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Mientras perseguía la bufanda otra persona logró atraparla. Se trataba de un joven alto y rubio cuyos ojos azules parecían tratar de atravesarme con la mirada. Aminoré mi velocidad hasta ir andando, cuando estuve a escasos tres metros de él me preguntó si la bufanda me pertenecía.

—Gracias—Me limité a agradecer al desconocido bajando la cabeza en señal de disculpa por haberle interrumpido (si es que lo había hecho).

Analicé un momento la expresión del desconocido que también estaba evitando el contacto visual conmigo. No me molestó ese gesto, en absoluto ya que era algo que yo tampoco hacía normalmente.

—Soy Ragun—Me presenté con la mayor simpleza con la que uno podía presentarse.

Enok observó mas detenidamente al joven que momentos antes le había dicho su nombre. Algo en él le inspiraba cierta sensación de alivio, quizás el hecho de que los dos chicos se parecían.

- Yo soy Enok - respondió el chico intentando buscar una manera correcta de dirigirse a Ragun.- Soy nuevo aquí - añadió pasando su mano por la nuca.

Enok se sentía raro en aquella situación, pocas veces le había dirigido la palabra a un chico y menos aun fuera de su mundo.

Dejay intentó quitarle importancia al asunto, pero al levantarse y alejarse pude ver en su cara que todavía algo rondaba su cabeza. No sabía muy bien qué pasaba, pero decidí dejarla en compañía de sus pensamientos...

—¿Será que no doy una a derechas? —solté, dejándome caer tumbado en el suelo.

Mi cabeza aterrizó antes de lo que pensaba al toparse con un adoquín que a saber cómo había llegado a parar allí. Tras frotarme la cabeza, dolorido, decidí levantarme e irme a mi habitación. Como siguiese tentando a la suerte, aquel día iba a acabar peor de lo que pensaba.

Enok (así se llamaba aquel joven) comentó que él también era nuevo, justo como yo. Asentí con la cabeza indicando que había estado atento a sus palabras.

—También soy nuevo—Le dije—.Llegué hace un par de días—Comenté sin darle mucha importancia, aquella información que le acababa de dar seguramente no le serviría para absolutamente nada pero eso a mí no me importaba. Simplemente intentaba conversar como la gente que había visto hablando en encuentros casuales.

El joven pareció sonreír ante las palabras de Ragun. No era una risa forzada sino una que le salía de dentro y es que por fin un chico se había dirigido a él de buenas maneras. Aún así no sabía que decir por lo que permaneció con la mirada agachada en todo momento. Parecía haber tensión entre los dos por lo que Enok dijo lo primero que se le pasó por la cabeza:

- Encantado de conocer a alguien. -dijo apresuradamente introduciendo su mano en uno de los bolsillos de su pantalón.

En aquel momento Enok pareció arrepentirse de lo que había dicho y se dio media vuelta rápidamente fingiendo que algo se le había caído al suelo. Pensaba que hacia el ridículo ante ese chico pero es que sentía mucha presión. Finalmente y tras ver que Ragun no se marchaba recuperó la compostura e intentó sacar un tema de conversación.

Justo cuando iba a contestar a Enok este se giró dandome la espalda, me quedé parado en el sitio observándole hasta que el chico de rubios cabellos se volvió a girar con una mirada decidida.

—Igualmente—Dije sinceramente. Realmente no le conocía, pero no parecía una mala persona.—¿Te encuentras bien?—Pregunté extrañado por la extraña reacción que había tenido unos instantes atrás. En el ambiente se notaba un aura de tensión, aunque supuse que era una sensación normal entre dos personas que no se conocían de nada.

Era posible que ahora mismo los dos trataramos de saber que pensaba el otro con los gestos que transmitía. Yo por desgracia, al haber vivido sin más compañía que los sincorazón durante seis años desconocía la mayoría de aquellos gestos y sus significados, aunque algunos me sonaban de algo...

Estaba en la colina de los jardines, haciendo mi actividad favorita: Tiro al blanco! Desde la colina, intentaba acertar a los blancos de abajo, y era bastante dificil, por cierto, pero...
- Si! Ya van 9 de 13! Hum... Se me da bastante bien, esto de disparar!
seguí disparando hasta el cansancio, hasta que... Me resbalé!
-Diiiooooooos!!!! Que me matooooo!!

Las explicaciones acerca de Vergel Radiante le calaron hondo, sintiendo un gran pesar en el corazón. Andros no conocía la desgracia en absoluto, se la habían ocultado toda su vida, por ello, que alguien hubiese sufrido le resultaba, al mismo tiempo, chocante y doloroso. Se llevó una mano al pecho, sonriendo aún así. Le costó, pero estaba acostumbrado a sonreír siempre, aunque en ocasiones pudiese resultar muy irritante.

—Debía de ser hermoso... un mundo luminoso... Mis padres... comentaban antes de Port Royal cuando se instalaron también era un lugar muy pacífico, pero que poco a poco fue llenándose de personas de mal corazón, qué disparate... -rió suavemente, pasándose un dedo por la mejilla-. No hay corazones bueno o malos solo... persiguen cosas diferentes. O eso creo, vamos...

Vio una bufanda volando, pero no pudo hacer nada, ya que al cabo de poco otro chico la había cogido con facilidad, así que continuó mirando a Saxor.

