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La trampa estaba preparada. Saeko había optado por capturar a Andrei en lugar de acabar con él creyendo que era lo que más podía beneficiar a La Orden, si lograban sacarle toda la información que pudiese tener sobre Xihn, el Reino de la Oscuridad o esos planes que tenían respecto a los mundos y que los Caballeros no eran capaces de ver, si lo capturaban y lograban sonsacarle esa información, habría merecido la pena. Eso era lo que Saeko pensaba y creía correcto en ese momento.
Fue por ello que la Caballero se mantuvo en guardia, con su Llave en alto y cara a cara frente al portal, a una distancia prudencial. Sabía que no le iba a volver a pillar por sorpresa, el general la había estado subestimando todo ese tiempo, pero ella confiaba en su astucia, era demasiado tiempo luchando en solitario, haciendo todo lo posible por ganar... y eso dejaba huella.
Los segundos se hicieron eternos y por un momento llegó a dudar sobre si les iba a perseguir de verdad, pero no tardó en escuchar aquel sonido que transportaba el viento, todo sucedió muy deprisa. Andrei hizo acto de presencia subido sobre uno de sus naipes, cosa que obligó a Saeko a reaccionar para no terminar cortada por la mitad, tampoco apartó la vista de su enemigo en ningún momento, la trampa de barro no había funcionado, pero sí lo habían hecho los grilletes. Los ojos de Andrei lo decían todo, no había necesidad de palabras, desde su primer encuentro hacía ya más de cuatro años en la sala del trono de Bastión Hueco hasta su última pelea en ese mismo laberinto, Saeko pudo contemplar por primera vez una emoción sincera en el rostro de Andrei: se trataba del miedo.
Fue un momento breve e intenso que duró apenas unos segundos, pero Saeko disfrutó mucho la vista que tenía ante sí, observando a un Andrei aterrado y acorralado. Invocó sus estacas y lo perforó desde atrás, intentando no alcanzar ningún punto vital y dejando escuchar un grito de dolor que atravesó la sala. No apartó la vista del cuerpo, apenas con vida del general, y Genio por su parte se apuró a preparar un hechizo curativo para asegurarse de que al menos llegaba a rastras hasta Tierra de Partida, por un momento el alivio y la satisfacción la llenaron por dentro. Esbozó una ligera sonrisa, orgullosa. Todo parecía haber salido bien al menos por una vez, ¿no?
Pues resultó no ser el caso, Saeko percibió por el rabillo del ojo un breve y tenue brillo en el anillo de Andrei y la situación se salió de su control sin que pudiera hacer nada, más bien no le dio tiempo.
—Estáis... muertos...
El general de Xihn se vio rodeado de tinta y convocó una gran llamarada acompañada también de esa energía, el Caos. Saeko supo de inmediato que Karel había tenido algo que ver en eso último de algún modo, pero en ese momento lo único que le preocupaba era no terminar hecha carbonilla. Genio intentó defenderse con una barrera que no fue capaz de aguantar y la energía corrupta le alcanzó. Sujetó con aun más fuerza su Llave Espada y apartó la vista unos momentos con los ojos cerrados, incapaz de presenciar aquel desastre.
Lo siento...
Ante el humo que empezaba a cubrirlo todo Saeko se llevó una mano a la boca y se mantuvo alerta, buscando algún hueco por el que poder pillar a Andrei y pararlo de una vez por todas, pero cuando se encontró con su rostro... parecía que sí, que el gitano empezaba a entender mejor todo, que él también podía ser una víctima en aquella guerra y podía haberse equivocado al pensar que estaba en el bando ganador. Él también podía morir.
—Espero que te hayas divertido, perra estúpida, porque has perdido la mejor oportunidad de tu vida para hacer algo útil.
Le dio toda la razón en que había perdido una oportunidad brillante, pero ella había hecho lo que creía correcto, no se iba a arrepentir. El general extendió una ola de Caos hacía ellos, obligándoles a retroceder. Se encontraban con una desventaja enorme y Saeko empezaba a dudar sobre si sencillamente rendirse o seguir intentando algo imposible.
—Dime, ¿cómo quieres que te mate? Estoy pensando en terminar de corromper a tu amiguito y que lo haga él mismo, pero... ¿Sería lo bastante divertido? No estoy seguro. Ya sabes lo que dicen: si quieres que algo salga bien, hazlo tú mismo...
