Sipnosis:
John Wellichsmith es un joven que vive en la Tierra en el año 2953 d.C. y que repudia todo lo de esa época, de tal manera que siempre anda quejándose y odiandolo todo. El mediano de su familia, huérfano de padre y de paso con solo mujeres en casa (sus hermanas y su madre) más de una vez ha tenido grandes problemas familiares.
Pero el día de su decimoséptimo cumpleaños, todo lo que pensaba iba a cambiar con la aparición de una joven chica que le quiere tentar diciendo cosas imposibles como viajar al pasado.
Capítulos:
Capitulo 1: Un No Feliz Cumpleaños
Spoiler: Mostrar
Ugh… Las ocho y media de la mañana. Maldita sea, ¿Por qué tengo que vivir en un planeta como la Tierra? ¿No puedo vivir en Júpiter? Ahí los días son más lentos. Por suerte no somos tan criminales como para ser desertados a Mercurio. ¡Sería un sufrimiento! Miré el reloj de nuevo. Pasaban los minutos. 8:35. Quiero dormir más.
Mi madre tocó la puerta de mi habitación y abrió. Me tapé con la almohada. ¡No quiero ir a estudiar! Ella se fue a abrir la persiana. ¡Demasiada luz! Mi madre, como suele hacer, me sacó la almohada y me miró.
-John Wellichmith, es hora de levantarse…- Su mandona voz de todos los días. ¿No puede ser peor?- o tendremos que esperar mucho para entrar a Past Land Park.-
¿Past Land Park? ¿El parque de atracciones más genial, para mí, del universo? ¿Es que tengo acaso excursión? Mi madre no estaba con el traje típico suyo de oficina. Más bien iba con ropa informal, y sonreía. ¿Qué está pasando? Esto es muy raro.
Miré el calendario. ¿Será el día de los inocentes? Para nada. Estaba cansado. Mi madre se fue, ¡por fin! Me levanté. La cama se guardó automáticamente. Me senté en el ordenador de mi habitación. “Bienvenido señor John”. Siempre decía eso cuando lo encendía. Abrí dos ventanas virtuales. Una para buscar información sobre que día era hoy y la otra para ver la página de la escuela. “Señor, felicidades, es su cumpleaños”. ¿Mi cumpleaños?
Cerré la ventana virtual. Y me di una vuelta en la silla flotante. Puse los pies en el escritorio. Una sonrisa salió de mi boca.
-Gracias, Sally, tomate el día libre.- Ya era todo tan normal. Sally era el ordenador de mi casa. Era como otra persona en la familia. Como una hermana más.
Escuché a mis hermanas una mayor y otra menor. Greta y Lily. Seguramente discutiendo por la ropa que llevar. Siempre eran muy aburridas. Preferían irse a la zona de atracciones tranquilas y como no, tenía que ir con ellas porque mi madre se enfadaba si no íbamos en grupo.
Siempre eran las favoritas. Solo mi madre parecía quererme cuando se acercaba el cumpleaños o llegaban las notas. Quizás porque yo era el único de mi familia que las traía todas aprobadas. Hasta zootecnia contemporánea se me daba bien. Aunque lo que más amaba era Historia del planeta Tierra.
No era que la historia de Alfa 402 o Elenias era aburrida, puesto que son mundos parecidos a la Tierra pero en otra Galaxia o Sistema Solar. Solo que, en la Tierra hubo muchas cosas que me gustaron. Piratas, guerras, tecnología… En fin, muchas cosas únicas. ¡Y pensar que hace nueve siglos se celebra el primer contacto con otros mundos! Aunque… ¿Qué hubiese pasado si no se hubiese hecho? Quizás sería mejor que ahora. No habría tanta gente. Tantos extraños.
Recuerdo todavía el chico de Fanasta, un mundo bastante peculiar. El pobre era marginado por los chicos de Aeoria. Tantos mundos. Tanto que recordar para el examen del martes. ¡Más de doscientas galaxias! Conocimiento Universal, esa asignatura era el infierno de los estudiantes. Solo estorbaba. ¡Y no contemos con regiones y países! ¡Geografía de la Tierra era un pétalo comparado con todo! Por suerte no estudio en Neptuno o Agrisa. Eso era un lío.
