[Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Prólogo de Aleyn

Si ya has creado tu ficha, pásate por aquí para escribir la primera página de ese gran libro que va a ser tu vida. O échale un vistazo a los amigos y rivales con los que te encontrarás en un futuro.

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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Suzume Mizuno » Vie May 16, 2014 11:55 pm

Hasta… hace unos días no había visto a ningún… Sincorazón —Rebecca asintió, muy atenta a las palabras de Aleyn a pesar de que su huidiza mirada se negaba a posarse en él—. Y tampoco recuerdo haber oído hablar de ellos en algún relato o leyenda. El único origen que se me ocurre en estos momentos es la Montaña Prohibida. ¿Quizás sean el arma definitiva de Maléfica para acabar con el reino?

Rosa se removió, abrazándose las rodillas, y se quedó un momento en silencio antes de contestar:

Cuando me atacó aquel… Sincorazón, pensé que tendría que ver con Maléfica. Que algo había empezado, que estaría relacionado con la maldición. Y tengo el presentimiento de que sí, de que es algo que podría tener su origen en Maléfica. Pero tampoco puedo jurarlo.

Maléfica…—repitió Rebecca, que experimentó un escalofrío.

Lamento no poder ser de más ayuda. Aunque… aunque realmente me gustaría serlo. No se puede permitir que esas criaturas sigan amenazando a la gente…[/quote]

Rebecca esbozó una tímida sonrisa, tan breve que Aleyn pudo pensar que se la había imaginado.

Eres una buena persona—afirmó.

El rostro de Rosa se iluminó y dijo:

Siempre ayuda a toda la gente que se encuentra. Es la persona más desinteresada que he conocido.

Rebecca observó intensamente a Aleyn. Después se quedó pensativa un buen rato, hasta que finalmente emitió un suspiro, miró al cielo cada vez más oscuro y se incorporó.

Deberíamos marcharnos. Os acompañaré a vuestros hogares.

¡Pero qué pasa con los Sincorazón!—exclamó Rosa, poniéndose de pie de un salto.

Rebecca le dirigió una mirada rebosante de tristeza.

No hay nada que podamos hacer ahora… Hemos de investigar y nos llevará tiempo… Además, debemos ver hasta dónde han llegado los Sincorazón. El castillo no… está amenazado, al menos de momento. En cambio, la gente del rey Huberto, sí…—bajó la cabeza y se retorció los dedos—. Lamento no poder hacer nada ahora mismo…

No… Yo… Lo comprendo—Rosa se obligó a dejar de fruncir el ceño y a sonreír—.Todavía no os he dado las gracias, por todo. ¿Cuando veáis a vuestra amiga podéis decirle de mi parte que le debo la vida y no lo olvidaré?

Claro…

Echaron a caminar, en principio sin un rumbo concreto, aunque después Rebecca insistió en llevar a Rosa en primer lugar a su casa, mientras lanzaba ojeadas furtivas a Aleyn. De modo que la joven empezó a guiarlos a través del cada vez más oscuro bosque.

Por cierto, señora Rebecca… Si vos erais de este reino, ¿es posible que vuestra compañera también? —inquirió Rosa—. Porque a pesar de que es un nombre extranjero, me resulta muy familiar…

Rebecca pegó un pequeño respingo ante la pregunta y balbució un poco antes de susurrar:

S-sí. Pasó un tiempo en este reino. Pero no creo que yo sea la más indicada para decir nada…

El resto del camino lo continuaron en silencio.

****



Las ventanas de la cabaña en la que vivía Rosa eran un foco en medio de la noche, casi cerrada ya. Feliz por regresar a su hogar, Rosa se volvió hacia sus compañeros. Tomó las manos de Rebecca y volvió a agradecerle todo. Después se acercó a Aleyn y, tras un titubeo, lo abrazó, poniéndose de puntillas para poder susurrarle al oído:

Muchas gracias. Un día espero poder compensarte —se separó y se despidió con un gesto—¬. Estaré bien. Mis tías y yo prestaremos mucha atención a los alrededores y no bajaremos las guardias. Tened mucho cuidado al volver.

Acarició una última vez a Ygraine y echó a correr hacia su hogar con ligereza. Se despidió con el brazo desde la puerta y después se metió en su hogar. Incluso a esa distancia escucharon sin problemas los gritos de alivio de varias mujeres.

No te preocupes por ella. E-estará a salvo—le aseguró Rebecca a Aleyn—. Aquí hay magia. Esa cabaña está bastante bien protegida—si Aleyn fue a hacer alguna pregunta, la joven se le adelantó—. Necesito hablar contigo. ¿Te… importa que hablemos en tu casa? Prometo marcharme en cuanto terminemos—farfulló. A pesar de que su naturaleza parecía ser esquiva, le clavó con intensidad un ojo que parecía brillar en medio de la noche.

Estaba decidida a hablar con él.

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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Sally » Mar May 20, 2014 1:02 am

Las mejillas de Aleyn se sonrojaron levemente, aunque bajó la cabeza para que las dos jóvenes no pudieran verlo. No estaba preparado para cumplidos porque hacía mucho tiempo que no recibía ninguno, y porque escuchar aquello de boca de Rosa, a quien él tenía como una muchacha muy amable y atenta, lo hacía de alguna forma más halagador. Cuando consideró que había pasado el peligro y alzó el rostro, se encontró con que Rebecca le estaba observando atentamente.

Sólo hago cuanto puedo —musitó al fin.

Obviaba el hecho de que al principio se hubiera dedicado a ayudar a la gente para acallar su conciencia, para tratar de compensar sus errores. Aunque con el paso del tiempo había empezado a hacerlo con verdadera convicción.

Por suerte, la joven morena dirigió su atención hacia otros asuntos.

Deberíamos marcharnos. Os acompañaré a vuestros hogares.

¡Pero qué pasa con los Sincorazón!

No hay nada que podamos hacer ahora… Hemos de investigar y nos llevará tiempo… Además, debemos ver hasta dónde han llegado los Sincorazón. El castillo no… está amenazado, al menos de momento. En cambio, la gente del rey Huberto, sí…—no necesitaba explayarse más; Aleyn lo comprendía. Los habitantes del reino estaba protegida de alguna manera gracias al hechizo, o de lo contrario las criaturas se habrían llevado sus corazones. Pero los súbditos de Huberto no contaban con aquella… protección—. Lamento no poder hacer nada ahora mismo…

No… Yo… Lo comprendo.

