[Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Prólogo de Alaric

Si ya has creado tu ficha, pásate por aquí para escribir la primera página de ese gran libro que va a ser tu vida. O échale un vistazo a los amigos y rivales con los que te encontrarás en un futuro.

Moderadores: Suzume Mizuno, Denna, Astro

[Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Lun Oct 03, 2016 8:47 pm

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¿Qué pasa? ¿Tienes algún problema?

El margrave frunció los labios. Desde su asiento, flanqueado por dos robustos caballeros, miraba con una mezcla de desdén y superioridad a Alaric sospesar su bolsa. En sus ojos, pero, se adivinaba la risa.

El muy cretino.

Tres días antes, ese marqués venido a más, de nombre Von Duerr, había contratado sus servicios de matón para capturar a unos bandidos que acechaban sus tierras. Nada que Alaric no hubiera hecho antes. Un trabajo valorado en diez monedas de plata... de las cuales él había recibido sólo seis. No era una mala recompensa, ni mucho menos, pero no la que le habían prometido.

«Un problema», decía. No era una mala manera de definir un timo.

No tengo todo el día, mercenario. Si no tienes nada que decir, desaparece.

Von Duerr cruzó una pierna, observándole desde su posición. Los mercenarios detrás de Alaric empezaban a impacientarse, y Dios sabía de lo que eran capaces si no cobraban su recompensa pronto. Por otra parte, ¿estaba Alaric dispuesto a dejar que se saliera con la suya?

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¡Bienvenido a tu nuevo prólogo, Astro! Para mí es el primero que haces, así que no haré muchas bromas al respecto. Ya conoces las normas y sabes cómo va esto, así que sólo espero que lo pases bien llevando a Alaric~ :3
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Ronda #1 - El cambio comienza en ti

Notapor Astro » Mar Oct 11, 2016 1:35 am

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¿Qué pasa? ¿Tienes algún problema?

Alaric arqueó una ceja. Por supuesto que pasaba algo. Al principio pensó que debía de haber sido un error, pero la mirada arrogante de Von Duerr lo decía todo. Le estaba timando.

Cuando aceptó el trabajo, tres días atrás, acordaron un pago de diez monedas de plata. Fue una tarea limpia y sencilla, casi rutinaria, que consistió en capturar a una banda de torpes bandidos. Para un mercenario que ya acumulaba sus años de experiencia como Alaric, fue casi la rutina de cada día.

Ahora, al cobrar la recompensa, se encontró con que la bolsa solo tenía seis monedas. Y eso no le gustaba nada.

No tengo todo el día, mercenario. Si no tienes nada que decir, desaparece.

El problema, por supuesto, eran los dos guardas que acompañaban a Von Duerr. Por no mencionar el resto de mercenarios que esperaban también para su recompensa. Pero eso no iba a evitar que Alaric se pusiera firme, aunque sabía que debía procurar que la situación no empeorase.

Aquí solo hay seis monedas. El pago eran diez.

No se movió ni un centímetro, limitándose a lanzarle al marqués una mirada firme y amenazante. Confiaba que, entre su tamaño, el espadón enfundado en su espalda, y su (leve) fama de mercenario por la zona, fuese suficiente como para intimidar y poner en su sitio a ese timador.

Jugaba con fuego. Pero Alaric no se marcharía sin el dinero que se había ganado.
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Jue Oct 13, 2016 7:35 pm

Von Duerr resopló tan fuerte que su bigote entero tembló.

Diez monedas para el que me trajera al jefe de los bandidos —matizó—. Ése era el trato. Tú eras... —Repasó un momento la lista de nombres, con tan pocas ganas que uno de los soldados se lo acabó por señalar—. Alaric, si. Eso. Tú me has entregado a dos subordinados —mi enhorabuena— y, por tanto, te corresponden seis monedas. No diez.

»¿Es que no te has leído el contrato?


Parecía muy satisfecho con su resolución. El tono que había empleado para explicar la forma de pago era de clara mofa. E hiriente. Resultaba evidente que, a juzgar por la expresión de Alaric, nadie se había molestado en aclararle ese «detalle». A sus espaldas, alguien disimuló una risa con una tos, pero más de uno se veía igual de confundido y decepcionado.

Te lo volveré a preguntar. —El margrave se inclinó hacia delante—. ¿Hay algún problema?

¡Ninguno, mi señor!

Antes de que el propio Alaric pudiera contestar, una pequeña figura se abrió paso —no sin cierto esfuerzo— entre la multitud. Distinguió una mata alborotada de cabello castaño que se le echó encima, agarrándole por el brazo con familiaridad.

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Disculpad a mi hermano —hizo la muchacha con una leve reverencia, sin soltar a Alaric. Él notaría un pequeño tirón hacia abajo; quería que se inclinara también—. Los números... no son su fuerte, no. Sentimos mucho las molestias, ¿verdad, hermanito?

Lo siguiente fue un apretón a la altura del codo. «Sígueme la corriente».

No dejes que juegue contigo. —La oiría chistar. El pelo le cubría la boca—. Si tanto necesitas el dinero, yo puedo ayudarte. Pero de ése no vas a sacar nada bueno.
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Ronda #2 - El cambio comienza en ti

Notapor Astro » Jue Oct 20, 2016 6:54 pm

Diez monedas para el que me trajera al jefe de los bandidos —resopló Von Duerr. Alaric frunció el ceño: él no recordara que se hubiese especificado eso—. Ése era el trato. Tú eras... —Tuvieron que indicarle cuál era el nombre correcto, pues ni lo recordaba ni parecía interesado en hacerlo—. Alaric, si. Eso. Tú me has entregado a dos subordinados —mi enhorabuena— y, por tanto, te corresponden seis monedas. No diez.

»¿Es que no te has leído el contrato?


Alaric tuvo que apretar los puños para no responder. Por supuesto que no se había leído el contrato, apenas podía entenderlo. Pero en la conversación que tuvieron cuando le contrataron no se indicó nada del jefe, de eso estaba seguro.
Sin embargo, ahí estaba la encrucijada. Por mucho que quisiera darle un puñetazo en todos los dientes por su actitud, Von Duerr contaba con ventaja.

