Esa noche estaba agotada, cansada, el entrenamiento al que me sometí yo misma me había dejado sin fuerzas, pero no debía ceder, mi mente era más poderosa que mi cuerpo. No vi a casi nadie por el castillo excepto algún que otro aprendiz, todos decían algo sobre una fiesta llamada Navidad. ¿Otra fiesta sin sentido que celebraban los Usuarios para librarse de las tareas cotidianas? Seguramente. Suspiré para mí misma cuando pensé como se lo tomaría Gengar esta vez.
Vamos Gengar, ten un poco de sentido común, no me hagas viajar a otro mundo por una tontería de este calibre...Y tal y como había sospechado, al entrar en mi habitación pude ver la misma decorada con extraños adornos, muchas luces raras y un árbol. Me había pasado todo el día eliminando Sincorazón en la ciudad por lo que... No tenía ni idea de lo que había hecho Gengar aquí.
Me llevé una mano a la frente, decepcionada por su actitud.
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Saeko, ¡por fin has llegado! Pensaba que te habían devorado esos monstruos abajo, me preocupaste...—
Sí vale, lo que tú digas. Por cierto, vete sacando ya todo esto de mi habitación.Entré y me situé a un lado de la propia puerta, invitando a Gengar a que se diese prisa y llevara a cabo mi última orden. Éste retrocedió en el aire, sorprendido por mi actitud.
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Pero Saeko... ¡Cómo puedes decir eso! Vamos a celebrar la Navidad, venga, mañana será un buen día. Ya verás como te gusta.Otro obsesionado con la Navidad. Estaba claro que Gengar no se dejaba ni una fiesta rara de estas inventadas por los Usuarios para librarse del trabajo duro.
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Mira, ya tuve suficiente con Halloween, así que espabila y vete sacando toda esta basura de aquí.Me crucé de brazos, indignada, aunque no me importaría escuchar alguna que otra explicación acerca de la Navidad, pues no tenía ni idea de qué iba. Mi pequeño compañero se acercó a mí en el aire, apoyando una mano sobre mi hombro derecho.
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No seas así chica, si dejas estas cosas aquí dicen que por la mañana te darán regalos o algo así, debajo del arbolito con luces. No hace falta que me lo agradezcas.—
¿Regalo? Bien, veamos pues qué me traen. ¡Oh!, ¿y quién deja el regalo ahí?No tenía ni idea de qué era la Navidad, pero si me regalaban cosas no me quejaría, al menos podía ser algo útil, y más le valía a Gengar que lo fuera. Éste levitó hasta la copa del extraño árbol iluminado de mi habitación, colocando unos pocos adornos más.
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Pues dicen que es un tipo gordo que viste de rojo o algo así el que los deja, en definitiva, tenemos que irnos a dormir y por la mañana ya los encontraremos ahí debajo.¿Un gordo vestido de rojo? ¿Qué sentido tenía eso? Ninguno. Decidí darle una oportunidad a Gengar, al fin y al cabo no iba a negar un regalo de quién fuese, pero más le valía dejar el regalo y marcharse.
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Vale, pues a dormir se ha dicho. Al menos esta fiesta no obliga a viajar entre mundos.Y me fui a la cama, cansada. Por la mañana me daría cuenta de que bajo el árbol había un regalo, ¿cómo era posible? Se trataba de Gengar, tenía que ser él porque la puerta de mi habitación estaba cerrada a cal y canto, nadie podía entrar, pero no, Gengar estaba durmiendo a un lado.
Somnolienta me aclaré los ojos con un poco de agua y me dispuse a abrir esa caja tan atractiva.
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¿¡Pero qué...!?