Habéis hecho más que nosotros, no tenéis que disculparos por nada —sí, le hubiera gustado poder conseguir más ayuda de su parte o de la de Nanashi, pero sería de desagradecidos no apreciar lo que ya habían conseguido.

Todavía no os he dado las gracias, por todo. ¿Cuando veáis a vuestra amiga podéis decirle de mi parte que le debo la vida y no lo olvidaré?

Yo tampoco la olvidaré —añadió Aleyn sin darse cuenta de que había dicho “la” en vez de “lo”.

Claro…

Abandonaron el claro sin mediar más conversación. Aleyn estaba considerando qué casa se encontraba más cerca para no tener que dar rodeos extraños, mas Rebecca perecía decidida a pasarse por la de Rosa primero. No discutió con ella; seguramente consideraba que la muchacha era quien más necesitaba regresar a su hogar y tomar algo junto al fuego que la ayudara a asimilar lo ocurrido.

Descubrió las miradas que Rebecca le estaba lanzando mientras se dirigían hacia su destino al mirar en derredor, asegurándose de que no hubiese alguna amenaza por el camino. Frunció el ceño mientras trataba de comprender el motivo que había detrás de ellas. ¿Serían debido a su aspecto? Se daba cuenta de que la camisa desgarrada dejaba ver más de lo que sería educado y correcto, pero si la morena pertenecía a una orden de caballeros, suponía que tendría que haber visto escenas como aquella alguna otra vez.

Por cierto, señora Rebecca… Si vos erais de este reino, ¿es posible que vuestra compañera también? —se olvidó de las miradas de la morena en cuanto Rosa preguntó por Nanashi, reclamando toda su atención—. Porque a pesar de que es un nombre extranjero, me resulta muy familiar…

S-sí. Pasó un tiempo en este reino. Pero no creo que yo sea la más indicada para decir nada…

Aleyn sintió la necesidad de preguntar más sobre aquel asunto, por más que Rebecca hubiera dicho que no estaba en su mano contestar, puesto que Nanashi había logrado dejar huella en él. La conocía de apenas medio día, pero despertaba en él una admiración que no recordaba haber sentido por nadie antes.

Sin embargo, sus labios permanecieron cerrados. Podía esperar para saber más cosas acerca de aquella mujer. Una de las ventajas de tener una larga esperanza de vida.

****


La luz del sol había prácticamente desaparecido cuando llegaron a la casa de Rosa. No habían sufrido ninguna incidencia por el camino, y aun así, no dejaba de ser un alivio ver por fin la edificación entre los árboles. Era el momento de despedirse y empezar a dar por terminado un día que estaba siendo demasiado largo. Rosa agradeció a Rebecca por todo de nuevo antes de volverse hacia él. Por un momento pensó que tal vez le cogería de las manos, como había hecho con la joven morena, pero en un parpadeo se vio rodeado por sus brazos y la voz de la muchacha susurraba junto a su oído.

Muchas gracias. Un día espero poder compensarte

No me debes nada, Rosa. Sólo prométeme que tendrás cuidado —sonrió levemente mientras ella se separaba.

Estaré bien. Mis tías y yo prestaremos mucha atención a los alrededores y no bajaremos las guardias. Tened mucho cuidado al volver.

Por supuesto.

La siguió con la mirada hasta que finalmente entró en su casa y se escuchó la voz de sus tías, aunque poco riesgo hubiera podido entrañar los pasos que la habían separado de la puerta. Pero con todo lo que había ocurrido, pensaba que ya no podía ser lo suficientemente precavido. ¿Y si la criatura volvía a por ella? Nanashi había dicho que los Sincorazón serían capaces de encontrarles en el bosque, y en el caso de Rosa ya lo habían hecho en una ocasión…

No te preocupes por ella. E-estará a salvo—Rebecca parecía haberle leído la mente, aunque suponía que sus pensamientos no eran difíciles de adivinar en esos instantes—. Aquí hay magia. Esa cabaña está bastante bien protegida—le dirigió una mirada extrañada, a punto de preguntar que a qué se estaba refiriendo; sin embargo, la morena continuó—. Necesito hablar contigo. ¿Te… importa que hablemos en tu casa? Prometo marcharme en cuanto terminemos

Aleyn negó con la cabeza antes de añadir:

No os preocupéis. No duermo demasiado —comentó por si acaso Rebecca había dicho lo de marcharse porque no quería robarle horas de descanso—. Y aunque lo hiciera, una buena conversación es a veces más necesaria que el sueño. Quizás pueda ofreceros una infusión o similar cuando lleguemos allí, aunque sería en una jarra y no en un frasco...

Aquello último era como un intercambio por el mejunje curativo que antes les había dado a beber a los tres. Aunque sus efectos no pudieran ser siquiera comparables, por supuesto.

Y dicho eso, puso rumbo a su cabaña. No tenía ni idea de qué era lo que Rebecca quería contarle, pero suponía que sería algo importante, y con eso le valía.
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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Suzume Mizuno » Jue May 22, 2014 3:16 am

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Y aunque lo hiciera, una buena conversación es a veces más necesaria que el sueño. Quizás pueda ofreceros una infusión o similar cuando lleguemos allí, aunque sería en una jarra y no en un frasco...

Rebecca sonrió dulcemente.

Me encantaría.

****


Una vez en la cabaña de Aleyn, Rebecca buscó asiento y se dejó caer con un suspiro de cansancio. Aceptaría cualquier tipo de bebida que le ofreciera el joven y daría unos sorbitos.

Está delicioso—miró a su alrededor y sonrió tímidamente—. Me gusta. Es un lugar muy bonito…

Cerró las manos en torno a la jarra y hundió los hombros mientras observaba a Aleyn a través de sus cabellos. Dio un último traguito y dejó el recipiente en el suelo. Entrelazó los dedos.

Puede que… esto parezca un cuento. Un cuento de esos que… se cuentan a la luz de una hoguera—musitó Rebecca, nerviosa, y miró las velas que seguramente iluminarían la estancia de Aleyn—. Supongo que… con eso nos tendrá que bastar. L-la verdad es que antes no dije… toda la verdad, Aleyn. Es cierto que Nanashi y yo somos caballeros y que venimos de muy lejos. Pero… en realidad venimos de más lejos de lo que puedas llegar a imaginar.

Se quedó callada un buen rato, como considerando cómo enfocar el resto de la conversación.