—¡Puedo llamarte Sax? Me resulta mucho más fácil de pronunciar, la verdad...

Sus palabras fueron interrumpidas por la acción de un nuevo aprendiz, disparando a los blancos encontrados por la colina. Lo cierto era que gritaba bastante y aquello lo irritaba pero... Se mantuvo mirándolo de reojo, suspirando.

—Él solo produce el mismo ruido que el de un mercado a media hora de la mañana -comentó, sonriendo de medio lado, lo cierto era que su voz sonaba mucho más baja que los gritos del nuevo por su excelente puntería. De repente, escuchó el grito y levantó la cabeza de la conversación, viendo alarmado como aquel chico iba a caerse. Echó a correr, intentando alcanzarlo y extendió la mano esperando llegar a tiempo para que se agarrase.

Al terminar de explicar cómo era mi mundo, le noté algo triste, aunque lo disimuló enseguida, pues no dejó de sonreír.
Lo de que no había corazones buenos o malos... no sé si tendría razón o no, pero los sincorazón, obviamente, no tenían corazón. Pero yo los consideraba malvados, aunque cada uno podía tener su opinión.

-Llámame como te plazca, - le respondí. - podría decir lo mismo de tu nombre, aunque no le veo abreviatura.

Hace mucho ruido, sí...- Había un chico montando un escándalo impresionante, pero no me molestaba para entrenar.

-Bueno, tengo que seguir entrenando, ha sido un placer conocerte. ¡Nos vemos!- Le terminé de decir y me puse de nuevo a entrenar, teniendo en cuenta lo que me dijo. Me fue mejor el entrenamiento de lo que esperaba. Un rato después estaba agotado, así que me decidí sentar en un banco.

Hoy me decidí a ir a los jardines de Tierra de Partida, los que no había visitado aún por conocer el resto del castillo y otras tareas, aparte de mi timidez. Fui corriendo hasta allí, para sorpresa mía, y, mientras corría, fui encontrandome un montón de aprendices con sus respectivos maestros, más de los que esperaba, lo que me dio la idea de que no habría mucha gente fuera.
Cuando llegué, agotado por cierto, vi a unas pocas personas hablando y otras cuantas entrenando así que, haciendo de tripas corazón, me acerqué a ellos para conocerles.

Haciendo gala de la —poca—fuerza que tenía, Andros consiguió que aquel chico se mantuviese en pie, suspirando mientras frotaba sus rodillas, sonriendo con levedad al otro. No estaba acostumbrado a tener que aguantar mucho peso y el tirar del chaval le había agotado físicamente. Sinceramente, necesitaba más entrenamiento.

—Ten más cuidado... a saber donde podrías haber acabado -susurró, echando un vistazo al acantilado que había cerca de donde el otro había resbalado.

Se giró un segundo, después de que "Sax" hubiese comenzado a entrenar, otra persona había hecho acto de presencia en el jardín. Un nuevo desconocido para ser ciertos. Lo observó, ladeando la cabeza suavemente: tampoco era de los que se habían marchado o con quienes se había cruzado momentos antes. ¿Otro aprendiz? Vaya, desde luego, si seguían así, los maestros acabarían montando su propio ejército de aprendices de las llaves para su juego particular. Si pudiese contarle a Eone todo aquello...
Observó al nuevo, parecía que no sabía con quien hablar. ¿Estaría cortado ante tanta novedad en su vida?

Al acercarme una persona me miró directamente, con lo que me dio timidez inmediata, a la vez de que no pude responder. Me armé de valor y le saludé.

-H...hola. Soy Fran. - me presenté al chico. -Soy otro aprendiz de por aquí y... bueno..., mira. -invoqué a mi llave espada - Esta es mi llave espada. ¿Tú también tienes una, no?

Por lo menos conseguí decir algo. Una vista así general me dijo que parecía simpático. Parecía extremadamente débil, era delgaducho y no muy fuerte, es más, no parecía muy bien alimentado.

Andros se acercó al recién llegado, portando una sonrisa en los labios, intentando parecer tranquilizador ante el nerviosismo del otro. Nada más llegar al otro, se inclinó levemente, tendiéndole la mano con una nueva sonrisa en los labios, mucho más amigable al oírle presentarse.

—Encantado de conocerte -respondió, estrechándole la mano-. Soy Andros y... acabo de llegar -al verlo invocar su llave-espada con tanta facilidad, no pudo evitar sentir un poco de envidia, la suya aún era un poco reticente a aparecer cuando se le ordenaba. Suponía que era por lo curioso y extraño que era el corazón de Iustitia-. Sí que la tengo, pero creo que vas más avanzado que yo en lo de la invocación

Después de aquello rió suavemente, recogiendo sus mangas de la camisa una vez más, suspirando: el material no era el más cómodo para usarlo en aquel mundo. Esperaba que pudiesen darle algo mejor para entrenar o lo que fuese que iban a hacer en aquel lugar.

—Fran... euh... -se llevó una mano a la cabeza, despeinándose-. Me alegra haberte conocido, he llegado hace nada y únicamente he conocido a "Sax", bueno, Saxor -señaló al chico que continuaba entrenando ajeno a ellos-. Empezaba a sentirme un poco apartado del resto