Te lo volveré a preguntar. ¿Hay algún problema?

No valía la pena seguir discutiendo, pero Alaric intentaba decidir si se marchaba sin más o se dejaba llevar por sus impulsos y le soltaba algún improperio, pero antes de que llegase a decidir...

¡Ninguno, mi señor!

Casi como salida de la nada, una joven se acercó hasta Alaric y se agarró a su brazo como si se conocieran de toda la vida. Melena castaña, grandes ojos verdes... No, no la conocía de nada.

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Disculpad a mi hermano. —La muchacha se inclinó levemente frente al margrave, tirando con disimulo de Alaric para que la imitase, lo cual consiguió—. Los números... no son su fuerte, no. Sentimos mucho las molestias, ¿verdad, hermanito?

La miró de reojo, dubitativo. ¿Estaba intentando ayudarle...? Eso parecía, sobre todo por el tirón del brazo que daba entender que le siguiese el juego.

No dejes que juegue contigo. —Le susurró a escondidas—. Si tanto necesitas el dinero, yo puedo ayudarte. Pero de ése no vas a sacar nada bueno.

Tenía razón. Alaric se limitó a asentir frente a Von Duerr, dar media vuelta y marcharse de allí sin mediar más palabra. Ni para bien ni para mal. En el fondo sabía desde el principio que discutir con ese noble de mala muerte solo iba a traerle problemas, pero que se fuese con la suya le revolvía las tripas de rabia. De no haber sido por la muchacha, era posible que hubiera acabado dejándose llevar por sus impulsos.

Una vez fuera, se pararía y haría frente a la desconocida. Hora de las respuestas.

Si me has ayudado es porque quieres algo, ¿me equivoco? —Preguntó, tras guardar la bolsa del dinero y ajustar el espadón en la espalda—. ¿Quién eres y qué quieres?
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Dom Oct 23, 2016 4:02 pm

El margrave les despachó con un gesto, un tanto decepcionado por haberse quedado sin espectáculo, pero no insistió. Tenía más juguetes de los que disponer. Alaric siguió a su falsa hermana entre la multitud y se encaró a ella cuando la chica se detuvo, fuera de la plaza en la que habían reunido al grupo de mercenarios.

Si me has ayudado es porque quieres algo, ¿me equivoco? ¿Quién eres y qué quieres?

Carla —se presentó por fin—. Trabajo en la herrería, a una calle de aquí. Y de nada, por cierto. ¿No has pensado que quizás sólo quería ayudar?

Le hablaba con bastante confianza para tratarse de una desconocida... sobre todo siendo una desconocida que no aparentaba más de dieciocho o diecinueve años. Normalmente, la gente prefería evitar a los mercenarios —por no hablar de las chicas jóvenes.

Carla echó un vistazo al grupo de hombres que seguían reunidos alrededor de Von Duerr, y soltó un bufido.

Es un timador. No eres ni el primero ni el último al que engaña, así que no te sientas mal. Pero si quieres compensar lo del dinero, me he enterado de cierto trabajito bien pagado. No conozco los detalles, pero los hombres hablan mucho en la herrería. —Se encogió de hombros—. El que recluta no está muy lejos... y sé que necesita a alguien desesperadamente. Puedes ir a hablar con él. ¿Te interesa?

Hablaba muy tranquila, casi con desinterés, pero no le quitaba ojo a Alaric a la espera de una respuesta. Era una mirada hambrienta, casi salvaje. No tardó en descubrir el por qué:

Por supuesto —añadió Carla con cuidado, como si midiera sus palabras— me gustaría que, si aceptaras la misión, una pequeña parte de la recompensa fuera a mí. Por la información, ya sabes.

Ah. Ahí lo tenía.

Era decisión de Alaric aceptar o negarse. Carla no le daría la localización de ese hombre gratis, pero si buscaba un poco quizás acabaría encontrándole por su cuenta. O puede que no le interesara volver al trabajo otra vez; seis monedas daban para algunos días, sumándole los posibles ahorros de Alaric. El sol empezaba a ponerse, y de las tabernas empezaba a salir olor a comida.

Por otra parte...

Las ovaciones llegaron a sus oídos desde la otra punta de la plaza. El mercenario que había capturado al líder de los bandidos acababa de cobrar su gran recompensa. Que Alaric recordara, no había hecho nada espectacular aparte de eso, el líder ni siquiera era gran cosa. ¿Acaso no merecía más él esas monedas? Quizás si le pillaba con la guardia baja cuando se alejara...
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Ronda #3 - El cambio comienza en ti

Notapor Astro » Dom Oct 30, 2016 9:26 pm

Carla. Trabajo en la herrería, a una calle de aquí. Y de nada, por cierto. ¿No has pensado que quizás sólo quería ayudar?

Alaric soltó un gruñido como respuesta, cruzándose de brazos. Confiar en la amabilidad desinteresada de la gente no estaba entre sus prioridades, sobre todo porque la experiencia le había enseñado lo contrario. Sin embargo, había algo en aquella muchacha, Carla, que le desconcertaba. ¿Sería su naturalidad? ¿Su juventud? Algo no terminaba de encajar.

Es un timador —dijo, refiriéndose a Von Duerr—. No eres ni el primero ni el último al que engaña, así que no te sientas mal.

¿Habría tenido ella también problemas con el margrave? Por su forma de hablar sobre él y de mirarle, era posible.

»Pero si quieres compensar lo del dinero, me he enterado de cierto trabajito bien pagado. No conozco los detalles, pero los hombres hablan mucho en la herrería. El que recluta no está muy lejos... y sé que necesita a alguien desesperadamente. Puedes ir a hablar con él. ¿Te interesa?

Ahí estaba. Podía parecer que lo decía como si tal cosa, pero su interés desde el principio había sido este. Alaric enarcó una ceja, debatiéndose entre la desconfianza y el interés del supuesto trabajo de la herrería.

