La mascota Enygma la utilizo como NPC.
Jaden estaba aburrido. Desde que había llegado a Tierra de Partida no había hecho nada que desde su punto de vista mereciera la pena, todos los días se basaban en un entreno algo agotador ─que por otra parte no entendía para qué si no lo estaba utilizando─, después se quedaba encerrado en su habitación conversando con Eny y sorprendiéndose de alguna cosa curiosa que este le contaba. No había mucho más que pudiese hacer, los maestros no le dejaban salir fuera de Tierra de Partida, porque de ser así lo hubiese hecho el primer día. E incluso el destino no les hubiera agradado demasiado...
Aunque gracias a que no tenía nada que hacer, Jaden se sabía Tierra de Partida de cabo a rabo. Durante todos estos días había estado vagando con su centelleante compañero por todas y cada una de sus estancias, menos claro está las que no le estaba permitido entrar. Aun así sabía donde se escondía el más mínimo recoveco, quería explorar y esto era lo único que tenía, así que el resto se hizo solo. Pero aun toda la monotonía que le obligaba a vagar por allí, era mucho más divertido que Villa Crepúsculo. De hecho, cualquier cosa hubiese sido más divertida que Villa Crepúsculo.
Ahora se hallaba durmiendo en su habitación, mientras que Eny estaría haciendo lo mismo ─si es que acaso pudiese─. Estaba soñando con su hogar, con Villa Crepúsculo. Era todo muy borroso pero notaba que algo no cuadraba, aunque todo le resultaba familiar no podía desechar aquella sensación de confusión. Estaba en su casa, acomodado en su cama, en una posición similar a la que realmente tenía. Le invadía una aura de paz absoluta, nada parecía que pudiese perturbarlo. Pero aun así, todo era muy desagradable y no sabía exactamente la razón. De repente su habitación empezaba a estrecharse, cada vez tenía las paredes más cerca y él no podía hacer nada. Cuando ya hubieron llegado, sus huesos se quebraron al unísono y este despertó.
El sueño no había sido muy agradable así que despertó con una gran agitación en el corazón, aunque se quedó callado con los ojos mirando al infinito. Se calmó y se levantó de la cama pero había algo que faltaba. ¿Dónde estaba Enygma? Desde que se encontraron el primer día no se había separado de él, y ahora al parecer no estaba. Fue a despejarse un poco al baño, abrió el grifo y se lavó la cara. Cuando fijó su mirada en el reflejo no era él quien aguardaba, sino Quartz. Estaba sonriendo.
Despertó de nuevo agitado, al parecer había sido otro sueño mucho más malévolo que el anterior. Pensar en Quartz ya le hacía dar un vuelco al corazón, así que estaba excesivamente nervioso. Eny podía notarlo. Le preguntó qué era lo que le pasaba, y al escuchar la voz del ser en su mente se tranquilizó un poco. Al fin y al cabo tan sólo era un sueño, ¿verdad? Y raramente los sueños significaban algo... o sí.
De repente unos pequeños seres alados entraron sin avisar en su habitación, no le gustaba que le interrumpieran así aunque no estaba haciendo nada, pero supuso que esto era algo bueno pues se trataría de algo excepcional. Al menos tenía la esperanza de que lo fuera.
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¡Kupó, kupó, kupó!Las rechonchas criaturas gritaron para que Jaden se diese cuenta de su presencia, aunque no habría hecho falta. Jaden en realidad se alegraba de tenerlas aquí, significaba que después de todo hoy no sería un día usual.
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¡El Maestro Kazuki te espera en la Sala de Ordenadores, kupó! ¡Lección especial, kupó!Su maestro le llamaba y decía que era una lección especial. Todo pintaba de fábula, imaginaba que hoy le enseñaría algo o irían a algún sitio excepcional, todo acompañado de su maestro. Kazuki había conseguido conectar con Jaden cuando le reclutó en Villa Crepúsculo, aunque no era completa, Jaden tenía confianza sobre él. Kazuki se había abierto a él de una manera inmensa, durante un momento pudo ver más allá de su apariencia descuidada y observar claramente sus sentimientos. Y esto era algo que Jaden valoraba. Además le había sacado de aquel profundo agujero, aquel donde cada día de su vida se arrepentía de estar allí encerrado.
Pero lo que no le gustaba tanto es que quizás no iba a ser el único, quizás tendría personas molestas hablando y haciendo esas cosas tan desagradables que hacen las personas... No le gustaba el trabajo en equipo, pensaba que esto mermaba sus capacidades, sus compañeros más allá de ser una ayuda eran una molestia. Pero estaba aquí, y aunque no le gustase es lo que tocaba, él lo había escogido así. Se vistió y salió de su habitación, con Eny levitando al lado de su cuerpo.
Sabía perfectamente donde estaba la Sala de Ordenadores, pues el aburrimiento le había hecho explorar cada rincón de Tierra de Partida. Así que cruzaría los pasillos necesarios hasta llegar a él sin muchos problemas. Al fondo de uno de los pasillos pudo ver a un hombre, al parecer no sabía muy bien hacia donde ir. El hombre parecía provenir de una cultura exótica, completamente distinta a cualquiera que Jaden conociese. Era un hombre de piel morena, de complexión atlética, con el pelo corto y castaño. De repente y cuando más cerca estaba, una chica salió de una esquina dispuesta a hablar con aquel hombre. La chica en sí parecía bastante simple, aunque Jaden se dio cuenta de que la acompañaba un gato. Una chica usual con su mascota usual, la palabra perfecta era: aburrimiento.
Jaden logró escuchar que la chica le había preguntado por el lugar de la Sala de Ordenadores. Qué terrible coincidencia, al parecer todos iban al mismo sitio y se habían encontrado en el mismo punto. ¿Habrían más aprendices dirigidos hacia la Sala de Ordenadores? Jaden no lo sabía, lo que sí sabía es que no iba a perder el tiempo en presentaciones absurdas o convencionalismos sociales. No le gustaba la gente, y además consideraba que estaban por debajo de él, así que pensaba que no merecían su palabra. Por lo que pasaría por delante sin decir ni media palabra.