—¡Estoy de acuerdo!
Estuvo a muy poco de soltarle una pulla cuando la voz de Yasmín resonó a través de todo el recinto, acompañada de una bola de luz que Andrei logró equivar sin ninguna dificultad. Saeko se viró hacia la sultana, entre desesperada y sorprendida, y supo de algún modo que la luz que irradiaba Yasmín era la esperanza que necesitaban.
—El anillo de Salomón es, con toda probabilidad, el mayor tesoro que esconde Agrabah. Si alguien se lo hubiera arrebatado al rey, habría podido gobernar el mundo entero sólo con su poder. No es de extrañar, entonces, que alguien terminara por esconderlo.
—¿Crees que una aburrida lección de historia va a salvarte la vida, Princesita?
—¿Sabes lo que hace el anillo de Salomón, Andrei? ¿Lo sabe Xihn?
—Lo siento, no debí haber intentado esto... —le susurró a Genio con sinceridad cuando se vieron acorralados.
—Después de tu muerte, tendremos toda la eternidad para averiguarlo
—Lástima. Si hubierais investigado, una aburrida lección de historia podría haber salvado tu vida.
Saeko presenció el poder de Yasmín sin palabras, muda, casi sentía un respeto increíble y sincero hacia su persona, no algo movido por meras formalidades. La princesa imponía y estaba haciendo retroceder a Andrei con su poder. Y la cosa no se quedó ahí, sino que... ¿el espíritu de Eshe? Se materializó junto a ella, portando una feroz guadaña. Resultaba increíble estar presente ante una situación como esa.
—No te reprimas ni un poco, querida. Llevamos encerrados en ese anillo toda una eternidad y nos morimos de ganas de dar un paseo.
Permaneció unos segundos perpleja hasta que su cuerpo volvió a reaccionar. Dirigió su vista a Andrei y frunció el ceño, le hubiese gustado capturarlo con vida pero se veía que Xihn lo tenía siempre todo pensado, por lo que no quedaba más remedio que matarlo. Se olvidó de Tierra de Partida, del Reino de la Oscuridad y de todo lo demás, las únicas figuras que le vinieron a la mente fueron su padre y su mundo. Oh sí, había permanecido tan eclipsada con el último emperador y su familia que solo en ese momento le vino a la cabeza que Andrei también era el culpable de algunas guerras llevadas en China. Quizá el destino quería que se hiciese justicia ese día.
Esbozó una sonrisa.
Padre...
Materializó las estacas a sus espaldas y se dispuso a terminar lo que había empezado. Tenía la vida de Andrei en sus manos. Eshe también atacó. Ese era el final.
O no, pues un último imprevisto que nadie hubiese esperado ocurrió. Una barrera se materializó para frenar la guadaña de la Djinn y un gigante de tinta sustituyó a Andrei, recibiendo las estacas en su lugar. Saeko abrió los ojos como platos por un momento y no tardó en dirigir su mirada al origen de ese infortunio... Se trataba de Karel, el que se suponía que estaba en otro mundo luchando contra sus compañeros, ¿qué se suponía que estaban haciendo?
—No, no... ¡Andrei! ¡Andrei!
Le sorprendió que incluso se preocupara por él, viendo la forma tan despectiva que tenía el gitano de tratar a todo el mundo. Los dos enemigos se encontraban en las alturas y rodeados de criaturas de tinta, Saeko sabía que por mucho que lo intentara no iba a poder alcanzarlos, ¿le quedaban fuerzas siquiera para intentar otra maniobra con el Glider? La respuesta era un no, por lo que permaneció atenta al mago, era su primer encuentro cara a cara con él. Le miró con dureza.
—Tengo que... Tengo que...
—De eso nada. Vámonos. Ahora. Vais a pagar esto muy caro. Xihn ha vencido. Y este mundo será el primero en caer.
—Al menos dame las gracias, o ahora podrías tener un cuerpo sin vida entre tus brazos. —aclaró en voz alta y clara intentando intimidarlo, no se iba a dejar amedrentar por él ni por esa gente, eso nunca.