Desearía saber cómo parar esto. Desearía volver en el tiempo y evitar tantas cosas. Pero no se puede. Muchos avances existen pero nada ni nadie ha logrado viajar en el tiempo. Mi padre, científico, participó en el proyecto… Murió en el intento.
Por Sirius, mi madre me está esperando. No quiero enfadarla. Mejor me visto rápidamente antes de que se la escuche gritar hasta en la Luna. Tras decidir que ponerme, que no era mucho la verdad, bajé en el ascensor hasta la cocina-comedor. Mis hermanas seguían sin llegar, algo que tranquiliza, pero a su vez me molestaba. ¡Íbamos a llegar tarde!
Terminé las tostadas con sabor a moras de Neptuno. Exquisito. Mis hermanas bajaron y se tomaron solo la taza de leche con chocolate adelgazante. ¡Qué tontas! Tanto que “no eso no que engorda”, “Mi cuerpo es sagrado” o “Todo lo que ponga “Adelgazante” es mejor…” Lo odio. Mi madre compra todo al gusto de mis hermanas. ¡Qué ciegas! Ahora basta que pongan a un televisor “adelgazante” para que se sienten a verlo.
Mujeres… A pesar de miles de años se vuelven más complejas. ¿Cómo serían de antaño? ¿Gordas? Lo dudo. Los cuadros del museo muestran lo contrario, en ocasiones, además de que en esa época se cuidaban mejor sin tener tantos alimentos artificiales llenos de suplementos vitamínicos. Ya terminado el desayuno, nos sentamos en coche. Tan silencioso que se podía oírnos respirar. Mi hermana con su música de ese cantante de tan poco gusto. Como todos. No era voz, era falsa… Era voz modificada para que parezca buena, ¿Dónde está la normalidad de la voz? Este mundo está lleno de estafas…
Y yo lo voy a remediar.
Nada más llegar al lugar me sentía aliviado. Estaba en el lugar que sentía la libertad. La cápsula atmosférica mostraba un supuesto cielo azul con nubes. Nubes, sin ningún rascacielos. Estábamos en el lugar de la Prehistoria. No había esos carteles, coches voladores o incluso una pizca de la pesada contaminación que nos inundaba los pulmones. Mis hermanas miraban con desprecio un poco el lugar. El precioso lugar que me daba una alegría al corazón. Al corazón que todavía nos hacía humanos. Nadie lo entiende más que yo. Yo no quiero esto. No quiero vivir en un piso de más de 100 plantas. No quiero levantar la vista y ver solo polvo, neones y suciedad. No había teléfonos excepto las cabinas tan viejas que había. Todo era perfección. ¿Por qué no viví en estas épocas? ¿Tan injusto era el mundo conmigo?
Mi reflexión se vio parada cuando me choqué con una chica de similar edad a la mía. Una chica de pelo rubio, natural, poco común. Largo y liso parecía de ensueño. Mostraba una tez pálida, casi me recordaba al mármol y llevaba un vestido blanco que le favorecía, con unos bordados marrones en forma de ciervos. Un vestido con aspecto viejo. Botas negras con hebillas y con cordón, algo raro también, pocas personas sabían abrocharse los cordones. Poco natural. La chica me miró curiosa. Mientras me sonreía.
—Cansado de este futuro, ¿Verdad? Sé que tú puedes cambiarlo.
La chica se fue corriendo de tal manera que la curiosidad me atrapó. Me sentía agradado con esa chica, me sentía… raro. Me fui corriendo a seguirla. Llegué a la exposición del año 2032, el lugar donde se mantuvo el primer contacto alienígena con un planeta llamado Saïa. Saïa posee una gran civilización. Pero eran muy amistosos. Derrotamos a los Celestis cuando trataron de conquistarla. Gracias a nuestros hombres, claramente. La alianza que logramos fue para bien y fuimos aceptados en la liga planetaria unida. Era como la antigua ONU. Pero esta vez, era interplanetaria. Júpiter, Mercurio… Todos fueron modificados atmosféricamente. Todos se volvieron aptos para la vida. La tierra tuvo un reconocimiento universal. Era algo increíble.
