Re: [Tierra de Dragones] Leyendas se contarán
Publicado: Jue Ene 07, 2016 1:45 am
—Iré por la torre.
«Lo imaginaba» suspiró Fátima.
—Yo conseguiré esos disfraces.
Contuvo una sonrisa.
—Lo estás disfrutando. —No pudo estar más de acuerdo con Rei. Feng parecía estar pasándoselo en grande—. Asígname cualquiera de tus dos aprendices. Cubrir dos rutas lo veo más seguro para la misión.
—De acuerdo, pero primero lo hablaré con ellos.
Se imaginaba que al final tendría que ordenar a uno de los dos que se disfrazara de concubina, pero si podía conseguir que al menos uno accediera por propia voluntad todo sería más fácil.
Hubo que resignarse a moverse a ciegas por el palacio. Era de esperar que los planos estuvieran bien custodiados, pero iba a ser muy divertido cuando se perdieran en su interior.
Se frotó los ojos. Dios, cómo le dolía la cabeza. Y no dejaba de haber problemas. Miró hacia la sala donde Rei se había ido a dormir, entre irritada y preocupada a partes iguales. Odiaba que fuera tan infantil, pero a la vez no quería que su mal humor afectara a la misión…
—Anda, duerme un rato —dijo Feng.
—¿Y tú qué…?—Al ver que Feng se preparaba para salir dijo—: ¿A dónde vas?
—Yo me encargo de traer los disfraces. Tus aprendices deben estar al caer, ¿no? Igual me los cruzo por el camino. Seguro que les encanta la idea de ser mujeres por un día.
«Al menos alguien se lo pasa bien» pensó, soltando una risa forzada.
La tentación de irse a la cama era muy grande, tanto que con solo pensar en una almohada se le cerraban los ojos, pero luego pensó que Feng iba a marcharse a por la ropa. Le miró con el ceño fruncido.
—Feng, ¿sabes de ropa femenina…?
Se imaginaba que cualquier mujer de un puesto de ropa podría aconsejarle pero, claro, ¿cómo iba a decirles Feng que quería trajes para gente del tamaño de un hombre? ¿Y el maquillaje? El cuerpo le pesó como nunca y volvió a mirar en dirección a la habitación de Rei.
Ella sólo quería dormir, maldita sea.
Se estaba recreando en aquello. Fátima no tenía muchas opciones: podía descansar, cosa que merecía de una vez, y así poder dormir un poco antes de seguir a la mañana siguiente preparando la invasión al palacio. O también podía acompañar a Feng a conseguir los trajes: seguro que tendría más gusto y acertaría más sobre cómo hacer pasar a un hombre por una mujer que él. O quizás el ir a dormir le diese la oportunidad de intentar arreglar las cosas con Rei...
Respiró hondo. No, Rei no fastidiaría la misión sólo porque no hubiera elegido su camino. Ahora lo importante era que los trajes que fueran a llevar en el palacio fueran creíbles. Soltó un gruñido y se incorporó.
—Espera, Feng, voy contigo.
Ya tendría tiempo para dormir más tarde. O eso esperaba. Apretó el paso para que Feng no la dejara atrás. Al principio no dijo nada pero después musitó:
—¿Crees que funcionará? No sé qué más hacer. No conozco tanto a Rei, pero quiero pensar que lo hará bien…—Se retorció un mechón de pelo—. Él quería de verdad a Jia, ¿no?—Recordó con un estremecimiento el odio con el que la miró el joven antes de morir—. ¿Crees que algún día lo superará?
«Lo imaginaba» suspiró Fátima.
—Yo conseguiré esos disfraces.
Contuvo una sonrisa.
—Lo estás disfrutando. —No pudo estar más de acuerdo con Rei. Feng parecía estar pasándoselo en grande—. Asígname cualquiera de tus dos aprendices. Cubrir dos rutas lo veo más seguro para la misión.
—De acuerdo, pero primero lo hablaré con ellos.
Se imaginaba que al final tendría que ordenar a uno de los dos que se disfrazara de concubina, pero si podía conseguir que al menos uno accediera por propia voluntad todo sería más fácil.
Hubo que resignarse a moverse a ciegas por el palacio. Era de esperar que los planos estuvieran bien custodiados, pero iba a ser muy divertido cuando se perdieran en su interior.
Se frotó los ojos. Dios, cómo le dolía la cabeza. Y no dejaba de haber problemas. Miró hacia la sala donde Rei se había ido a dormir, entre irritada y preocupada a partes iguales. Odiaba que fuera tan infantil, pero a la vez no quería que su mal humor afectara a la misión…
—Anda, duerme un rato —dijo Feng.
—¿Y tú qué…?—Al ver que Feng se preparaba para salir dijo—: ¿A dónde vas?
—Yo me encargo de traer los disfraces. Tus aprendices deben estar al caer, ¿no? Igual me los cruzo por el camino. Seguro que les encanta la idea de ser mujeres por un día.
«Al menos alguien se lo pasa bien» pensó, soltando una risa forzada.
La tentación de irse a la cama era muy grande, tanto que con solo pensar en una almohada se le cerraban los ojos, pero luego pensó que Feng iba a marcharse a por la ropa. Le miró con el ceño fruncido.
—Feng, ¿sabes de ropa femenina…?
Se imaginaba que cualquier mujer de un puesto de ropa podría aconsejarle pero, claro, ¿cómo iba a decirles Feng que quería trajes para gente del tamaño de un hombre? ¿Y el maquillaje? El cuerpo le pesó como nunca y volvió a mirar en dirección a la habitación de Rei.
Ella sólo quería dormir, maldita sea.
Se estaba recreando en aquello. Fátima no tenía muchas opciones: podía descansar, cosa que merecía de una vez, y así poder dormir un poco antes de seguir a la mañana siguiente preparando la invasión al palacio. O también podía acompañar a Feng a conseguir los trajes: seguro que tendría más gusto y acertaría más sobre cómo hacer pasar a un hombre por una mujer que él. O quizás el ir a dormir le diese la oportunidad de intentar arreglar las cosas con Rei...
Respiró hondo. No, Rei no fastidiaría la misión sólo porque no hubiera elegido su camino. Ahora lo importante era que los trajes que fueran a llevar en el palacio fueran creíbles. Soltó un gruñido y se incorporó.
—Espera, Feng, voy contigo.
Ya tendría tiempo para dormir más tarde. O eso esperaba. Apretó el paso para que Feng no la dejara atrás. Al principio no dijo nada pero después musitó:
—¿Crees que funcionará? No sé qué más hacer. No conozco tanto a Rei, pero quiero pensar que lo hará bien…—Se retorció un mechón de pelo—. Él quería de verdad a Jia, ¿no?—Recordó con un estremecimiento el odio con el que la miró el joven antes de morir—. ¿Crees que algún día lo superará?