¿N-nunca te has preguntado si hay algo más allá de los reinos que conoces…? ¿Nunca has mirado las estrellas y has pensado que… que podrían ser «algo más» que luces en el cielo? —alzó, temblorosa, las comisuras de los labios—. Porque lo son, Aleyn. Lo son. Cada estrella es u-un mundo. Y los Caballeros de la Llave Espada los protegemos de la oscuridad. De esos… Sincorazón que has visto—extendió la mano y materializó la curiosa arma que portaba también Nanashi.

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Esto es la Llave Espada, Aleyn. Es un arma que viene del corazón… Y la única que puede acabar verdaderamente con un Sincorazón. Los Caballeros aprendemos a luchar con ella, pero no es nuestra única arma… Un Caballero puede conocer innumerables tipos de magia y ser más fuerte que incluso las criaturas mágicas… Eso lleva tiempo, claro. Pero el caso es que… He visto fuerza en ti. Nanashi también. Me dijo que defendiste a Rosa a pesar de no tener armas. Y he visto que te preocupas por la gente, por la maldición de Maléfica…

»Por eso… quiero ofrecerte que te unas a nosotros
—guardó un breve silencio para que Aleyn asimilara todo lo que acababa de decirle—. Tendrías que dejar este lugar… Y asumir que los problemas de nuestra Orden s-serían los tuyos también. Pero podrías proteger a la gente de los Sincorazón. Y aprender mucha magia o adquirir grandes conocimientos. El mundo es inmenso, Aleyn. Y necesitamos a gente… como tú.

Rebecca sonrió débilmente ante la expresión de Aleyn y añadió:

C-claro que no pretendo que te unas sin saber nada. Puedes hacer todas las preguntas que desees… Aunque si no tienes intención de unirte, habrá algunas que no puedo responder… Te dejaría tiempo p-para pensar, por supuesto. Pero me gustaría que lo consideraras seriamente. Es una vida peligrosa y dedicada a los demás. Pero tu corazón es fuerte.

»Creo que podrías llegar a ser un buen Caballero…


Rebecca entrelazó los dedos y aguardó las preguntas de Aleyn.

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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Sally » Vie May 23, 2014 10:13 pm

Aleyn había tenido que apartar el tratado de plantas venenosas que estaba elaborando para poder acceder a los frascos con hierbas para infusiones, y de los cuales había terminado escogiendo una mezcla propia que contenía esencialmente valeriana. Había esperado que con aquello no sólo Rebecca, que parecía de naturaleza tímida y huidiza, sino él mismo también, pudieran relajarse un poco después de tan duro día. Ygraine no necesitaba aquellas cosas, por supuesto, dado que de camino a la cabaña había desaparecido en busca de su cena y ahora estaba tranquilamente durmiendo a sus pies, un comportamiento que podría resultar chocante por parte de un zorro, pero al que él ya se había acostumbrado.

Había prendido quizás menos velas que una persona normal, y esperaba que fueran suficientes para la joven morena. No había demasiado problema en utilizar más, pero le quedaban ya pocas y cuanto menos fuego hubiera a su alrededor, mejor. Sin embargo, a Rebecca no pareció molestarle aquello y, si lo hizo, se guardó sus comentarios para sí misma.

Dio unos cuantos sorbos a la infusión, esperando las palabras que ella tuviera que decirle, pero sin apurarla en ningún momento.

Está delicioso—dijo entonces la joven, a lo que él respondió con una leve sonrisa. Estaba orgulloso de sus infusiones, a fin de cuentas—. Me gusta. Es un lugar muy bonito…

Podría estar más ordenado, aunque es un buen sitio para vivir. Si no te importa que alguna criatura del bosque interrumpa tu sueño, por supuesto.

Más de una vez había dejado las ventanas abiertas y un murciélago o un ave nocturna había acabado por error en su habitación. Y había hecho aquel comentario buscando aligerar un poco la atmósfera. Finalmente, cuando Rebecca terminó su infusión y dejó la jarra en el suelo, la hora de la importante conversación llegó.

Puede que… esto parezca un cuento. Un cuento de esos que… se cuentan a la luz de una hoguera—se preguntó si tendría que encender el fuego de la chimenea, algo que sólo en los días más fríos del invierno se atrevía a hacer, pero para su alivio, Rebecca no estaba pidiéndole tal cosa—. Supongo que… con eso nos tendrá que bastar. L-la verdad es que antes no dije… toda la verdad, Aleyn. Es cierto que Nanashi y yo somos caballeros y que venimos de muy lejos. Pero… en realidad venimos de más lejos de lo que puedas llegar a imaginar.

Intentó pensar cuál era el sitio al que su imaginación consideraba como más lejano, pero no se le ocurría nada más distante que unas tierras escondidas en algunas montañas, allá en el horizonte. Y le daba la sensación de que la joven no estaba hablando de eso, sino de algo muy diferente, puesto que no se había atrevido a decirlo delante de Rosa. La tenue luz de las velas aportaba un toque extra de misterio a aquellas palabras.

¿N-nunca te has preguntado si hay algo más allá de los reinos que conoces…? ¿Nunca has mirado las estrellas y has pensado que… que podrían ser «algo más» que luces en el cielo? Porque lo son, Aleyn. Lo son. Cada estrella es u-un mundo. Y los Caballeros de la Llave Espada los protegemos de la oscuridad. De esos… Sincorazón que has visto —movió la mano y en ella apareció un arma, un arma que parecía sacada de los mismos cuentos a los que había hecho referencia ella antes.

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La jarra que Aleyn tenía en la mano se quedó a medio camino de su boca. No tanto por la espada –si es que podía llamarse así- de forma tan extravagante, tan similar y al mismo tiempo tan distinta a la que había portado Nanashi, que había aparecido de la nada en manos de Rebecca, sino por sus palabras. Alguna vez había mirado al cielo nocturno y había deseado alcanzar las estrellas, como quien anhela atrapar el sol o tocar la luna, sí, pero jamás había llegado a imaginar nada como aquello.

¿Otros mundos? ¿Y cada uno de aquellos reflejos de luz era uno diferente?

De pronto se sintió pequeño, diminuto, una mera mota de polvo danzando en el bosque. Asombrado ante la inmensidad que le había sido revelada y a la que creía porque… ¿qué motivos iba a tener Rebecca para mentirle con algo tan insólito?

