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¡Mira a quién tenemos aquí!Mickael se giró de sopetón, despertando de sus inquietudes existenciales, sólo para comprobar a quién pertenecía aquella voz que sonaba peligrosamente dulce y por qué se alegraba tanto de verle. No era otra sino Shinju, una de las primeras aprendices traidoras, parte de aquellos pioneros que junto al Maestro Ryota habían decidido traicionar a Tierra de Partida, tomando un nuevo sendero y causando la caída de aquel mundo que era Bastión Hueco, el que ahora era su hogar.
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¡Escuchad, Novatos! —Mickael se giró hacía donde estaban sus compañeros, cuya presencia había ignorado curiosamente durante todo su estadío en aquel lugar, observando las pocas estrellas que ya eran visibles—. El Maestro Ryota ha decidido mandaros una misión de alta importancia ahora mismo, y es urgente. Da igual que estéis agotados, con agujetas o con sueño. Tendréis que ir queráis o no —les informó, manteniendo una sonrisa en todo momento.
El hombre-rata no se paró a reprocharle nada a la chica, sabiendo que debía acudir a sus responsabilidades, aun cuando estuviera echo polvo. Aprovechó para fijarse mejor en los que serían sus compañeros durante aquella travesía: por un lado estaba aquel muchacho con el que ya había compartido alguna que otra misión en Tierra de Partida: Saxor; aún así, había algo distinto en él, no sabía que era exactamente, pero algo había cambiado en su mirada, ¿quizás eran sus ojos? El aprendiz no acostumbraba a fijarse demasiado en los detalles.
Como fuera, no pensaba tener demasiado contacto con ninguno de sus compañeros, ni siquiera con los aprendices primerizos o los maestros a excepción de Nanashi, quien ya fuera su tutora cuando estaba en el bando de la luz. Por ello, haría como si no lo conociera, y si él también hacía lo mismo, mejor. Al otro muchacho si que no lo conocía de nada, un muchacho alto de pelo azul, ante él si que no tendría que hacer como que no lo conocía, aunque tenía cierta curiosidad por saber que hacía allí. A pesar de que el hombre-rata se convencía de no entablar relación con nadie de aquel lugar más allá de lo meramente profesional, no podía evitar tener una cierta curiosidad por saber sobre las historias de todos y cada uno de los habitantes de aquel castillo, incluída la muchacha que les hablaba.
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Bueno, una orden es una orden. Así que en marcha. En esta hoja está apuntado todo lo que necesitáis saber. Hasta lueeeegoooo —se despidió de ellos, no sin antes depositar un papel en las manos del muchacho desconocido, aunque rápidamente le fue arrancada de forma brusca de las manos por Saxor.
Mickael se acercó para poder comprobar que ponía en la nota:
Un cuerpo extraño ha sido visto en el Intersticio entre los mundos. Normalmente no nos importaría, pero es algo extraño pues ese Cuerpo Celeste atrae por algún motivo cantidades ingentes de sincorazón, miles de ellos. Queremos que investigues el objeto y a la vuelta me envies un informe con todos los detalles. Relevantes o no, comportamiento de los sincorazón, naturaleza del Cuerpo Celeste... Cualquier cosa.
-Ryota.
El aprendiz no pudo evitar notar lo curioso del fenómeno, y aquello le dió fuerzas renovadas para poder afrontar la misión, ¿qué tendría aquel cuerpo para atraer a los sincorazón? Lo primero que se le ocurrió al hombre-rata fue una respuesta sencilla: corazones, pero debía ser algo más complicado, y era su misión comprobarlo.
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Esta chica se ha escaqueado para dejarnos el trabajo sucio que le han mandado... —ahora que lo mencionaba, Mickael se dió cuenta de que la nota estaba escrita en singular, dirigida hacia una única persona—. Pero me da igual. Acabaremos esta misión y le diremos que lo hemos hecho nosotros antes de que ella se lleve el mérito.─ Sentenció Saxor, tras lo cual hizo invocar su glider y se puso su armadura—.
Y soy el único que conoce las coordenadas, así que daos prisa o me voy sin vosotros —se dirigió a sus compañeros, en mal tono.
Curioso, aquel chico les ponía en bandeja la posibilidad de escaquearse de la misión y retirarse a descansar, si Shinju les echaba algo en cara, sólo tendrían que escudarse en que aquel chico les había impedido cumplirla debidamente, pero Mickael tenía un cierto sentido de la responsabilidad y convocó lo más rápido que pudo su glider y su armadura para poder seguir al muchacho que, por cierto, ¿cómo es que sabía las coordenadas del lugar? ¿Acaso había algo en la nota que no les dejó leer? Desde luego aquel chico no se parecía en nada al Saxor que el aprendiz recordaba.