─ ¡Guilmon tiene hambre!─ Oí decir mi teléfono móvil. Ya no me extrañaba tanto que Guilmon, mi compañero, más que mi mascota, hablase desde dentro del móvil que vino colgado en su cuello. Me reí, pues cuando tenía hambre, ya sabía lo que hacer.
─ Primero vamos a inscribirnos en la copa Hefesto, luego te compraré todo el pan que quieras.
─¡Yupiii!─ Contestó, con un tono de estar muy contento.─Guilmon va a comer, pan, Guilmon va a comer pan...─ Decía una y otra vez. Me acerqué al tablón de anuncios y busqué la misión.
─Aquí estás.─ Susurré, mientras cogía el bolígrafo. Puse mi nombre y el de Guilmon, pero me fijé que ya había uno puesto. Ponía, aunque con una letra de un niño que apenas sabe leer, Zait Laind─ ¡Mira por donde!─ Dije, buscando a Zait con la mirada. Estaba sentado en la barra, y tenía un perro al lado suya. Me acerqué y me senté cerca de él.─ ¡Zait, ¿cómo te va?!─ Le pregunté─ ¿Vas a la copa Hefesto tú también?
─¡Guilmon quiere comer pan ya!─ Gritó de golpe, mi compañero, que salió de mi móvil por su cuenta, y se sentaba a mi lado en otra silla.
─Zait, este es Guilmon.─ Le presenté.─Y sí, ya voy... ¿Podrían traer dos barras de pan y un helado de sal marina?─ Pregunté al camarero, que, tras extrañarse del pedido, lo trajo enseguida. Guilmon empezó a deborar la primera barra de pan, y yo a tomar mi helado.