… Llave Espada, Aleyn —la voz de la joven le trajo de vuelta a la tierra, a su cabaña, a su mundo acogedor e insignificante— . Es un arma que viene del corazón… Y la única que puede acabar verdaderamente con un Sincorazón. Los Caballeros aprendemos a luchar con ella, pero no es nuestra única arma… Un Caballero puede conocer innumerables tipos de magia y ser más fuerte que incluso las criaturas mágicas… Eso lleva tiempo, claro. Pero el caso es que… He visto fuerza en ti. Nanashi también. Me dijo que defendiste a Rosa a pesar de no tener armas. Y he visto que te preocupas por la gente, por la maldición de Maléfica…

»Por eso… quiero ofrecerte que te unas a nosotros


<<¿Qué?>>

[b][color=purple]Tendrías que dejar este lugar… Y asumir que los problemas de nuestra Orden s-serían los tuyos también. Pero podrías proteger a la gente de los Sincorazón. Y aprender mucha magia o adquirir grandes conocimientos. El mundo es inmenso, Aleyn. Y necesitamos a gente… como tú.

¿Como yo? —repitió más por inercia que por otra cosa.

C-claro que no pretendo que te unas sin saber nada. Puedes hacer todas las preguntas que desees… Aunque si no tienes intención de unirte, habrá algunas que no puedo responder… Te dejaría tiempo p-para pensar, por supuesto. Pero me gustaría que lo consideraras seriamente. Es una vida peligrosa y dedicada a los demás. Pero tu corazón es fuerte.

»Creo que podrías llegar a ser un buen Caballero…


Tomó unos cuantos tragos de valeriana antes siquiera de empezar a reorganizar sus ideas. Todo lo que Rebecca le había explicado, ahora sí, completaba el esquema que antes sus palabras habían dejado a medias.

Tenía claro que si ingresaba en aquella orden iba a poner su vida en peligro, puesto que debía enfrentarse a los Sincorazón, pero allí donde estaba igualmente podía tener que vérselas con ellos,y al menos siendo un Caballero sería más probable que pudiera defenderse y derrotarlos. Lo más importante de todo, sin embargo, era que ayudaría a otras personas. Protegería a la humanidad. Y no sólo la de aquel mundo, sino la de todos aquellos que iluminaban el cielo por las noches.

Tantas personas de las que cuidar y tantos lugares que explorar… Tantas cosas que aprender…

Una vida de aventuras y dedicación a los demás. Algo a lo que quizás siempre había aspirado. Aunque el recuerdo de las garras de los Sincorazón abriendo su carne, grabado en su memoria, era algo que le hacía dudar ligeramente. No era como enfrentarse a criaturas salvajes del bosque, desde luego.

Terminó de beber la infusión, mas se quedó la jarra consigo, como si el calor que aún emanaba del recipiente pudiera darle más seguridad en sí mismo.

No sé si está en mi mano decidirlo, pero me gustaría, si acepto, que Ygraine viniera conmigo —se agachó para poder acariciar su claro pelaje—. Lleva siendo mi compañero durante mucho tiempo y me sentiría inseguro si le dejara atrás. Aunque quizás sea egoísta de mi parte pretender llevarle a lugares tan peligrosos —dijo aquello más para sí mismo que para Rebecca, cuya respuesta, fuera cual fuese, no discutiría.

Si ella decía que el zorro debía quedarse en aquel lugar, lo aceptaría, por más que le apenara tener que hacerlo. Aunque aún quedaba lo más importante, la pregunta que de verdad le preocupaba. Porque en su interior ya había prácticamente aceptado aquella propuesta.

Y si… si me voy de este rei-mundo… ¿Podré volver? No como misión, como imagino que habrá sido vuestro caso, sino… ¿porque quiera? Sé que dijisteis que Rosa estaría a salvo, pero en algún momento me gustaría regresar aunque sea para comprobar que está bien y decirle adónde he ido… —dejó vagar su mirada entre todas sus cosas; los libros, los tratados, las hojas secas, el jarrón que nunca estaba lleno porque no se atrevía a cortar flores como mera decoración— Porque imagino que no son horas estas las más adecuadas para despedirse…
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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Suzume Mizuno » Dom May 25, 2014 6:57 pm

No sé si está en mi mano decidirlo, pero me gustaría, si acepto, que Ygraine viniera conmigo —Rebecca se irguió con una expresión de ilusión al comprobar que Aleyn parecía dispuesto. Siguió con los ojos su mano y sonrió al ver cómo acariciaba al zorro—. Lleva siendo mi compañero durante mucho tiempo y me sentiría inseguro si le dejara atrás. Aunque quizás sea egoísta de mi parte pretender llevarle a lugares tan peligrosos .

Rebecca meneó la cabeza.

No debes preocuparte por ello. En Tierra de Partida estará a salvo… Además, m-muchos aprendices y Maestros tienen mascotas. Todas de lo más v-variadas. Puedes traerlo sin problemas.

Y si… si me voy de este rei-mundo… ¿Podré volver? No como misión, como imagino que habrá sido vuestro caso, sino… ¿porque quiera? Sé que dijisteis que Rosa estaría a salvo, pero en algún momento me gustaría regresar aunque sea para comprobar que está bien y decirle adónde he ido… Porque imagino que no son horas estas las más adecuadas para despedirse…

Mientras Aleyn repasaba con la mirada sus pertenencias, Rebecca volvió a asentir.

C-Claro. Al principio no podrás, esto, salir de Tierra de Partida a menudo porque debes completar un… entrenamiento básico… Pero después eres libre de ir a donde gustes… Aunque cuando llegues a la Orden te informaremos de ciertos mundos más… peligrosos que otros a los que no deberías ir… Por ejemplo, aquí no sería muy conveniente que volvieras solo pues la Llave Espada atrae a los Sincorazón. Y todavía hemos de investigar su origen…—carraspeó un poco y se inclinó hacia delante—. ¿Estás seguro, Aleyn…? Una vez aceptes… No hay marcha atrás. Tu vida cambiará para siempre… Quién sabe si a mejor o peor —farfulló, rehuyendo su mirada.

Rebecca decidió ofrecerle un tiempo para considerarlo.

V-vendré mañana al mediodía. Entonces te ofreceré la Llave Espada… Si aceptas, ten preparadas tus cosas. Y… Y despídete de quien creas necesario —añadió con una tímida sonrisa—. Pero recuerda, no debes decir nada sobre la Llave Espada, ni que existen otros mundos… Está completamente prohibido.

Y se marchó sin hacer ruido.


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Estamos muy cerca del final. A decir verdad, es la penúltima ronda. Puedes despedirte de Rosa si quieres —puedes narrar sin problemas que vas a verla y lo que quieres decirle. Rosa sale a dar paseos y recoger cosas que le piden sus tías, así que puedes encontrarla tanto fuera como dentro de su casa. Si quieres hacer otra cosa, a tu gusto— o no, como tú veas.

