
Los jardines de Tierra de Partida, lugar ideal para que los aprendices se relajasen en medio de tan bonito paisaje, otorgándoles la oportunidad de desconectar de la dura vida del portador de la Llave Espada. Y mucho más en los tiempos que vivía la Orden, con la guerra en mente de todos.
Oh, pero aquel no fue el mejor momento para estar allí. A mucha velocidad y generando mucho estruendo, un glider aterrizó de golpe en medio de los jardines. Enseguida Lyn apareció entre una pequeña humareda, caminando con prisa y con cara de pocos amigos.
Entonces, les vio.
―¡Malik, Fykhjaal, venid aquí! ¡YA! ―resultaba evidente el mal humor de la Maestra, que ya de por si tenía fama de ser brusca y directa con los aprendices―. ¡Y tú, novata, también! ¡Deprisa!
La fortuna o el destino habría querido que los tres se cruzasen con Lyn: puede que estuviesen de paso, o disfrutando de la naturaleza, o vete tú a saber. Lo importante era que les había pillado, y sabrían lo que significaba: no se iban a librar de una misión.
―¿Cómo te llamabas? ―preguntó a Aru, examinándola de arriba a abajo. La chica llevaba poco tiempo en Tierra de Partida, e incluso era posible que aquel fuese su primer encuentro con la Maestra―. Vale, escuchad.
―Acabo de volver de Ciudad de Paso. Tienen un problema, bastante gordo, con una nave que transportaba una carga de comida y medicinas importante para la ciudad ―explicó, cruzada de brazos―. Como seguramente sabréis, no pasa por su mejor momento. Los ataques de los sincorazón son más constantes que nunca, y su relación con nosotros, bueno... está todavía peor.
Sí, era de conocimiento público entre los aprendices que, tras varios incidentes relacionados con los famosos Villanos Finales, Ciudad de Paso renegaba de cualquier ayuda de la Orden, a quien hacía responsable de todos los probelmas. Aru, proveniente de la ciudad, lo sabía de primera mano.
»La cuestión es la siguiente: Monstruo. ¿Conocéis a esa ballena inmensa que nada por el intersticio entre los mundos? Se llama Monstruo, y se ha tragado a esa nave con sus dos tripulantes incluidos. Los responsables de Ciudad de Paso han intentado rescatarles, pero carecen de medios y les ha sido imposible. Ahí entramos nosotros. O mejor dicho, vosotros.
Lyn alargo un brazo, señalando a cada aprendiz uno por uno.
―Seréis el equipo de rescate. Esos cabezotas sólo aceptaran la ayuda si se trata de un pequeño grupo de aprendices, así que no puedo acompañaros ―explicó, recuperando su postura con los brazos cruzados―. Tendréis que ir primero a Ciudad de Paso: allí os uniréis al equipo de una nave con la que remolcar la que ha sido tragada. Esperemos que los dos tripulantes estén a salvo.
―En diez minutos quiero veros a los tres en vuestros gliders y saliendo a toda leche. ¿Alguna pregunta?
»¡¡Pues venga!!
Ya lo habían oído. Ciudad de Paso les esperaba, y después... el interior de una ballena espacial gigante. ¡Suena divertido!


―¡NO! ¡NO, NO Y NO! ―los gritos de Shinju se escuchaban por todo el pasillo―. ¡¡NO PIENSO HACERLO!! ¡¡MANDA A OTRO!!
Saito, simplemente, pasaba por allí. Puede que el chico estuviese volviendo a su habitación, fuese camino al gimnasio para entrenar o incluso estuviese camino al exterior para viajar a otro mundo. Fuese como fuese, los chillidos de Shinju eran imposibles de ignorar al pasar por uno de los pasillos. Concretamente, la aprendiza se encontraba dentro de una de las aulas que se utilizaban para dar clase.
De pronto, la puerta se abrió y una mano agarró con fuerza el brazo de Saito, obligándole a entrar. En el interior se encontraría a Shinju sentada en uno de los pupitres, con los ojos llorosos y con vendas en el brazo derecho. También estaba Ariasu, la Maestra del sombrero divertido, quien era la responsable de haber arrastrado al muchacho.
―Vale, pues mandaré a Saito. Pero tú también irás, jovencita ―anunció la mujer, con un tono más autoritario de lo normal para ella― O los dos o ninguno. Tú eliges.
Shinju le lanzó una mirada llena de reproche, con el labio inferior temblando por la impotencia. Abrió la boca para protestar, pero tras pensárselo mejor se limitó a darle una patada a un pupitre, que salió volando hasta chocar contra la pared.
―Está bien... Pero si hace alguna estupidez, le arrancaré los ojos ―accedió.
―¡Mucho mejor, esta es mi chica! ―Ariasu, completamente alegre, no pareció darle importancia a la inquietante amenaza que Shinju le acababa de soltar a Saito.
―¡Anda, Saito! ―dijo de pronto, como dándose cuenta de que estaba allí presente― ¡Si no te hemos explicado nada! Bueno, por dónde empezamos...
»¡Ah, sí, claro! Verás, Shinju estaba volviendo de una tarea cuando se encontró de bruces con una Maestra de Tierra de Pedorros...
―Lyn. Esa pulgosa estúpida... ―gruñó la aprendiza, apretando los dientes con fuerza.
―Eso, Lyn. Aquí doña alegre consiguió darle esquinazo sin sufrir apenas daños ―comentó, señalando las vendas del brazo―, pero desgraciadamente perdió a alguien por el camino. Su mascota, el loro, fue...
―¡'Se llama Lolo!!
―Vale, vale, Lolo. Lolo, que iba en su cápsula, se desenganchó del glider durante el enfrentamiento. Ella intentó agarrarlo, pero no esperaba que Monstruo apareciera de pronto y bueno, se lo comiera. ¿Conoces a Monstruo, verdad?
»Es la ballena gigante y feota que flota por el intersticio. ¿La has visto alguna vez? ¡Es súper graciosa!
―No lo es... ―susurró Shinju, bajando la mirada.
―La tarea está clara: subid a vuestros gliders, entrar en Monstruo y recuperar a Lolo para que aquí mi aprendiza pueda dormir tranquila y no le arranque los ojos a nadie. ¿Entendido? ¿Alguna dudita?
Shinju se limitó a asentir, sin añadir nada más. Tras responder a las preguntas de Saito (o no), Ariasu abrió la puerta del aula, invitándoles a partir.
―En diez minutos en el vestíbulo ―indicó la niña, atravesándole con la mirada―. Si llegas tarde lo lamentarás. Mucho.
Y se fue a toda prisa, dándole una patada a un pobre moguri que pasaba por allí.
En menudo marrón se había metido Saito, y sólo por pasar por un pasillo. ¿De verdad tenía que entrar en una ballena gigante para recuperar la mascota de otra? Aunque debía darse prisa en prepararse, o Shinju cumpliría su amenaza. ¡Rápido, rápido!