Por supuesto me gustaría que, si aceptaras la misión, una pequeña parte de la recompensa fuera a mí. Por la información, ya sabes.

Alaric guardó silencio durante unos instantes, pensativo. Carla quería dinero, un pago por facilitar el trabajo. Razonable, pero el mercenario necesitaba más información sobre el encargo de la herrería antes de comprometerse a nada. Tal vez si...

Unos gritos le distrajeron por unos momentos: venían de la plaza. Al parecer, alguien había capturado al líder de los bandidos. Con un gesto de desagrado, Alaric prefirió centrarse en lo suyo. No quería saber nada más de Von Duerr, sobre todo porque desde un principio había hecho cálculos contando con el pago completo del trabajo. De no ser por eso, no necesitaría tener que buscar un nuevo encargo y podría haberse largado ya de la ciudad.

Ya veremos. De momento, llévame a esa herrería. Si acepto el trabajo y me pagan en condiciones, tendrás tu parte —acabó por decir, tomando su decisión—. Me llamo Alaric, por cierto.

No iba a firmar nada, ni aunque fuera por palabra, sin saber qué pretendían que hiciera. Alaric no era un suicida, y en sus años de mercenario ya había aprendido (por las malas) la lección de que no debía aceptar nada que supiera que no podía hacer.

Seguiría a Carla hasta la herrería, dispuesto a escuchar lo que se le propusiese. Solo esperaba que, por variar un poco, no fuera nada demasiado complicado o peligroso.
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Jue Nov 10, 2016 12:56 am

Ya veremos. De momento, llévame a esa herrería. Si acepto el trabajo y me pagan en condiciones, tendrás tu parte. Me llamo Alaric, por cierto.

Carla asintió para sí y dibujó una pequeña sonrisa.

Sabia decisión, Alaric. No te arrepentirás.

Emprendieron el camino a la herrería. Carla sólo se giró en una ocasión para comprobar que la seguía, como si a pesar de ese pequeño trato aún no las tuviera todas consigo. La chica no se mostró tan habladora como antes, explicándole muy por encima lo que sabía del famoso encargo:

Se trata de un conde o algo así. No te dejes engañar por el título, por eso, creo que no lo es oficialmente, o lo destituyeron hace poco... —le contó, meditabunda—. Mejor para ti, supongo. Tiene que estar desesperado. Y en cuanto al trabajo, parece que quiere salir de la capital y necesita protección durante el viaje.

Guardó silencio un momento, con aire ausente. Alaric podía aprovechar sus recurrentes pausas para hacerle más preguntas, si quería.

En un momento dado, Carla le miró de reojo.

¿Se parece mucho a lo que sueles hacer? —inquirió—. El trabajo, digo. Habrá algo interesante de vez en cuando, pero parece una vida aburrida. ¿No te cansas?

Pronto se adentraron en el gremio de herreros. A medida que avanzaban, la gente de las calles desaparecía dentro de posadas y tabernas. Las fraguas empezaban a apagarse, pero el olor a humo, a sudor y a metal al rojo vivo permanecía en el aire. Carla se movía con total comodidad, saludaba a hombres y mujeres por su nombre y alababa educada sus obras. Más de uno se quedó mirando a Alaric con perplejidad, pero nadie se atrevió a detenerles a ninguno de los dos. Si pasaron por la herrería de Carla (o de sus padres), ella no lo comentó.

Ahí está.

Señaló a un hombre en una plazoleta, junto a unos carros. Parecía garabatear algo en un trozo de pergamino. Cuando les vio acercarse, alzó sus pobladas cejas a modo de interrogación.

Viene por el trabajo —le dijo la chica.

Ah, claro. Al conde le alegrará saber que puede contar con alguien más.

El hombre bajó la mirada a sus papeles, visiblemente intimidado por la presencia del mercenario. Apenas se atrevía a entablar contacto visual. ¿Sería por su tamaño o..?

Si me dices tu... tu nombre, por favor...

Bernt, ¿pero qué formas son estas? ¿Has informado siquiera a nuestro amigo sobre la situación?

El tal Bernt pegó un respingo. Su mirada se posó en algo detrás de Alaric y Carla.

C-conde, yo no pretendía...

Una carcajada jovial le cortó en seco, y el conde avanzó hacia ellos. Era un hombre joven y delgado, casi poca cosa al lado de Alaric, y vestía de forma humilde. Sin embargo, su porte y su forma de moverse, confiada y altiva, lo alejaban mucho del ciudadano corriente. Tenía la piel muy pálida y el pelo largo y rojo.

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Bernt, Bernt, ¿pero qué formas son estas? Vas a ahuyentar a nuestro amigo. —El hombre clavó sus ojos en Alaric, examinándolo durante lo que le parecería un largo minuto. Luego sonrió con calidez y le tendió la mano—. Soy el conde Diedrich. Gracias por venir, señor y... ¿señorita?

Carla cambió el peso de un pie a otro.

No, yo no. Sólo le acompañaba a él —se excusó.

Por supuesto. —Diedrich ladeó la cabeza y, curioso, se volvió hacia Alaric—. Bueno, disculpad a Bernt. Después de pasarse todo el día aquí trabajando es normal que esté algo distraído.

»Tu trabajo consistiría en acompañarme a una aldea cercana —está a un par de horas en carromato, no muy lejos de aquí— y proteger mi vida tanto en los viajes de ida y vuelta como en mi estancia en la aldea, que sería toda la noche
—resumió— . El precio que he acordado con los demás ha sido de quince monedas de plata por cabeza... ¿Qué te parece?

Diedrich ensanchó la sonrisa al ver la expresion de Alaric. Carla tampoco tenía cara de esperarse esa oferta. La chica se había quedado boquiabierta.
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Ronda #4 - El cambio comienza en ti

Notapor Astro » Sab Nov 19, 2016 8:39 pm

Sabia decisión, Alaric. No te arrepentirás.

"Eso está por ver."

