Re: [Coliseo del Olimpo] No diré que es amor
Publicado: Lun May 02, 2016 1:07 pm
El cuerpo del enmascarado salió volando tras la brutal sacudida de su compañero, y Nikolai saboreó el regusto de, por fin, hacerle algo más que un rasguño. Poco le duró cuando su herida se resintió tras el gasto de magia y se encogió sobre si mismo, resollando. Menos mal que Kairi llegó al poco, con una ultrapoción en mano que Niko miró con ojos tentadores y le agradeció con un cabeceo.
Tras los primeros tragos, el dolor fue mermando, pero no desapareció. Avistó con resquemor que el puñetero agujero de su estómago por el que casi no lo cuenta seguía ahí. Iba a necesitar algo más que un brebaje para arreglárlo.
Cuando ya se encontró mejor alzó la vista para comprobar la situación de los demás y los músculos se le destensaron de alivio al ver a ese lunático a buen recaudo en una maraña de oscuridad y a Saic alzando el fragmento de piedra, triunfante. Nikolai esbozó una débil sonrisa y bajó la cabeza. Se acabó.
O tal vez no…
—¿Es que solo... sabéis hacer eso?
Entonces volvió de inmediato la vista al enmascarado y acabó por empalidecer aún más de lo que la pérdida de sangre le produjo. Una por una, las heridas de ese malnacido se fueron cerrando como si nada. Nikolai apretó los dientes en cuanto el tipo se puso a forcejear contra el charco de oscuridad y le relucieron unos ambarinos ojos. El esfuerzo hizo que se le cayeran los harapos con los que vestía y…
«¿Pero qué…?»
Le sacudió una mezcla de asco y asombro al vislumbrar un costillar entero y limpio formando el pecho del enmascarado. No tenía ni vísceras, era una caja torácica completamente vacía. Solo entonces, empezó a sumar eso, su alta regeneración, y el hecho de que ni con todas sus fuerzas podían tumbarlo o, incluso, hacerle un mísero rasguño.
Habían estado luchando contra un muerto viviente.
»¿Queríais matarme? ¡Ilusos! —Al mismo tiempo que rasgaba parte de la oscuridad, Niko se apoyó de su Llave Espada para incorporarse con urgencia—. ¡Yo ya estoy muerto! ¡Y vosotros lo estaréis muy pronto!
Lo llevaba claro si pensaba que se iba a dejar perforar el cuerpo otra vez.
Hubo un fuerte ruido que provino del mar y Nikolai abrió mucho los ojos ante la imagen del Argo en la cercanía. Hércules no podía ser más oportuno.
—¡Kairi, Niko! Al barco, ¡ya!
Con la ayuda de Ragun, transformó su arma en glider y se abalanzó al manillar, aguantando en una mueca el latigazo de dolor por la herida al moverse. Despegó y pegó un fuerte silbido para avisar a Pegaso, aunque no le haría gran falta si el animal reconocía el barco de su dueño. Esta vez se encargaría de tener un ojo a sus espaldas por si su amigo, el esqueleto, volvía a repetir la jugada de antes, listo para maniobrar y apartarse de su trayectoria.
Tras los primeros tragos, el dolor fue mermando, pero no desapareció. Avistó con resquemor que el puñetero agujero de su estómago por el que casi no lo cuenta seguía ahí. Iba a necesitar algo más que un brebaje para arreglárlo.
Cuando ya se encontró mejor alzó la vista para comprobar la situación de los demás y los músculos se le destensaron de alivio al ver a ese lunático a buen recaudo en una maraña de oscuridad y a Saic alzando el fragmento de piedra, triunfante. Nikolai esbozó una débil sonrisa y bajó la cabeza. Se acabó.
O tal vez no…
—¿Es que solo... sabéis hacer eso?
Entonces volvió de inmediato la vista al enmascarado y acabó por empalidecer aún más de lo que la pérdida de sangre le produjo. Una por una, las heridas de ese malnacido se fueron cerrando como si nada. Nikolai apretó los dientes en cuanto el tipo se puso a forcejear contra el charco de oscuridad y le relucieron unos ambarinos ojos. El esfuerzo hizo que se le cayeran los harapos con los que vestía y…
«¿Pero qué…?»
Le sacudió una mezcla de asco y asombro al vislumbrar un costillar entero y limpio formando el pecho del enmascarado. No tenía ni vísceras, era una caja torácica completamente vacía. Solo entonces, empezó a sumar eso, su alta regeneración, y el hecho de que ni con todas sus fuerzas podían tumbarlo o, incluso, hacerle un mísero rasguño.
Habían estado luchando contra un muerto viviente.
»¿Queríais matarme? ¡Ilusos! —Al mismo tiempo que rasgaba parte de la oscuridad, Niko se apoyó de su Llave Espada para incorporarse con urgencia—. ¡Yo ya estoy muerto! ¡Y vosotros lo estaréis muy pronto!
Lo llevaba claro si pensaba que se iba a dejar perforar el cuerpo otra vez.
Hubo un fuerte ruido que provino del mar y Nikolai abrió mucho los ojos ante la imagen del Argo en la cercanía. Hércules no podía ser más oportuno.
—¡Kairi, Niko! Al barco, ¡ya!
Con la ayuda de Ragun, transformó su arma en glider y se abalanzó al manillar, aguantando en una mueca el latigazo de dolor por la herida al moverse. Despegó y pegó un fuerte silbido para avisar a Pegaso, aunque no le haría gran falta si el animal reconocía el barco de su dueño. Esta vez se encargaría de tener un ojo a sus espaldas por si su amigo, el esqueleto, volvía a repetir la jugada de antes, listo para maniobrar y apartarse de su trayectoria.