Alcancé a ver a la chica sentada tomando un zumo de café de Seri. Parecía alegre. Dejó a un lado la lata de bebida para señalar al cielo.
—El Sol no durará mucho, pero te daré cuando la explosión solar llegue a este estúpido mundo… La oportunidad de volver a este año. Si lo deseas.
— ¿Qué quieres decir?
—Solo quiero evitar que este mundo siga volviéndose una idiotez. ¿No crees?
— ¿Quién eres?
—Stella. Recuerda ese nombre, John…
— ¿Cómo sabes mi nombre?
Ella señaló a mi pulsera. La que llevaba mi nombre mientras reía de mi estupidez. Me rasqué la cabeza mientras me sentaba en una mesa del lugar. Ella se puso a juguetear con la mirada mientras me guiñaba.
—Albert Einstein, decía que la estupidez humana era algo infinito. Lo sé por experiencia. En el 1456 se notaba mucho y eso que era bastante antes de que lo dijese ese cerebrito.
—Pero en 1456 no sucedió nada importante.
—En mi vida si…
—En tu… ¿Cómo es posible?
Una sonrisa y de repente sentí como si fuera cada parpadeo un poco pesado. Después, al abrir los ojos me vi tumbado mirándome. Estaba flotando y veía mi cuerpo. Mi familia ahí llorando. El médico les hablaba sobre que estaba mejorando, que el ataque al corazón no llegó a matarme. ¿Un ataque al corazón? ¿Yo? Miré atentamente a todo. Hasta que un ruido me destruyó la armonía. En un parpadeo rápido sentí como abría los ojos y veía a mi madre llorando.
Mi hermana mayor estaba con su micro-teléfono escribiendo mensajes a alguna amiga seguramente. Lily se ponía a jugar con su videojuego de pulsera. ¡Cómo se nota que las importo! Ellas no les importaban mis problemas, ni que estuviese al borde de la muerte. Lo sabía, incluso meses antes, tuve un accidente cayéndome en la ducha casi dislocándome el cuello. Ellas ni se inmutaron, en realidad me tacharon en el instituto de torpe, perdedor… Greta y Lily se mofaron contándolo por las redes sociales.
Solo un par de segundos para que me tocase revisión de si tenía fiebre y unas cuantas inyecciones de nano robots medicinales que servían como glóbulos blancos y ayudaban en el paso de la sangre. No recuerdo cuantas veces me tuvieron que ponerlos. Creo que cada vez que iba al médico. Cosas que me dan dolor durante un rato.
Miré la televisión, solo programas basura y un anuncio que irónicamente trataba de un televisor adelgazante. Perfecto, me han leído la mente ¿o qué? Por favor, no quiero seguir en este mundo.
Todo el mundo mirando cómo estaba la cosa de un accidente de Zhowop, un tipo de transporte basado en el tren que había hace siglos. Va entre mundos por puentes y portales. Básicamente me agrada por las vistas del espacio. Es el transporte para pobres, lento pero hermoso. El teletransporte es el más rápido pero es muy caro. Sólo líderes políticos y multimillonarios pueden permitirse alguno.
El accidente fue en que el transporte se salía de las vías aéreas chocando contra la autopista y dejando miles de heridos. El conductor irá a juicio. Culpándole a él y no a la empresa que no puso seguridad en la vía. Todo por echar la culpa al más débil para no meterse en problemas. Las familias indignadas, supervivientes, un gato pasando, muertos… Todo eso se mostraba mientras hablaba el presidente del país donde se accidentó y líderes mundiales que se ponían a consolar a las víctimas.
El médico me preguntó bastantes cosas sobre si me dediqué a tomar drogas, y alcohol. Claramente le expliqué que estaba bien y que fue un mareo, las pruebas indicaban que me había dado como un pequeño infarto y que no había muerto de milagro.
Estaba confuso. Tras un día de comida blanda y otros, me dejaron salir. Fui mirando a la ventana, sin hablar con mi madre, sin nadie. Mi madre me miraba, estaba preocupada pero yo la ignoré. Estaba bastante centrado en que nada más llegar a casa y pedirle a Sally que buscase más información sobre Stella. Y sobre la fecha, creo recordar que era por el mil cuatrocientos.