De camino a la herrería, Carla aprovechó para ir poniendo a Alaric al corriente del encargo. Al menos, sobre lo que ella sabía:

Se trata de un conde o algo así. No te dejes engañar por el título, por eso, creo que no lo es oficialmente, o lo destituyeron hace poco... Mejor para ti, supongo. Tiene que estar desesperado. Y en cuanto al trabajo, parece que quiere salir de la capital y necesita protección durante el viaje.

¿Proteger a alguien...? Puedo hacerlo. —Al fin y al cabo, no sería la primera vez que hacía de guardaespaldas.

¿Se parece mucho a lo que sueles hacer? —preguntó, con una curiosidad que empezaba a mosquear al mercenario—. El trabajo, digo. Habrá algo interesante de vez en cuando, pero parece una vida aburrida. ¿No te cansas?

No será algo nuevo. —Se encogió de hombros, indiferente—. Cumplo con mis contratos, siempre que la tarea sea razonable. Quizás pueda resultar una vida aburrida, pero al menos me da para vivir.

En realidad ni siquiera se había parado a pensarlo. ¿Una vida aburrida? No, desde luego no la consideraba así sobre todo cuando, con su trabajo, ni siquiera tenía la certeza de saber que al día siguiente seguiría vivo. Pero si lo pensaba... Tampoco era la vida que él esperaba tener.
Agitó la cabeza, centrándose en lo que tenía entre las manos. Pensar en aquellas tonterías no le haría ningún bien, y debía estar concentrado.

Llegaron al gremio de los herreros, y enseguida fue evidente que para Carla era como andar por casa. Saludaba a la gente con la que se cruzaban cada dos por tres, y era tan su naturalidad al pasearse por aquella zona que resultaba imposible deducir en qué herrería de todas trabajaba.

Ahí está.

Por fin. En una plazoleta encontraron a un hombre que garabateaba algo en un pergamino, y que miró a ambos con cierto escepticismo.

Viene por el trabajo —dijo Clara, mientras Alaric hacía un gesto con la cabeza a modo de saludo.

Ah, claro. Al conde le alegrará saber que puede contar con alguien más.

¿Alguien más? ¿Acaso habría otro mercenario también involucrado? Trabajar en equipo nunca había sido su punto fuerte. Alaric estuvo apunto de preguntar, pero la repentina actitud esquiva del hombre, evitando el contacto social, le echó para atrás. ¿Qué le pasaba? ¿Acaso tenía miedo...? Genial, otro más.

Si me dices tu... tu nombre, por favor...

Bernt, ¿pero qué formas son estas? ¿Has informado siquiera a nuestro amigo sobre la situación?

Antes de poder responder, alguien apareció detrás de Clara y Alaric. Un joven pelirrojo de larga melena, vestido con ropas elegantes pero sin llegar a ser muy pomposas, lo que probablemente le convertía en un miembro de la nobleza baja. ¿El no-conde que Clara mencionó antes?

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C-conde, yo no pretendía...

Sí, era él. El cliente.

Bernt, Bernt, ¿pero qué formas son estas? Vas a ahuyentar a nuestro amigo. —Alaric procuró ponerse derecho cuando el pelirrojo le inspeccionó de arriba a abajo. Necesitaba el trabajo, así que cuanto más fuerte pareciese mejor—. Soy el conde Diedrich. Gracias por venir, señor y... ¿señorita?

No, yo no. Sólo le acompañaba a él —corrió a decir Clara.

Yo soy Alaric.

Por supuesto. Bueno, disculpad a Bernt. Después de pasarse todo el día aquí trabajando es normal que esté algo distraído.

»Tu trabajo consistiría en acompañarme a una aldea cercana —está a un par de horas en carromato, no muy lejos de aquí— y proteger mi vida tanto en los viajes de ida y vuelta como en mi estancia en la aldea, que sería toda la noche. El precio que he acordado con los demás ha sido de quince monedas de plata por cabeza... ¿Qué te parece?


Lo veo justo —respondió, casi al instante. Rechazar un trabajo así, tan fácil a primera vista, era de idiotas—. Acepto el trabajo. Aunque debo saber algo de antemano: ¿cuántos seremos en el viaje? ¿Y tiene algún enemigo que pueda estar interesado en atacarle en concreto durante el viaje?

Por supuesto, Alaric prefería ir sobre seguro aunque ya hubiese aceptado el trabajo. Saber si había alguna trampa, como que el conde estaba marcado por algún noble enemigo, sería bastante importante para asegurarse de que no la palmaba durante el viaje.

»Podemos partir en cuanto lo desee.

Antes de irse, buscaría a Clara para preguntarle dónde podría encontrarla a la vuelta, para pagarle su parte si el trabajo acababa saliendo bien. Al fin y al cabo, se había enterado de todo esto gracias a ella.
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Mar Nov 22, 2016 11:51 pm

La respuesta de Alaric satisfació al hombre. Diedrich sospesó las preguntas y asintió para sí.

Nos acompañarán dos de mis fieles caballeros y otro mercenario. —Abarcó con un gesto la pequeña plaza—. Hemos quedado para partir en breves, aquí, de modo que estarán a punto de llegar si no lo han hecho ya. En cuanto a mis... enemigos —Diedrich pronunció la palabra con cierto cuidado—, sólo cuento con algunos familiares míos, pero dudo que cometieran la estupidez de intentar atacarme así. En realidad, me preocupan más esas criaturas negras, los demonios que habitan fuera de las murallas. Doy por hecho que has oído hablar de ellos. ¿Quizás los conoces?

Sus ojos denotaban una gran curiosidad. Más que miedo, interés. No parecía que se hubiese topado con uno en su vida, pero, en cambio, se muriera de ganas de verlos. Como un niño pequeño encaprichado de un juguete.

Una vez resueltas sus dudas, Alaric se encaró a Carla.

La herrería de mi familia está en el gremio. Tiene un cartel de madera en la puerta con el dibujo de dos martillos cruzados sobre una fragua —explicó ella—. Y, si no, puedes preguntar a cualquiera por Adelind. Es el nombre de mi madre.