Yasmín atacó, pero ya era demasiado tarde. Los generales de Xihn se marcharon a través del portal y la tumba empezó a derrumbarse a causa de la corrupción. Saeko todavía seguía con Karel en la cabeza cuando todos empezaron a desesperarse.
—Oh, oh. ¡Esto va a derrumbarse!
—No pienso permitirlo. Sultana, ¡dad la orden!
Lo siguiente que recordó Saeko fue una luz muy intensa que lo cubrió todo.
Veinte minutos, parecía que había pasado una eternidad desde la última vez que andaron por Agrabah. Durante la travesía Saeko no dejó de sentir curiosidad por Eshe, la miraba de tanto en tanto entre intimidada y curiosa. La verdad era que todo lo ocurrido con Andrei la había dejado inmersa en sus pensamientos, por lo que se limitó a andar, pero cuando ya se acercaban a palacio se pronunció con una sonrisa, esta vez más sincera y acogedora.
—Parece que todo ha salido bien al final, gracias por confiar en mí, Yasmín, y tú también Genio. Ha supuesto más de lo que podéis llegar a imaginar —hizo una pausa, la sultana podía ver que algo en la mirada de Saeko había cambiado, la frialdad que la caracterizó tanto al principio se tornó en algo más cálido y positivo, algo más cercano—. ¿Sabes? Todavía recuerdo mi primera misión aquí, parece mentira que hayamos terminado luchando juntas contra algo tan peligroso. Y les hemos dado una buena patada en el culo, ¿eh? —mencionó orgullosa y con una sonrisa algo burlona.
Nada más cruzar las puertas del palacio se encontraron con los demás, aunque a Saeko le pareció que faltaba gente pero no le dio mayor importancia, se limitó a saludar a Malik con la mano de forma breve y poco más. Yasmín y Aladdín se lanzaron el uno a por el otro y la escena le pareció enternecedora, se fijó en las marcas que llevaba el muchacho en sus brazos y supuso que ese día había resultado difícil para todos. Pero allí estaban, celebrándolo.
—Lo hemos conseguido. Tenemos el anillo y... Oh, no puedo creerlo. Hemos visto la ciudad y... ¿Cómo lo habéis hecho? Malik… Oh, Malik, ¿que es lo que has hecho...?
Saeko se mantuvo cerca y escuchó lo que tuvo que decir Malik, a fin de cuentas, era el héroe de Agrabah, su propio mundo. Tenía que sentirse bastante orgulloso en ese momento.
Luego miró su móvil, había sentido una vibración durante el combate contra Andrei pero dadas las circunstancias se vio obligada a ignorarlo. Era un mensaje de Ragun.
¿No puedes contarme algo más de ese diamante? ¿Qué clase de poder tenía? ¿Qué hicisteis con sus restos?
Pegó un suspiro y lo volvió a guardar.
—¡Lyn! ¿Ha ocurrido algo? Y Ragun...
—Están bien. Han tenido que irse —en ese momento Badra se fijó en Genio y en ella y les preguntó—. ¿Qué hay de vosotros? Tampoco tenéis muy buen aspecto, y... ¿Quién os acompaña?
Se cruzó de brazos y contestó.
—Bien, pensando... Pensando en muchas cosas.
—A-ah, en cuanto a eso... Ella es Eshe. Es una Djinn y...
—La esposa de Salomón. Y reina de los Djinn, aunque eso es mucho anterior a lo primero. Llevo mucho tiempo esperando a salir de este anillo. Demasiado. Veo que las cosas han cambiado... Que ni siquiera nos encontramos en la misma Agrabah.
—Han pasado unos cuantos años, sí. Hay mucho acerca de lo que ponernos al día.
—¿Qué ocurre? ¿No sabéis cómo funciona el anillo?
—No hemos tenido tiempo para debatir, mi señora...
Maldita la hora en la que hizo esa pregunta, el momento en el que intentó usar el anillo de Andrei le vino a la mente y se sintió un tanto ridícula, aunque el gitano tampoco sabía cómo se usaba y aún así había fingido lo contrario. En el fondo no dejaban de ser una panda de orgullosos.
—¡Pero esto es inexcusable! ¡Enseñádselo, Sultana! Estoy convencida de que nuestra presencia aquí será de agradecer.
—Es la forma con la que protegeremos Agrabah.