Estaba bastante desesperado. Miré la hora, miré el oscuro cielo contaminado. Mi madre, me preguntaba cosas que entraban por un oído y salían. No me interesaba. Tras media hora de “Ya”, “Vale”, “Entendido” por mi parte tras sus interminables preguntas acabadas como si fueran bucles con un “¿Entendido?”, “¿Lo pillaste?”.
Era literalmente el infierno en vida. Los peores minutos de mi vida. ¿Por qué no cerraba el pico?
Mi madre tocó la puerta de mi habitación y abrió. Me tapé con la almohada. ¡No quiero ir a estudiar! Ella se fue a abrir la persiana. ¡Demasiada luz! Mi madre, como suele hacer, me sacó la almohada y me miró.
-John Wellichmith, es hora de levantarse…- Su mandona voz de todos los días. ¿No puede ser peor?- o tendremos que esperar mucho para entrar a Past Land Park.-
¿Past Land Park? ¿El parque de atracciones más genial, para mí, del universo? ¿Es que tengo acaso excursión? Mi madre no estaba con el traje típico suyo de oficina. Más bien iba con ropa informal, y sonreía. ¿Qué está pasando? Esto es muy raro.
Miré el calendario. ¿Será el día de los inocentes? Para nada. Estaba cansado. Mi madre se fue, ¡por fin! Me levanté. La cama se guardó automáticamente. Me senté en el ordenador de mi habitación. “Bienvenido señor John”. Siempre decía eso cuando lo encendía. Abrí dos ventanas virtuales. Una para buscar información sobre que día era hoy y la otra para ver la página de la escuela. “Señor, felicidades, es su cumpleaños”. ¿Mi cumpleaños?
Cerré la ventana virtual. Y me di una vuelta en la silla flotante. Puse los pies en el escritorio. Una sonrisa salió de mi boca.
-Gracias, Sally, tomate el día libre.- Ya era todo tan normal. Sally era el ordenador de mi casa. Era como otra persona en la familia. Como una hermana más.
Escuché a mis hermanas una mayor y otra menor. Greta y Lily. Seguramente discutiendo por la ropa que llevar. Siempre eran muy aburridas. Preferían irse a la zona de atracciones tranquilas y como no, tenía que ir con ellas porque mi madre se enfadaba si no íbamos en grupo.
Siempre eran las favoritas. Solo mi madre parecía quererme cuando se acercaba el cumpleaños o llegaban las notas. Quizás porque yo era el único de mi familia que las traía todas aprobadas. Hasta zootecnia contemporánea se me daba bien. Aunque lo que más amaba era Historia del planeta Tierra.
No era que la historia de Alfa 402 o Elenias era aburrida, puesto que son mundos parecidos a la Tierra pero en otra Galaxia o Sistema Solar. Solo que, en la Tierra hubo muchas cosas que me gustaron. Piratas, guerras, tecnología… En fin, muchas cosas únicas. ¡Y pensar que hace nueve siglos se celebra el primer contacto con otros mundos! Aunque… ¿Qué hubiese pasado si no se hubiese hecho? Quizás sería mejor que ahora. No habría tanta gente. Tantos extraños.
Recuerdo todavía el chico de Fanasta, un mundo bastante peculiar. El pobre era marginado por los chicos de Aeoria. Tantos mundos. Tanto que recordar para el examen del martes. ¡Más de doscientas galaxias! Conocimiento Universal, esa asignatura era el infierno de los estudiantes. Solo estorbaba. ¡Y no contemos con regiones y países! ¡Geografía de la Tierra era un pétalo comparado con todo! Por suerte no estudio en Neptuno o Agrisa. Eso era un lío.
Desearía saber cómo parar esto. Desearía volver en el tiempo y evitar tantas cosas. Pero no se puede. Muchos avances existen pero nada ni nadie ha logrado viajar en el tiempo. Mi padre, científico, participó en el proyecto… Murió en el intento.
Por Sirius, mi madre me está esperando. No quiero enfadarla. Mejor me visto rápidamente antes de que se la escuche gritar hasta en la Luna. Tras decidir que ponerme, que no era mucho la verdad, bajé en el ascensor hasta la cocina-comedor. Mis hermanas seguían sin llegar, algo que tranquiliza, pero a su vez me molestaba. ¡Íbamos a llegar tarde!