Cortada, la chica miró al conde (o no-conde) y volvió a Alaric. Le tendió el brazo con firmeza.

Buena suerte. No me hagas pensar que he desperdiciado el trabajo contigo.

* * *


Su misión apenas avanzaba. Fátima llevaba ya casi un día y medio en El Bosque de los Enanitos en busca de «un comportamiento insólito en los Sincorazón», pero a simple vista no ocurría nada. Rebecca le había pedido que fuera con ella, alarmada por la concentración de oscuridad que recorría el mundo. Ocurría cada año sobre las mismas fechas, sin motivo aparente.

Un soplo de Rebecca había llevado a la Maestra novata a apuntarse como guardaespaldas de un noble. Tras cierta investigación por parte de la veterana, éste se dirigía a una aldea con alta actividad de Sincorazón.

No te preocupes, estaré por la zona y te cubriré las espaldas en caso de... emergencia —le había dicho al comunicarle que no se apuntarían juntas—. Me adelantaré por mi cuenta y haré una primera investigación. Te... ¿Te parece bien?

Estaba claro que Rebecca no sabía muy bien cómo tratar con los demás.

Las campanas de la ciudad tocaron al fin: las nueve de la noche. La hora a la que el conde había citado a sus hombres en la plaza.

¡A ver si tenía suerte!

* * *


Alaric, estos son Edsel y Engel.

Diedrich señaló a dos hombres idénticos, rubios y con barba. Portaban armaduras de un color plateado muy claro, de aspecto más lujoso que resistente. Saludaron a Alaric escuetamente.

Y él es Vaan, un mercenario como tú. Quién sabe, puede que hayáis coincidido en alguna otra misión antes —añadió.

Vaan, por el contrario, era el más bajo del grupo. Tampoco parecía mucho mayor que Carla ni tener más experiencia en el combate que ella, pero a saber qué rondaba por su cabeza y la de Diedrich. Aunque, si el conde le había contratado, por algo sería.

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Podemos partir —anunció una vez se hubo cercionado de que disponían de armas, materiales y algunas provisiones—. Edsel, tú conducirás primero. Engel, conmigo. Alaric y Vaan, coged cada uno un caballo; iréis delante de nosotros y aseguraréis el camino. Edsel os guiará.

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Tenéis un par de rondas (el camino a la aldea) para relacionaros entre vosotros y dialogar. Puede empezar a postear el que quiera, pero mantendremos ese orden a partir de ahora. ¡Suerte! :3
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Suzume Mizuno » Jue Nov 24, 2016 2:54 am

No te preocupes, estaré por la zona y te cubriré las espaldas en caso de... emergencia —le había dicho la Maestra Rebecca—. Me adelantaré por mi cuenta y haré una primera investigación. Te... ¿Te parece bien?

Fátima sonrió y asintió con la cabeza. Le daba un poco de lástima que Rebecca tuviera todavía menos confianza en sí misma que la que, por ejemplo, podía tener ella en su trabajo como Maestra novata, pero cualquier información sería de utilidad. Además, ya había estado antes en aquel mundo y creía saber cómo apañárselas.

Claro, muchas gracias Maestra. Se lo agradezco.

Eso había dicho antes de viajar al mundo del Boque de los Enanitos —aunque por el momento no había visto a ninguno. De todas formas los mundos tenían nombres peculiares, así que no se molestó en darle muchas vueltas—, pero ya llevaba un día y algo buscando «comportamientos peculiares» (¿qué si no?) de los Sincorazón. Y nada.

Al menos la Maestra había podido orientarla y Fátima se había disfrazado de mercenario para entrar al servicio de un conde pelirrojo y francamente guapo. Tenía que protegerlo de todo mal. No sonaba especialmente difícil, pero no le terminaba de convencer si así conseguiría alcanzar el misterio de los Sincorazón. Mientras pasaban las horas y esperaba a que las campanas doblaran a las nueve, practicó varias veces su nombre hasta que la lengua no se le trabó más.

Luego, al primer repique, se puso en marcha.

Cuando vio a los otros guardaespaldas del conde Diedrich, se preguntó por qué la habría aceptado a ella. Es decir… Vaya. Le daban seguridad los tipos grandes… aunque llevaran armaduras ridículas. Fátima tenía la sospecha de que si daba un par de golpes conseguiría quebrarlas sin problemas.

Alaric, estos son Edsel y Engel. Y él es Vaan, un mercenario como tú. Quién sabe, puede que hayáis coincidido en alguna otra misión antes.

«¡También es enorme! ¿Seguro que no se han equivocado con el nombre de este mundo? ¿O era irónico?» pensó, echando un vistazo al recién llegado. A pesar de su tamaño, se le notaba que era bastante joven. Quizás fuera solo algo mayor que ella. Y al menos llevaba un atuendo preparado para el combate, no como los gemelos.

Podemos partir —dijo el conde al cabo de un rato, una vez todos estuvieron preparados. Fátima no se molestó en fingir que comprobaba sus armas; sabía que su aspecto no le daría mucha seguridad a los hombretones y no merecía la pena intentar demostrar nada. Cuando llegara el momento, intentaría ocuparse de lo que estuviera en su mano—.. Edsel, tú conducirás primero. Engel, conmigo. Alaric y Vaan, coged cada uno un caballo; iréis delante de nosotros y aseguraréis el camino. Edsel os guiará.

Fátima se acercó a uno de los caballos, al que acarició el cuello. La verdad es que no era muy ducha montando, pero se las apañaría. Más le valía si no quería hacer el ridículo. Por suerte, consiguió subir a la silla a la primera y sin hacer el ridículo. Se aferró a las riendas, respiró hondo, y chasqueó la lengua cuando el caballo se puso en marcha.

Al principio no dijo nada, al menos mientras salían del pueblo. Se dedicó a examinar a los hombretones. Definitivamente que los rubios llevaran ese tipo de armadura era prepotencia. Puede que hasta se negaran a hablar con ella. En cambio, el tal Alaric, aunque resultara imponente, no parecía tan estirado ni arrogante. Por probar no perdía nada.