¡Ánimo, casi se ha acabado! ^^

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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Sally » Mié May 28, 2014 6:47 pm

C-Claro. Al principio no podrás, esto, salir de Tierra de Partida a menudo porque debes completar un… entrenamiento básico… —lo imaginaba, para que un aprendiz a medio formar tuviera menos posibilidades de cometer un error mortal— Pero después eres libre de ir a donde gustes… Aunque cuando llegues a la Orden te informaremos de ciertos mundos más… peligrosos que otros a los que no deberías ir… Por ejemplo, aquí no sería muy conveniente que volvieras solo pues la Llave Espada atrae a los Sincorazón. Y todavía hemos de investigar su origen…

Por una parte aquello le parecía bien, puesto que el tiempo que la Orden tardara en investigar aquello sería un tiempo en el que intentaría hacerse más fuerte. Aunque lo de no poder regresar solo presentaba otros problemas.

¿Estás seguro, Aleyn…? Una vez aceptes… No hay marcha atrás. Tu vida cambiará para siempre… Quién sabe si a mejor o peor

Rebecca le estaba dando oportunidad de echarse atrás, aunque él ya había tomado la decisión. Aquello pondría su vida en peligro, y no era un loco fanático dispuesto a sacrificarse a las primeras de cambio, pero pensaba que las ventajas superaban a los inconvenientes. Confiaba en poder salir adelante y ser de ayuda a la Orden. Asintió enérgicamente, con la mirada repleta de determinación. Ahora que incluso ella le había dicho que Ygraine podía ir con él, se sentía con más fuerzas si cabe.

V-vendré mañana al mediodía. Entonces te ofreceré la Llave Espada… Si aceptas, ten preparadas tus cosas. Y… Y despídete de quien creas necesario —supuso que había dicho aquello por Rosa—. Pero recuerda, no debes decir nada sobre la Llave Espada, ni que existen otros mundos… Está completamente prohibido.

Por supuesto.

***


Aleyn difícilmente había pegado ojo aquella noche. A su costumbre de no dormir demasiado había añadido el colocar cuanto pudo el desorden que había habitado en su cabaña últimamente hasta que las velas se consumieron del todo. Y después, tras ponerse ropa que no dejara pasar el frío por culpa de desgarrones, había salido. Apenas si se había alejado de la puerta de su hogar; sólo lo bastante como para poder observar las estrellas a través de la bóveda del bosque. Todos aquellos mundos que estaban esperando… Se había preguntado dónde estaría aquel llamado "Tierra de Partida" que Rebecca había mencionado, aunque había supuesto que lo averiguaría pronto.

Cuando el cielo se hubo aclarado del todo, pensó en qué debería llevar consigo. No tenía demasiadas cosas, en realidad, y lo poco que poseía seguramente no iba a ser útil allá adonde sus pasos iban a dirigirle. En un momento había valorado el llevar el tratado de plantas medicinales que había terminado hacía un tiempo, pero finalmente decidió dejarlo. ¿Qué le aseguraba que fuera a encontrar esas mismas plantas en otros mundos? Sabía el contenido de aquellas páginas de memoria, y estaba convencido de que quizás otras personas le dieran más uso que él. Así que decidió dárselo a Rosa como regalo de despedida. Dos días antes tal vez se habría mostrado un poco reacio a entregar algo que tanto trabajo le había costado, pero dos días antes no habría imaginado que su vida cambiara tanto y se viera tan unido a la muchacha.

Con el pesado tomo bajo el brazo, e Ygraine, aún medio adormilado, siguiéndole, se encaminó hacia la casa de la doncella después de haber desayunado y preparado el morral que llevaría cuando Rebecca fuera a buscarle, donde había guardado un par de libros de caballerías, sus favoritos. Esperaba encontrarla antes de que hubiera salido a hacer algún recado de sus tías, puesto que no quería que tuviese que cargar con el libro todo el camino de vuelta.

Por suerte, logró dar con ella bastante cerca de su casa. Ygraine trotó hacia Rosa, seguramente recordando cómo le había protegido el día anterior. A fin de cuentas, el zorro había pasado también por mucho y le habría costado asimilarlo todo.

Buenos días. Espero que hayas descansado bien.

Esbozó una leve sonrisa y miró un momento hacia el tratado que empezaba a agarrotarle el brazo, mientras pensaba la mejor forma de decir aquello sin infringir las prohibiciones que Rebecca le había mencionado. No sólo porque veía incorrecto traicionar las reglas de una Orden a la que pretendía unirse, sino porque suponía que eso podría poner aún más en peligro a Rosa. Y eso era lo último que quería.

Lamento si esto te parece muy precipitado, y la verdad es que suena a delirio, aunque he reflexionado bastante al respecto. Rebecca me ha ofrecido a unirme a la Orden de caballeros a la que pertenece. He aceptado —se detuvo un instante, para que sus palabras calaran—. Eso quiere decir que tendré que irme lejos para poder entrenarme y aprender de ellos, así como cumplir sus tareas. Muy lejos, hoy mismo. Y… y que te quedarás sola.

Rosa no estaba sola, por supuesto, tenía a sus tías para cuidarla y protegerla. La habían salvado de los Sincorazón antes y la afirmación de Rebecca respecto a que había magia rodeando su hogar le indicaba que estaría a salvo al menos mientras estuviera entre aquellos muros. Pero ellas no dejaban de ser su familia, y a veces con la familia no era suficiente.

Aparte de ser amable y atenta, eres una muchacha muy valiente, y te has sobrepuesto a más cosas de las que nadie debería siquiera enfrentarse, así que sé que estarás bien. Además… además esto no es un hasta siempre; volveré, cuando sea más fuerte. Y cuando tal vez haya averiguado de dónde proceden los Sincorazón y qué tiene que ver Maléfica con todo esto.

Sintió un nudo en la garganta. No recordaba cómo de difíciles podían llegar a ser las despedidas, porque en realidad sólo había dicho adiós una vez y la persona a la que había sido destinado no es que hubiera podido escuchar demasiado antes de morir. Le tendió el tratado con manos un poco temblorosas. No quería ni pensar en la impresión que estaría causando en la muchacha.

Espero que no tengas que utilizar los conocimientos que hay aquí —había supuesto que ella sabía leer al formar parte de una familia de caballeros—, pero me tranquilizará saber si puedo aunque sea sólo un poco, ayudar a protegerte con esto —carraspeó, parpadeando unas cuantas veces para que sus ojos permanecieran vacíos de lágrimas—. Cuídalo bien. Cuida de tus tías. Y cuídate… cuídate tú aún mejor.

