Ragun invocó su llave espada y soltó un sermón bastante aburrido sobre el funcionamiento de la Orden de la llave espada y el equilibrio de los mundos, al que Bitron no prestó mucha atención. Qué obsesión tenía este tío con hablar.
—Incumple las normas y te arrebataré el poder de la Llave Espada —advirtió, entregándole el mango de la llave para que lo cogiera.
—Qué abusón.
Con decisión, la mano de Bitron se cerró sobre el mango de la llave espada. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, como si le acabasen de instalar una actualización. Se sentía diferente, de algún modo. El arma del maestro despareció, pero...
—Ahora, tienes la capacidad de invocar tu propia Llave Espada. Cierra los ojos e imagina, siente su peso entre tus manos, abre un poco tus dedos como si de verdad sujetases algo, pide que venga a ti y acudirá a tu llamada. La primera vez puede ser un poco difícil, pero una vez lo consigas no tendrás problemas, será tan fácil como respirar.
—¿Así?
Agitó el brazo con brusquedad, en dirección a Ragun, imaginándose que la misma llave espada que le habían entregado hace unos momentos aparecía. En su lugar surgió otra llave espada distinta (y peligrosamente cerca de la cabeza del maestro), más sencilla con el mango amarillo y el filo clásico de una llave plateada.
—¡Eh, la tuya es más chula! —protestó el programa, aunque curioseaba su nueva arma con fascinación—. ¿La tenéis en azul?
Estaba hecho. Orden de la Llave Espada, aquí estábamos. El camino no sería fácil, pero al menos sería divertido, ¿no?
Spoiler: Mostrar