Alaric, ¿verdad?—inquirió, acercando un poco su caballo—. Menuda espada, ¿dónde la has conseguido?—Esperaba no meter la pata, pero en general a cualquiera le gustaba que le preguntaran por un arma de la que se sentía orgulloso—. Seguro que servirá si nos encontramos con algún problema.—Guardó un silencio—. No conozco la región, vengo de bastante lejos. ¿Sabes si hay algo en especial que temer por estos caminos? He oído hablar de una especie de demonios pero puede que solo fueran habladurías…

Al parecer, cada año la oscuridad aumentaba por las mismas fechas sin motivo aparente. Un lugareño quizás pudiera contarle algo interesante…
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Ronda #5 - El cambio comienza en ti

Notapor Astro » Jue Nov 24, 2016 8:09 pm

Nos acompañarán dos de mis fieles caballeros y otro mercenario. Hemos quedado para partir en breves, aquí, de modo que estarán a punto de llegar si no lo han hecho ya. En cuanto a mis... enemigos —Parecía reacio a pronunciar aquella palabra—, sólo cuento con algunos familiares míos, pero dudo que cometieran la estupidez de intentar atacarme así. En realidad, me preocupan más esas criaturas negras, los demonios que habitan fuera de las murallas. Doy por hecho que has oído hablar de ellos. ¿Quizás los conoces?

Las conozco demasiado.

Aparte del día en el que su aldea fue destruida, cuando casi murió, Alaric se había topado aquellas criaturas negras en varias ocasiones, y más de una vez le habían entorpecido alguno de sus trabajos. No le hacía ninguna gracia ver el interés que reflejaban los ojos del noble al hablar sobre ellas, parecía como si en el fondo quisiera que le atacasen. Típico niño rico y gilipollas.

Al menos, Clara fue más directa, aunque seguía ocultando sus secretos.

La herrería de mi familia está en el gremio. Tiene un cartel de madera en la puerta con el dibujo de dos martillos cruzados sobre una fragua. Y, si no, puedes preguntar a cualquiera por Adelind. Es el nombre de mi madre.

Parecía reacia a decir ese nombre, así que Alaric no insistió ni hizo más preguntas que, claramente, la chica no quería responder. Le estrechó la mano cuando ella se lo ofreció, sellando su trato y despidiéndose.

Buena suerte. No me hagas pensar que he desperdiciado el trabajo contigo.

Ya veremos —respondió, con una media sonrisa.

Hora de trabajar.

* * *


¿Cuatro guardaespaldas para un viaje de ida y vuelta en un día? Algo le olía mal a Alaric. Al fin y al cabo, en su oficio era habitual que los clientes tuvieran intenciones ocultas que camuflaban como tareas más sencillas para pagar menos.

Alaric, estos son Edsel y Engel.

Dos idiotas, rubios y barbudos, enfundados en armaduras de aspecto inútil. Esas cosas, por muy brillantes y lujosas que fuesen, estorbarían más que ayudarían en un combate real. Les devolvió el saludo con un gesto de la cabeza, antes de pasar al último integrante de la expedición...

Y él es Vaan, un mercenario como tú. Quién sabe, puede que hayáis coincidido en alguna otra misión antes.

... ¿Un flacucho? Desde luego, llamaba mucho la atención por lo diferente que era a los otros tres. Más canijo y esmirriado, a primera vista no parecía que fuese capaz ni de sujetar una espada en condiciones. ¿Cómo había conseguido que lo contratasen?

No me suena —se limitó a decir, tras echarle una mirada escéptica.

Podemos partir —declaró Diedrich, una vez estuvieron aseguradas las provisiones—. Edsel, tú conducirás primero. Engel, conmigo. Alaric y Vaan, coged cada uno un caballo; iréis delante de nosotros y aseguraréis el camino. Edsel os guiará.

Alaric eligió el caballo más grande y robusto disponible, uno que soportase bien su peso, y se subió con facilidad. El grupo salió del pueblo a ritmo ligero, sin incidencia alguna, y se pusieron en el camino con Alaric y Vaan a la cabeza.

De momento, todo iba bien, pero sería el bosque lo que preocupaba al mercenario.

Alaric, ¿verdad?—Miró de reojo al canijo, que había acercado los caballos con intención de hablar—. Menuda espada, ¿dónde la has conseguido?

De una herrería —contestó, escueto y simple, encogiéndose de hombros. Él no era de los que se encariñaban con las armas.

Seguro que servirá si nos encontramos con algún problema. No conozco la región, vengo de bastante lejos. ¿Sabes si hay algo en especial que temer por estos caminos? He oído hablar de una especie de demonios pero puede que solo fueran habladurías…

Los monstruos negros de ojos amarillos, sí. Son criaturas horribles y muy peligrosas —fue explicando, manteniéndose vigilante en todo momento—. El señorito noble parece estar muy interesado en encontrarse con alguno, pero será mejor que no pase. Son difíciles de matar y no se acaban nunca.

Miró de reojo a Vaan, volviendo a evaluarlo. Estuvo tentado de decirle que si ocurría algo malo que procurase que no le mataran, pero finalmente optó por no decir nada. Si él estaba allí sería porque tenía sus motivos para hacerlo. Y Alaric no era el más indicado para juzgar a alguien por su aspecto.

»Si aparecen, lo más prudente para todos será huir. Pero no creo que Diedrich piense lo mismo, así que tocará pringar.
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Jue Dic 08, 2016 2:43 am

Se sumieron en el silencio. Nadie, ni siquiera los del carruaje, parecían sentir la necesidad de conversar. Transcurrió una hora en calma mientras se alejaban de la capital amurallada. Fue un viaje sencillo, incluso aburrido, sin la menor complicación. Apenas se cruzaron con otras diligencias.

A medida que avanzaban, el camino se volvería familiar para Alaric. Deshacía los pasos que había seguido muchos meses atrás. No era su antigua aldea el objetivo de Diedrich, pero tenían que ser vecinas; antes de llegar vislumbraría su primer hogar a lo lejos.

