Y el más grande y fuerte de todos héroes era el poderoso Hércules.
Pero, ¿cuál es la medida de un héroe verdadero?
Ajá, pues eso es lo que nuestra historia...


—Ya es suficiente. ¡Todos, abajo!
La lección de Lyn había terminado. Aquella mañana, la Maestra se había encargado de un entrenamiento especial para los cuatro aprendices presentes. Fátima, Malik, Saxor y Bavol habían participado en una práctica de combate aéreo sobre el glider, en el que habían tenido que sobrevolar las torres del castillo esquivándose entre ellos y derribando objetivos que Lyn había colocado.
Todo había ido más o menos bien, hasta que en el último momento la Maestra había golpeado el vehículo de Bavol de tal manera que los cuatro jóvenes acabaron chocando entre ellos, quedando unos encima de otros de una forma tan cómica como dolorosa.
Cuando los aprendices se recuperaron, Lyn ya les esperaba en tierra, en los jardines.
—No ha estado mal —comentó, con los brazos cruzados, mientras llegaban hasta ella—. Pero podríais hacerlo mejor. Pero nada de relajarse: os vais de misión al mundo conocido como Coliseo del Olimpo. ¿Lo conocéis?
—Los sincorazón de aquel lugar están actuando de una forma demasiado extraña, sobre todo en la ciudad de Tebas. Es muy posible que algo les esté alterando, o que alguien los manipule. Vuestra tarea será descubrirlo, a la vez que elimináis cuantos más podáis mejor.
»Fátima, tú estarás al mando de la misión. Id a daros una ducha y a prepararos, en quince minutos quiero veros a los cuatro saliendo de Tierra de Partida. ¿Dudas? ¿Preguntas?
Lyn respondería a lo que cualquiera pregunta, antes de dejar que se marcharan para que pudieran prepararse para la misión.
—¡¡En marcha!!


—Wiedererinnerung, ven conmigo.
Sin previo aviso, la puerta de Ragun se había abierto de golpe. Con semblante serio, Nanashi le hizo un gesto con la mano para que la siguiera, y continuó su camino pasillo arriba. Tras avanzar un poco, abrió de nuevo otra puerta de golpe, sin importarle qué estuviera haciendo el ocupante de aquella habitación.
—Everard, ven conmigo.
Nikolai también había sido reclamado. Los dos aprendices tuvieron que seguir a la silenciosa Maestra por los pasillos, hata alcanzar uno de los teleféricos del castillo. Cuando se encendió, por fin se giró para dirigirles la palabra.
—Tengo una misión para vosotros. Os vais al Coliseo del Olimpo, a hablar con Hades, el dios del inframundo. Su uso de los sincorazón está siendo excesivo, demasiado, y en cualquier momento se le podría ir de las manos.
El teleférico llegó hasta su destino, y Nanashi echó a andar de nuevo en silencio. No volvió a decir nada hasta llegar a su despacho, donde indicó a los aprendices que se sentaran.
—Vuestro objetivo será ir a los aposentos de Hades en el inframundo y entregarle esta carta de mi parte. —Sacó un sobre blanco de uno de sus cajones, deslizándolo por la mesa hacia los chicos—. Id con precaución: ese hombre es peligroso. Vigilad vuestras palabras cuando estéis ante él.
»Cuando lleguéis, buscad a Diana en el coliseo de Tebas. Ella os indicará cómo llegar al inframundo, aunque no os acompañará hasta allí abajo. ¿Alguna pregunta?
Las respuestas no tardarían en llegar.
»Wiedererinnerung, estás al cargo. No toleraré fracasos. Podéis marcharos.
La carta, sobre la mesa, esperaba a que uno de los dos la cogiera. Y después, el inframundo aguardaba.