>>¿Harás eso por mí?
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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Suzume Mizuno » Sab May 31, 2014 3:30 am

Buenos días. Espero que hayas descansado bien.

Rosa, que parecía un poco triste mientras paseaba recogiendo moras y demás frutos silvestres que se cruzaran en su camino, se volvió hacia él con una sonrisa resplandeciente.

¡Buenos días, Aleyn! ¡Me alegro de verte! Y he dormido muy bien, ¿y tú? —dijo, dirigiéndose hacia él. Pero sólo con ver el asomo de ojeras bajo sus ojos y notar que estaba más pálida de lo normal, se daba por sentado que estaba mintiendo.

Aleyn, sin embargo, tuvo la caballerosidad de no comentar nada.

Lamento si esto te parece muy precipitado, y la verdad es que suena a delirio, aunque he reflexionado bastante al respecto —Rosa frunció el ceño, desconcertada, pero luego asintió y escuchó atentamente—. Rebecca me ha ofrecido a unirme a la Orden de caballeros a la que pertenece. He aceptado —los ojos de la muchacha se abrieron de par en par, igual que sus labios—. Eso quiere decir que tendré que irme lejos para poder entrenarme y aprender de ellos, así como cumplir sus tareas. Muy lejos, hoy mismo. Y… y que te quedarás sola.

Rosa hundió los hombros y se miró los pequeños pies durante un largo rato. Cuando levantó la cabeza, lo hizo sonriendo suavemente y con una mirada de aceptación.

No estaré sola. Mis tías cuidarán de mí. Aunque esto, sin ti, se quedará muy vacío… Pero me alegra que te marches. Siempre pensé que era una lástima que estuvieras aquí, con lo que te gustaba leer y estudiar. Sólo espero que tengas mucho cuidado…

Aparte de ser amable y atenta, eres una muchacha muy valiente, y te has sobrepuesto a más cosas de las que nadie debería siquiera enfrentarse, así que sé que estarás bien

Rosa soltó una risita avergonzada y jugueteó con un mechón de su cabello. Luego, meneó la cabeza.

Ojalá llegue a ser un día como tú me has descrito. Todavía me queda mucho.

Además… además esto no es un hasta siempre; volveré, cuando sea más fuerte. Y cuando tal vez haya averiguado de dónde proceden los Sincorazón y qué tiene que ver Maléfica con todo esto.

Al nombrar al hada, el semblante de la joven se oscureció. Sin embargo, haciendo un gran esfuerzo de voluntad, se obligó a sonreír y tomó la mano libre de Aleyn para acariciarla con amabilidad y decir:

Estaré esperando.

Sonrió al percibir la expresión contrita de Aleyn y continuó acariciándole la mano hasta que el joven le tendió su tratado. La muchacha lo aceptó con sorpresa y cierta reverencia, mirando con curiosidad a Aleyn, aguardando una explicación.

Espero que no tengas que utilizar los conocimientos que hay aquí , pero me tranquilizará saber si puedo aunque sea sólo un poco, ayudar a protegerte con esto —cuando Aleyn parpadeó con carraspeó, Rosa apretó los labios y tuvo que contener también la emoción—. Cuídalo bien. Cuida de tus tías. Y cuídate… cuídate tú aún mejor. ¿Harás eso por mí?

Rosa respiró hondo y abrazó el libro contra su pecho. Después asintió y dijo:

Claro que sí. Lo cuidaré con todo mi cariño, Aleyn. No te preocupes por nosotras, estaremos bien. Te lo prometo. Pero tú también tienes que cuidarte. Ser fuerte es muy importante, pero me preocupa que te exijas demasiado en poco tiempo. Así que cuídate, por favor. Y vuelve —amplió su sonrisa—. Sé que serás un gran caballero. Uno que pueda ayudar al reino.

Se adelantó y le besó una mejilla suavemente. Aguardó allí, despidiéndose con una mano, hasta que perdió a Aleyn de vista.

****


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El sol había alcanzado el cénit de su recorrido y sus cálidos rayos atravesaban las hojas de las copas de los árboles, trazando diseños dorados en el suelo. Rebecca llegó a la hora convenida, saludó con timidez a Aleyn y al ver que estaba preparado alzó las comisuras de los labios.

M-me alegra ver que no te e-echas atrás. Me encantará ser tu Maestra—dijo, deteniéndose frente a él—. ¿Está todo… en orden?

Miró a su alrededor para asegurarse de que estaban solos. Entonces, respiró hondo y materializó la Llave Espada. La cogió por la hoja y le tendió la empuñadura.

Cuando tomes esta Llave Espada y aceptes convertirte en mi Aprendiz…obtendrás la tuya propia. Entonces… serás miembro de la Orden de Tierra de Partida. Pero para serlo d-debes hacer un juramento —la mujer aspiró una bocanada de aire para poder decir, lenta y gravemente—: Nunca intervendrás en el devenir de un mundo —a pesar de su timidez, le miró con seriedad y dejó un momento para que pudiera asimilar lo que aquello significada—. Y, ante todo, nunca desvelarás el secreto de la existencia de los mundos a nadie que no esté relacionado con la Orden.

Cuando Aleyn hubo jurado, Rebecca asintió y volvió a tomar su Llave Espada por la empuñadura.

Ahora invoca la tuya. S-sólo con desearlo aparecerá—hizo un gesto, invitándolo a blandir su arma.

En cuanto obedeciera, brotaría de su mano un resplandor que le produciría una curiosa calidez en el corazón. De repente, sostenía una la peculiar arma que poseían los Caballeros:

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Rebecca sonrió y entonces dijo:

Haz l-lo mismo que yo —cogió impulso y arrojó su arma al cielo.

Al caer, lo hizo convertida en un aparato metálico que, desde luego, debió resultar extraño a los ojos de Aleyn. Rebecca lo denominó «glider» y le explicó que los Caballeros lo utilizaban para desplazarse de un mundo a otro. Aavanzó entonces y le tendió un brazalete de metal que le indicó que se pusiera donde más le gustara. Ella le mostró el suyo y entonces lo pulsó. Para sorpresa del joven, el cuerpo de la mujer se envolvió en luz. En cuanto esta se disipó, Rebecca apareció portando una armadura que la cubría de pies a cabeza. La voz de la mujer le llegó algo distorsionada:

Esta armadura te protegerá de la oscuridad cuando viajes entre los mundos… Nunca vayas sin ella, ¿d-de acuerdo? Y-Y ahora, voy a enseñarte a volar.