Terminé las tostadas con sabor a moras de Neptuno. Exquisito. Mis hermanas bajaron y se tomaron solo la taza de leche con chocolate adelgazante. ¡Qué tontas! Tanto que “no eso no que engorda”, “Mi cuerpo es sagrado” o “Todo lo que ponga “Adelgazante” es mejor…” Lo odio. Mi madre compra todo al gusto de mis hermanas. ¡Qué ciegas! Ahora basta que pongan a un televisor “adelgazante” para que se sienten a verlo.
Mujeres… A pesar de miles de años se vuelven más complejas. ¿Cómo serían de antaño? ¿Gordas? Lo dudo. Los cuadros del museo muestran lo contrario, en ocasiones, además de que en esa época se cuidaban mejor sin tener tantos alimentos artificiales llenos de suplementos vitamínicos. Ya terminado el desayuno, nos sentamos en coche. Tan silencioso que se podía oírnos respirar. Mi hermana con su música de ese cantante de tan poco gusto. Como todos. No era voz, era falsa… Era voz modificada para que parezca buena, ¿Dónde está la normalidad de la voz? Este mundo está lleno de estafas…
Y yo lo voy a remediar.
Nada más llegar al lugar me sentía aliviado. Estaba en el lugar que sentía la libertad. La cápsula atmosférica mostraba un supuesto cielo azul con nubes. Nubes, sin ningún rascacielos. Estábamos en el lugar de la Prehistoria. No había esos carteles, coches voladores o incluso una pizca de la pesada contaminación que nos inundaba los pulmones. Mis hermanas miraban con desprecio un poco el lugar. El precioso lugar que me daba una alegría al corazón. Al corazón que todavía nos hacía humanos. Nadie lo entiende más que yo. Yo no quiero esto. No quiero vivir en un piso de más de 100 plantas. No quiero levantar la vista y ver solo polvo, neones y suciedad. No había teléfonos excepto las cabinas tan viejas que había. Todo era perfección. ¿Por qué no viví en estas épocas? ¿Tan injusto era el mundo conmigo?
Mi reflexión se vio parada cuando me choqué con una chica de similar edad a la mía. Una chica de pelo rubio, natural, poco común. Largo y liso parecía de ensueño. Mostraba una tez pálida, casi me recordaba al mármol y llevaba un vestido blanco que le favorecía, con unos bordados marrones en forma de ciervos. Un vestido con aspecto viejo. Botas negras con hebillas y con cordón, algo raro también, pocas personas sabían abrocharse los cordones. Poco natural. La chica me miró curiosa. Mientras me sonreía.
—Cansado de este futuro, ¿Verdad? Sé que tú puedes cambiarlo.
La chica se fue corriendo de tal manera que la curiosidad me atrapó. Me sentía agradado con esa chica, me sentía… raro. Me fui corriendo a seguirla. Llegué a la exposición del año 2032, el lugar donde se mantuvo el primer contacto alienígena con un planeta llamado Saïa. Saïa posee una gran civilización. Pero eran muy amistosos. Derrotamos a los Celestis cuando trataron de conquistarla. Gracias a nuestros hombres, claramente. La alianza que logramos fue para bien y fuimos aceptados en la liga planetaria unida. Era como la antigua ONU. Pero esta vez, era interplanetaria. Júpiter, Mercurio… Todos fueron modificados atmosféricamente. Todos se volvieron aptos para la vida. La tierra tuvo un reconocimiento universal. Era algo increíble.
Alcancé a ver a la chica sentada tomando un zumo de café de Seri. Parecía alegre. Dejó a un lado la lata de bebida para señalar al cielo.
—El Sol no durará mucho, pero te daré cuando la explosión solar llegue a este estúpido mundo… La oportunidad de volver a este año. Si lo deseas.
— ¿Qué quieres decir?
—Solo quiero evitar que este mundo siga volviéndose una idiotez. ¿No crees?
— ¿Quién eres?
—Stella. Recuerda ese nombre, John…
— ¿Cómo sabes mi nombre?
