempre a donde necesites. Creo que está todo listo, debes partir cuanto antes.
— Pero ¿y mi memoria?
— La próxima vez que vuelvas podremos empezar a arreglar tu problema. Tranquilo, todo llegará a su debido momento.

Forgot realizó una mueca disgustado, pero también comprendía que los objetivos de Ansem también debían de ser muy importantes, de forma que tras inclinar ligeramente la cabeza como despedida se teletransportó hasta la nave gumi. Una vez solo, Ansem se giró y volvió hacia el despacho.

— Pronto todo será devuelto a su lugar… — se susurró a sí mismo como si intentara consolarse.