Durante el tiempo que fuera necesario, Rebecca ayudaría a Aleyn a dar sus primeros pasos en su glider. Para Ygraine, Rebecca le mostró una esfera. Le aseguró que no pasaría nada, que su mascota estaría bien y, cuando la enfocó hacia el animal, éste se desvaneció.

Ahora se encuentra en su interior, para protegerlo de la oscuridad… En Tierra de Partida podrás comprar una cápsula para llevarte a tu animal donde más desees.

Una vez consideró que se manejaba lo suficientemente bien como para pilotar detrás de ella, elevó su propio glider:

¡Vuela siempre detrás de mí!

La mujer aceleró y atravesó la copa de los árboles en cuanto encontró un pequeño claro. Aleyn podría ver cómo a sus pies se extendía el verdor del bosque, mecido por una suave brisa; a lo lejos, la triste pradera que llevaba al reino del rey Stéfano se perdía en el horizonte, donde se divisaba la figura del castillo.

Aleyn se marchaba. Podía parecerle irreal, una aventura más típica de un cuento que de la realidad. Al fin y al cabo, ¡las personas normales no volaban! Era algo reservado a las criaturas mágicas y a aquellos dotados de alas. Sin embargo, aquello era real.

¿Qué otras maravillar aguardarían detrás del telón de estrellas?

Era hora de comprobarlo.

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¡Última ronda!

Si quieres, puedes escoger ahora tu armadura y tu glider~
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¡Gracias por las firmas, Sally!


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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Sally » Mar Jun 03, 2014 12:10 am

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Después de haberse despedido de Rosa, se sentía con más fuerzas si cabe para emprender su nueva aventura. Tenía un motivo extra para tratar de hacerlo lo mejor posible; no decepcionarla. Así que esperó pacientemente a que llegara la hora acordada y Rebecca apareciera para buscarle.

Y en efecto, ella acudió puntual a la cita.

M-me alegra ver que no te e-echas atrás. Me encantará ser tu Maestra.

—Será todo un honor —dijo antes de inclinar levemente la cabeza.

Quizás resultaba curioso tener a una Maestra mayor que uno mismo, pero sabía que la edad en ocasiones no tenía por qué corresponderse con la habilidad.

¿Está todo… en orden?

Ya no me queda nada más que hacer aquí, así que supongo que sí…

Rebecca pareció querer asegurarse primero de que no hubiera nadie en las cercanías, antes de volver a invocar su Llave Espada. Aún estando bajo el sol y no a la luz trémula de las velas, le seguía pareciendo impresionante.

Cuando tomes esta Llave Espada y aceptes convertirte en mi Aprendiz…obtendrás la tuya propia. Entonces… serás miembro de la Orden de Tierra de Partida. Pero para serlo d-debes hacer un juramento —la mujer aspiró una bocanada de aire para poder decir, lenta y gravemente—: Nunca intervendrás en el devenir de un mundo —casi ni necesitó que ella le mirara seriamente para comprender aquello de lo que le estaba advirtiendo de forma implícita. No podía hacerse fuerte y después arrojarse contra Maléfica para evitar que su maldición acabara con el reino. Sólo actuar en la medida en la que los Sincorazón estuvieran poniendo en peligro a la gente—. Y, ante todo, nunca desvelarás el secreto de la existencia de los mundos a nadie que no esté relacionado con la Orden.

Se quedó mirando la Llave Espada durante un instante, para prepararse. Aquello no era como la promesa que podía haberle hecho a Rosa diciendo que iba a regresar; un juramento era algo mucho más solemne si cabe. Sintió algo frío en la mano y no fue necesario que bajara la vista para saber que Ygraine le estaba empujando con el hocico. Esbozó una sonrisa.

Juro servir a la Orden de Tierra de Partida y, como caballero de la misma, me comprometo a cumplir sus tareas y seguir sus directrices —no estaba seguro de si necesitaba más pompa y circunstancia que aquella, pero a Rebecca pareció bastarle.

Ahora invoca la tuya. S-sólo con desearlo aparecerá

Aleyn respiró hondo antes de cerrar los ojos. De alguna manera, pensaba que hacerlo así sería más sencillo. Nada más desearlo, sintió que su mano dejaba de estar vacía, y abrió los ojos para comprobar que, efectivamente, había logrado invocar con éxito su propia Llave Espada.

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Era mucho más sencilla que las que poseían Rebecca o Nanashi, mas supuso que sería normal al tratarse de un novicio recién iniciado. Nunca había empuñado espada de ningún tipo, aunque de alguna forma, se sentía más cómodo con aquel arma tan extraordinaria que con la lanza que el día anterior había utilizado de cualquier manera. Era como una extensión de sí mismo, aunque aún le quedara aprender a utilizarla.

Haz l-lo mismo que yo —dejó de observar cada milímetro de la Llave Espada para ver cómo la que iba a ser su Maestra lanzaba la suya al aire.

Antes de que pudiera preguntarse por qué había que hacer aquello, el arma empezó a caer, aunque ya no tenía la misma forma que antes. Se trataba de algo que ni siquiera podía empezar a describir, con aspecto metálico. Y mucho más grande que la Llave Espada a partir de la cual se había formado. Por suerte Rebecca le sacó de su confusión definiendo aquello como «glider». Hasta entonces no se había parado a pensar en cómo los Caballeros se moverían entre los mundos, aunque si le hubieran preguntado, seguramente habría optado por alguna especie de carruaje mágico tirado por criaturas míticas. Pero esa no dejaba de ser la mentalidad propia de su mundo, claro. Quién sabía qué métodos de transporte podían llegar a utilizarse en otros lugares.

La joven morena le ofreció entonces un brazalete de metal. Como podía ponérselo donde más quisiera, se lo colocó en el antebrazo izquierdo, para que no le molestase al blandir la Llave Espada. En un principio pensó que era algo simplemente simbólico, como un emblema, pero Rebecca pulsó el suyo y su cuerpo quedó envuelto en luz. Sus ojos protestaron levemente, aunque no apartó la vista, asombrado, y mucho más aún cuando al desaparecer, una armadura cubría a Rebecca de forma que le resultaba irreconocible, puesto que no dejaba visible ni un solo milímetro de piel.

Esta armadura te protegerá de la oscuridad cuando viajes entre los mundos… Nunca vayas sin ella, ¿d-de acuerdo? Y-Y ahora, voy a enseñarte a volar.