Fátima, por su parte, quizás hubiera logrado echar un vistazo al móvil sin ser descubierta. Pero no tenía ni un mensaje de Rebecca. La Maestra tenía que haber llegado ya, ¿a qué se debía entonces su silencio?

Diedrich mandó detener el carro al llegar a lo que parecía ser la plaza del pueblo. Parecía, ya que todo se había reducido a ruinas —tras la aparición del Missgunst, era de suponer— y nadie se había molestado en reconstruirlo. El conde contempló el lugar, murmurando algo para sí.

Sí, éste es el sitio. De acuerdo, señores, faltará casi una hora para medianoche —anunció—. Vamos a levantar el campamento. Sacaré las provisiones. De mientras, que dos de vosotros vayan en busca de leña para encender un fuego; los otros dos, explorad las cercanías. Quiero que me informéis de cualquier cosa destacable y, si hay alguna amenaza, eliminadla. ¿Entendido?

Los hermanos cruzaron una mirada y asintieron.

Elegid vosotros primero —dijo Edsel encogiéndose de hombros levemente—. A nosotros nos da igual.

Había un bosque cercano a ellos, a apenas dos minutos a pie. De seguro que ahí encontrarían leña suficiente, aunque la oscuridad crecía por momentos y los animales salvajes podrían suponer un problema. El pueblo, en cambio, parecía desértico. Las ruinas se extendían hasta donde alcanzaba la vista y sólo unos pocos edificios se mantenían en pie: algunas casas, una granja con establo y la mitad de una iglesia. También tenían la opción de quedarse con Diedrich, si querían. Después de todo, su trabajo era protegerle, ¿no?
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Suzume Mizuno » Vie Dic 16, 2016 4:27 am

Con sus respuestas supo que había enfocado mal la conversación y que no podría sacarle nada muy interesante, pero al menos pareció sincero cuando habló de los Sinconrazón. Fátima asintió con lentitud. Para ellos sin duda sería mejor huir, aunque tuvieran que cargar a su contratante en brazos.

En su caso…

Gran parte del camino fue tranquilo, casi anticlimático. En un momento, Fátima consiguió apañárselas para sacar el móvil y echar un veloz vistazo a la pantalla. Nada. Rebecca no daba señales de vida. Se retorció un mechón de pelo con nerviosismo. No creía que le hubiera pasado nada grave —era una Maestra con experiencia al fin y al cabo— pero no le gustaba aquel silencio…

Cuando alcanzaron por fin la aldea que estaban buscando, Fátima no pudo evitar contemplar con incomodidad el lugar. Estar en un sitio con tantos sitios donde esconderse, ruinosos, no le hacía demasiada gracia. Pero suponía que eso significaba que podrían protegerse las espaldas de algún ataque si encontraban un muro lo suficiente alto.

En la plaza, Diedrich dijo:

Sí, éste es el sitio. De acuerdo, señores, faltará casi una hora para medianoche. Vamos a levantar el campamento. Sacaré las provisiones. De mientras, que dos de vosotros vayan en busca de leña para encender un fuego; los otros dos, explorad las cercanías. Quiero que me informéis de cualquier cosa destacable y, si hay alguna amenaza, eliminadla. ¿Entendido?

Elegid vosotros primero —dijo uno de los hermanos—. A nosotros nos da igual.

En ese caso… —Fátima vaciló. El bosque podía ser peligroso, pero las ruinas también. Ninguno de los dos le hacía gracia. Sin embargo, si iban a dejar solo a Diedrich, mejor no alejarse demasiado—. A las ruinas.—Miró de reojo a Alaric para asegurarse de que no le parecía mal—. Señor, si sucede algo llámenos.

No le hacía gracia dejarlo a solas, pero si había Sincorazón, irían antes a por ella. El que estaría en mayor peligro era Alaric. Claro que si quería quedarse, no pondría pegas. Así podría usar el móvil para ver en medio de la oscuridad.

Pero también había otro problema que la estaba poniendo muy nerviosa.

Si Alaric iba con ella, mientras Fátima se encaminaba hacia la iglesia con el tessen preparado, dijo:

Antes Diedrich dijo que tenía enemigos personales—lo había pensado durante el camino y no le hacía demasiada gracia—, gente rica casi con seguridad si es un noble. ¿Crees que podrían contratar a unos mercenarios de armadura ridícula?

Después de echar un vistazo al interior de la iglesia, fuera por la entrada o una ventana, solo entraría si encontraba algo interesante. Luego miraría hacia atrás. Si la oscuridad era lo suficiente intensa para dejar de ver a Diedrich, no avanzaría más. En todo caso buscaría un lugar donde ocultarse de su vista.

¿Buscamos… o esperamos a ver si pasa algo?—Señaló con un gesto hacia Diedrich—. Si alguien va a atacarle, es el mejor momento.

Podía lanzar un ataque mágico —probablemente un Tiro mortífero sería suficiente— o disparar con su pistola contra cualquiera que atacara a Diedrich… Siempre y cuando pudiera ver un poco.

En cualquier caso, se mantendría atenta. Si veía algún Sincorazón, atacaría con el tessen para destruirlo.

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▪ Tiro mortífero (HC) [Nivel 15] [Requiere Puntería: 13]. Lanza el arma hacia los enemigos, siendo capaz de causar aturdimiento.
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Ronda #6 - El cambio comienza en ti

Notapor Astro » Dom Dic 18, 2016 7:21 pm

Aburrido, pero seguro. Así se pudo definir el viaje del grupo por el bosque. Aunque tuvo que estar atento a cualquier ruido que pudiera delatar la aparición de ladrones o monstruos, se le hizo fácil al reinar el silencio entre los presentes. Vaan no hizo más preguntas después de las respuestas tajantes de Alaric, y él casi lo prefería así.