Ella señaló a mi pulsera. La que llevaba mi nombre mientras reía de mi estupidez. Me rasqué la cabeza mientras me sentaba en una mesa del lugar. Ella se puso a juguetear con la mirada mientras me guiñaba.
—Albert Einstein, decía que la estupidez humana era algo infinito. Lo sé por experiencia. En el 1456 se notaba mucho y eso que era bastante antes de que lo dijese ese cerebrito.
—Pero en 1456 no sucedió nada importante.
—En mi vida si…
—En tu… ¿Cómo es posible?
Una sonrisa y de repente sentí como si fuera cada parpadeo un poco pesado. Después, al abrir los ojos me vi tumbado mirándome. Estaba flotando y veía mi cuerpo. Mi familia ahí llorando. El médico les hablaba sobre que estaba mejorando, que el ataque al corazón no llegó a matarme. ¿Un ataque al corazón? ¿Yo? Miré atentamente a todo. Hasta que un ruido me destruyó la armonía. En un parpadeo rápido sentí como abría los ojos y veía a mi madre llorando.
Mi hermana mayor estaba con su micro-teléfono escribiendo mensajes a alguna amiga seguramente. Lily se ponía a jugar con su videojuego de pulsera. ¡Cómo se nota que las importo! Ellas no les importaban mis problemas, ni que estuviese al borde de la muerte. Lo sabía, incluso meses antes, tuve un accidente cayéndome en la ducha casi dislocándome el cuello. Ellas ni se inmutaron, en realidad me tacharon en el instituto de torpe, perdedor… Greta y Lily se mofaron contándolo por las redes sociales.
Solo un par de segundos para que me tocase revisión de si tenía fiebre y unas cuantas inyecciones de nano robots medicinales que servían como glóbulos blancos y ayudaban en el paso de la sangre. No recuerdo cuantas veces me tuvieron que ponerlos. Creo que cada vez que iba al médico. Cosas que me dan dolor durante un rato.
Miré la televisión, solo programas basura y un anuncio que irónicamente trataba de un televisor adelgazante. Perfecto, me han leído la mente ¿o qué? Por favor, no quiero seguir en este mundo.
Todo el mundo mirando cómo estaba la cosa de un accidente de Zhowop, un tipo de transporte basado en el tren que había hace siglos. Va entre mundos por puentes y portales. Básicamente me agrada por las vistas del espacio. Es el transporte para pobres, lento pero hermoso. El teletransporte es el más rápido pero es muy caro. Sólo líderes políticos y multimillonarios pueden permitirse alguno.
El accidente fue en que el transporte se salía de las vías aéreas chocando contra la autopista y dejando miles de heridos. El conductor irá a juicio. Culpándole a él y no a la empresa que no puso seguridad en la vía. Todo por echar la culpa al más débil para no meterse en problemas. Las familias indignadas, supervivientes, un gato pasando, muertos… Todo eso se mostraba mientras hablaba el presidente del país donde se accidentó y líderes mundiales que se ponían a consolar a las víctimas.
El médico me preguntó bastantes cosas sobre si me dediqué a tomar drogas, y alcohol. Claramente le expliqué que estaba bien y que fue un mareo, las pruebas indicaban que me había dado como un pequeño infarto y que no había muerto de milagro.
Estaba confuso. Tras un día de comida blanda y otros, me dejaron salir. Fui mirando a la ventana, sin hablar con mi madre, sin nadie. Mi madre me miraba, estaba preocupada pero yo la ignoré. Estaba bastante centrado en que nada más llegar a casa y pedirle a Sally que buscase más información sobre Stella. Y sobre la fecha, creo recordar que era por el mil cuatrocientos.
Estaba bastante desesperado. Miré la hora, miré el oscuro cielo contaminado. Mi madre, me preguntaba cosas que entraban por un oído y salían. No me interesaba. Tras media hora de “Ya”, “Vale”, “Entendido” por mi parte tras sus interminables preguntas acabadas como si fueran bucles con un “¿Entendido?”, “¿Lo pillaste?”.
Era literalmente el infierno en vida. Los peores minutos de mi vida. ¿Por qué no cerraba el pico?