Asintiendo, procedió a hacer lo mismo que ella. Primero lanzó la Llave Espada, aún temiendo que después iba a caerle sin más sobre la cabeza, pero se comportó como debía y al llegar a tierra se había transformado en algo que no le costó identificar. Su glider era metálico, como el de su Maestra, aunque su forma era muy diferente, asemejándose a algo que más de una vez había leído en las historias.

Un dragón.

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A continuación, pulsó el brazalete y se vio rodeado de luz, antes de sentir la protección de su armadura. No podía verse, claro, así que decidió que cuando llegaran a su destino buscaría una superficie de agua aunque solo fuera para comprobar si era igual que la de Rebecca o, como había ocurrido con el glider, tampoco compartía su aspecto.

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Una vez terminados los pasos previos, intentó memorizar todas las instrucciones de su Maestra para poder controlar el glider y no caerse desde lo alto. Ni siquiera había tenido experiencia montando a caballo, así que al principio aquello se le hizo tremendamente complicado, pero esperaba mejorar pronto.

Se preguntaba cómo iba a poder Ygraine viajar con ellos, al no poseer armadura de ningún tipo, pero por supuesto Rebecca había pensado en eso. Al principio se sintió un poco inseguro al ver cómo la joven morena apuntaba con una esfera a su compañero, aunque ella le tranquilizó diciendo que no habría ningún problema, y se limitó a desear que el viaje no fuera demasiado agitado para el zorro. Anotó mentalmente el comprar la Cápsula –fuera lo que fuese aquello- como su Maestra le había indicado, cuando llegaran a su destino.

Y con eso, acababa todo paso previo. Era hora de partir.

¡Vuela siempre detrás de mí!

Rezando para que la Fortuna le sonriera y no terminase cayendo del glider a medida que iban alzándose cada vez más, por encima de todo cuanto había conocido hasta entonces. Y a pesar de tener miedo de precipitarse contra el suelo, se sentía poderoso. Ni en sus mejores sueños habría imaginado que sería capaz de volar, aunque no fuera gracias a un par de alas. Aún sin saber si aquella primera vez tendría vértigo o no, se atrevió a mirar hacia abajo, hacia todo lo que dejaba atrás. El bosque que en su día le había parecido extenso ahora se veía pequeño, diminuto. Tras un último vistazo, alzó la mirada en dirección a su destino, donde esperaba convertirse en algo que jamás antes habría deseado poder llegar a ser.

No sabía cómo de lejos estaría Tierra de Partida, o qué clase de mundo era. Sin embargo, mientras ponían rumbo a las estrellas, había algo que podía sentir como una certeza casi absoluta.

El mundo que dejaba atrás siempre sería su hogar.

Y no importaban los peligros a los que tuviera que enfrentarse, o lo duro que resultara el entrenamiento. Se lo había prometido a Rosa.

Algún día, cuando fuera más fuerte, cuando fuera un caballero de verdad, regresaría a su lado.

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Y aquí termina cuanto tengo que decir. Ha sido un prólogo muy interesante, así que debo darte las gracias, Suzume.
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Re: [Reino Encantado] Cuentos a la luz de una hoguera

Notapor Suzume Mizuno » Mié Jun 04, 2014 3:35 am

Aleyn se elevó en el cielo y Rebecca extendió la mano. Frente a ellos se creó un portal de luz que, sin duda, sorprendió al joven. Un nuevo prodigio de los tantos que le quedaban por contemplar.

Al atravesarlo, Aleyn abandonó, por el momento, el mundo que le había visto nacer y se lanzó a lo desconocido.

Pero pronto volvería, siendo más fuerte, más sabio, y estando más preparado para proteger a quienes quería.

****


No muy lejos de allí, una joven que se había sentado en un claro de bosque para poder hojear con curiosidad las páginas de un viejo volumen, alzó la cabeza y sus ojos se abrieron por la sorpresa. ¿Acababa de ver una estrella fugaz?

Rosa se quedó mirando el cielo unos segundos. Después sonrió para sí misma y meneó la cabeza, diciéndose que estaba imaginando cosas. Aunque, después de todo lo que había pasado, era normal.

Leyó un poco más antes de decidir que era la hora de volver; no quería que sus «tías» volvieran a regañarla por alejarse demasiado de la cabaña. Se levantó y echó a andar sin hacer ruido, como si formara parte del bosque que la había visto crecer. Entonces, se levantó una corriente de viento increíblemente fría que sacudió las copas de los árboles. Rosa se dio la vuelta y buscó a su alrededor con el corazón en un puño. Pero no vio nada fuera de lo normal.

Aun así, la intuición le dijo que debía irse a casa cuanto antes.

No tardes mucho, Aleyn—murmuró mientras se sumergía entre los árboles—. Esto sólo acaba de comenzar.


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¡Fin del prólogo!

¡Enhorabuena! ¡Ya eres miembro oficial de la Orden de Tierra de Partida!

Ha sido un prólogo que he disfrutado mucho y que, además, me ha permitido abrir el mundo de Reino Encantado, por lo que te doy las gracias. Espero que te haya gustado llevarlo tanto como a mí.

¡Hora de puntuar!

Has llevado a Aleyn con mucha soltura y sin salirte del personaje, lo cual se agradece mucho, y se nota que sabes escribir. No puedo resaltarte fallos en la narración ni en el personaje, por lo cual no hay comentarios por esta parte.

En cambio, te resalto que a veces a la hora de usar los guiones se te escapan puntos, como en este ejemplo: «¿verdad?— ¿Qué es lo que hace que necesites acudir a él?.» Ten cuidado con ese «—.» porque en más de una ocasión he visto que se te olvida ponerlo.

Por otra parte, el uso del guión corto «-» no debe confundirse con el largo «—». A menudo has usado el corto como paréntesis, « –Aleyn siempre había tenido a la magia que podría conjurar un ser semejante como algo complicado y oscuro, así que era la única opción que se le ocurría-,», cuando deberías haber hecho uso del guión largo.

Quitando eso y alguna puntuación o acentuación por despiste, está todo perfecto.

Ahora bien, has tenido algún retraso, aunque justificado, por eso no te lo contaré para la puntuación.


Obtienes:

19 PX. ¡Subes al nivel 2! Faltan 6 PX para alcanzar el nivel 3.

-Llave Espada, Cadena del Reino

-Armadura.

-Glider.

-Habilidad: Materialización del arma.

Pásate por Actualizaciones, dudas, sugerencias y quejas V.2 para actualizar tus estadísticas y habilidades.

¡Nos vemos por el rol!
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