Re: [Agrabah] La Amenaza Djinn
Publicado: Sab Sep 10, 2016 6:36 pm
—¿¡Se puede saber qué haces!?
Ni siquiera pensé que se refería a mí. Estaba petrificada. No podía decir o hacer nada. Sabía que tenía que moverme, pero era incapaz de dar un paso. Sólo miraba cómo otros se jugaban la vida.
—¡Reacciona!
La bofetada me devolvió por fin a la realidad. Trastabillé, a pesar de que no había sido un golpe demasiado fuerte, y volví la mirada, dolida y desorientada.
Me quedé helada.
«¿Tú?».
—¿Cómo..? —balbuceé—. Tú no... no puedes...
Me llevé la mano a la mejilla. Por fin enfoqué bien a Nanashi, con los ojos como platos. La Maestra, aunque enfadada, no había ido a hacer daño, pero la sorpresa y esa... esa visión...
Sacudí la cabeza. Demonios. Nunca me había parado a pensar en... lo mucho que podían parecerse.
—Badra ahora mismo está luchando con todas sus fuerzas para vivir. —Oí a Light gritarme entre el fragor de la batalla—. Estoy seguro de que no se va a rendir, ¡y tú tampoco puedes rendirte! ¡Agrabah depende de nosotros ahora mismo y hay que luchar!
Asentí en su dirección y esbocé involuntariamente una sonrisa quebradiza.
—¡Sí!
No estaba bien. Estaba muy lejos de estar bien, en aquel momento más que nunca. Pero no podía paralizarme. Se lo debía, por lo menos, a Badra.
Me alejé de Nanashi y del fuego de Ifrit con un salto. Tras vacilar un instante, hice aparecer mi armadura. El calor era sofocante bajo el metal pero, por alguna extraña razón, me sentía más segura con eso puesto. Como si así pudiera protegerme de mi propio miedo hacia el djinn. «No es un demonio». Respiré hondo, Llave Espada en mano. «Y esto... esto no es el infierno. Voy a salir de aquí».
Esperé a que Light y Fátima distrajeran a la criatura para dirigirme hacia Malik. Había sido el que más daño había recibido y, consciente de que no podía hacer mucho más, fui a asistirle.
—Toma. Esto debería ayudar —murmuré, tendiéndole un Spray solar para las quemaduras. Luego, por si acaso, le apliqué también un Cura.
Me tomé un Éter aprovechando que Light nos cubría y luego fui a por Saito. A decir verdad, prefería cubrirle las espaldas a Saeko después de lo ocurrido en el desierto, pero conocía mejor las habilidades de él y su estilo de lucha. Si podía ser de utilidad en alguna parte, sería a su lado.
Además, Saeko no tenía un cristal gigantesco clavado en el pecho. Se las arreglaría bien sin mí, pero procuraría no perderla de vista y tener hechizos preparados.
—No es por juzgar, pero ¿seguro que puedes pelear con eso ahí clavado?
—Antes estaba mucho peor. Habrá que acabar con esto y volver al Bastión para que me lo quiten, mejor darnos prisa.
Invoqué el escudo y me posicioné delante de él.
—Te cubriré. Tú tienes magias útiles con las que hacerle más daño.
—Vamos.
Enarbolé la Llave Espada y esperé a uno de los ataques de Ondina para disparar contra Ifrit una Estela de chispas. Con suerte, serviría para paralizarlo un rato.
Ni siquiera pensé que se refería a mí. Estaba petrificada. No podía decir o hacer nada. Sabía que tenía que moverme, pero era incapaz de dar un paso. Sólo miraba cómo otros se jugaban la vida.
—¡Reacciona!
La bofetada me devolvió por fin a la realidad. Trastabillé, a pesar de que no había sido un golpe demasiado fuerte, y volví la mirada, dolida y desorientada.
Me quedé helada.
«¿Tú?».
—¿Cómo..? —balbuceé—. Tú no... no puedes...
Me llevé la mano a la mejilla. Por fin enfoqué bien a Nanashi, con los ojos como platos. La Maestra, aunque enfadada, no había ido a hacer daño, pero la sorpresa y esa... esa visión...
Sacudí la cabeza. Demonios. Nunca me había parado a pensar en... lo mucho que podían parecerse.
—Badra ahora mismo está luchando con todas sus fuerzas para vivir. —Oí a Light gritarme entre el fragor de la batalla—. Estoy seguro de que no se va a rendir, ¡y tú tampoco puedes rendirte! ¡Agrabah depende de nosotros ahora mismo y hay que luchar!
Asentí en su dirección y esbocé involuntariamente una sonrisa quebradiza.
—¡Sí!
No estaba bien. Estaba muy lejos de estar bien, en aquel momento más que nunca. Pero no podía paralizarme. Se lo debía, por lo menos, a Badra.
Me alejé de Nanashi y del fuego de Ifrit con un salto. Tras vacilar un instante, hice aparecer mi armadura. El calor era sofocante bajo el metal pero, por alguna extraña razón, me sentía más segura con eso puesto. Como si así pudiera protegerme de mi propio miedo hacia el djinn. «No es un demonio». Respiré hondo, Llave Espada en mano. «Y esto... esto no es el infierno. Voy a salir de aquí».
Esperé a que Light y Fátima distrajeran a la criatura para dirigirme hacia Malik. Había sido el que más daño había recibido y, consciente de que no podía hacer mucho más, fui a asistirle.
—Toma. Esto debería ayudar —murmuré, tendiéndole un Spray solar para las quemaduras. Luego, por si acaso, le apliqué también un Cura.
Me tomé un Éter aprovechando que Light nos cubría y luego fui a por Saito. A decir verdad, prefería cubrirle las espaldas a Saeko después de lo ocurrido en el desierto, pero conocía mejor las habilidades de él y su estilo de lucha. Si podía ser de utilidad en alguna parte, sería a su lado.
Además, Saeko no tenía un cristal gigantesco clavado en el pecho. Se las arreglaría bien sin mí, pero procuraría no perderla de vista y tener hechizos preparados.
—No es por juzgar, pero ¿seguro que puedes pelear con eso ahí clavado?
—Antes estaba mucho peor. Habrá que acabar con esto y volver al Bastión para que me lo quiten, mejor darnos prisa.
Invoqué el escudo y me posicioné delante de él.
—Te cubriré. Tú tienes magias útiles con las que hacerle más daño.
—Vamos.
Enarbolé la Llave Espada y esperé a uno de los ataques de Ondina para disparar contra Ifrit una Estela de chispas. Con suerte, serviría para paralizarlo un rato.
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