Desde el comienzo de la misión Saeko había imaginado alguna especie de barrera protectora sobre la ciudad, pero nunca hubiese esperado algo tan impresionante como... aquello. Una enorme cantidad de seres fantasmagóricos se materializó en el sitio, todos con aspectos de lo más variopintos, y si eran igual de poderosos que Eshe... Saeko no se puso en guardia, sino que los miró con curiosidad, fijándose bien en sus formas y en el desconcierto que les guiaba.
—Los corazones más fuertes y valientes de Agrabah dejan atrás su espíritu al morir. Y aquellos que así lo eligen, pueden formar parte del anillo y continuar sus vidas como... vosotros los llamaríais fantasmas, ¿no es así? Sirven al portador del anillo, el sultán o sultana heredera de Salomón y mía, y luchan a su lado para siempre.
—Vaya... —murmuró, sin saber que decir. Resultaba todo demasiado sorprendente.
—Ifrit acabó con todos estos Djinn, pero con el anillo pueden regresar y proteger Agrabah de Xihn.
—Eso es... Genio... Eso significa que no volverás a estar solo...
—Sí. ¡Sí, creo que significa justamente eso!
No sabía si sentirse triste o alegre por Genio, en realidad nunca se había planteado cómo podía sentirse un Djinn como él. Pero si su victoria significaba tanto para Agrabah, para todos sus habitantes... sí, era motivo de celebración.
—Será sólo un momento, pero tenéis que ver esto. El anillo no funciona sólo con Djinn, sino con cualquier corazón que elija proteger este mundo. Su mundo.
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Eso era ya demasiado, ese anillo... era demasiado, Saeko comprendió que nunca había llegado a entender su valor de verdad hasta ese momento. Se quedó perpleja, intentando decir algo que no salía, y no parecía ser la única.
—¿Mamá? ¿Papá?
—Pero qué ven mis ojos. ¡Si son mi hija y nada menos que dos Caballeros de Tierra de Partida!
—Os dejaré a solas para que habléis.
Vio a Yasmín marchar con su pueblo, luego se fijó en Rayim y en su esposa, los miró de arriba a abajo. Sentía que aquel era un momento muy importante para Badra, por lo que dejó que hablara ella primero, lo más probable es que tuviesen batallitas que contarse hasta la saciedad, Saeko esperaría lo que hiciera falta. Miró de reojo a Malik y reflexionó sobre lo ocurrido en la tumba. Ella no volvería a ver a su padre como lo estaba haciendo Badra en ese momento, pero ese odio y ese rencor que había sentido tanto tiempo hacia Xihn y sus seguidores... pensó que quizá, que Andrei saliese con vida de una situación como esa le pudiese hacer cambiar, porque a fin de cuentas no era más que un niño, mataba y jugaba con quien quería porque se sentía seguro, no como Saeko, que pensaba que solo aquellos con derecho a arrebatar la vida a los demás eran los que estaban dispuestos también a perder la suya, esa era su filosofía.
¿Qué me dices, Andrei? ¿Cambiarás de opinión después de esto?
Una vez Badra terminó de reconciliarse con su familia, Saeko dio un paso adelante. Tenía algo que decirle a Rayim, algo importante.
—Maestro Rayim —comenzó intentando llamar su atención, luego hizo una pequeña reverencia a su esposa a modo de saludo—. Mi nombre es Saeko Nagamine, y usted acaba de decir que soy una Caballero de Tierra de Partida. ¿Seguiría pensando igual si supiese que abandoné La Orden durante cuatro años por cobardía, dejando el peligro a los demás? Me gustaría escuchar su opinión —escuchó la opinión del maestro, no apartó su mirada de la suya en ningún momento, y tampoco le importó lo que pudieran pensar sus compañeros presentes—. ¿Sabe? Siempre le tuve mucho respeto, estuve aquel día en el Santuario junto a usted, cuando aquella maestra y sus aprendices murieron a manos de Aaron, puedo entender por lo que pasó, y siempre le he tenido como un ejemplo a causa de ello, aunque al final no pudiese seguirlo.
Se llevó una mano a un mechón de pelo, con el que empezó a jugar entre sus dedos.
—Esto es algo que a la Saeko del pasado le hubiese gustado decir, y por qué no, a la actual también. —esbozó una ligera sonrisa e inclinó la cabeza.