Poco a poco, según avanzaban, el camino empezaba a resultarle sospechosamente conocido. Tardó un poco en darse cuenta, pues hacía mucho tiempo que no había pisado aquellas rutas, pero reconoció que debían estar cerca de donde, en tiempos, se ubicaba la aldea natal de Alaric. El mercenario torció el gesto, molesto, pero por suerte para él Diedrich tenía otro destino en mente: un pueblo cercano. Puede que incluso Alaric hubiera estado allí con anterioridad, pero la verdad era que no se acordaba.

Casi fue lo mejor. Igual que la suya, esta aldea también había quedado en ruinas y, a simple vista, parecía abandonada. No se veía ni un alma.

Sí, éste es el sitio. De acuerdo, señores, faltará casi una hora para medianoche. Vamos a levantar el campamento. Sacaré las provisiones. De mientras, que dos de vosotros vayan en busca de leña para encender un fuego; los otros dos, explorad las cercanías. Quiero que me informéis de cualquier cosa destacable y, si hay alguna amenaza, eliminadla. ¿Entendido?

Elegid vosotros primero —dijo uno de los hermanos (Alaric era incapaz de diferenciarles)—. A nosotros nos da igual.

El dúo de las armaduras bonitas no se iba a separar, por lo que no le dejaba otra opción que ir con Vaan. Le dirigió una mirada de desconfianza: todavía había algo en él que no le terminaba de convencer.

En ese caso… A las ruinas.—Alaric asintió. Cualquiera de las dos opciones le valía, pero reconocía que recoger leña era un aburrimiento—. Señor, si sucede algo llámenos.

Dejar al noblucho solo no parecía la mejor de las ideas, pero era lo que él había ordenado. Ajustándose bien el espadón a la espalda, siguió a Vaan hacia lo que debió de ser en su día la iglesia del pueblo (de la cual solo quedaba la mitad en pie).

Antes Diedrich dijo que tenía enemigos personales, gente rica casi con seguridad si es un noble. ¿Crees que podrían contratar a unos mercenarios de armadura ridícula?

Cuando le pregunté por enemigos mencionó a unos familiares, pero no entró en detalles. —Se rascó la barbilla, pensativo—. ¿Contratar mercenarios? Sí. ¿Esos dos? Lo dudo mucho. Tendrían que ser los mejores actores del reino.

La idea era buena, pero dudaba mucho que los hermanos fuesen traidores. O quizás sí. Prefirió no pensar mucho en el tema: si Diedrich había contratado a sus propios asesinos sería culpa suya, no de Alaric.

Junto con Vaan exploraron la iglesia. Pero el canijo no parecía demasiado interesado en explorar, sino que tenía otra idea en mente. Si no encontraban nada de interés en la iglesia, volverían a un punto desde el que poder observar a una distancia segura a Diedrich.

¿Buscamos… o esperamos a ver si pasa algo? Si alguien va a atacarle, es el mejor momento.

Así que tu plan era este. Je, eres más astuto de lo que pareces. —Guardó silencio durante un momento, reflexionando sobre lo que acababa de decir—. No te ofendas, pero no pareces gran cosa... para ser un mercenario. ¿Cómo conseguiste que Diedrich te contratara?

Escucharía su respuesta y procuraría no hacer más preguntas. No le gustaba meterse en la vida del os demás (y viceversa), pero esa duda le había estado comiendo la cabeza desde que empezó el viaje.

»Esperemos a ver qué pasa. Si esos hermanos acaban siendo unos traidores, te regalo un jabalí.

Se cruzó de brazos, atento. Si por un casual aparecían sincorazón, desenfundaría su espadón y procuraría alejarlos de Vaan.
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Re: [Bosque de los Enanitos] El cambio comienza en ti

Notapor Denna » Vie Dic 30, 2016 2:21 am

La iglesia se había convertido en un edificio a medio derruir, pero incluso en un estado tan pobre se podía apreciar cierta elegancia y sobriedad en él. Les costó un poco, sobre todo a Alaric, sortear las piedras que se interponían en su camino. Por suerte, el techo parecía estable y no tenía pinta de que fuera a caérseles encima. De momento.

La primera planta era la que se mantenía en mejor estado y por la cual explorarían mejor. No había ni rastro de nadie, ni siquiera de cuerpos atrapados en la destrucción. Lo único destacable era un pequeño cofre a medio esconder en un lado del altar. La cerradura no se abriría para Alaric, pero tampoco hacía falta: una de las rocas caídas había partido uno de los lados; un hueco lo bastante grande como para sacar de él un frasquito que contenía un líquido verde. Puede que lo reconociera, incluso si nunca había comprado uno (los mercaderes los vendían al precio del oro).

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¡Alaric/Fátima obtiene una Poción x1!


Poco más había que investigar en esa zona, a menos que les interesaran tomos de la Biblia a medio sepultar y llenos de grava y polvo.

La segunda planta estaba más a oscuras. El suelo de madera crujía de manera desagradable, e iban a tener que vigilar por dónde pisaban, pues había diversos agujeros por los que podrían llevarse una dolorosa caída. A simple vista tampoco había nada destacable, salvo un brillo amarillo en las sombras. Poco a poco se iba acercando, tomando forma...

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Imagen x2 Imagen x1


...y no tenían pinta de querer dejarles escapar.

Fátima actuó deprisa y se arrojó con su tessen contra el Sincorazón más cercano, una Sombra. La criatura retrocedió ante el golpe y tardó un instante en recobrarse, ahora moviéndose mucho más despacio. La segunda Sombra se acercó también a la Maestra desde un flanco, y esta vez fue Alaric quien se interpuso. Blandió el espadón y la atravesó por la mitad con un golpe que la habría cercenado en dos... de no ser porque el Sincorazón parecía estar hecho de aire. Ni se inmutó. Saltó sobre Alaric y se enganchó a su pierna derecha como una garrapata, cortándole con unas garras afiladas como cuchillos.

Entre tanto, la Neosombra dio un salto hacia atrás y se sumergió en el suelo. Mantenía las distancias, pero pronto atacaría. La pregunta era ¿desde dónde? ¿Y cómo podía defenderse Alaric si su espada resultaba inservible?
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